miércoles, 20 de mayo de 2020

Moldeados por el lenguaje corporal

Amy Cuddy investiga cómo impactan en nuestra forma de encarar desafíos los cambios en lenguaje corporal. La conexión entre postura y bioquímica.

Nuestra actitud en una entrevista de trabajo puede jugarnos en contra a pesar de nuestras capacidades.


Una entrevista de trabajo, una charla ante un auditorio desconocido, una exposición ante un comité evaluador o una negociación de resultado incierto. Todas situaciones estresantes por las que muchos hemos pasado. Y la gran pregunta: ¿Qué puedo hacer para no sentirme inseguro, nervioso? De allí al síndrome del impostor en el ámbito profesional, hay un solo paso. Sentir que uno no está capacitado para estar en el lugar que ocupa.
Sabemos que nuestras emociones y pensamientos impactan en nuestro lenguaje no verbal y por ende en la forma en que los demás nos perciben. ¿Es cierto lo inverso? ¿Puede el lenguaje corporal producir cambios en nuestra propiocepción? Y no solo eso: ¿puede alterar nuestra fisiología?

Amy Cuddy es psicóloga social, investigadora y docente de la Escuela de Negocios de la Universidad de Harvard. Autora del libro “Presencia: lleve su Yo más audaz hasta sus desafíos más grandes", su charla TED está entre las más vistas, superando los 35 millones de visualizaciones. Cuddy ha estudiado el prejuicio y eso la ha llevado a estar interesada en la dinámica del poder. Uno de sus temas de trabajo: expresiones no verbales de poder y dominancia.
Amy Cuddy trabaja en el efecto del cuerpo sobre la mente.
Poder y dominancia: sentimientos y posturas
La forma en que disponemos nuestro cuerpo expresa la forma en que nos sentimos. Esto es cierto no solo en humanos sino también en primates no humanos, serpientes, aves, etc. Todos los animales expresan su poder a través de gestos que implican expansión corporal. Ante situaciones de peligro o que requieren reforzar una imagen de autoridad los primates no humanos expanden el pecho y lo golpean, las cobras expanden su cuello, los pavos reales despliegan su cola, el puercoespín se eriza. Por el contrario, cuando nos sentimos tristes, deprimidos, inseguros, tendemos a ocupar el menor espacio posible: piernas cruzadas, auto abrazos, espaldas encorvadas y cabezas bajas.

Sabemos que nuestra mente condiciona a nuestro cuerpo. Cuddy decidió investigar si lo opuesto se verifica. Cambios en nuestra postura, ¿desencadenan cambios en nuestra actitud? Y además: estos cambios en actitud, ¿van acompañados de cambios bioquímicos?

Características de poderosos y desempoderados
Las personas empoderadas tienden a ser más seguras de sí mismas, optimistas y sienten que van a ganar incluso en juegos que no dependen de su capacidad, como la ruleta. Pueden pensar de manera abstracta con más facilidad y están más dispuestas a correr riesgos.

Los estudios han mostrado que los primates en situaciones de dominancia tienen niveles más altos de testosterona (hormona de dominancia) y más bajos de cortisol (hormona del estrés). Esto también se verifica en líderes poderosos y efectivos. Un líder requiere de estar “en control” de la situación (testosterona alta) al mismo tiempo que es capaz de responder de manera efectiva y relajada ante una situación de estrés (cortisol bajo).

Los investigadores también han determinado en primates que cuando un individuo va a tomar un rol de mayor jerarquía, sus niveles de testosterona se elevan mientras que los de cortisol disminuyen.

El experimento
El equipo de Cuddy convocó a un grupo de participantes. A todos se les tomó una muestra de saliva y luego a unos se les pidió colocarse en poses de poder por 2 minutos mientras que a otros se le asignaron posturas “desempoderadas”. Luego de adoptar las posturas se les pidió que apostaran (para medir su capacidad de manejar el riesgo) y se les volvió a tomar muestras de saliva.

Posturas de poder.
Los participantes que tuvieron posturas de poder mostraron elevación de sus niveles de testosterona así como disminución de los valores de cortisol significativa en ambos casos. Cambios posturales desencadenaron cambios bioquímicos así como cambios actitudinales observándose una mayor tendencia a apostar (y por ende a soportar el riesgo) como consecuencia de las poses de poder. Los resultados parecen indicar que el lenguaje no verbal influencia no solo como los demás nos perciben sino como nosotros nos auto percibimos.

Posturas desempoderadas.
Otro experimento consistió en pedirles a un grupo de personas que indicaran a quiénes de un grupo de participantes elegirían para un potencial empleo. Aquellas personas que hicieron las poses de poder antes de la entrevista fueron las seleccionadas sobre aquellas que no lo hicieron. La presencia de estas personas (confianza, pasión, autenticidad) más que otras cuestiones fue lo que pesó al momento de tomar la decisión. Pudieron mostrarse sin ningún otro “residuo” que dificultara la manifestación de estas cualidades.

Esto es similar a lo que han comenzado a revelar estudios sobre teatro y neurociencias. La retroalimentación constante entre cuerpo y mente puede desencadenar efectos de una parte sobre la otra.

Aplicaciones
La primera aplicación obvia es fortalecer la confianza en situaciones en que esto se requiera. Desde una entrevista de trabajo, pasando por el comportamiento de adolescentes en la escuela hasta hablar en una reunión formal.

Pero no solo hablamos de una aplicación inmediata y puntual. Cuddy considera que estos cambios pueden sostenerse en el tiempo. “Fake it till you make it” (simulalo hasta que lo logres), sostiene. Y da su propia historia como ejemplo. La investigadora tuvo un accidente automovilístico a los 19 años mientras estudiaba en la universidad. Como secuela de un traumatismo craneal, su coeficiente intelectual se vio disminuido. Los médicos pronosticaron que no podría volver a estudiar y que tendría que acostumbrarse a otras actividades. “Que te quiten tu identidad central, lo cual para mí era ser inteligente, no hay nada que te deje más sin poder que eso”, comenta Cuddy en su charla TED. De allí en más, pudo terminar su carrera con una demora de cuatro años. Pero el “síndrome del impostor” nunca la abandonó.
Hablar ante una audiencia puede volverse una experiencia desagradable.
La investigadora recuerda el rol fundamental que tuvo su mentora en la Universidad de Princeton cuando intentó renunciar antes de la primera exposición de su trabajo. “Ella me dijo simulalo, y hacelo aunque estés aterrorizada. Y seguí repitiéndolo. Llegó un momento en que me di cuenta en que me había convertido en eso que había simulado”, enfatiza. La moraleja, entonces, no es “simúlelo hasta que lo logre” sino “simúlelo hasta que se convierta en eso”.

Estrés post traumático
El grupo de Cuddy trabaja en otra aplicación: tratamiento del síndrome de estrés post traumático en veteranos de guerra. “El síndrome de estrés post traumático es la forma más extrema de desempoderamiento” sostiene la psicóloga social. “La gente siente que sus cuerpos de alguna manera los traicionaron por no sacarlos de una situación insegura”, expresa. Los veteranos no quieren hablar de estas experiencias, y estas terapias basadas en el cuerpo están mostrando resultados prometedores. Cuddy confía en que estas intervenciones corporales también podrán aplicarse para el tratamiento de desórdenes psicológicos.

El trabajo con el cuerpo ha mostrado resultados positivos para el tratamiento de veteranos de guerra.

Algo para la vida diaria
El consejo final de Cuddy es probar esta técnica la próxima vez que tengamos que enfrentar una situación estresante, como una entrevista de trabajo. “No se vaya sintiendo que no les mostró quien es. Váyase sintiendo que logró decírselos”, es la sugerencia final de la investigadora. “Compartamos esta información con la gente que no tiene recursos, tecnología o estatus. Solo necesitan privacidad, su cuerpo y dos minutos. Y pueden cambiar de manera significativa los resultados en sus vidas”.

*Bioquímico, farmacéutico y doctor por la Universidad Nacional de Rosario. Master en Análisis de Medios de Comunicación y Especialista en Comunicación Ambiental. Miembro de la Escuela de Comunicación Estratégica de Rosario y la Red Argentina de Periodismo Científico. Acreditado con la American Association for the Advancement of Science (Science) y la revista Nature.


Referencias
Cuddy, A. Charla Ted. “Your body language can shape who you are”.

Dana R. Carney; Amy JC Cuddy; Andy J Yap. Power posing: Brief nonverbal displays affect neuroendocrine levels and risk tolerance.

Pairoba, C. Investigando el proceso teatral desde las neurociencias

Cuddy, A. Estrés post traumático. Fragmento del programa “The nature of things”.

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