“CADA ALUMNO ES IMPORTANTE”
Paul Robert, Director del Colegio Nelson Mandela, de Clarensac, Gard, Francia
Traducción: Manuel Valdivia Rodríguez
Aureolada de prestigio por sus resultados en las evaluaciones internacionales PISA (Program for International Student Assessment)
del 2000 y 2003, Finlandia era para mí, desde hace casi seis años, un
tema lleno de interrogantes que no había logrado responder con la
información que podía espigar de muchas conversaciones y lecturas. El
programa europeo Arion, me permitió hacer una visita de estudio en ese
país, en abril del 2006.
Esta visita, organizada por Esa Räty, Director del Colegio de
Niinivaara, agrupó a dieciocho responsables de oficinas de educación
procedentes de 14 países, desde Noruega a Turquía. Todos ellos viajaron
motivados por el deseo de comprender las razones del asombroso éxito
conseguido por los alumnos finlandeses.
El programa preparado por el señor Räty nos permitió visitar
locales escolares de todos los niveles: un jardín de niños, dos escuelas
primarias, dos escuelas secundarias, dos liceos, un liceo profesional,
una universidad y un centro de formación continua. Nos reunimos también
con diferentes personas responsables de la educación: Janna Puumalainen,
Directora de Asuntos Internacionales del Municipio de Joensuu, Tuula
Vihonen, Directora de la Educación de Joenssu, Johanna Kurki,
responsable de los proyectos europeos Arion y Comenius de la Oficina de
Estado de la Provincia Oriental de Finlandia. Pudimos también conversar
libremente con numerosos profesores y alumnos así como con los
directores de establecimientos educativos.
Al descubrir poco a poco la profunda originalidad del sistema
finlandés, todos concebimos una verdadera admiración y el deseo de
importar algunos de sus secretos a nuestros países respectivos.
FINLANDIA Y PISA
Los resultados del primer estudio PISA, llevado a cabo en el 2000, fueron recibidos en Finlandia con satisfacción y sorpresa. Los finlandeses habían emprendido desde hace 30 años profundas reformas en su sistema educativo; pero no habían tenido aún la oportunidad de constatar los efectos positivos de un modo tan incuestionable y en el marco de un estudio comparativo tan extenso.
En la primera evaluación PISA, Finlandia logró el primer lugar en
lectura entre los 43 países participantes (los 30 países de la OCDE y 13
países asociados); llegó al 4to lugar en matemática y al 3ro en
ciencias. Manteniéndose entre los primeros países del mundo por la
eficacia de su educación, Finlandia mejoró su posición en PISA 2003:
entre los 41 países participantes, obtuvo el primer lugar en las tres
materias evaluadas en el 2000 y el segundo lugar en resolución de
problemas, materia introducida en esta nueva evaluación.
Finlandia hizo entonces un estudio atento del asunto y publicó un
análisis de sus resultados en PISA 2003 (lo que no había hecho en el
2000). El informe correspondiente pone en evidencia características
cuyo interés va más allá de los resultados totales. En efecto, la
diferencia entre chicos y chicas es mucho menor que en cualquier otro de
los países participantes. Los chicos no responden tan bien como las
chicas en lectura, pero la diferencia entre unos y otras es mucho menor
que en cualquier otra parte. Y en matemática, a diferencia de los demás
países, las chicas responden casi tan bien como los chicos. Otra
característica notable es que en Finlandia, después de Islandia, el
impacto de las diferencias sociales sobre los resultados de los alumnos
es el más bajo. De manera muy significativa, la cuarta parte más
desfavorecida, en términos socioeconómicos, de la población de alumnos
finlandeses se sitúa, en matemática, sobre la media de los países de la
OCDE. Del mismo modo, las diferencias existentes entre los
establecimientos son, también después de Islandia, las menores de todos
los países evaluados.
Otra conclusión notable del estudio es que la proporción de alumnos
que obtuvieron bajos resultados en matemática es mucho menor en
Finlandia que en cualquier otra parte (6% contra un 21% de la media de
países de la OCDE). Este dato se relaciona sin duda con el hecho de que
los alumnos finlandeses tienen una gran confianza en sí mismos, en sus
competencias y en su potencial de aprendizaje. En sí, el nivel de
ansiedad relacionado con el aprendizaje de matemáticas aparece
claramente como más bajo que en los otros países.
Se concluye en este estudio que Finlandia es un país donde las
desigualdades consiguen ser corregidas mejor por la educación; es un
país donde las diferencias de capacidad entre los chicos y chicas son
las más bajas y dónde los alumnos tienen una valoración muy positiva de
ellos mismos con relación a los aprendizajes.
En consecuencia, vale la pena tratar de entender cómo este país ha
sabido aportar respuestas tan pertinentes a problemas que Francia no ha
podido resolver aun después de 30 años de implantado el colegio único.
LAS CLAVES DEL ÉXITO
A. "Cada alumno es importante"
Se recuerda que en el “Gran Debate sobre el Futuro de la Escuela”,
organizado al final del año 2003 para preparar la nueva ley de
orientación, la fórmula que concentró gran parte de la polémica fue
ésta: ¿Qué es necesario poner en el centro del sistema, el alumno o los
conocimientos?
Finlandia eligió sin discusión la primera alternativa. Parece incluso
que un fino y profundo análisis de las necesidades reales de cada
alumno es lo que está detrás del asombroso éxito del sistema,
pacientemente construido en 30 años de reforma. La idea de que un alumno
feliz, bien desarrollado[1],
libre de progresar a su ritmo, adquirirá más fácilmente los
conocimientos fundamentales no es una utopía de un pedagogo iluminado:
es simplemente la idea que orienta la acción de todos: el Estado, las
municipalidades, los directores de establecimiento, los profesores…
Finlandia respeta profundamente los conocimientos, pero respeta aún más a
los individuos que están en proceso de adquirirlos. Y eso no es tenido
allí como un idealismo desabrido, sino por el más elemental pragmatismo.
Esa Räty, Director del Colegio Niinivaara, en Joensuu, asume como su
divisa la fórmula que resume esta filosofía: “Cada alumno es
importante”.
a) Un medio ambiente cálido y acogedor
El alumno debe sentirse en la escuela “como en su casa”. Toda
divergencia entre la escuela y la casa debe ser borrada en la medida de
lo posible. El marco de vida está concebido para favorecer esta
continuidad: la escuela es un lugar de vida donde los espacios de
trabajo son extensos (65m ² por aula en el nuevo colegio en construcción
en Joensuu) y dónde los lugares previstos para el descanso son cómodos.
Los alumnos descansan en pasillos de colores cálidos y a menudo
decorados por trabajos de ellos mismos, sin carreras ni empujones. Sin
degradaciones: los locales están limpios y se respetan como un segundo
hogar. Pareciera incluso que no está en el espíritu de los alumnos la
idea de manchar, de destruir.
El tamaño modesto de los establecimientos (300 a 400 alumnos en un
colegio; 400 a 500 en un liceo) crea una atmósfera de proximidad y
permite al tutor o al director de conocer personalmente a todos sus
alumnos
En cuanto a las relaciones entre los profesores y los alumnos, éstas
son de gran familiaridad, lo que no excluye en ningún caso el respeto
mutuo. Desde el jardín de niños hasta el liceo, los profesores son
accesibles, están disponibles y atentos. Una joven alemana, alumna del
liceo de Niinivaara, que vino a pasar un año en el marco de un
intercambio internacional, contaba que ella había llamado una vez por
teléfono celular a un profesor para pedirle unas aclaraciones sobre un
punto del programa. Bastante intimidada, temía la reacción del profesor.
Pero éste se había mostrado, para su gran sorpresa, encantado de
poderle hacer algo por ella. “Todo el mundo, añade, es abierto y
positivo. Los profesores buscan ayudar a los alumnos a aprender. Todo es
extremadamente cálido y amistoso”. En efecto, todos los alumnos con
quienes pude comunicarme dicen gustar de su escuela, aun cuando tienen algún problema con uno u otro curso.
Uno de los criterios que el colegio de Niinivaara enfatiza en su
autoevaluación es el sentimiento que tienen los propios alumnos de poder
ser ellos mismos en toda circunstancia. De hecho, nos impresiona, al
circular por los establecimientos, la relajación[2]
(incluso de indumentaria) y la libertad de movimiento de los alumnos,
lo que por otra parte no excluye, de modo alguno, una sorprendente
autodisciplina. Pareciera que el robo es desconocido: los alumnos
depositan sin temor sus ropas en un vestuario de libre acceso en el
vestíbulo de todo establecimiento; las bicicletas quedan sin claves
antirrobos en los sitios previstos. En sus cursos los profesores tienen
un elevado límite de tolerancia con relación a pequeñas faltas que en
Francia dan lugar, a menudo, a sanciones inmediatas: Clase de Matemática
en la Universidad de Juhanala, suena un celular. Se comprende que el
profesor llame la atención al alumno con un chasquido de reprobación
hecho con la lengua. El alumno observa discretamente su SMS[3] y todo vuelve al orden. En la misma clase, otro alumno trenza tranquilamente un scoubidou[4]
sin atraer ninguna atención: no molesta nadie y quizá esta ocupación le
permite seguir mejor la clase… Entonces ¿por qué pretender un
comportamiento formal?
Ciertamente, existen sanciones: los alumnos perturbadores pueden
verse infligidos con media hora de retención durante la cual deberán
quedarse tranquilos, sin hacer nada, mientras que están siendo vigilados
por un profesor. Los directores de establecimiento tienen incluso el
derecho a suspender hasta por tres meses a los alumnos, pero esta
sanción es rarísima y en cualquier caso supone la obligación de
¡garantizar la continuación de la enseñanza en la casa! La suspensión
definitiva no esta prevista: ¿Un padre de familia tendría entonces que
ubicar a su niño en la calle?
Esta atmósfera familiar es aún más notoria en el jardín de niños. El
número de adultos allí es el suficiente para garantizar una estrecha
relación con cada niño. Tres auxiliares de pre-escolar más un ayudante[5]
para cada grupo de 12 niños de entre 1 y 3 años; 2 profesores
calificados, un auxiliar de pre-escolar y un asistente para un grupo de
21 niños de edades entre 3 y 6 años. Por otra parte, todo es tomado en
cuenta, en la elección de los muebles y en el ritmo de las actividades,
para evitar cualquier tensión innecesaria a los niños. Por eso, ellos
parecen asombrosamente tranquilos, relajados y asequibles.
b) Ritmos de aprendizaje adaptados a los niños
A partir de 7 años los niños comienzan normalmente el aprendizaje de
la lectura. Antes de esto, en el jardín de niños (de 1 a 6 años) y en la
educación preescolar (de 6 a 7 años) se pretende sobre todo despertar
las aptitudes de los niños, sus habilidades, su curiosidad. Cada día es
dedicado a una disciplina (música, deporte, actividades manuales o
artísticas, lengua materna, matemáticas) pero los niños trabajan
solamente durante la mañana, siempre de manera muy atractiva. La tarde
es reservada al juego.
Así, los aprendizajes iniciales se logran sin violencia, sin tensión y
sin presiones, con la preocupación constante de estimular, de motivar,
de mantenerse en estado de escucha. Si un niño muestra disposiciones
particulares, se le dará la oportunidad de aprender a leer precozmente
(6 años). En cambio, y estando de acuerdo con los padres, los profesores
pueden dejar a un niño hasta los 8 años en el jardín si todo indica que
no está listo para la lectura.
La repetición de año está, en principio, proscrita por la ley; puede
ser propuesta de modo excepcional, pero en este caso debe ser siempre
aceptada por el alumno y por la familia. En cambio, se organiza
sistemáticamente grupos de apoyo para los alumnos que muestran tener
dificultades en una u otra materia.
Además, se envía a la clase un
auxiliar para apoyarlos.
La jornada de trabajo se organiza cuidando respetar los ritmos
biológicos del niño y de evitar todo cansancio inútil: hasta los 16 años
– cuando se finaliza la escuela obligatoria- las sesiones se limitan a
45 minutos y se entrecruzan con períodos de descanso de 15 minutos
durante los cuales los alumnos pueden caminar libres por los pasillos,
hablar tranquilamente en las salas de descanso, jugar o utilizar las
computadoras puestas a su disposición.
c) Una detección precoz de las desventajas y desordenes del aprendizaje y uso de las ayudas específicas
Con el fin de poder adaptarse lo mejor posible a las necesidades de
cada niño, los finlandeses tienen establecida una detección precoz y
sistemática de los desordenes del aprendizaje y de desventajas diversas.
Desde el jardín de niños, los alumnos son sometidos a una serie de
pruebas. Los que muestran mayores desventajas pasarán al primer grado de
escuela primaria en clases especializadas que serán llevadas a cabo con
5 alumnos por clase, con profesores formados a tal efecto. Las clases
para niños “con necesidades especiales” se dan en escuelas normales, lo
que permite integrarlos a ciertos cursos “normales” donde esto sea
posible (trabajos manuales, música, deporte – naturalmente, cuando no se
trata de una desventaja física).
Cuando los problemas son menores, se prefiere la integración total,
con todos los medios técnicos necesarios para favorecerla. Así, en la
escuela secundaria de Juhanala uno niño sordo puede seguir todos los
cursos gracias a un dispositivo microemisor portátil con el cual se
equipa a todos los profesores que tienen a este alumno en su curso. Él
mismo tiene el aparato receptor.
Profesores especializados están igualmente presentes en todos los
colegios de secundaria con el fin de brindar una ayuda orientada a los
alumnos que tienen dificultades en alguna parte uno u otro curso. La
cantidad de alumnos que se permite, para una clase con estos profesores
no excede de 5. Cuado es posible, los alumnos son reincorporados en su
clase normal. Estos profesores especializados están también presentes en
los liceos y los liceos profesionales.
En cuanto a los alumnos que no hablan el finés, se hace de todo para
garantizar cuanto antes su integración. Es cierto que Finlandia tiene
una de las tasas más bajas de inmigración de Europa (2%); pero, desde la
caída de la URSS, el número de inmigrantes rusos ha aumentado mucho y
la provincia limítrofe de Carelia es, sin lugar a dudas, una de las
primeras afectadas. Enfrentado a este problema, la municipalidad de
Joensuu fomentó la creación de un establecimiento fino-ruso. Los recién
llegados no sólo se benefician de un curso de finés intensivo sino que
cuentan también con un ayudante bilingüe que los acompaña -uno para cada
cinco alumnos- en todos los cursos con el fin de darles todas las
claves necesarias para la comprensión.
d) Un promedio alto de atención a los alumnos [6]
Ya destaqué la importancia del número de adultos por niños en la
educación preescolar ¿Cuál es la tasa de acompañamiento para después?
Durante los primeros años de la escuela obligatoria (“Basic
Education”, de 7 a 13 años), el número de alumnos por clase no debe
sobrepasar de 25. En realidad, la norma parece indicar un número menor:
20 alumnos; pero puede haber, lo hemos visto, excepciones. En el colegio
de Juhanala ninguna de las clases que visité sobrepasaba de 20 alumnos.
En el liceo, los grupos se forman en función de la inscripción de los
alumnos: el tamaño de los grupos es variable pero no es raro ver grupos
de TP de 6 ó 7 alumnos. Desde la escuela primaria, e incluso en la
secundaria, hay auxiliares de educación que colaboran con el profesor en
la misma clase o se hacen cargo de grupos reducidos de alumnos que
necesitan ayuda particular.
Las escuelas secundarias cuentan también con consejeros, más o menos equivalentes a nuestros COP[7],
aunque estos últimos pueden tener en su cargo hasta 1500 alumnos en
varias escuelas, mientras que sus homólogos finlandeses están presentes a
tiempo completo en una escuela en proporción de un consejero para 200
alumnos, lo que les permite estar disponibles para todos los alumnos que
acudan a consultarlos buscando orientación en sus estudios y
beneficiarse así de un interlocutor atento y experto en caso de
necesidad. Aunque el alumno no lo necesite, debe visitar a su consejero
al menos dos veces al año.
Una pregunta que no puedo responder con certeza por el momento es
ésta: ¿Cómo explicar estas “tasas de acompañamiento” ya que, según las
estadísticas disponibles, el gasto global de educación de Finlandia es
casi comparable al de Francia (aproximadamente un 7% del PIB)? La
ausencia de “Vida escolar[8]”
y de un cuerpo de inspección, y un peso mucho menor de la
administración central gracias a la descentralización podrían ser
elementos de la respuesta. En todo caso, es cierto que los medios, si
bien son parecidos, se distribuyen de manera mucho más eficiente para el
mayor beneficio de los alumnos.
e) Alumnos activos y comprometidos
A lo largo de mi visita, no asistí a ninguna clase magistral. Siempre
vi alumnos en actividad, solos o en grupo. Siempre he visto a
profesores que solicitaban su participación y se mantenían atentos a sus
demandas. Nada había de extraordinario en esta constatación: también en
Francia se pueden encontrar clases donde los alumnos están igualmente
comprometidos y activos. Pero en Finlandia ésa la norma. El profesor
está allí como un recurso entre otros. En una clase de finés las paredes
están cubiertas con estantes de libros; no hay una sala que no tenga su
retroproyector, su computadora, su vídeo proyector, su TV y su lector
de DVD.
Todos los medios para poner a los alumnos en contacto con los
conocimientos son buenos y los alumnos son constantemente impulsados
para construir un sentido a su medida a partir de todo lo que tienen a
su alcance. Nada de obligación, nada de pesadez. "No se puede forzar a
los alumnos; es necesario darles posibilidades diferentes para aprender,
para adquirir competencias – dice Hannu Naumanen, Director del Colegio
Pielisjoki)." Por eso reina en las clases una atmósfera de sana
cooperación donde cada uno está en su lugar y tiene un papel en la
construcción colectiva del conocimiento. Algunos ejemplos:
– Curso de finés (20 alumnos de 14 años, aproximadamente. Estudio de una novela del siglo XVII “Los Tres Hermanos”):
El profesor presenta, con ayuda de una transparencia, el plan de la
obra; luego da la consigna a los alumnos: cada uno deberá leer en clase
un pasaje del libro y exponerlo después a sus camaradas. Los alumnos se
levantan para tomar un ejemplar de la colección que se halla en las
estanterías de la biblioteca de la clase y se hunden silenciosamente en
la lectura para después tomar por turno la palabra delante del resto de
la clase.
– Curso de inglés (19 alumnos de 15 años, aproximadamente): Un alumno de 14 ó 15 años expone, en buen inglés, una asignación sobre el skate.
Había llevado el suyo y con él mostró su funcionamiento; luego pasó un
vídeo que muestra distintas acrobacias, todas muy arriesgadas,
acompañando las imágenes con un comentario en inglés. Al final de la
exposición, los alumnos aplauden, pero luego deben emitir su opinión
sobre el trabajo de su camarada en función de una guía de análisis
proporcionada por el profesor.
– Curso de historia (20 alumnos de 14 años, aproximadamente):
Los alumnos, sentados en orden sobre alfombras en el suelo del gimnasio,
asisten a la representación de un sainete presentado por un grupo
teatral aficionado. Se muestra un episodio de la Segunda Guerra Mundial
en el que intervienen serbios y croatas. Los alumnos reaccionan con
aplausos, pero inmediatamente, luego de algunas explicaciones y
consignas del profesor, se distribuyen por grupos para dialogar sobre
sus impresiones y presentarlas por escrito o de manera gráfica, en hojas
de papel.
Ciertamente, en Francia se conocen desde hace tiempo los métodos
llamados "activos". Pero no se puede afirmar que, aún hoy, se hayan
generalizado. ¿Cuántas veces se observa clases donde los alumnos pasan
la mayor parte del tiempo copiando la lección? Finlandia quiere que los
alumnos acceden al conocimiento con entusiasmo y eso sólo es posible si
llegan a ser, plenamente, protagonistas de su aprendizaje. "El profesor
no está allí para hacerlo todo: él organiza, ayuda a los alumnos a
aprender". (Sirkky Pyy, profesora de inglés).
Este papel de guía más que
de "magister" dominando sobre sus conocimientos, aparece en un
documento de la Facultad de Educación de Joensuu, titulado "Lo que hace a
un buen profesor". En él se dice que si bien se le pide al profesor
controlar "la estructura de los conocimientos" en su disciplina, se
espera sobre todo que favorezca el aprendizaje de sus alumnos en una
atmósfera de tolerancia y respeto. Se le pide aún más: crear situaciones
de aprendizaje variadas y estimulantes, en vez de imponer, con
autoridad omnipotente, un conocimiento.
f) Una libertad de elección delimitada[9]
Una de las características más conocidas del sistema finlandés es la
gran libertad de elección dejada a los alumnos para organizar sus
estudios. En realidad, esta libertad es progresiva, y está en relación
con el grado de madurez de los alumnos. A lo largo de la educación del
“ciclo fundamental" (entre 7 y 13 años) los estudios son iguales para
todos. Los alumnos comienzan el aprendizaje del inglés a los nueve años;
a los 11 pueden elegir otra lengua entre el alemán, el francés, el
sueco y el ruso (El alemán suele ser tener una preferencia claramente
mayoritaria).
A partir del nivel 7 (13 años), se introducen algunas materias
opcionales, diferentes según los colegios, que definen sus propuestas de
acuerdo con las municipalidades. Cada colegio puede elegir la opción en
la que hará hincapié o la opción que le dará especificidad. La elección
puede hacerse entre Educación Física, Dibujo, Nuevas tecnologías,
Música, Lenguas extranjeras. El alumnado mínimo para abrir una opción es
de 16 alumnos. En el nivel 7, los alumnos pueden elegir dos asignaturas
facultativas; 6 en el nivel 8, y 5 en el último nivel de la escuela
obligatoria. El total de las sesiones semanales (incluyendo las de
cursos obligatorios y opcionales) no debe exceder de 30 en todos los
niveles del colegio. Hasta los 16 años, los alumnos construyen poco a
poco su autonomía y desarrollan un sentido de responsabilidad con
relación a sus estudios. Para ello, pueden contar con la ayuda de los
consejeros.
Si bien en el colegio se mantiene el marco de la clase tradicional,
en el liceo los alumnos pueden componer enteramente su programa
inscribiéndose en cursos cuya relación está disponible en la red
informática de su establecimiento y accesible también por Internet. En
los 3 años del colegio, los alumnos deben seguir 75 cursos: 45 son
obligatorios, los otros completamente opcionales. La clase, como grupo
de alumnos, no existe ya. Ellos van a encontrarse en configuraciones
diferentes según los cursos a los cuales se inscribieron en función de
las disponibilidades. Cuando un curso alcanza un determinado alumnado,
se cierra la inscripción y el alumno deberá o inscribirse en el mismo
curso pero con otro profesor, o esperar hasta la próxima oportunidad.
Algunos profesores que conocieron el sistema tradicional de clases aún
en vigor hasta hace 20 años en el colegio, extrañan este concepto de
grupo constituido bien definido para un año. Pero parece que los alumnos
se han adaptado perfectamente al nuevo sistema y sacan todo el provecho
posible.
La ventaja para ellos es poder perfilar mejor el curso de sus
estudios, en función de sus aptitudes y de su proyecto de continuación.
El sistema les permite también avanzar de manera modular, según sus
capacidades, en las distintas disciplinas. Todo concepto de repetición
global, que implique volver a seguir de nuevo materias ya aprobadas,
está puesto de lado definitivamente. Esto implica también que alumnos de
edades diversas pueden encontrarse en un mismo grupo de nivel. Cada
liceo puede desarrollar "líneas particulares de programa" en forma
paralela al núcleo duro ("currículo") nacional y que debe ser seguido en
todas partes. Por eso, en el liceo de Niinivaara, los alumnos pueden
seguir un programa intensivo de música o ciencias. El nivel alcanzado
por los alumnos en música es notable; en el liceo ellos consiguen
presentar espectáculos de gran calidad, no muy lejos del estándar
profesional. El director mismo propuso también un curso de creación de
empresas, que permite a los alumnos realizar un proyecto de dimensión
real en todos sus componentes incluido el financiero – dado que no se
descartó la posibilidad de obtener beneficios.
En la formación profesional existe también una parte de libre
elección que corresponde aproximadamente al 8% del conjunto de los
cursos evaluados. Los alumnos son estimulados a construir su propio
programa de aprendizaje; existe la posibilidad incluso de completar el
curso de sus estudios en otro establecimiento, en particular, para la
parte general para la cual se pueden seguir cursos en el colegio.
La amplia autonomía de la que se benefician los alumnos de secundaria
constituye indudablemente una excelente preparación para los estudios
superiores y permite evitar la enorme grieta que, en Francia, es una de
las principales causas del fracaso y abandono escolar en el primer año.
g) Una evaluación motivadora
¿Qué hay sobre las notas en Finlandia? ¿Cómo evalúa este país a los
alumnos? ¿Encontró un medio de reconciliar evaluación y motivación?
Hasta los 9 años los alumnos no son evaluados con notas. Sólo a esa
edad los alumnos son evaluados por primera vez, pero sin emplear cifras.
Después no hay nada nuevo hasta los 11 años. Es decir que en el período
equivalente a nuestra escolaridad primaria los alumnos sólo pasan por
una única evaluación. Así, la adquisición de los saberes fundamentales
puede hacerse sin la tensión de las notas y controles y sin la
estigmatización de los alumnos más lentos. Cada uno puede progresar a su
ritmo sin interiorizar, si no sigue al ritmo requerido por la norma
académica, ese sentimiento de deficiencia o incluso de "nulidad" que
producirá tanto fracasos posteriores, esa imagen de sí tan deteriorada
que, para muchos alumnos, hace que los primeros pasos sobre los caminos
del conocimiento sean a menudo generadores de angustia y sufrimiento.
Finlandia ha elegido confiar en la curiosidad de los niños y en su sed
natural de aprender. Las notas en esta fase no serían más que un
obstáculo. Ello, por supuesto, no excluye informar a las familias
regularmente sobre los progresos de sus niños: en la escuela de
Kanenvala boletines se envían dos veces (en diciembre y en mayo). Las
notas expresadas en cifras aparecen recién en el 6to año, cuando los
niños alcanzan la edad de 13 años.
El mismo ritmo de evaluación es mantenido en el colegio después de
los 13 años empleando calificaciones en cifras que pueden ir de 4 a 10.
Esta escala de notas, sorprendente para nosotros, los franceses, que
tenemos la religión de la nota 20, es un síntoma de la voluntad de
valorar al alumno. Él sabe o no sabe. Si él no sabe, obtiene la nota 4,
que implica la obligación de retomar el aprendizaje no conseguido. Están
proscritos el 0 infamante y las notas muy bajas. ¿Qué interés puede
haber en construir una escala de la ignorancia? En cambio, se pueden
distinguir niveles de perfección: Un conocimiento puede ser adquirido
pero en diferentes niveles de logro: eso es lo que significan las notas
entre 5 y 9.
En el liceo se conserva la misma escala, pero el ritmo de las
evaluaciones es mucho más sostenido: cada período de seis semanas es
seguido de una semana de exámenes en la cual los estudiantes son
sometidos a pruebas diarias de tres horas, de 9 am a 12 m. Para
compensar la presión, ellos quedan libres después de medio día.
Los alumnos deben validar los dos tercios de sus estudios en cada una
de las disciplinas seguidas. Ellos pueden continuar su avance aún si
tienen uno o dos fracasos. Sin embargo, se les recomienda llevar de
nuevo un curso no aprobado. Otra alternativa es la de pasar un examen de
recuperación el miércoles siguiente al final de un período.
En esta fase, el peso de una nota es determinante, y los matices que
existen entre el 5 y el 10 pueden jugar un rol importante en la
orientación futura: incluso parece que el 7 es una suerte de « media »
(en el sentido en que nosotros entendemos el 10/20). Esto explica por
qué los reclamos de las familias ante la bureau d’Etat de la provincia tienden a multiplicarse y a ocupar gran tiempo de los funcionarios, que tienen la obligación de informarlas.
Para el examen final (« matriculation examination ») existe una
escala de 0 a 7 (que no incluye el 1), asociada a los antiguos grados y
denominaciones en latín. No obstante que la escala es diferente y que el
0 reaparece, el número de « grados » es idéntico al que se halla en la
escala de 4 a 10, vigente en la escuela secundaria. Por otra parte, los
candidatos pueden rendir de nuevo, hasta dos veces en el plazo máximo de
un año, las pruebas en las que han fracasado (hay dos períodos de
examen en un año).
En los estudios profesionales la evaluación esta basada en el apoyo y
el diálogo. En este nivel, el alumno está plenamente involucrado por
vía de la autoevaluación. La escala de notas es de 1 a 5.
En Finlandia, la práctica de la evaluación parece estar guiada por el
cuidado de no castigar a nadie y de darle siempre la oportunidad al
alumno, valorando más lo que sabe que lo que no sabe : « Lo importante
es que los alumnos tengan la sensación de que son buenos en algún campo »
(Hannu Naumanen, Director del Colegio Pielisjoki). Guiada por este
principio, la evaluación del los alumnos pierde su carácter competitivo y
angustiante y, por el contrario, puede convertirse en un medio que los
estimula y motiva para ubicarse en una gradiente de progreso adaptada a
su ritmo.
B. Profesores expertos
a) Una profesion valorada
La profesion docente goza de un prestigio real en la sociedad de
Finlandia. Esto no tiene que ver con la remuneración – que se acerca al
promedio de los países de la OCDE- sino con la importancia que otorga el
país a su educación y al sentimiento ampliamente extendido de que los
docentes son expertos en su dominio y que ellos se consagran con todo su
corazón a su tarea. A la pregunta: « Por qué ha elegido usted esta
carrera ? », la respuesta que aparece más a menudo en las encuestas de
motivación a que se somete a los aspirantes a la docencia es ésta : «
Por que quiero a los niños ». En encuestas similares levantadas en
Francia, el acento esta puesto a menudo en el interés por la disciplina
que se enseña. Así, los profesores finlandeses están ampliamnete
inclinados hacia la comprensión de los niños y de sus necesidades, y
sienten que se encuentran al servicio de la infancia más que al servicio
de una materia. Esta diferencia de motivación inicial es determinante
para la orientación futura de una carrera en la cual el docente se
considera más importante el servicio a los alumnos que a la enseñanza
teórica.
b) Una selección exigente
La selección inicial contribuye a contar desde el comienzo de los
estudios con candidatos elegidos considerando no sólo las competencias
disciplinares y teóricas que poseen sino tomando en cuenta también el
concepto que ellos se han formado sobre su oficio y el conocimiento que
tienen conocimiento de la infancia.
Los « profesores de aula » -lo que equivale a nuestros profesores de
escuela- pueden hacerse cargo de los grados 1 a 6 de la educación
fundamental. Los candidatos deben poseer la «matriculation examination» y
haber tenido ya alguna experiencia con niños trabajando como «
ayudantes » en una escuela o colegio durante tres años. Solamente
entonces pueden presentar su expediente de admisión en la facultad de
educación que elijan (en general ellos postulan a tres universidades
diferentes). En la Facultad de Educación de Joensuu se acepta anualmente
a 300 postulantes, seleccionados entre 1200 que presentan sus
expedientes y su currículo vitae.
Los postulantes son sometidos enseguida, durante dos días, a una
serie de pruebas y entrevistas. Una de estas pruebas en un « test de
grupo » durante el cual los candidatos, formando grupos de 6, deben
discutir frente a observadores sobre un asunto referido a educación que
les es propuesto
Los «subject teachers», o profesores especializados en una
disciplina, que se encargarán de los niveles 7 a 9 de la educación
fundamental en los liceos, deben haber obtenido antes una maestría en su
disciplina, después de la cual ellos deberán estudiar pedagogía durante
uno o dos años en una facultad de educación. Para ingresar deben pasar
por las mismas pruebas que los «class teachers»
Una vez obtenido su diploma, los profesores deben conseguir un
puesto. No hay en Filandia un « movimento » nacional, ni siquiera
regional o departamental de profesores. Son las municipalidades, que
tienen amplias competencias en materia de educación, las responsables
del reclutamiento. Ellas comparten esta responsabilidad con los
establecimientos de enseñanza, cuyos directores participan en las
comisiones y pueden influir en las decisiones en función de sus
necesidades y proyectos. Los profesores son pagados directamente por los
establecimientos, cuyos presupuestos, solventados por las
municipalidades, incluyen los salarios de los docentes.
c) Una formación inicial cuidadosa
Todos los profesores deben ser titulares de una maestría (maestría en
ciencias de la educación para los « class teachers », maestría en una
disciplina para los « subject teachers »), la que será complementada,
como ya lo hemos dicho, con estudios de pedagogía. Así, desde el jardín
de niños hasta el liceo, los alumnos tendrán delante profesores
altamente calificados. Los consejeros y los profesores especializados
siguen una preparación particular. La Facultad de Educación de Joenssu
está dividida en tres departamentos: el primero está destinado a los
profesores de educación primaria y secundaria ; el segundo, a los
profesores especialistas que se harán cargo de los alumnos que enfrentan
dificultades particulares y el tercero se dirige a los profesores que
seguirán la carrera de consejeros.
Todos deberán pasar, en el curso de sus estudios, un tiempo más o
menos largo, situaciones reales de enseñanza. En el campus de la
Universidad de Joenssu funcionan una escuela, un colegio y un liceo de
aplicación donde los profesores realizan pasantías de una duración que
va de 2 a 6 semanas por año. La relación entre el centro de aplicación y
la universidad es muy estrecha.
d) Un tiempo moderado de trabajo pero con un definición amplia del servicio
Hemos visto que los profesores finlandeses no son mejor pagados que
la mayor parte de sus colegas de los países de la OCDE. A la mitad de la
carrera, su salario es de aproximadamente 2000 euros por una carga de
trabajo de 20 sesiones de curso (sesiones de 45 minutos) a las cuales se
añaden otras obligaciones como las vigilancia de pasadizos y patios
(una o dos veces al día en los recreos), la intervención en los consejos
de clase y la participación en grupos de trabajo disciplinares e
interdisciplinares. Este horario puede ser aligerado (18 sesiones para
los profesores de lengua finesa o de lenguas extranjeras) o expandido
(23 sesiones para los profesores de deporte o artes pásticas). Los
profesores consideran igualmente como parte de su trabajo la relación
con la familia fuera del horario escolar: no es raro que un profesor
visite el domicilio de sus alumnos para tomar nota de sus condiciones de
vida, tarea que en Francia es asumida por los asistentes sociales.
Los compartimentos cerrados, celosamente defendidos entre nosotros
por los profesores, no existen en Finlandia. No siendo conocida allí la
«Vida escolar», las tareas correspondientes al CPE[10]
o las de vigilancia recaen naturalmente en los profesores que, debido a
ello, tienen una relación más próxima a sus alumnos, que no se limita
solamente a la transmisión de conocimientos.
e) Condiciones materiales óptimas
Los profesores finlandeses gozan de condiciones materiales de trabajo
particularmente favorables. La carga docente –lo he dicho ya- rara vez
excede de 25 alumnos. Las aulas son espaciosas y totalmente equipadas
con los recursos más modernos. En el liceo de aplicación de la
Universidad de Joensuu, todas las salas poseen un pequeño puesto para el
comando de la multimedia, que permite al profesor pasar fácilmente y
con entera libertad de un medio a otro.
f) Una completa libertad pedagógica
Los profesores con quienes me entrevisté mostraban un grado
impresionante de satisfacción respecto de su trabajo. No eran profesores
amargados, decepcionados, desengañados; por el contrario, eran
profesores felices, orgullosos de su sistema educativo, al que
consideran con toda justicia como particularmente bien organizado. Una
vez que han pasado el trance de la formación y reclutamiento, los
profesores gozan de una libertad pedagógica total y de un margen amplio
de autonomía y de iniciativa; y seguramente es ése el componente
esencial de su motivación, como lo declara un profesor de la escuela de
Kanenvala: «Me gusta mi profesión porque yo puedo hacer las cosas a mi
manera ». Y la Directora de Educación de Joensuu en el mismo sentido,
afirmando «Nosotros tenemos confianza en nuestros profesoress; ellos
están bien calificados».
Además, el sistema finlandés hace gran economía de inspecciones ( ¡y de inspectores!)
g) Profesores expertos asociados a la universidad
Concluidos sus estudios, los profesores mantienen un contacto
estrecho con la universidad. Su nivel de formación y su experticia en
pedagogía sostienen su derecho a ser miembros asociados. Ellos
participan en la formación de sus colegas acogiéndolos en sus clases e
interviniendo en las sesiones de la facultad. Ellos son consultados
regularmente sobre el contenido de los programas, en los cuales, para su
aplicación local, ellos pueden incorporar los cambios que les parecen
pertinentes, siempre en acuerdo con el director del establecimiento y
los responsables locales de la educación.
h) Una formación continua claramente determinada
Muy preocupados por mantenerse al día con los cambios de la sociedad y
de su profesión, los profesores participan regularmente en acciones de
formación continua. Los directores de los establecimientos pueden
estimularlos a hacerlo sobre asuntos que sienten como necesarios. Esto
no se consigue en un régimen de obligación sino mediante la negociación y
el diálogo. El papel de los profesores en el éxito del sistema
finlandés aparece así en el primer plano. Dueños de una formación
inicial de alto nivel, en la cual la pedagogía ocupa un lugar
fundamental, ellos gozan de una gran confiaza y consideración de parte
de su institución y aun de la sociedad entera. Ellos se involucran
profundamente en un oficio que aman y que los motiva, pues se sienten
libres para desarrollar su propia manera de enseñar.
C. La evaluación como una palanca del cambio
a) Un sistema en constante evolution
¿Cómo han llegado los finlandeses hasta allí ? Su sistema ¿es el resultado de una evolución progresiva o de una reforma global ?
Es seguro que las cosas no han sido siempre tal como son ahora. Los
profesores antiguos recuerdan un clima general poco satisfactorio: «
Hace treinta años era mucho más difícil. Los alumnos eran
indisciplinados, poco motivados. Nosotros hemos cambiado gradualmente,
por etapas. Ahora nos cuidamos de responsabilizar a nuestros alumnos ».
Tal es la mirada retrospectiva de Sirkky Pyy, profesora de inglés en un
colegio de Joensuu. Es notable el que los finlandeses hayan tenido éxito
en modificar su sistema en forma progresiva y coherente, sin saltos y
sin retrocesos, pero siguiendo una línea de progreso coherente y
concertada, independientemente de los cambios de mayoría política.
La primera etapa se remonta a la mitad de los años 70. Finlandia
tenía antes un sistema selectivo, dividido desde el final de la escuela
primaria en tres ramas (clásica, tecnológica y pre-profesional),
bastante comparable a lo que por la misma época existía en Francia. La
decisión de unificar las tres ramas y de construir un bloque único de
enducación fundamental obligatoria entre los 7 y 16 años fue tomada en
el mismo momento en que fue creado el colegio único en Francia, pero de
un modo más radical. Hasta hoy pretendemos salir del modelo del «pequeño
liceo» con la puesta en marcha de una base común «socle comun». En su
lugar, Finlandia ha construido desde esa época un continuo
escuela-colegio, haciendo que todos los alumnos sigan ese segmento común
de cursos y evitando las contradicciones del colegio único.
Simultáneamente, Finlandia realizó una descentralización creciente que
otorga a las municipalidades amplios poderes en materia de educación.
Los programas son, en cambio, responsabilidad del Estado.
En 1985, los grupos de nivel, o grado, fueron suprimidos en provecho
de una heterogeneidad total. La posibilidad de continuar los estudios
despúes del ciclo fundamental está garantizada para todos. Una segunda
etapa en el proceso de descentralización quedó abierta al otorgar a
las municipalidades la posibilidad de definir las orientaciones locales
que vienen a completar el programa nacional. Diez años más tarde, la
autonomía de las municipalidades será extendida a los establecimientos:
desde entonces, las autoridades municipales tienen la capacidad de
distribuir los fondos que reciben del Estado, que continúa
subvencionando la educación hasta en un 75%. Los profesores dependen
completamente de las municipalidades y de los establecimientos para su
reclutamiento y la percepción de su salario.
En 1998, la « Basic Education Act », equivalente a nuestra ley de
orientación, fijó los principios y reglas que rigen la educación
fundamental. Este textos esencial se mantiene vigente hasta hoy.
b) La evaluación : una obligación legal
Uno de los puntos importantes de este documento legislativo es la
obligación dispuesta para todos los establecimientos escolares de
proceder a evaluaciones regulares de su funcionamiento y de sus
resultados y de hacerlas públicas. Estas evaluaciones deben ser
organizadas por cada establecimiento; pero se exige también evaluaciones
externas. Ellas son efectuadas generalmente por las municipalidades.
Los liceos están sometidos a la misma obligación. Cada
establecimiento debe contar con un plan de evaluación presentado a la
autoridad local. En el Liceo de Niniivaara los campos tomados en cuenta
parta la evaluación son amplios: además de los resultados de los
exámenes, todos los aspectos pedagógicos, relacionales y materiales de
la vida del liceo son revisados mediante cuestionarios accesibles a
través de la red del establecimiento. Cada alumno puede establecer
contacto por la Internet desde su puesto o desde su hogar y responder
libremente a las preguntas. La tasa de participación es de 70%.
Esta práctica revela la concepción finlandesa de la educación como
servicio público: todos los actores se consideran al servicio de los
usuarios, que son los alumnos y sus familias. Esto que nosotros, en
Francia, consideraríamos probablemente como un llamado al consumismo
escolar aparece en Finlandia como una manera sana y eficaz de impulsar
el sistema en función de las necesidades y de lo que sienten los
principales interesados.
¿Se puede exportar el modelo finlandés ?
Frente al notable éxito del sistema educativo finlandés, uno se pregunta si el modelo podría ser traspuesto en otras partes.
Es forzoso constatar que este sistema en constante evolución está
arraigado en una cultura caracterizada por la valoración de cada
persona, en un país vasto y poco poblado, donde los espacios de vida son
muy dispersos y donde cada uno debe aprender a trazar su propio camino
en un entorno hostil y adaptarse a una diversidad de condiciones. La
lengua finesa es, ella misma, muy compleja, caracterizada por 14 casos
de declinación, al punto que cuando se trata de traducir expresiones muy
simples se obtiene a menudo esta respuesta: «eso, depende».
Parece que los finlandeses hubieran concentrado en este profundo
terreno cultural toda su impresionante y paradójica capacidad para
construir un sistema caracterizado por un alto grado de organización y
por una flexibilidad difícilmente imaginable para nosotros los
franceses.
Otra paradoja finlandesa: una reivindicación de los valores morales y
religiosos y paralelamente una gran tolerancia. Nada asfixiante ni
obligatorio en la ética finlandesa, sino, por el contrario, el
sentimiento de que la afirmación de estos valores tiene por objetivo la
expansión de la persona.
Se halla profundamente arraigada la aspiración de que el sistema
educativo finlandés ayude a cada alumno a llegar a ser una persona
plenamente responsable y capaz de tomar parte, con total consciencia, en
la sociedad, sin dejar de ser, jamás, él mismo. Contrariamente a los
ideales republicanos, que, por muy generosos que sean se mantienen
externos a la persona, los valores morales que los finlandeses promueven
están tejidos en los más íntimo del ser: la honestidad, la lealtad, la
confianza, muy a menudo afirmadas como esenciales por quienes fueron
nuestros interlocutores, son valores que fundan una ética personal y
permiten entrever una sociedad de individuos que pueden ser plenamente
ellos mismos en un marco de respeto al otro.
El impresionante éxito de la educación finlandesa no es, en
consecuencia, debido solamente a la proeza de una sabia construcción
tecnocrática: ella está ligada a una lengua, a una cultura, a un pueblo
que ha hecho del desarrollo de la persona humana, en todos sus
componentes, la finalidad fundamental de la educación. Es esto lo que
hace que todo educando experimente el sentimiento de tener un lugar, de
poder ser él mismo y de desarrollarse libremente. En este sentido, cada
uno puede alcanzar la plena medida de sus capacidades.
A pesar de esta tan fuerte «idiosincracia», hay numerosos aspectos
del sistema finlandés que podrían ser inspiradores para Francia :
– En primer lugar, convendría aflojar el tornillo de la evaluación
centrada en los alumnos. La tensión producida por la acumulación de
exámenes, notas, boletines, medallas, censuras decretadas por los
consejos de clase, es considerable y contraproducente. Se podría
aligerar fácilmente esta carga, sobre todo en el colegio. Es equivocado
pensar que los alumnos aprenden sólo empujados por las notas. Aunque
esto obligaría a buscar modos de enseñanza que le tuerzan el cuello,
definitivamente, al curso magistral. Si los alumnos fueran puestos en
actividad con más frecuencia se podría conseguir que su motivación se
acreciente sin recurrir tan sistemáticamente a las notas.
– En segundo lugar, no sería muy complicado introducir más
flexibilidad en nuestros currículos y dar más oportunidades de elección
para nuestros alumnos. Esto ha sido intentado con los Intinerarios de
Descubrimiento en el colegio y los TPE en el liceo. Estos últimos años
han estado marcados, en este dominio, por una vuelta atrás, abandonando
una vía de progreso cuyas riquezas no han sido explotadas por la falta
de adhesión de muchos profesores. Ciertamente, se podría llevar todavía
más lejos las posibilidades otorgandas a los alumnos para construir el
curso de sus estudios, concediéndoles progresivamente una autonomía cada
vez mayor en relación a la adquisición de los saberes.
– En tercer lugar, es de responsabilidad de cada uno apoyar modos de
relación menos distantes y cerrados y de crear una atmósfera más cálida y
confiada. El profesor no perdería autoridad. Podría ser más fácil
considerar al alumno en su totalidad y de un golpe superar los factores
que pueden frenar los aprendizajes.
En el plano de los medios, las resistencias al cambio serán
ciertamente más fuertes. Decir que se puede tener mejores resultados con
los mismos medios no es un discurso generalmente bien acogido por los
sindicatos. Finlandia nos demuestra sin embargo que eso es posible. Ese
país ha optado por concentrar les gastos de educación en lo que está
verdaderamente al servicio de los estudiantes –promedios elevados de
atención a los alumnos, condiciones materiales óptimas- y hacer
economías en puestos que a nosotros nos parecen ineludibles: “vida
escolar”, inspección, administración (incluida la central). Igualmente,
Finlandia demuestra que un alto grado de descentralización no es
incompatible en modo alguno con una fuerte disminución de las
separaciones entre territorios, y que la gran autonomía otorganda a las
municipalidades y a los establecimientos educativos mismos es provechosa
para el mejoramiento general del sistema.
Datos complementarios
En Finlandia, la educación es obligatoria sólo a partir de los 7
años. Sin embargo, los niños pueden ser acogidos en los jardines de
infancia desde que tienen un año de edad. La ley dispone que toda
familia pueda beneficiarse con un puesto para su niño en un plazo
máximo de 4 meses si los padres se hallan en casa. Si ellos
trabajan o estudian, el plazo se reduce a 2 semanas como máximo. Si las
plazas de un jardín de infancia están cubiertas totalmente, le compete a
director encontrar una plaza en un radio razonable para los los padres
que acuden a él.
Las pensiones escolares alcanzan hasta un máximo de 200 euros por
mes (incluida la alimentación) y dependen del número de días elegido;
pero pueden ser reducidas a 0 para las familias con dificultades. Los
precios son igualmente decrecientes en el caso de varios hermanos.
Algunos jardines de niños funcionan las 24 horas del día para que los
padres que trabajan de noche puedan dejar allí a sus hijos. Desde hace
poco existe un programa nacional para los jardines de infancia, basado
esencialmente en actividades de iniciación[11].
A los seis años los niños ingresan a un año de educación
pre-escolar que constituye una transición entre el jardín de infancia y
la escuela. El 96% de los niños finlandeses de esta cohorte de edad son
escolarizados. El aprendizaje sistemático de la lectura es excepcional
en este tramo. En cambio, los profesores se plantean como objetivo
esencial identificar las aptitudes de los niños así como el momento más
propicio para incorporarlos a la etapa de aprendizajes fundamentales. La
educación pre-escolar es gratuita.
Igualmente es gratuita la escolaridad obligatoria entre los 7 y 16
años. La gratuidad incluye alimentación y transporte. Los finlandeses
son muy cuidadosos de la igualdad territorial en las regiones donde la
población es muy dispersa, como en la Laponia. En estos casos, buses o
taxis son puestos a disposición de las familias para transportar a los
niños a la escuela. Por razones de seguridad, en las regiones donde la
fauna salvaje puede constituir un peligro o el invierno es prolongado y
crudo, los servicios de transporte gratuito para los alumnos son
ofrecidos también para distancias cortas. El período de educación
fundamental (basic education) abarca, en un mismo continuun lo
equivalente a nuestra educación primaria para los niños de 7 a 12 años,
con profesores polivalentes (« class teachers ») y nuestro colegio («
comprehensive school »), para estudiantes de 13 a 16 años, con
profesores especializados para cada una de las materias (« subject
teachers »). No hay ningún tipo de selección a lo largo de la educación
fundamental, y las clases son heterogéneas, salvo para los alumnos con
necesidades educativas especiales, que son reunidos en clases con una
carga docente ligera (10 como máximo). Las escuelas rurales pueden tener
un alumnado escaso. La de Koli, por ejemplo, tiene 25 alumnos agrupados
en dos clases: la primera para los alumnos en año pre-escolar y en los
niveles 1 y 2; la segunda para los niveles 3 a 6. Dos profesores, un
auxiliar y un cocinero hacen funcionar esta pequeña escuela en una de
las comunidades más alejadas del vasto territorio finlandés, que tiene
sólo 200 habitantes. El inglés es enseñado, como en otras partes, a
partir del nivel 3 (9 años) en una clase única con dos grupos, de 4 y 5
alumnos. Las nuevas tecnologías, muy desarrolladas en esta pequeña
escuela, permiten romper el aislamiento, y la vinculan con otras
escuelas del país, particularmente de la Laponia. La enseñanza a
distancia es utilizada para ciertas materias como Religión.
Las escuelas urbanas pueden alcanzar dimensiones mayores, como la
de Kanenvala, en Joensuu, que tiene 250 alumnos. 9 alumnos que presentan
dificultades de aprendizaje están a cargo de dos profesores
especializados. Las clases tienen 25 alumnos como máximo. Los 13
profesores (diez mujeres y tres hombres) son apoyados por 7 auxiliares
de educación. El inglés es enseñado no sólo en el marco de un curso
tradicional sino también en Geografía o con la participación de
residentes extranjeros de distintos países europeos que llegan a mostrar
en inglés su cultura y sus tradiciones, introduciendo rudimentos de su
lengua por medios variados : canciones, por ejemplo. Los alumnos pueden
elegir una segunda lengua viva a partir del nivel 5 (12 años). La que se
elige con más frecuencia es el alemán. Proyectos transversales son
desarrollados también en la escuela, como la construcción de un iglú o
una carrera de trineos. Los alumnos deben realizar un trabajo diario en
el hogar, pero de proporciones muy razonables.
A partir de los 13 años, todos los alumnos acceden a la «
comprehensive school »), equivalente a nuestro colegio pero solamente
con tres años. Los alumnos siguen allí 30 sesiones por semana a razón de
seis por día. El tronco común está compuesto de 28 sesiones en el
primer año, 24 en el segundo y 25 en el último. Éste comprende el
aprendizaje de la lengua materna (finés, sueco o lapón), una segunda
lengua nacional (por ejemplo el sueco para quienes la lengua materna es
el finés), inglés, como segunda lengua viva, Matemática, Física,
Geografía, Historia, Música, Artes plásticas, Religión, Deporte y
Educación de la salud. En los dos primeros años, el curso de Economía
Familiar forma parte del tronco común. Los cursos opcionales pueden
variar según las escuelas. Ellos son generalmente propuestos por los
profesores en función de sus intereses y de las demandas de los alumnos.
La cantidad mínima de alumnos para abrir un curso opcional es de 16
alumnos. Los alumnos escogen dos en el primer año, seis en el segundo y
cinco en el tercero, de modo que el número de sesiones semanales sea
siempre 30. La jornada escolar puede terminar así a las 2 ó 3 pm,
comenzando a las 8 am. El tiempo de trabajo en casa en este tramo
escolar está estimado en 5 horas, es decir una menos que el promedio de
los países de la OCDE.
Los temas transversales definidos a nivel nacional deben ser
integrados a las materias de los programas y ser tratados de modo
interdisciplinar. En total, son siete :
§ llegar a ser persona
§ identidad cultural y dimensión internacional
§ medios y comunicación
§ ciudadanía participativa y el mundo de la empresa
§ responsabilidad frente al entorno, bienestar, desarrollo sostenible
§ seguridad vial
§ tecnología e individuo
En Finlandia se otorga gran importancia a la apertura hacia el
exterior y la gestión de proyectos es apreciada. La cooperación con las
empresas está notablemente desarrollada en el marco de una iniciación a
la vida profesional que puede ser parte de las materias opcionales. Los
consejeros tienen por meta ayudar a a los alumnos a lograr una visión
más amplia de sus estudios en relación con su proyecto profesional
futuro. La dimensión educativa y la creación de una atmósfera de trabajo
positivo y cooperativo es privilegiada. Ayudar a los alumnos a
construirse como adultos inculcándoles las nociones de honestidad y
respeto al otro es una de las misiones asignadas a la escuela.
Ningún examen sanciona el final de la educación fundamental. Los
alumnos se orientan enseguida hacia una escuela profesional o hacia una
escuela secundaria superior (equivalente a nuestro liceo general). La
relación entre las dos vías de orientación es similar a la que existe en
Francia (60% hacia los estudios generales y 40% hacia los estudios
profeesionales). La orientación no es impuesta, pues resulta del diálogo
entre las familias, el alumno y el establecimiento.
La formación profesional secundaria transcurre durante 3 años, con
una estadía de 6 meses en una empresa. Se otorga un diploma a los
estudiantes que han acumulado 120 unidades de valor, de las cuales
cuales 90 corresponden a la formación profesional, 20 a estudios
generales (Lengua materna, Segunda lengua nacional, Lengua extranjera,
Matemática, Física, Química, Ciencias políticas, Economía y empleo,
Educación física y salud, Artes y cultura) y 10 materias opcionales.
Tambien en los estudios profesionales son introducidos temas
transversales, cuyo objetivo es proporcionar los conocimientos
necesarios para el ejercicio de la profesión y de una ciudadanía
responsable. El acento es puesto sobre el desarrollo sostenible y sobre
el espiritu de iniciativa. Todo está planteado para estimular a los
alumnos hacia la creación de su propia empresa.
Existen 52 diplomas profesionales y 189 calificaciones
complementarias. Los diplomas permiten entrar directamente a la vida
activa. Pero un alumno puede proseguir sus estudios en un Instituto
Universitario Profesionalizado en el cual puede obtener una maestría
profesional en 4 años.
En los liceos generales (« escuelas secundarias superiores ») los
estudios duran generalmente 3 años. Los alumnos deben seguir 71 cursos,
de los cuales 45 son obligatorios. El año está dividido en 6 períodos de
6 semanas, separadas por una semana de evaluación. Cada curso
representa 36 lecciones repartidas en las seis semanas de un período.
Los alumnos deben validar mediante pruebas los cursos que han seguido en
el período. Los talleres oligatorios fijados por el programa nacional
son Lengua materna, Segunda lengua nacional, Inglés, una Segunda lengua
extranjera, Matemática, Historia, Religión (luterana u ortodoxa),
Ciencias sociales, Deporte. Cada materia comprende un número mínimo de
cursos que deben ser validados durante los tres años. Pero los
estudiantes pueden elegir una materia para profundizar sus
conocimientos, en cuyo caso tendrán más cursos que validar. En
Matemática, por ejemplo, el número mínimo de cursos que se debe validar
es de 10 ; pero es posible ir hasta 13. Las materias opcionales pueden
variar de un liceo a otro. Cada liceo tiene la facultad de asumir una
cierta « línea ». En el Liceo de Niinivaara, por ejemplo, son ofrecidos
cursos en profundidad de música y ciencias junto con otras materias :
Sicología, Filosofía, Geografía, Educación para la salud, Artes,
Economía doméstica. Estas materias se componen generalmente de un curso
obligatorio de introducción y de 1 a 7 cursos electivos de
profundización. No se puede hablar propiamente de carreras como en
Francia, pero los alumnos, componiendo su « menú » de cursos, llegan a
darle un perfil propio a sus estudios.
El final del surso secundario es sancionado por un examen final
llamado « matriculation examination », cuya obtención es necesaria para
ingresar a la universidad. El examen comprende cuatro pruebas : la
prueba de lengua materna (finés, sueco o lapón) es obligatoria para
todos. Para las otras pruebas el candidato debe elegir entre las cuatro
materias siguientes : Segunda lengua nacional (vg. Lapon o sueco si la
lengua materna del candidato es el finés), Lengua extranjera, Matemática
y « Estudios generales », que abarcan asuntos de Religión, Moral,
Sicología, Filosofía, Historia, Ciencias sociales, Física, Química,
Biología y Geografía. El candidato puede escoger ocho asuntos. En
Matemática, Lengua extranjera y Segunda lengua nacional, el candidato
puede elegir entre dos niveles de dificultad, pero deberá pasar por lo
menos una prueba de nivel avanzado. Se tiene dos períodos de examen por
año (en primavera y otoño). Los candidatos pueden escalonar sus exámenes
hasta un máximo de tres períodos. Ellos pueden igualmente repetir hasta
dos veces una prueba que no han podido aprobar aunque esto en el curso
de los tres períodos siguientes de examen. Ellos pueden también cambiar
el nivel de las pruebas, a condición de tener por lo menos una en el
nivel avanzado. En el diploma final aparecerá la lista de las materias
elegidas por el candidato (con el detalle de los asuntos examinados en
la prueba de « Estudios generales », el nivel de dificultad y el grado
obtenido. Curiosamente, estos grados han conservado las denominaciones
latinas, que son vestigios de la época en que esta lengua era
obligatoria para ingresar a la universidad.
A MODO DE EPÍLOGO
Manuel Valdivia Rodríguez
Hasta hace pocos años, Finlandia era para muchos de nosotros un país
distante, con una vida marcada por su cercanía al círculo polar ártico.
Para quienes amamos la música, era la cuna de Jean Sibelius, autor del
hermoso Vals Triste y del estupendo poema sinfónico titulado
precisamente con el nombre de su país: “Finlandia”. De pronto, gracias a
la difusión de los resultados del PISA 2000, el país nórdico ocupó
nuestra atención desde otra perspectiva: ese país, sin ser el de mayor
desarrollo económico en el mundo, tenía sin embargo un sistema educativo
de altísima calidad, probablemente el mejor.
Como es natural, comenzamos a indagar buscando más información sobre
el sistema educativo finlandés. Un estudio que examinaba los resultados
de PISA 2000, School Factors Related to Quality and Equity, OECD,
2005, arrojaba muchas luces sobre los factores que pueden obrar en
favor o en contra de la calidad de la educación, pero era un estudio
global construido sobre la base de información referente a todos los
países que intervinieron en la evaluación. Hablaba poco de Finlandia.
Por eso, el artículo de Paul Robert, La educación en Finlandia: los secretos de un éxito asombroso,
llegaba a cubrir un vacío. Pero abría también una inquietud: Lo que
caracteriza al sistema finlandés ¿puede ser aprovechado como modelo de
innovación en nuestros respectivos países?.
Sin duda, hay mucho que aprender. El artículo de Paul Robert da
pistas excelentes, sobre todo en el campo pedagógico e institucional.
Mucho es lo que se puede hacer con la guía de esas lecciones, pero
siempre habrá una distancia difícil de cubrir. Después de todo, el
estado de la educación es el reflejo de los bienes y males de la
sociedad en que se desenvuelve. Un país que ha alcanzado un estado de
equilibrio social y económico, con una población que ostenta un elevado
nivel educativo y cultural, que además tiene satisfechas con holgura sus
necesidades fundamentales, es capaz de ofrecer una educación de calidad
que no depende sólo de su sistema educativo. Un país con defectos,
afligido por la pobreza, la inequidad y la discriminación, difícilmente
puede tener una educación igual, a menos que se ponga en marcha para
construir una sociedad democrática y lograr un desarrollo cuyos
beneficios se extiendan a las mayorías. En ese marco, la educación
formal puede ser mejor y cumplir un rol coadyuvante aunque sus recursos
sean magros.
La superficie territorial de Finlandia (330,000 km2) es
aproximadamente la cuarta parte de la superficie del Perú. Viven allí,
en poblaciones dispersas como la nuestra, poco menos de 5 millones y
medio de habitantes. Pero Finlandia, con un IDH de 0,947 se halla entre
los países de Desarrollo Humano Alto, ocupando el décimo primer lugar,
bastante lejos de nuestro país, que ocupa el puesto 82 con un IDH de
0,763[12]. Estos índices son corroborados por el Banco Mundial, que ubica a Finlandia entre los países con ingreso per cápita alto
($ 10,726 ó más) muy diferentes del nuestro, que se halla en la
categoría de los países con ingreso medio bajo ($ 876 – $3,465). Estos
datos bastarían para mostrar diferencias significativas..
Aunque nos hallamos lejos del ideal, proclamamos que en los últimos
años nuestra economía se halla en una línea positiva de crecimiento y
que, si se mantiene nuestro ímpetu exportador, si aumentan las
inversiones y si se firma el TLC, la línea puede seguir subiendo. Sin
tomar en cuenta la fragilidad de los soportes del crecimiento que
mostramos, podríamos decir que sí, que hay motivos para la esperanza,
por lo menos para tener cifras en azul. Pero este crecimiento puede
significar muy poco para la educación de las mayorías, que es la que nos
preocupa. Sin acudir a un oráculo podemos pensar que el crecimiento
beneficiará solamente a una minoría, como ha ido sucediendo hasta ahora.
Oswaldo de Rivero lo dice con crudeza pero con una autoridad
indiscutible: “Hoy, el 52% de los peruanos –unos 14 millones- son pobres
y viven con dos dólares diarios, y otro 14% -unos 4 millones doscientos
mil- son extremadamente pobres y viven con un dólar diario. Además, la
sociedad peruana, según el índice Gini de desigualdad social, está entre
las once sociedades más desiguales del mundo. En el Perú, el 20% más
acomodado de la sociedad recibe el 51% de los ingresos nacionales,
mientras que el 20% más pobre recibe apenas el 4,4% [13]”.
El índice de Gini es un número entre 0 y 1. Los decimales más bajos
–ya que el 0 es el ideal- indican equidad social; los decimales cercanos
a 1 denuncian que la desigualdad es alta. Perú, tiene un desalentador
índice de 0,498 (PNUD), cercano al de Argentina (0,522) , Chile (0,571) y
Brasil (0,593). Obsérvese que los tres países mencionados –sin contar
al Perú- son tenidos como los países de mayor desarrollo económico en
Sudamérica, lo cual hace presumir que un mayor desarrollo no significa
necesariamente mayor equidad. Frente a esto, Finlandia, junto con
Noruega y Suecia, es uno de los países con menor desigualdad en el mundo
(Indice Gini 0,25 a 0,30). Allí, sólo un 2% de la población es
considerado pobre, pero seguramente con criterios distintos de los que
usamos nosotros. En otras palabras, es un país boyante, en donde todos
viven en plenitud.
Pero no es sólo la situación socioeconómica la que explica los altos
niveles de calidad educativa en Finlandia. Este país comenzó a superar
el analfabetismo en el siglo XVII. Anne Marie Chartier -una
investigadora francesa dedicada a un campo impensable entre nosotros: la
historia de la lectura en Europa- recuerda que en 1686, en Finlandia y
Suecia, “la ley de Iglesia” obligaba a los pastores luteranos a
verificar la competencia en lectura de los niños y adultos porque “nadie
podía recibir la confirmación mientras no supiera ‘leer y recitar su
catecismo’. Puesto que aquel que no estuviera confirmado no podía
realizar ningún acto oficial (por ejemplo casarse), puede decirse que
quien no supiera leer no existía ante la ley[14]”.
La misma autora hace notar que los países protestantes de la Europa del
norte –entre ellos Finlandia- “fueron los primeros en implantar una
escuela de enseñanza media concebida para la enseñanza masiva más allá
de la enseñanza elemental”. Así, Finlandia estuvo entre los primeros
países que consiguieron elevar el nivel educativo de la población. No es
difícil imaginar que una población que habla dos lenguas originarias
(finés, sueco o lapón) y por lo menos una lengua extranjera,
generalmente el alemán, es una población letrada[15],
con un nivel elevado de cultura personal. Así las cosas, se encuentra
sobrada explicación para el logro de una buena educación.
En un mundo tan lleno de índices y de estadísticas, no podemos dejar
de mencionar que Finlandia es el primer país del mundo según el Índice
de Adelanto Tecnológico del PNUD. Su IAT es de 0,744, muy superior al
nuestro (0,270), gracias al cual ocupamos el puesto 48 de 70, en el
tercer grupo, el de Seguidores Dinámicos[16].
El IAT es calculado sobre la base de varios ítemes: creación de
tecnología, difusión de nuevas tecnologías (uso de la Internet,
exportación de productos de tecnología alta y media), difusión de
antiguas innovaciones (telefonía, consumo de electricidad), y
conocimientos especializados (años de escolaridad de la población y tasa
bruta de matrícula terciaria en ciencias). No cabe duda que esa
dinámica de uso y cultivo de las ciencias y la tecnología por parte de
la sociedad en general empuja al sistema educativo y alienta a los
estudiantes a esforzarse por su aprendizaje. Ellos no estudian solamente
porque gozan de un derecho, lo hacen porque es casi su obligación en un
pueblo que valora el crecimiento intelectual de sus miembros no sólo
como una virtud sino como una necesidad.
Final
Lo dicho no ha sido expuesto para alimentar el desaliento. Sirve sólo
para mostrar que la calidad de la educación es una consecuencia de
múltiples factores externos y para contradecir una tendencia demasiado
vigente entre nosotros: creer que podemos hallar correctivos al interior
del sistema (cambio de programas, aumento en las horas de clase,
evaluación y capacitación de los docentes, mejoramiento de locales,
etc.) y que con ellos basta. Hay que hacerlos, sin duda, pero recordando
que son sólo medidas parciales. Si sólo miramos el sistema educativo no
podremos cambiar sus resultados, porque para conseguirlos tenemos que
mejorarnos como sociedad.
[1] N del T: La palabra “desarrollado” no traduce exactamente el participio “épanoui”,
usado en el original; tampoco lo conseguiría el término “expandido”. El
verbo “épanouir”, referido originalmente al abrirse de una flor, hace
referencia metafórica a un estado de despliegue, de expansión de
potencialidades. Es una pena que no tengamos en castellano un verbo como
ése.
[2] N del T: Usamos el término castellano que corresponde exactamente a “décontraction”, aunque
podría-mos haber empleado “desenvoltura” (que no hubiera convenido a la
referencia a la ropa). Advertimos que “relajación” en el sentido
estricto, no es desorden ni indisciplina (sentido que se da a la palabra
en el Perú) sino, simplemente, una cierta distensión, un cierto
ablandarse de las normas.
[3] N del T: Mensaje de texto
[4]
N del T: Pulsera de tiras. El dato me lo dio mi hija. Se nota que la
juventud universal comparte una cultura que los adultos no conocemos
suficientemente.
[5] N del T: Estamos usando la palabra “asistente” para traducir la frase “aide ménagère”, que
es “ayudante de labores domésticas”. Se trata, pues, de un asistente
que ayuda a los niños en asuntos de higiene personal, etc. Esta
circunstancia nos permite colegir que el termino “auxiliar” se refiere a
alguien con funciones pedagógicas.
[6] N del T: La frase original dice “Un taux d’encadrement élevé”. Así como está usado, no hay un término equivalente en castellano. “Encadrer” significa “enmarcar”,
poner algo en un marco, es decir rodearlo de elementos que lo protegen.
Como no podemos usar la palabra “enmarcamiento” para este tema, usamos,
con la advertencia del caso, la frase “Promedio de atención a los
alumnos”, para referirnos al ámbito de adultos que trabajan en la
escuela para apoyar a los estudiantes en su educación.
[7] N del T: Consejeros de Orientación Psicológica.
[8] N del T: “Vie scolaire”
es, según la información de que disponemos, un servicio en las
instituciones educativas a cargo de personal contratado para apoyar a
los alumnos con desventajas, asistir a los directores en trabajos
administrativos, intervenir en el cuidado y vigilancia de los alumnos en
horas de entrada y salida y en los paseos escolares, animar actividades
culturales y artísticas, orientar en el uso de nuevas tecnologías. Como
parte del funcionamiento de este régimen, los alumnos, que por su parte
deben colaborar, tienen una nota o calificativo en “Vie scolaire” (¿nota de conducta?). El asunto es tema de un intenso debate público.
[9] N del T: El subtítulo francés es “Une liberté de choix encadrée”. Atendiendo al sentido hemos preferido emplear el término “delimitada” en vez de “encuadrada” o “enmarcada”.
[10]
CPE (Contrat de Première Embauche /Contrato de Primer Empleo). Un
sistema implantado recientemente en Francia como una solución al
problema de empleo juvenil, puesto en tela de juicio, sin embargo, por
los mismos jóvenes, que realizaron grandes movimientos de protesta en
2006.
[11] N del T: Se emplea en el texto la frase “activités d’éveil”, difícil de traducir con un adjetivo apropiado. “Éveil”
significa “despertar”, pero hay en el término un cúmulo de sugerencias.
Actividades “d’éveil” son aquellas propias de la educación inicial y de
los primeros grados, que permiten la identificación y despliegue de
aptitudes, de intereses, de primeras experiencias sobre la realidad.
[12]
Es preciso anotar que las altas tasas de matrícula y de alfabetización
que muestra nuestro país influyen en el IDH, que de otra manera sería
menor. Pero sabemos bien que cantidad no es calidad, como lo ha
demostrado el informe 2006 del PREAL.
[13] Perú: supervivencia o inviabilidad en el siglo XXI, Nueva York, octubre de 2004.
[14] Enseñar a leer y escribir, una aproximación histórica. FCE, México, 2004. p 28.
[15]
Una comunidad letrada, en el buen sentido del término, que hace de la
lectura un ejercicio constante para aprender, disfrutar y cultivarse. No
un lugar con profusión de letreros, como malentendemos el término en
nuestro país.
[16]
Es triste decirlo, pero después del nuestro está cuarto grupo de país
con un índice determinado, el de los países marginados; y luego, 80
países del mundo que no alcanzan siquiera esa clasificación.
Fuente