Detectarlas confirmaría la teoría de la relatividad general del físico alemán Albert Einstein.
Detectarlas confirmaría la teoría de la relatividad general del físico alemán Albert Einstein.Foto:Reuters |
WASHINGTON (AFP).- En minutos un grupo de científicos, entre ellos la argentina Gabriela González, anunciarán los nuevos descubrimientos respecto de la existencia o no de las ondas gravitacionales que predijo Albert Einstein hace 100 años.
La noticia puede llegar incluso a ser merecedora de un Premio Nobel, de acuerdo a la opinión de los especialistas. Sin embargo, no todos comprenden lo que podría significar este acontecimiento.
A continuación, tres aspectos fundamentales para comprenderlo.
¿Qué es una onda gravitacional?
Una
onda gravitacional es una ondulación ínfima del espacio-tiempo que se
propaga en el Universo a la velocidad de la luz. Fueron presentadas
conceptualmente hace 100 años por Albert Einstein, el célebre físico,
como una consecuencia de su teoría de la relatividad general.
Einstein
describe la gravedad como una deformación del espacio. Las masas, como
el Sol por ejemplo, curvan el espacio. Un poco como cuando alguien se
sube en una cama elástica. Si las masas son pequeñas, la deformación es
débil (una uva en una cama elástica no la altera). Si las masas son
grandes, la deformación es importante (una persona sobre una cama,
deforma la tela elástica). Si las masas se desplazan y tienen una
aceleración, esas deformaciones se desplazan y se propagan a través del
espacio, formando ondas gravitacionales.
Para
ilustrar esas oscilaciones se emplea a menudo la imagen de las ondas
que se propagan en la superficie de un lago cuando se arroja una piedra.
Cuanto más lejos, la onda se va debilitando. Las ondas gravitacionales
que se buscan son las producidas por fenómenos astrofísicos violentos
como la fusión de dos agujeros negros o la explosión de estrellas
masivas. Las otras son muy minúsculas como para que podamos observarlas.
Pero nos rodean sin que seamos conscientes de ello y sin consecuencias
para nosotros.
¿Por qué es importante conseguir detectar de manera directa estas ondas gravitacionales?
Detectarlas
confirmaría la teoría de la relatividad general de Einstein. Sería un
día histórico para recordar por los físicos. Y sus principales
descubridores pueden aspirar a un Premio Nobel. Más concretamente, esto
abriría el camino de una nueva astronomía, "la astronomía
gravitacional".
Además de los diversos
medios electromagnéticos que permiten observar el cosmos actualmente,
los astrofísicos dispondrían de una nueva herramienta para observar los
fenómenos violentos en el Universo. La detección de esas ondas
gravitacionales permitiría ver lo que pasa "en el interior" durante la
fusión de dos agujeros negros, por ejemplo.
El
descubrimiento sobre las ondas gravitacionales no cambiará nuestras
vidas de un día al otro. Pero los avances tecnológicos realizados para
poner a punto los detectores de ondas podrían reflejarse en nuestra vida
diaria.
¿Cómo está organizada la detección de las ondas gravitacionales?
Albert
Einstein era consciente de que sería muy difícil observar las ondas
gravitacionales. Durante unos 50 años no ocurrió nada particular. Pero
luego, en los años 1950, el físico estadounidense Joseph Weber se puso
como objetivo encontrarlas y construyó los primeros detectores. Pero
entre tanto, se pusieron en evidencia pruebas indirectas de la
existencia de las ondas gravitacionales.
En
1974, la observación de un púlsar -una estrella de neutrones que emite
una radiación electromagnética intensa en una dirección dada, como un
faro-, en órbita alrededor de otro astro, permitió deducir que esas
ondas existían. Russell Hulse y Joseph Taylor recibieron el Nobel de
Física en 1993 por el descubrimiento de ese púlsar.
En
los años 90, Estados Unidos decidió construir el LIGO (por las siglas
en inglés de Observatorio de Interferometría Láser de Ondas
Gravitacionales), un observatorio ambicioso compuesto por dos
instrumentos gigantes, que utilizan como fuente luminosa un láser
infrarrojo. Uno de ellos está en Louisiana y el otro en el estado de
Washington.
Francia e Italia hicieron
lo mismo, con el Virgo, cerca de la ciudad de Pisa. En 2007, LIGO y
Virgo decidieron trabajar juntos, intercambiando datos en tiempo real y
analizando los resultados conjuntamente.
En
los últimos años los instrumentos del LIGO fueron sometidos a
importantes modificaciones que lo mantuvieron inactivo. El detector
"avanzado" LIGO volvió a funcionar en septiembre de 2015. Y es en esa
dirección a la que apuntan ahora todas las miradas. Virgo también fue
sometido a ese mismo tipo de transformaciones pero todavía no ha vuelto a
entrar en servicio y está programado que vuelva a funcionar en el otoño
boreal.
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