domingo, 3 de agosto de 2014

Los controles de bioseguridad bajo fuego

Los expertos piden una cultura más fuerte en los sitios seguros luego de los incidentes que involucraron ántrax y gripe en un laboratorio norteamericano.


Por Declan Butler
Traducción por Claudio Pairoba

Los recientes accidentes que involucraron patógenos mortales en un laboratorio de primer nivel de los EE.UU. ponen de relieve la necesidad de una revisión global de importancia con relación a los controles de bioseguridad, dicen los expertos.

Los Centros para el Control y Prevención de Enfermedades (CDC) en Atlanta, Georgia, informaron de dos accidentes con ántrax y el mortal virus de la gripe H5N1. Los profesionales de la bioseguridad argumentan que tales incidentes muestran que sin una fuerte cultura en bioseguridad, incluso las dependencias de alta seguridad son susceptibles de errores que pueden poner en riesgo a los trabajadores y al público.

Hasta ahora, la bioseguridad ha sido mayormente sobre la biocontención física, cumpliendo las regulaciones de seguridad y siguiendo procedimientos operativos estándar y reconocidos, indica Tim Trevan, quien es el director ejecutivo para el Concejo Internacional para las Ciencias de la Vida, un cuerpo sin fines de lucro en McLean, Virginia, el cual asesora en políticas de bioseguridad. Pero las organizaciones también necesitan enfocarse en el desarrollo de comportamientos de seguridad más estrictos, indica el experto. “Espero que los accidentes sean disparadores de un profundo cambio cultural, no solo en los CDC sino en los laboratorios de alta contención de todas partes.”


Los incidentes en los CDC ocurrieron en marzo y junio. En el primero, una muestra de un virus de gripe de baja virulencia que fue transferido a otro laboratorio había sido contaminado accidentalmente con el letal cepa H5N1 de la gripe aviar. El segundo incidente involucró la transferencia de bacterias del ántrax las cuales habían sido inactivadas aparentemente de manera inadecuada desde un laboratorio de nivel 3 de bioseguridad hacia un laboratorio con un nivel de seguridad más bajo el cual no estaba equipado para manejar un patógeno tan peligroso.

Los hechos han desatado una tormenta política y en los medios, lo cual condujo a una presión considerable sobre los CDC y otros laboratorios norteamericanos para que mejoren sus prácticas. El 16 de julio, Thomas Frieden, el director de los CDCs, fue convocado para testificar en relación al incidente con ántrax ante un comité del congreso. “El hecho de que algo como esto pueda ocurrir en un super laboratorio es inquietante porque me indica que necesitamos examinar nuestra cultura de seguridad en todos nuestros laboratorios”, manifestó en anticipación de la audiencia. “Sin duda, estamos viendo las implicancias para los laboratorios de todo el país y de todo el mundo.”


La semana pasada, los CDC anunciaron la creación de un comité independiente para rever los dispositivos de seguridad. La cultura de la seguridad está entre los temas que el comité discutirá cuando se reúna por primera el mes que viene.

El término “cultura de seguridad” es más que palabrería – las estructuras gerenciales para asistir en la seguridad organizacional están bien establecidas en, por ejemplo, aerolíneas y energía nuclear, dice Trevan. La creación de tal cultura requiere de prácticas y entrenamiento que estén dirigidos a ocuparse de riesgos en una forma estructurada, así como al monitoreo constante y la mejora del rendimiento. A pesar de esto, los investigadores y cuerpos de supervisión con demasiada frecuencia tienen una cultura liviana, agrega.

Esto puede resultar en una mentalidad gerencial del tipo “no nos importa si el plan funciona siempre y cuando tengamos un plan”, dice Sean Kaufman, presidente de Behavioral-Based Improvement Solutions – una compañía en Woodstock, Georgia, que entrena personal para trabajar en laboratorios de biocontención. Kaufman agrega que las organizaciones a menudo son reticentes a destinar recursos para la mejora de las prácticas. “Generalmente, los responsables solo invertirán una cierta cantidad en bioseguridad, el mínimo requerido para evitarles problemas y cumplir con los reglamentos.”

Durante la década pasada, se le ha prestado más atención a la cultura de la bioseguridad a medida que el tema se vuelto cada vez más profesional. En el 2008, el Comité Europeo para Estandarización en Bruselas adoptó el primer marco de manejo internacionalmente reconocido para la seguridad en dependencias que manejan patógenos peligrosos. Este acuerdo voluntario está siendo adaptado de manera de convertirlo en un estándar de la Organización Internacional para Estandarización, lo cual le daría reconocimiento mundial.

La Organización Mundial de la Salud (OMS) recomendó que las organizaciones adopten el acuerdo voluntario CWA 15793, dice Nicoletta Previsani, ex directora de bioseguridad y bioseguridad en el laboratorio de la OMS y ahora responsable por su programa de erradicación de la polio. “El acuerdo CWA 15793 es un cambio en la forma de pensar”, agrega, indicando que de todas maneras su implementación requiere de una inversión considerable.

La OMS ha adoptado este estándar para la supervisión de los dos laboratorios que tienen los últimos stocks para el virus de la viruela – uno en el CDC de Atlanta, y el otro cerca de Novosibirsk en Rusia. Recomendó específicamente que las dependencias que desarrollen investigación sobre la gripe y que potencie su transmisión, virulencia o rango de huéspedes, se rijan por el acuerdo CWA u otro equivalente.

Pero una aceptación más amplia hasta el momento ha sido limitada. Por ejemplo, el CDC no ha implementado el estándar de manera completa, En una encuesta llevada adelante con 118 miembros de la Organización de Bioseguridad Europea (tres cuartos de los cuales eran profesionales de bioseguridad), solamente 33% indicaron que estaban usando el acuerdo CWA 15793 en sus instituciones y 15% nunca habían tenido noticias del mismo. Entre las razones esgrimidas para no implementarlo incluyeron falta de recursos, su naturaleza “excesiva” y la disponibilidad de estándares nacionales similares.

De todas maneras, muchas organizaciones están usando el estándar CWA para mejorar el manejo de la bioseguridad sin entrar en demoras para buscar una certificación formal, según indica Gary Burns, un consultor de bioseguridad del Reino Unido quien fue vice-director del grupo que desarrolló el CWA 15793. Burns espera que, de ser adoptado como un estándar internacional, el acuerdo tendrá un mayor uso formal e informal.

Pero tales estándares del manejo de seguridad no son una “bala mágica”, advierte Maureen Ellis, directora ejecutiva de la Federación Internacional de Asociaciones de Bioseguridad (IFBA por sus siglas en inglés) en Ottawa, Canada, dado que para ser efectivas, todo el personal debe cumplirlas. Con demasiada frecuencia, los investigadores consideran a la bioseguridad como una carga extra, “algo que tienen que hacer porque así lo dicen las reglas”, explica Ellis.

La IFBA ha buscado fondos para llevar adelante una cultura mejorada de la bioseguridad en los laboratorios, pero los aportantes no están interesados, agrega Ellis, en parte porque los resultados tangibles son difíciles de medir. “Hay dinero para diagnóstico e investigación, pero pida dinero para bioseguridad y no hay nada, es una prioridad menor” enfatiza Ellis.

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