sábado, 13 de agosto de 2016

Fabricio Ballarini: “Más ciencia es más libertad”

No soy un divulgador”, se apresura en aclarar Ballarini. “Soy un científico que sabe contar las cosas que hace y lo hace desde el lado pasional que, por otra parte, es como yo soy. Sé divulgar lo que hago en materia de ciencia. Y tengo mis limitaciones”, reconoce. 


Todo comenzó con su grupo reunido, interrogándose; y tomando la decisión de comenzar a dar charlas para pequeños grupos de docentes. A poco de andar cayeron en la cuenta de que llegar a un universo mayor de docentes iba a demandarles mucho tiempo. Optaron, entonces, por correr un riesgo haciendo una convocatoria abierta; y para su sorpresa, se anotaron 800 docentes en tres días. “Nos dimos cuenta de que existía un interés que habíamos subes-timado”, afirma el investigador del Conicet. Y lo que fue un tímido intento se transformó en una bola de nieve, llegando a realizar más de una docena de jornadas multitudinarias.

Mañana, una de esas convocatorias se realizará en Rosario y tendrá lugar en el Salón de Usos Múltiples de la Facultad de Arquitectura, Planeamiento y Diseño de la UNR, de Riobamba 220 bis. Ballarini, que será uno de los dictantes, re-cuerda que “fue en 2008 cuan-do empezamos a hacer demostraciones en escuelas, tratando de buscar cómo mejorar la estrategia de la enseñanza de las ciencias. Estaba terminando el doctorado y tenía una pregunta que estaba vinculada con una investigación, y a partir de los resulta-dos que obtuve me pareció que la podía extrapolar al ambiente educativo e intentar hacer una experiencia que les reportara a los estudiantes su aceptación de la ciencia; a la vez que podría transformarse en un buen material para los docentes, motivándolos a recurrir a métodos innovadores de enseñanza”.

Ballarini no puede ocultar su entusiasmo, y lo expresa: “Allí descubrí dos cosas: que los docentes estaban muy entusiasmado y que había un vacío en la educación Y tratamos de brindar contenido científico a esa comunidad ya que no había nada”.

El grupo está por presentar un libro para regalar, >Educando al cerebro I>. Tiene una web (www.educandoalcerebro.com.ar); está en Facebook, “Educando al cerebro”, sitio en el que cuentan con muchos seguidores. Llevan hechos algunos videos. Fueron a Uru-guay. Y se han convertido en una ONG, mediante la cual acaban de recibir un subsidio para hacer investigación. “En dos años y medio hemos tenido un crecimiento increíble”, se enorgullece Ballarini.

En los encuentros suelen recurrir a un test que está basado en el comportamiento del cerebro cuando se requiere apelar a los recuerdos; siguiendo el cual, diseñan un experimento en el aula. Así lo explica Fabricio Ballarini: “Tomamos un protocolo de aprendizaje cualquiera; puede ser que las personas apelen a un recuerdo o mostramos un dibujo; a los chicos más chicos les contamos un cuento y nosotros tratamos de modularlo, de mejorarlo para que ese re-cuerdo quede fijado. Y vimos que las experiencias que están cercanas a cuestiones que fue-ron sorprendentes y que asombran se recuerdan mucho más. Por eso recurro al episodio de las Torres Gemelas o a un nacimiento, u otro tipo de experiencia; y lo que obtuvimos fue que el recuerdo, en esos casos, tiene más fuerza y, aparte, recordamos cuestiones periféricas que su-cedieron cercanas al recuerdo principal y que, de otra manera las hubiésemos olvidado”. 

—¿Aplicar esta metodología es tan sorprendente como el intento que hicieron para contactarse con los medios?
—Esa fue una locura que salió bien. Fue correr un riesgo. Fue una experiencia que se reveló como muy útil porque nos dimos a conocer y porque pu-dimos hacer en vivo la experiencia, a la vez que cada uno de los oyentes “experimentó en carne propia” nuestra propuesta. Cada oyente se convirtió en un sujeto experimental de su propia experiencia de aprendizaje. Los oyentes que lo entendieron no lo van a olvidar jamás. 

—Lo interesante es que se les abrieron las puertas a un público masivo…
—Sí. Les mandé un email. Me presenté como becario del Conicet que estaba haciendo un trabajo de investigación, y la gente de Vorterix, con Pergolini a la cabeza, entendió rápidamente; él es un hombre muy informado en el tema de las ciencias y accedió a hacer-lo en vivo. Por supuesto lo hablamos mucho, ajustamos los detalles y nos largamos. Estuvo encantado de hacerlo. Generamos un vínculo a par-tir de esa experiencia y nos abrió las puertas de la radio a tal punto que su propio pro-grama tiene un micro de cien-cia grabado y animado; y, de toda la programación de su radio que es de rock, el micro de ciencia es el más visitado. Algunos han llegado a recibir 350.000 vistas, que es mucho más de las que obtiene un re-cital de rock.

Ballarini, el joven doctor en ciencias biológicas e investigador del instituto de neurociencias del Conicet, “científico utópico” –como él mismo se define– y autor del libro >REC>, de editorial Sudamericana, cree firmemente que es el modo de contarla a la ciencia la que puede hacerla más atractiva. “Esto fue por la posibilidad de poder contar las cosas desde otro lado, a un buen número de docentes re-unidos y poder hacerlo, al mismo tiempo, en un medio masivo de comunicación”, sostiene. 

—Recurrir a un experimento siguiendo la metodología científica y realizarlo a través de medios masivos, ¿puede agregar valor a la divulgación de la ciencia?
—Me encanta esa visión. Más, me gustaría tener un programa en el que no solamente comunicáramos ciencia, sino cómo hacer experimentos; porque es la manera indirecta de aprendizaje efectivo. Yo vivo haciendo experimentos y puedo asegurar que es fasci-nante el momento de llegar al final para poder ver el resultado. Cuando me aproximo al resultado siento una mezcla de nerviosismo y emoción enormes. Si somos capaces de contárselo a los chicos va a operar como un imán.

La ciencia, como la política, es uno de los productos de la cultura de un pueblo y se comportan como un tejido de mutua influencia; a apropósito de esto, Ballarini hace mención a una intervención suya en la radio cuando, al hablar de adicciones, se comparaban drogas consideradas ilegales con el consumo de sustancias tóxicas aceptadas socialmente, como el tabaco y el alcohol.

“De lo que estaba hablando era de nuestra cultura, de cómo sustancias que son muy nocivas, al ser aceptadas por la sociedad, pocos son los que reparan en su poder letal y en el deterioro que ocasionan a la salud humana. Y allí, en ese mismo momento, me pregunté para qué está la ciencia. La ciencia está para agregar evidencia al conocimiento y favorecer la vida de las personas. Si la humanidad no usa la ciencia para eso, ésta carece de todo valor. Por eso, poder brindarles a las personas información sobre lo que la ciencia produce, les abre la posibilidad de poder decidir de otra manera; es decir, adquieren más libertad, Y de ahí surgió esa frase que quedó para nosotros: «Más ciencia es más libertad»”, concluye Ballarini.

Fuente
elciudadanoweb.com

domingo, 7 de agosto de 2016

200 años de Ciencia en la Argentina

En el marco de las múltiples actividades que se realizaron con motivo del Bicentenario de la Revolución de Mayo, la Academia Nacional de Ciencias propuso y concretó un ciclo de conferencias para debatir sobre la existencia de una Ciencia Nacional.




El devenir de la Ciencia en la Argentina, los puntos a favor y en contra de una ciencia nacional, su imagen en el mundo, pasado, presente y futuro, la apropiación por parte de la sociedad del conocimiento científico y la imagen que el ciudadano tiene sobre el mismo, son algunos de los aspectos que se trataron en las actividades realizadas.

Descargar conferencias aquí.

miércoles, 27 de julio de 2016

Busi - Pagani - Gomez Casati: avances en biocombustibles y biorremediación

Un grupo de investigadores trabaja en nuevas formas para producir biocombustibles al mismo tiempo que busca soluciones para eliminar contaminaciones del suelo. Su visión sobre ciencia básica y aplicada, y el impacto de la docencia en su trabajo de investigación. 

Busi, Gomez Casati y Pagani son bioquímicos egresados de la UNR. (Foto: C. Pairoba).


Por Claudio Pairoba

María Victoria Busi, María Ayelen Pagani y Diego Gomez Casati se desempeñan en el ámbito del Centro de Estudios Fotosintéticos y Bioquímicos (CEFOBI, UNR-CONICET). Trabajan en plantas, estudiando síntesis/degradación de hidratos de carbono, síntesis de grupos hierro-azufre (Fe-S, importantes para el normal funcionamiento de algunas enzimas) y detoxificación de suelos contaminados con metales pesados. Sus grupos de investigación se apoyan mutuamente para llevar adelante proyectos de investigación básica y aplicada. 

¿Cuáles son sus proyectos de investigación?
María Victoria Busi: Durante mi postdoc trabajé en metabolismo de almidón, estudiando una enzima específica. Como desprendimiento del postdoc surge mi tema de investigación actual. Es el estudio de unos módulos de unión a carbohidratos en enzimas de plantas con aplicaciones biotecnológicas. Esto no implica no hacer ciencia básica, lo que hacemos es clonarlos, purificarlos, estudiarlos, caracterizarlos para ver cuáles son sus funciones. Dependiendo de esto, ver alguna aplicación biotecnológica.

Trabajamos inicialmente en Arabidopsis thaliana (planta modelo), con una enzima particular que sintetiza almidón. Luego pasamos a otra enzima que degrada pared celular y después buscando distintas áreas de vacancia pasamos a trabajar en algas. Estudiamos el metabolismo de polisacáridos en plantas y algas. 

María Ayelen Pagani: mi formación de origen a nivel doctoral fue en un tipo muy particular de metaloproteina, las cuales están presentes en todos los organismos eucariotas. Profundicé en el metabolismo de algunos metales pesados o de transición en levaduras. Cuando vuelvo a la Argentina para ingresar a CONICET y como vine a trabajar al Centro de Estudios Fotosintéticos y Bioquímicos (CEFOBI), trasladé mi interés por el metabolismo de metales en organismos hacia las plantas.

Originalmente estuve trabajando un poco con metales tóxicos en soja y girasol y ahora estamos profundizando en metales de interés como hierro en plantas modelo para después tal vez extrapolarlo a plantas de interés agronómico.

Las dos aplicaciones fundamentales de este estudio que es básico, son: 1. las cuestiones de salud alimentaria (metales nutrientes o tóxicos) y 2. aplicaciones en biorremediación. 

Diego Gomez Casati: la otra línea del laboratorio tiene que ver con Biología Molecular de plantas y Biotecnología. Estudiamos básicamente las consecuencias de la disfunción de una organela celular que es la mitocondria en plantas y qué consecuencias tiene esa disfunción sobre la expresión de genes a nivel nuclear.

La mitocondria está involucrada en una gran cantidad de procesos importantes en la célula, plantas en este caso, como en el desarrollo, la fotosíntesis, la germinación y la fecundación. Empezamos hae unos años con un estudio más bien básico que fue caracterizar la síntesis de moléculas inorgánicas (grupos hierro-azufre). Son importantes porque forman parte de numerosas moléculas, no solo dentro de la mitocondria, si no en el cloroplasto. Están en citoplasma también. Estas proteínas son las responsables de muchos procesos celulares como los que comenté recién.

El manejo de las funciones mitocondriales tiene aplicaciones en biotecnología de plantas como por ejemplo el hecho de lograr variedades macho estériles para en un futuro poder utilizarlo como estrategia para producir híbridos que son importantes a nivel comercial. 




Los tres son Bioquímicos egresados de la Universidad Nacional de Rosario. ¿Ven un corrimiento por lo cual hay cada vez menos bioquímicos haciendo investigación y cada vez más biotecnólogos? ¿Y por qué sería? 
MVB: Porque la biotecnología está de moda. Y porque con esa carrera uno puede hacer un millón de cosas maravillosas. Y con Bioquímica las opciones están más acotadas. Cuando nosotros éramos estudiantes (nos recibimos a mediados de los 90) se decía que no había mucho trabajo de bioquímico. Hoy lo que tenemos entendido es que cualquier bioquímico que sale tiene trabajo y bastante bien remunerado. Hay más biotecnólogos que no encuentran lugar. Me parece que para los biotecnólogos hay menos salida que para los bioquímicos. Si no hacen una carrera académica no hay mucha empresa de base tecnológica en la Argentina. 

¿Su trabajo está relacionado con el tema de biocombustibles?
MVB: Nosotros encontramos es una enzima de síntesis del almidón conectada con estos módulos de unión a carbohidratos que eran típicos de proteínas que degradan no que sintetizan. Empezamos a buscar qué se podía hacer con estos módulos o en que industria estaban aplicados. Todo lo que sea biocombustibles de primera generación se basa en la fermentación del almidón. Como trabajábamos en enzimas de almidón consideramos importante meternos en biocombustibles de segunda generación. Esto implica la degradación de la biomasa que no compite con el alimento. La pared celular vegetal está compuesta por celulosa, la cual también es una concatenación de unidades de glucosa (hidrato de carbono). Las enzimas que degradan celulosa también tienen módulos de unión a carbohidratos.

Para biocombustibles intentamos dividirnos en dos enfoques separados: uno es generar plantas transgénicas que tengan paredes celulares modificadas para que ese pre tratamiento, que es lo más costoso tanto ambiental como energéticamente para producir biocombustibles de segunda, sea más económico. Por otro lado desarrollar enzimas recombinantes de producción nacional y de desarrollo propio, para combustibles de primera y de segunda.

Después, biocombustibles de tercera generación implicaría trabajar con organismos genéticamente modificados y ahí se incorporan las algas. Buscamos generar algas transgénicas para producir mayores niveles de almidón que pueden ser extraídos más fácilmente con la ventaja de que ocupan menos espacio. El alga se puede filtrar y es más económica. 

¿Cómo es el estado actual del tema biocombustibles?
MVB: Una situación es Argentina y otra el resto del mundo. En el resto del mundo se le da mucha importancia y hay mucha inversión. Vino Susan Jenkins de Berkeley, donde tienen un instituto financiado por la British Petroleum que le aporta un montón de dinero para desarrollos propios de la BP y otros para actividades académicas.

Brasil, uno de los productores mundiales en bioetanol de primera, está incursionando en bioetanol de segunda con el blue starch, donde está gente de Petrobrás con capitales privados y también extranjeros.

Europa tiene por lo menos tres plantas de biocombustibles de segunda. En la Argentina hay un desarrollo total de biodiésel por el boom de la soja y últimamente el desarrollo de una planta muy importante en la zona de Villa María de productores de maíz para hacer bioetanol de primera porque se encontraron con un excedente de toneladas de ese cereal. Hay por lo menos un par de empresas locales que están en la producción de enzimas. El país suscribe y cada año saca la ley para que los cortes en nafta y gasoil incluyan un cierto porcentaje lo cual se va haciendo. La Cámara Argentina de Biocombustibles tiene una presencia muy fuerte en las decisiones.

De acuerdo a la literatura una de las complicaciones de la producción de biodiésel es el gran volumen de glicerina que se va generando sin encontrarle económicamente salida. La contaminación por glicerina es una contra al evaluar la calidad del biodiésel. 

DGC: En su momento, cuando las retenciones a la soja estaban muy altas, convenía más vender el aceite y no hacer el biocombustible y venderlo como tal. En muchos países se les da importancia pero se los apoya desde un aspecto que acá es variable. 

ES: ¿Hay financiamiento por parte de Yacimientos Petroliferos Fiscales?
MVB: Somos integrantes de un proyecto entre CONICET e Y-TEC (YPF Tecnología): que ganó el Dr. Alberto Iglesias en Santa Fe. Ese proyecto es específicamente para proteger los derrames de pozos de petróleo o decontaminar pozos de petróleo (biorrefinería). Ahí entramos con lo que serían algas genéticamente modificadas para poder limitar algún derrame o contaminación. La parte de Santa Fe (Iglesias y el Ing. Raul Comelli) se encargaría de producir, a partir de aceites, una sustancia muy similar a un derivado del petróleo que se está usando y sirve para embolsar el pozo y proteger del derrame.  

¿Tienen un proyecto en biorremediación?
MAP: La historia es así: para extraer petróleo hay que hacer perforaciones, las cuales no siempre son exitosas. De hecho las perforaciones que acaban siendo pozos productores es una de 15 o 20. Para hacer la perforación hace falta introducir el fluido de perforación, el cual es una emulsión oleosa altamente contaminante. El que se usa actualmente es un derivado del petróleo.

Son recalcitrantes, permanecen en el terreno y es muy difícil que se degraden. Son arrastrados por las corrientes de agua o permanecen contaminando el suelo. No solo eso, esta emulsión también tiene un componente acuoso que solubiliza los materiales de las rocasdonde estás perforando. Entre esos materiales hay metales pesados, los cuales están más biodisponibles en ese terreno y también son arrastrados por las corrientes de agua que atraviesan esa zona. Entonces hay dos tipos de contaminación: con hidrocarburos y con metales pesados.

Este proyecto trata de solucionar los dos aspectos. En Santa Fe, están trabajando para encontrar un reemplazo para el elemento oleoso del fluido de perforación con un compuesto menos recalcitrante a partir de aceites de soja. Nosotros vamos a tomar más la parte de generar algas genéticamente modificadas para tratar de absorber, recuperar o que estén menos biodisponibles estos metales que se han solubilizado por el proceso, usando distintas estrategias biotecnológicas. 

Microalgas como organismos decontaminantes
MAP: Después tenemos otro proyecto un poco más ambicioso, para el cual obtuvimos financiación del CONICET hace poco. En este caso nos proponemos aprovechar por un lado organismos que ya existen, que se han adaptado naturalmente a este tipo de contaminación con metales pesados. Un ejemplo bastante llamativo es una microalga que no es autóctona del sur de la Patagonia, pero que la ha colonizado y que crece en algunos lugares donde se sabe que hay contaminación con metales pesados (Golfo de San Julián y San Jorge, donde hay vertidos de mineras). La idea es recuperar las algas, crecerlas y ver si han mejorado naturalmente sus capacidades de absorber metales pesados.

Por otro lado modificaríamos microalgas, siempre de forma biotecnológica y apoyándonos en nuestras áreas de experiencia. Se sabe que las paredes de las algas son naturalmente absorbedoras de metales, entonces aplicando el área de Victoria donde modifican paredes celulares, intentaríamos aumentar esa pared que fija metales.

Por el lado de la línea de investigación de Diego, en la mitocondria, quisiéramos mejorar la resistencia de esos organismos para que puedan crecer en un medio con alta cantidad de metales y absorberlos.

Y las proteínas que yo he estudiado toda la vida, naturalmente están diseñadas para absorber metales. Entonces si aumentamos su cantidad en los organismos, sabemos que el mismo va a poder hacer frente a los metales, crecer y acumularlos.

Una de las cuestiones en las cuales se podrían aplicar estos desarrollos, es en el tema de generar biomasa que pueda absorber arsénico. El hidroarsenicismo crónico es uno de los grandes problemas de la Argentina, sobre todo en comunidades aisladas que se autoabastecen de napas que están contaminadas. La idea a futuro es intentar generar algún material bioabsorbente que pueda fijar arsénico o algún otro metal, pero con énfasis en el primero.

El acuífero guaraní es el que está contaminado con arsénico. Esto viene de épocas geológicas con materiales que cubrieron la tierra y buena parte de la Argentina, desde el noroeste, en diagonal cruzando el país, hasta nuestra zona. Todas las segundas napas están contaminadas. 

¿Qué avances hay en tu tema, Diego?
Una de las cosas en que estamos avanzando es en la caracterización de la función de genes y las proteínas que ellos codifican. La mayoría de estos genes son nucleares pero tienen target hacia la mitocondria. Muchos de estos genes están involucrados en la biogénesis de los grupos inorgánicos hierro-azufre (Fe-S) que no están solos en la célula si no unidos a proteínas y formando complejos porque si no son tóxicos.

Nosotros estamos avanzando en la caracterización de estos genes que hacen los grupos Fe-S y que además luego los incorporan a proteínas. Por ejemplo, tenemos plantas que a pesar de estar creciendo en alta cantidad de hierro, creen que están creciendo en deficiencia, por lo cual siguen tomando hierro. También vimos que otras variedades de plantas, con alguna modificación de algunos de estos genes, son capaces de crecer en suelos que son deficientes en hierro y en algunos otros metales. Esto es un problema en los suelos en general y en la Argentina en particular. Entonces se abre quizás otra puerta de aplicación de la caracterización básica que estamos haciendo.

Se relaciona con el tema de metales que es el tema de experiencia de Ayelén y, como hay algunas alteraciones del metabolismo de carbohidratos, también se conecta con la experiencia de Victoria. 

¿Cuál es su visión sobre la dicotomía entre ciencia básica y aplicada?
MVB: Para mí siempre es importante el “para qué”. Es importantísimo desarrollar conocimientos, pero hay circunstancias. Estos módulos de unión a carbohidratos se unen a determinadas estructuras: ¿para qué? ¿Podemos lograr un almidón diferente? Ciencia básica tiene que haber en un contexto. Y por aplicada entiéndase una muy buena aplicación de la básica, no algo más liviano. 

MAP: Da la sensación de que se pretende que uno trabaje por objetivos, casi como en una empresa. Y eso no se puede hacer en ciencia porque se terminan generando aplicaciones donde hay poco desarrollo, y es muy poco lo que se aporta de conocimiento o de capital intelectual. Generalmente esto lo dicen todos los países donde se hace buena ciencia, las mejores aplicaciones han surgido de alguna investigación básica. 

DGC: Coincido con lo que dice Victoria. Muchas veces lo veo haciendo un paralelismo con el deporte. ¿Vos querés llegar a tener una medalla olímpica? Tenés que entrenar cuatro años. No podés salir de tu casa e ir a ganar una medalla. Para lograr eso tenés que tener un montón de trabajo que yo lo veo como la parte básica. Tenés que hacer mucho trabajo para tener algo aplicado. Es imposible levantarte un día y decir voy a tener algo aplicado. Uno no descubre algo todos los días. 

MVB: Creo que podemos afirmar que ambas deben coexistir pero entendiendo como aplicada esa instancia superadora que tomando distintas cosas de los básicos existentes pueden arrancar desde otro punto. 

DGC: Hay una anécdota sobre Leloir, contada por Ranwell Caputo, quien recuerda que en aquellos años Leloir estaba preocupado porque lo que estaba haciendo no aportaba nada al desarrollo del país. Como por ejemplo podía ser en ese momento, un método para lograr un mejor método para las conservas en lata. Con el tiempo se vio que la escuela que hizo Leloir fue mucho más importante que la conserva en lata. Hacer escuela implica formar gente, capacitarla y tener los mejores científicos. Recordemos que Milstein ganó un premio Nobel y fue discípulo de Stopani quien a su vez fue discípulo de Leloir. 

A título personal
María Victoria Busi
Bioquímica – Universidad Nacional de Rosario
Doctora en Biología Molecular y Biotecnología - Universidad Nacional de San Martín
Investigadora Independiente del CONICET
CEFOBI (UNR-CONICET)
Facultad de Cs. Bioquímicas y Farmacéuticas
Profesora Adjunta Universidad Nacional de San Martín
Carrera: Licenciatura en Biotecnología y Doctorado Biología Molecular y Biotecnología
Área Biotecnología Vegetal 

María Ayelen Pagani
Bioquímica – Universidad Nacional de Rosario
Doctora en Genética - Universidad de Barcelona
Investigadora Adjunta CONICET
CEFOBI (UNR-CONICET) 

Diego Gomez Casati
Bioquímico - Universidad Nacional de Rosario
Doctor en Bioquímica - Universidad de Buenos Aires
Investigador Principal CONICET
Profesor Adjunto - Facultad de Cs. Bioquímicas y Farmacéuticas
Universidad Nacional de Rosario
Profesor Adjunto - Área Biotecnología Vegetal
Universidad Nacional de San Martin
Secretario de Posgrado – Facultad de Cs. Bioquímicas y Farmacéuticas

miércoles, 13 de julio de 2016

El cine de ciencia ficción en la Argentina

La cinematografía argentina ha sido mucho más pródiga respecto de este género, de lo que pudiera pensarse a priori.



Por Roberto Langella

Con mayor o menor suerte, con mayor o menor oportunismo y seriedad, el cine argentino ha aportado más de cien películas al género, una buena cantidad de ellas dignas de mencionar.

sábado, 9 de julio de 2016

GEII: interdisciplina, múltiples proyectos y actividades de extensión

El Grupo de Experimentación Innovativa e Instrumental lleva adelante múltiples proyectos interdisciplinarios. La interesante visión de la docencia.

Antiba, Borrero, Carbone y Caparrós durante la entrevista (Foto: C. Pairoba).




El Grupo de Experimentación Innovativa e Instrumental (GEII) depende de la Secretaría de Ciencia y Tecnología de la Facultad de Cs. Exactas, Ingeniería y Agrimensura (FCEIA).

Con una larga trayectoria en distintos temas, que abarcan desde la medicina a la informática, pasando por las energías renovables, sus integrantes llevan adelante su trabajo con gran esfuerzo y en condiciones complicadas.

En el GEII, Cristian Antiba está al frente de un grupo de estudiantes de distintas carreras de la FCEIA, quienes con dedicación absoluta concretan proyectos al mismo tiempo que aprenden y se nutren en un espacio interdisciplinario. Sus proyectos involucran también a otras facultades y llegan a formar interacciones fructíferas con estudiantes secundarios.

El GEII trabaja con distintas cátedras de la FCEIA en base a un enfoque específico de la docencia.
Cristian Antiba: Además de lo que aparece en el texto sobre el trabajo en el grupo (ver archivo adjunto “Educación, experimental innovativa”), trabajamos con cátedras regulares. Ya hicimos dispositivos para Física Experimental de la licenciatura, donde se construyó un estroboscopio. Después se trabajó con Electromagnetismo de cuarto año, para las clases del Dr. Riera donde se construyó un equipo que todo el mundo había visto en el pizarrón pero no en la práctica.

Interaccionamos con Estructural con el Ing. Rubinstein. Hasta que se jubiló el contacto fue permanente año tras año . Se construyeron equipos y se dieron clases prácticas. También para Hidráulica (Recursos Hídricos III), donde hacen un trabajo práctico con nosotros.

Todo eso a la facultad no le costó nada, ni siquiera cargos docentes. Se hizo todo ad-honorem. Tampoco los recursos, ya que todo el desarrollo que se hizo está autofinanciado por el GEII.

¿Cómo es la ubicación del GEII en la estructura de la facultad?
CA: Pertenece a la Secretaría de C y T, nuestra directora es la Dra. Sonia Concari. Los dos cargos docentes simples del GEII los tengo yo. El decano nombró al Dr. Reinaldo Berti como director del grupo. En la comisión también están el Ing. Oscar Sadosky de Brasil (el primer director del reactor nuclear de la FCEIA) y el Prof. Guido Macky quienes son nuestros consultores. También el primer director de este grupo, que fue Danilo Gomez. Este grupo nació como el Grupo Caos y después gracias a la Dra. Ing. Nora Pouey se convirtió en el Grupo de Experimentación Innovativa e Instrumental.

¿Cuando nace el GEII?
CA: En el 2000, cuando ingresa Danilo Gomez, quien fue el primer director del grupo. Yo estaba desde el año 88 y me formé en Física. El Dr. Lewis me contacta con Gomez y allí arranca todo.

¿Quiénes son los alumnos adscriptos que te acompañan?
Paula Borrero: estoy en cuarto año de la Licenciatura en Cs. de la Computación, y formo parte del grupo desde hace un año y medio. Mi primer proyecto tuvo que ver con un proyecto en papanicolao.

Nicolás Caparrós: estoy haciendo tercer año de Ing. Mecánica. Ingresé al GEII este año. Ya lo conocía pero esperé a tener más conocimientos básicos de otras cosas. Ayudo en lo que falte en otros proyectos y me involucro en todos ellos. Mi hermano mayor, Sebastián Caparrós, es ingeniero industrial y participó de este grupo también.

Nicolás Carbone: curso el primer año de Ingeniería Electrónica y pertenezco al GEII desde hace más de un año. Participé en el armado del sonómetro que se puede ver en el Centro Cultural Roberto Fontanarrosa. Este equipo se armó originalmente para la semana del sonido.

¿Cómo es el tema del sonómetro?
CA: El Ing. Federico Miyara le encarga el GEII la construcción de este dispositivo. Si no fuera por los adscriptos, sobre todo Nicolás Carbone, el proyecto no hubiera sido posible. En cada proyecto son los adscriptos los que lo llevan adelante y ellos son el grupo. Pueden incorporarse alumnos de primero a quinto año sin problemas. Dentro del proyecto del papanicolao robótico tenemos a dos médicos: Giulia Márquez y Nicolás Sauro. También al Ing. Valderrey, todo dentro de un proyecto de vinculación. Todos trabajan de manera gratuita y porque lo quieren hacer. Como dijo la Dra. Pouey, hay que recordar la interdisciplinariedad del grupo. También hemos trabajado con gente de Biotecnología en un proyecto que lamentablemente no se concretó. Hace unos 4-5 años atrás se trabajó en plásticos degradables. Presentamos soluciones que ahora tienen vigencia por lo de las bolsas de supermercados. Nosotros propusimos hacer bolsas de nylon biodegradables con el excremento humano en las aguas servidas. Con esas bacterias obteníamos el plástico para las bolsas pero no logramos financiación.

El enfoque de la docencia
Además del intenso trabajo experimental, el GEII lleva adelante una idea del trabajo docente que puede leerse en el archivo adjunto (Educación Experimental Innovativa). El mismo se presentó como póster en las Segundas Jornadas de Innovación en Educación, con la autoria de C Antiba, D. Gomez y N. Pouey.

En base al cambio propuesto en el texto sobre educación, ¿cómo es el estado de ese cambio y cuál ha sido su recepción?
CA: Hasta hace unos años se hacía como aparece en el texto. Yo me basaba en la pizarra y discutíamos sobre distintos temas, había que ir a clases primero. Actualmente estamos tratando de hacerlo a medida que se van haciendo los proyectos. Dejamos que el estudiante se maneje solo y si se equivoca, que se equivoque. Al cuerpo docente de la facultad le encanta pero no tenemos el apoyo de cargos, lo cual es desesperante.

¿Cuánta gente conforma el grupo?
CA:
La composición cambia año tras año. El año pasado teníamos muchos chicos de Ingeniería Electrónica, este año los adscriptos que tenemos son los aquí presentes más Andres Miyara, Lucas Liendo y Nicolás Montenegro. También tenemos graduados como los que te nombré. Además la Física Ana Pioto y al Dr. Volmaro consultando por motores, lo que son actividades de colaboración normal.

A nivel terciario también colaboramos con la gente del profesorado del Normal 1.

¿Tienen proyectos con escuelas secundarias?
CA:
Con los chicos del secundario tenemos dos proyectos financiados por la Secretaría de Extension de la FCEIA. El proyecto de ritmo cardíaco y el de bomba de agua resonante a calor solar.

Ahora también estamos trabajando en el tema de crecimiento de cristales. Fui a hacer una capacitación a la Facultad de Cs. Bioquímicas y Farmacéuticas en este tema. Este año vamos a participar a nivel nacional con la escuela San Francisquito del tema crecimiento de cristales, dentro del Programa Voc.Ar del CONICET.

¿Sobre qué cuestiones te parece que hay que trabajar?
CA:
Un problema de la universidad es que genera un filtro: igualdad y semejanza al docente. El que no es así recibe un rechazo tan intenso que hay estudiantes que no se lo bancan. Hay alumnos de alto rendimiento que no pueden soportar las penurias que tendrían que pasar para acceder al año siguiente. En la secundaria muchos chicos van obligados pero en la universidad se supone que los chicos van porque les gusta. Tendrían que ir a ser felices, a disfrutar y en una gran parte de los casos van a sufrir al docente. Un docente bueno te enseña cualquier cosa y el estudiante aprende lo que sea. Es todo un círculo vicioso donde se van cansando, los más brillantes se van atrasando y mucho terminan desertando.

¿Por qué ingresaron al GEII?
Paula Borrero:
A mí me invitó otro adscripto. Desde el principio me gustó poder trabajar en proyectos reales con gente de otras carreras porque cada uno aporta su visión al proyecto y a la vez aprendés cosas que en la facultad no aprendés porque son otras áreas. Hasta ahora me gustó meterme en todos los proyectos un poco y la forma de trabajar. En el proyecto de la escuela secundaria otro de los adscriptos, Andres Miyara, hizo una parte del trabajo y después nos complementamos. Yo hice un programa que te dejaba ver la parte electrónica en computadoras. Él hizo la parte electrónica y yo hice la visualización.

CA: Se trabajó así porque era imposible comprar las pantallas táctiles y se truncaba el proyecto. Entonces por la genialidad de Paula, la noche anterior solucionaron la parte de graficación. Estábamos en el horno.

¿Sobre qué es el proyecto de la escuela secundaria?
CA:
Un analizador y visualizador de ritmo cardíaco. Es para que los dispensarios de la Argentina tengan a muy bajo costo un dispositivo para una alerta temprana ante alguien que va con una arritmia o ritmo acelerado y puedan derivarlo o no a un centro de máxima complejidad. Este dispositivo que es carísimo lo hacen nuestros adscriptos por muy bajo precio. Esto se les enseña a los chicos de la secundaria, cuestiones de programación y otras cosas. Esto se hizo en la escuela San Francisquito.

PB: Otra cosa importante es que a los profesores de la secundaria se les generó el incentivo para enseñar otras cosas y nos preguntaban cómo hacer para innovar. Qué libros de Física usar, cómo mejorar. También trabajamos con estudiantes de medicina, ya recibidos. Me gustó poder conocer gente de la Facultad de Cs. Médicas, interactuar con ellos me incentivó a conocer más.

CA: Hay otro proyecto en la parte de salud. Son veinte muestras de papanicolao a la vez las cuales se ejecutan robóticamente. El equipo permite hacer el diagnóstico por imágenes, con dos tipos de aumento las cuales se envían por celular. Competimos en TecnoTour el año pasado y fuimos una de las 28 universidades que ganaron.

¿Cómo entraron al grupo?
Nicolás Carbone:
Entre por casualidad. Al principio del 2015 me acerqué a una chica y me comentó sobre el GEII. Asistí a la reunión, me presentaron a otros integrantes y colaboré con el proyecto del sonómetro. Me he quedado noches enteras armando circuitos, diseñando partes de las etapas de potencia que tiene ese instrumento. Todo por una vocación que tengo, me encanta experimentar y armar cosas. En casa tengo un taller propio y de chico estoy metido con cosas de la electrónica. También pude colaborar porque tengo algunos conocimientos técnicos, me recibí como técnico electrónico.

Fui a Buenos Aires con el proyecto de la EcoVan, que ganó acá en Rosario dentro del TecnoTour Estuvimos en las oficinas de Microsoft. Había competidores de varias provincias y llegamos a esa instancia.

Nicolás Caparrós: Yo conocía al grupo por mi hermano, quien también entró en tercer año de su carrera. Le preguntó a un profesor dónde podía hacer algo manual y lo derivaron al GEII. Empecé la facultad sabiendo que en algún momento quería venir. Decidí cerrar primero el ciclo básico para tener los conocimientos teóricos necesarios y este año decidí ingresar. Empecé a intentar hacer cosas en casa. Sentía que quedás limitado a lo que te quiere enseñar el profesor. No solo aprendo de otras áreas cosas nuevas que me enseñan los compañeros, si no cosas de mi misma carrera que aún no ví.

¿Tienen actividades extracurriculares?
PB:
Antes tenía muchas actividades. Por ejemplo estudié inglés desde chica. También soy scout y me gusta la parte de voluntariado, colaborar con la gente. Tomé cursos de base de datos y en Colón (Entre Ríos) hacía escuela de doble turno. Mis padres tienen un periódico y siempre había algo que hacer. Aprendí a revelar por ejemplo.

N. Carbone: Me recibí en la ex Escuela Téçnica Nº2 (Tucumán y Pueyrredon). Ahí estaba todo el día, doble escolaridad, pero en mis ratos libres siempre me he quedado armando circuitos. Me gusta mucho la parte de audio, la electroacústica y la electrónica orientada a amplificadores de potencia, convertidores de corriente continua alterna. Con mis ahorros he comprado algunos instrumentos que tengo en un taller. Me gusta experimentar en mis ratos libres, es mi distracción, es como un hobby y también aprendo cosas. Experimento en distintas áreas siempre aplicando la electrónica.

En tercero de la secundaria hice un curso de programación en microcontroladores PIC en el Politécnico. Después no mucho más por una cuestión de tiempo. Entraba 7 de la mañana y salía 7 de la tarde. Me dedico básicamente a la facultad.

N. Caparrós: Yo iba a un colegio humanístico doble turno. Me quedaba poco tiempo y lo dedicaba a la música y a hacer deporte. Hoy me queda menos tiempo. A veces trabajo en algún proyecto de electrónica, simple. Cuando tengo tiempo música, y hago deportes todas las semanas. Toco el bajo y la guitarra. Soy de Venado Tuerto.

CA: Durante la primaria estudié piano y cuando terminé séptimo grado me recibí de profesor de piano.

Mi tesis de maestría es sobre cómo acceden al conocimiento los estudiantes con alto rendimiento académico. Y tiene que ver con lo que hicieron de chiquitos y como lograron llegar a la universidad en lo que les gustaba. Y hay mucha tarea en paralelo.

Proyectos en los que están trabajando
Algunos de los proyectos generados desde el GEII incluyen:

1. Bomba de agua resonante
2. Sonómetro libre gigante
3. Dron zeppelín
4. Visualizador de ritmo cardíaco de muy bajo costo
5. Vehículo ecológico multihíbrido multiregenerativo
6. Papanicolao robotizado a distancia

El listado también puede verse aquí.

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