jueves, 24 de noviembre de 2011

Edith Yeung: “En Silicon Valley uno de los aspectos más importantes es la socialización”

EdithYoungXL

FICOD. La emprendedora explica que la socialización ayuda a generar negocios, proporciona credibilidad sobre una marca y, además, es fundamental para crecer.

Llegar a Silicon Valley es el sueño de toda empresa de base tecnológica. Quizás para algunas start-ups españolas pueda cumplirse pronto gracias al lanzamiento de Spain Tech Center, un centro empresarial apadrinado por el Instituto de Comercio Exterior, Banesto y red.es que, precisamente, les facilitará su desembarco en la cuna del mundo TIC.
Situado en el Rocket Space, en San Francisco, ya hay tres empresas emergentes españolas que están ubicadas en las instalaciones y a lo largo de 2012 el número se ampliará a la treintena. El acuerdo se firmó en abril, el centro estaba listo después del verano y durante FICOD se ha hecho su puesta de gala.

¿Pero cómo es la experiencia de ser emprendedor en Estados Unidos? ¿Cómo hacer que nuestro proyecto funcione? Edith Yeung, socia fundadora de RightVentures (firma inversora que se centra en compañías móviles y de consumo en el ámbito de Internet), creadora de BizTechDay y directora de marketing del navegador Dolphin, ha revelado algunos secretos para tener éxito en nuestro negocio emergente.

Hay una cosa que Yeung, de origen hongkonés, destaca de los americanos. “Son muy buenos explicando sus números, lo que hacen. Si trabajan en una industria saben perfectamente cuánto pueden crecer, pueden medir su escalabilidad”. La consultora también opina que hay algunas grandes diferencias entre los emprendedores TIC de EE.UU y de Europa en ciertos aspectos. Por ejemplo, el de la vestimenta. “La cultura europea emprendedora es más cerrada en comparación con la americana”, afirma Yeung. Es algo que incluso se ve en la ropa. La gente suele ir con traje y corbata, pero en Silicon Valley vestimos más casual. Es muy fácil conocer gente, porque todo es más cercano”.

Para la creadora de RightVentures, EE.UU es un mercado muy apetecible porque cuenta con 330 millones de usuarios móviles y un 42% de ellos son propietarios de smartphones. Además, una de las cosas buenas es que da cabida a gran cantidad de empresas tecnológicas extranjeras. Como ejemplo, cita a la desarrolladora finlandesa Rovio, que se mudó al país norteamericano y ahora está cosechando un éxito espectacular con su franquicia Angry Birds.

Hay algo sobre lo que Yeung advierte sobre Estados Unidos. “América siempre importa, pero a ellos no les importa”. Con esto quiere explicar ese egocentrismo en el ámbito de los negocios que a veces existe en el país norteamericano. Yeung propone algo: “Simplemente hay que educarles y explicarles como es el mercado de tu país o el mercado europeo en general, porque lo desconocen”.

Yeung también pone de manifiesto esa competitividad que hay entre las start-ups de San Francisco y Nueva York, aunque aclara que no es recíproca. “Los emprendedores de Nueva York tienen la mentalidad de competir con los de Silicon Valley. Pero en el valle no piensan así, simplemente se centran en sí mismos y no en rivalizar con los neoyorquinos”, señala.

Hay algunos aspectos que la consultora estima importantes para triunfar con una start-up. Afirma que la socialización es algo muy importante, porque “darte a conocer proporciona credibilidad a tu marca o empresa. Es algo que te puede ayudar a crecer en muy poco tiempo”. También considera que hay que innovar, y no sólo en el ámbito de la tecnología, además hay que hacerlo en el ámbito de los negocios.

Por último, Yeung defiende que hay que estar siempre motivado y comprometido con lo que se hace. “Hay que tener una pasión permanente. Hacer negocios es muy duro. Quizás estéis motivados cuando creáis una marca hasta los dos primeros dos o tres años. Pero luego hay que seguir emocionado”, asegura.

Fuente:
http://www.itespresso.es

viernes, 11 de noviembre de 2011

El lenguaje se redujo tanto que ya "atenta contra la democracia"

Lo dijo el presidente de la Academia de Letras Pedro Luis Barcia; "Se achicó el pensamiento"

Por Alejandra Rey  | LA NACION
















"El lenguaje se redujo de tal manera que atenta contra la democracia." Acostumbrado a sorprender con sus declaraciones, Pedro Luis Barcia, presidente de la Academia Argentina de Letras, mide la reacción de La Nacion ante sus contundentes palabras. "Cuando no hay capacidad de expresión se achica el pensamiento. Lo vemos todos los días con jóvenes que no leen, que no saben escribir correctamente y terminan con un lenguaje empobrecido. Y ese empobrecimiento intelectual y verbal le hace muy mal al sistema democrático", explica.


Barcia formuló su preocupante diagnóstico durante una entrevista realizada a raíz del reciente lanzamiento del Diccionario argentino de dudas idiomáticas (DADI), publicado por la editorial Santillana, que echa luz sobre errores, vacilaciones, incertidumbres y barbaridades en que caen los argentinos a la hora de escribir y de hablar.


Y tanta fe le tienen al diccionario sus autores, que cariñosamente lo llaman DADI, que es como se dice fonéticamente papi en inglés, con la diferencia de que William Shakespeare lo escribía con "y" al final (por lo menos, así se cree).


El libro es fascinante en cada una de sus casi 500 páginas. Ahí se puede saber cómo se conjugan los verbos, qué acepción tienen los adjetivos para saber usarlos correctamente y cómo se han castellanizado algunas palabras nacidas en otro idioma, como chofer, video, etcétera.


"Todo comenzó cuando teníamos acá (por la Academia de Letras, claro, aunque él es fanático de la otra, de Racing) el Consultorio Gramatical de Urgencias; entonces la gente llamaba para preguntar cómo se decía o se escribían las palabras y qué significaba cada una de ellas, y nos dieron un poco de bronca las dudas que tenían.


Pero no todo fue malo, porque de allí nació el «dudario básico» que derivó en este DADI", dice, y aclara que dudario es una palabra que existe y que se utiliza de esa manera.


Barcia cuenta, siempre muy entusiasmado, que hubo imposiciones muy graduales que cambiaron el lenguaje, como el voseo y el "ustedeo"; o los horriblemente célebres verbos terminados en izar, como banelquizar; o términos como "corralito", que "nos llevaron a reflexionar y a asentar criterios. Además, piense que es el uso de la gente culta lo que impone la modificación".


-¿Cuál fue el término o la situación más difícil que tuvieron que resolver?
-El dequeísmo fue una de las cosas más difíciles de definir. Nos llevó mucho tiempo y trabajo porque para hacer un buen diccionario es necesario que se cumpla la regla de las tres "C": corrección, concisión y claridad.
Barcia admite que los niños son los que utilizan en forma "lógica" el idioma, porque usan siempre verbos regulares. Y que los irregulares se inventaron por conveniencia. "Y es el uso el que quebró esa lógica. Los chicos dicen «andé a caballo» -ejemplifica- y no está mal conjugado."


Como si fuera una de sus clases y no un reportaje, el lingüista cuenta: "Los teólogos dicen que son los herejes los que hicieron desarrollar la teología, al ponerla en duda. Y lo mismo pasa con la lengua. Fijate, María Montessori [la educadora] decía que la lengua es el cemento social, el gran instrumento de la inclusión. Y es cierto".


¿Qué usamos mal? ¿Qué no se usa? ¿De verdad somos vulgares y caemos en errores groseros? Sí, definitivamente.


Hojeando el diccionario con detenimiento nos topamos con la ignorancia. Por ejemplo, lo correcto es decir absceso, y también es correcto escribir acechanza y asechanza, aunque signifiquen cosas diferentes: la primera, "observar o esperar cautelosamente con algún propósito", mientras que con "s" es "engaño o trampa". Y aclara el DADI: "Ambos términos fueron especializando sus usos y no deben confundirse".


Tampoco es bueno, siguiendo con los ejemplos, decir que algo está arriba de la cama, porque lo correcto es "encima de"; "bienpensante" está mal escrito porque antes de "p" va "m", aunque en forma separada es correcto.


En cuanto a los adverbios, Barcia sostiene que frente a ellos la gente "desconfía", porque algunos son inventados, como "jamasmente", bastante usado en el interior del país. Los periodistas, en cambio, desconfiamos de los gerundios, a pesar de que es más difícil equivocarse con estos últimos que con los primeros.


Y claro, el gran tema es la evolución del lenguaje.


-¿Las palabras se mueren?
-Sí, las palabras se mueren cuando se dejan de usar durante una determinada cantidad de tiempo, pero no puedo decir cuánto exactamente. Yo creo en lo que decía Manuel Seco: "Todos los días saco a pastorear algunas palabras". Mirá, antes al gaucho se le decía "gauderio" o "camilucho", pero son formas que se han perdido.


-Javier Marías, que es miembro de la Real Academia Española, decía que para que las palabras no se murieran había que escribirlas de vez en cuando.
-¡Sí, es verdad y tiene razón! Me gusta ese ejercicio para quedarnos con vocablos totalmente olvidados.


El titular de la Academia dice que el léxico se va perdiendo paulatinamente porque en las aulas no se utiliza el diccionario durante las horas de clases y que es la radio la que conspira para empobrecer la lengua.


"La radio es lo más peligroso en cuanto a la cosa gramatical", concluye.


Fuente:
www.lanacion.com.ar

jueves, 10 de noviembre de 2011

Creacionismo vs. Evolución: El debate ausente


Las posiciones enfrentadas en cuanto al origen y la actual presencia en nuestro planeta de las especies que lo habitan ha derivado en un encarnizado enfrentamiento en las escuelas norteamericanas. La situación en la Argentina.
Moisés en un grabado de Gustave Dore. Imagen intervenida por F. Geller.

¿Creacionismo o evolución? Un debate que brilla por su ausencia en las aulas

El 60 por ciento de alrededor de mil profesores de biología de las escuelas públicas de nivel secundario de los Estados Unidos no está a favor de la enseñanza de la biología evolutiva, pero tampoco de otras alternativas no científicas, revela una investigación aparecida en la revista Science. Por otra parte, una encuesta realizada entre profesores de biología de la Argentina reveló que un alto porcentaje se siente disconforme frente a la ausencia o la poca profundidad con que se aborda la biología evolutiva en los programas de estudios del profesorado.
¿Creacionismo o evolución?


(Agencia CyTA-Instituto LeloirOEI/AECID. Por Bruno Geller)-. La mayoría de los profesores de biología de las escuelas secundarias de los Estados Unidos no son claros defensores de la biología evolutiva, pese a que en los últimos cuarenta años diversos casos judiciales que tuvieron lugar en ese país han dictaminado que el creacionismo, o el diseño inteligente, no es “ciencia”.

El movimiento creacionista sostiene que la vida y la tierra fueron creadas por un ser divino y realiza esfuerzos porque esta visión sea enseñada en las escuelas como si se tratara de una disciplina científica. Su objetivo es frenar la difusión de la  Teoría de Darwin que afirma –en base a evidencias científicas-, que el origen de la vida obedece a procesos naturales.

“Una serie de investigaciones sugieren que la evolución, los métodos científicos y la razón misma están perdiendo la batalla en las aulas de las escuelas de los Estados Unidos”, escriben Michael Berkman y Eric Plutzer, profesores de ciencia política de la Universidad estadounidense de Penn State en un artículo de la revista Sciencetitulado “Derrotando al creacionismo en las cortes, pero no en las aulas”. Asimismo indican que la información que se desprende de un sondeo nacional efectuado en  Estados Unidos, que incluye entrevistas a 926 profesores de biología de las escuelas públicas de nivel secundario, arroja como resultado que el 60 por ciento de ellos no defienden la biología evolutiva ni ninguna otra alternativa no científica.  De acuerdo con estos investigadores, ese segmento de los profesores prefiere evitar la controversia.

Por otra parte, la investigación destaca que sólo el 28 por ciento de los profesores de biología enseñan en forma consistente la biología evolutiva, mientras que el 13 por ciento del total defiende en forma explícita el creacionismo –que en la actualidad se manifiesta a través de la llamada “teoría del diseño inteligente”- presentándolo de un modo positivo. Un 5 de ellos por ciento adicional afirmó que abordaban el creacionismo si un estudiante planteaba alguna pregunta.

De acuerdo con Berkman y Plutzer, pese a que probablemente no sea su intención, el grupo de profesores “cautelosos” – el 60 por ciento- juega un rol mucho más importante que los creacionistas “explícitos” en lo que se refiere al entorpecimiento de la alfabetización científica. Y agregan que a menudo este grupo de docentes no ha tomado un curso sobre la teoría de la evolución, motivo por el cual no sienten la confianza suficiente como para defenderla. En este sentido, los autores del artículo consideran que los futuros profesores de biología deberían tener una sólida formación para manejarse con un enfoque evolucionista en sus clases.

Estudio similar en Argentina
Con el propósito de explorar la problemática de la enseñanza de los contenidos evolutivos en las escuelas de la Argentina la doctora en ciencias biológicas Alicia Massarini e investigadora del CONICET realizó -junto a un equipo de colegas de la Facultad de Ciencias Exactas y Naturales de la Universidad de Buenos Aires- un estudio similar al comentado en la revista Science. “Preocupados por comprender y contribuir a mejorar el estado de la enseñanza de la evolución en la educación media llevamos a cabo una investigación basada en una encuesta a 111 profesores de biología que participaron en diferentes instancias de capacitación sobre la evolución, entre los años 2004 y 20071 . El análisis de los resultados mostró que el 33 por ciento se manifestó disconforme debido a que consideraron que los principales contenidos de la biología evolutiva estuvieron ausentes en los programas de estudios de su propia formación.

Entre los docentes que recibieron ‘alguna formación en biología evolutiva’, el 62 por ciento consideró que los contenidos no tenían la profundidad adecuada y el 47 por ciento opinó que los docentes que los formaron no tenían un sólido y actualizado manejo de los temas”, indicó a la Agencia CyTA la doctora Massarini quien también se desempeña como profesora de la Maestría en Política y Gestión de la Ciencia y la Tecnología en la UBA y de la Maestría en Enseñanza de las Ciencias  en la Universidad de San Martín.

Asimismo ese estudio puso en evidencia que en relación con la actualización, el 66 por ciento de los docentes encuestados manifestó que luego de completar su etapa formativa, no tuvo oportunidad de tomar cursos o acceder a capacitaciones sobre aspectos teóricos del enfoque evolutivo en biología. “Al mismo tiempo, en cuanto a los aspectos vinculados con la enseñanza de la evolución, el 77 por ciento expresó no contar con recursos didácticos apropiados y el 78 por ciento señaló que no tuvo oportunidad de acceder a cursos, charlas, talleres u otras modalidades de capacitación o actualización en aspectos didácticos de la enseñanza de la biología con un enfoque evolutivo”, destacó Massarini. Y agregó: “Finalmente, en cuanto a los aspectos institucionales, el 60 por ciento de los encuestados refirieron no haberse sentido estimulados por las instituciones en las que se desempeñaron para incorporar este enfoque en la enseñanza de la biología y el 14 por ciento manifestó haber recibido recomendaciones o prohibiciones en la enseñanza de la evolución, un porcentaje curiosamente similar al hallado en la investigación publicada por Science para los docentes que explícitamente manifiestan estar enseñando creacionismo en Estados Unidos.”

De acuerdo con la investigadora del CONICET, entre las principales dificultades mencionadas por los docentes encuestados para la enseñanza de la evolución se destacan tres tipos de problemas: conceptuales (vinculados con la falta de formación y de actualización), didácticos (falta de modelos y materiales apropiados), e  ideológicos (restricciones o prohibiciones para la enseñanza de estos temas. en algunas instituciones religiosas).

Antecedentes históricos
En Argentina la enseñanza de la Teoría Evolutiva ha seguido un camino sembrado de conflictos, prejuicios y errores, afirma Massarini. “La intelectualidad local incorporó tempranamente las ideas de Darwin –en particular el concepto de la supervivencia del más apto–, hacia fines del siglo XIX, sin embargo, al analizar los planes y programas de estudio para la enseñanza de biología en la escuela media vigentes durante la segunda mitad del siglo XX se aprecia que los contenidos referidos a la evolución de los seres vivos están completamente ausentes hasta 1972, y años más tarde, escasamente representados, ubicados como un tópico acotado en la unidad final del programa de cuarto año”, indica la investigadora.

El cirujano holandés Nicolaes Tulp (retratado por Rembrandt en 1632) junto a un equipo de colegas fue el primer anatomista en practicar una autopsia a un simio del África Ecuatorial. No podía dar crédito al parecido de cada órgano y tejido con la anatomía del ser humano.

Conforme a la normativa del Ministerio de Educación y Justicia de la Nación, entre 1956 y 1974 no existió ninguna asignatura que en su denominación se refiera al concepto de evolución. En 1974 se incorporó al plan de estudios una asignatura denominada “Evolución, anatomía comparada y paleontología” mediante la Resolución No. 1596/74. “No es posible determinar cuáles fueron los alcances en la implementación efectiva de este cambio, que fue introducido al inicio de un breve periodo democrático, interrumpido abruptamente en 1976 ante el inicio de un nuevo golpe de Estado. Durante este periodo, es sugerente la existencia de un régimen diferencial de formación de docentes de Ciencias Naturales para la enseñanza privada. Este plan, aprobado por el Ministerio de Educación en 1979, pese a ser posterior a la enmienda de 1974 no incluye la asignatura mencionada. Notablemente, entre sus lineamientos prescriptivos, se enuncia el objetivo de “que los egresados comprendan la naturaleza como creación de Dios, la que en su autonomía está llamada a plenitud”, destaca Massarini.

El eje evolutivo, entendido como hilo conductor del pensamiento biológico contemporáneo, recién se incorporó en los Contenidos Básicos Comunes (CBC) para la Enseñanza General Básica (6 a 14 años) en 1995 y en la Educación Polimodal (15 a 18 años), en 19972 . “Un estudio realizado por  las investigadoras Alejandra Valerani y Silvina Gvirtz  en 1999 revela que durante el proceso de aprobación de estos contenidos se ejercieron y se impusieron, parcialmente, presiones de sectores de la Iglesia que condujeron a la reformulación de algunos de los contenidos referidos a la evolución, sin mediar un debate público y sin participación de la comunidad educativa”, puntualiza Massarini. Y continua: “Más de una década después, se puede apreciar que el proceso de incorporación del enfoque evolutivo en la práctica docente es aún muy incipiente y se enfrenta aun a múltiples dificultades. Del mismo modo que lo señalado en Science para el caso de los Estados Unidos resulta claro que la sola presencia de este eje en la enunciación de contenidos prescriptos por el Ministerio de Educación no garantiza su apropiación efectiva por parte de la comunidad educativa.”

Para comprender el retraso en la enseñanza de los contenidos relacionados con la evolución es necesario considerar el estado de este problema en la formación de los docentes, subraya Massarini. “La reforma curricular realizada durante 1995-1997 introdujo contenidos evolutivos que fueron recogidos por los planes de formación docente recién en 1998. De este modo, contrariamente a lo ocurrido en otras experiencias de transformación educativa, los contenidos de la formación docente fueron actualizados hacia el final de la reforma. Si bien en las primeras etapas de este proceso existió una oferta –aunque limitada– de cursos de capacitación para docentes, no hubo una política sostenida de actualización que promueva y acompañe un cambio conceptual profundo”, indica la especialista. Y agrega: “Actualmente parecen no existir instancias centralizadas de acompañamiento, monitoreo y evaluación de estas transformaciones. Por ello, la falta de claridad acerca de conceptos evolutivos básicos revelada, por ejemplo, por una evaluación aplicada a profesores es, sin duda, el resultado inevitable de una larga historia de ausencia de políticas públicas dirigidas a garantizar tanto una formación sólida como a proporcionar opciones estables de actualización.”

En esa misma línea, el doctor Alberto Kornblihtt, miembro del Instituto de Fisiología, Biología Molecular y Neurociencias, profesor de la Facultad de Ciencias Exactas y Naturales de la UBA e investigador del CONICET, considera que la enseñanza de Evolución en todos los niveles de la educación es un tema complejo. “El problema central es que aún aquellos profesores que no adhieren al dogma del creacionismo, como quienes lo hacen por razones religiosas o por ignorancia, no están sólidamente preparados para explicar conceptos que son anti-intuitivos”, afirma el científico.  Y continua: “En ausencia de tal preparación, los docentes caen en simplificaciones que a la larga están tan desprovistas de razonamientos y fundamento científico como el propio creacionismo. Reemplazan un dogma por otro e inconscientemente contribuyen al discurso de los creacionistas que pretenden poner sus ideas al mismo nivel, o como una opción equivalente. La única solución es mejorar la preparación científica de los docentes de los niveles primario y secundario”.

A modo de ejemplo, Kornblihtt destaca que “la mayoría de los docentes que enseñan evolución en el secundario - y esto ocurre en todos los países- incurren en el error de considerar que el medio ambiente promueve los cambios genéticos dirigidos en los animales y las plantas que los vuelven más adaptados a ese medio, cuando en realidad el medio ambiente sólo selecciona aquellas variantes genéticas ya preexistentes, las cuales por dejar más descendientes que las otras en ese medio, terminan colonizándolo y desplazando a las otras. Así, la forma más frecuente y popularizada de enseñar Evolución parte de supuestos científicamente incorrectos.” Asimismo el investigador considera que a lo anteriormente mencionado hay que agregarle otros mitos urbanos como el de que la "lucha por la existencia" o la "sobrevivencia del más apto" implican luchas reales feroces entre individuos y que gana el más fuerte. “Un último aspecto que dificulta la enseñanza es creer que todo lo que se sabe en Evolución es lo que sabía Darwin en el siglo XIX, desconociendo que hubo 150 años de acumulación de evidencias y experimentos que hicieron que lo que en la época de Darwin fuera una teoría, hoy sea considerado casi un hecho incontestable”, subraya.

¿Una batalla perdida?
Consultada por la Agencia CyTA, María Cristina Chaler, docente y licenciada en Ciencias Químicas de la Facultad de Ciencias Exactas y Naturales de la UBA, indicó que la investigación publicada en Science no le sorprendió.“La falta de capacitación de los profesores, en general, y de  biología, en especial, no es ingenua. Tiene el  objetivo de perpetrar lo que resultaría insostenible sin una buena dosis de ignorancia”, asegura.

Por su parte, Agustín Aduriz Bravo, docente del Centro de Formación e Investigación en Enseñanza de las Ciencias de la Facultad de Ciencias Exactas y Naturales de UBA indica que en su experiencia académica y personal, el tema de la  “‘co-existencia’ (nada armónica, por cierto) en la escuela de la teoría de la evolución darwiniana (o las visiones evolucionistas de carácter científico en general) y del creacionismo ‘disfrazado’ de teoría sigue siendo un asunto candente en la educación de los Estados Unidos. Muy a mi pesar, tengo que acordar con los autores del artículo publicado en Science en que se trata de una batalla no ganada todavía, y que se encuentra lejos de ser solucionada en el corto plazo.”

Asimismo Aduriz Bravo cree además que la “irrupción” del creacionismo en instituciones educativas publicas y privadas de todos los niveles es manifestación no de un problema de “pluralidad de opiniones” o de derechos de los padres y los niños, “sino de tensiones profundas a nivel político, religioso y cultural que exacerban allí el problema. Ya en mi campo de especialidad, el de la llamada ‘naturaleza de la ciencia’, es decir, la enseñanza en la escuela de cuestiones vinculadas con qué es la ciencia y cómo funciona, puedo decir que la presencia del ‘creacionismo’ con chapa de teoría científica le hace un flaco favor a la comprensión robusta de la empresa científica. Creo que no puede establecerse una discusión seria y epistemológicamente informada en la escuela acerca de cómo la ciencia explica o de qué metodologías se vale para saber lo que sabe si cosmovisiones mitopoéticas como el creacionismo bíblico se ven distorsionadas hasta lo grotesco para ‘ajustar’ unos ciertos estándares de credibilidad o rigor.”
¿Con qué se relaciona la enseñanza de la evolución?

Por qué es importante enseñar Evolución se pregunta la doctora Alicia Massarini en el capítulo del libro “Darwin en el Sur, Ayer y hoy.  Contribuciones de la I Reunión de Biología Evolutiva del cono Sur”.  2011 (Editorial Libros del Rojas. UBA).

“No cabe duda que la comprensión de los procesos y mecanismos de la evolución biológica que aborda la Teoría Evolutiva tiene un enorme valor heurístico ya que su marco teórico permitió mirar la naturaleza “con otros ojos” e incluir en la agenda científica una gran cantidad de problemas y preguntas previamente ignorados o considerados inabordable”, señala Massarini. Y agrega que hay otras dos buenas razones para enseñar la Teoría de la Evolución en los niveles obligatorios de la enseñanza. “Por una parte, desde el punto de vista de la lógica disciplinar, a partir de la formulación de la Teoría Sintética de la Evolución (TSE) en los años 40 del siglo XX, la teoría evolutiva se constituyó como el principal marco teórico y el hilo conductor e integrador del conocimiento biológico contemporáneo. Por otra parte, desde el punto de vista didáctico, diversos autores coinciden en destacar la conveniencia de asumir un enfoque evolutivo en la enseñanza de la disciplina (Gould, 1982; Fourez, 1994; Margulis y Sagan, 1995; Morin, 1998)”, afirma la investigadora en dicho capítulo.

A modo de ejemplo -indica Massarini- algunos de los temas centrales, indispensables para la comprensión del mundo biológico y de nuestro lugar en él, que encuentran su fundamento y se hacen visibles a través del enfoque evolutivo son:

-El reconocimiento de que todos los organismos han evolucionado a partir de un antecesor común.
-La interpretación de los patrones de diversificación y extinción de los seres vivos.
-La exploración y modelización de diversos aspectos del origen de la vida.
-La reconstrucción de la historia del linaje al que pertenece nuestra especie y la resignificación del lugar del hombre en la naturaleza a la luz de esta contextualización.
-La comprensión de que los seres vivos deben sus características a una combinación de azar y necesidad, incorporando la noción de contingencia.

Por otra parte Massarini afirma que la enseñanza de la Teoría de la Evolución debe ocupar un lugar destacado dentro del ámbito de la democratización del conocimiento.
“Una de las claves a considerar es que la enseñanza de las ciencias en la escuela media debe proveer a los futuros ciudadanos y ciudadanas de herramientas adecuadas para comprender, analizar y tomar posición frente a problemas complejos que involucran a la ciencia y la tecnología. Dado que la Teoría de la Evolución es una herramienta indispensable para comprender problemas complejos y socialmente relevantes tales como los ambientales, los sanitarios y los referidos al uso de los recursos naturales, o a la producción de alimentos, entre otros, resulta claro que el conocimiento de esta teoría constituye un contenido necesario en una alfabetización científica y tecnológica. Alfabetización que apunte a salvar el déficit democrático que deviene, entre otros factores, en la distribución desigual de saberes vinculados con la ciencia y la tecnología”, concluye Massarini.

1 Massarini, A; Schnek, A.; Piccinali, R. y G. Folguera. Democratizar el conocimiento científico: criterios y estrategias para un cambio en la enseñanza de las ciencias. IV Congreso Comunicación Social de la Ciencia. Cultura Científica y Cultura democrática. MEyC de España, CSIC y FECYT. 21 al 23 de noviembre de 2007. Madrid. España.  http://www.csciencia2007.csic.es/actas/co_a3_01.pdf
2 Massarini, A. “La teoría evolutiva como hilo conductor en la enseñanza de la biología. Su tardía incorporación a la educación básica y media en Argentina”. I Reunión de Biología Evolutiva del Cono Sur. A 150 años de la publicación de “El Origen de las Especies” de Charles Darwin. Simposio: Evolución y Educación.  23-25 de Noviembre de 2009. Facultad de Ciencias Exactas y Naturales. Universidad de Buenos Aires.

Fuente:

www.oei.es

martes, 8 de noviembre de 2011

La ciencia sí es para viejos

La edad a la que los investigadores realizan sus grandes contribuciones ha aumentado en el último siglo
Por Miguel Ángel Criado 

El científico alemán Werner Heisenberg. afp
Werner Heisenberg
Fue Albert Einstein el que dijo: "Quien no ha hecho su gran contribución a la ciencia antes de los 30 ya nunca la hará". En esto, el gran físico, que postuló su teoría de la relatividad a los 26 años, se equivocaba. La edad que tenían los grandes científicos cuando realizaron el trabajo por el que fueron premiados con el Nobel ha ido aumentando a lo largo del pasado siglo. 

Dos economistas estadounidenses (de las universidades Ohio State y Northwestern) han analizado la relación entre creatividad científica y edad para desmontar el tópico sostenido por Einstein. Bucearon en la historia de los 525 premiados con el Nobel en las categorías de Física, Química y Medicina desde que se fundaron los galardones hasta 2008.

Einstein describió muy bien el tiempo que le tocó vivir. Antes de 1905, el 69% de los químicos, el 63% de los médicos y el 60% de los físicos reconocidos con el Nobel habían realizado el trabajo por el que fueron reconocidos antes de superar los 40 años. Pero el físico alemán no acertó como pitoniso. Progresivamente, los científicos han venido tardando más en plasmar sus mejores ideas. Ya en el siglo XXI, por ejemplo, sólo el 19% de los físicos estaban por debajo de los 40 años en el momento de tener la genial idea, dos tercios menos que un siglo atrás. Desde 1985, la media se sitúa en los 50 años, 13 años más.


La química y la medicina presentan la misma tendencia, aunque en estas disciplinas las edades de partida y final no eran tan extremas. Aún así, desde 2000 no hay químicos que hayan hecho sus mejores experimentos antes de los 40. En la segunda, de una edad media de 39,9 se ha pasado en el último cuarto de siglo a los 45.


Conocimiento acumulado
"Hay dos factores que entran en juego", dice el profesor Benjamin F. Jones, de la Universidad Northwestern y coautor del trabajo publicado en PNAS. "Por un lado, el conocimiento se acumula con el tiempo, por lo que se necesitan más años para llegar hasta la investigación de frontera. Además, ha aumentado el trabajo empírico, que suele hacerse a edades más tardías".


Hay una excepción a este patrón de envejecimiento y es el de la física en el primer tercio del siglo XX. Un 31% de los premiados hasta 1923 tenían menos de 30 años en la cumbre de su fertilidad científica. Si se eleva la edad hasta los 40, la cifra llega hasta el 78% en 1934. El alemán Werner Heisenberg, por ejemplo, desarrolló su mecánica matricial en 1925, a la edad de 23 años, y su Principio de Incertidumbre dos años después. Y no fue el único caso. Con Wolfgang Pauli y Paul Dirac, Heisenberg representa a la hornada de científicos que, antes de cumplir los 30, ya habían sentado las bases de la mecánica cuántica.


Además de confirmar la norma, la excepción sirve esta vez para explicar mejor la dinámica entre creatividad y edad. La tendencia que han observado los autores es que la ciencia se ha hecho cada vez más empírica, mientras que la mecánica cuántica fue, en sus inicios, fundamentalmente teórica. "Aunque la física tiene más teoría que la química o la medicina, el trabajo en todos los campos es cada vez más empírico", sostiene Jones. Por el listado del Nobel, se puede afirmar que hoy se experimenta más y se teoriza menos.


La excepción cuántica explica algo más: los jóvenes suelen traer la revolución. Personajes como Heisenberg, que tuvo muchos problemas para conseguir graduarse, reflejarían un cierto inconformismo con el conocimiento establecido. "Las evidencias sugieren que el desarrollo de la mecánica cuántica fue en mayor proporción obra de los jóvenes. En parte se debió a que el trabajo teórico es cosa de jóvenes y, creo, en parte también porque adquirir mucho conocimiento acumulado puede hacer más difícil pensar en cosas radicalmente diferentes", opina Jones.


Fuente:
www.publico.es

martes, 1 de noviembre de 2011

Sara Rietti: una protagonista de la ciencia argentina.

La Dra. Rietti es la prímera Química Nuclear de nuestro país y visitará la UNR. Su persona representa mucho más que una científica destacada: es la historia viva de una época oscura para la Argentina en general y para la ciencia en particular. Su compromiso con el rol de una ciencia al servicio de la sociedad está a la par de su capacidad como científica.




Rivetti participó de la tarea de repatriar a varios científicos argentinos destacados (Foto: LA NACION / Hernán Zenteno).

La UNR le otorgará un título de Doctora Honoris Causa y a continuación la destacada científica dara una conferencia. El encuentro tendrá lugar el Viernes 4 de noviembre a las 18.00 hs., en el Aula Magna de la Facultad de Derecho, Córdoba 2020.

A continuación reproducimos una entrevista que diera en el 2010.

Una mente brillante: la primera química nuclear argentina
Laura Di Marco
Para LA NACION


Es un día de abril de 1984. Plena primavera democrática. La científica Sara Rietti y el premio Nobel César Milstein, de visita en la Argentina, lloran desconsoladamente, a escasos metros de la Casa Rosada.

Parados frente a Perú 222, en el corazón de la Manzana de las Luces, lloran frente a lo que quedó de aquella mítica universidad en la que habían estudiado: una meca de la ciencia, productora de dos de los tres premios Nobel que cosechó el país durante el siglo XX -una hazaña sin par en América latina-, devenida ahora en una lucrativa playa de estacionamiento.

"Los militares le tenían un odio feroz a Exactas. Por eso, primero la intervinieron en La Noche de los Bastones Largos y, diez años más tarde, la terminaron de liquidar con una topadora y, junto con ella, derribaron la universidad de excelencia de los años sesenta, la de los años de oro, que había colocado a la investigación científica en el primer plano internacional", apunta Sara Rietti, la primera química nuclear recibida en la Argentina, con su última materia rendida en la Comisión Nacional de Energía Atómica, en 1953.

Gran protagonista de la historia científica del siglo XX, esta mujer de pelo blanquísimo y ojos muy azules, bella aún en sus casi ochenta años, vivió rodeada -y muchos dicen que, por su condición de mujer, "opacada"- por los genios de su tiempo: el propio Milstein; el matemático Manuel Sadovsky, que introdujo en el país la computación (Sara fue su jefa de gabinete durante su gestión como secretario de Ciencia y Tecnología, en el gobierno de Raúl Alfonsín); el meteorólogo Rolando García, que desarrolló junto con Piaget la epistemología genética, ya en el exilio, después de La Noche de los Bastones Largos. Su maestro, Oscar Varsavsky, un científico social preocupado por conectar la investigación con el desarrollo de las necesidades reales de cada sociedad. O su colega, el célebre Gregorio Klimovsky, filósofo y matemático, fallecido el año pasado.

Sobre la mesa de su living, al lado de la PC, tiene una fotografía en blanco y negro, de su época dorada. Está tomada en los años cincuenta. Se la ve joven, rodeada de tubos de ensayo, en el Departamento de Fisicoquímica de su amada Facultad de Ciencias, en Perú 222.

"Era un momento de gran creación; aquí estoy trabajando con propelentes para misiles, los boranos -señala-, que tienen que ver con la propulsión de alta energía. Son componentes que no pueden recibir ni aire, ni humedad, por eso se trabajan en líneas de vacío. Hay que mantenerlos fríos todo el tiempo. Se usan en la industria aeroespacial."

-¿Y por qué esa saña de los militares contra Exactas?

-Porque creían que allí había un nido de subversivos o algo semejante. Y lo que en realidad había era un grupo de científicos brillantes, que no eran meros bichos de laboratorio, sino que estaban preocupados por conectar la ciencia y la técnología con un modelo de desarrollo de país. Prueba de ello es que muchos, como César (Milstein), emigraron al primer mundo y terminaron haciendo allí las contribuciones, que habían comenzado acá, en la época de oro.

Da un ejemplo de lo que quiere decir con época de oro: "Un premio Nobel puede ser una casualidad para un país; dos, también, pero ya tres, y en la misma rama, la biociencia, habla de una línea de continuidad. En 1947, Bernardo Houssay fue el primer premio Nobel de Medicina, no sólo de la Argentina, sino de América latina. Houssay había fundado el Instituto de Fisiología en la UBA, que se fue convirtiendo en un semillero de excelencia mundial en investigación. Es, en ese contexto, desde donde surgen los otros dos máximos galardones mundiales, Leloir y Milstein.

* * *

Empezó a estudiar Química en 1949, una década en la que no era nada común que las chicas fueran a la universidad, mucho menos a estudiar ciencias "duras". Sara era, además, muy linda, lo que la convertía en un combo rarísimo: brillante y bella era una categoría femenina que no entraba en el imaginario popular. "Recordemos que hasta no hace tanto tiempo las mujeres bonitas no eran consideradas seres humanos completos", bromea.

Lejos de lo que podría suponerse, en Química sí había chicas; casi un diez por ciento. Lo explica: "Muchas seguían la carrera para poner un laboratorio de análisis clínicos en sus propias casas cuando se recibieran; ése era un trabajo más o menos aceptable para una mujer". Compartían el patio universitario con Ingeniería; ése sí, un territorio totalmente blindado para ellas.

Así que, cada vez que la bella Sara se asomaba al patio, arrancaba un zumbido de murmullos y piropos que iban in crescendo , hasta que, abrumada por tanta testosterona revuelta, decidía volver al aula y a sus asexuados boranos.

Fue entonces cuando conoció a Milstein, que entonces era íntimo amigo de Víctor Rietti, quien años más tarde se convertiría en su marido. Milstein era presidente del centro de estudiantes de Química, a fines de los cuarenta. Sus compañeros le decían, cariñosamente, el "pulpito", en contraposición con el "pulpo", el presidente de Ingeniería, que solía lucrar con actividades non sanctas. En cambio, el "pulpito" había armado una cooperativa para que los químicos, que se la pasaban rompiendo tubos de ensayo en el laboratorio, pudieran reponer los materiales a un bajo costo.

-Sarita, ¿vos por qué no te encargás de la revista del Centro? Necesitamos tener contacto con otras universidades del mundo-, la invitó un día.

Fue así como, un poco gracias a Milstein y otro poco al destino, Sara comenzó su entrenamiento en un expertise que le serviría muchísimo treinta años más tarde, cuando le tocó dirigir, junto con Manuel Sadovsky, la Secretaría de Ciencia y Tecnología, durante el gobierno de Alfonsín. "Estábamos aislados, después de la dictadura; había que reconstruir un mundo amistoso, y la cooperación científica y cultural era muy importante para encontrar otros puntos de contacto", recuerda Sara.
Milstein, que llevaba años en Cambridge cuando asumió Alfonsín, era, a fines de 1983, un premio Nobel cantado. Y Sara no dudó en pedirle su apoyo para fortalecer la democracia. Milstein tampoco dudó, y a partir de entonces, regresó al país una vez por año, todos los abriles. Fue en aquellos tiempos iniciáticos cuando lloraron juntos, frente al despojo de la Manzana de las Luces.

* * *

A fines de julio de 1966, el gobierno militar de Onganía había decretado la intervención de las universidades, y la represión policial contra estudiantes y profesores, que resistían la medida, una tensión que derivó en La Noche de los Bastones Largos. Sara protagonizó esa jornada histórica, en vivo y en directo. Junto con unas 200 personas, estaba en la sala del consejo directivo de Exactas, junto con Rolando García, el mítico decano, y el vice, Sadovsky, cuando entraron los policías. García, quien hoy es una celebridad científica de fama mundial, salió a recibirlos:

"¿Cómo se atreve a cometer este atropello? Todavía soy el decano de esta casa de estudios", increpó al uniformado que encabezaba el operativo.
Un corpulento custodio rompió filas y le golpeó la cabeza con su bastón. Con sangre sobre la cara, el decano se levantó, y repitió sus palabras. El corpulento repitió el bastonazo.
Aquella noche negra, en la que hubo 400 detenidos, Sara y Víctor se la pasaron sacando a colegas de las comisarías. "Claro que, al lado del 76, el 66, fue un chiste, ¿verdad?". Como tantos otros investigadores brillantes, García también se fue al exilio. Y hoy, a los 91 años, aún vive en México habiendo ganado parte de su fama con sus estudios pioneros sobre el cambio climático, además de sus brillantes trabajos junto con Piaget.

Sabiendo qué tipo de materia gris teníamos, había algo que no podíamos permitirnos, recuerda Sara: el desparramo de todo ese patrimonio científico que se había formado en nuestra universidad. "Decidimos, entonces, con nuestro grupo científico, armar migraciones ordenadas, para que aquellos cerebros brillantes quedaran, al menos, en América latina".

Pero Sara no se fue; se quedó en la Argentina, entre otras cosas porque había tenido tres hijos con Rietti, el amigo de Milstein, con quien se casó en 1952, cuando aún le faltaba un año para recibirse. Y una década después, ya con sus tres chiquitos sobre la falda, se doctoró.
-Supongo que, si ahora cuesta, hace cuarenta años debía ser toda una proeza ser una científica de alto nivel, y además mamá de tres hijos. ¿Cómo se arreglaba?

-Y?con Víctor éramos solidarios. Mirá, mi rutina era así: los chicos iban a la escuela a la tarde; a la mañana, yo los llevaba a la plaza y después me iba a la Facultad y a la noche, ya no tenía horario para volver. Tenía turnos nocturnos y hacía docencia. Y te digo algo: Rietti es mucho mejor cocinero que yo.
Víctor Rietti tiene hoy 83 años. Ambos viven en un piso luminoso sobre la avenida Las Heras, decorado como si allí viviera una pareja de profesionales cuarentones y cancheros. ¿Será así la vejez de los genios? "A este loco se le ocurrió hacer teatro, ahora? ¿vos podés creer?", se queja, en broma, Sara, mientras su marido improvisa su nuevo arte, en un cuarto contiguo.

-¿Y con los boranos cómo hacía los fines de semana? Digo, como me contó que siempre tenían que estar fríos?

Ibamos con Víctor al laboratorio; cambiábamos el aire líquido y la nieve carbónica. También venían los chicos, que corrían entre los tubos.

¿Y qué la llevaba a hacer todas esas cosas, el amor por la ciencia?
Sara dice que, en tantos años de vida, aprendió que hay algo que nos salva siempre. Y ese "algo" es la esperanza. "Nada podemos cambiar sin ella. ¿Cómo podemos cambiar las cosas si vemos todo negro, o pensamos que no hay salida? Por eso, creeme: la esperanza es revolucionaria".
Salgo de la casa de Sara, mientras me voy desprendiendo, de a poco, de sus ojos intensos. Pienso en el antídoto de la esperanza. Y le creo.

EL PERSONAJE

SARA RIETTI

Química nuclear

Quién es: fue pionera en las ciencias "duras" y la primera química nuclear de la Argentina. Heredera del pensamiento de Oscar Varsavsky, su maestro y un reconocido científico social promotor de una ciencia independizada de los condicionamientos económicos, y conectada con un modelo propio de desarrollo de país. Formó parte del grupo más destacado de científicos argentinos del siglo XX, y, con la recuperación democrática, se ocupó de repatriar "cerebros brillantes". Hoy es asesora del Rectorado de la UBA. .

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