jueves, 10 de febrero de 2011

Bioagricultura urbana ayudaría a alimentar al mundo

Por Lucía Atehortúa

Ante la amenaza climática a la producción tradicional de alimentos, hay que pasar de la agricultura al cultivo celular, dice Lucía Atehortúa
Plant biotech research from Flickr/CIAT by Neil Palmer
Si el cambio climático comienza a limitar la producción mundial de cultivos alimenticios y energéticos, será necesario desarrollar un nuevo sistema de producción de alimentos.

Imagine la agricultura en pequeños espacios, usando herramientas de alta tecnología, como foto-biorreactores que generen energía limpia las 24 horas del día, independiente de factores climáticos externos.


Imagine que ésta estuviera libre de patógenos y agroquímicos, que no dependiera de las estaciones, y que existiera la posibilidad de producir cultivos genéticamente modificados que no interactuaran con el medioambiente ni afectaran la biodiversidad existente.

Esto es la ‘bioagricultura urbana’, un tipo de agricultura de alta tecnología desarrollada principalmente para grandes ciudades.

La producción y la seguridad alimentaria han estado bajo amenaza por la urbanización y el crecimiento de la población incluso antes de que existiera la perspectiva de una catástrofe climática. Con esto en mente, nosotros en la Universidad de Antioquia en Medellín, Colombia, hemos estado desarrollado una serie de investigaciones en cultivos de células diferenciadas y tejidos para cultivar futuros productos alimenticios y energéticos.

Hasta ahora, nuestro trabajo se ha enfocado en el uso de cultivos celulares para producir cacao, aceite de nuez de Barbados (Jatropha curcas) y jugo de naranja. Otras especies de plantas en proyecto incluyen la caña de azúcar, el maíz, el trigo y la cebada. Estos esfuerzos podrían ser un hito para demostrar la viabilidad de la bioagricultura urbana.

Límites a la modificación genética
Una solución para el potencial fracaso de la agricultura tradicional es la modificación genética, la que puede hacer cultivos resistentes a eventos ambientales extremos, como sequías o inundaciones.

Sin embargo, no es realista esperar que ésta se desarrolle para cada tipo de alimento. Esto requeriría enormes recursos financieros, mucha investigación científica y largos períodos para que el cultivo pase todos los protocolos de bioseguridad necesarios antes de que puedan ser plantados en el campo en contacto directo con el ambiente natural. Los cultivos también necesitarían adaptarse bien y tener rendimientos suficientemente altos como para alimentar al mundo.

Los organismos transgénicos enfrentan otro obstáculo: son el foco de una preocupación social considerable. Realmente deberíamos mirar hacia otro lado para hallar la respuesta.

La alternativa podría ser la biotecnología de plantas, específicamente, el cultivo celular y de tejidos in vitro de las partes comestibles de ciertos cultivos o frutos. Hasta ahora, no obstante, hay poca literatura sobre ese tipo de investigaciones.

El cultivo celular también permite la síntesis de nuevos productos naturales, hace posible crear ‘biofábricas’ para convertir cultivos de escaso valor en productos altamente valorados y genera nuevos compuestos que normalmente no son se producen bajo condiciones naturales. Se pueden generar nuevos productos que no existen hoy en el mercado, por ejemplo, se pueden mezclar células de cacao con células de almendra para generar un producto que tenga sabor a cacao con almendra. También se puede inducir las células usando compuestos llamados precursores para producir otras nuevas sustancias por la vía de la biotransformación.

Producción comercial
El uso de cultivos celulares ya ha tenido un impacto en la investigación en fisiología y bioquímica, especialmente en estudios de metabolismo celular y trabajos para determinar el efecto de sustancias como hormonas vegetales en respuestas celulares.

En genética, la clonación ha permitido el mejoramiento de cultivos celulares a través de la fusión de protoplastos —células vegetales en las cuales la pared celular ha sido removida— y de la transformación genética. Los progresos han sido tan buenos que con técnicas modernas ahora no sólo es posible cultivar células libres, sino también permitir la división celular en un cultivo aislado y luego usarlo para generar plantas enteras.

Además, el cultivo in vitro de células suspendidas en líquido brinda un sistema para la producción comercial de una gran cantidad de productos vegetales conocidos como metabolitos primarios y secundarios.
Si esos sistemas de producción son estables y competitivos en cuanto al precio, podrían hacerse a una escala adecuada para el uso comercial e industrial.

La producción de cultivos de este tipo podría ayudar a preservar la biodiversidad, pues no sería necesaria más tierra o la destrucción de bosques para la agricultura, se usaría menos agua y se evitaría abusar de la tierra primaria. Podría ser implementado en cualquier lugar del planeta, e incluso en el espacio.

El cultivo de células y tejidos tiene el potencial —tanto para la investigación básica como para la aplicada— de desarrollar productos industriales como fragancias, tinturas, gomas y resinas, especialmente en países como Colombia, que tienen una biodiversidad vegetal considerable. Pero éstos rara vez son implementados en esos países: la mayor parte de la investigación se realiza en países desarrollados que tienen relativamente escasa biodiversidad.

La biodiversidad es importante aquí porque el cultivo celular busca reproducir el material parental original, el que por lo tanto necesita tener una calidad suficientemente alta. Cualquier parte de la planta usada para el cultivo de tejido también debe tener una alta calidad similar.

Preocupación por los costos
La mayor parte de la investigación existente en este campo se enfoca en la producción de metabolitos secundarios, en parte porque los sistemas agrícolas tradicionales son ampliamente vistos como económicamente más viables y seguros para la producción de alimentos. Pero el cambio climáticos podría inclinar la balanza hacia el cultivo celular.

El alto costo de los cultivos celulares se debe en gran parte a las herramientas tecnológicas que requiere, por eso hasta el momento no es realmente viable para los países en desarrollo producir sus alimentos de este modo. Pero tal como suele suceder con la tecnología, una vez que alcanza popularidad y se usa ampliamente, la competencia pronto hace bajar los precios.

Pareciera, sin embargo, que nunca ha habido un profundo análisis de costos de todo el proceso, desde la producción básica a través de cultivos celulares hasta la producción piloto a escala industrial, con una evaluación de costos en cada etapa.

Cuando las técnicas de cultivo celular hayan sido adecuadamente presupuestadas de este modo, éstas se podrán comparar con la producción agrícola convencional del mismo cultivo bajo condiciones naturales, y también será posible comparar los beneficios ambientales.

Dentro de 20 o 30 años este nuevo sistema de producción podría ayudar a alimentar al mundo y darnos oportunidades para sobrevivir en el caso de una catástrofe ambiental.


Pero para que eso ocurra, debe implementarse a nivel mundial tan pronto como sea posible, de modo que podamos estar preparados para lo que depare el futuro.

Lucía Atehortúa es profesora de biotecnología del Instituto de Biología de la Facultad de Ciencias Exactas y Naturales de la Universidad de Antioquia, en Medellín, Colombia.

Fuente:
www.scidev.org

viernes, 4 de febrero de 2011

Investigadores argentinos secuencian el genoma del virus que causa la enfermedad azul del algodón


Descifraron el genoma completo del virus que causa la enfermedad azul del algodón y amenaza a ese cultivo, generando pérdidas económicas. La investigación, llevada a cabo por argentinos, permitirá mejorar las estrategias de control de esa enfermedad que amenaza esa importante actividad que se concentra en la región noreste y noroeste de la Argentina.
Algodon.jpg

21/01/11
La ciencia tiene una estrecha relación con la economía de forma directa o indirecta. Un trabajo de ciencia básica realizada por investigadores del Consejo Nacional de Investigaciones Científicas y Técnicas (CONICET) y del Instituto Nacional de Tecnología Agropecuaria (INTA) lo refleja. Los resultados del proyecto de investigación fueron publicados en Archives of Virology, revista oficial de la Unión internacional de Sociedades de Microbiología.

Lo que hicieron los investigadores fue secuenciar el genoma completo de un aislamiento del virus -el ARG-que provoca la enfermedad azul del algodón y que es transmitido por el pulgón de la especie Aphis gossypii. “Es la enfermedad de origen viral más importante en el cultivo de algodón en Sudamérica. Es importantísima no sólo en Argentina, sino también en Brasil y Paraguay debido a que produce grandes pérdidas de cosecha”, señaló a la Agencia CyTA la doctora Ana Julia Distéfano, investigadora del CONICET y de INTA, autora principal del estudio. Y agregó: “La secuenciación del genoma del virus es importante porque permitirá acelerar el mejoramiento genético de la resistencia de los cultivos de algodón a ese virus. Asimismo, esta información mejorará los sistemas de diagnóstico y caracterización epidemiológica para el control de la enfermedad. Por otra parte, hay que resaltar que la metodología utilizada para el control de las enfermedades virales  en cultivos suele basarse principalmente en el control de los insectos vectores con insecticidas. Estos compuestos suelen ser tóxicos para el ambiente, aumentan los costos de producción y no protegen al cultivo durante toda la estación de crecimiento. En este sentido, el estudio y caracterización a nivel molecular del patógeno y la búsqueda de resistencia genética para el mejoramiento genético del algodón son consideradas de alta prioridad.”

El trabajo se realizó en el Instituto de Biotecnología de INTA-Castelar y en la Estación Experimental Agropecuaria Roque Saenz Peña, INTA-Chaco. En el estudio también participaron el ingeniero agrónomo Iván Bonacic Kresic y el doctor Esteban Hopp, ambos investigadores del INTA.

Algodón en Argentina
En la Argentina el algodón es un cultivo regional clave por su alta incidencia en la generación de empleo y se concentra en la región noreste y noroeste del país. “El promedio de superficie sembrada de algodón en los últimos años es de 500 mil hectáreas, según la Secretaría de Agricultura, Ganadería, Pesca y Alimentos de la Nación (SAGPyA) pero hubo años en los que no alcanzó a cubrir la demanda interna y se tuvo que importar algodón siendo un insumo clave de la industria textil, la cual también es determinante en el nivel de empleo del país”, aseguró  Distéfano. Y continuó: “El sector algodonero genera negocios por valores aproximados a los U$S 1.900 millones anuales. Más del 50 por ciento del producto se obtiene en las plantaciones de la provincia de Chaco. También se cultiva en las provincias de Formosa, Santiago del Estero y Santa Fe.”

En las campañas de cultivo de algodón de los años 82/83 y 93/94 hubo brotes de la enfermedad particularmente graves que ocasionaron serios perjuicios. La pérdida de cosecha de una planta enferma es del orden del 70 por ciento y afecta las características tecnológicas del algodón que se ven reflejadas en una disminución de la calidad de la fibra obtenida a partir de las plantas enfermas. “El virus está siempre presente en el campo, afectando (todos los años) a los cultivares de algodón sensibles a la enfermedad que son, en general, los que prefiere el productor por su mayor rendimiento y calidad. Las condiciones predisponentes son prolongadas sequías durante el mes de enero, acompañadas de altas temperaturas y elevados niveles de radiación solar e intensos ataques de plagas tempranas, fundamentalmente los pulgones vectores de la enfermedad, los cuales requieren ser controlados con costosos insecticidas químicos”, destacó Distéfano. Y prosiguió: “La información completa del genoma del virus solo ha sido obtenida recientemente por nuestro grupo y es necesaria la caracterización del virus a nivel molecular, dado que se desconocen aún aspectos básicos del mismo. El estudio de la enfermedad a nivel molecular permitirá complementar los trabajos de fitopatología (centrados en el diagnóstico y control de las enfermedades de las plantas) que se realizan desde hace tiempo en el país y sentará las bases para desarrollar estrategias antivirales efectivas o perfeccionar las que se emplean en la actualidad tanto por ingeniería genética como por mejoramiento convencional asistido por biotecnología. Con esta información, será posible generar nuevas respuestas biotecnológicas a la problemática existente.”

La foto muestra plantas de algodón sanas no inoculadas con el virus (izq.) comparadas con plantas de la misma edad inoculadas con el virus que presentan síntomas típicos de la enfermedad azul.
Crédito de la foto: gentileza de A. J. Distéfano

Fuente:
www.agenciacyta.org.ar

lunes, 31 de enero de 2011

James Bond de luto: murió el compositor John Barry

 Nueva York, ene. 31 (ANDINA). El compositor de famosos temas de las películas de James Bond, John Barry, falleció a consecuencia de un infarto, a los 77 años.

No sólo compuso para James Bond, pero su labor al servicio del agente 007 le dio fama mundial, según comunicó su familia.

Nacido en Reino Unido, el músico falleció tras sufir un infarto en su ciudad de adopción, Nueva York, apuntan hoy varios medios británicos.

Varios éxitos rotundos de la saga de James Bond llevan la huella del compositor de bandas sonoras. Así, además de marcar las bellezas doradas de Golfinger desde los títulos de crédito y con la voz de Shirley Bassey, Barry también dejó su impronta en You Only Live Twice, Moonraker o Diamonds are Forever.

Mezclaba el sonido de las "big band", el jazz y las notas latinas en un cóctel único y se sacaba de la manga otras versiones del mismo tema para las escenas de seducción del más famoso de los agentes secretos.

Barry conquistó cinco Oscar y cuatro Grammy. Después de James Bond puso su arte a disposición de películas como Memorias de África o Bailando con lobos. Y su talento fue reconocido por Hollywood.

El cine y la música acompañaron a Barry desde la cuna. Su padre era propietario de un cine; mientras que su madre era pianista. Ya de niño destacó por su don para la música y de joven incluso intentó tener su propio grupo.

Pero James Bond se le cruzó en el camino. Los productores de Dr. No ofrecieron al joven compositor sacar nuevas versiones a partir de la melodía inicial compuesta por Monty Norman. Lo hizo con tanto estilo y ritmo que de inmediato fue contratado para las próximas películas.

Barry estuvo casado en cuatro ocasiones y pasó gran parte de su vida en Estados Unidos. Su segunda esposa fue la actriz Jane Birkin, pero el matrimonio duró tres años, anota DPA.

 Aparte de su viuda Laurie, con la que estaba casado desde 1978, deja cuatro hijos y cinco nietos. El yerno del compositor, el reportero de la BBC Simon Jack, señaló: "Amó tanto la composición de música como otros adoran escuchar música."


Fuente:
http://www.andina.com.pe/Espanol/Noticia.aspx?Id=llPdQ8PM43Q=


Comentario adicional:
En el siguiente link puede escucharse la banda de sonido de la película "África mía", por la cual Barry ganó un premio Oscar.


http://www.youtube.com/watch?v=q_fAEdw7ts0

domingo, 30 de enero de 2011

Cuando la literatura se anticipa a la ciencia

Jonah Lehrer, nacido en EE.UU., editor y periodista de las publicaciones de divulgación científica más reconocidas, en su reciente libro Proust y la neurociencia, sostiene que la teoría de la memoria sobre la cual el escritor articuló su obra En busca del tiempo perdido no sólo hoy parece demostrable científicamente, sino que además fue una anticipación en un siglo a lo que hoy se denominan las neurociencias.   


Por Rosendo Fraga


Lehrer dice también que otros escritores de la época, como Virginia Woolf y Gertrud Stein, plantearon hipótesis, hace décadas, que la ciencia comienza a confirmar recién ahora, al comenzar el siglo XXI. 

En el caso argentino, también hay ejemplos importantes de ello.  

sábado, 29 de enero de 2011

Plan para salvar los tesoros subacuáticos de la Argentina

29/01/11  

Son más de 2 mil navíos hundidos en las costas del país. A través de la firma de un convenio al que adhieren 35 países, ahora se puede combatir de manera más efectiva a los piratas que persiguen botines valiosos. Las piezas rescatadas no podrán venderse.


 
Un bol de porcelana china, un reloj de arena, una tela raída, un cofre de madera o vajilla inglesa podrían no significar nada fuera de contexto. Pero si estos objetos se rescatan de un galeón hundido hace cientos de años comienzan a tener sentido y a explicar muchas cosas. Ahora, un convenio internacional firmado con la UNESCO permite que la Argentina pueda preservar como patrimonio cultural a este tipo de “tesoros arqueológicos” que descansan bajo el agua.

La Convención Internacional para la Protección del Patrimonio Cultural Subacuático le reconoce, por primera vez, al Estado argentino la soberanía plena sobre todo el patrimonio cultural que hay debajo de sus aguas, sean mares, ríos, lagunas y lagos. Y el país se compromete a inventariarlo, rescatarlo, preservarlo y evitar la piratería de los “buscadores de tesoros”.

Con el voto de la Argentina, ya son 35 las naciones que lo ratificaron.

Desde que existen mejores métodos para ingresar en las profundidades del mar, la piratería y las exploraciones clandestinas no son simples amenazas: van en aumento. Por eso es importante la adhesión a este convenio. “Para un auténtico científico, una moneda de oro no es más valiosa que un humilde e improvisado silbato de hueso”, afirma Dolores Elkin investigadora del Conicet y directora del Programa de Arqueología subacuática (PROAS ) del Instituto nacional de Antropología y Pensamiento Latinoamericano (INAPL), dependiente de la Secretaría de Cultura de la Nación.

Este tratado internacional establece que el patrimonio cultural subacuático no puede ser objeto de compra, venta o transacción comercial alguna y ofrece herramientas para que los Estados mejoren la protección de los objetos arqueológicos.

¿Por qué se protege tanto a los objetos que viajaban en barcos antiguos? A través de ellos es posible reconstruir detalles sobre la vida cotidiana de distintas épocas , entre otros datos. “Los artefactos se estudian en asociación, es decir, en su contexto; y todos revisten la misma importancia, son piezas únicas del complejo rompecabezas de la historia”, explica la arqueóloga Elkin y marca claramente la diferencia entre piratería e investigación.

Se calcula que a lo largo del mar argentino existen alrededor de dos mil naves hundidas de todo tipo: barcos mercantes, de comunicaciones, militares y turísticos, de todas las nacionalidades y épocas.
Solo en el estuario del Río de la Plata hay documentados alrededor de 1.200 naufragios, siendo ésta y la zona austral las de mayor densidad de barcos hundidos o varados. En el Río de la Plata hay gran cantidad por la poca profundidad que tiene. Por eso, cuando nos metemos al mar, entre chapoteo y chapoteo “podríamos estar nadando sobre barcos hundidos de gran valor histórico”, explica Cristian Murray, investigador del Programa de Arqueología subacuática del INAPL, quien cuenta que en un balneario de Puerto Madryn muchos bañistas sufrieron accidentes a causa del vapor Madryn, barco hundido a principios del siglo XX. “Esto se debe a que durante el apogeo de los viajes de exploración, colonización y explotación comercial en los siglos XVI y XIX, nuestro sur fue escenario de numerosas travesías y porque hasta que se construyó el Canal de Panamá, los barcos provenientes de Europa que se dirigían hacia el Pacífico debían pasar por el Cabo de Hornos: no existía otra forma de ingreso”, explica Elkin. Muchos de estos naufragios yacen en las profundidades y otros a la vista, según los caprichos de la marea.

Pero si entre castillos de arena y pozos en la playa piensa salir a bucear con la ilusión de encontrar un barco repleto de oro, mejor no sueñe. Elkin, quien además de arqueóloga es buzo profesional, es contundente: “Nuestras aguas no fueron la ruta habital de galeones españoles con cofres de piedras y brillantes”.

En el Caribe y en México hay más posibilidades, pero aquí tenemos otro “tesoro”: miles de barcos con mucha historia.

Fuente:
www.clarin.com


viernes, 28 de enero de 2011

Investigadores del Conicet descubren un nuevo dinosaurio

 Investigadores del Consejo Nacional de Investigaciones Científicas y Técnicas (CONICET) de la Argentina descubren un nuevo ejemplar de dinosaurio el cual representa un eslabón perdido.

 Un reciente trabajo publicado en la revista científica PLOS One muestra el descubrimiento de los restos de un nuevo dinosaurio llamado Leonerasaurus taquetrensis, que completa uno de los huecos más importantes en la historia evolutiva de los Sauropodomorpha: la transición entre los primitivos prosaurópodos y los gigantes saurópodos.

Los saurópodos son uno de los grupos de dinosaurios más conocidos, especialmente para aquellos que hayan visto las películas de Spielberg: herbívoros gigantes de cuatro patas, de largo cuello y larga cola, que habitaron la Tierra durante el Jurásico y el Cretácico. Fueron los más grandes animales terrestres que hayan existido.

Pero no siempre fueron así. Los saurópodos evolucionaron a partir de especies mucho más pequeñas, gráciles y bípedas conocidas como "prosaurópodos". Sin embargo, para los científicos todavía no estaba clara la cadena de transformaciones evolutivas entre los primitivos prosaurópodos y los gigantes saurópodos, ya que no se habían encontrado formas intermedias en el registro fósil -los llamados "eslabones perdidos"-, lo que no les permitía comprender del todo los orígenes de los gigantes herbívoros.

Aunque muchas de sus características indicarían que el Leonerasaurus es un pequeño dinosaurio sauropodomorfo de aproximadamente tres metros de largo, "detalles de su dentadura y anatomía pélvica sugieren que se encuentra mucho más próximo al origen de los saurópodos que los prosaurópodos conocidos previamente", señala Diego Pol, uno de los científicos a cargo de la investigación.

Herencia de familia
El grupo Sauropodomorpha es uno de los tres principales grupos de dinosaurios. Dentro de él encontramos a los prosaurópodos y a los saurópodos.

Los prosaurópodos eran sauropodomorfos primitivos, bípedos, herbívoros, de cráneo bajo y alargado, con dientes de márgenes aserrados. Podían medir entre 2 y 9 metros y tenían el cuello largo pero no tanto como los saurópodos. Vivieron en todo el mundo, incluso en la Antártida, entre el Triásico superior (220 millones de años atrás) y el Jurásico inferior (180 millones de años).

Los saurópodos fueron los sauropodomorfos más evolucionados. Eran herbívoros como sus antecesores pero, a diferencia de ellos, eran cuadrúpedos, de cuello mucho más largo y cráneo corto y alto provisto de dientes en forma de cuchara y sin márgenes aserrados. En la pelvis tenían cuatro o más vértebras sacras, mientras que los prosaurópodos poseían dos o tres. Eran mucho más grandes, su tamaño oscilaba entre 15 y 35 metros de largo. También habitaron en todo el mundo. Comenzaron a diversificarse durante el Jurásico inferior y para el Jurásico medio (160 millones de años) ya habían reemplazado a sus primitivos parientes.

Dominaron los nichos ecológicos de los grandes herbívoros hasta el fin del mesozoico, cuando se extinguieron los dinosaurios.

Hasta hoy se han descrito cerca de cien especies de saurópodos. "Entre los más conocidos están, por ejemplo, el Argentinosaurus, el Patagosaurus y el Amargasaurus, todos de Argentina, o el Brachiosaurus, el Camarasaurus y el Diplodocus, éstos de Norteamérica. Todas estas especies son mucho más recientes y evolucionadas en comparación al Leonerasaurus y los saurópodos más primitivos", explica Pol.

El Leonerasaurus tiene una serie de características intermedias entre los saurópodos y los prosaurópodos. Según Pol, "era pequeño, de tres metros de largo, y poseía un cuello ligeramente alargado, como las formas primitivas. Pero encontramos que tenía cuatro vértebras sacras en la pelvis y que los dientes tienen características intermedias: los de adelante, como los de los saurópodos, en forma de cuchara y sin márgenes aserrados y los de atrás, parecidos a los de los prosaurópodos, aserrados y planos".

Descubrimiento en Las Leoneras
El Leonerasaurus fue descubierto en la Sierra de Taquetrén, en el centro norte de la Provincia de Chubut. "Lo descubrimos dentro del marco de un proyecto de exploración de rocas jurásicas de la Patagonia, llevado a cabo por investigadores del Conicet con el auspicio de la Agencia Nacional de Promoción Científica y Tecnológica", comenta Pol. Y agrega: "durante los últimos cinco años hemos trabajado para conocer la flora y fauna del Jurásico de la Patagonia y encontramos un gran número de especies nuevas. Los restos del Leonerasaurus se excavaron entre 2005 y 2007, luego en 2008 se prepararon los fósiles en el laboratorio del Museo Paleontológico Egidio Feruglio y durante el 2009 y 2010 realizamos el estudio de los fósiles que publicamos ahora".

Las Leoneras es una formación geológica del Jurásico inferior que no había sido explorada en búsqueda de dinosaurios hasta el momento. Éste es el primer fósil encontrado en esta formación. Se ubica en el centro norte de Chubut, unos 40 kilómetros al norte de Cerro Condor y unos 30 al sur de Paso del Sapo.

La investigación estuvo a cargo de Diego Pol -investigador del Conicet en el Museo Paleontológico Egidio Feruglio-, Alberto Garrido -geólogo de la Dirección de Minería de la Provincia de Neuquén- e Ignacio Cerda -becario del Conicet en la Universidad Nacional del Comahue-.

Fuente:
www.conicet.gov.ar

jueves, 20 de enero de 2011

Cholera vaccine plan splits experts

Opinion is divided over how to tackle the disease in Haiti.

About 200,000 people in Haiti have been sickened by cholera since the outbreak began in October.S. PLATT/GETTY
 
PORT-AU-PRINCE
Rarely heard in Haiti before October, 'cholera' is now an insult that children fling at one another in the teeming camps that still house more than a million people displaced by last January's devastating earthquake. Graffiti blames the disease on either the current administration — now in a contested election crisis — or the United Nations. The disease is as much a fixture in people's lives as the endless piles of rubble that remain uncleared a year after the quake.

Last week, as the country remembered the 230,000 people killed in the disaster, officials of international health agencies fine-tuned their recommendations for moving forwards with a large-scale cholera-vaccination programme. It is a controversial idea that, just months ago, with little vaccine available and the epidemic spreading rapidly, was shunned as impractical and probably ineffectual (see Nature 468, 483–484; 2010).

Now, with emergency care centres in place, at least in the most heavily populated areas, health officials can finally look ahead and think about how a vaccination programme might combat a disease that has become entrenched in the country.

However, Nature 's interviews with key partners in the proposed vaccination effort reveal significant disputes on how to proceed. Most experts in the international community recommend a limited pilot project that would determine whether to scale up and how to use cholera vaccines in future outbreaks elsewhere. The Haitian government, caught in a febrile political environment and fearful that those denied vaccination might feel resentful, is demanding immediate, broad coverage.

With no recent exposure to cholera, Haiti's population lacks natural immunity and the disease has spread quickly. Roughly 3,800 have died, with another 189,000 falling ill, since 21 October, when cholera was first recognized as the culprit. At the end of October, a local medical aid agency, GHESKIO, supported by the UN Children's Fund (UNICEF), proposed vaccinating children under five living in two slums that have not yet reported large outbreaks. "There are 200,000 people without any toilets. They collect it and dump it in the sea," says Jean-Claude Mubalama, UNICEF's chief of health in Haiti for the past five years. "If cholera arrives there, it will be very bad."

The Haitian ministry of health (MSPP) and the World Health Organization (WHO) rejected the proposal, pointing out that not enough vaccine was available. They also feared that vaccination would foster a false sense of security, causing people to relax sanitary measures; and that it would take resources away from treating the sick, or from vaccine drives against measles and other diseases. "The voice of reason was to focus on saving lives," says Jon Andrus, deputy director of the Pan American Health Organization (PAHO), the WHO's regional office. "I had driven around Port-au-Prince and seen dead bodies in the street."

In December, however, an expert committee convened by the WHO decided that vaccination should be tried, partly because they had located extra sources of the only WHO-approved vaccine, Dukoral, an expensive two-dose vaccine made by Crucell, based in Leiden, the Netherlands. On 13 January, the expert committee, including representatives from the WHO, the US Centers for Disease Control and Prevention, the US National Institutes of Health (NIH), UNICEF, the US National Vaccine Program Office and others, held a teleconference to fine-tune a vaccination plan that could form the basis of a more detailed WHO-coordinated campaign strategy. The committee is recommending a pilot project using the currently available 250,000–300,000 doses of Dukoral, and the creation of a stockpile of the vaccine for the future.

The vaccination effort "can't be done nationwide and it won't have a major public-health impact", says Andrus, but it could reveal just how effective the vaccine would be in a mass immunization of a population already widely affected by cholera. Dukoral has not been used on such a scale before, although studies of thousands of people have shown it to be about 80% effective. The committee has not worked out where the campaign would be focused. "You can find areas where cholera is endemic, and that may give you a targeted population where it may have a larger impact," suggests Médecins Sans Frontières epidemiologist Kate Alberti.

The campaign could also help to reach the country's remote rural populations, which have a higher mortality rate. Although vaccine drives in Africa and elsewhere have faced resistance, Haitian people are eager to be vaccinated, says François Lacapère, a vaccine expert for PAHO/WHO in Haiti. Yet many Haitians are also sceptical of aid agencies' motives. Suggestions that foreigners accidentally introduced the disease (see 'How did the outbreak begin?') have given rise to unfounded rumours. Some people living in a camp that was once the Petionville golf course in Port-au-Prince, for example, make completely unsubstantiated claims that they have seen UN staff poisoning reservoirs in an attempt to further debilitate Haiti so that international powers can take over.

Even if the programme can win enough trust, using the world's entire stockpile of doses would still leave most Haitians without vaccine — a controversial prospect for the beleaguered government. Jean Ronald Cadet, the MSPP's vaccination programme manager, says the country is "90%" ready to go ahead with a campaign — but not on the small scale the WHO-convened expert group envisages.
“The bacterium won’t go away. It has established itself.”
Asked about the small pilot project proposed by the group, Cadet says "No way," shaking his head. He insists that Haiti would only consider starting to vaccinate with more than 1 million doses, with a goal of eventually reaching 6 million people. "It would depend on the pressure that the international community can put on manufacturers." Who would pay for the doses? "The international community," he says. "They brought us cholera, they have to take responsibility for taking care of it."

But mass vaccination of millions of people would necessitate much more vaccine production. About 1 million doses exist of another vaccine, Shanchol, which might be approved for use by the WHO by March (it is already approved for use in India). If production of both vaccines went into overdrive, Lacapère estimates that about 5 million doses could be prepared annually. This availability would be dependent on an advance-purchase decision, and with a six-month lag time to delivery.

Epidemiologist Renaud Piarroux of the University of the Mediterranean in Marseilles, France, says that if vaccination is going to be tried, it should be done on a large scale. "I think it can be helpful, but it should be given to millions of people in order to expect a notable effect," he says. But he doesn't see a large campaign as practical. "This will cost a lot and will require time to get a sufficient number of doses. I would prefer this money be used to improve water-supply networks and to reinforce sanitation activities," he adds. In an unpublished paper, Piarroux presents data on a large cholera outbreak in Darfur, Sudan, that happened just two years after a mass-vaccination programme, suggesting that any coverage might be of limited duration.


Others hope for a more aggressive approach. Matthew Waldor, an infectious-disease expert at Harvard Medical School in Boston, Massachusetts, says public-health officials should consider trying Peru-15, a live attenuated vaccine being developed by a consortium including Harvard Medical School and the NIH. Peru-15 is not yet in phase III trials, but has been proved safe and effective in thousands of patients, Waldor says.
Whatever approach is tried, one thing is certain: cholera is there to stay. It is likely that the bacteria now have a stronghold in Haiti's water, says Alberti. "Then you have a constant transmission between humans and the aquatic environment." With poor sanitation, little access to clean water and difficulties in reaching people to treat them — not least due to gang warfare in the slums — the country can expect repeated outbreaks, Alberti says.
Andrus agrees: "The bacterium won't go away. It has established itself."


Source:
www.nature.com/news

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