lunes, 14 de febrero de 2011

EL DEBATE: ¿Es factible la participación democrática y ciudadana en asuntos de política científica?

Por Ana Cuevas Badallo

Profesora titular del Departamento de Filosofía, Lógica y Estética y Secretaria General de la Universidad de Salamanca, España.


En este momento en el que se ha convertido en un lugar común la necesidad de recuperar el auténtico espíritu democrático y hacer participar activamente a la ciudadanía, quisiera plantear una serie de preguntas controvertidas.

La primera: ¿aprecia el público realmente la oportunidad de participar y de deliberar en asuntos de política científico-tecnológica y se dan cuenta de que pueden afrontar responsabilidades que previamente estuvieron en manos de sus representantes? Actualmente existen canales de participación pública, tales como los grupos de discusión, los jurados de ciudadanos, las conferencias de consenso, los sondeos de deliberación, o los paneles de ciudadanos, que permiten que los ciudadanos tomen parte en las decisiones políticas. Sin embargo, también podemos señalar una serie de problemas relacionados con estos modelos participativos.

Imaginémonos por un momento que todos nos decidiésemos a participar, esto nos aproximaría al ideal de la democracia directa gracias a un modelo participativo completo, pero ¿sería viable? Si todos y cada uno de los ciudadanos asumimos nuestra responsabilidad participativa, el sistema entraría en colapso, puesto que no sería capaz de atender a todas las voces. Por otro lado, muchos de nosotros quizá no tengamos tiempo o no tengamos arraigados sentimientos de compromiso con nuestras comunidades, como para desear participar activamente. Podríamos pensar en obligar a los ciudadanos a que participen, al menos en alguna ocasión, pero en un sistema garantista de derechos, esto no es posible. Se ha sugerido que se podría hacer a través de incentivos, aunque esto viciaría desde el principio el proceso. De manera que parece inevitable recurrir nuevamente a la idea de la representación. Puede hacerse de manera imparcial, recurriendo a la muestra sociológica. Pero las muestras son tan pequeñas, dada la escala de los estados actuales, que se pierden las virtudes de la democracia genuina. Por otro lado, si los que participan son ciertos grupos formados por personas especialmente interesadas, tampoco se evitarán los problemas derivados de los prejuicios o los intereses partidistas, ya que si partimos de la sospecha de que otros agentes implicados, tales como los científicos, los tecnólogos o los empresarios, etc, pueden defender motivos espurios, otro tanto podría decirse también de estos grupos ciudadanos. No sería justo hacer recaer todo el peso de la sospecha únicamente sobre los grupos de expertos asesores. De manera que ninguno de los modelos está carente de problemas. Ahora bien, la aplicación de cualquiera de ellos mejora sustancialmente la situación, ya que al menos garantiza ciertos canales para favorecer el pluralismo participativo democrático.

Y la segunda pregunta, y aun a riesgo de ser tildada de elitista, quisiera plantear si todas las opiniones valen por igual, es decir, si las opiniones de los ciudadanos mejor informados y más objetivos valen lo mismo que la de aquellos que no se han tomado la molestia en informarse y reaccionan de manera puramente subjetiva o emotiva con respecto a la controversia de turno. Lupia y McCubbins (1998) señalaban que para que la gente normal tomase decisiones políticas bien razonadas y sabias, no necesitaban saber lo que saben los expertos, sino que lo que necesitan es tener la disposición de recibir información imparcial que puedan proporcionar los consejeros, los medios o las instituciones que faciliten su acceso a la búsqueda de información. Ahora bien, ¿es fácil hallar este tipo de fuente imparcial? ¿Qué tipo de conocimiento tienen que poseer los ciudadanos para participar en estos procesos? Evidentemente, es materialmente imposible que los ciudadanos estén en posesión de todo el conocimiento experto sobre la cuestión, por lo que podríamos contentarnos con que tengan información relevante, adecuada, que les permita tomar decisiones racionales. Ahora bien, ¿donde hallamos una fuente fidedigna de información relevante? ¿En los medios de comunicación?, ¿en los grupos ecologistas?, ¿en los empresarios?, ¿en los científicos?

Para participar del debate y leer las opiniones cliqueé aquí.

Fuente:
Revista Iberoamericana de Ciencia, Tecnología y Sociedad (www.revistacts.net).

Año internacional de la química


Tras el Año Internacional de la Astronomía (AIA), en 2009, y el Año Internacional de la Biodiversidad (AIB), celebrado en 2010, a partir de enero de 2011 comenzarán las celebraciones el Año Internacional de la Química (AIQ). 

En el transcurso de la 179ª reunión del Consejo Ejecutivo de la UNESCO, 24 Estados Miembros, entre ellos Etiopía, apadrinaron la propuesta de las Naciones Unidas de proclamar 2011 “Año Internacional de la Química”. 

La Asamblea General de las Naciones Unidas proclamó a continuación 2011 como Año Internacional de la Química durante su 63ª reunión, celebrada en diciembre de 2008, y confió la organización del mismo a la UNESCO y a su socio, la Unión Internacional de Química Pura y Aplicada (IUPAC). 

Los principales objetivos del Año son:
  • Aumentar la concienciación y comprensión por parte del gran público de cómo la química puede responder a las necesidades del mundo.
  • Fomentar el interés de los jóvenes en la química.
  • Celebrar las contribuciones de las mujeres al mundo de la química así como los principales hitos históricos, especialmente el primer centenario de la concesión del Premio Nobel a Marie Curie y de la creación de la Asociación Internacional de Sociedades Químicas.
El mundo entero celebrará este año la Química tanto desde un punto de vista artístico como científico, así como sus importantes contribuciones al conocimiento, a la protección medioambiental, a la mejora de la salud y al desarrollo económico. Con este objetivo la UNESCO y la IUPAC promocionan y animan a todo el mundo a participar y a implicarse al máximo en las actividades programadas para el AIQ 2011 (www.chemistry2011.org). Con motivo del AIQ hay programados toda una serie de actos y eventos apasionantes en todo el mundo.

Fuente:
www.unesco.org

sábado, 12 de febrero de 2011

La Dra. Pierina Pasotti propuesta para la lista de científicas iberoamericanas destacadas


 
Por Claudio Pairoba
 
En 1911 Marie Curie ganaba el Premio Nobel en Química y al cumplirse este año el centenario de ese evento  los integrantes de la Red Iberoamericana de Información y Divulgación Científica consideraron oportuno proponer una lista de mujeres científicas destacadas para recordar sus logros.

jueves, 10 de febrero de 2011

Bioagricultura urbana ayudaría a alimentar al mundo

Por Lucía Atehortúa

Ante la amenaza climática a la producción tradicional de alimentos, hay que pasar de la agricultura al cultivo celular, dice Lucía Atehortúa
Plant biotech research from Flickr/CIAT by Neil Palmer
Si el cambio climático comienza a limitar la producción mundial de cultivos alimenticios y energéticos, será necesario desarrollar un nuevo sistema de producción de alimentos.

Imagine la agricultura en pequeños espacios, usando herramientas de alta tecnología, como foto-biorreactores que generen energía limpia las 24 horas del día, independiente de factores climáticos externos.


Imagine que ésta estuviera libre de patógenos y agroquímicos, que no dependiera de las estaciones, y que existiera la posibilidad de producir cultivos genéticamente modificados que no interactuaran con el medioambiente ni afectaran la biodiversidad existente.

Esto es la ‘bioagricultura urbana’, un tipo de agricultura de alta tecnología desarrollada principalmente para grandes ciudades.

La producción y la seguridad alimentaria han estado bajo amenaza por la urbanización y el crecimiento de la población incluso antes de que existiera la perspectiva de una catástrofe climática. Con esto en mente, nosotros en la Universidad de Antioquia en Medellín, Colombia, hemos estado desarrollado una serie de investigaciones en cultivos de células diferenciadas y tejidos para cultivar futuros productos alimenticios y energéticos.

Hasta ahora, nuestro trabajo se ha enfocado en el uso de cultivos celulares para producir cacao, aceite de nuez de Barbados (Jatropha curcas) y jugo de naranja. Otras especies de plantas en proyecto incluyen la caña de azúcar, el maíz, el trigo y la cebada. Estos esfuerzos podrían ser un hito para demostrar la viabilidad de la bioagricultura urbana.

Límites a la modificación genética
Una solución para el potencial fracaso de la agricultura tradicional es la modificación genética, la que puede hacer cultivos resistentes a eventos ambientales extremos, como sequías o inundaciones.

Sin embargo, no es realista esperar que ésta se desarrolle para cada tipo de alimento. Esto requeriría enormes recursos financieros, mucha investigación científica y largos períodos para que el cultivo pase todos los protocolos de bioseguridad necesarios antes de que puedan ser plantados en el campo en contacto directo con el ambiente natural. Los cultivos también necesitarían adaptarse bien y tener rendimientos suficientemente altos como para alimentar al mundo.

Los organismos transgénicos enfrentan otro obstáculo: son el foco de una preocupación social considerable. Realmente deberíamos mirar hacia otro lado para hallar la respuesta.

La alternativa podría ser la biotecnología de plantas, específicamente, el cultivo celular y de tejidos in vitro de las partes comestibles de ciertos cultivos o frutos. Hasta ahora, no obstante, hay poca literatura sobre ese tipo de investigaciones.

El cultivo celular también permite la síntesis de nuevos productos naturales, hace posible crear ‘biofábricas’ para convertir cultivos de escaso valor en productos altamente valorados y genera nuevos compuestos que normalmente no son se producen bajo condiciones naturales. Se pueden generar nuevos productos que no existen hoy en el mercado, por ejemplo, se pueden mezclar células de cacao con células de almendra para generar un producto que tenga sabor a cacao con almendra. También se puede inducir las células usando compuestos llamados precursores para producir otras nuevas sustancias por la vía de la biotransformación.

Producción comercial
El uso de cultivos celulares ya ha tenido un impacto en la investigación en fisiología y bioquímica, especialmente en estudios de metabolismo celular y trabajos para determinar el efecto de sustancias como hormonas vegetales en respuestas celulares.

En genética, la clonación ha permitido el mejoramiento de cultivos celulares a través de la fusión de protoplastos —células vegetales en las cuales la pared celular ha sido removida— y de la transformación genética. Los progresos han sido tan buenos que con técnicas modernas ahora no sólo es posible cultivar células libres, sino también permitir la división celular en un cultivo aislado y luego usarlo para generar plantas enteras.

Además, el cultivo in vitro de células suspendidas en líquido brinda un sistema para la producción comercial de una gran cantidad de productos vegetales conocidos como metabolitos primarios y secundarios.
Si esos sistemas de producción son estables y competitivos en cuanto al precio, podrían hacerse a una escala adecuada para el uso comercial e industrial.

La producción de cultivos de este tipo podría ayudar a preservar la biodiversidad, pues no sería necesaria más tierra o la destrucción de bosques para la agricultura, se usaría menos agua y se evitaría abusar de la tierra primaria. Podría ser implementado en cualquier lugar del planeta, e incluso en el espacio.

El cultivo de células y tejidos tiene el potencial —tanto para la investigación básica como para la aplicada— de desarrollar productos industriales como fragancias, tinturas, gomas y resinas, especialmente en países como Colombia, que tienen una biodiversidad vegetal considerable. Pero éstos rara vez son implementados en esos países: la mayor parte de la investigación se realiza en países desarrollados que tienen relativamente escasa biodiversidad.

La biodiversidad es importante aquí porque el cultivo celular busca reproducir el material parental original, el que por lo tanto necesita tener una calidad suficientemente alta. Cualquier parte de la planta usada para el cultivo de tejido también debe tener una alta calidad similar.

Preocupación por los costos
La mayor parte de la investigación existente en este campo se enfoca en la producción de metabolitos secundarios, en parte porque los sistemas agrícolas tradicionales son ampliamente vistos como económicamente más viables y seguros para la producción de alimentos. Pero el cambio climáticos podría inclinar la balanza hacia el cultivo celular.

El alto costo de los cultivos celulares se debe en gran parte a las herramientas tecnológicas que requiere, por eso hasta el momento no es realmente viable para los países en desarrollo producir sus alimentos de este modo. Pero tal como suele suceder con la tecnología, una vez que alcanza popularidad y se usa ampliamente, la competencia pronto hace bajar los precios.

Pareciera, sin embargo, que nunca ha habido un profundo análisis de costos de todo el proceso, desde la producción básica a través de cultivos celulares hasta la producción piloto a escala industrial, con una evaluación de costos en cada etapa.

Cuando las técnicas de cultivo celular hayan sido adecuadamente presupuestadas de este modo, éstas se podrán comparar con la producción agrícola convencional del mismo cultivo bajo condiciones naturales, y también será posible comparar los beneficios ambientales.

Dentro de 20 o 30 años este nuevo sistema de producción podría ayudar a alimentar al mundo y darnos oportunidades para sobrevivir en el caso de una catástrofe ambiental.


Pero para que eso ocurra, debe implementarse a nivel mundial tan pronto como sea posible, de modo que podamos estar preparados para lo que depare el futuro.

Lucía Atehortúa es profesora de biotecnología del Instituto de Biología de la Facultad de Ciencias Exactas y Naturales de la Universidad de Antioquia, en Medellín, Colombia.

Fuente:
www.scidev.org

viernes, 4 de febrero de 2011

Investigadores argentinos secuencian el genoma del virus que causa la enfermedad azul del algodón


Descifraron el genoma completo del virus que causa la enfermedad azul del algodón y amenaza a ese cultivo, generando pérdidas económicas. La investigación, llevada a cabo por argentinos, permitirá mejorar las estrategias de control de esa enfermedad que amenaza esa importante actividad que se concentra en la región noreste y noroeste de la Argentina.
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21/01/11
La ciencia tiene una estrecha relación con la economía de forma directa o indirecta. Un trabajo de ciencia básica realizada por investigadores del Consejo Nacional de Investigaciones Científicas y Técnicas (CONICET) y del Instituto Nacional de Tecnología Agropecuaria (INTA) lo refleja. Los resultados del proyecto de investigación fueron publicados en Archives of Virology, revista oficial de la Unión internacional de Sociedades de Microbiología.

Lo que hicieron los investigadores fue secuenciar el genoma completo de un aislamiento del virus -el ARG-que provoca la enfermedad azul del algodón y que es transmitido por el pulgón de la especie Aphis gossypii. “Es la enfermedad de origen viral más importante en el cultivo de algodón en Sudamérica. Es importantísima no sólo en Argentina, sino también en Brasil y Paraguay debido a que produce grandes pérdidas de cosecha”, señaló a la Agencia CyTA la doctora Ana Julia Distéfano, investigadora del CONICET y de INTA, autora principal del estudio. Y agregó: “La secuenciación del genoma del virus es importante porque permitirá acelerar el mejoramiento genético de la resistencia de los cultivos de algodón a ese virus. Asimismo, esta información mejorará los sistemas de diagnóstico y caracterización epidemiológica para el control de la enfermedad. Por otra parte, hay que resaltar que la metodología utilizada para el control de las enfermedades virales  en cultivos suele basarse principalmente en el control de los insectos vectores con insecticidas. Estos compuestos suelen ser tóxicos para el ambiente, aumentan los costos de producción y no protegen al cultivo durante toda la estación de crecimiento. En este sentido, el estudio y caracterización a nivel molecular del patógeno y la búsqueda de resistencia genética para el mejoramiento genético del algodón son consideradas de alta prioridad.”

El trabajo se realizó en el Instituto de Biotecnología de INTA-Castelar y en la Estación Experimental Agropecuaria Roque Saenz Peña, INTA-Chaco. En el estudio también participaron el ingeniero agrónomo Iván Bonacic Kresic y el doctor Esteban Hopp, ambos investigadores del INTA.

Algodón en Argentina
En la Argentina el algodón es un cultivo regional clave por su alta incidencia en la generación de empleo y se concentra en la región noreste y noroeste del país. “El promedio de superficie sembrada de algodón en los últimos años es de 500 mil hectáreas, según la Secretaría de Agricultura, Ganadería, Pesca y Alimentos de la Nación (SAGPyA) pero hubo años en los que no alcanzó a cubrir la demanda interna y se tuvo que importar algodón siendo un insumo clave de la industria textil, la cual también es determinante en el nivel de empleo del país”, aseguró  Distéfano. Y continuó: “El sector algodonero genera negocios por valores aproximados a los U$S 1.900 millones anuales. Más del 50 por ciento del producto se obtiene en las plantaciones de la provincia de Chaco. También se cultiva en las provincias de Formosa, Santiago del Estero y Santa Fe.”

En las campañas de cultivo de algodón de los años 82/83 y 93/94 hubo brotes de la enfermedad particularmente graves que ocasionaron serios perjuicios. La pérdida de cosecha de una planta enferma es del orden del 70 por ciento y afecta las características tecnológicas del algodón que se ven reflejadas en una disminución de la calidad de la fibra obtenida a partir de las plantas enfermas. “El virus está siempre presente en el campo, afectando (todos los años) a los cultivares de algodón sensibles a la enfermedad que son, en general, los que prefiere el productor por su mayor rendimiento y calidad. Las condiciones predisponentes son prolongadas sequías durante el mes de enero, acompañadas de altas temperaturas y elevados niveles de radiación solar e intensos ataques de plagas tempranas, fundamentalmente los pulgones vectores de la enfermedad, los cuales requieren ser controlados con costosos insecticidas químicos”, destacó Distéfano. Y prosiguió: “La información completa del genoma del virus solo ha sido obtenida recientemente por nuestro grupo y es necesaria la caracterización del virus a nivel molecular, dado que se desconocen aún aspectos básicos del mismo. El estudio de la enfermedad a nivel molecular permitirá complementar los trabajos de fitopatología (centrados en el diagnóstico y control de las enfermedades de las plantas) que se realizan desde hace tiempo en el país y sentará las bases para desarrollar estrategias antivirales efectivas o perfeccionar las que se emplean en la actualidad tanto por ingeniería genética como por mejoramiento convencional asistido por biotecnología. Con esta información, será posible generar nuevas respuestas biotecnológicas a la problemática existente.”

La foto muestra plantas de algodón sanas no inoculadas con el virus (izq.) comparadas con plantas de la misma edad inoculadas con el virus que presentan síntomas típicos de la enfermedad azul.
Crédito de la foto: gentileza de A. J. Distéfano

Fuente:
www.agenciacyta.org.ar

Virus Sincicial Respiratorio: convocan a participar en estudio para vacuna infantil

Un equipo de científicos en Rosario participa de un estudio internacional para desarrollar una vacuna pediátrica intranasal. El objetivo es ...