lunes, 30 de junio de 2014

Evaluaron proyectos regionales de investigación para becas del CIN


Con la presencia de treinta investigadores de la región, la Universidad Autónoma fue sede en Paraná de la evaluación de 177 proyectos presentados por aspirantes a las becas que otorga el Consejo Interuniversitario Nacional.

Intensa jornada de evaluación de proyectos de investigación.

La Universidad Autónoma de Entre Ríos fue sede de una intensa jornada de evaluación de las Becas de Iniciación a la Vocación Científica que otorga el Consejo Interuniversitario Nacional.
 
El programa está organizado por regiones y correspondió a la Uader asumir esta etapa, en la zona que abarca a las provincias de Entre Ríos y Santa Fe.
 
Fue el martes pasado, en Paraná con la participación de treinta investigadores de las instituciones de la región: Universidad Nacional del Litoral, Universidad Nacional de Entre Ríos, Universidad Nacional de Rosario y Uader.
 
Los profesionales estuvieron reunidos durante todo el día en la Casa de la Cultura a los fines de evaluar y realizar un orden de mérito de los proyectos presentados por estudiantes que aspiran a acceder al beneficio.
El secretario de Ciencia y Técnica, Lic. Fernando Vittar, informó que se debieron analizar 177 proyectos. 

“Para la Uader este año corresponderán 11 becas. Es un número que se ha ido incrementando. La presentación que se hizo fue de 18 becarios lo que para nosotros es un crecimiento importante. La UNER presentó 22 becarios y después UNL y UNR superan los 60 becarios”, comparó.
Precisó que los proyectos se enmarcan en cuatro disciplinas: Humanísticas, Artes, Ciencia y Tecnología, y aseveró que la Uader tiene una tradición más fuerte en Ciencia y en Tecnología, áreas en las que se presentan más número de iniciativas.
 
“La Uader es sede por primera vez y esto hay que destacarlo; somos una institución joven, que incursiona y crece en el concierto nacional también a partir de llevar adelante este tipo de acciones”, evaluó.

Fuente:
www.eldiario.com.ar

lunes, 19 de mayo de 2014

Ese raro fenómeno llamado "evaluación"

En materia educativa, y en sus sucesivas y permanentes actualizaciones y reformas , pocos temas se habrán discutido tanto como el relativo a la evaluación. Se ha escrito infinidad de textos, documentos, artículos, impresos y/o virtuales; se ha debatido en multitud de foros en distintos ámbitos, (no solamente educativos), y sin embargo, es un tema recurrente que continúa habitando en el reino de las paradojas, para muchos asociado más a los 12 trabajos de Heracles que a algo físicamente posible desde la óptica de lo incuestionable; y continúa estando envuelto en una polémica constante respecto de su procedencia, su camino o su finalidad.


Por J. Xavier Gando. Comunidad de Educadores par la Cultura Científica. IBERCIENCIA.

Todos de una forma u otra hemos sido evaluados en algún instante de nuestra vida, y quizá por esa simple razón (más aún en el universo de quienes estamos involucrados en la docencia) nos consideramos, si no expertos, por lo menos hábiles en materia de evaluación; de hecho, convivimos con ella y la practicamos casi sin darnos cuenta y sin cuestionar demasiado cada estrategia que adoptamos.

Sin embargo, si alguien nos pregunta y lo razonamos, somos capaces de aceptar que las prácticas tradicionales de evaluación que generalmente adoptamos y aplicamos, (cualquiera en la que pensemos rápidamente en este momento), pocas veces conducen a resultados satisfactorios para las partes, casi siempre queda un mal sabor de boca tanto en evaluador como en evaluado… esta premisa nos lleva a pensar entre otras cosas, que no existe una sola forma de evaluar, existen tantas cuantos evaluadores o evaluados existan; y estas tantas a su vez dependientes de qué, para qué, cuándo, dónde… una matriz de opciones realmente inconmensurable, y que a pesar de ello, sistemáticamente volvemos a intentar medir y racionalizar como algo más parecido a las pruebas en la producción industrial, en la que si es posible evaluar si un proceso o un producto cumple o no con las especificaciones dadas.

Ahora bien, decía que aún cuando mayoritariamente compartimos la opinión de que el proceso de evaluación es decididamente polifacético, dependiendo de nuestro lugar en el sistema, usualmente ponemos el foco en una sola de sus caras:
  • El organismo contralor del sistema suele hacer muy poca autoevaluación, y tradicionalmente se limita a transmitir los parámetros generales y ambiguos que deben ser cumplidos, (casi más como una declaración de principios, una arenga o una expresión de deseos); y al finalizar el ciclo lectivo, suele evaluar casi exclusivamente cantidades de estudiantes que ingresan y egresan por ciclo para (últimamente) elaborar estadísticas de deserción asumiendo que si ésta existe, es porque no se cumplió a cabalidad los parámetros fijados; porque los apoyos desde el frente social no han sido suficientes; o, simplemente porque los docentes no han podido asimilar y ejecutar los nuevos paradigmas;
  • El docente tampoco es proclive a hacer autoevaluaciones, (basta revisar las imponentes manifestaciones en contra de los pomposamente llamados programas de mejoramiento de la calidad educativa que suelen encarar las administraciones de turno, basándose simplemente en evaluaciones estandarizadas a los docentes); y, suele concentrarse en poner énfasis exclusivamente en la evaluación del estudiante; y, concretamente evaluar si a juicio de tal docente, el estudiante “ha adquirido los conocimientos que se le transmitió en clase”, asumiendo que si los estudiantes reprueban las evaluaciones previstas, en el mejor de los casos es porque no han prestado la suficiente atención durante el ciclo lectivo;
  • La administración de los establecimientos educativos por su parte, suele poner el foco en la evaluación al docente, y al margen de que también hace muy poca autoevaluación, suele mirar unos pocos índices de la evaluación de los estudiantes, generalmente aquellos que tienen que ver con la promoción como medida de evaluación del propio docente, desentendiéndose del proceso de aprendizaje que tales índices ocultan, más que muestran;
  • El estudiante también suele hacer muy poca autoevaluación y generalmente cuestiona (una forma de evaluar) el eje institución-docente-programa, con mayor o menor entusiasmo dependiendo del mayor o menor acceso a la posibilidad de ser escuchado, total, es consciente de que se ha instalado firmemente la idea de que si un estudiante fracasa en una evaluación formal, la culpa es del docente;
  • Y, así sucesivamente en todo el sistema.

Pocos dudan de la importancia de evaluar, pero es complejo definir cuál es esa importancia, en qué radica, cuáles son sus alcances, límites o consecuencia; al inicio hablábamos de que es un tema que genera grandes debates y polémica, y al respecto conviene tener presente que éstos, (debate y polémica), se producen cuando muchos saben mucho de un tema; o, cuando muchos desconocen de un tema.

Una gran mayoría coincidimos en que la evaluación forma parte indivisible del sistema educativo, (independiente de la pertinencia de evaluar antes, durante o después del proceso de enseñanza-aprendizaje, evaluación formativa, sumativa, etc.); sin embargo, también es claro que se trata de dos procesos que han seguido sus propios caminos, a menudo diferentes. Hoy el proceso educativo es diferente, o por lo menos pretendemos que lo sea; las formas de aprender son diferentes, o al menos eso pensamos; por lo tanto, estamos conscientes de que la evaluación también tiene que ser diferente… podemos fácilmente visualizar el sistema tradicional de evaluar, sin embargo nos cuesta un poco más bajar a tierra un sistema nuevo para evaluar, acorde a los tiempos, y esto quizá, porque aún no tenemos una conciencia clara, mensurable y definitiva de cómo han cambiado esos mismos tiempos; y, ante la duda, es preferible seguir con lo que ha funcionado hasta ahora, cuestionado, si, pero que permite exhibir resultados.

En ese camino, todos estamos conscientes de su complejidad y de que hay que hacer algo para mejorarla, entendiendo esto como hacerla eficiente, práctica, útil… pero pocos se atreven a decir cómo… hoy está muy en boga decir que “una de las funciones pedagógicas más importantes de la evaluación es la motivación que puede producir en los participantes”, y a nadie escapa el hecho de que pocas cosas son más desmotivantes para un estudiante, que una nota deficiente en una evaluación, independiente de si es numérica o no; Stiggins plantea por su parte, “que lo que hace más efectivo el aprendizaje, es que los alumnos se involucren activamente en el proceso de evaluación”, muy buen consejo, pero complejo de llevar a la práctica por varias razones: para monitorear adecuadamente un proceso de autoevaluación se requiere diseñar mecanismos adecuados, alguien debe diseñarlos, alguien debe testearlos y demostrar que funcionan, alguien tiene que implementarlos, alguien eventualmente vendrá a cuestionarlos… todos, factores que suman al ineludible conocimiento cabal de todo el sistema, necesidades de tiempo y recursos.

Mientras tanto, las autoridades educativas diseñan cientos de cuestionarios y se sigue midiendo la capacidad, calidad y bondades del sistema en función de números, cifras o porcentajes al mejor estilo del Retrato de Dorian Grey… presentamos y justificamos grandes avances con cuadros estadísticos y gráficos elocuentes, mientras la realidad subyace en franco deterioro. Pienso que la dificultad principal hoy radica en que aún no hemos podido desarrollar un proceso de evaluación común, compartido por todo el sistema, (como era el sistema tradicional, repito, cuestionado, si, pero conocido y aceptado por todos), con estándares claros predefinidos… el peligro de no hacerlo de manera urgente, (si es que lo es), es que ante la dificultad de encasillar el proceso para poder entenderlo fácil y gráficamente, (a tono con los tiempos), muchos estamos luchando por desaparecerla y avanza fuertemente la teoría de que conviene no evaluar para no crear problemas psico-sociales a los antes evaluados, claro ejemplo de que el saber popular siempre encuentra el camino, hay un sabio dicho popular: “muerto el perro, se acabó la rabia”.

Nota
Al margen de las “reformas formales”, en nuestra calidad de docentes y/o partícipes –subsistemas- del “sistema educación”, cada día estamos reformulando y actualizando nuestras prácticas educativas; y por tanto, modificando el sistema como tal a partir de nuestra interacción.

Fuente
www.oei.es 

miércoles, 7 de mayo de 2014

Envía feto células para reparar órganos de su madre

El vínculo entre una madre y su hijo es especial mientras crece en su vientre. Los científicos consideran que esta conexión podría ser aun más estrecha de lo que se pensaba al descubrir que las células del feto recorren el cuerpo de la gestante ayudando a reparar los tejidos y órganos dañados, especialmente en los casos de infarto cardíaco.



Investigadores del Mount Sinai School of Medicine, en Nueva York, Estados Unidos, realizaron un experimento para comprobar esta teoría con dos grupos de ratones. El primero estaba formado por ejemplares normales, mientras que a los del segundo grupo se les modificó genéticamente para que sus células sean visible a través de una proteína fluorescente verden (GFP por sus siglas en inglés). Esta sustancia es producida por una medusa y se usa como agente de contraste en biología molecular.

Durante el estudio, los machos que tenían GFP se aparearon con hembras normales, logrando que al menos la mitad de los fetos heredaran la capacidad de teñir sus células con el GFP. Al trascurrir 12 días de gestación, se indujo a algunas hembras preñadas a un infarto cardíaco y lograron sobrevivir. Dos semanas después de ese episodio, los científicos analizaron el tejido cardíaco de todas las hembras y encontraron una presencia mucho mayor de células teñidas en aquellas que habían sido inducidas al infarto. La respuesta a este fenómeno, de acuerdo a los científicos, es que las células fetales acudieron en auxilio de la madre.

Casos humanos
Extrapolando esta experiencia con animales hacia los embarazos humanos, los médicos ya habían notado que dentro del universo de pacientes que sufrían de algún mal cardíaco, el grupo de mujeres gestantes y que recién habían dado a luz presentaba una recuperación mucho más acelerada y notoria.

Así, el estudio sugiere que, en los humanos, las células fetales también podrían dirigirse hacia el corazón de la madre y cumplir funciones reparadoras, tal y como sucede con los ratones, animales con procesos biológicos muy similares a los humanos. Investigaciones previas dan cuenta del caso de dos mujeres que recién habían dado a luz, en las que se hallaron células madre embrionales tras complicaciones cardíacas.

Además, un estudio in vitro a cargo de los mismos investigadores demostró que este tipo de células superaba el trabajo regenerativo que las mismas células madre realizaban con los tejidos del corazón. La investigación aún está en una etapa primaria, por lo que no es considerada determinante y se requerirán de más estudios. Por ahora, los especialistas se enfocarán en seguir indagando en la capacidad de las células fetales embrionales para detectar cualquier órgano afectado y acudir exclusivamente hacia él, y no a otros en buen estado.

Fuente
www.invdes.com.mx

lunes, 28 de abril de 2014

Tonucci: “El alimento de la escuela debería ser la experiencia de los niños”


Francesco Tonucci de pequeño
Así era...
Francesco-Tonucci | Tiching
Francesco Tonucci
Pensador, psicopedagogo y dibujante

Su asignatura favorita era el dibujo y la más odiada el álgebra. Con sus amigos jugaba a las carreras de chapas y salía a pasear por el bosque. Nunca se olvidará de aquel maestro de primaria que robó la merienda a un niño para explicar los tiempos verbales. Aunque su experiencia escolar fue muy regular, Francesco Tonucci se ha convertido en uno de los grandes pensadores de nuestros tiempos.

¿Cuál era su punto fuerte, en la escuela?
El dibujo: siempre era el mejor. Recuerdo a las maestras acercándose al pizarrón para admirar mis dibujos. Pero lo cierto es que viví una experiencia escolar muy regular; cada año tenía miedo de no pasar de curso. Ahora sé que no hay ninguna relación entre el éxito escolar y el éxito en la vida. Esto es así porque, lamentablemente, la escuela tiene una relación muy escasa con la vida misma.

¿Cómo podrían acercarse ‘vida’ y ‘escuela’?
La experiencia de los niños debería ser el alimento de la escuela: su vida, sus sorpresas y sus descubrimientos. Mi maestro siempre nos hacía vaciar los bolsillos en clase, porque estaban llenos de testigos del mundo exterior: bichos, cuerdas, cromos, boliches…

Quería evitar distracciones.
Pues hoy un maestro debería hacer lo contrario, debería pedir a sus alumnos que le mostraran lo que llevan en los bolsillos. De esta forma la escuela se abriría a la vida, recibiendo a los niños con sus conocimientos y trabajando alrededor de ellos.

Si todo lo ponen los niños, ¿para qué necesitamos escuelas?
La escuela ofrece un método de trabajo, ofrece el cómo. El qué no es tan importante porque el contenido cambia. Hoy en día no queda nada de la geografía que yo estudié y, en cambio, nadie me enseñó a viajar, a conocer una nueva cultura. Lo que necesitan los alumnos de hoy, que serán adultos mañana -en un mañana que nosotros no podemos conocer-, son herramientas y ganas de aprender.

Para esto hace falta un buen maestro.
Claro. Un buen maestro es el que escucha a los niños, porque sabe que no están vacíos, sino que son ricos de una experiencia que él no conoce. Y, si no la conoce, ¿cómo va a proponer un contenido que les resulte interesante? Cada acción educativa tiene que empezar con una escucha, para recibir a los alumnos con lo que conocen y lo que saben hacer.

¿Y qué papel juegan las nuevas tecnologías y herramientas digitales como Tiching?
Las tecnologías son un gran invento pero no hay que olvidar que son un instrumento que solo vale si el que lo utiliza es bueno. Por eso los buenos maestros no solo necesitan estos instrumentos, ¡los estaban esperando! Yo conocí a grandes maestros que si hubieran vivido estos cambios habrían dicho: “menos mal que alguien lo ha pensado, porque estábamos haciendo un gran esfuerzo”. Son aquellos que utilizaban la imprenta para hacer un diario escolar, los que organizaban correspondencia con niños de otros países…

No todos los maestros piensan así.
Un maestro que usa el libro de texto de la primera página a la última -que es una forma lineal de enseñanza-, ¿qué puede hacer con un instrumento tan plástico y tan poderoso como un ordenador? Como mucho, lo puede humillar utilizándolo como libro de texto. No serán las tecnologías las que mejorarán las escuelas. Ni tampoco las leyes. Serán los buenos maestros.

¿Qué cambiaría usted de la escuela?
Todo. La escuela es una estructura absolutamente ajena a la vida social. Dentro de la escuela tenemos el aula, un espacio abstracto que se repite exactamente con la misma forma más de 20 veces. Y lo raro es que, en ella, con el mismo mobiliario y con los mismos instrumentos, los alumnos se quedan horas y horas sentados haciendo cualquier cosa: lengua, matemáticas, arte, música…

¿Dónde deberían estar, los alumnos, si no es en el aula?
Mi propuesta es renunciar a las aulas. Me imagino una escuela hecha de laboratorios y talleres fuertemente significativos en la que son los alumnos los que se mueven, no los adultos. El recorrido de un taller a otro les ayuda a cambiar el chip y con la ambientación de cada taller se acaban de situar en la materia que les toca.

¿Cómo sería, por ejemplo, el taller de lengua?
Podría ser una biblioteca. Un lugar con libros, donde pudiéramos leer y escribir. En cambio, una clase de matemáticas sería completamente diferente, con elementos de geometría, por ejemplo. La de ciencia tendría microambientes, animales, plantas, microscopios… Y el taller de arte no se parecería en nada a todo esto, sería de colores y en las paredes habría las obras de todos los niños y niñas.

Parece divertido.
Y esto son solo los espacios internos, pero también pienso en los externos. En vez de patio, pondría una huerta. El patio de la escuela de la mayoría de escuelas parece una plaza de toros, un lugar adecuado para descargar las energías que se han cargado demasiado en actividades no reconocidas y no aceptadas por los niños. Me gustaría una escuela sin recreo, porque si en las escuelas se aprendiera jugando, no haría falta que los niños se desahogaran.

Pero los niños piden el recreo.
Si por la mañana hiciéramos una escuela de verdad, que no molestara a los niños, no haría falta el recreo. Y por la tarde podrían vivir una experiencia verdadera y con autonomía fuera de la escuela, en las calles.

La ciudad es peligrosa para los niños.
La ciudad que yo propongo, no. Se trata de la Ciudad de los Niños y debe cumplir dos requisitos. El primero es renunciar a hacer parques y otros espacios para niños. En el momento en que la ciudad inventa espacios para niños está excluyendo a los niños de los espacios que deberían ser para todos. Aunque hoy en día no son para todos, son para los coches.

De acuerdo, una ciudad sin parques. ¿Y el segundo requisito?
El segundo es garantizar a todos los ciudadanos la posibilidad de moverse en su propia ciudad con seguridad. Para conseguirlo, hay que dar la vuelta a la jerarquía. En vez de intentar mejorar el tráfico, garanticemos primero la movilidad de los peatones. Después de los peatones, nos ocuparemos de las bicicletas y luego del transporte público. Los coches tienen que ser los últimos. Dando la vuelta a la jerarquía afirmamos que los primeros y los dueños de la ciudad son los peatones.

Esto en las grandes ciudades parece imposible.
En realidad no, porque la ciudad es una suma de barrios y la mayoría de la gente no sale de su barrio. En él tienen la escuela, las tiendas, el kiosco, la farmacia… Hay que considerar este espacio, el barrio, como sagrado, y no cortarlo con nada. Si hay que poner en marcha un sistema urbano de conexión rápida, se hará bordeando los barrios.

¿Y dentro de cada barrio?
Prioridad absoluta de los peatones. Esto significa que el camino de los peatones, que son las aceras, no se puede interrumpir nunca alrededor de las manzanas. Y, para cruzar la calle, no hay desnivel para el peatón; es el coche el que sube y baja para adaptarse a la acera.

¿Quién viene después de los peatones?
Las bicicletas. Hay que adaptar la ciudad a las bicicletas: con carril bici, aparcamientos… Llegados a este punto, nos daremos cuenta de que no hace tanta falta el transporte público, porque la gente prefiere ir andando o pedaleando. Por lo tanto, vamos a ahorrar con el servicio público y podremos hacerlo de mayor calidad.

Y ya les toca a los coches.
Sí, pero como lo hemos montado todo pensando en los peatones, los medios privados tendrán una vida más complicada. Si tienes prisa, es mejor que utilices el medio público o la bicicleta. Si vas en coche, tendrás que tener paciencia, porque te espera el camino más largo y más incómodo. De esta forma, si hay un accidente las consecuencias son mucho menores.

Así los niños podrían jugar en la calle.  
¡Y esto les permitiría tener algo que contar en la escuela! Además, es muy importante que un adulto reconozca a su hijo el derecho de salir de casa. Así, cuando vuelve, es él quien explica lo que ha pasado, sin ser interrogado. Esto le da la capacidad de enfrentarse a la novedad, a lo desconocido. Y le proporciona el gran placer de poder contar su historia.

Fuente

sábado, 19 de abril de 2014

Ocho mujeres y un destino enredado por los cables del call center


Un grupo de mujeres cautivas de un trabajo alienante. Pasiones encontradas y la llegada de una colaboradora extranjera que desata situaciones con un sorpresivo final.






La monotonía de sus voces, repitiendo un mensaje almibarado que todos conocemos bien, nos sorprende desde que ingresamos a la sala.

Estamos por ver la historia laboral de ocho mujeres, atrapadas en un call center donde se entrelazan amores prohibidos, desvaríos estilo “El sexto sentido” y ansias de poder escondidas.

Con la presencia constante de una gerenta que vive para satisfacer los deseos del dueño de la empresa, una guardia de seguridad con sus emociones asfixiadas tras el uniforme y una encargada de recursos humanos que sobrevive con una dieta de pastillas y alcohol, las cuatro telemarketers nos irán contando sus historias. Las que se quieren ir y las que quieren ascender. Las que están bien donde están y las que quieren trascender más allá de este plano físico. Todas enredadadas como los cables telefónicos que las rodean formando una jaula que aprieta justo hasta el punto donde quita las ganas pero no mata.




Situaciones hilarantes, ritmo acelerado (de call center) e imágenes para recordar es lo que propone la puesta en escena de este excelente grupo rosarino.

Una buena realización para pasar un rato muy agradable con gente que ama lo que hace y por eso lo hace muy bien.

La cita es en la sala “La manzana” (San Juan 1950) para ver a estas mujeres fuera de servicio. Y recuerde, la próxima vez que atienda el llamado de una telemarketer: del otro lado, hay una historia para contar.

Virus Sincicial Respiratorio: convocan a participar en estudio para vacuna infantil

Un equipo de científicos en Rosario participa de un estudio internacional para desarrollar una vacuna pediátrica intranasal. El objetivo es ...