Un
libro que revisa el tráfico de obras de arte durante la Segunda Guerra Mundial
como disparador de reflexiones más allá del arte.
Elmyr de Hory y Han Van Meegeren. Dos de los grandes falsificadores de arte del siglo XX. |
Por Claudio Pairoba*
En su revisión del libro de Miguel
Martorell sobre el mercado del arte en la Europa dominada por los nazis,
Babelia (el suplemento cultural del diario “El País”) publica un fragmento del
libro titulado “El expolio nazi”.
El fragmento citado se centra en las
andanzas de Han van Meegeren, pintor neerlandés que pasó a la posteridad por
pintar Vermeers. La obra de Vermeer, pintor holandés del siglo XVII, no era muy
conocida a fines del siglo XVIII. Este puede haber sido un factor decisivo en
la elección del pintor del barroco holandés como eje del plagio.
"La cena de Emaús", la primera obra del ciclo de falsas pinturas de Vermeer pintadas por Van Meegeren en la década del 30. |
Van Meegeren terminó creando todo un
período “desconocido” en la obra de Vermeer, una etapa religiosa asociada con
la juventud del pintor copiado. Su éxito fue tal, que una vez finalizada la
guerra se lo acusó de traficar y vender al enemigo obras del
patrimonio neerlandés. Nadie pensó que él las había pintado. Solo cuando se lo
obligó a pintar un Vermeer, tarea que culminó con éxito, se tuvo en claro que
van Meegeren había engañado a muchísima gente, incluidos especialistas y nazis.
De acuerdo a un sitio web destinado a estudiar su obra, Van Meegeren amasó el equivalente a unos 500
millones de dólares al cambio actual.
Otros
tiempos, otros falsificadores
En su libro, Martorell menciona el
documental “F for Fake” (“Con F de falso”) producido y presentado por Orson
Welles en 1973. En el film, Welles se centra en otro famoso falsificador de
mediados del siglo XX: Elmyr de Hory. Este pintor húngaro salta a la fama a
través del libro escrito por Clifford Irving, quien desarrolló una
controvertida biografía sobre el húngaro. de Hory nunca admite en el documental
que él haya pintado una obra haciéndose pasar por otro pintor y mucho menos
haberla firmado. Sí admite que numerosas de sus pinturas están en prestigiosos
museos y colecciones. El húngaro pintó una obra en el estilo de un autor quien
no recordaba haberla pintado y logró que el pintor la admitiera como propia.
de Hory finalmente se estableció en Ibiza, donde falleció en 1976. |
Dicho sea de paso, Welles también se
ocupa del escritor Irving durante el documental. Durante la filmación, Irving
tuvo un problema legal por haber escrito una biografía sobre Howard Hughes. El
enigmático millonario desconoció por teléfono haber hablado con
Irving y mucho menos autorizar un libro sobre su vida.
Expertos,
verdades y certezas
El documental de Welles hace foco en el
tema de los expertos ya que ellos fueron quienes aceptaron los trabajos de de
Hory. En la frenética locura de una guerra, el criterio, estudio y mesura
necesarios antes de decidir sobre la validez de una obra de arte son casi
imposibles de poner en práctica. Pero esa no era la situación en los tiempos de
Elmyr de Hory. Entonces, ¿qué seguridad tenemos de que algo es lo que se supone
que es cuando los encargados de certificarlo pueden ser burlados? No una sino
varias veces
Clifford Irving tuvo un problema legal
con de Hory quien desmintió cuestiones abordadas en el libro sobre su vida. ¿A
quién creerle? ¿Al falsificador o al escritor? Un escritor que, a su vez, tuvo
un problema legal con el enigmático Hughes quien desmintió el libro sobre su vida
publicado por el controvertido Irving.
Tiempos
de incertidumbre
Haciendo participar al espectador de su
juego, Welles mismo cuenta en “F for fake”, y con su reconocida maestría, una
historia que terminamos creyendo. Pero que tal vez no sea tan cierta. Nada es
lo que parece. En otro momento del documental, Elmyr de Hory toma una hoja en
blanco y dibuja graciosamente al estilo de Picasso o Modigliani. Con la misma
gracia se acerca a la chimenea y deja caer las hojas en el fuego, como un niño
que ha sido sorprendido “in fraganti”. Las hojas desaparecen consumidas ante
los ojos del espectador, verdaderas obras maestras que podrían ser certificadas
por un experto. Desaparecen como nuestras certezas y seguridades sobre lo que
sabemos y lo que no, lo que consideramos cierto y aquello que cae en la
categoría de lo falso. Identidad y validación. Dudas que se extienden más allá del mundo del arte
invadiendo nuestra experiencia humana. Y que en los tiempos que corren y con las herramientas tecnológicas disponibles se vuelven cada vez más acuciantes.
*Miembro de la Escuela
de Comunicación Estratégica de Rosario y la Red
Argentina de Periodismo Científico. Acreditado con la American Association for the Advancement of
Science (Science) y la revista Nature.
Fuentes
No hay comentarios:
Publicar un comentario