lunes, 25 de febrero de 2013

Marea oscura: comenzó el juicio por el derrame de la British Petroleum.


Por Claudio Pairoba

El lunes 18 de febrero comenzó en Nueva Jersey el más reciente de los juicios por el derrame de petróleo en el Golfo de México que mató a once personas e inundó con varios millones de barriles de petróleo las playas de varios estados norteamericanos. El derrame ocurrido en el 2010 tuvo como protagonista a la plataforma petrolera Deepwater Horizon, propiedad de la empresa Transocean y que había sido alquilada por la British Petroleum (BP) por un plazo de 12 años.

Abogados que participan de las negociaciones indicaron que existe una propuesta del gobierno central así como de los estados afectados por el cual BP debería pagar un total de 16.000 millones de dólares. Esa cifra se dividiría en 6.000 millones en multas, 9.000 millones en penalizaciones y 1000 millones por potenciales problemas derivados del accidente.

La propuesta constituye un avance. Es la primera vez que Luisiana participa en una oferta, la cual también contendría los pasos a seguir sobre cómo dividir el dinero entre los estados afectados y estipularía las sumas que la petrolera debería pagar como multas o penalidades.

Este último punto no es menor. BP busca pagar penalidades antes que multas, ya que las primeras pueden deducirse de impuestos.

La aceptación de la oferta implicaría algunas ventajas para las partes involucradas. En el caso de los estados demandantes, aceleraría el pago del dinero evitando pasar por juicios que se interrumpan por arreglos parciales. En el caso de BP, evitaría meses de mala publicidad durante los cuales se revivirían todos los detalles del desastre.

La situación legal es compleja y el arreglo en cuestión no tendría en cuenta daños económicos que podrían representar miles de millones más. El juez a cargo del caso, Carl Barbier ya detuvo un juicio en febrero del año pasado debido a un arreglo alcanzado entre BP y algunos individuos y negocios. Los que no aceptaron esos términos forman parte del grupo que comenzó el juicio el pasado lunes.

La situación ha llevado a BP a modificar el flujo de inversiones durante los últimos tres años con el fin de disponer de un fondo de U$S 42.000 millones para enfrentar las demandas. Hasta el momento la empresa ha pagado un total de U$S 24.000 millones en concepto de limpieza y compensaciones a individuos y negocios.

No solo el gigante petrolero está en problemas. Dos compañías que están involucradas en la problemática situación podrían enfrentar millonarias demandas.

Por una parte, la propietaria de la plataforma, Transocean, que le alquiló la estructura a BP. Por otra, Halliburton (la controvertida contratista post-invasión en Irak), la encargada de verter el cemento para los pilares del fatídico pozo.

Los estados afectados son cinco (Alabama, Florida, Luisiana, Misisipi y Texas) pero solo Alabama y Luisiana participan del juicio.


Fuente:
www.nytimes.com

domingo, 24 de febrero de 2013

Co-innovación: El rol de las alianzas en la innovación

Por Maria Prandi y Juan Cano, Colaboradores e investigadores del Instituto de Innovación Social de ESADE
El País 20 febrero 2013. 




Hablar de innovación social es cada vez más común. Se realizan seminarios, se crean espacios de coworking, se construyen organizaciones de respaldo y comprensión de la innovación social, e incluso contamos con entidades dedicadas a apoyar a emprendedores que han conseguido innovar en materia social. La innovación social se basa en una idea novedosa que consigue implementarse, responde a una necesidad social, es más eficiente que las soluciones existentes y aumenta la capacidad individual y colectiva para actuar. También debe ser replicable.

La innovación social requiere de la participación de organizaciones de sectores diversos para poder recorrer el camino entre una idea y la introducción de un nuevo producto o servicio en el mercado o la transformación de algún componente de la vida social. En otras palabras: el proceso innovador es también el resultado de un proceso de diálogo, de interacción, de escucha y de alianza entre diferentes actores, en el cual las ideas surgen como resultado de colaborar. Plantear de manera explícita la importancia y el valor de la CO-INNOVACIÓN abre posibilidades de comprender mejor el rol que tienen las alianzas en la innovación y, a la vez, orienta la mirada hacia la búsqueda de oportunidades de innovación en la manera como las organizaciones interactúan, conversan, se alían y cooperan.

Se han definido tres tipos distintos de innovación: incremental, semirradical y radical, que responden a los procesos y modos de implementación de la innovación. Estos están relacionados con el proceso de crecimiento, madurez y evolución de las organizaciones. La innovación incremental tiene una relación directa con el proceso de crecimiento de una organización. En este caso, el proceso de implementación de las ideas es considerada parte del crecimiento de la organización. La innovación semiradicial, implica una ruptura del modelo de crecimiento de la organización, de la que modifica, en parte, las capacidades. Finalmente, la innovación radical modifica estructuralmente la capacidad de actuar e impactar el mercado y la sociedad y por lo tanto genera una transformación que es radical frente al crecimiento y evolución natural de la organización.

Estos tres conceptos, sin embargo, tienen más fuerza cuando forman parte de un proceso de colaboración, que va más allá del crecimiento natural de la organización y se nutre de las diferencias y capacidades de sectores diversos. El cambio en las necesidades sociales es una constante y la colaboración, en la innovación social, es indispensable para desarrollar un proceso transformador. Esta colaboración da más amplitud a las respuestas a las necesidades sociales y permite elaborar soluciones más eficientes, rápidas, reales y ágiles. La colaboración es el camino más eficaz para gestionar actividades intensivas en conocimiento como la innovación social y una buena forma de canalizar valor hacia todas las organizaciones implicadas.

Precisamente, la investigación que aquí se presenta pretende mostrar que la innovación social no sólo está generando nuevos tipos de alianzas y colaboraciones sino que éstas a su vez, generan más innovación social. En este sentido, analiza qué nuevas maneras de relacionarnos están surgiendo que permiten tener más y mayores oportunidades de innovar socialmente.

Partimos de la idea de que en la innovación social es tan relevante el proceso creativo como la interacción con actores diversos. Esta colaboración ofrece mayores oportunidades de generación de ideas y amplía exponencialmente las variables de la matriz clásica de innovación. Una de las conclusiones a las que hemos llegado es que la innovación social tiene lugar en la superposición de sectores. No sólo está generando modelos híbridos (ya que los límites, las funciones y las responsabilidades de los diferentes sectores cada vez son más difusos) sino que abre la puerta a explorar nuevas maneras de relacionarnos.

La innovación social se puede aprender y, lo que es más importante, se puede compartir. Es importante sumar los aprendizajes adquiridos por cada uno de los actores a través de ecosistemas de colaboración que permitan desarrollar capacidades y compartir experiencias y motivaciones. Por ejemplo, impactos moderados que una innovación tiene en un sector determinado puede tener impactos radicales en otro, tal es el caso de las redes sociales abiertas, como Facebook o Twitter, que implicaron un avance moderado en el modelo de internet, pero que han implicado profundas transformaciones en los movimientos sociales locales y globales.
 
Fuente:
www.clubdeinnovacion.es

jueves, 21 de febrero de 2013

El edificio de la ciencia.

El ministro destaca que el Polo que se levanta en las viejas Bodegas Giol “es parte de una política que asocia lo edilicio con la manera de hacer investigaciones”. Quiénes investigarán allí, los proyectos de partenerato, por qué habrá un bar con acceso al público.

Por Pedro Lipcovich
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Barañao bromea que la calle Godoy Cruz pasará de lo transexual a lo transdisciplinario.

“La calle Godoy Cruz era conocida, en el orden sexual, por lo ‘trans’: desde ahora lo será por lo transdisciplinario y preservaremos un componente de transgresión”, bromea Lino Barañao, ministro de Ciencia, Tecnología e Innovación Productiva, al referirse al Polo Científico Tecnológico, el del viejo edificio Giol, allí donde las travestis fatigaban las veredas. Ya empiezan a funcionar los institutos de investigación, donde el partenerato con otros países, además de ampliar los horizontes de trabajo, debiera propiciar que “ninguno se convierta en la institución de Fulano o Mengano: que no haya una permanencia indefinida, de los temas y la gente”. Y la transgresión, si la hay, se articularía en el proyecto de un caldo de cultivo donde científicos de todo el mundo, y de diversas disciplinas, podrían entremezclar sus proyectos y compartirlos, en el mismo bar abierto al público, con las autoridades y con los ciudadanos. El ministro explicó, científicamente, por qué “los momentos de distensión son los más creativos” y por qué la invención no se basa en los hallazgos triunfales sino en las perplejidades cotidianas.

–¿Cómo fundamentaría la construcción del Polo Científico Tecnológico desde la perspectiva del contribuyente, que en definitiva lo financia?
–El Polo Científico Tecnológico es parte de una política que asocia lo edilicio con la manera de hacer investigaciones. Durante treinta años no se había construido un solo metro cuadrado en ciencia; había un déficit de 130 mil metros cuadrados. En poco más de tres años hemos construido 60.000, y esperamos completar 260 mil metros cuadrados. Este año inauguraremos prácticamente un instituto por mes, en todo el país. En Jujuy, por ejemplo, construimos un instituto equipado para aplicar la física a la datación de piezas arqueológicas. En Chubut, en colaboración con Canadá, otro dedicado al estudio del mar y a las energías alternativas: la lógica es que los institutos estén en el lugar donde está el problema a resolver. El Polo se construye en la ciudad de Buenos Aires porque el ministerio está radicado acá, pero la idea es replicarlo en ciudades del interior.

–¿Hay antecedentes de la idea de juntar distintos emprendimientos en una misma sede?
–En ningún lugar del mundo he visto aplicar exactamente esta idea. Fíjese que el 65 por ciento de la superficie corresponde a una plaza: desde Paraguay hasta Soler habrá casi una hectárea de plaza pública, que tendrá una relación temática con la ciencia: será un paseo, con bancos y césped, pero también habrá instrumentos que permitan conocer las leyes de la física. Incluso pensamos en aprovechar la superficie de pared blanca de modo que la gente desde la plaza pueda ver espectáculos relacionados con la ciencia. También estará abierto al público el restaurante, con un servicio de buena calidad a precios competitivos. El ministro, los investigadores, los empleados y el público en general podrán comer en el mismo lugar y esto forma parte del cambio cultural que queremos promover.

–Este proyecto parece poco común en la actualidad, donde más bien se desarrolla lo virtual, los encuentros que no comparten un lugar físico.
–La dimensión de lo virtual es importante, pero entre los investigadores no hay nada que sustituya el contacto físico. Recuerdo mi visita a los laboratorios Bell, en Nueva Jersey; allí se descubrió el transistor, y esto fue tal vez el evento tecnológico más trascendental del siglo XX. Bueno, allí habían dispuesto un largo pasillo que comunicaba todos los laboratorios: la idea era que los investigadores tuvieran que pasar frente a los lugares de trabajo de sus colegas, caminar juntos hasta el comedor y hablar. Funcionó. La interacción física, esa que en Europa se gestó en los cafés, como núcleos de intercambio intelectual, desde el siglo XVII en adelante, esa interacción es imprescindible. Es cierto que hoy la gente puede hablar y verse por Skype –continuó Barañao–, pero es distinto, son conversaciones puntuales sobre temas específicos. Otra cosa es tomar una cerveza un viernes a la tarde, hablar distendidamente. Está probado que los momentos de distensión son los más creativos, es entonces cuando la gente piensa cosas más alocadas: “¿Que pasaría si en vez de hacer esto hago tal otra cosa?”. El escritor y divulgador científico Isaac Asimov escribió que la frase más importante no es “¡Eureka!”, sino “Qué curioso...”. Alexander Fleming pensó “Qué curioso” cuando vio que allí, donde crecían unos hongos, desaparecían las bacterias, y fue el paso previo al descubrimiento de la penicilina. Algo le llama la atención a un investigador y lo discute con otro: “¿Sabés? Junté esas dos sustancias y no entiendo lo que pasó”. Y el otro: “A mí me había pasado algo parecido...”. Así funciona la ciencia, y ésta es la razón de procurar un ambiente tan heterogéneo, tan transdisciplinario. Bueno, la calle Godoy Cruz era conocida por lo “trans” en el orden sexual; hoy lo conservamos en lo transdisciplinario. Y también en esto hay un componente de transgresión.

–¿Cómo funcionarán en el Polo las instituciones de investigación?
–Una será el Centro de Supercómputo Aplicado al Modelado. Allí se instalará una gran computadora, que ya está llegando al país. Intervienen la UBA, Invap e YPF: nunca habían estado las tres juntas en un proyecto. Modelar es reproducir un fenómeno en computadora para comprenderlo. La supercomputadora simulará las ondas que utilizan los radares, de modo que Invap perfeccione los que construye, y también simulará las ondas que, en la prospección petrolera, se usan para determinar la presencia de petróleo. Este proyecto entró en su segunda etapa: ya está financiado y llegan para trabajar ahí investigadores argentinos que estaban en el exterior. También para el Centro de Nanotecnología llegarán tres investigadores argentinos desde el exterior. Este instituto lo dirige Pedro Aramendia, de la Facultad de Ciencias Exactas de la UBA, que se tomará un año sabático para organizarlo. Para el Instituto Max Planck, en partenerato con Alemania, ya vinieron dos argentinos desde el exterior, en el marco del Programa Raíces. También habrá investigadores extranjeros. Ya se sabe que en los centros de investigaciones de Europa o de Estados Unidos hay gente que llega desde distintas partes del mundo: queremos darle esta característica a nuestro Polo, donde las condiciones serán equivalentes a las de cualquier centro de alto nivel. Las ciencias sociales estarán representadas en el Centro de Investigaciones en Economía de la Innovación. Es una disciplina que no ha tenido mucho desarrollo en la Argentina: cómo la tecnología influye en la economía y cómo promover desde la economía los procesos de innovación que incrementan la competitividad.

–¿Cómo funcionarán los proyectos de partenerato con el extranjero?
–Son proyectos de investigación conjunta: cuatro institutos internacionales de innovación interdisciplinaria. La idea es tener socios que se destaquen en cada área. Así, el Centro de Diseño Industrial funcionará en asociación con Italia: Palermo, en ese país, es el centro de diseño por excelencia. Y, en cada caso, un comité de ambos países define las líneas y selecciona a los investigadores que participarán. Para que una investigación tenga lugar en el Instituto Max Planck, por ejemplo, debe ser aprobada por Argentina y Alemania. Luego, en cada instituto se establece qué líneas se llevarán adelante, en investigación y en docencia. No existían en la Argentina centros donde la constitución de un instituto tuviera como requisito contar con una contraparte internacional. El propósito es vincular la ciencia con la de otros países y prevenir ciertos encierros: evitar que una institución pueda pasar a ser la institución de Fulano o de Mengano. Al tener doble evaluación, se asegura que no habrá una permanencia indefinida, de los temas y la gente.

Fuente:
www.pagina12.com.ar

sábado, 16 de febrero de 2013

El científico maldito.

Por Aaron James
Traducción por Claudio Pairoba

Medgley ideólogo del plomo en combustibles, Teller quien respaldó el desarrollo de la bomba atómica y Edison, protagonista junto con Tesla de la guerra de las corrientes.


El ingeniero mecánico Thomas Midgley (1889-1944) hizo algunas cosas bastante despreciables con la ayuda de su reputación científica. Si su campaña acerca del efecto sobre el cambio climático de los clorofuocarbonados fue un error involuntario, no se puede decir lo mismo de su desvergonzado fomento de los aditivos de plomo anti explosión. Se podría decir que Midgley sabía que existía evidencia concluyente de que los obreros de la industria automotriz estaban sufriendo muchísimo de su exposición a las neurotoxinas. A pesar de esto, ofreció engañosas demostraciones públicas de su supuesta inocuidad, explotando a sabiendas la confianza pública en la ciencia para ganancia personal. En mi último libro “Malditos. Una teoría”, desarrollo esta definición junto con los pros y contras de este vicio distintivo.

Midgley puede entrar a la categoría de “maldito” de acuerdo a una definición del término. Un maldito es un tipo (o chica) que se atribuye ventajas especiales en relaciones sociales a partir de un arraigado (y equivocado) sentido de derecho que lo inmuniza de las quejas de otras personas
Mientras que Midgley falló en sus obligaciones como científico ante gran parte de la sociedad, los científicos a menudo se comportan como malditos entre ellos. Entre los ejemplos más conocidos tenemos las famosas maquinaciones de Edward Teller en contra de J. Robert Oppenheimer o las manipulaciones propietarias de

Thomas Edison en contra de Nikola Tesla. Hay también una amplia gama de movimientos malditos cotidianos tales como negarle fondos a un competidor, menospreciarlos a él o a sus resultados, hacerlos despedir, demorar la publicación de sus trabajos – todo simplemente por vanidad, supuesta superioridad o envidia disfrazada de corrección.

Si bien Midgley, Teller y Edison fueron malditos, no fueron necesariamente malos científicos. Cuando los científicos famosos parlotean en público como filósofos amateurs, no son necesariamente peores biólogos o físicos. Y cuando el Panel Internacional sobre Cambio Climático suprimió evidencia y festejó la muerte de sus críticos, obstaculizando su propia causa loable, sus errores fueron más que nada políticos antes que científicos en naturaleza.

Todo esto lleva a una pregunta más difícil: ¿puede uno ser un maldito en la propia práctica científica, incluso en sus búsquedas más privadas, tales como llevar a cabo un experimento o analizar los datos?
Podría parecer que no. El método científico tiene estándares estrictos para evaluar una hipótesis, pero los estándares no son solo obligaciones morales o interpersonales. Y además, actuar como un maldito puede ser una bendición para la ciencia. Cuando Robert Millikan determinó la carga del electrón a principios del siglo XX, negó datos indebidamente (en un error que llevó 30 años corregir) o confió apropiadamente en sus instintos, incluso a partir de un puro exceso de confianza? Un científico empujado por el ego y un sentido de derecho podría trabajar más horas, analizar datos de manera más rigurosa y buscar explicaciones más grandiosas y complicadas – todo con la firme convicción de que él es el Isaac Newton del tiempo presente.

Y si consigue grandes resultados que funcionan, ¿a quién le importa? Le estaremos en deuda de todas formas.

Aún así, propongo que hay una línea delgada entre coraje científico útil y terreno maldito. Supongamos que alguien descarta la teoría de su rival fundamentalmente debido a que es la teoría de su rival, o ignora datos que apuntan a socavar su hipótesis favorita, porque él se considera un “revolucionario”. Eso iría mucho más allá de lo que uno está autorizado a pensar o hacer dentro de las buenas prácticas científicas, y por razones malditas.

Y, sí, tales movimientos malditos todavía pueden ser una fuerza para el bien, al conducir a grandes descubrimientos. Pero esto será así solo en los márgenes de la práctica científica.


Esto es así porque hay poco tiempo durante el día para tratar de entender lo que pasa, mucho menos para trabajar en la búsqueda de nuevos resultados. De esta manera, los científicos tienen que verse a sí mismos como parte de una tarea común y apoyarse en el juicio mutuo. En ese caso, importa sobremanera si son confiables y cuan fielmente se someten a la autoridad de los mejores métodos de la ciencia, incluso en sus investigaciones “privadas”. Puede haber unos pocos malditos con suerte. Pero la ciencia no será la increíble fuerza para el bien que es a menos que los miles de científicos trabajen mancomunadamente en humildad ante las demandas de la razón.

Aaron James es Profesor Asociado de Filosofía de la Universidad de California, Irvine. Ganó la Beca del Consejo Norteamericano de Sociedades Ilustradas. Pasó el año académico 2009-2010 en el Centro para Estudios Avanzados en Ciencias del Comportamiento, Universidad de Stanford. Es un ávido surfista (experiencia que inspiró directamente su libro). Lea un extracto de su libro.




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jueves, 14 de febrero de 2013

Comunicación y sociocultura.

A partir de una conversación veraniega, Sandra Massoni invita a una exploración de aquello que el lenguaje hace en otro lado para explicar el paradigma de la comunicación estratégica.

 Por Sandra Massoni *


De vacaciones y en la playa me encuentro con un amigo que hacía tiempo no veía. Tomamos unos mates a la orilla del mar y en medio de recuerdos, comentarios e intercambio de noticias sobre los conocidos, salta la pregunta: ¿Me podés decir qué es eso del nuevo paradigma de la comunicación? Vi que hace poco diste un curso en no sé dónde bajo ese título...

Probamos. Nos salió una disquisición/explicación breve y veraniega que conformó a mi amigo. Comenzamos por repensar la idea de comunicación social tradicional, aquella que se corresponde con alguna de las dimensiones del fenómeno que refieren sólo a lo comunicativo y que típicamente abordan las teorías de la comunicación desarrolladas en el siglo XX.

¿No será otra moda, che? Esto de lo viejo y lo nuevo no me va. Porque queda bien decir “el nuevo paradigma comunicacional”. Muchos lo dicen y sanseacabó: discusión cerrada. Comentario finiquitado. Nada más que agregar.

Los enfoques que se incluyen en los nuevos paradigmas, en contraposición, buscan desplegar una mirada sobre lo comunicacional en reemplazo de lo comunicativo. Reconocen que, ante todo, cualquier comunicación es una relación. Ese es su foco. Allí ubicados, lo que toca luego es explorar ese fenómeno como una conversación multidimensional, compleja, fluida, en la que interesa analizar cómo opera el encuentro entre quienes hablan. No se trata de cualquier conversación: no una charla entre vos y un Fulano, sino un vínculo intersubjetivo que configura el mundo deseable y posible tanto para vos como para el Fulano pero cuyos ejes y tonos se resuelven siempre a medio camino entre lo individual y lo colectivo. Ese es el recorte de lo comunicacional. Al examinar lo que ocurre en esa situación, los autores de los nuevos paradigmas hablamos del sentido enactuado. Claro, ese registro antes no se consideraba... ¿por eso también desde los nuevos paradigmas se plantea una especificidad para la comunicación social y antes se la ubicaba sólo como un tema de investigación que abordaban a veces otros científicos sociales?

Entre mate y mate, pasamos a revisar la cuestión de qué hacemos hoy los comunicadores ubicados en los nuevos paradigmas. El asunto del recorte específicamente comunicacional requirió situar esta nueva comunicación que plantean numerosos teóricos e investigadores en el campo de estudios comunicacionales actuales. Tomamos como referencia al mexicano Jesús Galindo Cáceres, quien habla de la tercera fundación de la comunicación que hoy se registra en Latinoamérica. Repasamos congresos y jornadas internacionales en los que se debatió el tema en el último año en diferentes países y ubicamos a algunos coterráneos de la Escuela de Comunicación Estratégica de Rosario. Ocurre que los comunicadores estratégicos no nos ocupamos de las subjetividades (esto lo hacen, entre otros, los psicólogos y los educadores), tampoco de las sociedades (esto lo hacen, entre otros, los sociólogos y los antropólogos); los comunicadores estratégicos nos ocupamos de la comunicación como espacio que emerge a medio camino entre ambos. 

De allí que definimos la comunicación como encuentro sociocultural. Una tensión que brota, a veces más cerca de un polo... a veces más cerca del otro... siempre en situación. La interlocución hace al tono y por consiguiente la comunicación, lejos de reducirse a la dimensión informativa, se despliega en dimensiones múltiples. Nos detuvimos a comentar casos cercanos en los que es evidente que lo comunicacional genera ciertas reverberancias colectivas que a veces nos resuenan en el cuerpo –individualmente, claro–, pero que también compone silencios como espacios socialmente cooperados. En esa dirección pensamos que nuestro trabajo de comunicadores implica también una exploración de aquello que el lenguaje hace en otro lado –como dice Noé Jitrik–, y –agrego yo– de aquello que se hace más acá y más allá de las metáforas o aun de otros diversos dispositivos de la dominación.

Nos gustó comprobar que los nuevos paradigmas de la comunicación nos ayudan a visualizar cierta ampliación de nuestras competencias como productores y consumidores de medios masivos. La comunicación desde los nuevos paradigmas es un eco, una sinergia individual/colectiva, una sintonía que incluye y a la vez excede lo simbólico, porque lo rebasa. Nuestra tarea actual desde estos registros de la cuestión comunicacional es más diversa, en tanto se interesa por las relaciones de afectación mutua de los actores sin concentrarse exclusivamente en códigos y mensajes.
Se nos acabó el agua del termo y, como hacía calor, nos fuimos a nadar.

* Doctora en Ciencias Sociales. Maestría en Comunicación Estratégica Univ. Nacional de Rosario.

Fuente:
www.pagina12.com.ar

Conectando empresa e investigación: la tarea de una vinculadora

Graduada como bioquímica, Lelia Orsaria siguió un camino que la llevo a ser vinculadora tecnológica. El interés y la búsqueda de su vocación...