miércoles, 29 de mayo de 2019

Nacen, después de un siglo, tortugas en Galápagos tras eliminar a las ratas


Sus huevos ya no son depredados por completo por los roedores, que han sido erradicados en la isla Pinzón.


 
Por Susana Madera

Felicidad en el archipiélago ecuatoriano de Galápagos: después de más de un siglo, han vuelto a nacer en estado natural tortugas en la isla Pinzón, tras exterminarse con veneno a las ratas, en un proceso que obligó a sacar del sitio a los gavilanes para esquivar la toxicidad.


Y es que la presencia de la rata negra en la isla Pinzón, de 1.789 hectáreas, provocó la disminución de especies como la paloma de Galápagos, lagartijas y culebras, e incluso, durante años no pudieron nacer en el sector, de forma natural, las tortugas gigantes, pues los roedores se comían sus huevos.

Ante la población «muy alta» de ratas negras que afectaba a especies nativas y endémicas, en diciembre de 2012, tras cinco años de estudios sobre toxicidad, los expertos dispersaron desde un helicóptero, un veneno por toda la isla, explica Danny Rueda, director de Ecosistemas de la dirección del Parque Nacional Galápagos (PNG).
 
Los estudios previos alertaron de un riesgo medio/alto para el gavilán de Pinzón porque podía comerse las ratas muertas, un inconveniente que solventaron capturando a los doce que encontraron, para mantenerlos, durante tres años, en la vecina isla Santa Cruz, antes de devolverlos a su hábitat natural. 

Junto a los 12 gavilanes de Pinzón se capturó a otros 41, que habían llegado desde otros lares y a los que mantuvieron en esa misma isla hasta su liberación.

Cuando soltaron, con rastreadores, a los 12 gavilanes devueltos desde Santa Cruz, constataron que volvieron «exactamente al lugar donde fueron capturados» y ahora están en un proceso de reproducción y en un normal desempeño ecológico, apunta Rueda antes de hablar de otros grandes logros.

«En diciembre de 2015, en un monitoreo ecológico logramos detectar por primera vez, después de más de cien años, crías de tortugas nacidas en estado natural», señaló al referirse al hecho como el indicador de «mayor relevancia» en cuanto a la especie de tortugas gigantes de Pinzón.

Desconoce el número de ratas que murieron pues el veneno utilizado, de segunda generación, no ocasiona la muerte instantánea, por lo que presume que la mayoría de los roedores perecieron en sus madrigueras, mientras que el olor por la descomposición de los que murieron afuera fue mínimo porque el anticoagulante usado los secó.

En dos años de monitoreo tras esparcir el veneno, no encontraron ratas en Pinzón y en 2014 la declararon «libre de roedores».

La mejora ha sido evidente: hay palomas terrestres, lagartijas de lava y culebras de Galápagos, cuenta el experto al relatar que recientemente, por primera vez en ocho años de investigación, un científico logró capturar en Pinzón 25 culebras y ver alrededor de cincuenta, lo cual no había ocurrido «nunca».

«Eso también es un valor en una especie muy importante que ha recuperado su población al no tener la rata introducida, que consumía culebras, aves, lagartijas, tortugas y cualquier especie que había en Pinzón», señala.

Se cree que las ratas llegaron a Galápagos con los primeros navegantes (piratas, balleneros) en 1800 y ahora el mayor reto en Pinzón es evitar una reintroducción pues podrían llegar en algún barco desde donde se lancen los roedores que son «buenos nadadores», alerta Rueda.

En 1965, el PNG inició su programa de crianza y cautiverio con las únicas veinte tortugas que habían en Pinzón y desde entonces repatriaron 837 quelonios a la edad de cinco años, cuando las ratas ya no los podían comer.

«Ahora, ya no estamos repatriando tortugas a Pinzón desde el año 2014, porque ya están naciendo en estado natural», expone al asegurar que ahora ya hay nidos de tortugas y como la cría de galápago es alimento del gavilán, la población se va a equilibrar sola.

También de gavilanes han detectado varios nidos y han encontrado dos polluelos, indica al calcular que la isla podría soporta unas cuarenta aves de ese tipo. Antes -especula Rueda- pudo haber una población más grande de gavilanes porque había muchas ratas, que era su principal fuente de alimento, mientras que ahora su único recurso son las palomas, lagartijas y tortugas.

Y es que en la cadena alimenticia natural de Pinzón, no figuraba la rata, por lo que al sacarla, Rueda afirma que el ecosistema debe volver a su equilibrio total, algo que -cree- ocurrirá en unos veinte años.

Fuente
abc.es

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