Una de las áreas más
estudiadas dentro de la comunicación no verbal tuvo comienzos accidentados. El
trabajo de un psicólogo ayudo a establecer los cimientos de nuestro
conocimiento actual.
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Paul Ekman desarrolló su carrera en la Universidad de California en San Francisco. |
Charles Darwin lo había
mencionado en 1872 al publicar su libro “La expresión de las emociones en el hombre y el animal" (The expression of emotions in man and
animal). Hay expresiones faciales, asociadas a ciertas emociones, que son
universales. La idea cayó en el olvido. Hasta que el concepto fue retomado por un
joven investigador cuando nadie creía que hubiera algo nuevo por descubrir en
ese tema.
Recordemos que las expresiones faciales representan una de las ramas de la comunicación no verbal más estudiadas en las últimas décadas. Estas expresiones son la forma que tenemos de expresar sentimientos y actitudes respecto de la persona con quien nos estamos comunicando. A veces podemos "cubrir" nuestros sentimientos pero generalmente nuestro rostro expresa nuestras verdaderas sensaciones.
Comienzos
de un joven investigador
Paul Ekman (1934) es de
formación psicólogo y actualmente profesor emérito de la Universidad de
California en San Francisco. Se lo considera uno de los más destacados
investigadores de las expresiones faciales, una de las facetas de la
comunicación no verbal.
Su experiencia arranca a fines de la década del ´50 cuando realizaba investigaciones sobre los gestos de las manos tratando
de ver si había diferencias entre psicóticos y neuróticos. El proyecto se quedó
sin fondos y la investigación no pudo avanzar. Es en 1965 cuando una persona
del Departamento de Defensa de los EE.UU. le propone estudiar las diferencias entre
los gestos de personas de distintos lugares del mundo. Esto se debía a dos
razones: la persona en cuestión estaba casado con una mujer tailandesa y se
sorprendía de las diferencias que había notado. Por otra parte, la misma persona
disponía de fondos debido a un proyecto recientemente cancelado.
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El trabajo de Ekman clarificó las expresiones emocionales comunes a distintas culturas. |
Explorando
posibilidades de éxito
Antes de embarcarse en
el proyecto, Ekman consultó con algunos popes de la época para saber sus ideas
acerca del tema de la universalidad de las expresiones emocionales. Los popes,
entre ellos Margaret Mead (antropóloga), Edward T. Hall (antropólogo, creador
de la proxémica como disciplina) y Ray Birdwhistell (antropólogo, creador de la
kinésica como área de estudio) coincidieron: ninguno de los tres consideraba que las expresiones faciales
fueran universales. Excepto Silvan Tomkins (psicólogo), quien había publicado
un par de libros sosteniendo que las expresiones faciales son innatas y
universales pero no tenía pruebas para sostener sus afirmaciones. Como vemos,
nadie recordaba mucho el libro de Darwin del 1872. Ese es otro mérito de Ekman,
ya que es él quien recupera esas ideas que nadie tenía en cuenta.
Los
experimentos
Ekman lleva adelante
experimentos con personas de cinco países diferentes: Argentina, Chile, Brasil,
Japón y EE.UU. Concluye que las expresiones faciales son universales. Pero, ¿cómo
saber que estas personas no estaban contaminadas culturalmente? Para responder
esta pregunta necesitaba una cultura que no hubiera visto ninguna de estas expresiones previamente. Conoce
entonces a Carleton Gajdusek, un neurólogo que había
estado trabajando durante más de una década, aislado en las tierras altas de
Papúa, Nueva Guinea. Allí encontró una cultura similar a la de la Edad de
Piedra. Gadjusek estaba investigando una enfermedad que causaba la muerte de
los nativos, el kuru. Dicho sea de paso, Gadjusek descubrió que la causa del
kuru era un prion, hallazgo por el que
recibió el premio Nobel 1976.
Ekman estudió las filmaciones que el investigador había realizado sobre la tribu de Nueva
Guinea. Lo que vió lo decidió a viajar allí.
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Ekman descubrió en Nueva Guinea una población sin contaminación cultural para desarrollar su trabajo. |
Resultados
Luego
de pasar seis meses en Nueva Guinea Ekman concluyó la universalidad en la
expresión de siete emociones: alegría, tristeza, miedo, ira, sorpresa, asco y
desprecio. Posiblemente las últimas dos no sean aceptadas por toda la comunidad
de investigadores. De todas formas, los aportes de Ekman a la disciplina son
innegables.
Por
ejemplo, publicó en 1978 (revisado en 2020) el Sistema Codificador de Acción
Facial (FACS por sus siglas en inglés), el cual permite
describir todos los movimientos faciales visualmente discernibles. FACS es
utilizado tanto por los investigadores en el tema así como por estudios de
animación como Disney y Pixar además de informáticos interesados en reconocimiento
facial.
Asimismo
ha desarrollado, junto a su hija Eva, el “Atlas de las emociones”, el cual es
un intento (aún en sus primeros pasos) de clasificar contextos, emociones y
reacciones.
Expresándose detrás de un barbijo
Y hablando de expresiones faciales: la sonrisa es
uno de los canales que más ha sufrido por el uso del cubreboca o barbijo en tiempos de coronavirus 2 (SARS-CoV-2). Para
aquellos acostumbrados a sonreír como manera de iniciar una conversación o
acompañar su desarrollo de una manera amigable, hay una barrera
imposible de franquear.
Algunas formas en que la gente está
superando esta traba en la comunicación no verbal incluyen ser más expresivos
verbalmente, haciendo comentarios que manifiesten sentimientos de alegría o
halago, que antes podrían haber sido expresados solo con una sonrisa. Otros
colocan la imagen de una sonrisa sobre su barbijo en un intento por recordar lo
irreemplazable o recomiendan “sonreir con los ojos”. Algunos expertos coinciden
en que el movimiento de los músculos faciales que los rodean sin el acompañamiento de la boca no logra expresar la totalidad
de la emoción y puede originar confusiones.
El movimiento de labios, imprescindible para
aquellos que los leen, también se ve obstaculizado por el barbijo. Distintas
ciudades de la Argentina (Goya, Mendoza, Buenos Aires) trabajan para
reglamentar el uso de barbijos con una porción transparente que visibilice la
boca permitiendo la comunicación con hipoacúsicos en espacios de atención al
cliente. Si bien el lenguaje de señas no es “comunicación no verbal”, este es
otro ejemplo de las problemáticas que surgen en la comunicación por el uso del
barbijo en tiempos de pandemia.
Referencias
La
expresión de las emociones en el hombre y en los animales – comentario sobre el
libro de Darwin
La
comunicación no verbal. Interrelaciones entre las expresiones faciales innatas
y las aprendidas
Daniel Carleton Gadjusek
Kuru
Facial Action Coding System
The Atlas of Emotions with Dr. Paul Ekman and Dr. Eve Ekman
How to smile with a mask on
En las escuelas municipales
confeccionan barbijos inclusivos
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