viernes, 9 de septiembre de 2016

Coca Cola y el marketing que enferma: Tuve tu veneno

Amables promotores entregan folletos que presentan como material educativo sobre nutrición y diplomas con el logo de la empresa para los niños que se portan bien en la consulta. ¿Cómo entró y quién saca del hospital público a Coca Cola? Tal la pregunta que realiza Soledad Barruti en una de las notas de la nueva Mu, edición 102, que ya está en los kioscos, y que aquí reproducimos. Datos: en un país en el que se consumen 80 litros de gaseosas per cápita, hay 620.000 niños de colegios primarios que reciben en la escuela el marketing de Coca Cola, que usa 6 hospitales públicos para promocionar sus productos.

El diploma que entregó hace 2 años Coca Cola en el Hospital Penna


Los visitadores de Coca Cola aparecieron en el Hospital Penna hace unos tres años. Para el médico Fernando D’Ippolito el programa empresario coincidió con un momento especial: recién recibido, estaba a suerte y verdad con su vocación, con esa atención lúcida de los estrenos que sirve para confrontar la teoría con lo que hay alrededor. Estaba haciendo la residencia en medicina general porque quería dedicarse a lo que se dedica ahora: la atención primaria de las familias que no tienen acceso a la salud porque básicamente no tienen nada: ni gas, ni agua segura, ni alimentos frescos, ni calles por las que transiten colectivos o ambulancias. Enseguida se dio cuenta de que había llegado al lugar perfecto.
 
A pocas cuadras del hospital está la villa 21-24, la más importante de la Capital Federal: entre Barracas y Pompeya, ocho manzanas donde viven 60 mil personas. Su trabajo se abrió como un caleidoscopio a las necesidades: guardias, internaciones, consultorios externos y hasta la supervisión de cursos y talleres de nutrición que estaba seguro podían mejorarles la vida. “Está entre los problemas más urgentes que tienen: el alimento y sus consecuencias. Estamos hablando de niños que almuerzan chicitos con jugo, siguen con un pancho, galletas y gaseosas. Comida, comida: con suerte a la noche”, dice D’Ippolito ahora en un tono que seguro no tenía tres años atrás: exhausto. No resignado, más bien sin fuerzas para activar las ganas; esa íntima tragedia que se detona cuando uno se cruza cada vez con algo peor. “No sabría decir bien por qué pero tengo los números que lo hacen evidente: desde que empecé las personas pesan más, no menos, sufren porque no pueden atender adecuadamente su diabetes o su hipertensión. Se esfuerzan, hacen lo que pueden, pero enseguida se desmoralizan. Más si son chicos”.

El esfuerzo y la frustración: eso veía una y otra vez, sobre todo cuando le tocaba una de las prácticas más simples y a la vez más importantes de pediatría, el control de talla y peso de los niños.

Fue en alguna de esas prácticas, un día de semana cualquiera, cuando se cruzó con la representante de la empresa por primera vez. Era una chica joven, y traía regalos; y en un hospital público como ese, donde siempre falta de todo, alguien que trae algo, lo que sea, es bien recibido. “Si no entendí mal se trataba de una nutricionista, y como suelen hacer los visitadores médicos, entregaba el material, pero antes pedía firma y sello”.

Material que entregaba la empresa dos años atrás: recetarios membretados con el logo de la marca. Coca Cola en rojo y abajo el blanco clásico para que el médico indique, ¿qué? ¿Un antibiótico? ¿Un calmante? ¿Una dieta?

“Pero peor es el otro: mirá”, dice D’Ippolito y muestra el diploma al buen comportamiento. “Hoy a …. se le otorga este diploma porque el Dr/Dra ….. le pidió que 1. Sacara la lengua, 2. Tosiera o 3. Respirara hondo; Y LO HIZO SIN LLORAR NI PROTESTAR”, dice el cuadro. Así: con los espacios a completar, las instrucciones, y las mayúsculas. Con un corazón sonriente y con el logo en cursiva de la marca, enfrentado a la firma del profesional que lo complete.

“Cuando lo recibí me alarmé”, dice. “Me alarmé porque es una marca directamente vinculada a las enfermedades que los médicos intentamos sanar, como la obesidad en los niños, y porque estaban entregando un certificado que aplaude la obediencia a una orden de conducta. Es Coca Cola diciéndole a un chico cómo se tiene que portar”.


En la guardia y en la escuela

Hoy el material que quedó de entonces no es el único que se puede encontrar en el hospital. En la entrada de la guardia que recibe 120 mil enfermos al año, Coca Cola dejó un almanaque 2016 que devela otras formas de publicidad no convencional que inevitable o estratégicamente llegan a ese target al que aseguran ellos ya no le hablan: los menores de 12. Entre las típicas acciones –cuidar el agua, reciclar envases, trabajar con las comunidades donde establecen sus plantas- el cuadernillo da cuenta también del concurso intercolegial de baile, Baila Fanta y del torneo intercolegial de fútbol, Copa Coca Cola. Dos acciones que se llevan adelante desde hace años, porque sirven a la marca para subrayar el mensaje al que más fuerte se abrazan: hay que moverse. No importa que una botellita de gaseosa tenga 66 gramos de azúcar: si los chicos bailan, saltan, corren atrás de una pelota hay quienes dicen que lo queman, le ganan a las calorías, no engordan, y pueden, al otro día, seguir tomando.

Vida activa, vida saludable, vida feliz
Eso recalcan también en el programa de educación con el que lograron desde 2008 ingresar a las escuelas públicas de 16 provincias con un alcance estimado en 620 mil niños. Dale juguemos se llama y fue desarrollado por la marca a través de la Fundación Alimentaria y avalado por el Comité Olímpico y la Federación Argentina de Cardiología. “Con el consentimiento de autoridades educativas provinciales, se capacitan docentes y se entrega material áulico y deportivo para los recreos. Son las autoridades escolares y sus docentes quienes implementan el programa. De acuerdo a nuestros lineamientos globales de marketing responsable, este programa se realiza sin presencia de nuestras marcas frente a los alumnos”, asegura Francisco Do Pico, que hace un año pasó de encargado de comunicación de Monsanto a ocupar un sillón similar en Coca Cola, en donde parece que no creen que algo que dice que fue hecho “para Coca Cola Argentina” tenga presencia de marca.

Insólito
“Aunque no más que lo que me enteré después”, dice D’Ippolito abriendo la puerta a un enigma que nadie parece dispuesto a resolver: “Las visitadoras de Coca llegan al hospital casi todos los meses. No se sabe quién las deja entrar ni cuál es el propósito: entregan folletos, hablan con los médicos, recopilan firmas y sellos. Tal vez hacen estudios de mercado. O estadísticas. O buscan hospitales aliados, ¿cómo saberlo?”.

Les preguntamos
“Coca-Cola de Argentina brinda exclusivamente información sobre los ingredientes de sus productos. El principal objetivo del relacionamiento con los profesionales de la salud es escucharlos y responder a sus inquietudes respecto a los productos e ingredientes del portafolio de la compañía, siempre mediante información basada en la evidencia científica disponible y explicada por profesionales de la salud”, dice Do Pico, no sin antes aclarar que visitadores médicos no son porque para Coca, “la función de un visitador médico es promover fármacos de venta bajo receta, para así lograr la prescripción médica de los mismos. A tal efecto son contratados por laboratorios farmacéuticos”.

 

En el consultorio

El Hospital Penna, el Fernández, el Gutiérrez, el Garrahan, el Güemes y el Italiano: Coca Cola logra ingresar a todos, y en todos, los médicos -principalmente los pediatras que suelen ser los más requeridos- llaman a las nutricionistas de la empresa, las visitadoras. No hay quien no las haya cruzado, no se haya sorprendido, y no haya terminado aceptando que si bien al principio le resultó algo casi ofensivo –¡Coca Cola ingresando a los hospitales!- al final como se trata de personas amables pidiendo unos minutos nomás de los que depende su sueldo, les abren la puerta de sus consultorios y les prestan un poco del tiempo que casi ni tienen.
“Yo las recibo por educación, porque me da lástima dejarlas ahí afuera. Pero nunca entendí el objetivo de la visita: que justo esa empresa, Coca Cola, se interese por querer hablar con médicos cuando es obvio que nosotros sus bebidas a los chicos no se las vamos a indicar”.

“A mí me hablaron de sodio en el agua”
“A mí de azúcar”
“A mí del jarabe de maíz”
“A mí del aspartamo”
“A mí de la alegría”.
“A mí de hidratación”
Y así.

Intentar entender la estrategia de marketing más polémica del momento no es fácil. Pero puede ser entretenido.

 

La ciencia del marketing


La primera vez que Vanesa Miquel se topó con el asunto fue a través de una colega que había sido contratada por Coca Cola. Nutricionista ella también lo entendió todo: la oportunidad laboral en un contexto que siempre parece difícil y lo perfecto que sería para la marca si resultaba bien. Entonces no lo dudó. Como era docente de la universidad de la Universidad de Concepción del Uruguay, en Rosario, pensó que para desarticular la trampa, que termina estallando nada menos que en cuerpos que enferman año a año un poco antes, exponerlo frente a sus alumnos. “Les di clases utilizando ese material que es espectacular para desarrollar pensamiento crítico: tanto el contenido como el propósito de la marca y la ética profesional están expuestos en esos folletos”.

Porque lo que entregan las nutricionistas a los médicos, lo que Do Pico llama información basada en evidencia científica, son folletos y cuadernillos que resumen el punto de vista de la empresa sobre distintas temáticas, con referencias a documentos que los apoyan.

Ahí está en papel ilustración La Ciencia de los Azúcares: 24 páginas en las que se presentan temas conflictivos, como el azúcar y el jarabe de maíz de alta fructosa, señalados cada vez con más elementos como los responsables de las pandemias de obesidad y diabetes tipo 2, que en algunos países alcanzan a la mitad de la población y en otros es solo cuestión de tiempo, pero con una astucia dialéctica que podría llevar a conclusiones increíbles. “Los carbohidratos –los azúcares, almidones y fibras que se encuentran en las frutas, verduras, cereales y productos lácteos- son una parte importante de una dieta saludable (…) Las bebidas endulzadas con endulzantes calóricos suministran calorías –energía- de los azúcares que son carbohidratos simples. Los carbohidratos son nutrientes esenciales para la vida”.

Si A es parecido a B, y B es un poquito parecido a C, ¿A es igual a C? Definitivamente, sostiene página a página este cuadernillo.

Mientras en distintas revistas científicas se publican estudios que demuestran que los edulcorantes no calóricos no solo no disminuyen el consumo de azúcar, sino que suman sustancias como aspartamo, ciclamato o acezulfame K que probablemente gatillan problemas parecidos como el aumento de peso, Coca acerca a los médicos un vistoso collage que niega rotundamente nuevos paradigmas.

En otras entregas la apuesta está en la hidratación: la importancia de atenderla antes de que sobrevenga la sed (que muchas veces, aseguran, llega tarde) y de saciarla con bebidas que mejor si son saborizadas porque así los chicos “toman entre un 45 y un 50 por ciento más de líquido que si es solo agua”.

“Y lo hacen con referencias: eso me sorprendió”, dice Miquel, “es una jugada astuta de la marca: hacen una lectura propia de distintas publicaciones científicas para hacer publicidad”.

Sin dudas esa estrategia que Coca Cola ha sabido desplegar creando incluso institutos y sociedades, es lo más cuestionable.

Las visitadoras de Coca Cola a las que ellos prefieren no llamar así tienen, como cualquier visitador médico, objetivos: una cantidad de profesionales con los que hablar, relaciones que establecer y material que a su vez les piden a ellos que repartan entre sus pacientes a fin de ampliar la educación nutricional. Así, los consultorios pediátricos de los hospitales públicos de nuestro país tienen pilones de hojas infomerciales que por supuesto llevan a cuestionar, cómo es posible que ingresen, que ocupen el tiempo de los médicos, que dejen cosas.

“Es una locura”, dice Sergio Auger, que también es médico hasta diciembre era el director del hospital Santojanni y desde entonces es el coordinador de Hospitales del Ministerio de Salud. “Para que ingrese alguien a un hospital público tiene que haber un convenio escrito con la dirección. No es que puede pasar quien se le ocurra con un carrito a ofrecer sus productos”.

¿Conoce alguno?
“No. En mi gestión jamás se acercaron de esa empresa a proponerme algo así. Tampoco estoy al tanto de que dentro del Ministerio exista algún convenio marco que lo habilite. Y si me lo propusieran no lo aceptaría”.

¿Tiene Coca Cola algún acuerdo con el sector público en Argentina?
No, dice Do Pico.

¿Entonces?
“Convenio no hay”.

“Si hay nadie lo quiere hacer público”.

“Yo creo que entran así nomás”.

“Libremente”.

“Ven luz y pasan”.

 

Lo que enferma


El último informe sobre enfermedades no transmisibles del Ministerio de Salud (publicado en febrero de 2016), que ubica al sobrepeso como uno de los problemas más graves por los que atraviesa el país, con el récord regional de niños menores de 5 años obesos, sostiene que hay una asociación comprobada entre el aumento de peso y la ingesta de alimentos ultraprocesados y bebidas azucaradas. De estas en especial sostiene que:

Se estima que en 2010 el consumo de bebidas azucaradas causó en el mundo 184 mil muertes. 133 mil debido a diabetes, 45 mil debido a enfermedades cardiovasculares y 6.450 debido a algunos tipos de cáncer.

La mayor cantidad de estas muertes ocurrieron en América Latina.

En Argentina, por cada millón de adultos, hay 74 que mueren por el consumo de bebidas azucaradas: es de los países con mayor mortalidad atribuida al consumo de bebidas azucaradas de la región.

En nuestro país el consumo per cápita de bebidas elaboradas por la compañía más grande de gaseosas en 2011 fue de 80 litros: 2,5 veces más que en 1991 y 1,5 veces más que en 2001.

La empresa más grande es por supuesto Coca Cola, que a plena luz del día, anda suelta por los hospitales, se pasea por los consultorios e intenta convencer a los médicos de que ellos no solo no son un problema, son casi la solución.

¿Permitirá Jorge Lemus, el mismo ministro de Salud que autoriza la publicación de un informe con esta contundencia, que este tipo de promoción continúe?

Fuente

sábado, 27 de agosto de 2016

Lavoisier: Grandes éxitos de la Química Barroca

En sus primeros cien años, la Química había dado muchos tumbos. Algunos químicos seguían con mentalidad de alquimista, como el que descubrió el fósforo por casualidad buscando oro en la orina. Como en la Edad Media, hablaban de aceite de vitriolo en lugar de ácido sulfúrico y recurrían a una sustancia imaginaria, el flogisto, para tapar los agujeros de unas teorías que no habían cambiado desde de la Grecia antigua. Antoine de Lavoisier logró sacar a la Química de aquel callejón sin salida pero, pese a ser un revolucionario científico, murió guillotinado en 1794 porque en la Revolución Francesa cayó en el bando equivocado. Nacido en un una rica familia parisina, heredó una fortuna a los 25 años, recién admitido en la Academia de las Ciencias, y decidió invertir en una compañía privada que recaudaba impuestos para el Estado y se ensañaba con los pobres.

bbva-openmind-lavoisier-solo
Grabado de Antoine-Laurent Lavoisier, en su laboratorio. Autor: Louis Jean Desire Delaistre

Ese mismo negocio que le llevó a la guillotina le permitió montar el mejor laboratorio privado de la época sin reparar en gastos. Le obsesionaba medir y pesar todo con exactitud y así derribó las creencias en la vieja teoría de los cuatro elementos (aire, agua, tierra y fuego), según la cual el agua podía transmutarse en tierra. Al hervir agua durante mucho tiempo aparecía un residuo sólido en el fondo del recipiente, así que ¿cómo atreverse a dudar de la evidencia? Lavoisier lo hizo y, con sus precisos experimentos, demostró que el recipiente de vidrio perdía un peso igual al del sedimento que aparecía.

Siguió prosperando al casarse con la hija de un directivo de su compañía. Hicieron muy buena pareja en el laboratorio: ella tomaba notas de sus experimentos, le dibujaba las ilustraciones y le traducía artículos científicos en inglés. Juntos abordaron el tema candente de la química del siglo XVIII: ¿por qué unas cosas arden y pierden peso al calentarlas, mientras que otras, los metales, se cubren de óxido y ganan peso? Lavoisier sospechó que lo que ganaban los metales lo perdía el aire y siguió las pistas dejadas por otros químicos.

bbva-openmind-lavoisier-ppal

Se perdió varias veces y se equivocó otras tantas, hasta que el inglés Priestley le habló de una nueva clase de aire, que hacía que las cosas ardieran mejor, o se oxidaran antes, y con la que los ratones sobrevivían el doble de tiempo y muy activos en un recipiente sellado. Lavoisier repitió los experimentos de Priestley y se apropió del descubrimiento de ese nuevo elemento que formaba parte del aire y al que llamó oxígeno (“generador de ácido”, en griego), creyendo por error que estaba presente en todos los ácidos.

De error en error, llegó al acierto final: su Tratado elemental de química (1789), publicado el año de la Revolución Francesa. En él explicó que la combustión, la oxidación de los metales y la respiración de los animales son en realidad un mismo tipo de procesos: reacciones en las que se consume oxígeno. Al experimentar en recipientes cerrados, comprendió que en las reacciones químicas no se perdía ni ganaba peso. Puedes quemar esta hoja y convertirla en humo y cenizas, pero la cantidad total de materia sigue siendo la misma: se puede transformar, pero no eliminar. Es la ley de la conservación de la masa de Lavoisier, la primera teoría científica que tuvo la Química.

También les dio a las sustancias químicas sus nombres modernos y creó la primera tabla de los elementos, en la que ya no estaban aire y agua, pero todavía incluía la luz y el calor. A pesar de sus errores y de que no descubrió ningún elemento, supo recopilar los descubrimientos de otros y darles un sentido que no tenían por separado. Al día siguiente de su ejecución, el matemático Lagrange lo recordó así: «Bastó un instante para cortar esa cabeza, y cien años puede que no sean suficientes para dar otra igual».

Francisco Doménech para Ventana al Conocimiento

Fuente:
www.bbvaopenmind.com

sábado, 20 de agosto de 2016

Innovando el transporte de órganos para trasplante

Un grupo interdisciplinario de jóvenes investigadores desarrollan un producto de indudable necesidad.

Carnevale, Guibert, Bacigalupi, Mancini y Juan de Paz (Izq. a der. - Foto: C. Pairoba).




Los órganos que van a ser transplantados se transportan en conservadoras como las que se usan para ir a la playa o a un picnic. Esto parece increíble cuando consideramos que estamos hablando de órganos de cuyo transporte adecuado depende la vida de una persona. El sistema ha venido funcionando de esta manera, pero un accidente reciente nos muestra lo frágil de la metodología que se usa en la actualidad para transportar vida.

En el ámbito del Centro Binacional (Argentina-Italia) de Investigaciones en Criobiología Clínica y Aplicada (CAIC), cuatro jóvenes trabajan para desarrollar una nueva forma de transportar órganos para trasplante. Lo que surgió como una consulta a través de una red social derivó en un proyecto que abre un abanico de interesantes posibilidades con aplicaciones específicas.

Magalí Mancini (MM) y Constanza Bacigalupi (CB) son dos estudiantes próximas a recibirse de la carrera de Diseño Industrial (Universidad Nacional de Córdoba). Como proyecto final de tesis trabajan en un dispositivo para transportar órganos. Su interés por incorporar a su proyecto un sistema de enfriamiento de origen nacional las llevó a contactarse con Matías Carnevale (MC), Licenciado en Genética de la Universidad Nacional de Misiones, y con Leonardo Juan de Paz (LJdeP), Licenciado en Biotecnología de la Universidad Nacional de Rosario (UNR), ambos becarios del CAIC.



Detectando una necesidad
¿Cómo se conocieron?
MM:
Nos conocimos en un congreso buscando temas para tesis. A las dos nos interesaba el diseño industrial relacionado con el ámbito médico. Queríamos hacer un proyecto que no quede solamente en la tesis si no que vaya más allá. Que pueda ser después o nuestra fuente de trabajo o un proyecto que se pueda producir.

CB: Llegamos a la temática de la preservación de órganos leyendo e investigando temas en el ámbito médico. Leímos una noticia de donación que se hizo en México y en la cual se había abierto un contenedor. Esto nos alarmó y llamó nuestra atención. Por eso nos interesó ver qué podemos aportar desde el diseño para solucionar la problemática.

Parece rudimentario utilizar una conservadora.
MM:
Es una conservadora común de picnic, familiar, con hielo y pañales en la base para absorber las filtraciones y un rótulo de la entidad competente. El órgano va dentro de una bolsa. Después del accidente dijeron que el órgano no había sufrido daños y que el paciente estaba bien.

¿Se usa el mismo método de preservación independientemente del órgano?
MC:
Se usa el mismo método para todos, pero obviamente hay órganos que son más sensibles. Este tipo de preservación se denomina preservación estática. Bajan el metabolismo del órgano para que no sufra demasiado daño por la falta de oxígeno hasta que están en condiciones de implantarlo. Para todos los órganos se trabaja de la misma forma, fundamentalmente grandes órganos abdominales y torácicos. Para las córneas, por ejemplo, se trabaja con otra metodología de preservación.

O sea que el dispositivo sobre el cual Uds. están trabajando sería para dejar de usar estas hieleras y también para mejorar las condiciones de llegada del órgano.
MC:
Nosotros vemos la necesidad, siendo que hay equipos médicos o de laboratorio que son tan costosos. Nos parece ilógico no invertir en un sistema de transporte adecuado. Había que desarrollar algo. También tratar que el órgano sufra el menor daño posible ya que se trata de la calidad de vida de una persona.

¿Qué pasa en los países del Primer Mundo?
MM:
Por lo que vimos hay algo desarrollado, pero no siempre se cumplen las normativas que hay que seguir. Por ejemplo, enfrían pero no son autónomas o no se llega a la temperatura a la cual se tiene que llegar. Nosotros lo que queríamos es buscar algo que reúna todas las condiciones en un solo producto. Así llegamos a esta instancia.

¿Cómo se relaciona esto con la normotermia?
MC:
La perfusión en normotermia es una técnica para el reacondicionamiento del órgano antes de implantarlo más que para preservar.

CB: No hay antecedentes directos de algo que resuelva la problemática en particular. Otro aspecto fundamental desde el diseño industrial específicamente, es el tema comunicacional de producto, de que sea una conservadora para el uso médico. Que se regulen y respeten las normativas vigentes, que se adapte para el personal interviniente de los procuradores y que comunique que está llegando vida y no una lata de cerveza.

MM: Es como que impactaba mucho tanto a los médicos como a los familiares de transplantados con quienes hablamos. Nos decían “yo vi llegar en una conservadora de picnic el órgano que era para mi hija”. Esto era muy chocante.

MC: El equipo que estamos desarrollando ahora deja de ser una conservadora. Es un sistema de enfriamiento controlado, algo distinto. Estamos tratando de evitar el uso de hielo. Buscamos usar placas eutécticas que es algo más higiénico. Es un sistema de preservación estática del órgano, no una conservadora.

¿Que tipos de productos industriales se desarrollan en Córdoba?
CB:
Hay una tendencia a hacer productos para la industria agrícola o automotriz, quizás. No parece haber tanta influencia en el campo médico y a nosotras nos interesó hacer este aporte. Los egresados tienden a insertarse mucho en la industria agrícola.

MM: Con el tema de las impresiones 3D hay también como un auge de la aplicación médica.

Proyecto interdisciplinario
Leonardo Juan de Paz es también técnico electrónico. Sumado a su formación en biotecnología, esto le permite aportar un aspecto importante a este proyecto que nació siendo interdisciplinario.

Es interesante el tema de la interdisciplinariedad planteada en este proyecto.
LJdP:
La cooperación nació a través de las redes sociales. Ellas estaban buscando algún tipo de asesoramiento sobre qué sistema de frío usar y lo contactaron a Matías. Estuvimos viendo varias opciones que ellas nos habían preguntado y se generó un intercambio desde hace más de un año. Un par de meses atrás nos acercaron una propuesta concreta sobre qué sistema tenían planteado usar, nosotros lo vimos, le dimos nuestra opinión y como somos inquietos, el desafío nos motivó. Decidimos ver si podíamos hacerlo nosotros, o sea la posibilidad de ofrecer otra cosa.

MC: La idea era desarrollar algo mejorado a lo que ellas tenían, que sea más aplicable y que nosotros lo podamos validar con la experiencia que tenemos trabajando en preservación de órganos.

MM: Lo que nosotras teníamos era una opción de Francia con un sistema de refrigeración patentado y probado que nos costaba un precio muy alto. No conseguíamos respuesta de la Argentina para ver quién nos podía asesorar con esto. Teníamos una parte, pero nos faltaba, justamente, esto que estamos haciendo. Llegamos acá, tenemos esta otra opción y por suerte se puede validar desde el punto de vista científico.

CB: Y el plus de poder fabricarlo en el país, con la industria local. Esto es muy importante a nivel del diseño para que se pueda ejecutar, producir y comercializar acá.

El apoyo del CAIC
Edgardo Guibert (EG) es vice-director del CAIC y resaltó la importancia de las distintas áreas del conocimiento que se ponen en juego en este proyecto.

EG: Creo que este tipo de interacciones son útiles no solo desde el punto de vista de la creatividad sino también por una cuestión del lenguaje. Acá tenemos que estar hablando algo que interprete una persona que sabe de diseño industrial, otra persona que sabe algo de Fisiología y alguien que sabe de electrónica. Y todo eso tiene que ser en un lenguaje donde se entiendan las tres partes y dé un fruto. Y el fruto en este caso es solucionar un problema que está en una caja negra sin ser resuelto. Esto es una primera aproximación de conocimiento personal, ver qué es lo que se hace acá o lo que se hizo allá y juntarlos. Después habrá que buscar alguna vía de vinculación tecnológica de la UNR, el cual es un muy buen canal que está dando sus resultados. Este sería un muy buen ejemplo de aplicación.

LJdeP: Les comentaba a las chicas la buena predisposición que hay para todo lo que sea emprendimientos de base tecnológica en la provincia de Santa Fe. Hay subsidios, préstamos para proyectos. Al tener una idea que permita obtener un producto con un valor agregado de conocimiento bastante importante están casi en el lugar y el momento indicados para lanzarse. Esto es algo muy valioso para evaluar. Todo el mundo está muy interesado en invertir en tecnología.

MM: Tenemos un plan de negocios en el cual tenemos que terminar de ajustar el tema de precios y demás. Justamente por este sistema que no teníamos en el país y para el que se nos presentaba esta opción del exterior. Pero sí tenemos pensado llevárselo a un inversor o esta otra opción de conseguir fondos.

MC: El objetivo final de esto es netamente aplicado ya que lo que ellas quieren es tratar que este sistema se aplique de manera habitual en la clínica  dentro del país lo cual está bueno.

EG: también hay que tener en cuenta que estamos trabajando en algo que se va a aplicar en salud humana lo que implica una reglamentación muy particular. O sea que los cuidados son mucho más estrictos.

Hace dos años y medio que están trabajando en este proyecto. Una iniciativa que nació de una consulta a través de las redes sociales involucrando a gente joven con ganas de generar un producto necesario y con una aplicación concreta.

sábado, 13 de agosto de 2016

Fabricio Ballarini: “Más ciencia es más libertad”

No soy un divulgador”, se apresura en aclarar Ballarini. “Soy un científico que sabe contar las cosas que hace y lo hace desde el lado pasional que, por otra parte, es como yo soy. Sé divulgar lo que hago en materia de ciencia. Y tengo mis limitaciones”, reconoce. 


Todo comenzó con su grupo reunido, interrogándose; y tomando la decisión de comenzar a dar charlas para pequeños grupos de docentes. A poco de andar cayeron en la cuenta de que llegar a un universo mayor de docentes iba a demandarles mucho tiempo. Optaron, entonces, por correr un riesgo haciendo una convocatoria abierta; y para su sorpresa, se anotaron 800 docentes en tres días. “Nos dimos cuenta de que existía un interés que habíamos subes-timado”, afirma el investigador del Conicet. Y lo que fue un tímido intento se transformó en una bola de nieve, llegando a realizar más de una docena de jornadas multitudinarias.

Mañana, una de esas convocatorias se realizará en Rosario y tendrá lugar en el Salón de Usos Múltiples de la Facultad de Arquitectura, Planeamiento y Diseño de la UNR, de Riobamba 220 bis. Ballarini, que será uno de los dictantes, re-cuerda que “fue en 2008 cuan-do empezamos a hacer demostraciones en escuelas, tratando de buscar cómo mejorar la estrategia de la enseñanza de las ciencias. Estaba terminando el doctorado y tenía una pregunta que estaba vinculada con una investigación, y a partir de los resulta-dos que obtuve me pareció que la podía extrapolar al ambiente educativo e intentar hacer una experiencia que les reportara a los estudiantes su aceptación de la ciencia; a la vez que podría transformarse en un buen material para los docentes, motivándolos a recurrir a métodos innovadores de enseñanza”.

Ballarini no puede ocultar su entusiasmo, y lo expresa: “Allí descubrí dos cosas: que los docentes estaban muy entusiasmado y que había un vacío en la educación Y tratamos de brindar contenido científico a esa comunidad ya que no había nada”.

El grupo está por presentar un libro para regalar, >Educando al cerebro I>. Tiene una web (www.educandoalcerebro.com.ar); está en Facebook, “Educando al cerebro”, sitio en el que cuentan con muchos seguidores. Llevan hechos algunos videos. Fueron a Uru-guay. Y se han convertido en una ONG, mediante la cual acaban de recibir un subsidio para hacer investigación. “En dos años y medio hemos tenido un crecimiento increíble”, se enorgullece Ballarini.

En los encuentros suelen recurrir a un test que está basado en el comportamiento del cerebro cuando se requiere apelar a los recuerdos; siguiendo el cual, diseñan un experimento en el aula. Así lo explica Fabricio Ballarini: “Tomamos un protocolo de aprendizaje cualquiera; puede ser que las personas apelen a un recuerdo o mostramos un dibujo; a los chicos más chicos les contamos un cuento y nosotros tratamos de modularlo, de mejorarlo para que ese re-cuerdo quede fijado. Y vimos que las experiencias que están cercanas a cuestiones que fue-ron sorprendentes y que asombran se recuerdan mucho más. Por eso recurro al episodio de las Torres Gemelas o a un nacimiento, u otro tipo de experiencia; y lo que obtuvimos fue que el recuerdo, en esos casos, tiene más fuerza y, aparte, recordamos cuestiones periféricas que su-cedieron cercanas al recuerdo principal y que, de otra manera las hubiésemos olvidado”. 

—¿Aplicar esta metodología es tan sorprendente como el intento que hicieron para contactarse con los medios?
—Esa fue una locura que salió bien. Fue correr un riesgo. Fue una experiencia que se reveló como muy útil porque nos dimos a conocer y porque pu-dimos hacer en vivo la experiencia, a la vez que cada uno de los oyentes “experimentó en carne propia” nuestra propuesta. Cada oyente se convirtió en un sujeto experimental de su propia experiencia de aprendizaje. Los oyentes que lo entendieron no lo van a olvidar jamás. 

—Lo interesante es que se les abrieron las puertas a un público masivo…
—Sí. Les mandé un email. Me presenté como becario del Conicet que estaba haciendo un trabajo de investigación, y la gente de Vorterix, con Pergolini a la cabeza, entendió rápidamente; él es un hombre muy informado en el tema de las ciencias y accedió a hacer-lo en vivo. Por supuesto lo hablamos mucho, ajustamos los detalles y nos largamos. Estuvo encantado de hacerlo. Generamos un vínculo a par-tir de esa experiencia y nos abrió las puertas de la radio a tal punto que su propio pro-grama tiene un micro de cien-cia grabado y animado; y, de toda la programación de su radio que es de rock, el micro de ciencia es el más visitado. Algunos han llegado a recibir 350.000 vistas, que es mucho más de las que obtiene un re-cital de rock.

Ballarini, el joven doctor en ciencias biológicas e investigador del instituto de neurociencias del Conicet, “científico utópico” –como él mismo se define– y autor del libro >REC>, de editorial Sudamericana, cree firmemente que es el modo de contarla a la ciencia la que puede hacerla más atractiva. “Esto fue por la posibilidad de poder contar las cosas desde otro lado, a un buen número de docentes re-unidos y poder hacerlo, al mismo tiempo, en un medio masivo de comunicación”, sostiene. 

—Recurrir a un experimento siguiendo la metodología científica y realizarlo a través de medios masivos, ¿puede agregar valor a la divulgación de la ciencia?
—Me encanta esa visión. Más, me gustaría tener un programa en el que no solamente comunicáramos ciencia, sino cómo hacer experimentos; porque es la manera indirecta de aprendizaje efectivo. Yo vivo haciendo experimentos y puedo asegurar que es fasci-nante el momento de llegar al final para poder ver el resultado. Cuando me aproximo al resultado siento una mezcla de nerviosismo y emoción enormes. Si somos capaces de contárselo a los chicos va a operar como un imán.

La ciencia, como la política, es uno de los productos de la cultura de un pueblo y se comportan como un tejido de mutua influencia; a apropósito de esto, Ballarini hace mención a una intervención suya en la radio cuando, al hablar de adicciones, se comparaban drogas consideradas ilegales con el consumo de sustancias tóxicas aceptadas socialmente, como el tabaco y el alcohol.

“De lo que estaba hablando era de nuestra cultura, de cómo sustancias que son muy nocivas, al ser aceptadas por la sociedad, pocos son los que reparan en su poder letal y en el deterioro que ocasionan a la salud humana. Y allí, en ese mismo momento, me pregunté para qué está la ciencia. La ciencia está para agregar evidencia al conocimiento y favorecer la vida de las personas. Si la humanidad no usa la ciencia para eso, ésta carece de todo valor. Por eso, poder brindarles a las personas información sobre lo que la ciencia produce, les abre la posibilidad de poder decidir de otra manera; es decir, adquieren más libertad, Y de ahí surgió esa frase que quedó para nosotros: «Más ciencia es más libertad»”, concluye Ballarini.

Fuente
elciudadanoweb.com

domingo, 7 de agosto de 2016

200 años de Ciencia en la Argentina

En el marco de las múltiples actividades que se realizaron con motivo del Bicentenario de la Revolución de Mayo, la Academia Nacional de Ciencias propuso y concretó un ciclo de conferencias para debatir sobre la existencia de una Ciencia Nacional.




El devenir de la Ciencia en la Argentina, los puntos a favor y en contra de una ciencia nacional, su imagen en el mundo, pasado, presente y futuro, la apropiación por parte de la sociedad del conocimiento científico y la imagen que el ciudadano tiene sobre el mismo, son algunos de los aspectos que se trataron en las actividades realizadas.

Descargar conferencias aquí.

Virus Sincicial Respiratorio: convocan a participar en estudio para vacuna infantil

Un equipo de científicos en Rosario participa de un estudio internacional para desarrollar una vacuna pediátrica intranasal. El objetivo es ...