Dos especialistas trabajan con la población en edad jubilatoria para explorar nuevos caminos tras el cierre de un ciclo de trabajo en relación de dependencia. Por qué la jubilación ya no es lo que era.
Por Claudio Pairoba
Vejez, adulto mayor y palabras similares se asocian, generalmente, con inactividad y falta de proyectos. En definitiva, con falta de vida. Pero las cosas están cambiando. Con la prolongación de la expectativa de vida y la enorme cantidad de información disponible y asequible, cada vez son más las personas decidiendo que jubilarse no es el fin, si no el comienzo de una nueva etapa.
María Luján Puzzi, profesora y licenciada en psicopedagogía, y Evelina Cardelicchio, licenciada en psicología tienen amplia experiencia en el impacto psicosocial del retiro laboral y la construcción de un proyecto de vida para los adultos mayores.
Autoras de la técnica “Repensar miradas y proyectos” así como del libro “Otra mirada sobre las personas mayores. Continuar con proyectos es posible” (Editorial Bonum, 2022), coordinan talleres de acompañamiento en la transición a la jubilación junto con espacios de consultoría y capacitación en empresas para programas de acompañamiento durante esta etapa.
Ambas nos cuentan la sobre la situación actual de esta temática. El video de la entrevista completa está disponible en mi canal de YouTube.
Las tres revoluciones actuales
Puzzi establece el marco macroestructural en el que se inserta la jubilación moderna, identificando tres revoluciones simultáneas que obligan a replantear el concepto de vejez:
Revolución Demográfica: Existe un aumento significativo de la expectativa de vida y una inversión de la pirámide poblacional (más personas mayores que jóvenes). Citando al médico Diego Bernardini, Puzzi nos recuerda que "una persona que hoy cumple 50 años tiene un 50 % de probabilidades de vivir hasta los 95".
Revolución Científica y Tecnológica: Los avances en medicina e inteligencia artificial extienden la vida biológica y modifican el entorno.
Puzzi establece el marco macroestructural en el que se inserta la jubilación moderna, identificando tres revoluciones simultáneas que obligan a replantear el concepto de vejez:
Revolución Demográfica: Existe un aumento significativo de la expectativa de vida y una inversión de la pirámide poblacional (más personas mayores que jóvenes). Citando al médico Diego Bernardini, Puzzi nos recuerda que "una persona que hoy cumple 50 años tiene un 50 % de probabilidades de vivir hasta los 95".
Revolución Científica y Tecnológica: Los avances en medicina e inteligencia artificial extienden la vida biológica y modifican el entorno.
Revolución Social/Cultural: Cambios en la percepción de la vejez. Se transita de un modelo de "clases pasivas" (esperar la muerte tras el retiro) a uno de "sujetos activos" (productividad, movimiento físico, mental y espiritual).
Por su parte, Cardelicchio considera importante plantearnos la pregunta “qué pasa después de la jubilación”, generando espacios donde las personas puedan anticipar ese momento. “La idea es poder hablar y compartir cómo se da esta anticipación. Ir pensando anticipadamente cómo voy a poder seguir mi vida después de este gran cambio que es, justamente, el retiro del mundo laboral, sabiendo que el trabajo organiza nuestras vidas”, señala.
Por su parte, Cardelicchio considera importante plantearnos la pregunta “qué pasa después de la jubilación”, generando espacios donde las personas puedan anticipar ese momento. “La idea es poder hablar y compartir cómo se da esta anticipación. Ir pensando anticipadamente cómo voy a poder seguir mi vida después de este gran cambio que es, justamente, el retiro del mundo laboral, sabiendo que el trabajo organiza nuestras vidas”, señala.
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| Presentación del libro en el IX Congreso Latinoamericano de Psicogerontologia (Santiago de Chile, 20 al 22 de noviembre 2025) |
Vacío postlaboral e identidad
El retiro tiene un indudable impacto psicológico que puede desencadenar una crisis, ya que el trabajo organiza la vida, el tiempo y, fundamentalmente, la identidad: "soy gerente", "soy directora". Al desaparecer el rol laboral bajo relación de dependencia, surge una crisis de identidad derivada de la pregunta "¿quién soy ahora?".
En una primera etapa, el recién jubilado atraviesa una fase de “luna de miel”. La euforia inicial derivada de no tener horarios, poder dormir, viajar y desarrollar otras actividades que antes no podía llevar a cabo. Sin embargo, esta fase es finita. Tras un tiempo, la falta de rutina genera un vacío existencial y la pregunta inevitable: "y ahora, ¿qué hago?".
Puzzi detecta una carencia en la preparación previa. “Mucha gente llega después de haberse jubilado, cuando en realidad nosotras lo que proponemos es que uno pueda anticiparse, preverlo, planificarlo”, analiza. Por su parte, Cardelicchio destaca que “cuando uno piensa en la salida de este mundo laboral, siempre aclaremos que es bajo relación de dependencia. Una persona que iba a una organización con una rutina que se estructuraba en torno al trabajo".
El retiro tiene un indudable impacto psicológico que puede desencadenar una crisis, ya que el trabajo organiza la vida, el tiempo y, fundamentalmente, la identidad: "soy gerente", "soy directora". Al desaparecer el rol laboral bajo relación de dependencia, surge una crisis de identidad derivada de la pregunta "¿quién soy ahora?".
En una primera etapa, el recién jubilado atraviesa una fase de “luna de miel”. La euforia inicial derivada de no tener horarios, poder dormir, viajar y desarrollar otras actividades que antes no podía llevar a cabo. Sin embargo, esta fase es finita. Tras un tiempo, la falta de rutina genera un vacío existencial y la pregunta inevitable: "y ahora, ¿qué hago?".
Puzzi detecta una carencia en la preparación previa. “Mucha gente llega después de haberse jubilado, cuando en realidad nosotras lo que proponemos es que uno pueda anticiparse, preverlo, planificarlo”, analiza. Por su parte, Cardelicchio destaca que “cuando uno piensa en la salida de este mundo laboral, siempre aclaremos que es bajo relación de dependencia. Una persona que iba a una organización con una rutina que se estructuraba en torno al trabajo".
Anticipación y proyecto
Las expertas proponen un abordaje basado en la anticipación y la reconfiguración.
En la anticipación, y a través de procesos individuales o grupales antes del retiro, se puede realizar un duelo por lo que se deja (status, rutina, rol), reflexionar sobre habilidades adquiridas para aplicarlas en nuevos ámbitos y explorar intereses latentes o postergados.
Por su parte, en la reconfiguración se puede explorar el proyecto como motor vital. Partiendo de la tesis central de que los proyectos no tienen edad, resulta útil recordar que “los proyectos son el motor que nos impulsa" y la importancia de "ser parte de algo", como destaca Puzzi. Estos proyectos pueden ser variados: desde recreativos (viajes, lectura) hasta productivos/educativos (carreras universitarias, emprendimientos, voluntariado). Los proyectos estructuran el tiempo, otorgan sentido y mantienen a la persona en movimiento.
“Nosotras vamos explorando esto a lo largo de distintos encuentros que, por lo general y de manera grupal, son alrededor de cinco, con algunas actividades bien específicas pensadas para ir avanzando en la búsqueda de una respuesta a esta pregunta de “qué hacer”, explica Puzzi.
Deconstruyendo la edad y el "viejismo"
“Hay muchos prejuicios o estereotipos que a veces llevan a la discriminación de las personas mayores. Si ellas los hacen propios, afectan mucho cuando uno tiene que pensar en proyectos. Si pienso que no puedo o que ya mi edad no da para eso, estaré limitada a la hora de elegir o decidir qué quiero hacer” remarca Puzzi.
“Los proyectos no tienen edad”, destaca Cardelicchio. “No hay una edad para para enamorarte, para empezar a bailar, para ir a la universidad” agrega recordando que hoy es más frecuente ver personas adultas activas. Hay una tendencia a cambiar la imagen de alguien mayor como esa persona que se sienta en el banco de la plaza a darle de comer a las palomas o en su rol de abuelo (aunque no todas las personas mayores tienen nietos).
Puzzi menciona que estamos muy acostumbrados a la edad cronológica definiendo etapas pero que también tenemos que tener en cuenta que hay otras edades.
1. Edad Cronológica: El número en el documento (ej. 60/65 años para jubilarse legalmente).
2. Edad Biológica: El estado físico real (una persona de 80 puede estar mejor que una de 40 tras un ACV).
3. Edad Psicológica: La capacidad cognitiva, emocional y la proyección a futuro.
4. Edad Social: Los roles asignados. Aquí radica el problema del "viejismo" (término popularizado por el psiquiatra Leopoldo Salvarezza) o edadismo (la discriminación por edad).
“Como decía Eve, cada vez vemos más personas mayores cronológicamente asumiendo roles distintos al de abuelo jubilado” enfatiza Puzzi. La psicopedagoga agrega que “al hablar de una persona de más de 60, hoy por hoy, podemos pensar que es un estudiante, un trabajador, un emprendedor, activista, voluntario. Hay muchos otros roles para cubrir que nos corren del lugar de abuelos o de jubilados. En función de eso, tenemos que ir trabajando, no solo como profesionales, sino también como integrantes de la sociedad” señala.
Las expertas proponen un abordaje basado en la anticipación y la reconfiguración.
En la anticipación, y a través de procesos individuales o grupales antes del retiro, se puede realizar un duelo por lo que se deja (status, rutina, rol), reflexionar sobre habilidades adquiridas para aplicarlas en nuevos ámbitos y explorar intereses latentes o postergados.
Por su parte, en la reconfiguración se puede explorar el proyecto como motor vital. Partiendo de la tesis central de que los proyectos no tienen edad, resulta útil recordar que “los proyectos son el motor que nos impulsa" y la importancia de "ser parte de algo", como destaca Puzzi. Estos proyectos pueden ser variados: desde recreativos (viajes, lectura) hasta productivos/educativos (carreras universitarias, emprendimientos, voluntariado). Los proyectos estructuran el tiempo, otorgan sentido y mantienen a la persona en movimiento.
“Nosotras vamos explorando esto a lo largo de distintos encuentros que, por lo general y de manera grupal, son alrededor de cinco, con algunas actividades bien específicas pensadas para ir avanzando en la búsqueda de una respuesta a esta pregunta de “qué hacer”, explica Puzzi.
Deconstruyendo la edad y el "viejismo"
“Hay muchos prejuicios o estereotipos que a veces llevan a la discriminación de las personas mayores. Si ellas los hacen propios, afectan mucho cuando uno tiene que pensar en proyectos. Si pienso que no puedo o que ya mi edad no da para eso, estaré limitada a la hora de elegir o decidir qué quiero hacer” remarca Puzzi.
“Los proyectos no tienen edad”, destaca Cardelicchio. “No hay una edad para para enamorarte, para empezar a bailar, para ir a la universidad” agrega recordando que hoy es más frecuente ver personas adultas activas. Hay una tendencia a cambiar la imagen de alguien mayor como esa persona que se sienta en el banco de la plaza a darle de comer a las palomas o en su rol de abuelo (aunque no todas las personas mayores tienen nietos).
Puzzi menciona que estamos muy acostumbrados a la edad cronológica definiendo etapas pero que también tenemos que tener en cuenta que hay otras edades.
1. Edad Cronológica: El número en el documento (ej. 60/65 años para jubilarse legalmente).
2. Edad Biológica: El estado físico real (una persona de 80 puede estar mejor que una de 40 tras un ACV).
3. Edad Psicológica: La capacidad cognitiva, emocional y la proyección a futuro.
4. Edad Social: Los roles asignados. Aquí radica el problema del "viejismo" (término popularizado por el psiquiatra Leopoldo Salvarezza) o edadismo (la discriminación por edad).
“Como decía Eve, cada vez vemos más personas mayores cronológicamente asumiendo roles distintos al de abuelo jubilado” enfatiza Puzzi. La psicopedagoga agrega que “al hablar de una persona de más de 60, hoy por hoy, podemos pensar que es un estudiante, un trabajador, un emprendedor, activista, voluntario. Hay muchos otros roles para cubrir que nos corren del lugar de abuelos o de jubilados. En función de eso, tenemos que ir trabajando, no solo como profesionales, sino también como integrantes de la sociedad” señala.
El aporte de la psicogerontología
Como indica Puzzi, la psicogerontología, en la cual se apoyan, es un campo interdisciplinario que tiene que ver con el envejecimiento y en el cual participan profesionales de distintas áreas. “Surge como la tercera región epistemológica en las ciencias del envejecimiento”, indica la psicopedagoga. “Al principio empezamos por la biogerontología, todo lo que tenía que ver con el cuerpo, con lo físico. Después apareció la gerontología social, enfocada en el contexto. Pero al investigar distintas situaciones, se veía que dos personas en el mismo contexto y con las mismas cualidades físicas envejecían de manera distinta. Así es como surge la psicogerontología”, comenta.
El enfoque psicogerontológico permite a ambas profesionales pensar en ciertos factores psíquicos protectores para un buen envejecimiento. De esta manera, aparece el tema de compensar pérdidas con ganancias. “Si alguna cosa me cuesta un poco más, la puedo hacer un poco más lento, con menor intensidad. Entonces, no se trata de que a los 80 estemos haciendo las mismas cosas y de la misma manera que a los 30. Se trata de que a los 80 las hagamos como las podemos hacer a los 80, pero que las hagamos” reflexiona Puzzi, agregando que la idea no es negar el paso del tiempo sino asumirlo de una forma positiva, optimista.
Cardelicchio rescata la importancia de tener proyectos, clasificándolos en de corto, mediano y largo plazo. “Hay proyectos que son a corto tiempo, como irme de vacaciones con mis amigas o a largo plazo como el ser estudiante universitario. Lo importante es definir qué proyectos van a necesitar mayor esfuerzo que otros”, indica la psicóloga.
Como indica Puzzi, la psicogerontología, en la cual se apoyan, es un campo interdisciplinario que tiene que ver con el envejecimiento y en el cual participan profesionales de distintas áreas. “Surge como la tercera región epistemológica en las ciencias del envejecimiento”, indica la psicopedagoga. “Al principio empezamos por la biogerontología, todo lo que tenía que ver con el cuerpo, con lo físico. Después apareció la gerontología social, enfocada en el contexto. Pero al investigar distintas situaciones, se veía que dos personas en el mismo contexto y con las mismas cualidades físicas envejecían de manera distinta. Así es como surge la psicogerontología”, comenta.
El enfoque psicogerontológico permite a ambas profesionales pensar en ciertos factores psíquicos protectores para un buen envejecimiento. De esta manera, aparece el tema de compensar pérdidas con ganancias. “Si alguna cosa me cuesta un poco más, la puedo hacer un poco más lento, con menor intensidad. Entonces, no se trata de que a los 80 estemos haciendo las mismas cosas y de la misma manera que a los 30. Se trata de que a los 80 las hagamos como las podemos hacer a los 80, pero que las hagamos” reflexiona Puzzi, agregando que la idea no es negar el paso del tiempo sino asumirlo de una forma positiva, optimista.
Cardelicchio rescata la importancia de tener proyectos, clasificándolos en de corto, mediano y largo plazo. “Hay proyectos que son a corto tiempo, como irme de vacaciones con mis amigas o a largo plazo como el ser estudiante universitario. Lo importante es definir qué proyectos van a necesitar mayor esfuerzo que otros”, indica la psicóloga.
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De igual manera, podemos elegir capitalizar nuestra experiencia formando a otros, aunque ya no con los horarios demandantes con los que vivimos nuestra vida laboral previa. No solo lo económico pesa en esta nueva etapa. También pueden volverse factores importantes la gratitud por lo vivido y el interés por dejar una huella, un legado en la comunidad. El abanico de opciones es amplio.
Vale la pena destacar que es importante equilibrar los proyectos individuales con aquellas iniciativas que buscan fortalecer vínculos con otros.
El libro
“El libro surgió un poco de nuestra experiencia, de los talleres que fuimos realizando con Luján y de encontrarnos con que no había muchas herramientas para poder abordar este acompañamiento” rememora Cardelicchio. La psicóloga recuerda que el antecedente al libro fueron las “Tarjetas Repensar” que habían diseñado para representar distintas situaciones que podrían atravesar las personas jubiladas o a punto de hacerlo y que usan para facilitar el diálogo y la reflexión individual/grupal.
Así surge el libro “Otra mirada sobre las personas mayores: Continuar con proyectos es posible”, el cual ofrece una fundamentación teórica extensa y una "caja de herramientas" (recursos lingüísticos, gráficos, audiovisuales) para profesionales que acompañan la transición a la jubilación. El libro tiene prólogo de Graciela Zarebski y Sergio Rascovan, dos referentes en el tema.
Una mayor expectativa de vida derivada de los avances en medicina
posibilitan una nueva mirada sobre los adultos mayores y sus intereses
Reflexión final
La jubilación ya no es el fin de la vida productiva, sino una transición hacia una etapa extensa (potencialmente 20-30 años más). La clave del bienestar radica en autoconocimiento (preguntarnos “qué queremos” más allá de los mandatos), la socialización (mantener vínculos fuera del trabajo) y la flexibilidad de darse permiso para probar, cambiar y disfrutar del tiempo propio sin culpa.
Las especialistas concluyen con una fuerte invitación a la acción y la mentalidad positiva. "Mientras estemos vivos, tenemos siempre un motivo para seguir adelante y la posibilidad de pensar en cómo queremos vivir nuestra vida haciendo lo que queramos. Que nadie nos diga qué podemos y qué no podemos" sentencia Puzzi.
Por su parte, Cardelicchio rescata el tema de los pemisos. “¿Para qué me voy a dar permiso? ¿Para qué me voy a autorizar? También es interesante cuando las personas reconocen que en este recorrido que han hecho, ya cumplieron con las parejas, con los hijos. Ahora es el momento de uno” remarca la psicóloga. “Hay un mundo sumamente rico a partir de la jubilación", cierra, oponiéndose a la creencia de que la jubilación es un abismo.
Instagram: experiencias.compartidas (disponible para compra del libro)
La jubilación ya no es el fin de la vida productiva, sino una transición hacia una etapa extensa (potencialmente 20-30 años más). La clave del bienestar radica en autoconocimiento (preguntarnos “qué queremos” más allá de los mandatos), la socialización (mantener vínculos fuera del trabajo) y la flexibilidad de darse permiso para probar, cambiar y disfrutar del tiempo propio sin culpa.
Las especialistas concluyen con una fuerte invitación a la acción y la mentalidad positiva. "Mientras estemos vivos, tenemos siempre un motivo para seguir adelante y la posibilidad de pensar en cómo queremos vivir nuestra vida haciendo lo que queramos. Que nadie nos diga qué podemos y qué no podemos" sentencia Puzzi.
Por su parte, Cardelicchio rescata el tema de los pemisos. “¿Para qué me voy a dar permiso? ¿Para qué me voy a autorizar? También es interesante cuando las personas reconocen que en este recorrido que han hecho, ya cumplieron con las parejas, con los hijos. Ahora es el momento de uno” remarca la psicóloga. “Hay un mundo sumamente rico a partir de la jubilación", cierra, oponiéndose a la creencia de que la jubilación es un abismo.
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Entrevista Puzzi - Cardelicchio
Claudio Pairoba es bioquímico,
farmacéutico y doctor por la Universidad Nacional de Rosario. Máster en
Análisis de Medios de Comunicación y Especialista en Comunicación Ambiental.
Miembro de la Escuela
de Comunicación Estratégica de Rosario y la Red Argentina de
Periodismo Científico. Acreditado con la American Association for the
Advancement of Science (Science) y la revista Nature.
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Desafíos globales - Envejecimiento





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