sábado, 13 de julio de 2013

Hacia una comunicación científica sustentable

Transitamos un tiempo rico en posibilidades para ensayar nuevas perspectivas en el campo de la comunicación científica. Aprovechemos las oportunidades de generar nuevos encuentros que nos enriquezcan. 





El interés por la comunicación científica en la Argentina ha visto un resurgimiento en los últimos tiempos, de la mano de una mayor inversión en investigación por parte de las autoridades nacionales. El Ministro de Ciencia, Tecnología e Innovación Productiva, Dr. Lino Barañao, ha manifestado en reiteradas oportunidades la necesidad de generar proyectos de investigación que resuelvan problemáticas nacionales y locales. En una conferencia con los medios organizada en el Rectorado de la Universidad Nacional de Rosario en 2011, Barañao expresó que quiere que los investigadores dediquen una hora por semana a pensar en aplicaciones concretas del trabajo que están haciendo.

La pregunta particular “para qué sirve lo que estoy haciendo” nos lleva a la pregunta más general ¿para qué sirve la ciencia? Y esta última está directamente conectada con otra requisitoria: ¿para qué sirve la comunicación científica? Difícilmente se puedan contestar las dos primeras sin recurrir a la segunda.

La situación actual, entonces, requiere que los investigadores vean aplicaciones potenciales de sus resultados. La concreción de esas aplicaciones necesitará de la comunicación con sus potenciales aplicadores: la sociedad en su conjunto. Esta interacción abre la puerta para que los investigadores, además de decir en qué están trabajando, puedan también escuchar qué es lo que la sociedad tiene para aportar en cuanto a sus necesidades.

¿Cómo puede abordarse la comunicación entre los investigadores y la sociedad en su conjunto? Considero que hay dos modelos para efectivizar esta comunicación:
  1. Funcionalista
  2. Estratégico

Modelo funcionalista
Desarrollado para explicar aspectos técnicos del proceso de comunicación telefónica, el modelo funcionalista desarrollado en 1948 por Shannon y Weaver tuvo una rápida aplicación al campo de la comunicación. Cuando hablamos de comunicación en general y científica en particular, este modelo tiene ventajas y desventajas. Entre las primeras podemos mencionar:
  • su rapidez para transmitir información tendiente a lograr que los receptores estén enterados con el fin de tomar determinadas decisiones
  • la posibilidad de producir contenido científico de manera rápida y sencilla (asumiendo que hay un conocimiento mínimo de las nuevas herramientas tecnológicas)
  • la oportunidad de generar una presencia constante de las noticias científicas
  •  es apropiada para objetivos a corto plazo

La desventaja radica en su unidireccionalidad, en la cual partimos de un emisor que tiene el conocimiento y un receptor que ignora. No hay feedback, o sea que se considera que el receptor no tiene nada para decirle al emisor.

Modelo estratégico
El modelo estratégico de la comunicación científica se basa en el modelo estratégico comunicacional desarrollado por la Dra. Sandra Massoni (Fac. Ca. Política y Relaciones Internacionales – Universidad Nacional de Rosario).

Este modelo tiene como diferencia fundamental del anterior a la forma en que se concibe al “otro” a quien va dirigido el mensaje. En este enfoque consideramos apropiado generar un espacio para interaccionar con los otros actores involucrados en el cambio que buscamos.

Las situaciones asociadas con el cambio buscado son complejas y fluidas. La complejidad del cambio buscado se vuelve clara al considerar que el mismo tiene orígenes y consecuencias de naturaleza política, económica, social, y cultural. La fluidez se manifiesta al comprender que estamos trabajando en un proceso que cambia en el tiempo. Es una película, no una foto fija.

¿Por qué sustentable?
El cambio en la comunicación científica que buscamos generar debe ser capaz de sostenerse ante situaciones cambiantes. Nutrirse de esos cambios y adaptarse a las situaciones que se presenten. Esta es la definición de sustentabilidad, en oposición a la idea de  durabilidad, la cual se asocia con una oposición al cambio.

Necesitamos entonces, generar un cambio que además de permitir una constancia en la comunicación, cree también los mecanismos para adaptarse y ser flexible. Necesitamos entonces una comunicación científica que sea tanto constante como cambiante.

Constante en cuanto a su presencia, constancia aportada por la visión funcionalista. Independizándose del capricho de los medios masivos de comunicación que la llevan y la traen dependiendo de la conveniencia a los intereses de esos medios. Esperar que los medios se hagan cargo de las necesidades comunicacionales de los científicos es ingenuo, además de injusto y peligroso.

Por otra parte, la comunicación científica que buscamos debe tener un componente de cambio, de adaptabilidad, de flexibilidad que viene dado por la visión estratégica, la cual incorpora a otros actores con sus necesidades, saberes e intereses. Con vulnerabilidades nuestras y suyas. Con la decisión de arriesgarnos a ser cambiados por esa situación que buscamos transformar.

Si bien no existen recetas aplicables a todas las situaciones, estos dos modelos mencionados pueden servir como guías para encarar las distintas situaciones comunicacionales que se nos presenten en ciencia. Las mayores posibilidades de cambio asociadas con el modelo estratégico requerirán que seamos vulnerables y nos arriesguemos a interaccionar con aquellos “otros” a quienes necesitamos convocar para el cambio, interacción que puede obligarnos a rever las creencias con las cuales comenzamos el proceso.

Al fin y al cabo la vida es cambio mientras que la certeza absoluta paraliza, limita y fosiliza. La ciencia, como la vida, crece entre incertidumbres y certezas. La comunicación científica también.

*Miembro de la Escuela de Comunicación Estratégica de Rosario y miembro fundador del ETEC (Espacio Transdisciplinario de Encuentro Comunicacional).

4 comentarios:

  1. Muy buen texto Claudio. En mi opinión, y en acuerdo con parte de tu texto es esencial que en ese proceso no existan individuos “todo conocedores” y por otro lado “escuchas que necesitan ser instruidos”. En el momento que ambas partes se reconocen como iguales en una sociedad y que cada uno tiene algo que aportar e intercambiar, ese intercambio se vuelve fructífero. Por el contrario, los discursos desde a tarima no sirven
    Eduardo

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  2. Eduardo

    Muchas gracias por tu aporte. Seguimos trabajando en la transformación de costumbres arraigadas.

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  3. Estimado Claudio me parece un muy buen texto. Siempre creo que es responsabilidad de nosotros como cientificos, crear una "cultura cientifica" en la gente que no esta relacionada a nuestra actividad. De esta manera sera mas facil que la gente sea menos engañada con el dicho "cientificamente comprobado" que aparece en cualquier etiqueta y permitira entender mucho mas como la ciencia esta involucrada en todos nuestros procesos cotidianos.

    saludos

    Buen blog!

    Pablo

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    1. Pablo

      Muchas gracias por tu comentario. Es cierto, la frasecita "científicamente comprobado" se usa cada vez más y sin mostrar ningún respaldo concreto de lo que se asevera.

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