viernes, 7 de mayo de 2021

Humedal: "Si hay nuevas quemas, el deterioro del suelo alcanzaría niveles desconocidos"

Sergio Montico, investigador de la UNR, presentó los resultados del estudio realizado tras los incendios de 2020.

Por Eugenia Langone

Justo cuando el otoño empieza a secar los pastos y el humedal entra en los preludios de la llamada temporada de quema de pasturas, los investigadores de la Universidad Nacional de Rosario (UNR) hicieron una advertencia severa y señalaron que “no hay margen para seguir dañando los suelos". Así de claro lo señaló Sergio Montico, investigador de la Facultad de Ciencias Agrarias y parte del equipo que en agosto y octubre pasado relevó la Isla de los Mástiles en 24 puntos georreferenciados para medir cuantitativa y cualitativamente las pérdidas que produjeron 2020 las feroces quemas en la zona. “El daño ambiental provocado es muy alto y de haber nuevas quemas, el deterioro podría alcanzar niveles desconocidos", afirmó Montico. La recuperación a corto plazo no está dentro de las posibilidades y explicó que llevará “varias décadas poder recuperar" parte de lo perdido".

A lo largo del año pasado el Delta de Paraná sufrió durante meses, incluso fuera de época, quemas violentas que afectaron alrededor de 300 mil hectáreas provocando daños en más del 17 por ciento de su superficie. Un daño que generó severas consecuencias ambientales, además de sociales en quienes habitan diferentes zonas del humedal y que incluso vieron en riesgo sus viviendas.

En ese contexto, la UNR puso en marcha a través de su Plataforma Ambiental un monitoreo a largo plazo sobre el impacto y la recuperación del humedal, un proceso del que participaron varios grupos de investigadores que pusieron en marchas estudios con el afán de relevar las pérdidas en materia de suelo, flora, fauna y agua, entre otros elementos que integran el ecosistema del humedal.

Entre ellos estuvieron Montico, José Alberto Berardi y Néstor Di Leo, quienes entre agosto y octubre de 2020 recorrieron 24 puntos de la Isla de los Mástiles, un sector conformado fundamentalmente por sedimentos que se levanta frente a Granadero Baigorria, y tomaron muestras del suelo quemado para su análisis.

De ese trabajo se desprende la situación crítica en que se encuentran los suelos por al altísima pérdida de materia orgánica que sufrieron cuando el fuego elevó la temperatura hasta 400 grados centígrados y destruyó vegetación, raíces, microorganismos y toda la diversidad que habita ese espacio que, como no se ve, para la mayoría es invisible, señala el investigador.

Lo que se perdió

Lo que se perdió es mucho y difícil de recuperar. Y lo que hicieron los integrantes del equipo en estos meses fue ponerle números a esas pérdidas.

“Los suelos quemados están más compactados y se perdió más del 60 por ciento del fósforo generando una disminución de la fertilidad y del equilibrio con otros elementos que participan de la nutrición de la vegetación local”, señala el informe definitivo y advierte que otro “impacto muy relevante fue la disminución de carbono almacenado en el suelo, estimándose una pérdida media de dióxido de carbono equivalente de 16 toneladas por hectárea”.

Es más, el destino de este gas de efecto invernadero, junto con el liberado por la vegetación quemada, fue nada menos que la atmósfera, detalla el estudio y señala que por efecto de esa situación “tanto los suelos como la vegetación del humedal perdieron su relevante rol de sumideros”.

Montico destacó que “se trata de ambientes frágiles y vulnerables, que les cuesta mucho estar en equilibrio con su entorno, es decir el aire, el agua y la vegetación, cuando el fuego alterna sus funciones porque además, sus funciones están relacionadas con los compuestos que posee, con la materia orgánica justamente que es la que el fuego destruye".

Además de recalcar que “son suelos particulares, diferentes de los suelos pampeanos de la región", el investigador pone énfasis en que “el suelo acusa otras pérdidas, como es la porosidad. Eso hace que se compacte, ingresa menos agua y menos aire y se ve afectada toda su función biológica, que alberga vida: se alterna la microfauna y microbiología lo habita, la vida que hay en el suelo".

Lo que está claro, alerta el informe, es que de volver a repetirse las quemas, “los suelos podrían deteriorarse aún más, alcanzando incluso niveles desconocidos”. Y agrega: “El humedal y su biodiversidad están en riesgo, ya no hay margen para continuar con esta agresión”.

Poca resiliencia

Quemar sobre lo ya quemado haría que “el daño fuera multiplicador y exponencial", dejaron en claro los investigadores. Sin embargo, también señalaron que "la capacidad de recuperación del suelo es lenta" y de hecho impensada en el corto plazo.

“Es como un motor al que dejás de alimentar y deja de funcionar", dijo Montico para graficar la situación y señaló que si bien la recuperación es un proceso posible, dejó en claro que “llevará varias décadas, eso significa tres, cuatro, seis o hasta siete, lo que está claro es que no será en un período inmediato”.

Fuente

www.lacapital.com.ar

 

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