lunes, 4 de enero de 2010

Hoy, pero 5 años atrás: Reabrieron la muestra de León Ferrari




Un mes y dos días después de la clausura judicial que sufrió a raíz de una demanda presentada por sectores católicos que se sintieron ofendidos, la polémica muestra del artista plástico León Ferrari reabrió sus puertas. “No se dispuso nada en especial; se reabre normalmente y continuará tal como estaba programado hasta fines de febrero”, le explicaron a Clarín.com fuentes de Cultura del Gobierno de la Ciudad de Buenos Aires.

La controvertida exposición del artista plástico en el Centro Cultural Recoleta abrió sus puertas a las 14, y continuará hasta el 27 de febrero. Había sido clausurada el 2 de diciembre pasado. Desde esta tarde, los visitantes la podrán recorrer de martes a viernes de 14 a 29 y los sábados y domingos hasta las 19.

La reapertura vino rodeada de una gran expectativa ya que la retrospectiva sufrió un duro embate de la Iglesia Católica. El conflicto comenzó a fines de noviembre, 24 horas después de la inauguración, cuando el arzobispo de Buenos Aires, cardenal Jorge Bergoglio, la consideró "blasfema" (Archivo 02-12-2004).

Varios católicos —entre ellos la asociación Cristo Sacerdote— pidieron la clausura judicial de la muestra. La jueza de primera instancia, Elena Liberatori, accedió a ese pedido y cerró las puertas de la exposición argumentando que la sociedad estaba viviendo “con la sensación de un sentimiento religioso lesionado” (Archivo 18-12-2004).

Pero inmediatamente el Gobierno de la Ciudad apeló la medida. La Cámara en lo Contencioso Administrativo porteña aceptó ese recurso judicial y dispuso la reapertura (Archivo 28-12-2004). Ante este nuevo giro legal, el secretario de Cultura, Gustavo López, sostuvo que la iban a reabrir porque “lo que debemos garantizar es el derecho de expresión de todos, de las minorías y de quienes piensan diferente".

La Asociación Cristo Sacerdote ya anticipó que no apelará la reapertura dispuesta por la Justicia (Archivo 29-12-2004). La entidad católica —integrada por importantes sacerdotes— consideró que "quedó acreditada en el ámbito judicial y en la opinión pública la ofensa a los sentimientos religiosos".

La muestra sufrió también algunos ataques directos de algunos católicos que se sintieron agraviados. Rompieron algunas de las obras y provocaron destrozos, aunque no de magnitud. A pesar de este antecedente, la Secretaría de Cultura dijo que no va a reforzar la custodia en el lugar.

Fuente:
http://www.clarin.com/diario/2005/01/04/um/m-898243.htm

Frase

"El siglo XVII fue de las matemáticas, el siglo XVIII el de las ciencias físicas, el siglo XIX el de la biología y nuestro siglo XX es el siglo del miedo".

Albert Camus

Y según comenta D. Ferrán Gallego:

“Cuando Albert Camus escribió "Ni víctimas ni verdugos", comenzó con una referencia al carácter del tiempo que le había tocado en suerte; al tiempo que, habiéndole correspondido, se había atrevido a vivir. Camus dijo: «El siglo XX es el siglo del miedo». Y (por si alguien pudiera hacerle una objeción basada en el exagerado sentido del término, al compararlo con un siglo XVII de las matemáticas, un siglo XVIII de las ciencias físicas y un siglo XIX de la biología) añadió que nunca creyó que el miedo era una ciencia, aunque estaba seguro de que se trataba de una técnica."

Y debe ser una de las técnicas más extendidas.

Un intelectual grande y molesto

Se cumplen 50 años de la muerte de Albert Camus, quien fue Premio Nobel de Literatura en 1957. Entre su extensa obra merecen destacarse relatos como La peste y La caída y ensayos como El mito de Sísifo y El hombre rebelde.
Por Sylvina Walger


Mañana, lunes 4 de enero, se cumplirán 50 años de la muerte de Albert Camus. Acaecida en 1960 cuando el Facel-Vega, que conducía el editor Michel Gallimard, patinó en el asfalto y fue a estrellarse contra un árbol. Gallimard tardó unos días en morir, pero el escritor perdió la vida instantáneamente a consecuencia de la fractura de cráneo que le provocó el impacto. Entre los papeles que le encontraron había un manuscrito inconcluso, “El primer hombre”, de fuerte contenido autobiográfico y gran belleza.

Dejaba una viuda, Francine Faure, y un par de gemelos. Fue enterrado en Lourmarin, pueblo del sur de Francia donde había comprado una casa con el fruto de sus ganancias. Pese a una opinión muy difundida, a Camus no le gustaban los autos y menos la velocidad.

Convertido en el autor de algunos de los libros más vendidos en la Francia de posguerra, en 1957, a los 44 años, obtuvo el Premio Nobel de Literatura dejando en el camino a André Malraux, que ya nunca más podría recibirlo. Dramaturgo, ensayista, polémico analista de política nacional e internacional, figura ideológicamente controvertida y odiada en los dos extremos del arco político, aquel “francés de Argelia” (al que no le ahorraron el mote de “pied noir”) seductor con vocación de don Juan y vitalista, encontró su gran amor en la actriz María Casares, “la gran dama del teatro francés”, que era hija de Casares Quiroga, ministro y jefe de Gobierno de la Segunda República Española durante el gobierno de Manuel Azaña.

A Camus se lo ha caracterizado como “socialdemócrata de razón y libertario de corazón” y ha dejado una huella indeleble, y cada día más evidente, en la cultura literaria y política de nuestro tiempo.

Entre su extensa obra merecen destacarse relatos como La peste y La caída; obras de teatro como Calígula y Los justos; y ensayos como El mito de Sísifo y El hombre rebelde, entre muchísimas más.

En la revalorización actual que Francia ha hecho de su figura tiene mucho que ver el intento de “reapropiación de su memoria por parte de un Sarkozy hambriento de un pedigree intelectual del que carece. El debate comenzó cuando el presidente francés propuso trasladar los restos de Camus al Panteón (la Recoleta culta de Francia) y sus amigos saltaron objetando que al escritor no le hubiera gustado descansar allí entre grandes que para él no siempre fueron tan grandes. Algunos llegaron a decir que a Camus no había que “panteonizarlo” sino que leerlo. Toda una verdad. La firme oposición al traslado por parte de los hijos del premio Nobel terminó con la discusión y Camus continúa descansando en Lourmarin en una tumba al lado de la casa de su hija Catherine (62) mujer –para variar– de un Gallimard y custodia insobornable del legado de su padre.

El reconocimiento del que disfruta hoy Camus es mucho más amplio del que gozó en su época. La izquierda comunista de los sesenta y setenta lo confinó a una displicente marginalidad, aún fanatizada por aquel octubre que iba engendrar “el hombre nuevo” y que acabó despertando “horrorizada y confusa ante los osarios de Pol Pot”, según explica el diario El País. El compromiso de Camus fue siempre con el hombre, no con su concepto: por eso odiaba más lo que representaba Nechtaev, el fanático terrorista retratado por Dostoievski en Los demonios (la película se llama Los endemoniados y es de Andrej Vajda). Y por eso Camus resulta hoy más vivo que Sartre.

Camus nació en Argelia el 7 de noviembre de 1913, en el departamento de Constantine y en el seno de una familia de humildes colonos franceses dedicados al cultivo del anacardo. A todos ellos (los colonos) se los conocía comúnmente con el nombre de “pieds noirs” (pies negros). Su madre, Catalina Elena Sintes, nacida en Argelia, provenía de una familia originaria de Menorca. Era sorda y analfabeta. Su padre, Lucien Camus, trabajaba en una finca vitivinícola, cerca de la localidad de Mondovi, para un comerciante de vinos de Argel y era de origen alsaciano. Como muchos “pieds noirs”, y tras la Guerra Franco-Prusiana, había huido de la anexión de Alsacia por Alemania.

Durante la Primera Guerra Mundial, Lucien Camus resultó herido en la batalla del Marne y murió en 1914. Aunque su hijo no llegó a conocerlo, de su padre le quedó una fotografía y una significativa anécdota que marcaría en parte su derrotero: la repugnancia que le producía el espectáculo de una ejecución capital.

Después de la muerte de su padre, la familia Camus se trasladó a casa de la abuela materna en Argel, donde Albert se crió y estudió. Se recibió de bachiller y obtuvo un diploma de estudios superiores en letras en la rama filosofía. Jamás obtuvo la licenciatura por una tuberculosis que arrastró durante años. Hasta entonces había sido un buen deportista y un fanático del fútbol, donde siempre jugó como arquero. La tuberculosis acabó con estas ilusiones.

En 1935 se afilia al Partido Comunista, del que sale pitando en 1937 debido a sus profundas discrepancias con el pacto germano-soviético y su apoyo a la autonomía del PC de Argelia respecto del comunismo francés. En 1940, perseguido por el gobierno de Argelia (francés, claro) se ve obligado a emigrar a París, donde acabará siendo director del diario de la Resistencia, el mítico Combat.

Su ruptura con Sartre (algunos dudan que efectivamente haya ocurrido) fue en 1952 tras la publicación en Les Temps Modernes de un artículo en el que Sartre (su director y fundador) le reprochaba que su rebeldía era “deliberadamente estética”.

Camus era todo salvo un demócrata blando, explica el historiador húngaro Francois Fejtö, quien lo conoció en el momento de la liberación. “En su amor por la libertad había algo muy viril y es este idealismo puro, este heroísmo, que lo hace hoy tan popular sobre todo en los países del Este”.

Camus llevaba en sí un tremendo rechazo por la desmesura, que lo obligaba a marcar un umbral ético para la violencia política. En Los justos, por ejemplo, opone un terrorismo moderado, encarnado por el personaje de Kaliayev, al terrorismo incontrolado de Stepan. Para Camus el fanatismo de Stepan era el resultado de una mentalidad absolutista que cree detentar la verdad absoluta. Sin embargo hoy, tanto en Argelia como en el Medio Oriente, el que ha triunfado es Stepan. Triste final para quien su lema había sido “ni víctimas ni verdugos”.

Lo que el escritor no aceptaba era el pasaje de la resistencia al terrorismo, ya que a sus ojos el fin no justificaba jamás los medios (al contrario, los determinaba), y nada podía legitimar la agresión a los civiles.

Este pensador político, solitario, intuitivo y solidario lograba que sus editoriales de Combat testimoniaran una lógica sin fallas. Camus será uno de los raros resistentes a firmar para pedir la gracia de algunos colaboracionistas. Es el único que se pronunciará para denunciar el horror de Hiroshima en 1945. Sobre el drama argelino, que lo divide entre su solidaridad de “petit blanc” (blancos no nacidos en Francia, así de racistas…) y un anticolonialismo que excluye la violencia ciega del FLN, elige la irrealizable tregua civil. En su discurso ante el Nobel había llegado a preguntarse si el FLN no sería un “totalitarismo soft”.

Para Camus, siempre situado a la izquierda (hay quien piensa que “a pesar de él y a pesar de ella”), la vida merecía ser vivida, aunque el absurdo hubiera suplantado a la antigua esperanza en Dios o en la Razón. Hoy, cuando los intelectuales dan risa al intervenir en el debate público, Camus se agiganta. Leerlo sin prejuicios es no sólo homenaje sino restitución. Y el cincuentenario de su muerte resulta un buen pretexto para hacerlo.

Fuente:
http://www.criticadigital.com/index.php?secc=nota&nid=35390

domingo, 3 de enero de 2010

Medio siglo sin Albert Camus


A cinco décadas del accidente que acabó con su vida, Francia recuerda al autor de "El extranjero" Y "La peste". Sarkozy busca trasladar sus restos al Panteón.

Cincuenta años después del accidente de tráfico que acabó con la vida del escritor Albert Camus (1913-1960) cuando se encontraba en la cúspide de su carrera, Francia recuerda al autor de "El extranjero", una de las figuras más relevantes de sus letras.

En ese sentido, el presidente Nicolas Sarkozy hizo público su deseo de llevar los restos del Nobel de Literatura de 1957 al Panteón, templo laico más elevado del país, donde yacen personalidades de la talla de Voltaire, Marie Curie o Victor Hugo.

La iniciativa dividió a su familia, que aún no ha dado una respuesta contundente y unánime sobre la conveniencia de trasladar el féretro de Camus, cuya vida terminó a los 47 años a bordo de un mítico "Facel-Véga" el 4 de enero de 1960 entre París y Lyon.

La prematura muerte del "Humphrey Bogart de la literatura" -por su pelo negro engominado y su inseparable cigarrillo en los labios- consternó a la intelectualidad del mundo entero. Los años 60 del siglo pasado se iniciaban así con la pérdida del "existencialista de lo absurdo", un hombre marcado por el pesimismo de quien vio de cerca dos guerras mundiales y la alienación de la Guerra Fría.

Camus fue un escritor que reflexionó sobre la indiferencia del ser humano respecto al mundo que lo rodea: "Hoy ha muerto mamá. O quizá ayer. No lo sé", con esas tres indolentes frases arranca "El extranjero", que quedó en la historia de la Literatura como su obra más célebre, en la que indaga sobre las consecuencias morales del asesinato y la indiferencia ante el fenómeno de la muerte.

Influenciado por la filosofía decimonónica de Soren Kierkegaard y de Friedrich Nietzsche, denominador común de los existencialistas, Camus afirmaba que la existencia es insignificante en sí misma y prefería considerarse un "absurdista". Entendía que la verdad y la moral son propias de cada individuo y que no se ajustan a modelos universales y absolutos.

Pero además de a la historia de la Filosofía, el nombre de Albert Camus está también muy ligado a la historia de Francia. Y ello se debe no sólo a que su pluma conmovió al mundo con obras como "La peste" o "El mito de Sísifo" o porque mantuvo una sonada polémica intelectual con el filósofo galo Jean-Paul Sartre, sino también porque su trayectoria recorre el pasado reciente de su país.

Esta ilación comienza en su Argelia natal, un territorio al que había emigrado su familia de colonos franceses y que marcó profundamente su vida y el conjunto de su obra. Sobre ello se centran varias biografías editadas con motivo de su cincuentenario -como "Camus, une passion algérienne", de Stéphane Babey-, que recogen el desencanto del autor con motivo de la guerra de independencia de ese país (1954-1962), barbarie que lo desgarró.

Tras la muerte de su padre en la Primera Guerra Mundial, Camus fue educado por una madre analfabeta de origen español, Catalina Sintes, en un hogar mísero, que no fue un obstáculo para que estudiara filosofía.

Después de militar en el Partido Comunista y de colaborar en varias revistas, a los 27 años se trasladó a París. Allí trabajó como periodista para el diario "Paris-Soir" y como lector de textos en la editorial Gallimard. Allí conoció, además, a la que fue su pareja más célebre, la actriz española exiliada en Francia María Casares, hija de un presidente del Gobierno de la Segunda República Española.

Cercano entonces al movimiento anarquista, fue en París donde su pluma y su verbo lo convirtieron en el afamado autor que recibió el Nobel de Literatura. Fue también en París donde conoció a Sartre, con el que, tras diez años de amistad, se enzarzó en una disputa teóricamente filosófica, aunque profundamente política.

Si bien ambos eran pensadores comprometidos con la izquierda, Sartre defendía la violencia inherente a la revolución social, mientras que Camus entendía que el fin no justifica los medios, como analizaría en su obra "La Caída".

"Me decían que eran necesarios unos muertos para llegar a un mundo donde no se mataría", resumía Camus, un filósofo que pensaba que "la tiranía totalitaria no se edifica sobre las virtudes de los totalitarios sino sobre las faltas de los demócratas".

Estas reflexiones llenarán otros libros editados para conmemorar las cinco décadas de su muerte, como "Albert Camus, solitaire, solidaire", publicado por su hija, Catherine, "Dictionaire Albert Camus", concebido por Jeanyves Guérin, o la adaptación al cómic de "L'hôte" (El anfitrión), de la mano del dibujante Jacques Ferrandez.

Fuente
http://www.criticadigital.com/index.php?secc=nota&nid=35378

sábado, 2 de enero de 2010

Atardecer de un día agitado (reflexiones junto al Chevallier). 2da parte.

El drama de Havanna
Daniel me contó que su padre es un absoluto fanático de los alfajores Havanna. Pero tiene un pequeño problema: no puede ingresarlos a Australia. La aduana australiana es muy estricta y para peor, temerosa de lo que no conoce. Según Daniel, la aduana australiana considera todo lo que venga de Latinoamérica como algo exótico y potencialmente peligroso. Y los exquisitos y tradicionales alfajores cayeron en la volteada. Aparentemente Daniel intentó ingresar una caja de estas confituras de regreso a su país y a los oficiales de aduana no les gustó ver una caja llena de discos de chocolate rellenos con una pasta marrón que para peor era un derivado lácteo. ¿Y si estaban infectados con el mal de la vaca loca? Yo al principio no entendía bien, pero después concluí que la aduana australiana había seguido la línea de razonamiento vaca (potencialmente loca) --> leche --> dulce de ídem potencialmente contaminado. Esta línea de razonamiento es falsa pero no debe ser fácil convencer a agentes de aduana temerosos de lo desconocido.

¿Mate? What is that?
Pero hay algo más que Daniel no puede llevar a su país de origen: un mate. Yo ya estaba un poco mareado luego de tratar de entender la razón por la cual Australia no permite el ingreso de los conocidos alfajores marplatenses. Pero, ¿un mate? ¿Qué tiene de peligroso un típico mate argentino? Daniel me decía que a la aduana no le gustaba el aspecto de esa taza de madera con potenciales efectos...bueno, peligrosos. Así que mate...¡¡stay away from Australia!!
Hablando del mate, ahora recuerdo una anécdota que una pareja amiga que trabajó en Gales me contó respecto a un episodio que involucraba a nuestra bebida típica. Un amigo los había ido a visitar y llevó yerba porque se estaban quedando sin nada. Terminaron los tres tomando mate una tarde en la playa galesa: la escena debe haber sido exótica para los lugareños...y para la policía que terminó acercándose a preguntarles qué cuernos estaban haciendo. Deben haber pensado que los 3 argentinos estaban inmersos en algún tipo de fumata usando un nuevo dispositivo. Afortunadamente los galeses estaban más abiertos a nuevas situaciones que los australianos y el episodio se aclaró sin mayores consecuencias (¿que habría pasado si los tres hubieran tomado mate en una playa australiana?, bueno, eso nunca hubiera ocurrido. El mate, y tal vez la yerba, nunca hubieran ingresado al país).
Y me pregunto: ¿cómo es posible que algo tan típico y potencialmente exportable como es un alfajor sea desconocido en un país como Australia? ¿Las delegaciones argentinas en el exterior tendrán como parte de su misión dar a conocer aspectos de nuestra cultura tales como lo que comemos y tomamos? Y de ser así, ¿por qué éstas anécdotas siguen apareciendo? Y ya que estoy haciendo preguntas, ¿tendremos consulado en Gales?

Ultimo momento
El sitio de la Embajada Argentina en Australia incluye el ítem “Cultura”. Al cliquear en el mismo se describe música, teatro, pintura/escultura y literatura de nuestro país. No hay mención de la parte culinaria. No creo que la suerte de los alfajores Havanna cambie en el corto plazo.
Fuente: http://www.argentina.org.au/

Ultimo momento 2
Las delegaciones argentinas en el Reino Unido incluyen una embajada y un consulado, ambos en la ciudad de Londres. La circunscripción del consulado argentino en Londres incluye a todo el Reino Unido, o sea, no hay consulado argentino en Gales.
Fuente: http://www.mrecic.gov.ar/

Virus Sincicial Respiratorio: convocan a participar en estudio para vacuna infantil

Un equipo de científicos en Rosario participa de un estudio internacional para desarrollar una vacuna pediátrica intranasal. El objetivo es ...