La controversia originada en torno al hallazgo de una bacteria capaz de desarrollarse usando arsénico ha reavivado el debate de otros temas igualmente importantes: el papel de los blogs en la ciencia, el sistema de revisión por pares y, la ya clásica discusión acerca de el libre acceso a la información científica.
Por Claudio Pairoba
El 2 de Diciembre de 2010 la Administración Nacional del Espacio y la Aeronáutica de los EE.UU. (NASA) se vió obligada a dar una conferencia de prensa antes de lo previsto. Los rumores circulantes acerca del gran descubrimiento que la administración se disponía a anunciar habían tomado un giro particular. Todos esperaban que el gran descubrimiento se refiriera al hallazgo de vida extraterrestre.
Cuando el misterio finalmente se develó, la noticia no tenía nada que ver con lo imaginado. Por primera vez se encontraba que una bacteria del lago Mono en California, EE.UU., podía reemplazar fósforo por el tóxico arsénico, incorporándolo en sus moléculas más importantes. Si bien muchos se empeñaban en tratar de conectar el hallazgo con evidencias de vida alienígena (por razones no muy claras), dicho hallazgo no era menor aunque no hubiera hombrecitos verdes involucrados. La trascendencia del descubrimiento quedó reflejada en el hecho de ser publicada en una de las revistas científicas top: Science
La importancia de los involucrados (NASA, Science) hizo que muchos investigadores analizaran los datos publicados con gran entusiasmo. Y a algunos no les gustó mucho lo que encontraron. El lunes 6 de Diciembre la microbióloga Rosie Redfield de la Universidad de British Columbia en Vancouver, publicó en su blog un detallado análisis del trabajo en cuestión. Frases tales como “no presenta ninguna evidencia convincente de que el arsénico haya sido incorporado en el ADN (o en cualquier otra molécula biológica) o “No sé si los autores son malos científicos o si están respaldando de forma inescrupulosa la idea de la NASA de que “Hay vida en el espacio exterior!” eran indicativas de que los resultados no eran, al menos para algunos, tan claros como se esperaba.
El poder del blog
En otros tiempos, las críticas de esta naturaleza se manejaban a través de cartas a los editores de la revista científica donde se exponían las objeciones de los críticos de un determinado trabajo. La revista terminaba centralizando la discusión. Pero en los tiempos de la Internet, estas cuestiones han cambiado. Aunque muchos no quieran verlo todavía. Esto posibilitó que 4 días después del anuncio, ya hubiera una investigadora haciendo públicas sus objeciones. Los investigadores anunciaron que no iban a mezclarse en esta nueva forma de discutir resultados, o sea a través de blogs científicos. Instaban, por otra parte, a que sus colegas repitieran los experimentos en cuestión para que arribaran a sus propias conclusiones, las cuales deberían coincidir con las de los autores del trabajo. Dichas repeticiones pueden llevar varios meses. No queda clara en absoluto la razón por la cual se elige esperar ese tiempo para aclarar la situación en vez de utilizar la inmediata discusión a través de los canales que habilitan las nuevas tecnologías. Como alguien dijo, los autores han elegido hundir sus cabezas en las arenas digitales.
El sistema de revisión por pares
Lograr que un trabajo de investigación aparezca en una revista científica es un proceso arduo que puede durar varios meses. Luego de evaluar y recolectar los resultados experimentales obtenidos, hay que sentarse a escribir el paper o trabajo científico. El idioma en que esto se realiza, por lo general, es el inglés, ya que este es el lenguaje institucionalizado para el manejo de la información científica. Luego de varias revisiones de contenido e idiomáticas (es todo un tema la publicación en inglés cuando el mismo no es el idioma nativo de los investigadores), hay que elegir la revista a la cual se lo va a enviar. Esto dependerá del tema abordado y de lo novedoso de los hallazgos. Finalmente llega el gran día; el trabajo se envía al editor de la revista elegida quien designará a 2 o 3 revisores expertos en el tema a publicar los cuales tendrán a su cargo examinar el paper y decidir si el mismo es apto para aparecer en la revista seleccionada. Acto seguido el trabajo puede ser publicado directamente o luego de que los autores hagan algunos cambios o clarifiquen algunas cuestiones especificadas en el veredicto de los revisores (cuya identidad se mantiene en todo momento en el anonimato) o bien la contestación puede indicar que el trabajo no es apropiado para ser publicado en la revista elegida. Los autores deberán entonces decidir cual será la próxima revista a la cual enviarlo. La etapa de revisión descripta es lo que se conoce como “sistema de revisión por pares”, que es algo así como la democracia: no es perfecta pero es el mejor sistema disponible. Al no ser un sistema perfecto, su existencia ha sido cuestionada muchas veces y volvió a ser puesta en el tapete en el caso de la bacteria que se alimenta de arsénico. Si el trabajo publicado tiene tantos puntos oscuros, ¿cómo es posible que haya sido publicado y además en una de las revistas científicas más prestigiosas?
Tal vez la mejor forma de resumir la cuestión sea usando las palabras de un investigador de la Universidad Libre de Berlín, el Dr. Björn Brembs, quien escribió respecto a este episodio: “¿Cómo pueden pasar los revisión por pares los papers con fallas? Fácil: revisores extenuados, lo escuché en una conferencia y no lo leí de forma adecuada, las partes en su área de expertise estaban bien, etc., etc. La metodología con fallas que logra pasar la revisión por pares ocurre todo el tiempo, uno no puede prevenirlo. Pero se puede corregir, ese es el punto principal. La revisión por pares antes de publicar reduce las fallas, la revisión post-publicación las elimina. Ambas son requeridas y ayudan”.
Yo agregaría que el conocimiento científico siempre es pasible de ser revisado: nada está grabado en piedra. Ni siquiera lo que aparece en revistas científicas top.
El libre acceso a la información científica
Cuando un trabajo científico es aceptado para su publicación, los autores ceden a la editorial que publica la revista científica todos sus derechos. A cambio la revista les envía una cierta cantidad de copias impresas que los investigadores pueden entregar a aquellos que así lo pidan. En la actualidad y con las nuevas tecnologías de la información, cuando otro investigador o cualquier lector potencial desea leer el trabajo publicado puede enviarle un correo electrónico a uno de los autores pidiendo una copia electrónica del artículo que motiva su interés. La etiqueta científica impone que tales requerimientos siempre sean respondidos. Cuando he pedido copias electrónicas de trabajos científicos, los autores siempre, sin excepción, me las han enviado.
¿Pero que pasa cuando alguien quiere leer el artículo en cuestión sin pasar por el autor? El interesado va a tener que subscribirse a la publicación científica yendo a su sitio online. Si no le interesa pagar para poder acceder a la publicación durante uno o dos años, tiene la opción de bajar solo el artículo de su interés pagando una cierta cantidad de dinero, por ejemplo 30 dólares. El tema de tener que pagar a la editorial para acceder a un determinado artículo científico se ha vuelto objeto de grandes controversias durante la última década, en especial desde el advenimiento de la Internet que todo lo conecta y todo lo hace posible. Tal es así que un grupo de investigadores liderados por el ganador del premio Nobel Harold Varmus crearon la Biblioteca Pública de Ciencia (PLOS por sus siglas en inglés). ¿El objetivo? Publicar revistas científicas online cuyos artículos pasen el sistema de revisión por pares y que sean de libre acceso. En vista de esta nueva metodología, las editoriales tradicionales manifestaron que permitir el acceso automático y sin costo a sus publicaciones significaría una catástrofe económica. Se ha llegado, en algunos casos, a un arreglo intermedio donde muchas publicaciones permiten que sus artículos sean de libre acceso luego de 6 meses de publicados. Los gobiernos que subsidian la investigación han sido claves en lograr esta posición intermedia. El Welcome Trust de Inglaterra (organización que subsidia la investigación en ese país) requiere que los trabajos de investigación llevados a cabo con fondos del gobierno sean publicados en revistas que permitan el libre acceso a sus artículos luego de 6 meses de la fecha de publicación original.
ScienceLeaks
Mucha gente que leyó el blog de la Dra. Redfield comenzó a quejarse de que, por las razones arriba expuestas, no podían acceder al paper publicado en la revista Science para leerlo y sacar sus propias conclusiones. La revista decidió permitir el acceso al trabajo en cuestión a aquellas personas que se registraran en su sitio. A finales de Enero, de acuerdo a Redfield, la restricción de acceso volverá a regir. La combinación de paper bajo sospecha más acceso restringido a la información científica ha hecho que Redfield creara ScienceLeaks. Este es un blog del tipo “gente que busca artículos”, el cual permitirá conectar a aquel que busca un trabajo científico con aquel que sabe donde encontrarlo online. De todas formas, Redfield considera que la verdadera solución es lograr que los organismos que subsidian la investigación sean las que paguen por el libre acceso a los trabajos científicos en vez de los suscriptores.
Seguramente cuando se sentaron a escribir sobre la bacteria que se alimenta de arsénico los autores no imaginaron las consecuencias inesperadas que se estaban poniendo en movimiento. Y recordando las palabras de Carl Sagan “Hay muchas hipótesis en ciencia que son incorrectas. Eso está totalmente bien; ellas son la apertura para averiguar lo que es correcto. La ciencia es un proceso que se auto-corrige. Para ser aceptadas, las ideas nuevas deben sobrevivir a los estándares más rigurosos de evidencia y escrutinio.”