Una intención. Una campaña. Un desastre.
“Queremos dar vuelta los clichés y mostrar a las mujeres y las chicas que la ciencia no se trata de hombres viejos en guardapolvos blancos” - Geoghegan Quinn |
Por Claudio Pairoba
A esta altura uno esperaría que en Europa tuvieran
las cosas un poco más claras. Sin dudas, en el viejo continente se ha gestado la cultura occidental en la cual estamos inmersos hasta el día de hoy. A pesar de ello, cuando llegamos al tema de la
comunicación científica no todo está dicho. En este proceso del cambio comunicacional
que transitamos, todo está en efervescencia y en constante cambio. Prueba de
ello es que hasta en la cuna de la cultura occidental cometen errores. Errores tan básicos como
el de una persona sin formación ni criterio en el campo de la comunicación.
Así fue que en 2012 la Comisión Europea para la Ciencia, Innovación e Investigación decidió que sería
buena idea crear una campaña para atraer más mujeres a la ciencia. Pero, ¿qué
tipo de mujer elegir para representar a las científicas? ¿Científicas jóvenes
que recién se inician con todas sus ganas y entusiasmo? ¿Científicas de mediana
edad, con mayores responsabilidades y un conocimiento más profundo de las alegrías
y sinsabores del quehacer científico? ¿Científicas a punto de retirarse o ya
retiradas (si es que alguna vez pueden dejar la actividad que tanto aman), con
mayor experiencia, y una historia de vida personal rica y profundamente
entrelazada con su vida científica? Ninguna de las anteriores.
Los creadores decidieron que lo más
apropiado sería contratar modelos jóvenes, lindas, dicharacheras. Siempre es
interesante pensar lo que primó en ese segundo fatídico en que se tomó la decisión.
¿Alguien pensó en el gasto de recursos y tiempo? ¿En el mensaje que se enviaba a las
mujeres que se intentaba atraer? ¿En la mueca de disgusto en la cara de las
científicas cuando miraran el corto?
Tuve la oportunidad de mostrar este video en una
charla que dí recientemente. Los estudiantes secundarios de la concurrencia,
con su lógica inexperiencia en el campo comunicacional, se dieron cuenta de los
problemas con lo que acababan de ver: sexismo, estereotipo, superficialidad.
¿Cómo es posible que una agencia europea no lo viera? La respuesta puede estar
en los tiempos que nos tocan atravesar, cuando no sabemos cómo es lo nuevo porque se forma y transforma permanentemente ante nuestros sentidos. Pero si
de algo podemos estar seguros es que lo viejo ya no sirve. Y hay veces en que
elegimos hacer algo que no sirve pero es “seguro y conocido” antes de
arriesgarnos a acercarnos al tema desde un lugar diferente.
La respuesta no se hizo esperar. Un grupo de
estudiantes de doctorado en psicología y neurociencias filmaron una parodia del
video original. Ahora las científicas se transformaron en modelos, dándole un
giro a la historia, y dejando aún más al descubierto la poca creatividad de la
polémica campaña. Con mucho sentido del humor, las científicas marcaron su
territorio y dejaron en claro que trabajar en un laboratorio haciendo
investigación no es estereotipado ni superficial. Y lo que es más
importante, las científicas con su gracia y desparpajo mostraron su
inteligencia. Una inteligencia que va más allá de la mera cuestión intelectual.
Esa inteligencia que las hace más atrayentes porque demuestra su capacidad para
manejarse en situaciones que podrían sacarlas de su eje, y hacerlo con
elegancia.
Las declaraciones de Geoghegan-Quinn, Comisionada para la Ciencia, Innovación e Investigación en Europa quedaron en el olvido (ver leyenda de la foto). La campana fue retirada rápidamente, en vista de las reacciones generadas. Pero ya era tarde, y las copias del corto se viralizaron en Internet.
Esta situación que descoloca porque se presenta cuando uno piensa que las cosas están más claras en aquellos lugares que han estado históricamente a la vanguardia, me recuerda las tristemente célebres declaraciones del presidente de la Universidad de Harvard. En 2005 Lawrence Summers expresó durante una conferencia privada que los hombres superan a las mujeres en matemáticas y ciencias debido a diferencias biológicas, dado que la discriminación ya no es un obstáculo para la carrera de las mujeres en el ámbito académico. Uno esperaría que estos episodios no tuvieran por protagonista a la autoridad máxima de uno de los bastiones de excelencia académica. Más allá del exabrupto, el comentario de Summers volvió a poner en el tapete el tema del rol de la mujer en la ciencia. El comentario, junto con otras razones, motivó la renuncia de Summers como presidente de la universidad del estado de Massachusetts.
Son tiempos de avances, retrocesos e incertidumbre. Rescatemos, entonces, todas las posibilidades
comunicacionales que nos ofrece la época que vivimos, evitando atarnos a lo familiar
y repetido hasta el hartazgo. Ejerzamos nuestro derecho y nuestra
responsabilidad para mostrar a la ciencia desde miradas nuevas y cambiantes, aceptando que
no hay recetas y que, más allá de algunas herramientas, debemos ir creando escenarios para cada
situación que se nos presenta. Es época de creatividad y la pileta está llena
de agua fresca. Saltemos.
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