jueves, 17 de mayo de 2012

Nos vamos yendo.


Hoy murió Donna Summer. Summer y no “Summers” como puso en su cuenta de Twitter un conocido diario porteño, cuenta seguramente manejada por algún adolescente que no tiene idea de lo que el nombre representa para la historia de la música contemporánea. Ni, por supuesto, lo que representa para el que suscribe.

¿Qué decir de Donna Summer que uno no pueda encontrar en los incontables links de Internet que aparecen con solo tipear el nombre? Incontables éxitos a partir de aquel momento en que, como un juego, grabó en un estudio lo que sería su primer hit y consiguiente salto repentino a la fama de la mano de otro grande: Giorgio Moroder.

Summer contaba en una entrevista que le habían dicho que tenía que cantar una letrita tratando de ser lo más sexy posible. Después, se escuchó en la radio y su primer pensamiento fue lo que iba a decir su familia de fuerte tradición religiosa al escuchar sus gemidos plasmados para siempre en estudio. Pero ya era tarde y la leyenda de la “Diosa del Amor” (o era del sexo?) había nacido.

Más allá de que su música marcó tendencia en cuanto a sonido junto con una voz inconfundible, y que Donna fue bien llamada la “Reina de la música Disco” (pobre Gloria Gaynor), algunos consideran que podría haber continuado siendo exitosa más allá de los “disco years” si hubiera tenido productores que la encaminaran por la senda de música más rockera. Independientemente de eso, ya está en el cielo de los grandes, más allá del período en que estuvo y lo que hubiera podido seguir haciendo.

Siempre recordaré el tema de Donna que Mancinelli ponía en los bailes del club de Parque Field, para ir pasando de los lentos a los movidos (cuando todavía había lentos). Lo hacía con “Bajen las luces” de Miss Summer. Esos recuerdos son imborrables.

Creo que nos vamos yendo de este mundo lentamente, a medida que la gente y las cosas que nos gustan, que forman nuestra vida se van yendo. Hasta que al final, y si hemos tenido la posibilidad de vivir una larga vida, es posible que tengamos ganas de irnos porque ya no nos queda nada de aquellos años de intensa actividad. Ni familia, ni amigos, ni la posibilidad de seguir manifestando nuestro potencial. Ni cantantes, para aquellos que disfrutamos de la música. Sin ánimo de ser tremendista, porque la muerte es algo inevitable y por lo que todos tendremos que pasar, hoy siento algo así. Simplemente que uno se pone a reflexionar cuando las cosas que han formado una parte importante de su vida se van yendo de a poco, pero inexorablemente.

De todas maneras, pongo “On the radio”, el maravilloso disco (que conocí a través de mi amigo Jorge que se fue hace mucho) ahora inmortalizado en CD. George: saludala a Donna de mi parte mientras de fondo se escucha “Heaven knows”. El cielo sabe que la extrañaremos.

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