La única razón que encuentro para que, de un tiempo a esta parte, se le haya encontrado un antónimo a “química” como “natural”, que poco o nada tiene que ver con la lengua y mucho con la ideología, es la quimiofobia. La circunstancia está siendo muy explotada por los departamentos de marketing de empresas de todo tipo
y es algo que ya está tan aceptado que oponerse es inútil y solo se
arregla con formación. Entonces, ¿por qué escribo sobre esto? Porque el
otro día vi una vuelta de tuerca en un conocido blog ambiental que
rebasó mi raya roja: contraponer ecológico a químico.
En el artículo se diferencia entre productos de limpieza ecológicos y productos de limpieza químicos.
Cada vez que veo algo que se define, aunque sea indirectamente, como
“no químico” me pregunto si estará compuesto de sangre o cuerno de
unicornio, de polvo de hadas o será, tal vez, “El halcón maltés”. En la
página de la empresa ni por asomo se les ocurre decir tamaña tontería.
¿Cómo podrían decir que algo no es químico cuando tiene una ficha de
seguridad tal que así?
El artículo hace gala de un nivel de ignorancia científica básico
al afirma indirectamente que esos productos de limpieza no son una
mezcla de compuestos químicos pero no todo es desinformación en el mundo
de los productos de limpieza eco: tienen unos niveles de compuestos
tales que los hacen merecedores de diversos sellos de sostenibilidad (espero) y el sistema de gestión de de residuos de envase usando un concentrado para mezclar con agua es algo que debería ser obligatorio en la UE desde hace tiempo para aquellos productos que lo permitan.
Por lo que no paso es por asociar “químico” a “no ecológico”. Lo
más aproximado al antónimo de “natural”, en este contexto, sería
“sintético” y no, no todo lo “sintético” es malo.
PD: los trucos caseros para limpiar también usan químicos sintéticos como el vinagre, ojocuida.
Fuente:
http://uncuartodeambiente.es
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