Por Claudio Pairoba*
El interés por la comunicación científica en la
Argentina ha visto un resurgimiento en los últimos tiempos, de la mano de una
mayor inversión en investigación por parte de las autoridades nacionales. El
Ministro de Ciencia, Tecnología e Innovación Productiva, Dr. Lino Barañao, ha
manifestado en reiteradas oportunidades la necesidad de generar proyectos de
investigación que resuelvan problemáticas nacionales y locales. En una
conferencia con los medios organizada en el Rectorado de la Universidad
Nacional de Rosario en 2011, Barañao expresó que quiere que los investigadores
dediquen una hora por semana a pensar en aplicaciones concretas del trabajo que
están haciendo.
La pregunta particular “para qué sirve lo que
estoy haciendo” nos lleva a la pregunta más general ¿para qué sirve la ciencia?
Y esta última está directamente conectada con otra requisitoria: ¿para qué
sirve la comunicación científica? Difícilmente se puedan contestar las dos
primeras sin recurrir a la segunda.
La situación actual, entonces, requiere que los
investigadores vean aplicaciones potenciales de sus resultados. La concreción
de esas aplicaciones necesitará de la comunicación con sus potenciales
aplicadores: la sociedad en su conjunto. Esta interacción abre la puerta para
que los investigadores, además de decir en qué están trabajando, puedan también
escuchar qué es lo que la sociedad tiene para aportar en cuanto a sus
necesidades.
¿Cómo puede abordarse la comunicación entre los
investigadores y la sociedad en su conjunto? Considero que hay dos modelos para
efectivizar esta comunicación:
- Funcionalista
- Estratégico
Modelo
funcionalista
Desarrollado para explicar aspectos técnicos del
proceso de comunicación telefónica, el modelo funcionalista desarrollado en
1948 por Shannon y Weaver tuvo una rápida aplicación al campo de la comunicación.
Cuando hablamos de comunicación en general y científica en particular, este
modelo tiene ventajas y desventajas. Entre las primeras podemos mencionar:
- su rapidez para transmitir información tendiente a lograr que los receptores estén enterados con el fin de tomar determinadas decisiones
- la posibilidad de producir contenido científico de manera rápida y sencilla (asumiendo que hay un conocimiento mínimo de las nuevas herramientas tecnológicas)
- la oportunidad de generar una presencia constante de las noticias científicas
- es apropiada para objetivos a corto plazo
La desventaja radica en su unidireccionalidad, en
la cual partimos de un emisor que tiene el conocimiento y un receptor que
ignora. No hay feedback, o sea que se considera que el receptor no tiene nada
para decirle al emisor.
Modelo
estratégico
El modelo estratégico de la comunicación
científica se basa en el modelo estratégico comunicacional desarrollado por la
Dra. Sandra Massoni (Fac. Ca. Política y Relaciones Internacionales –
Universidad Nacional de Rosario).
Este modelo tiene como diferencia fundamental del
anterior a la forma en que se concibe al “otro” a quien va dirigido el mensaje.
En este enfoque consideramos apropiado generar un espacio para interaccionar
con los otros actores involucrados en el cambio que buscamos.
Las situaciones asociadas con el cambio buscado
son complejas y fluidas. La complejidad del cambio buscado se vuelve clara al
considerar que el mismo tiene orígenes y consecuencias de naturaleza política,
económica, social, y cultural. La fluidez se manifiesta al comprender que
estamos trabajando en un proceso que cambia en el tiempo. Es una película, no
una foto fija.
¿Por qué
sustentable?
El cambio en la comunicación científica que buscamos
generar debe ser capaz de sostenerse ante situaciones cambiantes. Nutrirse de
esos cambios y adaptarse a las situaciones que se presenten. Esta es la
definición de sustentabilidad, en oposición a la idea de durabilidad, la cual se asocia con una
oposición al cambio.
Necesitamos entonces, generar un cambio que además
de permitir una constancia en la comunicación, cree también los mecanismos para
adaptarse y ser flexible. Necesitamos entonces una comunicación científica que
sea tanto constante como cambiante.
Constante en cuanto a su presencia, constancia
aportada por la visión funcionalista. Independizándose del capricho de los
medios masivos de comunicación que la llevan y la traen dependiendo de la
conveniencia a los intereses de esos medios. Esperar que los medios se hagan
cargo de las necesidades comunicacionales de los científicos es ingenuo, además
de injusto y peligroso.
Por otra parte, la comunicación científica que
buscamos debe tener un componente de cambio, de adaptabilidad, de flexibilidad
que viene dado por la visión estratégica, la cual incorpora a otros actores con
sus necesidades, saberes e intereses. Con vulnerabilidades nuestras y suyas.
Con la decisión de arriesgarnos a ser cambiados por esa situación que buscamos
transformar.
Si bien no existen recetas aplicables a todas las
situaciones, estos dos modelos mencionados pueden servir como guías para
encarar las distintas situaciones comunicacionales que se nos presenten en
ciencia. Las mayores posibilidades de cambio asociadas con el modelo
estratégico requerirán que seamos vulnerables y nos arriesguemos a
interaccionar con aquellos “otros” a quienes necesitamos convocar para el
cambio, interacción que puede obligarnos a rever las creencias con las cuales
comenzamos el proceso.
Al fin y al cabo la vida es cambio mientras que la
certeza absoluta paraliza, limita y fosiliza. La ciencia, como la vida, crece entre incertidumbres y certezas. La comunicación científica también.
*Miembro de la Escuela de Comunicación Estratégica de Rosario y miembro fundador del ETEC (Espacio Transdisciplinario de Encuentro Comunicacional).
*Miembro de la Escuela de Comunicación Estratégica de Rosario y miembro fundador del ETEC (Espacio Transdisciplinario de Encuentro Comunicacional).
Muy buen texto Claudio. En mi opinión, y en acuerdo con parte de tu texto es esencial que en ese proceso no existan individuos “todo conocedores” y por otro lado “escuchas que necesitan ser instruidos”. En el momento que ambas partes se reconocen como iguales en una sociedad y que cada uno tiene algo que aportar e intercambiar, ese intercambio se vuelve fructífero. Por el contrario, los discursos desde a tarima no sirven
ResponderEliminarEduardo
Eduardo
ResponderEliminarMuchas gracias por tu aporte. Seguimos trabajando en la transformación de costumbres arraigadas.
Estimado Claudio me parece un muy buen texto. Siempre creo que es responsabilidad de nosotros como cientificos, crear una "cultura cientifica" en la gente que no esta relacionada a nuestra actividad. De esta manera sera mas facil que la gente sea menos engañada con el dicho "cientificamente comprobado" que aparece en cualquier etiqueta y permitira entender mucho mas como la ciencia esta involucrada en todos nuestros procesos cotidianos.
ResponderEliminarsaludos
Buen blog!
Pablo
Pablo
EliminarMuchas gracias por tu comentario. Es cierto, la frasecita "científicamente comprobado" se usa cada vez más y sin mostrar ningún respaldo concreto de lo que se asevera.