Resultados alarmantes al evaluar el número de habitantes alrededor de las plantas nucleares de todo el mundo.
Las plantas nucleares del mundo están rodeadas por áreas densamente pobladas.
Por Claudio Pairoba
En el día en que se cumplen 25 años del desastre nuclear de Chernobyl consideré apropiado analizar los datos de un reciente estudio. Una encuesta llevada a cabo por la revista Nature y el Centro de Aplicaciones y Datos Sociológicos de la NASA (Universidad de Columbia) arrojó cifras alarmantes. De las 211 plantas nucleares a nivel mundial, más de 2/3 tienen más de 172.000 habitantes (cifra correspondiente a los alrededores de Fukushima) viviendo dentro de un radio de 30 km de la planta. Veintiún plantas tienen más de 1 millón de habitantes y 6 tienen más de 3 millones viviendo dentro de la distancia mencionada.
Los tres primeros puestos de la lista están ocupados por la planta KANUPP en Karachi, Pakistán, con 8,2 millones de personas, seguida por la planta Kuosheng con 5,5 millones y la planta Chin Shan con 4,7 millones, ambas en Taiwán e incluyendo a la capital Taipei. Todos dentro de un radio de 30 km.
¿Y qué pasa si se extiende el radio a 75 km? China tiene dos plantas cada una con cerca de 28 millones de personas viviendo dentro de esa radio que incluye a Hong Kong, seguida en el ranking por la planta Indian Point cerca de Nueva York con 17,3 millones y la planta Narora en la India con 16 millones.
Otros números inquietantes indican que existen 152 plantas nucleares con más de 1 millón de personas viviendo a menos de 75 km y 147 tienen más de 1 millón viviendo a menos de 150 km.
En el caso de Fukushima, viven 7,7 millones de personas dentro de un radio de 150 km el cual incluye a partes de Tokio.
Seguro, seguro…
Hay algunos eventos que se consideran tan improbables que no se han construído medidas de seguridad para los mismos. Y aunque se sepa que pueden suceder, la intensidad con la cual pueden ocurrir es prácticamente imposible de predecir (ver aquí). Fukushima se encuentra en una zona considerada con bajas probabilidades de terremotos y tsunamis de gran magnitud, por lo cual lo que sucedió el 11 de Marzo superó con creces las expectativas de los ingenieros.
Más allá de las medidas de seguridad, que se han ido incrementando con los años, nada es 100% seguro. Si nos guiamos por el tiempo de construcción, los reactores más nuevos no son necesariamente más seguros. El accidente de Three Mile Island ocurrió en un reactor de 3 meses de edad y el de Chernobyl sucedió después de 2 años de que la planta había empezado a operar.
Otro factor a tener en cuenta es que se pierde seguridad al perderse conocimientos. Tal es lo que sucede cuando se jubilan ingenieros que han participado del diseño y operación de la planta y cuya experiencia va a ser distinta de la del personal que se incorpore.
Los expertos coinciden en que, más allá de las medidas de seguridad concernientes al diseño de la planta, la “cultura de seguridad” referente a la forma en que se manejan los empleados juega un papel fundamental. Esta cultura se desarrolla entre reguladores, operadores y empleados, es costosa y lleva tiempo. Requiere de atención a los detalles y disposición para aceptar y aprender de los comentarios críticos.
Futuro nuclear
La formación de personal capacitado es una de las preocupaciones principales al observar a aquellos países que no tienen experiencia en la construcción y manejo de este tipo de plantas. Los expertos se preocupan por la falta de supervisión y la corrupción en ciertas áreas. Por su parte, las organizaciones a cargo intentan llevar adelante controles más estrictos antes de que las plantas comiencen a construirse.
Ante lo inesperado, algunos expertos consideran que los operadores de plantas nucleares, chicas o grandes, tienen que mostrar cuáles son los planes con los que cuentan para enfrentar situaciones inesperadas. Pero, ¿hasta dónde se puede estar preparado para lo inesperado?
Aunque se intente minimizar los efectos indeseados toda avance implica un riesgo: desde un medicamento, pasando por un auto hasta la construcción de una planta nuclear. Una profunda evaluación de los peligros y beneficios derivados de embarcarse en determinados proyectos sigue siendo la única forma de tomar conciencia del precio que se está dispuesto a pagar cuando las cosas no salen como se esperaba.
Fuente:
www.nature.com/news