sábado, 28 de noviembre de 2020

Otros caminos: la experiencia Llarrull

 Explorando formas distintas de expresar la pasión por la ciencia.

Llarrull recibiendo en 2013 el "Premio al Periodismo en Salud Héctor Bergier" en el rubro Internet por la nota "Sexting: una conducta riesgosa que atrae a adolescentes". El premio es entregado anualmente por la Sociedad Argentina de Periodismo Médico y la Asociación Médica Argentina.

Por Claudio Pairoba*

Soledad Llarrull se graduó como licenciada en biotecnología y hoy es periodista, editora, traductora y correctora en el campo científico. Mi objetivo es conocer más sobre estas transiciones, no muy comunes, que necesitamos comenzar a explorar. Profundizar en el conocimiento de estas experiencias de vida nos permitirá conocer qué otras opciones tienen disponibles graduad@s y doctorad@s que no se sienten inclinad@s a continuar caminos tradicionales en ciencia.

¿Qué estudiaste?

Estudié licenciatura en biotecnología en la Universidad Nacional de Rosario. Una vez que me gradué pedí y obtuve una beca del Consejo Nacional de Investigaciones Científicas y Técnicas (CONICET) para hacer mi doctorado en la Fundación Instituto Leloir en Buenos Aires. Me mudé hacia otra ciudad y allí, antes de completar la beca, hice un curso de redacción científica en inglés. Ese curso lo hice pensando en el momento en que tuviera que escribir mis propios trabajos, pero fue el primer contacto con la actividad que hago hoy y de alguna manera me empezó a mostrar el camino.

Estando allí aparece otra oportunidad de hacer algo diferente.

Ese mismo año 2008 me entero de que la Fundación Instituto Leloir junto con la Universidad Pompeu Fabra que tenía una sede en la Argentina en ese momento y TN (el canal de noticias) coorganizaban la primera edición de la Diplomatura en Comunicación Científica, Médica y Ambiental

Estuve en la charla abierta y me entusiasmé. Lo primero que pensé fue “esto es lo que podría hacer cuando me doctore”. Si bien quería completar el doctorado, tenía claro que no era mi vocación hacer la carrera de investigador. No lo descartaba porque llega un momento en el cual uno sabe que hay ciertos caminos preestablecidos por los cuales puede llegar a transitar. Creo que estaba en esa situación: saber que quizá no era lo mío pero estar en el camino.

¿Qué pasó después?

Al año siguiente, en 2009, finalmente decidí que no iba a esperar a doctorarme y me inscribí a través de una beca para hacer la diplomatura. Obtuve media beca y renuncié al CONICET. En marzo de 2009 empecé a cursar la diplomatura que era semestral. Al principio, luego de dejar la beca, estaba en una situación medio difícil, tratando de insertarme en un ámbito nuevo, sin tener tantas herramientas.

Tuve la suerte de que una persona amiga trabajaba en traducciones médicas y me dio la oportunidad de comenzar por ese lado. Empecé a hacer traducciones médicas al español, porque yo sabía inglés y podía leer e interpretar textos en ese idioma pero también porque tenía conocimientos científicos. Una de las primeras traducciones que hice era sobre vacunas. Interesante porque había mucho de técnicas de desarrollo que eran cosas con las cuales yo estaba familiarizada por todo lo que había aprendido en la carrera. Fue un buen comienzo.

¿Cómo era la estabilidad de ese primer trabajo?

Era un trabajo relativamente inestable, ya que yo no era una traductora con mucha formación y experiencia, con lo cual el trabajo era intermitente. Vivía en Buenos Aires, que no es una ciudad fácil para vivir, y mi familia estaba en Rosario. Los costos eran elevados. Tuve la suerte de que un investigador del Instituto Leloir se había trasladado a la Universidad Católica Argentina (UCA) con su grupo de investigación para hacerse cargo de un área nueva que era el Programa de Investigaciones Médicas UCA-CONICET. Me tomó como su asistente y pasé a ocuparme de la parte administrativa de este nuevo sector y de algunas cuestiones administrativas de su grupo de investigación. Desde compras de laboratorio a manejo de algunos subsidios. Fue una excelente experiencia de gestión en todo sentido. Me gustaba mucho el trabajo de oficina. Aprendí cosas nuevas que hasta ese momento en mi laboratorio nunca había tenido que hacer.

 

Cierre del curso-taller de periodismo científico en la Fundación Leloir en 2010.

Y tenía la ventaja de la estabilidad.

Sí, me dio estabilidad económica, lo cual te da también mucha estabilidad emocional y mental. De esa manera en 2010 me inscribí en la siguiente etapa, en el curso taller de periodismo científico del Instituto Leloir que es también un cuatrimestre. Ese mismo año empecé a trabajar como voluntaria. A partir de una búsqueda me seleccionaron para ayudarlos a realizar dos campañas de difusión. A raíz de las mismas se publicaron mis primeras dos notas periodísticas en la revista Newsweek.

Y allí es cuando aparece otra oportunidad importante.

Inmediatamente después de eso, ya era diciembre de 2010, el doctor Daniel Stamboulian (infectólogo de mucha trayectoria en Buenos Aires) envió específicamente una búsqueda laboral a los egresados de la Diplomatura en Comunicación Científica, Médica y Ambiental. Estaba interesado en formalizar, de alguna manera, la comunicación científica en sus instituciones que eran dos fundaciones, una en la Argentina y otra en el exterior, y una empresa de servicios de salud.

Me postulé, me entrevistaron, tuve la suerte de que me eligieran y empecé a trabajar en marzo de 2011. Allí estuve los siguientes cinco años, hasta que decidí volver a Rosario. Hoy sigo trabajando con ellos pero a la distancia.

Continuaste creciendo laboralmente y también en tu formación.

Hoy soy editora de la revista Stamboulian Servicios de Salud desde 2011. Durante mi tiempo en Buenos Aires y desde hace poco en Rosario, retomé el anuario de FIDEC que es la fundación de Miami. También desarrollo otros proyectos, libros, inclusive páginas web, muchos relacionados con la producción de contenidos fundamentalmente para el público en general. He hecho cursos, por ejemplo introducción a la edición editorial y soy graduada de la carrera de corrector de textos en lengua española (dos años). Luego me especialicé específicamente en corrección de textos médicos.


¿Qué trabajo hacés hoy?

Hago contenidos para profesionales de la salud y para la comunidad. Lo que hago en sí es redacción, edición, corrección y traducción. Todo eso puede ser para cualquiera de los dos públicos y sobre todo para el ámbito privado. En general trabajo para agencias de traducción, la industria farmacéutica, editoriales, la Fundación Stamboulian y para Stamboulian Servicios de Salud. Esta semana por ejemplo estuve corrigiendo la parte de inglés en un paper de un grupo de investigación que me pidió ayuda. He editado un libro junto con un médico hace un par de años y seguimos trabajando en algunos proyectos con él. En definitiva, mi actividad es muy variable si bien siempre está relacionada con generar contenidos para estos dos grandes grupos en dos idiomas principalmente (inglés y español). Dentro de eso puede ser que escriba, edite lo que escribe otra persona, corrija o traduzca

¿Podrías haber continuado tu carrera en investigación?

Tuve la oportunidad. Bien podría haber completado mi doctorado y tiendo a pensar que las cosas hubieran ido lo suficientemente bien como para poder postularme luego a una beca postdoctoral.

No lo hice porque sabía que quería doctorarme como instancia máxima de formación posible y para hacer una experiencia de investigación pero no tenía la marcada vocación de ser investigadora científica. La realidad también es que uno no conoce todas las posibilidades cuando está en la facultad. Quizás tampoco se plantea otras opciones. En aquel momento jamás se me hubiera cruzado por la cabeza hacer comunicación o redacción científica. Justo encontrarme en un instituto donde la comunicación tenía un lugar importante, tanto la institucional como la periodística (a través del curso y de la agencia de noticias que tiene el Leloir), así como la intención de formar comunicadores participando en esta diplomatura, obviamente abrió una perspectiva profesional nueva para mí.

Mirando hacia atrás, ¿hubo algún indicio que apuntara a tu profesión actual?

Cuando me inscribí en la licenciatura en biotecnología, mi abuela me dijo “yo pensé que te ibas a escribir en Letras”. Lo que ella vió en ese momento, a mí me llevó diez años verlo y es algo que tengo muy presente. Yo escribía mucho en la época de la escuela, en español por supuesto y textos más de tipo literario. Siempre amé los idiomas, estudié inglés desde primer grado porque iba a una escuela bilingüe pero continué hasta lo máximo que se podía. Cuando terminé inglés estudié francés y rendí exámenes internacionales de los dos idiomas.

A la par siempre estuve muy conectada con la biología. Si en Rosario hubiera habido esa carrera la habría estudiado más que biotecnología. A partir del curso de redacción científica empecé a encontrar una forma de combinar lo que habían sido mis estudios con una cuestión más vocacional o de placer, que tiene que ver con escribir y leer. Hacer esa conexión llevó un proceso que quizás para mi abuela fue más evidente, pero creo que encontré la forma de fusionar esas dos cosas lo cual no sé si era tan evidente desde un primer momento.

Llarrull y compañeras de la Fundación FUNCEI duranta la entrega de la "Mención de Honor “Senador Domingo Faustino Sarmiento”"al Dr. Daniel Stamboulian por el Honorable Senado de la Nación en 2014.

¿Sugerencias para quienes estén interesad@s en transitar otros caminos?

Lo primero sería abrirse a nuevas posibilidades, lo cual no sé si es del todo fácil. Pienso que hoy los egresados están más familiarizados con nuevas alternativas. Creo que ha habido un poco más de visibilización de la tarea del comunicador (páginas del CONICET, facultades, Universidades, etc.). Eso genera, por lo menos, poder plantearse nuevas posibilidades.

Mi siguiente consejo sería estar atento a estas pequeñas cosas, que representan indicios apuntando hacia dónde deberíamos movernos. Porque básicamente es poder encontrar algo que a uno lo satisfaga. Probablemente las personas que se gradúan de la licenciatura o que completan un doctorado en una carrera científica, tienen una vocación o un interés particular por la ciencia y es cuestión de encontrar en qué otro ámbito se sentirían cómodos para continuar vinculados con ese sector. No necesariamente dentro de un laboratorio.

Hay que hacer una búsqueda interna.

Sí. Esta es una parte más introspectiva, conocerse uno mismo y darse cuenta de lo que uno va experimentando en los espacios o en las oportunidades que se presentan. Conectarse con otros intereses que uno pueda tener, porque también tiene mucho de creatividad. A veces hay que conectar cosas que pueden parecer a priori totalmente desvinculadas pero que si uno logra conectarlas va a generar nuevas posibilidades.

Paciencia y objetivos claros deben ser cuestiones a tener en cuenta también.

Sugiero paciencia y no desalentarse. Hay momentos que son difíciles para encontrar el camino. Dejar algo y empezar algo nuevo siempre implica momentos complicados. Cuando hablo con muchas personas me dicen que no conocen a nadie que haga lo que yo hago. Yo sí conozco, pero uno va conociendo en la medida en que se va vinculando. Cuando algo no es de lo más convencional a veces esos espacios no son tan evidentes.

¿Algo para destacar?

Creo importante recalcar la importancia de la interdisciplinariedad. Por ejemplo, conozco personas con título de licenciadas que entraron a la industria por el área más administrativa, de compras. Pensando en mi experiencia en la UCA, veo que muchas cosas que aprendí en ese espacio las aprendí de gente que se especializa en compras. También tiene que haber interdisciplina en el área de comunicación. Uno puede anticipar que en los institutos científicos (CONICET, Universidades) habrá profesionales que vienen de la rama de la comunicación y que se han especializado en ciencia, de la misma manera que los que nos especializamos en ciencia luego nos formamos en comunicación. Tener esos dos perfiles interactuando es rico y puede ser interesante para promover la incorporación de doctores.

¿Fue fácil tomar la decisión de cambiar?

No fue fácil porque no es fácil dejar una beca del CONICET, ya que uno se esfuerza mucho en la carrera sabiendo lo que va a necesitar para poder acceder a una beca y también porque parte de lo que uno va construyendo en la carrera es para esa vida hacia la cual se imaginaba que iba. Dejarla es también lanzarse a la incertidumbre. No siempre eso es fácil. Por supuesto que me alegro de haberlo hecho. Sí soy consciente de que me llevó un tiempo de un proceso interno bastante importante y con incertidumbre, miedo e incluso angustia por momentos. Pero valió la pena el cambio.

*Bioquímico, farmacéutico y doctor por la Universidad Nacional de Rosario. Master en Análisis de Medios de Comunicación y Especialista en Comunicación Ambiental. Miembro de la Escuela de Comunicación Estratégica de Rosario y la Red Argentina de Periodismo Científico. Acreditado con la American Association for the Advancement of Science (Science) y la revista Nature.   

 

Página de Soledad Llarrull

https://www.soledadllarrull.com.ar/

 

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