miércoles, 29 de abril de 2020

Neorrealismo italiano en tiempos de coronavirus

Una noticia que me lleva a Italia, luego de la guerra. Buscando curas para el cuerpo, el espíritu sigue esperando.

Antonio y Bruno comenzando el día donde todo cambiaría.
Sentado frente al televisor cambiaba de canal hasta que llegué al noticiero. Me quedaría un momento no más. Para no desafiar la recomendación de la Organización Mundial de la Salud acerca de saturarse con información sobre el coronavirus. Llegué en mitad de la noticia.

A un repartidor le robaron la bicicleta en una calle de barrio. Un chico que parecía joven (tenía capucha puesta, seguramente por ser de noche y estar fresco) esperaba en la entrada de un edificio que bajaran a buscar el pedido. En la cámara del edificio, otra persona joven se le acerca y le habla. Acto seguido se lleva la bicicleta. No hay sonido. No sabemos si el despojado repartidor le gritó o insultó. Sí vemos, claramente, como el ladrón monta la bicicleta y se aleja pedaleando con total tranquilidad.

El muchacho intenta perseguirlo por la calle. El ladrón se vuelve, el diálogo en mi cabeza dice algo así como “¿qué te pasa, loco?, ¿querés que te pegue?”. El muchacho retrocede. Se queda mirando cómo le llevan la bicicleta. Su herramienta de trabajo. ¿Podrá volver a comprar otra? ¿Cuándo podrá volver a trabajar?

De Sica, el director que buscaba gente común para Antonio y Bruno.
No pude evitar recordar Ladronesde bicicletas, la película dirigida por Vittorio de Sica en 1948. El año en que T.S. Eliot ganaban el premio Nobel de Literatura. El mismo que dijo “Esta es la forma en que termina el mundo, no con una explosión sino con un gemido”. El año en que Tiselius ganaba el premio Nobel en Química por su trabajo en técnicas para separar compuestos, en particular proteínas de la sangre. Tiselius, que se quejaba de la desaparición de la línea entre lo verdadero y lo falso por la manipulación de los hechos. 

“Ladrones de bicicletas” es un ejemplo del neorrealismo italiano, movimiento que proponía un cine que mostrara el mundo real, despiadado y sin esperanzas en que la Segunda Guerra Mundial había sumido a Italia. Antonio, un obrero desempleado consigue trabajo pegando carteles en la vía pública. Condición absolutamente necesaria: tener bicicleta. Se lo enfatiza la persona que le ofrece el puesto delante de una veintena de personas que buscan empleo con desesperación. Luego de que su esposa empeña las sábanas de su casa, el matrimonio consigue el dinero para desempeñar su bicicleta. Mucho sacrificio y, por ende, mucho dolor cuando le roban la bicicleta mientras está subido a la escalera pegando un cartel.


Comienza así el periplo de Antonio por una ciudad gris, con tomas de grandes espacios abiertos y desolados a pesar de los edificios. y la gente. Su hijo Bruno lo acompaña en la búsqueda. Los actores no son profesionales. En este caso Antonio era un trabajador y Bruno un niño elegido de entre 5000. Sus miradas reflejan la tristeza más allá de las lágrimas, la desazón de gente cotidiana, esa desesperanza que se siente hasta los huesos.

Lamentablemente, algunas cosas parecen no cambiar. Como el ser humano y sus miserias, robando bicicletas.

Referencias
Neorrealismo italiano

20 películas imprescindibles del neorrealismo italiano

Entrevista con Enzo Staiola




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