Por Claudio Pairoba
La comunicación
de la ciencia ha ganado un lugar preponderante en los últimos años. Después de un largo período en
el cual se buscaba que esta actividad formara parte del día a día de la sociedad,
hemos llegado a un punto donde hablar sobre ciencia es algo, al
menos, un poco más habitual.
Gracias a este
avance, entramos ahora en otra etapa: reflexionar sobre algunos criterios para el ejercicio de esta práctica.
En la actualidad no existe una cultura extendida y afianzada acerca de la formación de los comunicadores*
científicos. Si bien hay algunos posgrados e iniciativas aisladas la formación académica de comunicadores
científicos es bastante limitada a nivel nacional, aunque algunas
universidades comienzan a pensar en proyectos para cubrir este área de
vacancia.
Expondré tres puntos que considero serían útiles al momento de diseñar algunos lineamientos generales para la práctica de la comunicación científica:
Expondré tres puntos que considero serían útiles al momento de diseñar algunos lineamientos generales para la práctica de la comunicación científica:
1. Formación
2. Dedicación
3. Interacción
Obviamente, esta es una mirada subjetiva que parte de mi formación y experiencia laboral por lo cual no tiene como objetivo constituirse en una “receta” sobre cómo hay que comunicar la ciencia (mi idea es que todos podemos comunicar ciencia con interés y herramientas apropiadas). Simplemente busco plantear algunas propuestas para pensar la pregunta “¿por qué es necesario profesionalizar la comunicación científica?”
1. Sobre la formación del comunicador
científico
El comunicador de la ciencia engloba a profesionales que, viniendo desde
distintos orígenes formativos, han elegido comunicar la ciencia como actividad
principal.
Lo más común es
que los comunicadores sociales o periodistas se dediquen a esta actividad. Su
formación implica un interés temprano en la actividad comunicacional y una
formación acorde para responder a estos requerimientos.
Dada la
popularidad que este campo ha alcanzado durante los últimos años, empieza a ser
más común que egresados de otras carreras comiencen a explorar la
posibilidad de dedicarse a la comunicación científica.
Aparecen
entonces profesionales relacionados con la Física, la Química o la Biología que hacen comunicación de la ciencia. No
es un dato menor que estas carreras no tengan una
formación intensa en cuanto a lo comunicacional, probable razón que haya demorado la incursión de sus egresados en el campo que nos convoca.
Por lo arriba
expuesto considero que el comunicador científico necesita tener herramientas de
comunicación y de ciencia. Por esta razón, aquellos que provienen del campo
comunicacional por formación, se verán beneficiados de incorporar conocimientos
científicos (los cuales dependerán del área de interés) y los profesionales de
las "ciencias duras" incrementarán sus capacidades por la incorporación de
herramientas comunicacionales.
2. Full time (o casi)
La
profesionalización de la comunicación científica implica la posibilidad de que
el comunicador científico se dedique de lleno a esta actividad. Si bien esto
estará en gran medida determinado por las posibilidades que den los grandes
medios, no debemos olvidar que desde el advenimiento de la Internet hemos ganado la
capacidad de generar medios alternativos cuyo desarrollo abre posibilidades muy interesantes.
Cuando el
comunicador científico puede vivir de la comunicación de la ciencia, tiene
tiempo para estar en el mundo científico en un 100%. Esto implica que conocerá
lo que sucede en ese entorno, quién es quién, cuáles son las líneas de trabajo,
la historia de cada investigador y grupo de trabajo, los odios y amores que se presentan como en cualquier actividad humana y las pujas de poder existentes.
Esto es
importante no solo por lo que el comunicador científico podrá escribir, si no
por todo aquello que conocerá y sobre lo cual no escribirá nunca. Pero que se
convertirá en un sustrato por demás útil para algo clave al momento de hablar
con los científicos: la repregunta.
Al mismo tiempo, la interacción contínua del comunicador científico con los investigadores y la forma de trabajo de aquellos contribuiran a crear una relación de confianza que estimulará la apertura de los científicos.
Al mismo tiempo, la interacción contínua del comunicador científico con los investigadores y la forma de trabajo de aquellos contribuiran a crear una relación de confianza que estimulará la apertura de los científicos.
3. Interacción: la repregunta
Un sano escepticismo es siempre útil al momento de examinar la actividad científica.
Comunicar ciencia es mucho más que dar una noticia sobre un avance científico
(el hecho de concentrarse solo en avances es otro tema para debatir). Comunicar
ciencia implica tener un bagaje de conocimientos que nos permitan preguntarnos
sobre la verosimilitud de la información que nos llega, sus posibilidades de
aplicación en caso de ser exacta, los aspectos positivos y negativos asociados al nuevo
descubrimiento y sus implicancias sociales, culturales y políticas.
Un comunicador
que no se especializa en ciencia y llega a entrevistar a un/a científic@ se encuentra
bastante limitado en su formación como para saber de qué le están hablando.
Pero no sólo eso: tampoco tiene herramientas para discernir si el entrevistado está dando información cierta.
La ciencia, como
cualquier otra actividad humana, incluye a investigadores cuyos trabajos no son
necesariamente exactos y proyectos cuya importancia se distorsiona con fines
diversos. Si el comunicador no se maneja en el medio científico no tiene forma
de detectar estas situaciones y queda en la posición de aquel a quien se le
entrega un hermoso paquete envuelto en papel brillante y con un hermoso moño de
color.
Los dos puntos
que mencioné inicialmente, conocer sobre ciencia y conocer sobre el medio
científico, se constituyen entonces en verdaderas vacunas contra la infección
por información falsa, egos distorsionados y proyectos inflados. En estas
condiciones el comunicador no solo escucha lo que le dicen, si no que lo
analiza y genera una nueva pregunta para clarificar el panorama.
Cerrando el círculo
Volviendo a la
pregunta inicial, “¿por qué profesionalizar la comunicación científica?”, la
respuesta es fácilmente deducible de los tres puntos anteriores.
Seguramente
habrá otras razones para propender a crear un espacio mejor preparado desde lo
académico y lo práctico para abordar la comunicación de la ciencia. Pero,
desde mi perspectiva, los tres puntos expuestos grafican de manera clara
que, para hacer comunicación científica, necesitamos saber de lo que estamos
hablando, tanto en lo comunicacional como en lo científico.
* Usaré la palabra comunicador para englobar a aquellos profesionales que, viniendo de distintos caminos formativos, han elegido la comunicación como espacio de trabajo.
* Usaré la palabra comunicador para englobar a aquellos profesionales que, viniendo de distintos caminos formativos, han elegido la comunicación como espacio de trabajo.
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