miércoles, 8 de diciembre de 2010

Claudio Fernández y su pasión por el guardapolvo




 

Por Claudio Pairoba
 
Claudio Fernández, investigador del Instituto de Biología Celular y Molecular de Rosario y del Consejo Nacional de Investigaciones Científicas y Técnicas (IBR-CONICET), dió una charla el Jueves 25 de Noviembre que formó parte del evento “Rosarinos que hacen”, organizado por la empresa Dattatec.

Durante su charla, el Dr. Fernández comentó su experiencia laboral de varios años en el exterior (Alemania, Italia, EE.UU.) desarrollándose en el área de estructura de proteínas. Gran parte de su estadía fuera de la Argentina la ocupó su trabajo en el Instituto Max Planck de Biofísica y Química de Göttingen , Alemania, ciudad que tiene la particularidad de tener 1 Premio Nobel cada 1000 habitantes. Hay que recalcar que Fernández sigue conectado con el Max Planck, ya que dicho instituto otorgó al laboratorio del investigador la categoría de grupo asociado. Durante su estadía en Alemania, Fernández se enfocó en el estudio de moléculas asociadas a procesos patológicos a nivel cerebral.

 A raíz de esto, su trabajo lo llevó a prestarle especial atención a la proteína α-sinucleína, la cual se encuentra en neuronas y tiene una función hasta el momento no muy clara. Esta proteína tiene otra característica: las moléculas de α-sinucleína comienzan a asociarse entre sí, por razones hasta ahora también desconocidas, y estos agregados así formados dejan de ser solubles. Como consecuencia, precipitan dentro de la neurona formando estructuras que terminan conduciendo a la muerte celular, causa fundamental de la enfermedad de Parkinson. En el año 2006, Fernández decidió regresar a la Argentina, al tener a su disposición un equipo de Resonancia Magnética Nuclear (aportado por la Agencia Nacional de Promoción Científica y Tecnológica y el CONICET, para crear el equipo de Neurobiología Estructural, un laboratorio único en el país, de referencia internacional, que funciona en el espacio físico del Centro Científico Tecnológico (CCT-Rosario) dependiente del CONICET.
 
Compromiso social
Claudio Fernández es un científico que hace investigación en un area de intensa competencia a nivel mundial ya que las respuestas que se buscan van a tener indudable impacto en la calidad de vida de millones de personas. El trabajo de Fernández es atractivo, de inmensa utilidad y “hecho en la Argentina”. Un detalle no menor, cuando uno considera que este investigador de 40 años estuvo trabajando en uno de los centros de referencia a nivel mundial que existen en su tema, en un país del primer mundo, con recursos y equipamiento al alcance de la mano. Y estando en el pico de su capacidad productiva decidió volver a su país, donde creció, se educó y comenzó con su actividad investigadora. Decidió volver para hacer investigación de punta y comprobar su hipótesis: acá se puede. Aunque uno compita con laboratorios del primer mundo. Y porque como expresaba durante la charla, no hay nada más lindo que celebrar con la tribuna local.
 
Hasta acá la historia puede considerarse como similar a la de otros científicos argentinos que han emigrado para adquirir experiencia en el exterior y luego retornar al país. Pero hay algo más en la historia del Dr. Fernández; una vuelta de tuerca que la hace especialmente atractiva.
 
Fernández ganó notoriedad masiva a nivel nacional e internacional al aparecer en diarios, revistas, programas de radio y ser recibido por políticos cuando en el año 2009 publicó, junto a su equipo, un trabajo científico que resultaría trascendental. Los investigadores descubrieron el mecanismo por el cual las moléculas de α-sinucleína se “pegotean” (como lo harían los fideos para tener una imagen visual más clara) para luego formar agregados insolubles. El citado trabajo fué publicado en la prestigiosa revista Proceedings of the National Academy of Sciences y abre las puertas para pasar al siguiente nivel: desarrollar medicamentos capaces de bloquear este mecanismo que lleva a la enfermedad y, por consiguiente, evitarla.
 
Otro punto que vale la pena recordar es que Fernández es egresado de una universidad pública (la Universidad de Buenos Aires) y un incansable defensor de la educación pública, gratuita y no elitista. Al mismo tiempo considera que los científicos formados en dichas universidades públicas, solventadas con impuestos pagados por el conjunto de la ciudadanía, tienen una responsabilidad para con la gente, razón que fundamenta su fuerte compromiso ético con la sociedad. Algo que no se cansa de repetir.
 
Pasión por el guardapolvo
Pero además de creer en la importancia del libre acceso a la educación y del compromiso de la ciencia para con la sociedad, Fernández también es un apasionado por otras creencias. Cree firmemente que en el país se puede hacer ciencia de primer nivel. Cree que en la Argentina se puede planificar y que no somos caóticos. Y también cree firmemente que los recursos humanos están. Es más, formó recursos humanos rosarinos durante su estadía en Alemania. Tal es así que a su laboratorio se lo conocía como la “Little Rosario” (pequeña Rosario).
 
Pero Fernández no solo lo cree, y trabaja para probarlo, sino que sale a decirlo. Y asiste a los eventos a los cuales es invitado porque también cree en la responsabilidad que tienen los científicos de contar acerca de lo que hacen. Porque además de nutrirse de los impuestos de la ciudadanía la ciencia tiene una función social en la creación del pensamiento crítico necesario para lograr una sociedad capaz de tomar decisiones fundadas. Porque la ciencia argentina también tiene la responsabilidad de formar recursos humanos no solo dentro de la facultad.
 
Los científicos necesitan captar el interés de los potenciales interesados en dedicarse a las carreras científicas en tiempos donde gran cantidad de jóvenes no las eligen, preocupante fenómeno que se está dando a nivel mundial. Y cuando uno disfruta de la actividad que lleva adelante la consecuencia que surge de forma natural es querer transferir sus conocimientos y experiencias a las nuevas generaciones. 
 
En definitiva, porque investigar y publicar es solo una parte de la actividad científica. Algo que Fernández sabe y pone en práctica.

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