Veronica Guerin nació en la comunidad trabajadora de Artane, en el norte
de Dublín, el 5 de julio de 1959. Era la anteúltima de cinco hermanos,
tres niñas y dos varones. Su padre, Christopher, era dueño de una fima
contable en la ciudad, mientras que su madre, Bernadette, era ama de
casa.
Jimmy, el menor de la familia Guerin, era muy unido a su hermana
mayor, una niña gregaria y varonera que lo ayudaba a hacer sus tareas y
que le consiguió su primera novia. “No se trataba de ese tipo de
relación de hermana mayor, porque Veronica me levaba solo un año”;
recuerda Jimmy Guerin. “Veronica era más una amiga y de muchas maneras
era fantástica, muy divertida”.
Jimmy Guerin la recuerda como alguien que, ya en ese entonces, estaba
segura de sí misma y de su habilidad. “Cuando empezaba a hacer algo, se
convertía en la mejor en ello. Comenzó a jugar al básquetbol y fue la
basquetbolista europea del año. Jugó al fútbol para la República de
Irlanda y fue goleadora de su equipo. Tenía la habilidad de triunfar en
todo lo que hacía”.
Después de graduarse, Veronica trabajó durante un tiempo breve en la firma de su padre. En 1982, fue nombrada para integrar el cuerpo de gobierno del National Institute of Higher Education, y al año siguiente, el Taoiseach (Primer Ministro de Irlanda) la nombró asistente de la delegación Fianna Fail en las negociaciones del New Ireland Forum.
Más tarde, ella inauguró su propia compañía de relaciones públicas.
En 1985 se casó con Graham Turley y en 1990 nació su hijo Cathal. La
vida familiar era feliz y estable, pero cada vez más Verónica era
atraída por el mundo del periodismo. “Creo que finalmente encontró algo
que la hacía feliz”, dice Jimmy Guerin.
Antes de comenzar a escribir para el Sunday Independent, Veronica
Guerin había cimentado una reputación de periodista de investigación
valiente e innovadora. Como periodista de los periódicos Sunday Business
Post y Sunday Tribune, había logrado varias primicias, entre ellas una
entrevista con el polémico obispo irlandés que había desaparecido hacia
Sudamérica y un exclusivo informe del multimillonario robo de arte Beit.
Inevitablemente, su tenacidad y su perfil cada vez más alto llamaron
la atención del periódico más vendido del país, el The Sunday
Independent.
En enero de 1994, el Sunday Independent publicó su primera historia. Willie Kealy, su editor de noticias en el periódico, recuerda que al comienzo Guerin trabajaba en varias áreas, pero que cada vez más empezó a trabajar en historias policiales: “El hecho de que se especializara en policiales fue más un accidente que un nombramiento. Pero resultó ser la mejor en eso y era lo que más disfrutaba. Era un área que no había sido bien cubierta por el periodismo en Irlanda, sino que se la trabajaba de manera muy esquemática. Veronica era diferente: se le animó al sistema, lo sacudió y exhibió el intocable submundo delictivo que el gobierno no podía o no podría tocar”.
Guerin fue una investigadora inconformista, con olfato para las
buenas historias. Cada domingo, sus artículos acerca de Dublín como
escena del delito y el creciente problema de la heroína atraían a más y
más lectores. En un tiempo relativamente corto, Guerin se había
convertido en una de las periodistas más reconocidas y famosas, una de
esas celebridades que perseguían a los malos muchachos con implacable
decisión.
La técnica de investigación de Guerin era ciertamente inusual, en una
época en la que la mayoría de los periodistas conseguían sus historias
por teléfono o a través de conferencias de prensa. Ella era un soldado
de a pie, que trabajaba en el terreno y captaba los detalles de primera
mano, a través de encuentros cara a cara con sus informantes. Promovía
contactos clave, tanto en la policía irlandesa, como en el Gardai y en
el submundo del delito de Dublín. Allí fue donde lo conoció a John
Traynor y, a través de él, a su jefe John Gilligan.
“Veronica fue uno de nuestros periodistas con más alto perfil, con
una fantástica habilidad para la investigación”, describe Anne Harris,
editora suplente del periódico y amiga de Veronica. “Al tiempo, ella se
convirtió en la periodista más respetada de Irlanda, pero sin embargo,
nunca un hecho era lo suficientemente pequeño o humilde para que ella no
lo chequeara para alguien. Era increíblemente generosa con su tiempo y
en su actitud”.
Pero este trabajo la estaba absorbiendo hacia una vorágine letal. Su
principal contacto era John Traynor, un criminal confeso, entusiasmado
con su lustre de delincuente y por el turbio estatus de celebridad que
adquirió al ver su nombre impreso cada domingo. Por el contrario, el
jefe de Traynor, John Gilligan, no amaba en absoluto esa exposición y
advirtió a su cómplice que restringiera el contacto con la periodista.
Al tiempo, Traynor fue quien advirtió a Guerin que se apartara.
El 30 de enero de 1995, un hombre vestido con una balaclava llamó a
la puerta de Veronica y le disparó en una pierna. Fue la primera
advertencia seria que la periodista recibió y generó oleadas de pánico
en el mundo de los medios y en el Sunday Independent.
“Cuando le dispararon en la pierna, nos preocupamos seriamente por
ella”, recuerda Willie Kealy. “No tenía precedentes, pero creo que a
nadie se le ocurrió que iban a matarla. Ni a nosotros, ni a ella, ni al
policía más antiguo que constantemente nos aconsejaba. Nunca caímos en
la cuenta de eso porque nadie pensó que ocurriría, que para proteger una
entrada, los delincuentes matarían a una periodista porque les estaba
haciendo demasiada publicidad.
“No había nada imprudente en el estilo de operar de Veronica”, continúa. “Quizás ella estaba haciendo lo que otros periodistas deberían estar haciendo en ese momento. Eso era lo único diferente. Ciertamente, señalaba un contraste con aquellos que escribían una historia a partir de una conferencia de prensa o una llamada telefónica. El de ella era un estilo que yo hoy alentaría a usar a un periodista.”
En diciembre de 1995, Veronica Guerin viajó a New York a recibir el
premio International Press Freedom, primera periodista europea en
recibir dicho reconocimiento. Cuando regresó a Dublín, continuó con su
trabajo, sacando a la luz tanto a Gilligan como a su banda.
El 26 de junio de 1996, a la hora del almuerzo, Guerin se detuvo ante
un semáforo en las afueras de Dublín. Un motociclista se detuvo junto a
su automóvil y su acompañante descargó seis balas en el cuerpo de la
periodista. Veronica Guerin, quien en ese momento estaba al teléfono de
su auto, intentó vanamente asir la puerta del acompañante, pero
enseguida murió. A medida que la noticia se extendía en el país como
reguero de pólvora, la gente luchaba por aceptarlo.
“Mi primer pensamiento fue para mi madre”, recuerda Jimmy Guerin del
momento en que supo que su hermana había sido asesinada. “Tengo
recuerdos muy vívidos de ese día; prácticamente puedo evocar cada
minuto. Y una de las cosas más difíciles fue mantener el rostro en
calma”.
Aengus Fanning, el editor del Sunday Independent, acababa de llegar a
Londres cuando su hijo lo llamó por teléfono para darle la noticia.
Inmediatamente regresó a Dublín y al aluvión de los medios. Se puso en
marcha una edición especial del Sunday Independent en tributo a la
periodista y, ese fin de semana, la tapa mostró la fotografía de
Veronica Guerin y sólo dos palabras: “Periodista Ciudadana”.
“Era un ser humano y ni todo el periodismo del mundo vale una sola
vida”, dice Willie Kealy. “Pero, por supuesto, los cambios que se
produjeron en las leyes acaecieron luego de la muerte de Veronica Guerin
y posiblemente a causa de ésta. Podríamos verlo como que ha servido de
algo: ella dejó un legado y nunca será olvidada en este país a causa de
sus logros. Hizo su trabajo como correspondía y por eso fue asesinada.”
El legado de la muerte brutal de Veronica Guerin fue inmediato y
bastante considerable. Según Kealy, “Obligó a los políticos a darse por
enterados y también hubo una campaña mediática. Pero, por sobre todo,
fue la espontánea ola de protestas la que obligó a los políticos a
revisar una ley que permitía a bandas organizadas de delincuentes actuar
con impunidad. Así que les otorgaron mayor poder a la policía e
instalaron una nueva agencia llamada Criminal Assets Bureau, la cual
pone a los delincuentes en la mira para mostrar de dónde proviene el
dinero.
Aparte de encerrar a los delincuentes por prolongados períodos cuando
lo merecen, no hay mejor lugar para herirlos que en su bolsillo,
porque para ellos el dinero lo es todo”.
“Veronica Guerin es ahora un nuevo ícono”, afirma Aengus Fanning, su
ex – jefe y editor del Sunday Independent. “Su monumento conmemorativo
está en el Dublin Castle y ella se ha convertido en símbolo del coraje,
también como una mujer que ha logrado triunfar en el mundo de los
hombres. Provocó importantes cambios en nuestra legislación penal que
han hecho que el trabajo de la policía sea, si no más fácil, hasta
cierto punto más efectivo.”
Para Jimmy Guerin, el recuerdo de su hermana mayor nunca va a
borrarse: “Éramos muy unidos”, dice, “pero la realidad es que todos han
perdido a alguien: madres a hijas, hermanos a hermanas, esposos a
esposas, hijos a sus madres. Uno extraña la diversión y la locura total
que ella le imprimía a cualquier fiesta o reunión. Veronica fue alguien
que siempre estaba para lo que necesitáramos”.
Fuente:
www.diversica.com/cine/archivos/2003/10/veronica-guerin.php
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