domingo, 28 de febrero de 2016

El descanso del guerrero

La partida de aquellos que tuvieron participación importante en nuestras vidas dispara una profusión de recuerdos y reflexiones.

 
Elisa, Claudio, Pepe, Ma. Inés, Celia y Ana Rita en mi cumple abril de 1997.


Por Claudio Pairoba

Ayer me enteré por Facebook que José Carlos Carle Urioste (Pepe como lo conocíamos) había fallecido el 15 de agosto del 2015. Fue un shock. En otros tiempos tal vez no me hubiera enterado de lo que había pasado con alguien con quien ya no estaba en contacto frecuente por una cuestión de distancia. Por estas cuestiones de la tecnología uno termina sabiendo un poco más rápido sobre los destinos de aquellos a quienes en un momento de la vida tuvo cerca.

Pepe estaba trabajando en el laboratorio de Virginia Walbot cuando llegué a la Universidad de Stanford para hacer mi postdoc. Si bien él ya había terminado su estadía, compartimos laboratorio por poco más de un año. Por aquellas épocas nos preguntábamos para que servía el gen Bronze2 de maíz. Una de las posibilidades era que tuviera que ver con la resistencia a metales pesados. Para saber si era así diseñamos una GRAN CANTIDAD de mutaciones en el promotor del gen, con el fin de ver si su expresión se alteraba en presencia de distintas concentraciones de cadmio. Pepe me enseño la parte teórica y la práctica de todos estos experimentos, algo con lo que él estaba familiarizado.

Cuando Pepe dejó el laboratorio para dedicarse a la actividad privada, quedé a cargo de continuar y terminar experimentos que habían quedado pendientes. Los que habían participado habían dejado la universidad por distintas razones, así que me hice cargo y pude concluir con éxito la tarea asignada, la cual se convirtió en un esperado paper.

Aquel primer año en Stanford fue duro. Salí de la Argentina el sábado 11 de enero del ’97, llegué a San Francisco, California, el domingo 12 luego de un largo viaje (Buenos Aires – Santiago – Lima – Los Ängeles, cambio de vuelo para atrapar por poco el avión que salía para San Francisco). El lunes 13 ya estaba en el laboratorio, sin mi jefa quien estaba en un congreso por cuatro días y me permitió quedarme por un mes en su casa hasta que consiguiera mi propio lugar.

Cuando llegué a San Francisco estábamos en pleno fenómeno de “El Niño”. A la nostalgia por la lejanía se sumaba el clima, con una lluvia continua. Faltaba solo un tango de música de fondo para que uno tuviera ganas de saltar por un acantilado.

Pepe fue uno de los primeros en recibirme en el laboratorio. Y era el único que hablaba español. En realidad hablaba uruguayo, pero estaba lo suficientemente cerca de mi argentino natal para que pudiéramos entendernos (=)). Si bien mi inglés era bueno, viví todo el primer año con dolor de cabeza por la obligación de tener que expresarme todo el tiempo en otro idioma. Todavía recuerdo cuando la jefa nos escuchó hablando a Pepe y a mí en español en un pasillo del laboratorio mientras hablaba por teléfono. Interrumpió momentáneamente la comunicación, se dio vuelta y nos miró fijo diciendo “In English, please”. Pepe se la quería comer cruda, pero lo pude calmar. Pepe tenía su carácter y pasaba de 0 a 100 en pocos segundos.

En ese momento Pepe estaba casado con Celia, una encantadora brasileña que había conocido en Brasil, ya que él había estudiado en ese país. Me contó la forma casi mágica en que se fueron dando las cosas para que él pudiera acercársele un día y hablarle. Con ambos pasé gran parte de mis fines de semana en aquel primer año. No conocía a nadie, así que tuvieron que aguantarme como su nuevo amigo argentino. Siempre recuerdo con mucho cariño la casa en O’Connor St. de Menlo Park. Pepe y Celia se hablaban en portugués, conmigo hablaban en español, sus amistades brasileñas entendían mi español pero yo no entendía una palabra de su portugués.


Las reuniones sociales y fiestas multitudinarias que se hacían en esa casa me permitieron hacer nuevas amistades, muchas de las cuales conservo hasta el día de hoy. Cuando los invitaban a fiestas, también me llevaban. Mi primer cumpleaños en California lo festejé en la casa de Pepe y Celia, junto con otros compañeros del laboratorio y mi hermana y mi cuñado quienes me habían ido a visitar. Otro dato: no le gustaba Michael Bolton y amaba el fútbol.

Pepe y Celia fueron mi pasaporte a la sociabilización que necesitaba para que mi vida en Stanford dejara de ser “de casa al trabajo y del trabajo a casa”. Gracias a esto, el segundo año se hizo más soportable y el tercero ni les cuento. Al final me quedé ocho años. Y aún después de que Pepe se fue del laboratorio, nos seguimos viendo. El y Celia siguieron compartiendo distintas situaciones importantes de mi vida en el norte.

Pepe y Celia tenían dos autos: un Subarú Outback y un Daihatsu Charade blanco (al que un amigo brasileño había bautizado como “la latita” por su tamaño y aspecto frágil). Me prestaban la latita para ir al super, ya que si no se me hubiera hecho muy difícil hacer las compras ya que no tenía vehículo. Con la pequeña latita viví grandes momentos.

Después de volver en el 2004, perdimos contacto por un tiempo. El siguió trabajando en distintas empresas, donde gracias a su capacidad y empeño se ganó un lugar importante. Finalmente, se mudó a Reno, Nevada.

Hablamos por teléfono en su momento y me contó que le habían diagnosticado cáncer pero que estaba todo bajo control. Con su habitual actitud positiva, lo noté bien y listo para enfrentar lo que pudiera venir. Viendo su Facebook es fácil notar su interés en temas como las controversias por las vacunas, el rol de las farmacéuticas en cuestiones de salud mundiales, la eficacia de la quimioterapia. Y la vida después de la muerte.

El 26 de febrero fue su cumpleaños y le mandé un mensaje al FB desde el celular. Ayer entré para ver si lo había visto, o en que andaba y me encontré con la participación para asistir a una ceremonia en su memoria.

Es cierto que cuando una persona que estuvo muy cerca de nuestra vida en determinado momento desaparece, esa desaparición física se lleva una parte de nuestra existencia. Desaparece ese alguien con quien uno podía hablar de determinados temas y situaciones logrando una emoción compartida que con nadie más se puede lograr. Se va una persona que nos recuerda con su propia mirada, y que nos puede contar cosas de nosotros que no recordábamos: lo que uno hizo, dijo en determinado momento. Partes de nuestra vida se alojan en las memorias de los otros. Ayer descubrí que la memoria de mi paso por los EE.UU. perdió a uno de sus depositarios.

Si los artistas se van de gira, como decimos en la Argentina, seguro que los investigadores se van a comenzar un nuevo proyecto o un nuevo experimento. Pepe tenía una gran curiosidad y una mente abierta. Estoy seguro que debe estar por demás contento de comenzar a tener algunas respuestas a tantos de sus interrogantes.

Gracias por todo y hasta siempre Pepeu. Hasta siempre “pinta”. Un abrazo de Claudio Fabian.

2 comentarios:

  1. Claudio gracias por hacerme sentir tan vivo a Pepe Te iba leyendo y reviviendo tiempos lejanos. Me hiciste lagrimear !!Pepe , como decís tu fue un guerrero que no se entregaba y Lucho contra la muerte hasta su último minuto. Creyó que iba a ganar esta batalla ...estaba seguro ... pero no fue así. Un sus últimos años trate de apoyarlo y darle mucho amor . Soy prima y amiga de El y siento muchísimo todo lo que quería hacer aun y no lo logró ... pero como tu decís el creía en otras vidas y quizá su objetivo lo logre allí.El quería mucho vivir y ser feliz .Faltaron los hijos que tanto quería y que creía los tendría con su nueva y joven pareja. Celia una mujer increíble que lo acompañó en todo momento y que lo qyizo por encima de todo ... pero no pudo perdonar y se alejó de Pepe. Los dos sufrieron mucho los últimos tiempos y por eso se separaron ... pero ella fue a darle un beso y a decirle se fuera en paz que ella ya lo había perdonado. .. una campeona y se que Pepe se fue aliviado. Nuevamente gracias Claudio y de corazón te deseo lo mejor .Un beso

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  2. Claudio gracias por hacerme sentir tan vivo a Pepe Te iba leyendo y reviviendo tiempos lejanos. Me hiciste lagrimear !!Pepe , como decís tu fue un guerrero que no se entregaba y Lucho contra la muerte hasta su último minuto. Creyó que iba a ganar esta batalla ...estaba seguro ... pero no fue así. Un sus últimos años trate de apoyarlo y darle mucho amor . Soy prima y amiga de El y siento muchísimo todo lo que quería hacer aun y no lo logró ... pero como tu decís el creía en otras vidas y quizá su objetivo lo logre allí.El quería mucho vivir y ser feliz .Faltaron los hijos que tanto quería y que creía los tendría con su nueva y joven pareja. Celia una mujer increíble que lo acompañó en todo momento y que lo qyizo por encima de todo ... pero no pudo perdonar y se alejó de Pepe. Los dos sufrieron mucho los últimos tiempos y por eso se separaron ... pero ella fue a darle un beso y a decirle se fuera en paz que ella ya lo había perdonado. .. una campeona y se que Pepe se fue aliviado. Nuevamente gracias Claudio y de corazón te deseo lo mejor .Un beso

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