domingo, 9 de octubre de 2016

Entre Ríos, una zona que vuelve a apostar por el vino

En Victoria hay dos bodegas y unos diez viñedos que buscan una producción con una nueva identidad; hace más de cien años a esa región se la llamaba la Champagne argentina.

Foto: LA NACION / Marcelo Manera
Por Germán de los Santos

"El vino tiene que contar una historia", ensaya Rubén Tealdi, y agrega enseguida a modo de advertencia que "por supuesto tiene que ser bueno". Se mueve inquieto entre las parras de su viñedo de 1,5 hectáreas en las afueras de Victoria, Entre Ríos, donde desde 2006 empezó a tejer el proyecto de tener una viña y hacer vino en medio de ese paisaje cortado por las cuchillas, esos campos ondulados, y una brisa suave del Paraná, que ahora crecido se muestra como un mar.

Tealdi se apoya en un cartel que indica que una hilera de parras que están más cerca de la bodega Corrales Vier proviene del Palacio de San José, donde vivía Justo José de Urquiza, quien hizo plantar en esa tierra, en 1860, vides que había traído de Francia. Tealdi logró que unos brotes prendieran en su finca y allí están, al lado de las merlot, malbec, tannat y cabernet en el campo de ocho hectáreas que está ubicado en el kilómetro 6 de la ruta 21.
Este hombre de 61 años fue el Quijote del vino en esas tierras, donde hasta la década del 30 existían más de 60 bodegas que desaparecieron de un plumazo, luego de que Agustín P. Justo estableciera a través de la ley Nº12.137 la prohibición de producir vino fuera de Cuyo. El espíritu de la norma, considera Tealdi, era preservar la zona cuyana para la producción vitivinícola, ya que en esas tierras no crecía trigo ni había pasturas para el ganado.


Según el INTA, en 1890, en Entre Ríos se cultivaban más cepas que en Mendoza y San Juan. Incluso, tres años antes se catalogó esta zona como "la Champagne argentina". Se producía vino de mesa, y más allá de su calidad tenía como ventaja un bajo flete por la cercanía con Buenos Aires.
Pero después de la sanción de la ley impulsada por Justo todo se derrumbó y esa historia quedó guardada en los anaqueles de algunos museos, ni siquiera en la memoria de los entrerrianos. El Congreso de la Nación derogó esa ley en 1993, por iniciativa del senador entrerriano Augusto Alacino, aunque en Victoria no prendió muy rápido el interés por la producción vitivinícola.


Bodegas, viñedos y productores 
En la zona de Victoria hay dos bodegas, Corrales Vier y Borderío, y diez viñedos que en total producen una superficie de unas 22 hectáreas. Pero en Entre Ríos ya existen 60 productores de los departamentos de Paraná, Diamante, Nogoyá, Victoria, Gualeguaychú, Concepción del Uruguay, Colón, Concordia, Federación y La Paz, nucleados en la Asociación de Vitivinicultores de Entre Ríos. El desafío es llegar a 2020 con 500 hectáreas sembradas en la provincia y una producción de dos millones de botellas.

Tealdi, nacido en Brinkmann, Córdoba, con un extenso recorrido profesional en publicidad en Rosario, retomó esa historia y empezó a contagiar a otros. Decidió instalarse en 2002 en Victoria y comenzó a cultivar hace una década lo que define como una "pasión".

La bodegas y los viñedos Borderío, en Victoria, Entre Ríos. Foto: LA NACION / Marcelo Manera

El interés por el vino germinó en la zona. Y Tealdi, quien produce un trivarietal de Merlot, Malbec y Tannat, pretende junto con el apoyo del INTA apuntalar otro anhelo: modelar un vino auténticamente local a partir de la cepa Marselan, un cruce entre garnacha y cabernet sauvignon, muy poco conocida en el país. Esta cepa posee una ventaja, según el productor, madura en enero antes de las lluvias que complican siempre la cosecha.

El gobierno entrerriano comenzó a ver con interés el fenómeno y apuesta en un futuro cercano a demarcar un camino del vino para aportar otro atractivo a su paleta turística. Además, empezará a funcionar en Victoria una carrera de técnico en enología y mantenimiento de frutales, con el objetivo de formar profesionales de la zona.

Desarrollo turístico 
Hacia el sur de Victoria, sobre la ruta 11, Guillermo Tornatore y su esposa Verónica Irazoqui construyen la bodega Borderío, con una superficie de 18 hectáreas de viñedos. Es una escala mucho más grande que la finca de Tealdi.

Apuestan a producir un vino de alta gama, y armonizar el emprendimiento con un desarrollo turístico, con un hotel y un restaurante en un campo de 330 hectáreas que desde una colina tiene una imponente vista al río. Muchos piensan que este emprendimiento será una especie de sonajero para tentar a otros inversores a apostar a la producción vitivinícola en la zona, ya no como un emprendimiento quijotesco sino como un negocio.

Tornatore cuenta que "el sueño" de construir una bodega y un emprendimiento turístico vinculado al vino surgió después de visitar la finca de Donald Hess en los Valles Calchaquíes. "Esa maravilla la hizo un estadounidense. Y yo me pregunté por qué un argentino no puede hacer una cosa así. Y nos embarcamos en esta locura."

En uno de los espacios de la bodega descansa la primera cosecha de vinos malbec, merlot y cabernet franc, que modela el enólogo Oscar Laguna, quien confiesa que cuando le contaron el proyecto tuvo que buscar en Internet para saber dónde estaba Victoria. "Acá hay una oportunidad de marcar una diferencia y de rehacer historia, con vinos de calidad y sobre todo diferentes. Yo apuesto al cabernet franc", apunta.

Guillermo Tornatore y Verónica Irazoqui provienen de la tecnología. Fueron los creadores de Dattatec-Donweb, una empresa de hosting que gestaron a partir de la crisis del 2001 en el living de la casa y hoy es una de las más grandes del país. "Quisimos encarar un proyecto nuevo en este campo, pero que tuviera valor agregado. Nosotros provenimos del emprendedurismo pero aclaramos que esto no es un emprendimiento, sino un proyecto donde hay una inversión muy grande", advierte Tornatore.

En el predio que aún está en construcción edificaron una amplia bodega de paredes que estarán recubiertas en piedra y tejas, donde se elabora y se guarda el vino, con espacios para que los visitantes puedan degustar los productos que tornea el enólogo mendocino.

La puerta de ingreso de seis metros de alto, de madera con remaches de hierro, al estilo medieval, es el portal de la bodega. Planean producir unas 70.000 botellas. En un subsuelo, con paredes anchas recubiertas de ladrillos se destaca una mesa de granito de siete metros de largo y el piso tapizado en parte con los adoquines ingleses de casi 200 años que se sacaron de las calles de Rosario. Cada lugar tiene un sentido y una pequeña historia, apuntan. También trajeron olivos de 15 años de San Juan con el que van a producir aceite y aceitunas. Y en el casco de estancia se está redefiniendo en alojamiento para los visitantes.

En la zona más baja, cerca del río destinaron 50 hectáreas para una reserva de fauna, donde se hace recría de carpinchos que después son liberados en las islas. Verónica señala que la bodega está pensada como un circuito completo, para que el turista ingrese al lugar se divierta, vea el proceso productivo de vino y del aceite de oliva y pase un grato día. "La idea es llegar a producir vinos de alto nivel, apuntando permanentemente a la calidad, porque sabemos que la zona puede dar excelente producción."

Fuente
lanacion.com.ar

domingo, 2 de octubre de 2016

Cervigni: neurociencias, educación y adultos mayores

Mauricio Cervigni trabaja en la articulación entre las neurociencias y estas dos poblaciones buscando aplicar los últimos avances. Mejorar las capacidades que adquieren los alumnos en las escuelas y la calidad de vida de los adultos mayores entre los objetivos principales. 





Por Claudio Pairoba

Docente-investigador de la Facultad de Psicología y el Instituto Rosario en Ciencias de la Educación (IRICE, UNR-CONICET), Mauricio Cervigni nos cuenta sobre su área de investigación, la relación con el medio y su actividad docente. 

¿Cómo está formado el grupo de trabajo?
Somos un grupo bastante pequeño de la facultad de Psicología sobre todo, ya que a veces se incorporan estudiantes avanzados o de otras disciplinas. Parte de lo que inicialmente fue la organización del Centro de Investigación en Neurociencias de Rosario en el 2012.

Este centro nucleó a un grupo de profesionales docentes así como a muchos colaboradores que son estudiantes avanzados o en la mitad de la carrera. Teníamos inicialmente algunas líneas de investigación, también en colaboración con el IRICE. En ese caso estaba el Dr. Raúl Gagliardi como director. Él priorizó una línea que nosotros también implementamos por un proyecto que estábamos abordando llamado “Potenciación de funciones neurocognitivas en niños con necesidades básicas insatisfechas”. El objetivo básicamente era abordar poblaciones consideradas bajo riesgo por vulnerabilidad social sobre todo en un sentido amplio, no un sentido de considerar la pobreza simplemente material sino simbólico y de otra índole.

Por ende teníamos un proyecto para tener un buen diagnóstico sobre qué sucede en los colegios con estos chicos, por qué rinden menos en algunas funciones que nosotros consideramos vitales. En neurociencias hoy se habla de funciones ejecutivas, para adaptarse a la vida que tenemos, con gran incertidumbre y grandes cambios, de mucha flexibilidad y pocas certezas. Para ello necesitamos un sistema que llamamos ejecutivo, que pueda planificar bien y por el cual podamos pensar un futuro y podamos tener flexibilidad ante las contingencias del ambiente. Tener una buena memoria, de trabajo que nos permita operar en todo momento online para cambiar el foco atencional. 

¿Cómo se ven afectadas estas funciones ejecutivas por la pobreza?
Hay ciertas funciones que consideramos vitales para la organización y adaptación a un medio tan hostil. Cuando uno evalúa funciones ejecutivas en niños bajo riesgo por pobreza o por vulnerabilidad social, vemos que hay un menor rendimiento de la planificación, la flexibilidad, la memoria. Por ende nosotros pusimos en marcha un pequeño proyecto con una muestra de 40 chicos en un barrio que tenía estas condiciones socio-ambientales y también socio-sanitarias porque no hay que dejar de entender que nuestro pensamiento de la pobreza es que es un problema político, no es un problema natural, ni biológico. Es político y por ende muchas veces las propias instituciones educativas y sociales reproducen también los estereotipos de pobreza. 



¿Cómo se da esta reproducción?
Cuando uno analiza la infraestructura de las escuelas que nosotros trabajamos, te das cuenta que la infraestructura es pobre. El mobiliario es pobre, los docentes a veces no están a la altura de las circunstancias. En verdad el Estado debería tener los mejores docentes para un contexto de vulnerabilidad social a través de un sistema, quizás de premios económicos, para que se inserten los mejores directivos. La importancia que tienen los directores en las escuelas con estas condiciones es central. Vemos que hay mucha variabilidad, escuelas que están con muy buena gestión y otras con gran nivel de rotación de los directivos, están de paso y por ende tampoco hay compromiso. De esta manera, lo que buscamos era un pequeño programa para mejorar esas funciones cognitivas que considerábamos vitales. 

¿Cuál  fue el medio para hacerlo?
A través de juegos digitales. Otro problema que veíamos era la brecha digital. En este tipo de colegios ubicados en la periferia, en barrios considerados marginales, con baja infraestructura, los chicos no tienen directamente acceso digital. Están muy poco en la computadora, todo lo contrario al otro extremo de la clase media alta donde a veces tienen una sobreestimulación por estos dispositivos. En este caso nos encontramos con niños que no nacieron en una era digital (lo que hoy se llama nativo digital), si no que están discontinuamente y por escaso tiempo. Entonces queríamos ver a través de un programa de juegos digitales, seleccionados para potenciar estas funciones, si podíamos mejorarlas. Eso fue el punto de partida de este grupo, que terminó plasmándose en un centro de investigación. 

¿Siguen trabajando con niños?
Sí. Tratamos de ocuparnos de la infancia ya que la consideramos prioritaria. El cerebro en etapas iniciales es más vulnerable que en otros momentos críticos como también puede ser la adolescencia. Pero el cuidado que debe tener el cerebro en estos primeros años de vida es fundamental. Consideramos que los factores mediadores son fundamentales para cuidar el cerebro del niño en ese contexto. Estos factores son los cuidados de los padres, la escuela, los directivos, o sea los factores que median entre el desarrollo cognitivo y factores ambientales. La idea era estudiar cómo impacta en un sentido amplio en este niño que tiene un bajo desempeño en funciones cognitivas de alto nivel o superiores, las cuales tienen la particularidad de ser muy desarrolladas en nuestra especie sobre otras especies. Justamente porque estamos abordando lo que es el lóbulo frontal, que es una de las últimas adquisiciones tanto onto como filogenéticas. 

¿Trabajan con otras poblaciones?
En la actualidad nos extendimos un poco a otra población que es la tercera edad, a la cual consideramos en riesgo y vulnerable, por otras razones. No solo por condiciones materiales si no por estudiar qué sucede en estos años. Y un poco cómo la sociedad le quita relevancia y descuida a la población de la tercera edad. Con Pablo Martino, otro docente que pertenece al grupo, estamos dictando un curso en adultos mayores, que se llama “Introducción a las neurociencias cognitivas”. Ahí tratamos de informar y poner en juego algunos de los conceptos centrales de las neurociencias actuales y cómo eso puede llevar a proteger el cerebro en una edad que necesitamos abordar y trabajar. 

Recientemente participaste en el dictado de un curso.
El curso que dimos con Miguel Ángel Alvarez se encuadró en esa dinámica. Ahí tratamos de abordar una problemática que tiene que ver con la educación. Hoy es un tema de interés central. A veces tenemos en la educación pedagogos o modelos educativos muy anacrónicos. En ningún lugar se forma al docente, no digo que tiene que ser un neurólogo o un psicólogo que entienda de neurociencias, pero al menos tener 4 o 5 conceptos centrales de cómo se da el neurodesarrollo, cuáles son las variables que están en juego a la hora de proteger el cerebro en los primeros años, cómo debemos trabajar en el grupo, en las relaciones para potenciar funciones ejecutivas como una buena teoría de la mente. Es decir, saber que el otro tiene intenciones y que a veces son distintas a las mías y por ende no son malas, o que sean diferentes no implica tener un temor y combatirlas. Con respecto a estas funciones que son vitales para la buena vida social, sería muy positivo que algunos pedagogos empezaran a generar manuales muy básicos con 4 o 5 conceptos y ver cómo se desarrollan estas funciones. Cómo podemos potenciarlas para una mejor vida social, para un desarrollo cognitivo apto. 

O sea que hay que hacer un replanteo de lo que se sabe.
Uno de los objetivos del curso fue transmitir algunos conceptos centrales para la vida del aula, para ver cómo algunas publicaciones van modificando los neuromitos. Estas son informaciones falsas o falsas creencias, con un lastre de modelos antiguos que hoy se han comprobado como falsos. ¿Por qué? Por que la psicología cognitiva parte de una metáfora que en algún momento fue útil, la del ordenador. Pensar al hombre similar a como se comporta una computadora personal. Hay un armazón y un espíritu, un alma. Las neurociencias actuales tienen una visión materialista y monista. Tener una lesión en el cerebro afecta nuestras facultades cognitivas y mentales. No hay un nivel de disociación tal, sino que está directamente vinculado y correlacionado. Esto ha dejado una tradición cognitivista que fue necesaria y útil en su momento pero ha dejado lastres a nivel pedagógico, estimulando mucho más las funciones cognitivas en el sentido intelectual.

La importancia de que el niño se desarrolle intelectualmente, que sea apto para resolver problemas y sobre todo matemáticos. Hoy en día hay una revolución sobre eso, en pensar la importancia que tienen las emociones. En ese modelo cognitivista y mecanicista, que en alguna forma parte del cognitivismo, era difícil integrar las variables emocionales a la conducta del niño. Hoy cuando hablamos de cognición las emociones ya están integradas y la disociación ya no es tal.

Pero los viejos pedagogos siguen cargando con estos lastres. Por ejemplo, ¿cómo funciona la memoria? Hoy en día la memoria está completamente reformulada, no nos sirve solamente para evocar el pasado si no para pensar el futuro. Está distorsionada por el sujeto, lo que recordamos no es precisamente lo que pasó. En la actualidad sabemos que hay una atribución de sentido, que la memoria autobiográfica parte de una íntima vinculación entre lo emocional y el evento. 

¿Hay que cuidar que no se desvirtúen los objetivos al buscar mejorar las capacidades cognitivas?
Hay una movida de entrenamiento para adaptación. Hay que tener siempre la visión de un sujeto activo, crítico, que no se adapte pasivamente a un contexto determinado para generar mentes aptas para un contexto laboral como en algún momento podemos pensar políticamente desde cierto concepto liberal. Potenciar en los chicos funciones que les van a dar mayor nivel de criticidad y márgenes de acción. Si podemos mejorar esto, potenciando funciones cognitivas de alto nivel, lograríamos que el chico pueda elegir sobre diferentes cosas y no estar atado a cuestiones que restringen su libertad. Esto implica tener docentes capacitados para trabajar con esta criticidad por parte de los alumnos. 

¿Han podido hablar con funcionarios sobre este tema? A veces pareciera que vamos entre extremos donde todo queda igual o pateamos el tablero.
No hemos buscado un apoyo municipal porque las líneas son jóvenes todavía. Necesitamos mayor tradición y resultados. Sí hemos tenido apoyo de autoridades aisladas, en este caso te mencionaba a Raúl Gagliardi. Ël es biólogo de base pero tiene su doctorado en educación, por lo cual consideraba central que el IRICE, en ese momento cuando él fue director, priorice los sectores de intervenciones en contextos de vulnerabilidad social. Por ende, en ese tiempo tuvimos un gran apoyo institucional del IRICE, visualizamos la temática haciendo jornadas, exponiendo lo que hacíamos en diferentes eventos. También nos llevó a institucionalizar la línea de investigación que teníamos en ese caso, dando posteriormente el centro de investigación. En la actualidad estamos elaborando un proyecto preliminar de un laboratorio de neurociencias y psicología social en la facultad de Psicología, que presentaremos a la brevedad. No buscamos un apoyo político, hasta ahora no lo hemos hecho porque era todo muy a pulmón y todavía teníamos que madurar algunas ideas. Pero seguramente en su momento lo vamos a hacer.

Sí tuvimos reuniones con el rector (actual y anterior), por algunas cuestiones puntuales. Nos comprometimos a presentar un programa de neurociencias y educación, el cual estamos elaborando. Creemos que es una línea prioritaria y central que a la universidad le puede dar mucha visibilidad y podemos trabajar con la población mucho más cercanamente. 

¿Están profundizando la parte de extensión?
Hasta ahora nos habíamos abocado mucho más a la investigación (básica o aplicada) pero con poco nivel de extensión y transferencia. Por ende, si logramos que se apruebe este programa, estaría más vinculado a apuntar a un mayor grado de extensión no tanto de investigación, para abordar los grandes problemas sobre todo con soluciones lo más sencillas posibles buscando apuntar a una población mucho más amplia.

Lo primero que vemos transitando por Rosario es que los hospicios de tercera edad, los geriátricos, están muy abandonados. Uno ve a los abuelos viendo la nada, pensando casi nada y prácticamente esperando la muerte. Esto es uno de los focos de interés que nos preocupa. Queremos tratar de articularlo con la docencia y la extensión que hacemos en la universidad de adultos de la Universidad Nacional de Rosario. 

Uno a veces se pregunta qué hacer con todo el conocimiento de los adultos mayores.
Tenemos mucha información acumulada y poca implementación de esa información. En estos últimos 20-30 años hemos aprendido mucho sobre lo que sucede en el cerebro, cuáles son los mecanismos, cómo el aislamiento deteriora el neurodesarrollo. Por ende, teniendo la información solo hay que buscar programas o mecanismos para que podamos poner en juego eso que sabemos, que nos ha dado el laboratorio o investigación básica y aplicada y ponerlo en juego. Primero tratar de apuntar desde lo más sencillo a lo más complejo, y tener una llegada mucho más masiva. Creo que para la vida social en los geriátricos ya sería un avance, tener un intercambio, que transite gente, que escuchen música, pintar mejor los lugares. 

Es similar a lo que mencionabas antes sobre la pobre infraestructura de algunas escuelas.
Sucede lo mismo, se repite con otras variables pero se repite lo mismo. También estamos hablando de construir, porque a veces uno no se da cuenta de las cosas porque no las atraviesa. Uno toma conciencia de ciertas discapacidades motrices. Cuando va con el carrito de nuestro niño por las veredas, ahí se da cuenta que difícil es moverse en Rosario donde todas las baldosas están flojas, donde se rompen las veredas por distintas razones. Ahí nos damos cuenta de las dificultades de la gente mayor para movilizarse en esta o cualquier ciudad. La idea es generar una encuesta para estudiar diferentes variables de los lugares para la tercera edad. Partir de problemas que muchas veces son groseros y de fácil solución, donde solo necesitamos la información requerida para poder intervenir. 

¿Cómo es la población de adultos mayores que asiste al curso que Uds. dictan?
Nosotros damos en Rosario y a veces vamos a algunas ciudades de Santa Fe, a pocos kilómetros. La población de Rosario tiene personas muy vitales, no son todas consideradas jubiladas o adultas mayores, también tenemos gente más joven, pero que se ha retirado. Es gente que busca información o tiene problemas particulares con familiares por lo cual se interesan por las neurociencias para dar una respuesta a problemas concretos que se les presentan. Tenemos una población muy heterogénea: desde ingenieros, economistas, amas de casa, gente que trabaja en barrios. Esto es muy interesante ya que no solo transmitimos los pocos conocimientos que podemos tener, si no que es un diálogo constante. Cada clase termina en discusiones que son muy interesantes y ricas por el bagaje que tiene el público que asiste. 

¿Hay otros grupos trabajando a nivel país?
En Buenos Aires hay un grupo fuerte. Sebastián Lipina en la Unidad de Neurobiología Aplicada en el CEMIC. Mar del Plata tiene un grupo fuerte donde vinculan neurociencias y educación. En Córdoba también hay grupos importantes trabajando. Los objetivos son diversos, no centrados en los mismos temas. 

¿Cuál es el rol de las neurociencias en la educación?
Las neurociencias actuales tratan de revitalizar y resignificar muchas de las categorías que tenían los pedagogos y que tienen gran efecto a la hora de educar. Ese es el camino que creemos hay que tomar cuando hablamos de esta articulación entre neurociencias y educación. Tratando de modificar, enriquecer y cambiar estos viejos paradigmas que siguen teniendo efectos porque también nuestra idea de niño escolarizado es un niño racionalista. En cambio hoy se habla de gestión de emociones, y la importancia de la gestión de las mismas. A la par de ser un buen chico que tenga buenos resultados en matemáticas, no vamos a quitar importancia a lo otro, pero exaltar el valor que tienen otras funciones que son vitales para la vida social. 

¿Por ejemplo?
Por ejemplo lo que es teoría de la mente lo cual es importante para una buena vida social. Cuando alguien me mira hago inferencias sobre qué está pensando el otro de mí, y el otro hace inferencias sobre lo que yo pienso en base al mapeo de gestos, miradas, semblantes, fisiología. Por ende, son funciones muy complejas a las que tal vez no se les daba la  importancia debida y hoy las ponemos en agenda escolar como fundamentales para el desarrollo del niño. 

¿Cuáles son los aspectos negativos de las neurociencias?
Tienen un defecto para mi gusto, y es que hay un orden de prioridad que hace que los neurobiólogos más duros terminen queriendo bajarle información a los pedagogos. Tiene que haber un diálogo entre ambas partes que hasta el momento no se da. Eso es peligroso, no estamos atentos a escuchar lo que sabe el otro. Los que saben cuál es la dinámica del curso, qué pasa con los niños, son los pedagogos. Cuando tengamos un mejor diálogo en esa comunidad científico-pedagógica, ahí vamos a poder enriquecer mucho más la práctica. 

A título personal
Universidad Nacional de Rosario
Facultad de Psicología
Docente de la Práctica Profesional Supervisada.
Coordinador Área Neurociencia Cognitiva
Docente de Psicología del Trabajo
Docente de la Universidad de Adultos Mayores
Instituto Universitario del Gran Rosario
Carrera Psicopedagogía
Docente titular de Neurociencias aplicadas al aprendizaje, Neuropsicología y Metodología de la Investigación
Instituto Rosario de Investigación en Ciencias de la Educación (IRICE, UNR-CONICET)
Investigador Asistente CONICET
Doctor en Psicología
Maestrando de Ciencia, Tecnología y Sociedad de la Universidad de Quilmes.

domingo, 25 de septiembre de 2016

Olimpia Righetti, una apasionada por la arqueologia santiagueña

Los hermanos Wagner propusieron su tesis sobre la correlación de la cultura chaco-santiagueña con las del nuevo y viejo continente. La existencia de un Imperio de las Llanuras con una cultura compleja.

Fue la discípula de los hermanos Wagner. Realizó importantes descubrimientos sobre las culturas que habitaron esta tierra. Dirigió los destinos del Museo Arqueológico, dándole un lugar privilegiado entre las sociedades científicas de América.

Olimpia Righetti, quien naciera en Santiago del Estero en 1910. Su padre, Víctor Righetti, fue un ciudadano suizo y su madre, Palmira Cari, una dama italiana. Realizó sus estudios pedagógicos en la Escuela Normal del Centenario.

 
  
Desde sus años de escuela se consagró al estudio de las cerámicas chaco-santiagueñas, hasta que en el año 1936 llegó a trabajar en el Museo Arqueológico, junto a Emilio y Duncan Wagner, desempeñándose como dibujante. Con el correr del tiempo se fue formando en los estudios que los hermanos venían haciendo acerca de aquella civilización. 

Cuando Emilio Wagner falleciera, en septiembre de 1949, quedó al frente del Museo, prosiguiendo las investigaciones orientadas por el pensamiento y acción de quien fuera su maestro.

Entre 1950 y 1960 dirigió una misión arqueológica por los departamentos Banda y Robles (área del río Dulce), zona en la que exhumó bastante material como fruto de las excavaciones realizadas. A esta actividad se le sumaron los viajes por países vecinos, donde dictó conferencias, haciendo conocer sobre los descubrimientos arqueológicos Chaco-Santiagueños y la obra de los Hnos. Wagner.

Entre tantos destinos, recorrió el Rió Dulce hasta la localidad de Termas de Rio Hondo, e ilustrando sus hallazgos. A continuación un documental del Canal Encuentro.

Fuente

sábado, 17 de septiembre de 2016

Los estudios de Jean-Pierre Houdin

Publicada originamente en diciembre de 2012, esta nota sobre la construcción de la pirámide de Keops no ha perdido vigencia.



Jean-Pierre Houdin le dedicó ocho años de estudios al problema de cómo pudo construirse la pirámide de Gizeh con la tecnología de la época. Esta convencido que la obra, destinada a ser la tumba del faraón Keops, se construyó desde dentro hacia afuera.

Su teoría, que expondrá mañana en una conferencia en París, explica como los egipcios subieron los bloques que sirvieron para su construcción por una rampa interna. Ésta formaba un túnel en espiral en el interior de la estructura de su pared externa. Houdin cree que ese túnel debe existir todavía.

El arquitecto, con ayuda de software desarrollado por la compañía Dasault Systemes, logró hacer una simulación 3D de cómo se fueron montando los grandes bloques de piedra caliza y granito. La teoria Houdin incluso explica el porqué de los cinco techos de granito de la cámara del rey y el modo en que se levantaron los enormes bloques hasta esa altura. Algunos de los bloques de granito de la cámara pesan sesenta toneladas.

Hasta ahora se suponía que miles de esclavos llevaron hasta el lugar los bloques de piedra, y luego los izaron de un escalón de la pirámide al siguiente con ayuda de máquinas simples. Sin embargo, los ingenieros consideran poco probable que se lograra de ese modo.

Otras teorías implicaban rampas externas. Una rampa exterior serviría para llevar las piedras hasta el punto más alto de la pirámide, pero como que no debería tener una inclinación superior a un 8% por ciento, tendría que haber tenido más de 1.6 kilómetros de longitud. También se pensó en una rampa enroscada a la pirámide conforme ésta iba ganando altura, pero esta rampa debería haber estado firmemente anclada a la pirámide y no hay rastro alguno de puntos de amarre.

"Mi teoría”, declaró el francés, “es que la construcción supuso dos desafíos: el primero construir la propia pirámide y el segundo, construir la cámara del rey". Según él hasta una altura de 43 metros se utilizó una rampa externa tradicional, y luego se construyó la rampa interna en forma de espiral. “Era un túnel abierto por las cuatro esquinas de la pirámide a distintas alturas, de forma que pudieran entrar por ellos los bloques de piedra”

Según sus cálculos los bloques de piedra eran subidos por la rampa por equipos de ocho o diez hombres. Una vez terminada la mayor parte de la pirámide, se taparon las esquinas, pero los túneles de la rampa siguieron utilizándose. La prueba más importante a favor de la existencia de túneles es un test de microgravedad llevado a cabo en 1986, que mostró una estructura menos densa en forma de espiral dentro de la pirámide.
En el siguiente enlace podemos ver más información al respecto.
 
Fuente
 
Nota relacionada

viernes, 9 de septiembre de 2016

Coca Cola y el marketing que enferma: Tuve tu veneno

Amables promotores entregan folletos que presentan como material educativo sobre nutrición y diplomas con el logo de la empresa para los niños que se portan bien en la consulta. ¿Cómo entró y quién saca del hospital público a Coca Cola? Tal la pregunta que realiza Soledad Barruti en una de las notas de la nueva Mu, edición 102, que ya está en los kioscos, y que aquí reproducimos. Datos: en un país en el que se consumen 80 litros de gaseosas per cápita, hay 620.000 niños de colegios primarios que reciben en la escuela el marketing de Coca Cola, que usa 6 hospitales públicos para promocionar sus productos.

El diploma que entregó hace 2 años Coca Cola en el Hospital Penna


Los visitadores de Coca Cola aparecieron en el Hospital Penna hace unos tres años. Para el médico Fernando D’Ippolito el programa empresario coincidió con un momento especial: recién recibido, estaba a suerte y verdad con su vocación, con esa atención lúcida de los estrenos que sirve para confrontar la teoría con lo que hay alrededor. Estaba haciendo la residencia en medicina general porque quería dedicarse a lo que se dedica ahora: la atención primaria de las familias que no tienen acceso a la salud porque básicamente no tienen nada: ni gas, ni agua segura, ni alimentos frescos, ni calles por las que transiten colectivos o ambulancias. Enseguida se dio cuenta de que había llegado al lugar perfecto.
 
A pocas cuadras del hospital está la villa 21-24, la más importante de la Capital Federal: entre Barracas y Pompeya, ocho manzanas donde viven 60 mil personas. Su trabajo se abrió como un caleidoscopio a las necesidades: guardias, internaciones, consultorios externos y hasta la supervisión de cursos y talleres de nutrición que estaba seguro podían mejorarles la vida. “Está entre los problemas más urgentes que tienen: el alimento y sus consecuencias. Estamos hablando de niños que almuerzan chicitos con jugo, siguen con un pancho, galletas y gaseosas. Comida, comida: con suerte a la noche”, dice D’Ippolito ahora en un tono que seguro no tenía tres años atrás: exhausto. No resignado, más bien sin fuerzas para activar las ganas; esa íntima tragedia que se detona cuando uno se cruza cada vez con algo peor. “No sabría decir bien por qué pero tengo los números que lo hacen evidente: desde que empecé las personas pesan más, no menos, sufren porque no pueden atender adecuadamente su diabetes o su hipertensión. Se esfuerzan, hacen lo que pueden, pero enseguida se desmoralizan. Más si son chicos”.

El esfuerzo y la frustración: eso veía una y otra vez, sobre todo cuando le tocaba una de las prácticas más simples y a la vez más importantes de pediatría, el control de talla y peso de los niños.

Fue en alguna de esas prácticas, un día de semana cualquiera, cuando se cruzó con la representante de la empresa por primera vez. Era una chica joven, y traía regalos; y en un hospital público como ese, donde siempre falta de todo, alguien que trae algo, lo que sea, es bien recibido. “Si no entendí mal se trataba de una nutricionista, y como suelen hacer los visitadores médicos, entregaba el material, pero antes pedía firma y sello”.

Material que entregaba la empresa dos años atrás: recetarios membretados con el logo de la marca. Coca Cola en rojo y abajo el blanco clásico para que el médico indique, ¿qué? ¿Un antibiótico? ¿Un calmante? ¿Una dieta?

“Pero peor es el otro: mirá”, dice D’Ippolito y muestra el diploma al buen comportamiento. “Hoy a …. se le otorga este diploma porque el Dr/Dra ….. le pidió que 1. Sacara la lengua, 2. Tosiera o 3. Respirara hondo; Y LO HIZO SIN LLORAR NI PROTESTAR”, dice el cuadro. Así: con los espacios a completar, las instrucciones, y las mayúsculas. Con un corazón sonriente y con el logo en cursiva de la marca, enfrentado a la firma del profesional que lo complete.

“Cuando lo recibí me alarmé”, dice. “Me alarmé porque es una marca directamente vinculada a las enfermedades que los médicos intentamos sanar, como la obesidad en los niños, y porque estaban entregando un certificado que aplaude la obediencia a una orden de conducta. Es Coca Cola diciéndole a un chico cómo se tiene que portar”.


En la guardia y en la escuela

Hoy el material que quedó de entonces no es el único que se puede encontrar en el hospital. En la entrada de la guardia que recibe 120 mil enfermos al año, Coca Cola dejó un almanaque 2016 que devela otras formas de publicidad no convencional que inevitable o estratégicamente llegan a ese target al que aseguran ellos ya no le hablan: los menores de 12. Entre las típicas acciones –cuidar el agua, reciclar envases, trabajar con las comunidades donde establecen sus plantas- el cuadernillo da cuenta también del concurso intercolegial de baile, Baila Fanta y del torneo intercolegial de fútbol, Copa Coca Cola. Dos acciones que se llevan adelante desde hace años, porque sirven a la marca para subrayar el mensaje al que más fuerte se abrazan: hay que moverse. No importa que una botellita de gaseosa tenga 66 gramos de azúcar: si los chicos bailan, saltan, corren atrás de una pelota hay quienes dicen que lo queman, le ganan a las calorías, no engordan, y pueden, al otro día, seguir tomando.

Vida activa, vida saludable, vida feliz
Eso recalcan también en el programa de educación con el que lograron desde 2008 ingresar a las escuelas públicas de 16 provincias con un alcance estimado en 620 mil niños. Dale juguemos se llama y fue desarrollado por la marca a través de la Fundación Alimentaria y avalado por el Comité Olímpico y la Federación Argentina de Cardiología. “Con el consentimiento de autoridades educativas provinciales, se capacitan docentes y se entrega material áulico y deportivo para los recreos. Son las autoridades escolares y sus docentes quienes implementan el programa. De acuerdo a nuestros lineamientos globales de marketing responsable, este programa se realiza sin presencia de nuestras marcas frente a los alumnos”, asegura Francisco Do Pico, que hace un año pasó de encargado de comunicación de Monsanto a ocupar un sillón similar en Coca Cola, en donde parece que no creen que algo que dice que fue hecho “para Coca Cola Argentina” tenga presencia de marca.

Insólito
“Aunque no más que lo que me enteré después”, dice D’Ippolito abriendo la puerta a un enigma que nadie parece dispuesto a resolver: “Las visitadoras de Coca llegan al hospital casi todos los meses. No se sabe quién las deja entrar ni cuál es el propósito: entregan folletos, hablan con los médicos, recopilan firmas y sellos. Tal vez hacen estudios de mercado. O estadísticas. O buscan hospitales aliados, ¿cómo saberlo?”.

Les preguntamos
“Coca-Cola de Argentina brinda exclusivamente información sobre los ingredientes de sus productos. El principal objetivo del relacionamiento con los profesionales de la salud es escucharlos y responder a sus inquietudes respecto a los productos e ingredientes del portafolio de la compañía, siempre mediante información basada en la evidencia científica disponible y explicada por profesionales de la salud”, dice Do Pico, no sin antes aclarar que visitadores médicos no son porque para Coca, “la función de un visitador médico es promover fármacos de venta bajo receta, para así lograr la prescripción médica de los mismos. A tal efecto son contratados por laboratorios farmacéuticos”.

 

En el consultorio

El Hospital Penna, el Fernández, el Gutiérrez, el Garrahan, el Güemes y el Italiano: Coca Cola logra ingresar a todos, y en todos, los médicos -principalmente los pediatras que suelen ser los más requeridos- llaman a las nutricionistas de la empresa, las visitadoras. No hay quien no las haya cruzado, no se haya sorprendido, y no haya terminado aceptando que si bien al principio le resultó algo casi ofensivo –¡Coca Cola ingresando a los hospitales!- al final como se trata de personas amables pidiendo unos minutos nomás de los que depende su sueldo, les abren la puerta de sus consultorios y les prestan un poco del tiempo que casi ni tienen.
“Yo las recibo por educación, porque me da lástima dejarlas ahí afuera. Pero nunca entendí el objetivo de la visita: que justo esa empresa, Coca Cola, se interese por querer hablar con médicos cuando es obvio que nosotros sus bebidas a los chicos no se las vamos a indicar”.

“A mí me hablaron de sodio en el agua”
“A mí de azúcar”
“A mí del jarabe de maíz”
“A mí del aspartamo”
“A mí de la alegría”.
“A mí de hidratación”
Y así.

Intentar entender la estrategia de marketing más polémica del momento no es fácil. Pero puede ser entretenido.

 

La ciencia del marketing


La primera vez que Vanesa Miquel se topó con el asunto fue a través de una colega que había sido contratada por Coca Cola. Nutricionista ella también lo entendió todo: la oportunidad laboral en un contexto que siempre parece difícil y lo perfecto que sería para la marca si resultaba bien. Entonces no lo dudó. Como era docente de la universidad de la Universidad de Concepción del Uruguay, en Rosario, pensó que para desarticular la trampa, que termina estallando nada menos que en cuerpos que enferman año a año un poco antes, exponerlo frente a sus alumnos. “Les di clases utilizando ese material que es espectacular para desarrollar pensamiento crítico: tanto el contenido como el propósito de la marca y la ética profesional están expuestos en esos folletos”.

Porque lo que entregan las nutricionistas a los médicos, lo que Do Pico llama información basada en evidencia científica, son folletos y cuadernillos que resumen el punto de vista de la empresa sobre distintas temáticas, con referencias a documentos que los apoyan.

Ahí está en papel ilustración La Ciencia de los Azúcares: 24 páginas en las que se presentan temas conflictivos, como el azúcar y el jarabe de maíz de alta fructosa, señalados cada vez con más elementos como los responsables de las pandemias de obesidad y diabetes tipo 2, que en algunos países alcanzan a la mitad de la población y en otros es solo cuestión de tiempo, pero con una astucia dialéctica que podría llevar a conclusiones increíbles. “Los carbohidratos –los azúcares, almidones y fibras que se encuentran en las frutas, verduras, cereales y productos lácteos- son una parte importante de una dieta saludable (…) Las bebidas endulzadas con endulzantes calóricos suministran calorías –energía- de los azúcares que son carbohidratos simples. Los carbohidratos son nutrientes esenciales para la vida”.

Si A es parecido a B, y B es un poquito parecido a C, ¿A es igual a C? Definitivamente, sostiene página a página este cuadernillo.

Mientras en distintas revistas científicas se publican estudios que demuestran que los edulcorantes no calóricos no solo no disminuyen el consumo de azúcar, sino que suman sustancias como aspartamo, ciclamato o acezulfame K que probablemente gatillan problemas parecidos como el aumento de peso, Coca acerca a los médicos un vistoso collage que niega rotundamente nuevos paradigmas.

En otras entregas la apuesta está en la hidratación: la importancia de atenderla antes de que sobrevenga la sed (que muchas veces, aseguran, llega tarde) y de saciarla con bebidas que mejor si son saborizadas porque así los chicos “toman entre un 45 y un 50 por ciento más de líquido que si es solo agua”.

“Y lo hacen con referencias: eso me sorprendió”, dice Miquel, “es una jugada astuta de la marca: hacen una lectura propia de distintas publicaciones científicas para hacer publicidad”.

Sin dudas esa estrategia que Coca Cola ha sabido desplegar creando incluso institutos y sociedades, es lo más cuestionable.

Las visitadoras de Coca Cola a las que ellos prefieren no llamar así tienen, como cualquier visitador médico, objetivos: una cantidad de profesionales con los que hablar, relaciones que establecer y material que a su vez les piden a ellos que repartan entre sus pacientes a fin de ampliar la educación nutricional. Así, los consultorios pediátricos de los hospitales públicos de nuestro país tienen pilones de hojas infomerciales que por supuesto llevan a cuestionar, cómo es posible que ingresen, que ocupen el tiempo de los médicos, que dejen cosas.

“Es una locura”, dice Sergio Auger, que también es médico hasta diciembre era el director del hospital Santojanni y desde entonces es el coordinador de Hospitales del Ministerio de Salud. “Para que ingrese alguien a un hospital público tiene que haber un convenio escrito con la dirección. No es que puede pasar quien se le ocurra con un carrito a ofrecer sus productos”.

¿Conoce alguno?
“No. En mi gestión jamás se acercaron de esa empresa a proponerme algo así. Tampoco estoy al tanto de que dentro del Ministerio exista algún convenio marco que lo habilite. Y si me lo propusieran no lo aceptaría”.

¿Tiene Coca Cola algún acuerdo con el sector público en Argentina?
No, dice Do Pico.

¿Entonces?
“Convenio no hay”.

“Si hay nadie lo quiere hacer público”.

“Yo creo que entran así nomás”.

“Libremente”.

“Ven luz y pasan”.

 

Lo que enferma


El último informe sobre enfermedades no transmisibles del Ministerio de Salud (publicado en febrero de 2016), que ubica al sobrepeso como uno de los problemas más graves por los que atraviesa el país, con el récord regional de niños menores de 5 años obesos, sostiene que hay una asociación comprobada entre el aumento de peso y la ingesta de alimentos ultraprocesados y bebidas azucaradas. De estas en especial sostiene que:

Se estima que en 2010 el consumo de bebidas azucaradas causó en el mundo 184 mil muertes. 133 mil debido a diabetes, 45 mil debido a enfermedades cardiovasculares y 6.450 debido a algunos tipos de cáncer.

La mayor cantidad de estas muertes ocurrieron en América Latina.

En Argentina, por cada millón de adultos, hay 74 que mueren por el consumo de bebidas azucaradas: es de los países con mayor mortalidad atribuida al consumo de bebidas azucaradas de la región.

En nuestro país el consumo per cápita de bebidas elaboradas por la compañía más grande de gaseosas en 2011 fue de 80 litros: 2,5 veces más que en 1991 y 1,5 veces más que en 2001.

La empresa más grande es por supuesto Coca Cola, que a plena luz del día, anda suelta por los hospitales, se pasea por los consultorios e intenta convencer a los médicos de que ellos no solo no son un problema, son casi la solución.

¿Permitirá Jorge Lemus, el mismo ministro de Salud que autoriza la publicación de un informe con esta contundencia, que este tipo de promoción continúe?

Fuente

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