Por Maria Prandi y Juan Cano, Colaboradores e investigadores del Instituto de Innovación Social de ESADE
El País 20 febrero 2013.
Hablar de innovación social es cada vez más común. Se realizan
seminarios, se crean espacios de coworking, se construyen organizaciones
de respaldo y comprensión de la innovación social, e incluso contamos
con entidades dedicadas a apoyar a emprendedores que han conseguido
innovar en materia social. La innovación social se basa en una idea
novedosa que consigue implementarse, responde a una necesidad social, es
más eficiente que las soluciones existentes y aumenta la capacidad
individual y colectiva para actuar. También debe ser replicable.
La innovación social requiere de la participación de organizaciones
de sectores diversos para poder recorrer el camino entre una idea y la
introducción de un nuevo producto o servicio en el mercado o la
transformación de algún componente de la vida social. En otras palabras: el proceso innovador es también el resultado de un proceso de diálogo, de interacción, de escucha y de alianza entre diferentes actores,
en el cual las ideas surgen como resultado de colaborar. Plantear de
manera explícita la importancia y el valor de la CO-INNOVACIÓN abre
posibilidades de comprender mejor el rol que tienen las alianzas en la
innovación y, a la vez, orienta la mirada hacia la búsqueda de
oportunidades de innovación en la manera como las organizaciones
interactúan, conversan, se alían y cooperan.
Se han definido tres tipos distintos de innovación: incremental, semirradical y radical,
que responden a los procesos y modos de implementación de la
innovación. Estos están relacionados con el proceso de crecimiento,
madurez y evolución de las organizaciones. La innovación incremental
tiene una relación directa con el proceso de crecimiento de una
organización. En este caso, el proceso de implementación de las ideas es
considerada parte del crecimiento de la organización. La innovación
semiradicial, implica una ruptura del modelo de crecimiento de la
organización, de la que modifica, en parte, las capacidades. Finalmente,
la innovación radical modifica estructuralmente la capacidad de actuar e
impactar el mercado y la sociedad y por lo tanto genera una
transformación que es radical frente al crecimiento y evolución natural
de la organización.
Estos tres conceptos, sin embargo, tienen más fuerza cuando forman
parte de un proceso de colaboración, que va más allá del crecimiento
natural de la organización y se nutre de las diferencias y capacidades
de sectores diversos. El cambio en las necesidades sociales es una
constante y la colaboración, en la innovación social, es indispensable
para desarrollar un proceso transformador. Esta colaboración da más
amplitud a las respuestas a las necesidades sociales y permite elaborar
soluciones más eficientes, rápidas, reales y ágiles. La colaboración es
el camino más eficaz para gestionar actividades intensivas en
conocimiento como la innovación social y una buena forma de canalizar
valor hacia todas las organizaciones implicadas.
Precisamente, la investigación que aquí se presenta pretende mostrar que
la innovación social no sólo está generando nuevos tipos de alianzas y
colaboraciones sino que éstas a su vez, generan más innovación social.
En este sentido, analiza qué nuevas maneras de relacionarnos están surgiendo que permiten tener más y mayores oportunidades de innovar socialmente.
Partimos de la idea de que en la innovación social es tan relevante el
proceso creativo como la interacción con actores diversos. Esta
colaboración ofrece mayores oportunidades de generación de ideas y
amplía exponencialmente las variables de la matriz clásica de
innovación. Una de las conclusiones a las que hemos llegado es que la innovación social tiene lugar en la superposición de sectores.
No sólo está generando modelos híbridos (ya que los límites, las
funciones y las responsabilidades de los diferentes sectores cada vez
son más difusos) sino que abre la puerta a explorar nuevas maneras de
relacionarnos.
La innovación social se puede aprender y, lo que es más importante, se
puede compartir. Es importante sumar los aprendizajes adquiridos por
cada uno de los actores a través de ecosistemas de colaboración que
permitan desarrollar capacidades y compartir experiencias y
motivaciones. Por ejemplo, impactos moderados que una innovación
tiene en un sector determinado puede tener impactos radicales en otro,
tal es el caso de las redes sociales abiertas, como Facebook o Twitter,
que implicaron un avance moderado en el modelo de internet, pero que han
implicado profundas transformaciones en los movimientos sociales
locales y globales.
Fuente:
www.clubdeinnovacion.es
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