sábado, 28 de julio de 2012

Historia y progreso: ya no hay tiempo para eso.


La historia se desvanece cuando los desarrollos inmobiliarios entran en escena.




Dice el soneto de Francisco Luis Bernárdez “lo que el árbol tiene de florido vive de lo que tiene sepultado”. Y esta parece ser la máxima por la cual se rigen muchos interesados en construir edificios. Literalmente. Lo nuevo florece sobre lo sepultado, que bien sepultado está. En estos tiempos donde muchos sueñan con ciudades convertidas en un único monoblock de altura semejante a la de las pilas de dinero cosechadas por las aburridas estructuras erigidas, compruebo luego de leer un blog, que este accionar alcanza niveles increíbles cuando la piqueta tiene que descargarse sobre nuestra historia; ahora convertida en hormigón y vidrio.

El blog miradaatenta.wordpress.com se dedica a explorar distintos aspectos que tienen que ver con la arquitectura, la historia y la cultura de nuestro país. Un capítulo aparte merece la minuciosa investigación realizada sobre las residencias presidenciales en la Argentina. El material sirvió para conocer más sobre este tema.

Según indica el blog, de las 20 residencias presidenciales, solo quedan en pie 8. Por distintas razones y en distintos tiempos de nuestro país, muchas fueron derrumbadas sin mayores miramientos. Las primeras décadas del siglo XX no se caracterizaron por una cultura de preservación del patrimonio arquitectónico. Las autoridades deben haber estado tan ocupadas mirando al futuro que no consideraron de mayor importancia el hecho de tirar abajo estas construcciones que con el tiempo se hubieran transformado en patrimonio histórico. A medida que transcurre el siglo pasado, algunas de estas residencias quedaron por debajo del radar y lograron sobrevivir hasta nuestros días, cuando, al menos en los dichos, está instalada la idea de preservarlas. Sin desmedro de que haya quienes preferirían levantar 4 torres de 50 pisos en el terreno tan “caprichosamente desperdiciado” en solo una casa enorme y vieja.

“Excelente ubicación – Presidente fallecido en ella”
La historia de la casa de los suegros del presidente Roque Saenz Peña merece ser destacada. En ella falleció el presidente durante su mandato. Dado que Saenz Peña era diabético, decidió minimizar el traqueteo de desplazarse entre la casa de gobierno y su casa particular. Por este motivo, decidió habilitar en la esquina noreste de la Casa Rosada su residencia particular. El actual despacho presidencial ocupa el espacio que en su momento ocupó el comedor del ex presidente, quien solía pasar una temporada en casa de sus suegros. Dicha casa se encontraba sobre Avenida Santa Fe, frente a un conocido centro comercial de la actualidad. El terreno de la propiedad atravesaba toda la manzana, y la entrada a las cocheras se ubicaba sobre la actual calle Güemes. Si bien dicha casona no era oficialmente residencia presidencial, indudablemente representaba parte de nuestra historia. Como era lógico de acuerdo a la mentalidad imperante, semejante terreno en semejante ubicación “daba para más”. Varios edificios ocupan el terreno hoy en día, incluyendo un enormes edificio torre por calle Güemes. Progreso que le dicen.

“Expropiada – Múltiples usos – Demolida por las dudas”
Pero no solo las residencias no presidenciales históricas han sido demolidas. Una de las que puede considerarse con mayor valor arquitectónico e histórico para nuestro país sucumbió a la piqueta dejando un enorme terreno que hoy ocupa la Biblioteca Nacional. El denominado “Palacio Unzué” (también Quinta Unzué) fue expropiado en la década del 30 por el gobierno nacional con el fin de destinarla a residencia presidencial. Los planes cambiaron y se decidió convertirla en jardín de infantes para luego volver a designarla como vivienda presidencial. Algunos mandatarios la usaron como casa de veraneo, ya que su ubicación en la, por entonces, alejada zona de Recoleta la hacía apta para alejarse del bullicio citadino. Fue el Presidente Juan D. Perón quien se instaló de manera permanente en ella, junto a su esposa Eva Duarte. Es allí donde Evita falleció aquel 26 de Julio de 1952 y, tal vez, este acontecimiento haya determinado en parte el destino de la casona. Luego del derrocamiento de Perón en 1955, el gobierno militar decidió demolerla para evitar que se convirtiera en un santuario para los seguidores de la pareja. El blog muestra que varios de los senderos originales de la residencia así como numerosos árboles aún se conservan. Interesante información para darse una vuelta por un lugar que fue centro de la historia de nuestro país. Si hasta una bomba cayó en sus jardines durante el fallido intento de derrocamiento.

Hace poco ví imágenes de la demolición de la casa, mostradas en un ambiente festivo para ese momento. Fue muy triste.

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