Por Ignacio Manuel Martínez *
Febrero de 1813, las flotas realistas navegaban desde Montevideo por el río Paraná. La ciudad uruguaya estaba rodeada por una muralla y reunía a autoridades leales a la Península, pero se encontraba aislada de su campaña, controlada por los ejércitos revolucionarios y por esto carecía de recursos para sostenerse.
“A diferencia de los revolucionarios de Buenos Aires, las fuerzas realistas de Montevideo tenían la ventaja de contar con una serie de embarcaciones armadas. Esa condición les permitía circular continuamente por el Río Paraná, subiendo y bajando con dos claros propósitos: el primero era saquear las costas y nutrirse de los recursos que no conseguían en su hinterland -la tierra que rodea el puerto- y el segundo era cortar el abastecimiento de los sitiadores que cruzaban por el río. Estas flotillas que iban navegando eran muy peligrosas y nocivas para la política del gobierno revolucionario” señaló Ignacio Martínez, historiador e investigador asistente del CONICET en la Universidad Nacional de Rosario.
Por tierra, San Martín seguía los pasos del enemigo. Finalmente llegó el día: el 3 de febrero, alrededor de las 5 de la mañana, los realistas desembarcaron y dos columnas del Regimiento de Granaderos a Caballo comandadas por San Martín salieron a su encuentro a todo galope desde el Convento de San Carlos y en pocos minutos los derrotaron. El caballo que montaba San Martín fue herido y éste quedó aprisionado debajo del animal. El granadero Juan Bautista Cabral lo ayuda a salir y es gravemente herido. Finalmente Cabral muere.
“En ese momento, para la región, el combate de San Lorenzo tuvo la misma importancia que tuvieron otras batallas y movimientos militares en aquellos lugares por donde pasaron los ejércitos revolucionarios, que recorrieron a lo largo y a lo ancho la superficie del Virreinato”, señaló el investigador, y agregó que fueron relatos posteriores los que relacionaron a la revolución de Mayo y a las guerras que desencadenó, con el proceso de formación de la actual nación Argentina.
El libertador
José Francisco de San Martín nació en Yapeyú, -Virreinato del Río de la Plata- en la actual provincia de Corrientes. A los 5 años viajó a España con su familia y a los 11 ingresó al ejército haciendo su carrera militar en el Regimiento de Murcia. Combatió en el norte de África y luego contra las tropas de Napoleón Bonaparte en España. A los 34 años regresó a tierra americana y encaró una lucha contra un sistema de gobierno que consideraba despótico y atrasado por el cual había peleado poco tiempo atrás.
¿Qué fue lo que movilizó a San Martín a involucrarse en esos combates en tierra americana? A esta pregunta el investigador explicó que los valores que movían a la batalla no estaban condensados todavía en torno a un sentimiento nacional argentino, ya que en 1810 esa nación como la conocemos hoy todavía no existía. “Podríamos decir que en San Martín, como en muchos de los protagonistas de esos sucesos, pueden haber confluido un sentimiento patriótico, que refería a la patria chica, al lugar de origen y al mismo tiempo un sentimiento de identidad americana”, señaló.
El móvil que llevó a San Martín a regresar a América y ponerse al frente de la batalla puede haber sido otro: “San Martín regresa por las ideas”, sugirió Martínez. En ese momento con la independencia de Estados Unidos, la Revolución Francesa y la Guerra de Independencia de España se iniciaba una ola de Revoluciones Atlánticas, a la que el libertador de América se sumó.
“En el fondo de todo esto había un combate de ideas que cuestionaban cómo debía organizarse la sociedad y cuales eran los criterios que debían orientar la “regeneración política”, como en aquel tiempo le llamaban. En ese contexto se establecieron principios de gobierno y de organización social que eran radicalmente diferentes a los del antiguo régimen y que no implicaban necesariamente el fin de la monarquía, sino una forma de sociabilidad que tenía más el centro en los individuos que en las corporaciones”, aseguró Martínez, y agregó: “claro que esa batalla de ideas fue posible en el marco de una lucha de intereses muy concretos (económicos y geopolíticos) que libraban las potencias europeas en expansión desde fines del siglo XVIII.”
“Se estaba librando una batalla que, antes de ser nacional, fue una lucha por ideas de innovación, de formas de entender y refundar la política, la sociedad y la economía que atravesaba de un lado y del otro el Atlántico y la experiencia más fuerte en nuestro territorio fue la guerra, que logró comprometer a toda la población. San Martín fue uno de los grandes “ingenieros” de esa movilización, fue uno de los que trató de organizar esa empresa gigantesca, la guerra revolucionaria, que movilizó alrededor de 14.000 hombres, con todo lo que ello implicaba. Era un esfuerzo que involucró a toda la población profundamente, y uno de los protagonistas de todo eso, sin dudas, fue San Martín, concluyó.
* Ignacio Manuel Martínez es investigador asistente del CONICET, desarrolla sus estudios en la Facultad de Humanidades y Artes de la Universidad Nacional de Rosario. Es licenciado, profesor y Doctor en Historia por la Universidad de Buenos Aires.
Fuente:
CONICET Rosario
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