martes, 5 de abril de 2016

Médicos rosarinos resuelven un dilema de las enfermedades autoinmunes

Muchos pacientes con lupus o artritis reumatoidea, entre otras patologías crónicas, tienen fiebre a menudo pero la causa no siempre se puede determinar. Una investigación hecha en el Hospital Centenario, que recibió un premio, dio pistas sobre este enigma.


Destacados por su trabajo. Roberto Parodi, Mariana Lagrutta, Francisco Consiglio y Alcides Greca.

Por Florencia O'Keeffe / LaCapital

Los médicos que atienden pacientes con enfermedades autoinmunes como lupus o artritis reumatoidea enfrentan a diario un problema: identificar la causa de la fiebre en estas personas, ya que el aumento de la temperatura puede estar ligado tanto a una agudización de la enfermedad como a una infección. El dilema es que el síntoma es el mismo pero el tratamiento no. Esta incógnita les hace perder un tiempo valioso en la búsqueda de datos que revelen la causa y muchas veces también equivocar el camino.

Preocupados por esta situación un grupo de profesionales del Hospital Centenario y la Universidad Nacional de Rosario (UNR) decidió investigar a fondo. El resultado fue un estudio que recibió varios premios en el III Congreso Internacional de Clínica Médica y Medicina Interna 2015: al mejor trabajo en la categoría Reumatología, al de mayor interés pedagógico y al de mayor interés metodológico. Finalmente fue seleccionado como el mejor trabajo científico de todo el congreso.

Lo más importante es que gracias a esa revelación muchos pacientes ya empezaron a recibir los beneficios, y no sólo los que se atienden en el Centenario sino también en distintos hospitales y sanatorios ya que la difusión en el congreso fue muy bien recibida entre los colegas de toda la Argentina y otros lugares del mundo que se enfrentan al mismo inconveniente.

El logro pertenece al equipo integrado por Francisco Consiglio, Roberto Parodi, Mariana Lagrutta, Cecilia Demaría y Alcides Greca, del servicio de Clínica Médica del Hospital Centenario y de la 1ª cátedra de Clínica Médica y Terapéutica de la Facultad de Ciencias Médicas de la UNR. La investigación fue seleccionada entre 1.400 trabajos científicos de autores nacionales e internacionales y es la primera vez que este reconocimiento recae en un “paper” elaborado en Rosario.

El trabajo, cuyo título es Utilidad de la procalcitonina como biomarcador en pacientes con enfermedades autoinmunes y sospecha de infección, llevó dos años e implicó el seguimiento de 30 casos clínicos. ¿Qué es la procalcitonina y por qué es clave para hacer un diagnóstico correcto y brindar el tratamiento adecuado? Los doctores Consiglio y Parodi lo explican en una charla con Más: “Es un marcador de infección muy útil en situaciones donde resulta dificultoso distinguir la presencia de una infección de otras causas, como ocurre a menudo en personas con enfermedades autoinmunes. Lo que nosotros hicimos fue medirlo en estos pacientes y observamos que cuando hay infecciones se eleva, pero cuando se trata de un paciente con una exacerbación propia de la enfermedad el marcador se mantiene estable”.

Si bien es un dato sumamente valioso no es el único que permite llegar al verdadero diagnóstico: “Ante una persona con enfermedad autoinmune que llega con fiebre, y muchas veces debe permanecer internada, hacemos una evaluación que incluye imágenes (radiografías, tomografías), hemograma, examen clínico, cultivos y actualmente, a partir de los resultados del estudio, le sumamos la determinación de la procalcitonina. Esto nos permite llega a la causa de una manera más precisa”, detallan.

Defensas
Las personas con enfermedades como el lupus, la artritis reumatoidea, vasculitis y algunos síndromes mucho menos frecuentes, tienen un mal funcionamiento de su sistema de defensas. Normalmente ese sistema defensivo está diseñado para atacar aquello que es extraño al organismo pero en las enfermedades autoinmunes termina dañando órganos del propio cuerpo.

Para mejorar su calidad de vida se indica un tratamiento que consiste en frenar el sistema de defensas defectuoso con medicamentos que lo inhiben. El problema es que como consecuencia de los fármacos las defensas bajan y el paciente queda más expuesto a infecciones como por ejemplo neumonías, lesiones de la piel, urinarias o de la sangre.

La fiebre es más frecuente en estas personas que en la población común. Ahora, ¿cómo saber si la temperatura elevada es consecuencia de un proceso infeccioso o de una crisis de la propia enfermedad inflamatoria? “De allí que los resultados que arrojó el estudio sean tan relevantes”, señala Consiglio, y agrega: “En ocasiones le dábamos al paciente antibióticos para cubrirlo en el caso de que sea una infección, pero si no los necesita no tiene sentido porque estamos sumando toxicidad sin ningún beneficio. Por el contrario, podíamos no indicar ciertos fármacos cuando en rigor el paciente los precisaba”.

En el Hospital Centenario, por ser un centro de alta complejidad y recibir derivación de varias regiones aledañas, se atiende a una gran cantidad de personas con estas enfermedades que conllevan tratamientos de por vida y que tienen complicaciones con cierta frecuencia. El seguimiento médico es clave para tener una buena calidad de vida, al igual que el cumplimiento de las terapias por parte de los pacientes. Además, como todas las enfermedades poco frecuentes, llegar al diagnóstico no es fácil. Muchos hombres y mujeres deambulan años por el consultorio de distintos especialistas en busca de un nombre para su padecimiento, y un tratamiento. Por eso, Roberto Parodi repasa los síntomas más comunes para advertir a la población: “Dolores articulares, decaimiento, pérdida del apetito, fiebre, lesiones cutáneas pueden ser producto de una enfermedad autoinmune, por eso, debe consultarse a un médico clínico o reumatólogo ante estos síntomas. Y hay que saber que quienes tienen antecedentes familiares son más propensos a padecerlas”.

“Con tratamiento, muchas veces pueden llevar una vida normal. Nuestro compromiso es seguir trabajando en investigación científica —parte constitutiva de la Universidad y en un hospital público— para ofrecer respuestas a nuestros pacientes”, señalan.

Los médicos agregan que el hospital público cuenta con la aparatología, reactivos y fármacos necesarios para tratar a los pacientes.

Cabe destacar, además, que los autores de este trabajo no recibieron ninguna clase de financiamiento para realizarlo.

Fuente
 www.lacapital.com.ar

sábado, 2 de abril de 2016

Cementerio de la Recoleta: historia presente



Los apasionados por la historia y la cultura argentinas tienen un lugar donde contactarse con el pasado.



La historia comienza el 1 de julio de 1822 cuando las autoridades de la época deciden expropiar terrenos de los monjes recoletos con el fin de crear un cementerio. Se terminaría entonces la costumbre de sepultar a los difuntos en las iglesias o los camposantos.

Luego de atravesar una etapa de desorden durante la cual estuvo a punto de ser cerrado, es el intendente Torcuato de Alvear quien decide modernizarlo en 1881.


A partir de entonces comienza a poblarse, constituyendo una fuente de trabajo para escultores, herreros y fabricantes de vitrales.

Presidentes, militares, gobernadores, personalidades de la cultura y la ciencia tienen su descanso final en estas poco más de 5 hectáreas limitadas por las calles Junín, Vicente López, Azcuénaga y la iglesia Nstra. Sra. del Pilar.

Apenas se ingresa al predio tenemos sobre la izquierda la tumba de parte de la familia Alvear y a la derecha el lugar donde descansan los restos del coronel Federico Brandsen. Este último falleció por llevar a cabo una orden dada por el general Carlos de Alvear, su vecino de enfrente.


Para que tengamos una idea de la riqueza histórica del lugar, en solo unos pocos metros cuadrados de la entrada tenemos, además, a Facundo Quiroga, Renata Pacini de Alvear (fundadora de la Casa del Teatro), Federico Soares (uno de los fundadores de la ciudad de Chivilcoy), el dramaturgo Enrique García Velloso (fundador de lo que luego sería Argentores), la actriz Blanca Podestá y Lorenzo Chaves (uno de los fundadores de la mítica tienda “Gath y Chaves”). Los restos de María Luz García Velloso, supuestamente la “dama de blanco” que ronda el cementerio, descansan aquí también.

Esta y muchas otras historias y anécdotas aparecen en el libro “Las mil y una curiosidades del cementerio de la Recoleta” escrito por el periodista y guía turistico Diego M. Zigiotto con la colaboración de Axel Díaz Maimone, Susana Gesualdi y Alicia Braghini. A través de un recorrido de 322 tumbas, Zigiotto relata parte de la historia argentina, desde grandes momentos que nos moldearon como nación hasta sucesos familiares que muestran los dramas y costumbres de la época.

Uno se queda con ganas de conocer más, por lo cual es de esperar que el autor continúe contándonos sobre los moradores del lugar. Material no le ha de faltar.

martes, 22 de marzo de 2016

CIN: Taller de indicadores I+D+i

Con la presencia de representantes de universidades nacionales y el MinCyT se desarrolló durante los dias 3 y 4 de marzo.
Felix Nieto Quintas inaugura el taller de indicadores I+D+i (Foto: Marina Dioguardi - CIN).

Imágenes

 
Con el objetivo de definir indicadores en investigación, desarrollo e innovación, el Consejo Interuniversitario Nacional (CIN) organizó el primer taller de indicadores sobre la temática. Participaron secretarios de ciencia y tecnología, y representantes de distintas universidades nacionales (UU.NN) junto con responsables del  Ministerio de Ciencia, Tecnología e Innovación Productiva de la Nación (MinCyT).
 
El objetivo no es menor: conocer con el mayor detalle posible, el aporte de las universidades nacionales al sistema de ciencia y tecnología nacional (SCN). Vale la pena recordar que la mayor parte de la investigación en la Argentina se desarrolla en instituciones públicas totalizando un 76% de la inversión en investigación y desarrollo (organismos públicos con 47% y universidades públicas con 29%) según el informe de Indicadores de Ciencia y Tecnología 2013. Si bien ya existen indicadores que vienen siendo utilizados lo que se busca ahora es captar con mayor precisión cuestiones específicas.
 
La tarea es necesaria y compleja. Para medir algo primero hay que saber qué es lo que se está midiendo, cómo se lo define. Una de los primeros datos que hay que definir es, entonces, la cantidad de docentes, investigadores y becarios que existen en el SCN. Definir a un docente para las estadísticas es una cuestión clara, algo que ya no lo es tanto cuando uno se refiere a investigadores y becarios. Arribar a un consenso sobre quién es investigador y quien becario en nuestras universidades públicas nacionales implica reunir a representantes de todas las entidades de educación superior para que cada uno aporte su realidad con el fin de llegar a una definición que sea lo más amplia posible. 
 
Al momento de medir, no es solo la cantidad de investigadores y becarios lo que se necesita clarificar. Cuestiones tales como cifras para personal de apoyo, administración y servicios, infraestructura y proyectos requirieron de la creación de distintos grupos de trabajo para este taller.
 
Una vez que se tengan todos estos datos, deberá implementarse la carga de los mismos y el posterior acceso por todos aquellos actores que necesiten obtener la información. Para profundizar sobre estos aspectos se creó dentro del taller la Comisión de Implementación del Relevamiento, coordinada por Luján Gurmendi (Coordinadora General del Sistema de Información Universitaria).
 
Acto de apertura
La ceremonia de apertura estuvo presidida por el presidente de la Comisión de Ciencia, Técnica y Artes del CIN (C, T y A, Dr. Félix Nieto Quintas, rector de la Universidad Nacional de San Luis), quien destacó que “el taller se realizó a iniciativa de la Comisión de Ciencia, Técnica y Artes del CIN. Es un intento por ponderar adecuadamente, con consensos, el aporte que las universidades públicas en la Argentina hacen a la ciencia y la tecnología en el país”.  "No solo se trata de definir la forma de calcularlos, si no de lograr un consenso necesario para que la gran heterogeneidad del sistema universitario pueda verse representada, a través de la búsqueda de recursos que ya tenemos en las universidades para obtener indicadores que sean relevantes, sólidos, homologables y den una adecuada visión de cuál es el aporte en ciencia y técnica de la universidad pública” agregó el rector.
 
A continuación presentaron sus visiones de la problemática el presidente del CIN, Ing. Jorge Calzoni, el Dr. Anibal Gattone (Comisión C, T y A), el Mg. Lucas Luchilo (Subsecretario de Evaluación Institucional de la Secretaría de Articulación Científico Tecnológica), María Guillermina D´Onofrio ((Subsecretaría de Evaluación Institucional, MinCyT) y el Dr. Gustavo Arber (Dirección Nacional de Información Científica del MINCyT). El encuentro contó con la coordinación general del Dr. Mauricio Horn (asesor de la Comisión C, T y A) y el Sr. Aníbal Saralegui.
 
La visión del presidente
A su turno, el Ing. Calzoni hizo una revisión de otros proyectos que se están llevando adelante desde el CIN. Al respecto resaltó que uno de las cuestiones que necesita ser abordada es el tema de las actividades reservadas. Luego de reunirse con distintos colegios profesionales, Calzoni manifestó que se puso de manifiesto la necesidad de “aclarar lo que significa cada cosa ya que a veces hay problemas de términos. Los alcances los dan las universidades, las incumbencias las dan las provincias”. En referencia a la variedad de situaciones que esta distinción ocasiona, el presidente del CIN contó a modo de ejemplo que “un ingeniero de Santa Fe cruza a Paraná y ya no tiene las mismas incumbencias.”
 
En este marco, Calzoni indicó que lo que sí define el CIN son las actividades reservadas, uno de los mayores conflictos encontrados. Las primeras profesiones tenían todas las actividades reservadas y las últimas tienen muy pocas, con lo cual se originaban continuos conflictos de intereses. Esto implicó definir conceptos para este tipo de actividades a través de consensos en la mayoría de los casos. El tema se seguirá trabajando a lo largo del año.
 
Calzoni también se refirió a las conversaciones mantenidas con el presidente del CONICET y a la creación de una comisión de enlace para ajustar cuestiones pendientes. “Hay universidades que tienen una buena base de consolidación con los investigadores del CONICET y hay otras que no. La idea es que las que están en mejores condiciones puedan ayudar a las que necesitan trabajar el tema” expresó.
 
Paritarias y títulos
“Por primera vez los docentes universitarios tenemos un convenio colectivo de trabajo”, continúo comentando el presidente del CIN: Esto implicará un ajuste de algunos estatutos universitarios para poder avanzar en las negociaciones. El pedido de apertura de paritarias ya ha sido presentado.
 
Otra cuestión que se está trabajando desde el CIN es el reconocimiento de títulos mutuos entre las universidades. Al hablar sobre ENLACES (Espacio Latinoamericaño y Caribeño de Educación Superior) indicó que “sería una especie de Proceso de Bologna pero hecho desde las universidades”. Resaltó que el proceso es complicado debido a la heterogeneidad del sistema educativo argentino y latinoamericano. Desde el CIN se ha logrado darle continuidad a las discusiones originadas luego del documento de Cartagena de Indias 2008, cuando se había planteado la necesidad de articular una experiencia piloto de universidades que permitan el reconocimiento de título. Con este antecedente, se logró que diez universidades puedan tener esa experiencia a partir de este año. Queda aún resolver la incorporación de las restantes universidades.
 
La defensa de la universidad pública
Calzoni destacó el desarrollo del sistema universitario argentino y la necesidad de defenderlo ante comentarios malintencionados. “Creo que la mejor defensa de lo que son las universidades públicas argentinas es mostrar lo que hacemos todos los días. Pensar que nuestras universidades están llenas de militantes políticos es poco serio y tengo la obligación de plantearlo” enfatizó. 
 
“Considero que este taller es una muestra más de todos los talleres que venimos desarrollando en diversas actividades: vinculación tecnológica, patentamiento, ciencia y tecnología. En la posibilidad de que no nos tienen que enseñar a hacer mediciones y que nosotros tenemos nuestros propios indicadores” agregó.
 
“Entre todos tenemos que ser capaces de demostrar lo que hacemos en cada una de nuestras universidades. Después hay cuestiones que tendrán que dirimirse donde corresponda. No vamos a hacer una defensa corporativa, pero sí una defensa de lo que es el sistema universitario argentino público, porque me parece que en el fondo es lo que se quiere cuestionar”, manifestó Calzoni.
 
A continuación hizo referencia a un artículo aparecido en el diario La Nación, cuestionando el decreto 204 del año 2004 el cual establece que las universidades públicas son consultoras privilegiadas del Estado. De acuerdo a Calzoni, se están cuestionando las consultorías hechas oportunamente para el Fondo Monetario Internacional. “No se trata de un hecho de corrupción como se plantea en el artículo, se trata de discutir una política pública”, remarcó. A propósito recordó el documento emitido desde el CIN en el 2015, en el cual se expresaba la necesidad de continuar siendo consultores privilegiados con los distintos ministerios. Recientemente se volvió a plantear esta necesidad de defender la política de articulación de las universidades con los ministerios.
 
Calzoni recordó que en el ámbito del CIN se viene discutiendo la necesidad de visibilizar las actividades desarrolladas. “Estamos a dos años de la reforma de 1918. No podemos dejar que a esta altura del partido se nos cuestione. El año pasado cuando se hizo una medición de opinión pública, el 83% de la gente consideró que las organizaciones más creíbles eran las universidades nacionales. Algo tiene que ver con esto que está pasando” cerró el presidente del CIN.
 
Los documentos generados durante el taller pueden verse en la página del CIN.

miércoles, 16 de marzo de 2016

Wolfgang Gartner: fotorreceptores y ciencia en Alemania

De visita en nuestra ciudad, el investigador alemán nos habla de su trabajo y las colaboraciones con nuestro país entre otros temas. 



 
Wolfgang Gartner es líder del Grupo de Investigación en Fotorreceptores, dentro del Instituto Max Planck para la Conversión de Energía Química. Durante el mes de noviembre estuvo visitando centros de investigación en nuestra ciudad y dió un seminario en la Facultad de Cs. Bioquímicas y Farmacéuticas.
 
¿Cómo se interesó en la ciencia?
Lo mío no es como las historias de chicos que se entusiasman con algo y después hay una explosión. Yo no hice explotar nada en el garage. Me decidí por la Química porque había algo fascinante y pasé por todos los cursos de esa asignatura hasta obtener mi diploma (NR: Es el equivalente a un título de grado más una maestría).
 
En un momento me di cuenta de que algunas de estas moléculas que estaba estudiando tenían impacto biológico y entonces quise ver cómo funcionaban. Mi primer postdoc lo hice en Suiza y como químico me incorporé a un biolaboratorio donde me entrenaron para clonar. Posteriormente pude manejar proteínas, esto fue muy temprano alrededor del ´84-´85. Seguidamente me interesó la idea de combinar Química y Biología así que por mi entrenamiento químico podía producir más moléculas de manera sintética. En estas condiciones si las moléculas que yo hacía podían combinarse con una enzima (proteína) yo podía modificarla por mutagénesis y ver la interacción entre molécula y enzima. Esto nos permitía tener más información ya que se hacía muy poca cristalización y el clonado estaba en sus etapas iniciales. Así que uno podía hacer estudios espectroscópicos para estudiar los cambios introducidos ya sea en el ligando (molécula sintetizada) o en la enzima.
 
Cuando comencé el doctorado me interesé en todo lo que fuera “foto” (temas relacionados con la luz) dado que eso agrega un aspecto muy interesante porque la mayoría de los fotorreceptores son muy rápidos. Uno trata de evitar la fluorescencia ya que esta es una pérdida para los fotorreceptores. También se necesitan especialistas que manejen la espectroscopia rápida que se necesita para estudiar este fenómeno. Yo seguía el trabajo que estos especialistas hacían y así terminé haciendo un trabajo multidisciplinario. Mayormente somos los productores y hacemos análisis preliminares, luego vamos con los especialistas para los detalles. En los tiempos que corren todo es multidisciplinario, no hay otra opción.
 
¿Cómo se interesó en fotorreceptores?
Inicialmente solo estaba interesado en el mecanismo visual pero en ese momento encontraron una bacteria con una función muy similar, con una proteína que absorbía luz. Me uní al grupo de ese investigador alemán, quien había hecho este descubrimiento durante su postdoctorado en los EE.UU. y luego había vuelto a Alemania. Desde ese momento trabajé siempre en fotorreceptores.
 
Cuando me uní al instituto en Müllheim estaban trabajando con los fotorreceptores de plantas llamados fitocromos. Inicialmente trabajé con el espectro visible y alrededor de10 años atrás incorporamos el estudio de receptores para luz azul. Poco después nos unimos a un proyecto internacional y ahora estamos trabajando en los fitocromos para luz roja y los receptores para luz azul.
 
¿Cuáles son las aplicaciones de estos fotorreceptores?
Conocemos mucho de las funciones de los fotorreceptores. Por ejemplo, en plantas sabemos lo que hacen fotoquímicamente así que teníamos mucha confianza en que si los usamos sabemos cómo se comportarán. La idea vino de un colega en Alemania y un grupo en Stanford quienes encontraron un transportador de membrana, un canal que se abre y cierra en respuesta a la luz. Uno puede usar el gen de ese canal, ponerlo en un organismo y entonces lo podés regular por la luz.
 
Esto creó el nombre para este campo: optogénica ya que uno incorpora un gen y tiene un sistema regulado por luz. Esto fue una explosión en los últimos 5-6 años.
 
Ahora se está aplicando en pez cebra, ratas, conejillos de india. Incluso nuestra visión depende de una respuesta neuronal: tenemos la luz, luego la célula da una señal y el nervio óptico comienza a funcionar enviando la señal al cerebro.
 
¿Esto abre la posibilidad de aplicación en humanos?
Hay un cierto número de enfermedades hereditarias que dejan a los pacientes ciegos a los 25 años por degeneración celular. La idea es insertar estos canales de activación neuronal dentro del ojo para saltear las células deterioradas, luego aplicar luz a estos canales para que esta gente pueda ver un poco mejor. Esta sería una aplicación médica.
 
Si uno busca el nombre de este canal (canalrodopsina) en la Internet, uno encuentra películas donde se puede ver una rata ciega que ha sido transformada con este canal (proteína) y colocada en una pileta con 6 salidas una sola de las cuales está iluminada, y la rata la encuentra. O sea que se le ha devuelto la visión.
 
Estos experimentos han pasado por distintos organismos: bacterias, pez cebra, ratas y ahora se está probando en macacos y muy pronto se probará en humanos. El sistema está patentado por otro grupo y es una de las pocas patentes que está generando dinero en la actualidad.
 
¿Qué está haciendo su grupo con los fotorreceptores?
Una de las cosas que estamos haciendo en mi grupo es que muchos de estos receptores tienen dos partes: una responsable por la fotoquímica y la otra es responsable de generar la señal. Esta señal puede ser una actividad enzimática regulada por luz. Por ejemplo, la enzima podría generar GMPc, el cual es un mensajero secundario importante y participa en muchas cascadas regulatorias. Cuando pensamos en GMPc pensamos en tirosina quinasas las cuales son importantes en cáncer y se regulan por mecanismos de fosforilación, así que tiene muchas aplicaciones. Esto todavía está en sus inicios así que los investigadores están combinando cosas.
 
¿Hay aplicaciones para microscopía?
Sí. El año pasado hubo un premio Nobel relacionado con las aplicaciones en microscopía, Stefan Hell fue uno de los tres ganadores. Yo lo conocía desde antes ya que el está trabajando en microscopía de super-resolución. Hell encontró la manera de separar dos puntos con una distancia inferior a los 200 nm trabajando con fluorescencia, algo que no se había podido hacer. En nuestro caso incorporamos una proteína fluorescente la cual puede activarse o desactivarse. En base a experimentos preliminares, permite distinguir objetos separados por hasta 30 nm. A su vez estas proteínas son pequeñas así que se las puede usar para “etiquetar” otras proteínas de interés y detectarlas en tiempo y espacio. De esta manera uno puede saber dónde se produce la proteína o hacia donde se mueve.
 
Este es el escenario hacia el cual se mueve la microscopía fluorescente ya que uno quiere trabajar con una célula viva.
 
¿Ud. hace docencia?
Sí, pero es una actividad voluntaria. La gente del Max Planck no da clases si así no lo desea. Los directores se convierten en Profesores Honorarios lo cual significa que pueden presentar estudiantes para los exámenes. Yo obtuve mi habilitación la cual lleva entre 5 y 6 años e implica demostrar que uno puede trabajar en forma independiente, supervisar estudiantes, luego tenés que escribir una tesis sobre ese período de tiempo. Hay que publicar y conseguir dinero para proyectos y entonces se consigue el título. Luego podés trabajar como docente privado, supervisar estudiantes. A partir de esta instancia se puede solicitar un puesto como profesor en la universidad y eventualmente se te toma. Después se asciende hasta ser Profesor Adjunto de la universidad. El tiempo que hay que dedicarle es poco, yo doy un curso de dos semanas de tiempo completo dando clases teóricas y prácticas. Si mis colegas tienen un postulante para hacer un doctorado, puedo ser miembro del comité que decide sobre la aceptación. Y también puedo presentar mis propios estudiantes en vez de tener a una persona de la universidad en mi nombre.
 
O sea que se necesita de una carrera docente para poder respaldar la investigación.
Así es. De todas formas, como dije, en Max Planck es diferente ya que estamos dedicados solo a la investigación. Pero si un candidato del Max Planck se presenta para un puesto en la universidad lo primero que miran es si tiene experiencia docente, lo cual puede ser una desventaja para la gente del Max Planck.
 
¿Dónde está ubicado su laboratorio?
Estoy en Mülheim, en el noroeste industrial de Alemania. Toda esta área cubre una superficie de 10 por 60 km con una población de 8 millones de personas. Las ciudades están pegadas una a la otra pero Mülheim es un poco más tranquilo. Fue identificado como el lugar para uno de los Institutos Max Planck en 1910, cuando aún vivía el Emperador Guillermo. El instituto luego se dividió en dos, el original se dedica a la investigación en carbón el cual existe aquí desde hace 200 años. Hay muchas minas de carbón en esta área, pero esto ya no es competitivo. El carbón chino, incluso con el traslado, es más barato. Pero esta también era la zona donde se construyeron los grandes hornos para fundir acero que venía por el Rin. Este fue el primer instituto sobre carbón fuera de Berlín. Hay otro instituto que hace investigación en hierro y está en Dusseldorf. Estamos a unos 60 km al norte de Colonia.
 
¿Hay relación entre las universidades y la industria?
Si, incluso muy cercana. Por ejemplo, hay ingenieros que están muy cercanos a la investigación aplicada. Nosotros hacemos investigación básica, no estamos buscando un resultado aplicado. Si se obtiene algo, se origina una empresa fundada por uno de los directores que hizo el hallazgo. Esto ha ocurrido varias veces en Munich donde hay varios centros Max Planck. Así se crearon varias compañías para clonado y material de laboratorio.
 
¿Cuánto invierte el gobierno alemán en ciencia?
La Sociedad Alemana de Ciencia aporta fondos para proyectos en las universidades por 2.500 millones de euros. Los institutos Max Planck reciben la misma cantidad. Las universidades son solventadas por los estados, incluyendo el aporte para los salarios. El dinero que viene del gobierno central es solo para investigación. La Sociedad Humboldt recibe más dinero ya que es una entidad más grande al igual que la Sociedad Leibnitz.
 
Por otro lado, Europa está construyendo un reactor de prefusión en Francia y eso tiene fondos independientes que, calculo, rondan los 10.000 millones.
 
En el campo de la Astronomía, incluyendo viajes al telescopio en Chile, también se invierten fondos.
 
Luego hay un consorcio de institutos llamado Fraunhofer en honor de un científico, el cual está obligado a aportar la mitad de los fondos necesarios para proyectos de investigación. Este grupo está muy cercano a la industria. La otra mitad viene del gobierno central.
 
La gente del consorcio Frauhofer inventó el formato mp3 pero no lo patentaron. También inventaron el Dolby. Obtuvieron una cierta licencia pero no a nivel global.
 
Por otra parte está el proceso de magnetización del disco rígido, el cual ha tenido impacto social, obtuvo un premio Nobel y está patentado.
 
¿Algún otro punto que quisiera destacar?
Tengo una colaboración con China desde hace unos 6-8 años pero quiero destacar que en mis contactos con los países latinoamericanos he notado que el sistema argentino produce estudiantes que pueden incorporarse con facilidad a nuestro tipo de investigación. Están entrenados, como he comprobado con los 6 o 7 estudiantes que he incorporado en los últimos 5 años. Traje a algunos de mis estudiantes a Tucumán, con quienes tengo la colaboración de mayor duración. Los postdocs que vinieron a Alemania hace muchos años tampoco tuvieron ningún problema.
 
También veo que la Sociedad Max Planck está muy interesada en activar su colaboración con la Argentina. Tenemos entre 10 y 15 directores que son argentinos. Hay grupos asociados con los cuales hay un intenso flujo de material. Cuando el director se retira, el equipo de su laboratorio se pone en el mercado o bien lo puede traer a su país. Tenemos el caso de un investigador argentino que al retirarse puso todo su laboratorio en contenedores y lo trajo a Buenos Aires. Esto ha ocurrido en varias ocasiones. Desde el punto de vista de la ganancia científica, el resultado es muy bueno.
 
He venido a la Argentina durante los últimos 8 o 9 años una vez al año pero es mi primera vez en Rosario. Tengo colaboraciones con la Dra. Elena Orellano en Rosario, con Buenos Aires, Santiago del Estero y Tucumán. También estaré visitando Mendoza y Tucumán. En resumen es una muy buena experiencia.

miércoles, 9 de marzo de 2016

Diabetes: diagnóstico, calidad de vida y avances (Parte II)

Pablo Arias es vicepresidente del Capítulo Litoral (que abarca las provincias de Santa Fe y Entre Ríos) de la Sociedad Argentina de Diabetes (SAD). Docente-investigador de nuestra universidad, Arias nos actualiza sobre esta patología.


Lea aquí la primera parte de esta nota

¿Qué cuestiones podrían fortalecerse?
Creo que la parte más importante que hay que buscar es ahondar en las conductas que hacen que la población sea un tanto resistente a ciertos consejos. O sea, ¿por qué se sabe de la existencia de la diabetes y se la niega? O, sabiendo que se tiene una carga familiar, no se busca la constatación.

También hay que ahondar en algo que provee una respuesta a muchas de estas enfermedades crónicas y es de qué maneras hacer más efectivos los tratamientos, no desde el punto de vista de la calidad de las drogas si no desde el punto de vista del cumplimiento. Está claramente demostrado que de cada 100 pacientes, hay una tercera parte que no cumple el tratamiento. Si uno mira los perfiles relacionados con los resultados del tratamiento uno está buscando una meta terapéutica que está dada por un parámetro que se llama hemoglobina glicosilada (la fracción de hemoglobina que se carga de azúcar durante los tres meses previos a la extracción de sangre). O sea que te está informando del grado de control de los últimos tres meses.
 
Nosotros buscamos, con ciertas excepciones, hemoglobinas glicosiladas de siete o menos. En nuestro país más de la mitad de los pacientes tienen hemoglobinas glicosiladas no apropiadas. En otros países con un poco más de inversión se logra hasta un 35-38% de gente en mal control y un 60% en buen control. Sabemos que un tercio de los pacientes no cumple con el tratamiento y también que un tercio de los pacientes no tienen buenos valores de hemoglobina glicosilada.

Entonces el tratamiento es un punto tan fuerte como el descubrimiento de nuevos medicamentos.
No necesitamos que haya medicamentos más efectivos, necesitamos que haya un mejor cumplimiento de las pautas terapéuticas. Y ahí comenzamos a hablar de equipo de salud, de cómo se estimula y empodera a los pacientes para que ellos sean los que deciden, ya que un paciente que decide cuidarse es muy distinto de un paciente al que le imponen cuidarse. Hay una serie de temas para trabajar en ese área.

En cuanto al tema bioquímico, sabemos que la hemoglobina glicosilada es un analito relativamente caro. Medirla bien es más caro pero en nuestro país se usan métodos baratos para medirla, con un porcentaje de imprecisión grande. Este tema es preocupante.

¿Hay avances en cuanto a tratamientos más sofisticados?
Tenemos el tema del transplante, las células madre, el páncreas artificial. Hay un grupo de trabajo sobre páncreas artificial, con la gente del CIFASIS. Con ellos estamos trabajando y aguardando respuesta en cuanto a los subsidios pedidos. Espero empezar pronto con una línea en páncreas artificial, lo cual no es una panacea y está destinado fundamentalmente a los pacientes que no logran un buen control con los medios tradicionales. Sirve para ayudar de manera transitoria a algunos pacientes para saber por qué no se los puede controlar bien. Generalmente son pacientes con diabetes tipo I, que tienen muchas fluctuaciones y se los denomina pacientes lábiles.

Volviendo al tema de la historia familiar. ¿Hay identificados genes responsables de la enfermedad?
Sí, En diabetes tipo I, un 60-70 % de la carga está dada por genes del sistema HLA. También hay otros genes involucrados como el de la insulina. Uno puede hacer predicción pero no puede intervenir. En este tipo de diabetes uno tiene las herramientas para decir “esta es una persona con riesgo de tener la enfermedad de aquí a x cantidad de años”. Se pueden medir los anticuerpos, que van a ser un fenómeno por ahora sin relación patológica ya que no son los que agreden a las células productoras de insulina. Son una manifestación paralela del proceso autoinmune, mediado por los linfocitos que son los que atacan las células pancreáticas. Uno puede predecir con cierta certeza en cuanto tiempo va a desarrollar la diabetes una persona a la que se le encuentran estas combinaciones de antígenos del sistema HLA.

Con la diabetes tipo II hay herramientas también, pero es una enfermedad poligénica y tenemos más de 70 genes responsables con distintos grade de fluencia. Entonces es muy difícil porque puede haber unos pero no otros. Es más fácil predecir en base a un interrogatorio de riesgo, con 14-15 preguntas fáciles (come verduras, tiene familiares con diabetes). Esto también sería muy fácil de establecer y es una herramienta cuya difusión podemos pedir. Por ejemplo, está el cuestionario desarrollado en Finlandia el cual es autoadministrado. Se le dice al paciente, “mídase la cintura, si tiene más de 100 cm en el varón o más de 80 en la mujer, póngase un puntaje”. Esto se podría tener implementado en las salas de espera de los consultorios, por ejemplo. Es algo bastante sencillo de llevar a cabo y se obtiene una información muy rica. A las personas que saben que van a tener un riesgo de desarrollar diabetes, cuando están por encima del 20% de riesgo uno le dice que se mida la glicemia o se haga la prueba de tolerancia a la glucosa.

Sin caer en lo genético que es más acorde con los tiempos que corren, tenemos herramientas diagnósticas para identificar a los sujetos de riesgo.

En base a lo descripto, ¿la diabetes tipo I es una enfermedad autoinmune?
Sí, es una enfermedad autoinmune mediada por células con fenómenos de autoinmunidad humoral y que termina con la destrucción de las células beta. Y se asocia con otras inmunopatías, tales como hipotiroidismo o enfermedad celíaca.

¿Cómo es la calidad de vida para las personas que siguen el tratamiento?
Eso se lo tenés que preguntar a una persona que sigue el tratamiento. Hace unos 6 meses estuve en un centro en Dinamarca donde te enseñaban y te hacen vivir como una persona con diabetes. Te tenés que medir el azúcar 4 o 5 veces por día, te tenés que inyectar insulina (en realidad te inyectás solución fisiológica). Es molesto.

Como sujeto no diabético, uno no tiene la presión de preocuparse por el resultado. Cuando el paciente se pincha el dedo, no sabe si el resultado le va a dar normal o no. En los pacientes bien controlados, un 20% de las veces te van a dar resultados que no están dentro de los parámetros. Esa fuente de preocupación molesta. De todas formas tenemos que recordar que hay corredores de carreras de autos y maratonistas que tienen diabetes. Pero una cosa es el desafío de lo que podés hacer con tu cuerpo y lo que podés aceptar y otra es la preocupación de una enfermedad crónica, que es algo que no se puede evitar.

¿Cómo es el manejo de la enfermedad desde los medios?
Desde la SAD estamos siempre atentos porque nos preocupa que los pacientes estén desinformados, nos preocupan las corridas. También tenemos que respaldar a los médicos que buscan información de calidad en la SAD. Por suerte tenemos buen contacto con los medios.

Hablar de deporte de alto riesgo implica hablar de adrenalina, una hormona que puede alterar los niveles de azúcar en sangre. En un paciente diabético esto es de cuidado.

La adrenalina hace subir el azúcar en sangre. De alguna manera, la persona que lo hace está entrenada y tiene esas variables incorporadas dentro de su esquema de control. Al hacer un deporte se está consumiendo glucosa. Entonces cuando se hace una carrera larga uno se tiene que preocupar porque no te falte azúcar. Entonces están los que se desmayan porque no hacen cada 30-45 minutos una ingesta de hidratos de carbono, porque se está consumiendo glucosa y el hígado no puede producirla al ritmo que lo hace un sujeto no diabético. La señal para que el hígado empiece a producir glucosa es que baje el nivel de insulina, pero el paciente tiene insulina circulando porque se la inyectó. Entonces el paciente tiene que compensar con la ingesta la falta de producción hepática de glucosa.
 
Está bien claro que determinados alimentos son perjudiciales. Sin embargo, es difícil tomar medidas para que tengan sus rótulos, o sea que en el envase aparezca que si tomás más de dos botellas de gaseosa te aumentan los triglicéridos y te vas a volver insulino-dependiente. No es lo mismo que con el tabaco donde ya son malos conocidos y todo el mundo sabe de la mala imagen. Tratá de ponerle un rótulo a las hamburguesas o a las golosinas y decirle a las empresas que el consumo de calorías fútiles lleva con el tiempo a un aumento de peso que es perjudicial para la salud. Pero esto ya es otro tema.

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