miércoles, 9 de marzo de 2016

Diabetes: diagnóstico, calidad de vida y avances (Parte II)

Pablo Arias es vicepresidente del Capítulo Litoral (que abarca las provincias de Santa Fe y Entre Ríos) de la Sociedad Argentina de Diabetes (SAD). Docente-investigador de nuestra universidad, Arias nos actualiza sobre esta patología.


Lea aquí la primera parte de esta nota

¿Qué cuestiones podrían fortalecerse?
Creo que la parte más importante que hay que buscar es ahondar en las conductas que hacen que la población sea un tanto resistente a ciertos consejos. O sea, ¿por qué se sabe de la existencia de la diabetes y se la niega? O, sabiendo que se tiene una carga familiar, no se busca la constatación.

También hay que ahondar en algo que provee una respuesta a muchas de estas enfermedades crónicas y es de qué maneras hacer más efectivos los tratamientos, no desde el punto de vista de la calidad de las drogas si no desde el punto de vista del cumplimiento. Está claramente demostrado que de cada 100 pacientes, hay una tercera parte que no cumple el tratamiento. Si uno mira los perfiles relacionados con los resultados del tratamiento uno está buscando una meta terapéutica que está dada por un parámetro que se llama hemoglobina glicosilada (la fracción de hemoglobina que se carga de azúcar durante los tres meses previos a la extracción de sangre). O sea que te está informando del grado de control de los últimos tres meses.
 
Nosotros buscamos, con ciertas excepciones, hemoglobinas glicosiladas de siete o menos. En nuestro país más de la mitad de los pacientes tienen hemoglobinas glicosiladas no apropiadas. En otros países con un poco más de inversión se logra hasta un 35-38% de gente en mal control y un 60% en buen control. Sabemos que un tercio de los pacientes no cumple con el tratamiento y también que un tercio de los pacientes no tienen buenos valores de hemoglobina glicosilada.

Entonces el tratamiento es un punto tan fuerte como el descubrimiento de nuevos medicamentos.
No necesitamos que haya medicamentos más efectivos, necesitamos que haya un mejor cumplimiento de las pautas terapéuticas. Y ahí comenzamos a hablar de equipo de salud, de cómo se estimula y empodera a los pacientes para que ellos sean los que deciden, ya que un paciente que decide cuidarse es muy distinto de un paciente al que le imponen cuidarse. Hay una serie de temas para trabajar en ese área.

En cuanto al tema bioquímico, sabemos que la hemoglobina glicosilada es un analito relativamente caro. Medirla bien es más caro pero en nuestro país se usan métodos baratos para medirla, con un porcentaje de imprecisión grande. Este tema es preocupante.

¿Hay avances en cuanto a tratamientos más sofisticados?
Tenemos el tema del transplante, las células madre, el páncreas artificial. Hay un grupo de trabajo sobre páncreas artificial, con la gente del CIFASIS. Con ellos estamos trabajando y aguardando respuesta en cuanto a los subsidios pedidos. Espero empezar pronto con una línea en páncreas artificial, lo cual no es una panacea y está destinado fundamentalmente a los pacientes que no logran un buen control con los medios tradicionales. Sirve para ayudar de manera transitoria a algunos pacientes para saber por qué no se los puede controlar bien. Generalmente son pacientes con diabetes tipo I, que tienen muchas fluctuaciones y se los denomina pacientes lábiles.

Volviendo al tema de la historia familiar. ¿Hay identificados genes responsables de la enfermedad?
Sí, En diabetes tipo I, un 60-70 % de la carga está dada por genes del sistema HLA. También hay otros genes involucrados como el de la insulina. Uno puede hacer predicción pero no puede intervenir. En este tipo de diabetes uno tiene las herramientas para decir “esta es una persona con riesgo de tener la enfermedad de aquí a x cantidad de años”. Se pueden medir los anticuerpos, que van a ser un fenómeno por ahora sin relación patológica ya que no son los que agreden a las células productoras de insulina. Son una manifestación paralela del proceso autoinmune, mediado por los linfocitos que son los que atacan las células pancreáticas. Uno puede predecir con cierta certeza en cuanto tiempo va a desarrollar la diabetes una persona a la que se le encuentran estas combinaciones de antígenos del sistema HLA.

Con la diabetes tipo II hay herramientas también, pero es una enfermedad poligénica y tenemos más de 70 genes responsables con distintos grade de fluencia. Entonces es muy difícil porque puede haber unos pero no otros. Es más fácil predecir en base a un interrogatorio de riesgo, con 14-15 preguntas fáciles (come verduras, tiene familiares con diabetes). Esto también sería muy fácil de establecer y es una herramienta cuya difusión podemos pedir. Por ejemplo, está el cuestionario desarrollado en Finlandia el cual es autoadministrado. Se le dice al paciente, “mídase la cintura, si tiene más de 100 cm en el varón o más de 80 en la mujer, póngase un puntaje”. Esto se podría tener implementado en las salas de espera de los consultorios, por ejemplo. Es algo bastante sencillo de llevar a cabo y se obtiene una información muy rica. A las personas que saben que van a tener un riesgo de desarrollar diabetes, cuando están por encima del 20% de riesgo uno le dice que se mida la glicemia o se haga la prueba de tolerancia a la glucosa.

Sin caer en lo genético que es más acorde con los tiempos que corren, tenemos herramientas diagnósticas para identificar a los sujetos de riesgo.

En base a lo descripto, ¿la diabetes tipo I es una enfermedad autoinmune?
Sí, es una enfermedad autoinmune mediada por células con fenómenos de autoinmunidad humoral y que termina con la destrucción de las células beta. Y se asocia con otras inmunopatías, tales como hipotiroidismo o enfermedad celíaca.

¿Cómo es la calidad de vida para las personas que siguen el tratamiento?
Eso se lo tenés que preguntar a una persona que sigue el tratamiento. Hace unos 6 meses estuve en un centro en Dinamarca donde te enseñaban y te hacen vivir como una persona con diabetes. Te tenés que medir el azúcar 4 o 5 veces por día, te tenés que inyectar insulina (en realidad te inyectás solución fisiológica). Es molesto.

Como sujeto no diabético, uno no tiene la presión de preocuparse por el resultado. Cuando el paciente se pincha el dedo, no sabe si el resultado le va a dar normal o no. En los pacientes bien controlados, un 20% de las veces te van a dar resultados que no están dentro de los parámetros. Esa fuente de preocupación molesta. De todas formas tenemos que recordar que hay corredores de carreras de autos y maratonistas que tienen diabetes. Pero una cosa es el desafío de lo que podés hacer con tu cuerpo y lo que podés aceptar y otra es la preocupación de una enfermedad crónica, que es algo que no se puede evitar.

¿Cómo es el manejo de la enfermedad desde los medios?
Desde la SAD estamos siempre atentos porque nos preocupa que los pacientes estén desinformados, nos preocupan las corridas. También tenemos que respaldar a los médicos que buscan información de calidad en la SAD. Por suerte tenemos buen contacto con los medios.

Hablar de deporte de alto riesgo implica hablar de adrenalina, una hormona que puede alterar los niveles de azúcar en sangre. En un paciente diabético esto es de cuidado.

La adrenalina hace subir el azúcar en sangre. De alguna manera, la persona que lo hace está entrenada y tiene esas variables incorporadas dentro de su esquema de control. Al hacer un deporte se está consumiendo glucosa. Entonces cuando se hace una carrera larga uno se tiene que preocupar porque no te falte azúcar. Entonces están los que se desmayan porque no hacen cada 30-45 minutos una ingesta de hidratos de carbono, porque se está consumiendo glucosa y el hígado no puede producirla al ritmo que lo hace un sujeto no diabético. La señal para que el hígado empiece a producir glucosa es que baje el nivel de insulina, pero el paciente tiene insulina circulando porque se la inyectó. Entonces el paciente tiene que compensar con la ingesta la falta de producción hepática de glucosa.
 
Está bien claro que determinados alimentos son perjudiciales. Sin embargo, es difícil tomar medidas para que tengan sus rótulos, o sea que en el envase aparezca que si tomás más de dos botellas de gaseosa te aumentan los triglicéridos y te vas a volver insulino-dependiente. No es lo mismo que con el tabaco donde ya son malos conocidos y todo el mundo sabe de la mala imagen. Tratá de ponerle un rótulo a las hamburguesas o a las golosinas y decirle a las empresas que el consumo de calorías fútiles lleva con el tiempo a un aumento de peso que es perjudicial para la salud. Pero esto ya es otro tema.

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