viernes, 28 de febrero de 2014

Aprendizaje del futuro: 7 principios esenciales

Por Alicia Díez Ochoa

Tomado del artículo “7 Essential Principles of Innovative Learning” de Katrina Schwartz, lo que un buen profesor del futuro no debe olvidar:



1-El alumno debe ser el centro de lo que ocurre en la clase con actividades centradas en su desarrollo y conocimiento, actividades con las que se implique y así se auto-regulen, controlen sus emociones y motivación, que se marquen objetivos y sean dueños de su proceso de aprendizaje.
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2-Aprender es una práctica social que no puede producirse en el total aislamiento. Somos seres sociales y aprendemos con la interacción. El trabajo colaborativo puede beneficiar a todos los sujetos, hace que demos lo mejor de nosotros de las maneras más diversas.

3-Las emociones son parte importantísima en nuestros aprendizajes: se comprenden mejor las cosas cuando uno está motivado, interesado; cuando uno comprende por qué ocurre algo, el nivel de implicación es mucho mayor, el aprendizaje más profundo y valioso.

4-Todos los estudiantes son diferentes. Un aprendizaje innovador permite que esas diferencias enriquezcan a todos los miembros de la comunidad escolar. El estudiante medio no existe, enseñar lo mismo de la misma forma para diferentes estudiantes es frustrante.

5-Los estudiantes necesitan que se les exija pero no demasiado, debemos darles margen para que investiguen, descubran, se ayuden, aprendan unos de otros, aprendan otras cosas.

6-Evaluar para aprender, no de lo aprendido. Claro que hay que evaluar, pero de forma que sirva de apoyo a nuevos aprendizajes.

7-Aprendizaje interdisciplinar, acercándolo a la vida real. Un aprendizaje que uno no sabe para qué le va a servir, no tiene mucho sentido. Transferencia de aprendizajes y habilidades en un reto que debemos marcarnos como educadores.

Fuente:
www.theflippedclassroom.es

miércoles, 12 de febrero de 2014

Una investigación revela cómo la inteligencia emocional afecta el rendimiento


Los músicos con elevada inteligencia emocional son más propensos a alcanzar “la zona”, de acuerdo a una investigación de la Universidad Goldsmiths en Londres.

Por Joanna Kindeberg
Traducción por Claudio Pairoba
 
Analizando las respuestas emocionales entre pianistas clásicos, los investigadores han descubierto nuevas pistas sobre por qué algunos alcanzan el “flujo” más fácilmente. El “flujo” se define como un estado psicológico asociado con plenitud extrema acompañado de rendimiento, salud y bienestar óptimos.
 
Estos hallazgos permitirán a los intérpretes determinar cómo su personalidad afecta la llegada al flujo, el cual es considerado por muchos atletas y músicos como necesario para mejorar su rendimiento.
 
A veces, los intérpretes practican por años con el fin de incrementar la habilidad para llegar al flujo, y los nuevos hallazgos pueden darle a coaches y a maestros, tácticas para que los estudiantes lleguen a la zona.
 
El estudio, liderado por el profesor Joydeep Bhattacharya, del Departamento de Psicología de Goldsmiths, encontró que los pianistas con una característica más desarrollada en lo que respecta a su inteligencia emocional, - la habilidad de procesar de forma competente información con alto contenido emocional – son mejores para enfocarse en la compleja tarea de tocar el piano y por lo tanto tienen más probabilidades de alcanzar el flujo.
 
El profesor Bhattacharya comentó: “De manera sorprendente, la habilidad para alcanzar el “flujo” no depende del tiempo de entrenamiento con el piano o la edad en que se tomó la primera lección, sino de una característica de la personalidad”.
 
“La experiencia del flujo es altamente emocional y recompensa y la música también es fuertemente comunicativa de emociones y recompensa. Es por eso que tiene sentido que aquellos con una elevada inteligencia emocional son los que tienen más facilidad para entrar en la zona.
 
"Generalmente, el tema del flujo se investiga en el contexto del rendimiento y los deportes, pero este estudio es el primero en explicar las diferencias individuales en la relación entre flujo y la experiencia emocional de la música.
 
Ciertos tipos de música también afectaron la experiencia del flujo. La mayoría de los participantes encontró que interpretar música clásica (específicamente la música de Frederic Chopin y otros compositores de la época romántica) tenía muchas más posibilidades de “obtener” el flujo que, por ejemplo, el jazz.
 
El profesor Bhattacharya agregó: “Lo que es realmente interesante acá, es lo que esto puede decirnos acerca del flujo en general. Si la habilidad de experimentar el flujo depende tanto de las diferencias individuales entre los pianistas como de los géneros musicales, ¿cómo podemos aplicar esta información en otros contextos tales como deportes o incluso el lugar de trabajo?
 
Fuente:
medicalxpress.com

miércoles, 8 de enero de 2014

Convergencia entre ciencia y sociedad para la inclusión

La plataforma País Ciencia busca acercar la investigación científica a los colegios y barrios con el objetivo de despertar la vocación por la ciencia en los jóvenes. El proyecto, asociado al Conicet, es una experiencia de democratización del conocimiento.

El Dr. Claudio Fernandezc propulsor de una proyecto para descubrir y estimular vocaciones científicas (Imagen: Pablo Piovano).



 Por Leonardo Moledo
–Cuénteme ¿a qué se dedica?
–Soy doctor en Química biológica, dirijo el Laboratorio Max Planck de Biología Estructural, Química y Biofísica Molecular de Rosario. Soy director de la primera plataforma tecnológica de diseño y descubrimiento de fármacos en fase preclínica de Latinoamérica. Dirijo también un doctorado internacional organizado entre la Universidad Nacional de Rosario y la Universidad de Göttingen, en el área de la Biomedicina y Biociencias Moleculares. Göttingen es una ciudad alemana de 120 mil habitantes; su universidad tiene la impresionante cifra de 46 premios Nobel asociados. Allí fui jefe de grupo hasta el año 2005. El último Premio Nobel de Medicina es de la Universidad de Göttingen. Ellos son nuestros socios.

–¿Cuándo volvió usted al país?
–En 2004 y 2005, junto a otros argentinos, lideramos una línea de trabajo que dio lugar a significativos avances en el área de enfermedades neurodegenerativas, en particular la vinculada con el mal de Parkinson. Mi trabajo científico fue repatriado en el año 2006, a través de la adquisición del primer espectrómetro de resonancia magnética nuclear de alto campo para nuestro sistema científico, que fue el segundo equipo en su tipo en ser instalado en la región.

–Y además está trabajando en un plan de comunicación de la ciencia del Conicet.
–Estamos avanzando con un proyecto para la creación de una plataforma orientada a la socialización de la ciencia llamada País Ciencia. Su objetivo es generar igualdad de oportunidades y despertar vocaciones científicas. Es un proyecto que, asociado al Conicet y otros organismos nacionales, proyectará a nivel nacional una experiencia de comunicación pública de la ciencia y democratización del conocimiento nacida en el municipio santafesino de Granadero Baigorria, donde funciona el Centro de Estímulo al Desarrollo del Conocimiento (Cedec), que es el modelo. Los otros actores involucrados son la Universidad Nacional de Rosario, la Subsecretaría de Gestión de Políticas Universitarias del Ministerio de Educación de la Nación y el Ministerio de Planificación Federal de la Nación.

–¿Qué tiene pensado hacer? La inclusión de la ciencia tiene muchas corrientes... y hay cosas con las que nadie sabe qué hacer, por ejemplo: la matemática.
–Vamos a coordinar acciones entre escuelas, universidades, organismos de ciencia y tecnología, y el conjunto de la sociedad. Será una herramienta educativa, inclusiva, que se ocupará de promover la socialización del conocimiento, así como de fomentar la creación de una red de centros o nodos territoriales. Queremos generar instancias de reflexión en torno del conocimiento científico situado en su contexto territorial. Hasta ahora muchas de las acciones de comunicación pública de la ciencia se han generado en el marco de pensar la relación “ciencia y sociedad” bajo los parámetros de la hipótesis del déficit cognitivo. Mi postura es tratar de desmitificar el rol del científico y pensar el conocimiento como un bien social.

–Entiendo. Yo trato de hacer las entrevistas acá en un café para sacar al científico del laboratorio, porque el científico muchas veces cuando habla lo hace para sus colegas, entonces acá no tiene el código del laboratorio. La ciencia no es sólo ciencia, la ciencia es filosofía y es historia de la ciencia. Hay que saber de dónde venimos...
–Eso queremos con este programa, que los investigadores y comunicadores de la ciencia expliquen a la sociedad de manera amena. Comparto, es necesario poner en valor todo lo que se hace desde el año 2003 en ciencia y tecnología en nuestro país. La política de Estado de ciencia y tecnología es concreta y tiene un correlato social. Es necesario que se la valore porque no alcanza con que la defendamos los científicos desde el laboratorio. Se va a defender en tanto y en cuanto la gente sepa respecto del valor del conocimiento científico, sus impactos y beneficios. Para eso es fundamental comunicar, concientizar y ampliar la cultura científica de la gente.

–Yo dirigí ocho años el Planetario de la ciudad de Buenos Aires. Nuestra postura era: la ciencia es propiedad de todos. Pero cuando decíamos todos, decíamos todos. Por eso hicimos un planetario para ciegos, para sordos, hicimos cafés científicos, fuimos a las villas. La idea era: como es de todos, es también para los que no pueden venir.
–Ahí está la clave, en que nosotros como investigadores nos acerquemos. Esa es la génesis del proyecto. Queremos conversar sobre ciencia en todos los barrios y localidades. Ahí uno como investigador científico toma conciencia de la realidad. En la villa, al chico no le importa que le expliques el principio de Bernoulli. Quieren saber, por ejemplo, cómo se hacen las plantas de potabilización de agua. Allí se toma conciencia de para quién estás trabajando, porque la ciencia y la tecnología no se agota en una proteína en un tubo de ensayo. Sólo se realiza cuando es orientada a un fin colectivo y es apropiada por la gente.

–Entiendo. También es mucho lo que se consigue cuando se les muestra un telescopio, una bacteria con un microscopio...
–Nosotros escuchamos lo que nos piden los chicos y los docentes en las escuelas de las villas. Ellos quieren aprehender un conocimiento que impacte en su calidad de vida. Sin dudas representa una superación de la comunicación de la ciencia como colección de anécdotas o datos curiosos. Estamos pensando en proyectos que enseñan a desarrollar, por ejemplo, una planta potabilizadora de agua, o cómo hacer que la basura, que contiene un alto porcentaje de materia orgánica, pueda generar biogás o biocombustible. Una parte del programa que estamos desarrollando consiste en generar fondos semilla, lo necesario para que esa escuela pueda concretar un proyecto con investigadores del Conicet.

–¿Cuál estima que será el efecto de este plan? 
–Son múltiples, el chico de la villa va a tener una vivencia transformadora vinculada al conocimiento científico. Va a conocer que existen instituciones de ciencia y tecnología, conformadas por personas que trabajan de científicos. Y a los investigadores los invitamos a salir de su territorio habitual porque el laburo lo tienen que hacer en la villa
 
–¿Y usted qué les dice?  –Los invito a participar y que dejen atrás sus prejuicios. Les digo que hay que desacralizar la ciencia y hacer entender que la ciencia no es para genios. De nada sirve pasar seis meses dando conferencias en el exterior, si acá la gente no entiende el quehacer científico tecnológico. Para que la sociedad se interese, se informe, pregunte, entienda y valore, hay que educar incluso a los investigadores. Hay que invitarlos a salir del laboratorio, porque mayoritariamente salen formados en su disciplina y tienen cierta lejanía con la sociedad. El desafío es, como ha dicho la propia presidenta de la Nación, que en las universidades nacionales la matrícula sea en un gran porcentaje de hijos de trabajadores, y que se reciban. Para eso hay que generar una escuela de científicos con compromiso social.

–¿Ya tienen armado el programa de acciones? 
–Sí, el programa, además del componente de comunicación pública de la ciencia, tiene otro que son las pasantías científicas para que los estudiantes vengan a nuestros laboratorios de investigación científica u otros organismos públicos a hacer actividades, porque el problema que estamos teniendo es que, independientemente del estrato social, los jóvenes están desinformados y se pierden vocaciones. Nosotros perdemos muchas vocaciones en el último y anteúltimo año de la secundaria, porque los chicos no saben para dónde seguir. El programa pretende vehiculizar esas vocaciones. Hay que ir al encuentro de estos estudiantes, yo creo que eso es parte del rol del científico.

–¿Qué más piensan hacer? 
–Vamos a brindar cursos de capacitación para los docentes de escuelas secundarias, vamos a dar capacitación a investigadores para enseñarles a hacer comunicación pública de la ciencia. Vamos a generar contenido audiovisual, vamos a tener una plataforma web con módulos virtuales, con contenidos para que puedan ser utilizados en las escuelas por los chicos directamente, y vamos a tener un laboratorio móvil para poder llegar a los lugares más lejanos. Es un proyecto que ataca el problema de la brecha entre ciencia y sociedad en forma integral, y que además tiene actores que tienen que ver con la generación de política científica, generación de política educativa y el territorio. Tenemos muchas expectativas de poder replicar a nivel federal el éxito que este proyecto ha tenido en Santa Fe y Buenos Aires.

Fuente
www.pagina12.com.ar

miércoles, 11 de diciembre de 2013

Repositorios institucionales: nuevas maneras de manejar la información científica

Estos espacios permiten mostrar con mayor impacto los resultados de trabajos científicos y tener una idea más clara de las actividades de investigación de las universidades. Se abren nuevas posibilidades para su desarrollo a consecuencia de la ley de libre acceso a la información científica. 

 
 

 
El pasado 4 de noviembre, la Prof. Ing. Marisa De Giusti brindó una interesante charla en el ámbito del Consejo Interuniversitario Nacional sobre el tema de los repositorios institucionales. La misma siguió a la exposición del Dr. Alejandro Ceccato, Secretario de Articulación Científico Tecnológica (Ministerio de Ciencia, Tecnología e Innovación Productiva de la Nación), quien habló sobre la recientemente sancionada ley de libre acceso a la información científica (http://www.unr.edu.ar/noticia/7394/es-ley-el-acceso-libre-a-la-informacion-cientifica).
 
De Giusti es directora del Proyecto de Enlace de Bibliotecas (PrEBI)  y del SeDiCI (Servicio de Difusión de la Creación Intelectual), los cuales funcionan dentro del ámbito de la Universidad Nacional de La Plata (UNLP). Dado que el SeDiCI es el repositorio institucional de esta universidad, el cual se ocupa de mostrar la producción científica de sus investigadores, no es casualidad que esta segunda charla se diera a continuación de lo expuesto por el Dr. Ceccatto. La ley recientemente sancionada especifica que todos los trabajos de investigación realizados con financiamiento del Estado, deben ser accesibles para todos los interesados en consultarlos.
 
El tema no es menor, ya que ha planteado un enfrentamiento, con distintos matices, entre grupos de científicos y editoriales en los últimos años. En el sistema tradicional de publicación de artículos científicos los autores envían un trabajo a una revista científica, la cual, luego de una revisión por pares, decide si lo publica o no. En caso de publicarlo, los autores deben pagar (gastos, administrativos, de procesamiento, etc.) al mismo tiempo que ceden todos los derechos del trabajo a la editorial que publica la revista. Para entenderlo mejor, esto implica que los autores no pueden hacer nada con el trabajo que lograron publicar, ya sea distribuirlo por su cuenta o, en el caso de desearlo, subir el artículo en un blog o página de Internet de su propiedad.
 
¿Por qué un repositorio?
Durante su animada charla, la ingeniera expuso las bondades del sistema de repositorios, entre las cuales deben destacarse la mayor exposición que reciben los trabajos de investigación así como una mayor visibilidad de las actividades que se llevan a cabo dentro del ámbito académico específico (en este caso, la UNLP). Esto se logra a través del manejo de una serie de herramientas las cuales, aplicadas de manera estratégica, permiten encontrar la información a través de un mayor número de caminos así como tener acceso a una variedad de estadísticas, entre otras opciones de gran utilidad. Los repositorios muestran tanto los trabajos de investigación como las tesis doctorales y de maestría producidas en el ámbito de las universidades que los alojan.
 
El SeDiCI se posiciona cuarto entre los repositorios de América Latina y está entre los primeros 100 a nivel mundial, con un total de 30.000 recursos (entre trabajos originales y tesis doctorales y de maestría, entre otros).
 
La exposición de la Ing. De Giusti puede descargarse cliqueando aquí.
 
* Miembro de la Red Argentina de Periodismo Científico (RADPC).
 
Notas relacionadas
 
 
 
 
5. Ciencia, comunicación, ayuda y diplomacia

sábado, 7 de diciembre de 2013

A 40 años de la autopoiesis de Maturana, el concepto más revolucionario de la ciencia chilena a nivel mundial

El alcance de éste se estudia en medicina, educación, filosofía y psicología cognitiva. Maturana partió con la biología molecular, pasó al sistema nervioso y luego siguió con la biología del conocimiento y el lenguaje. Hoy, afirma que los humanos somos seres donde la biología y la cultura son "autopoiéticas". Durante los últimos 50 años el biólogo sistémico ha dedicado su tiempo a comprender el conocimiento y el entendimiento humano.


Por Hector Cossio
Hace más de 50 años, Humberto Maturana era un joven biólogo que comenzaba a hacer clases en el ex Instituto de Ciencias, hoy Facultad de Ciencias de la Universidad de Chile. Entonces tenía poco más de 30 años y ya lo obsesionaba intentar dar respuesta a preguntas imposibles, o imposibles para quienes no buscan afanosamente encontrar respuestas. En sus propias palabras recuerda: “Yo me creía capaz de responder todas las preguntas, pero hubo una que me hizo un alumno en 1960 que no supe responder”. En esa clase Maturana estaba hablando de los primeros seres vivos en el mundo y calculó que la vida había comenzado hacía 2.800 millones de años. Entonces el alumno preguntó: “¿Que comienza hace 2.800 millones de años, de modo que usted me dice ahora que los seres vivos comenzaron entonces?

Maturana se quedó en silencio, después de unos segundos respondió: “No lo sé, pero si usted vuelve a mi clase el próximo año le voy a proponer una respuesta”. Si el alumno volvió o no a la clase nadie lo recuerda, pero a partir de ese momento la búsqueda de la respuesta se convirtió en su tema. Se hizo biólogo sistémico, con su ex discípulo Francisco Varela formó una de las duplas científicas chilenas que más ha aportado al conocimiento mundial, escribió varios cientos de papers y ha dado miles de horas en charlas, clases y simposios. Los resultados de sus estudios se han aplicado a la biología, la medicina, la educación, la filosofía y la psicología cognitiva.

No obstante todo ello, hubo un solo concepto que dio el punto de partida. Un concepto que hoy cumple 40 años y por el cual este viernes el profesor Maturana será homenajeado en el marco de un seminario internacional organizado por el Instituto de Filosofía y Ciencias de la Complejidad (IFICC): la autopoiesis.


 Del Quijote a la autopoiesis 

Francisco Varela
Francisco Varela

Antes de intentar explicar la autopoiesis –que a modo de introducción sería necesario señalar que es un término que no ha conocido límites de aplicación–, habría que contar cómo fue que Maturana ya siendo un próspero científico progresista –a mediados de los 60– aceptó a un joven discípulo para crear junto a él el primer libro en que se habla de sistemas autopoiéticos, De máquinas y seres vivos.

“Francisco Varela fue alumno mío en el Instituto de Ciencias, enviado por un profesor de la Católica. Tenía 20 años y estaba estudiando medicina y yo lo entrevisté. Fue en el curso de una conversación larga. Yo no tenía preestablecido lo que iba a ser. La conversación fue sobre sus intereses. Tenía intereses filosóficos, pero estaba estudiando medicina, tenía intereses políticos. En algún momento, yo le pregunto: ‘¿Bueno, pero qué te interesa en la vida?’”

“Y él me dice: ´Quiero entender el psiquismo en el universo’”.

“‘Humm…, bien, bienvenido’ y lo acepté. ¿Y por qué lo hice? Yo creo porque me gustó la audacia de quien quiere estudiar el psiquismo en el universo”.

Con este estudiante, que rápidamente dejó la medicina, Maturana comenzó a madurar la respuesta sobre el origen de los seres vivos que casi 10 años antes le había hecho el otro estudiante. Sentía que ya tenía la respuesta, pero le faltaba el concepto. Como su especialidad es la biología sistémica, el biólogo aventuró su teoría en términos moleculares. “Los seres vivos son sistemas de dinámicas cíclicas, cerradas en sí mismas, como redes de autoproducción de los componentes moleculares que las constituyen”. En palabras simples, sería algo así como que los seres vivos se hacen a sí mismos, se autoproducen, que el resultado de estos sistemas cíclicos de producción molecular es el mismo ser vivo. Hoy, es probable que esto no constituya novedad, pero hace 40 años fue toda una revolución, porque se propuso dejar de pensar en la función de los órganos (la preocupación científica de esos días) para concentrarse en el resultado del proceso molecular. Esta aventura, originalmente biológica, alcanzó ribetes entonces insospechados, que llevó al biólogo a otro mundo, para nada menos complejo: el conocimiento, el entendimiento humano.

Mientras Varela pensaba que era necesario formalizar la teoría, es decir, darle validez mediante un razonamiento matemático, a Maturana se le cruza este conocimiento con lo que ya había empezado a ver en el sistema nervioso, que también eran procesos cerrados internos. Y se le viene una nueva gran pregunta. Y si el sistema nervioso es un sistema cíclico de producción molecular que se autoproduce, ¿qué pasa con la percepción?, ¿son los elementos externos los percibidos o es la experiencia, lo que le pasa a uno, lo que le da el sentido?

Mientras, el concepto que finalmente terminó por definir el proceso nació de una conversación anecdótica con un literato, Juan de Dios Bulnes. “Él me contó que su tesis había sido sobre el dilema del Quijote, que era si debía dedicarse a la producción (poiesis) de cuentos de caballería o a la praxis, la caballería misma. Ésa es la palabra que yo necesito, me dije,  ’poiesis’, porque lo seres vivos se producen a sí mismos. ¡Autopoiesis! Y así creé una palabra griega legítima”.

La biología del conocer
¿Si los seres vivos son sistemas cíclicos cerrados que se autoproducen y el sistema nervioso lo es asimismo también, qué es lo que nos hace entender las cosas, qué hace que la gente pueda convivir, si la percepción no depende tanto de lo que está afuera sino de lo que ocurre en nuestro interior? Para dar una respuesta a esta pregunta, que aún siendo lógica deja abierta muchas más interrogantes, Maturana recurre a un ejemplo sencillo para explicar la percepción, y cómo todo finalmente se arma en el lenguaje.  Nuestros ojos, explica, nuestra retina, no percibe la misma composición espectral de los colores. Está claro que frente a un color, que podría ser verde, no todos vemos la misma composición, pero todos lo llamamos igual. Entonces el color no se capta en la retina, se da en la experiencia, en la palabra.

“Todos ven verde, pero todos no ven el mismo verde. No sabemos lo que ven, eso es lo que no sabemos, pero todos le ponen el mismo nombre y si le ponen el mismo nombre quiere decir que ven lo mismo, porque resulta que el nombre no es lo que está allá, sino lo que le pasa a uno, entonces yo pude demostrar que la actividad en la retina se correlaciona con el nombre del color, no con la composición espectral del color”.

Esta función que se da en el lenguaje no responde a un conjunto de símbolos codificados mediante un consenso. Para Maturana lo fundamental es la acción del lenguaje y la interacción, es decir, la convivencia que se da en los seres humanos en el lenguaje. Y como se trata de una acción, no de un conjunto simbólico, el biólogo prefiere hablar de lenguajear.

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La Matríztica y la biología cultural
De acuerdo a la lógica maturaniana, la convivencia que se da en el lenguaje entre los seres humanos es la clave para entender cómo la experiencia es la que nos va dirigiendo en la vida, según cada circunstancia. Para entender esta nueva conceptualización, el profesor acuñó el concepto de “deriva natural”, que se une a la evolución de la especies. Para el pensador, el vivir en convivencia y el conocer están siempre a la deriva, al igual que el navegante de un velero que ha perdido el motor de la nave, las velas y los remos y se encuentra a merced de las corrientes. “Los organismos realizan su vivir en la tangente que va apareciendo momento a momento en el deslizarse en un entorno sin que ellos sepan para dónde van”. La sobrevivencia en el ejemplo, entonces, tiene que ver con las decisiones que se toman sobre la base de las experiencias. De modo que si está a la deriva, pero conoce la dirección y velocidad que toman las corrientes, podría calcular la hora y el destino.

Esas experiencias, bajo la misma lógica, están determinadas por la emoción. En este punto el conocimiento se vuelve también autopoiético, y aunque si bien la autopoiesis define un concepto de producción molecular, también sirve para identificar que los seres humanos, en tanto personas, vale decir, individualidades que se relacionan a través del lenguaje y que conviven en la deriva natural, constituyen un todo compuesto de biología con cultura.

Hablar de que los seres humanos somos biológicos y culturales parece una obviedad tremenda, por eso es que Maturana elimina el “y”, y sostiene que las personas somos seres “biológicosculturales” indivisibles, así como la biología y la química es bioquímica.

Esta reflexión es el fundamento de la Matríztica, el instituto que el doctor Maturana ha levantado junto a Ximena Dávila, también discípula, para investigar la matriz biológico-cultural de la existencia humana. La propuesta del instituto es explicar las experiencias desde las experiencias, como un hacer propio del modo de vivir humano (cultura) en un fluir en el entrelazamiento del lenguajear y el emocionar (conversar), que es donde sucede todo lo humano.

Fuente:
www.elmostrador.cl

Virus Sincicial Respiratorio: convocan a participar en estudio para vacuna infantil

Un equipo de científicos en Rosario participa de un estudio internacional para desarrollar una vacuna pediátrica intranasal. El objetivo es ...