sábado, 20 de septiembre de 2014

Especialización en Periodismo Científico

Invitado por Antonio Capriotti, docente del ISET 18, tuve la oportunidad de dar una charla sobre estructura y funcionamiento del Sistema Cientifico-Tecnológico argentino.

La charla introductoria sirvió para comenzar a conocer como funciona
el sistema que produce conocimiento científico en la Argentina (Foto: A. Capriotti).


Antonio Capriotti y las autoridades del ISET 18 han tomado la iniciativa en un área de vacancia en nuestra ciudad y gran parte de la Argentina: la especialización en Periodismo Científico. La idea es que los alumnos de la carrera de periodismo puedan conocer en mayor profundidad distintos aspectos que tienen que ver con la ciencia. Abordando temáticas tan variadas como las cuestiones experimentales, los aspectos de la gestión científica y las políticas en Ciencia y Tecnología, el ciclo de seminarios permite la interacción de los estudiantes con gente del ámbito científico.

Dentro de esta estructura de seminarios mensuales, fui invitado a dar una charla el 4 de septiembre sobre “Introducción a la Estructura y Funcionamiento del Sistema Científico-Tecnológicoargentino”. Tema vasto pero que, a modo de introducción, sirvió para que los alumnos conocieran un poco más sobre la historia, estructura, funcionamiento y financiación de nuestro sistema de Ciencia y Tecnología.

La concurrencia estuvo compuesta por alumnos interesados en aplicar sus
estudios de Periodismo al ámbito científico (Foto: A. Capriotti).

La charla permitió la interacción con los alumnos, quienes participaron con preguntas y comentarios. Las preguntas, a su vez, sirvieron para adentrarse, aunque más no fuera brevemente por cuestiones de tiempo, en otros temas igual de importantes y complejos que el que motivó el encuentro.

Las especializaciones en Periodismo Científico no son comunes en nuestro país. Si bien contamos con profesionales de gran trayectoria, a nivel institucional llama la atención que aún no sea moneda corriente el abordaje del periodismo científico como una especialización. Sobre todo cuando hay periodistas que se especializan en cine, deportes, o policiales .

Durante las dos horas de la charla se plantearon interesantes preguntas
que conectaban con temas igualmente interesantes y complejos (Foto: A. Capriotti).

Es necesario contar con profesionales que tengan conocimientos, aunque sean básicos, sobre ciencia. También se requiere de profesionales que se muevan en el mundo científico, conociendo “quién es quién” en el mundo de la ciencia, especialmente el local. Este “conocimiento del paño” permite al profesional la repregunta y no simplemente aceptar a pies juntillas lo que se le está diciendo. Después de todo, los periodistas son curiosos, los científicos son curiosos. Uno esperaría que los periodistas científicos fueran doblemente curiosos, ¿verdad? 

Antonio realiza un excelente trabajo, dando a sus alumnos una sólida formación en diferentes áreas y estimulando la lectura y escritura, algo básico para el que desea expresarse como periodista. La iniciativa es por demás necesaria y les auguro éxitos viendo la forma en que trabajan docentes y alumnos y la pasión con que lo hacen.

jueves, 18 de septiembre de 2014

De los ácidos y las bases (I)

Una interesante mirada sobre la historia de la Química y algunos de sus términos más comunes. 


De los ácidos y las bases



Por César Tomé López

Con objeto de aportar algo de orden al mundo natural los humanos han creado desde siempre clasificaciones de las sustancias en función de su sabor y de su aspecto. Entre las categorías de sustancias más antiguas están los ácidos, con su fuerte sabor agrio; los álcalis, amargos; y las sales, de aspecto cristalino y solubles en agua. Sin embargo, estos criterios han cambiado drásticamente a los largo de los siglos en función del avance del conocimiento científico, de las técnicas analíticas y de las teorías químicas.

 El “antagonismo” entre ácidos y bases se conoce desde la antigüedad; los protoquímicos comenzaron a darse cuenta gradualmente de que el producto de estas “luchas” eran las sales. En el siglo XVIII, con la química ya establecida como actividad científica, la palabra “base” vino a significar cualquier sustancia que por reacción con un ácido daba lugar a una sal.

Entre las sustancias alcalinas más antiguas conocidas están la sosa (carbonato de sodio) y la potasa (carbonato de potasio). Se obtenían a partir de los extractos acuosos de las cenizas usadas en la producción de jabón y vidrio, de ahí su nombre genérico, del árabe al-qaly, “ceniza”. Estos álcalis “fijos” (no volátiles) se distinguían de otros álcalis que eran volátiles como el amoniaco, que se producían por descomposición de otras sustancias, como la urea de la orina. Algunas sustancias como la caliza o la creta, formas en la que se encuentra en estado natural el carbonato de calcio, se clasificaban como “tierras” alcalinas.

Los protoquímicos medievales europeos también disponían de sustancias como el espíritu del vinagre (ácido acético), cuyo proceso de purificación habían aprendido de sus predecesores árabes. En sus anaqueles también aparecían los ácidos inorgánicos, mucho más poderosos y corrosivos: espíritu de la sal (ácido clorhídrico), espíritu del nitro (ácido nítrico) y el espíritu del vitriolo (ácido sulfúrico). Estos ácidos eran capaces de disolver muchos materiales, incluidos los metales; incluso el oro, el más noble de todos ellos, sucumbía ante el “agua regia” (una mezcla de ácidos clorhídrico y nítrico). Esta capacidad como disolventes de los ácidos minerales los convertían en artículos comerciales de alto valor y en potentísimos símbolos del vocabulario alquímico.

El contacto entre cualquiera de estos espíritus y con un álcali provocaba una reacción tumultuosa, a veces muy violenta, generando mucho calor. Si el álcali era un carbonato también se observaba efervescencia ya que liberaba “aire” (dióxido de carbono, en realidad). Estos hechos cuadraban bien con las interpretaciones antropomórficas de los alquímicos, que pensaban en términos binarios y veían a álcalis y ácidos como poco menos que enemigos.

Los protoquímicos y después los químicos especularon de forma continuada con las causas últimas de la acidez y la basicidad. Una teoría que tiene su origen en Aristóteles, lo que no fue óbice para que mantuviese su influencia hasta entrado el siglo XVIII, mantenía que la materia tangible por sí misma no tiene propiedades intrínsecas; existían unas esencias intangibles, los “principios” como los de “acidez”, “basicidad” y “salinidad”, que se unían a la materia ordinaria. Estos principios, sin embargo, no podían aislarse, lo que hacía que ácidos y álcalis se definiesen de forma circular: una sustancia que reaccionaba vigorosamente con una categoría era clasificada como la otra. La teoría tenía un problema añadido, que era explicar el destino de estos principios tras la reacción, ya que las sales formadas diferían sustancialmente en propiedades de sus progenitores.

Robert Boyle redescubrió en el siglo XVII (Arnaldo de Villanueva ya dejó constancia de ello a principios del siglo XIV) que ciertas infusiones de plantas cambiaban de color al entrar en contacto con ácidos y álcalis conocidos. Así, por ejemplo, el sirope de violetas es azul por sí mismo, se vuelve rojo si entra en contacto con un ácido y verde si lo hace con un álcali (hoy día, aunque cada vez se use menos, el llamado tornasol es un extracto de determinados líquenes).

El redescubrimiento de Boyle permitió a los químicos romper la circularidad en la definición de ácidos y álcalis, ya que ahora podían clasificarse en función de una tercera referencia. Gracias a ello para demostrar que las neutralizaciones de ácidos y álcalis concretos se producían en unas proporciones de peso fijas había sólo un paso.

Sobre el autor: César Tomé López es divulgador científico y editor de Mapping Ignorance
Esta anotación es una participación de  Experientia docet en el XXXIX Carnaval de la Química cuyo blog anfitrión es Gominolas de petróleo

Fuente:

sábado, 13 de septiembre de 2014

Presentación del Voluntariado “La ciencia va a la escuela”: alumnos se acercan a la escuela secundaria para compartir su entusiasmo

Un grupo de alumnos de la Facultad de Cs. Bioquímicas y Farmacéuticas (FBioyF) se acercan a una escuela secundaria para contar sus experiencias e incentivar a estudiantes secundarios. Invitado por el grupo tuve oportunidad de dar una charla con algunas ideas acerca de cómo abordar la actividad.




La reunión fue el 21 de agosto en la FBIOyF. El fin: ofrecer algunas sugerencias para el acercamiento de los estudiantes del voluntariado de la facultad a una escuela de la zona oeste de la ciudad de Rosario.

Claudio Pairoba expuso algunas ideas para facilitar la interacción voluntarios-alumnos secundarios.

El objetivo del proyecto coordinado por la Dra. Estela Alvarez es el de “promover el ingreso de los jóvenes de sectores vulnerables, a las carreras vinculadas con las ciencias duras, prioritarias para el desarrollo del país”, según indica la propuesta. A través de este acercamiento de la universidad pública en general y de la FBioyF en particular, se busca informar sobre las carreras disponibles en esta última así como las distintas herramientas existentes para que los jóvenes estudien una carrera universitaria.


La Dra. Estela Alvarez, coordinadora del proyecto, explicó detalles del mismo.

Basándome en tres ejes (identidad, posibilidad y acción) sugerí algunas pautas para el momento de la charla entre los alumnos del voluntariado y los estudiantes secundarios. También comenté mi perspectiva acerca de los cuidados a tener en la preparación de la exposición.

Participó de la charla la psicóloga Mirian Caraballo, de amplia experiencia con alumnos secundarios, quien describió algunos aspectos del marco en el que se mueven los adolescentes. Mirian al igual que yo, forma parte de la Escuela de Comunicación Estratégica de Rosario y nuestros aportes estuvieron enmarcados dentro de esta propuesta comunicacional.


La Psic. Mirian Caraballo aportó su experiencia trabajando con alumnos de escuelas secundarias.

Uno de los fines que tanto Mirian como yo buscamos fue dejar en claro que el entusiasmo con el que los estudiantes del voluntariado se acercan puede no generar interés en todos los alumnos. Estando preparados para esta reacción, los estudiantes lejos de desencantarse y sentirse desubicados, podrán trabajar con aquellos que sí estén interesados al mismo tiempo que procurar la generación de interés en el resto pero sin sentirse presionados.

Otro punto que recalcamos fue que, debido a la proximidad etárea, los alumnos secundarios podrían ver a los estudiantes visitantes como referentes para consultas variadas. Si bien el objetivo particular es contarles sobre las carreras que se dictan en la FBIOyF, se puede plantear un objetivo más general: servir cómo escucha para aquellos interesados en estudiar otras carreras dentro de la Universidad Nacional de Rosario o fuera de ella.


La Dra. Julieta Barthet, responsble del Área de Voluntariado Universitario (UNR), también estuvo presente.

Iniciativas como las propuestas por los estudiantes del voluntariado “La ciencia va a la escuela” son acciones concretas del proyecto de acercamiento de la universidad pública a la sociedad en general y a los sectores más necesitados en particular. Felicitaciones por la idea y el trabajo desarrollados.



Fotos y video gentileza del equipo del Voluntariado Universitario "La Ciencia va a la Escuela".

jueves, 11 de septiembre de 2014

Entrevista a Patricia Ponce de León: la importancia de la formación

Recientemente doctorada, Patricia es docente-investigadora y nos cuenta sobre tu tema de trabajo y el camino profesional recorrido.

Patricia es docente-investigadora y se doctoró recientemente trabajando en parasitología.


Patricia Ponce de León es bioquímica y se doctoró el 25 de julio, en la carrera de doctorado de la Facultad de Cs. Médicas. Se desempeña como docente de la Facultad de Cs. Bioquímicas y Farmacéuticas (Cátedra de Parasitología, Departamento de Microbiología).

ES: ¿Cuál fue tu tema de tesis?
Trabajé con moléculas de naturaleza glucídica que estuvieran expresadas en el glóbulo rojo y su relación con el mecanismo de infección del parásito Ascaris lumbricoides.

ES: ¿Cuál es la incidencia de este parásito en nuestra zona?
Aproximadamente un 12-15 %. Dentro de los nematodos es el más importante. La forma infectante es el huevo larvado, el cual ingresa por vía oral a través de frutas, verduras, agua contaminada o tierra. Es una parasitosis bastante frecuente y una de las más comunes a nivel mundial.

Esto se debe a que las hembras ponen alrededor de 200.000-240.000 huevos diarios, los cuales son eliminados por material fecal. Estos huevos son extremadamente resistentes a las condiciones adversas del medio ambiente. Yo tuve la posibilidad de encontrar huevos con larvas vivas en muestras de material fecal de 4 años, conservadas en formol, que guardamos en nuestra cátedra para que las estudien los alumnos.

ES: ¿Dónde se aloja el parásito cuando penetra en el organismo?
Uno ingiere los huevos larvados, los cuales eclosionan cuando llegan al intestino. Ahí salen las larvas, atraviesan la mucosa intestinal y llegan por la circulación hasta corazón, hígado y pulmones. En pulmones ascienden por el árbol pulmonar hasta la faringe-laringe, son deglutidas y vuelven a caer al aparato digestivo. Ahí completan su maduración, transformándose en el intestino delgado en machos y hembras que copulan y ponen los huevos.

ES: ¿Cuál es el tratamiento para esta parasitosis?
Se trata con mebendazol lo cual da muy buenos resultados. El tema principal es que los huevos son muy resistentes por lo tanto la capacidad de infección es grande. Hace unos años se hizo una campaña por la cual se dió mebendazol de manera preventiva y disminuyó la cantidad de gente infectada. Es de fácil tratamiento pero hay que hacerlo bien para evitar que el parásito migre, porque los adultos alcanzan los 20-30 cm y pueden causar obstrucciones.

ES: ¿Cuáles son algunos de los resultados que encontraste con tu trabajo?
A lo largo de la evolución, los parásitos han desarrollado mecanismos de evasión parasitaria para poder perpetuar una infección en el hospedador. Ante una infección por ascaris, nuestro sistema inmunitario activa una respuesta inflamatoria que involucra distintas moléculas, por ejemplo ácido hialurónico y ácido siálico, moléculas que yo estudié. También estudié antígenos del grupo sanguíneo(moléculas que se encuentran en la superficie de los glóbulos rojos), los cuales participan en los mecanismos de mimetismo molecular. Entonces, el parásito trata de mantenerse a través de dos mecanismos: mimetismo molecular e inhibición de la respuesta inmune. El parásito utilizaría moléculas del hospedador para evadir la respuesta de defensa y poder infectar.

Los resultados que obtuve con los antígenos del grupo sanguíneo, presentes en la superficie de los glóbulos rojos, indican que el parásito los absorbe del hospedador y de esta forma se parecería a él, minimizando la respuesta inmunológica.

ES: ¿Qué otro tipo de problemas pueden aparecer asociados a la respuesta de defensa contra la presencia del parásito?
Puede darse el caso de que el individuo infectado produzca anticuerpos contra el parásito y que estos anticuerpos puedan causar problemas en caso de transfusiones o bien en el caso de una mujer embarazada que esté parasitada, ya que los anticuerpos pueden llegar al feto. No es problema en sí para el hospedante. Esto es lo que yo encontré trabajando con los antígenos del grupo sanguíneo.

ES: ¿Cómo nace tu interés por estudiar bioquímica?
Mi papá era ingeniero químico y yo tenía una cierta inclinación a esa disciplina. En ese momento, tal vez,  no había muchas mujeres que estudiaran ingeniería química, así que me pareció que bioquímica era más acorde. También tenía un componente de salud que a mí siempre me interesó.

En el ciclo básico casi desisto porque había mucha matemática, física, estadística, y yo no sabía bien cuál era el sentido. A medida que avancé y encontré las materias más específicas de la carrera, me encantó. Cuando terminé lo que más me gustó era la microbiología, por eso terminé en una de sus ramas, la parasitología.

ES: ¿Qué hiciste cuándo te recibiste?
Yo ya venía haciendo una pasantía en el Hospital Vilela haciendo bacteriología. Cuando me recibí, me fui al Instituto Nacional de Enfermedades Virales Humanas Dr. Julio  Maiztegui en Pergamino donde trabajé en fiebre hemorrágica argentina por casi dos años. Después me fui a Bariloche, al centro de zoonosis donde se estudiaba Chagas, entomología de vinchuca, hidatidosis. Mientras estaba allí, una profesora amiga de mi mamá se comunica con ella y le dice que había concurso para las cátedras de parasitología y bacteriología. Como estaba en el centro de zoonosis, tenía buenos antecedentes y eso me permitió ingresar a la cátedra.

ES: ¿Hay docentes a los que recordás de manera especial?
Cuando ingresé a la cátedra, la jefa era la Dra. Mary Zdero, ya jubilada. Ella me enseñó todo lo que yo necesitaba saber de parasitología y me hizo amar la especialidad. Una persona muy humana, que se preocupaba mucho por los pacientes. Para nosotros la tarea asistencial, de extensión al medio era y es fundamental. Nos seguimos reuniendo con ella todas las que fuimos sus discípulas.

ES: ¿Alguna reflexión después de doctorarte?
Hay gente que se doctora más joven. Yo lo que rescato en mi caso, es el esfuerzo de poder decir, en un momento donde mucha gente tal vez esté pensando en retirarse, que logré algo. El hecho de superación personal que uno se impone lo ayuda a sentirse más vivo, a actualizarse. Particularmente, lo que trato de transmitirles a mis alumnos y a mis hijos es que si yo lo pude hacer con todas las responsabilidades que ya tenía, los que son más jóvenes también pueden hacerlo. Trato de predicar con el ejemplo y les insisto a mis hijos y a mis alumnos en que hay que formarse y que vivimos en un país donde hay muchas carreras para estudiar y no puede ser que no haya algo que te guste. Ese es mi corolario.

lunes, 8 de septiembre de 2014

José A. López Cerezo: "Existen incentivos para no divulgar la ciencia"

Después de la II Guerra Mundial, los dirigentes políticos tomaron nota de la importancia que tenía el conocimiento científico para el ejercicio pleno de la ciudadanía. De esa preocupación nacieron disciplinas como la ‘comprensión pública de la ciencia’, una de las áreas de trabajo de José Antonio López Cerezo. Catedrático de Filosofía de la Ciencia en la Universidad de Oviedo, este investigador indaga en las relaciones que se producen entre ciencia, tecnología y sociedad y reflexiona sobre qué es ser científicamente culto.



¿Qué significa ser científicamente culto?
Significa varias cosas dependiendo del autor. Una propuesta habitual es diferenciar tres tipos de alfabetización o cultura científica: una cultura científica cívica, que consiste en dar sentido a las noticias sobre ciencia y tecnología que aparecen en los medios para tener una opinión sobre dilemas éticos generados por el desarrollo biotecnológico o sobre las políticas públicas que impulsan investigaciones relacionadas con la defensa, la energía, etc.; una cultura científica práctica, que reflejaría los conocimientos científicos que necesita el ciudadano para tomar decisiones como consumidor o como usuario; y una cultura científica escolar, que aludiría a los conocimientos científicos que el ciudadano recibe durante la escolarización.
Por ejemplo, no todo el mundo sabe responder si el centro de la Tierra está o no muy caliente o si los antibióticos sirven para curar enfermedades víricas.

A partir de este esquema y enlazando con esa idea tan repetida de que la sociedad española, en comparación con otras europeas, es menos culta desde el punto de vista científico, ¿en cuál de las tres culturas científicas tendríamos más atraso?
Cuando se dice que la sociedad española no es científicamente culta se alude al ámbito escolar. Esto lo reflejan los barómetros de ciencia y tecnología de la UE, en los que se utilizan preguntas de la ciencia escolar para valorar el conocimiento de los europeos. Evidentemente es una comprensión bastante limitada de lo que es ser científicamente culto porque no incluye las otras dimensiones del concepto. Resultados parecidos arroja el proyecto PISA, en el que estamos mal situados en comparación a otros países europeos.
Pero no se promueven encuestas que recojan visiones más amplias de lo que significa ser científicamente culto. No hay información acerca del conocimiento metacientífico, que consiste en estar familiarizado con los dilemas éticos presentes en la investigación con células madre, o en conocer la relevancia que tienen los temas económicos en la orientación investigadora de la industria farmacéutica, o en tener consciencia de las amenazas ambientales que generan los residuos nucleares.

Todo eso tendría que ver la ‘cultura científica cívica’ del esquema que planteaba.
Exacto. No hay información que nos compare con otros ciudadanos europeos en este aspecto, ni tampoco acerca de nuestro nivel de cultura científica práctica, es decir, sobre los usos del conocimiento científico en la vida cotidiana (por ejemplo, al comprar en un supermercado o cuando decides exponerte o no a ciertas terapias médicas).

¿Por eso es tan difícil cuantificar la percepción social de la ciencia?
No es fácil. Las encuestas no suelen incluir cuestiones sobre dilemas éticos, asuntos políticos, económicos, etc., y si lo hacen es de forma bastante restringida. Además tienden a omitir lo relacionado con efectos negativos, riesgos o amenazas de la ciencia, abordando solo sus beneficios y potencialidades. Hay un cuidado exquisito en no plantear temas que se puedan ver como una crítica. Es una cuestión tabú y me parece que hace daño a la ciencia. La buena salud de la literatura, el teatro o el cine tiene que ver con el ejercicio de la crítica, pero no existe nada parecido en la ciencia.

Digamos que todo gira en torno a la ciencia como motor de desarrollo, omitiéndose lo demás...
Sí, parece que o estás favor de la ciencia de un modo incondicional o eres un crítico anticientífico. Y no es verdad, hay un espacio para la crítica que puede mejorar el sistema científico-tecnológico, al señalar cuestiones que tienen que ver con ciencia y política o ciencia y economía, o con los efectos ambientales negativos de ciertos desarrollos industriales de base tecnológica. Dar entrada a la crítica en la comunicación y en la enseñanza de la ciencia es importantísimo, eso sí, ha de ser una crítica a favor de la ciencia y no en forma de reacción anticientífica. La ciencia es parte de la sociedad; es lógico que también tenga efectos negativos, por eso hay que tener una mirada vigilante para identificarlos y corregirlos.

"La buena salud de la literatura, el teatro o el cine tiene que ver 

con el ejercicio de la crítica, pero no existe nada parecido en la ciencia"


La ciencia y la tecnología tienen además un valor social. ¿En qué se traduciría esa orientación social de las políticas de I+D?
Es una cuestión que tiene muchas perspectivas. Una sería la rendición social de cuentas. Creo que en nuestra sociedad a veces la confianza está sobrevalorada. Es importante porque contribuye a dar solidez al tejido social, pero no es bueno un exceso de confianza entre los agentes sociales porque necesitamos mecanismos de control y rendición de cuentas. Se dice: ‘hay que dar a la ciencia la confianza que merece’. Es cierto, pero eso no puede eximir a la ciencia de la rendición de cuentas que debe prestar a la sociedad, que es la que financia con sus impuestos la investigación pública.

¿Cómo se articularía esa rendición de cuentas?
Por ejemplo, en los proyectos de investigación de las convocatorias del plan nacional o de los planes regionales, el espacio que se da a la rendición pública de cuentas es nulo o mínimo. La rendición es entre colegas, pero no de cara a la sociedad. La comunicación social de resultados de una investigación es escasa, y sin embargo sí se valoran los artículos especializados en revistas punteras. Lógico, pero también habría que valorar que el investigador diga de modo accesible en qué se está gastando el dinero público y qué expectativas tiene de que esto revierta a medio o largo plazo en bien de la sociedad.

Esto conectaría con la divulgación de la ciencia, en el sentido de contar qué se está investigando con dinero público...
Sí, pero la divulgación no forma parte de la justificación que se pide a los investigadores que están recibiendo fondos públicos...

¿Una mayor rendición de cuentas de algún modo también contribuiría a mejorar la divulgación de la ciencia?
Cierto. Estoy completamente de acuerdo, porque habría un esfuerzo adicional por parte de los receptores de fondos públicos en el sistema de ciencia y tecnología, que tendrían más interés en llegar a los medios y dar a conocer los resultados de sus trabajos. La investigación que se produce en los organismos públicos y universidades apenas se conoce por el público, y se conoce poco por parte del sistema productivo. También hay barreras que separan a las empresas del sistema de producción de conocimiento.

Esa orientación social de la ciencia y la innovación consiste también en no ligarlas exclusivamente a las demandas del mercado y las empresas, sino dirigirlas para que redunden en beneficios para la sociedad.
Sí, eso es lo que llamo la orientación social de la I+D, que es muy importante. Este énfasis excesivo en la innovación, que hoy es una palabra talismán, me parece un poco preocupante. El sistema productivo no es la única clase de demanda de conocimiento que existe. Hay otros ámbitos que no se expresan en el mercado, bienes o servicios públicos como el sistema de salud, o el educativo o la protección del medioambiente a los que puede atender la inversión pública en ciencia y tecnología. Esto no se refleja luego en el PIB y sin embargo son servicios esenciales. Otro ejemplo: el sistema sanitario debe atender las enfermedades que generan una importante demanda para la industria farmacéutica, pero también las enfermedades raras, con las que no se va a enriquecer nadie pero que van a beneficiar a esos pacientes.

Ahora casi todo se valora en la medida en que tenga una vertiente práctica.
Eso es muy perjudicial para la investigación básica. Como ya vieron los padres de las actuales políticas científico-tecnológicas tras la II Guerra Mundial, no podemos diseñar el sistema de producción de conocimiento con respecto al sistema productivo, porque hay muchas líneas de investigación que son cheques en blanco. Si a Einstein le hubieran preguntado que para qué servirían sus extrañas ecuaciones, nadie hubiera puesto ninguna confianza monetaria o de otro tipo en ese trabajo.
Parte de la ciencia y de la investigación científica es el futuro abierto. No podemos plantear su financiación únicamente en función de la demanda del mercado. Hay muchas líneas que no se sabe adónde conducen; si no se las da una oportunidad, no recibiremos los frutos que pueden generar 10, 20 o 30 años después. Por eso ya en los años 40 y 50 se dijo que la financiación de la ciencia es también responsabilidad de los gobiernos.


"Los investigadores que están siendo desmotivados a la hora de divulgar por el actual sistema"


¿Crees que esa vertiente práctica y utilitarista afecta a la cultura en general, sea científica o no? Por ejemplo, las humanidades cada vez están más denostadas porque no se relacionan con aplicaciones o resultados inmediatos.
Claro. Con ese enfoque exclusivamente práctico, no se valora el papel de la crítica constructiva, esa mirada reflexiva... El problema es que los gobiernos asuman una mentalidad exclusivamente empresarial a la hora de promover la ciencia que se financia con fondos públicos, y que tiendan a convertir las políticas científicas en partes o capítulos de las políticas económicas. España, donde el Ministerio de Ciencia ha sido absorbido por el de Economía, es un ejemplo.

¿Cuáles serían los retos de la divulgación de la ciencia en nuestro país? ¿Está suficientemente valorada esta actividad?
No, no lo está desde muchos puntos de vista. Uno es el espacio que tiene en los medios de comunicación, todavía muy limitado. Esto lo ponen de manifiesto las encuestas bienales de la FECYT, en las que los españoles señalan que hay oportunidades desaprovechadas para divulgar más a través de los medios. Otra perspectiva es la de los investigadores, que están siendo desmotivados por el actual sistema.

¿No hay incentivos para divulgar?
Al revés, existen incentivos pero para no divulgar. Cuando preparo mi currículum para ser evaluado por mis pares, elimino todo lo relacionado con la divulgación. A quien se permite divulgar, como si fuera una especie de actividad recreativa, es a los investigadores que se supone que ya han demostrado todo. Para los que están en activo, estas actividades son más bien un demérito. La actual Ley de Ciencia recoge la divulgación como elemento a tener en cuenta en la promoción de los investigadores, pero, si no hay unos medios económicos que respalden eso, es solo un brindis al sol.

Fuente:

Virus Sincicial Respiratorio: convocan a participar en estudio para vacuna infantil

Un equipo de científicos en Rosario participa de un estudio internacional para desarrollar una vacuna pediátrica intranasal. El objetivo es ...