En
sus primeros cien años, la Química había dado muchos tumbos. Algunos
químicos seguían con mentalidad de alquimista, como el que descubrió el
fósforo por casualidad buscando oro en la orina. Como en la Edad Media,
hablaban de aceite de vitriolo en lugar de ácido sulfúrico y recurrían a
una sustancia imaginaria, el flogisto, para tapar los agujeros de unas
teorías que no habían cambiado desde de la Grecia antigua. Antoine de Lavoisier logró sacar a la Química de aquel callejón sin salida pero,
pese a ser un revolucionario científico, murió guillotinado en 1794
porque en la Revolución Francesa cayó en el bando equivocado. Nacido en
un una rica familia parisina, heredó una fortuna a los 25 años, recién
admitido en la Academia de las Ciencias, y decidió invertir en una
compañía privada que recaudaba impuestos para el Estado y se ensañaba
con los pobres.
Grabado de Antoine-Laurent Lavoisier, en su laboratorio. Autor: Louis Jean Desire Delaistre
Ese mismo negocio que le llevó a la guillotina le permitió montar el
mejor laboratorio privado de la época sin reparar en gastos. Le
obsesionaba medir y pesar todo con exactitud y así derribó las creencias
en la vieja teoría de los cuatro elementos (aire, agua, tierra y
fuego), según la cual el agua podía transmutarse en tierra. Al hervir
agua durante mucho tiempo aparecía un residuo sólido en el fondo del
recipiente, así que ¿cómo atreverse a dudar de la evidencia? Lavoisier
lo hizo y, con sus precisos experimentos, demostró que el recipiente de
vidrio perdía un peso igual al del sedimento que aparecía.
Siguió prosperando al casarse con la hija de un directivo de su compañía. Hicieron muy buena pareja en el laboratorio: ella tomaba notas de sus experimentos, le dibujaba las ilustraciones y le traducía artículos científicos en inglés. Juntos abordaron el tema candente de la química del siglo XVIII: ¿por
qué unas cosas arden y pierden peso al calentarlas, mientras que otras,
los metales, se cubren de óxido y ganan peso? Lavoisier sospechó que lo
que ganaban los metales lo perdía el aire y siguió las pistas dejadas
por otros químicos.
Se perdió varias veces y se equivocó otras tantas, hasta que el inglés Priestley
le habló de una nueva clase de aire, que hacía que las cosas ardieran
mejor, o se oxidaran antes, y con la que los ratones sobrevivían el
doble de tiempo y muy activos en un recipiente sellado. Lavoisier
repitió los experimentos de Priestley y se apropió del descubrimiento de
ese nuevo elemento que formaba parte del aire y al que llamó oxígeno (“generador de ácido”, en griego), creyendo por error que estaba presente en todos los ácidos.
De error en error, llegó al acierto final: su Tratado elemental de química (1789),
publicado el año de la Revolución Francesa. En él explicó que la
combustión, la oxidación de los metales y la respiración de los animales
son en realidad un mismo tipo de procesos: reacciones en las que se
consume oxígeno. Al experimentar en recipientes cerrados, comprendió que
en las reacciones químicas no se perdía ni ganaba peso. Puedes quemar
esta hoja y convertirla en humo y cenizas, pero la cantidad total de
materia sigue siendo la misma: se puede transformar, pero no eliminar.
Es la ley de la conservación de la masa de Lavoisier, la primera teoría científica que tuvo la Química.
También les dio a las sustancias químicas sus nombres modernos y creó
la primera tabla de los elementos, en la que ya no estaban aire y agua,
pero todavía incluía la luz y el calor. A pesar de sus errores y de que
no descubrió ningún elemento, supo recopilar los descubrimientos de
otros y darles un sentido que no tenían por separado. Al día siguiente
de su ejecución, el matemático Lagrange lo recordó así: «Bastó un
instante para cortar esa cabeza, y cien años puede que no sean
suficientes para dar otra igual».
Los órganos que van a ser transplantados se transportan en
conservadoras como las que se usan para ir a la playa o a un picnic.
Esto parece increíble cuando consideramos que estamos hablando de
órganos de cuyo transporte adecuado depende la vida de una persona. El
sistema ha venido funcionando de esta manera, pero un accidente reciente nos muestra lo frágil de la metodología que se usa en la actualidad para transportar vida.
En el ámbito del Centro Binacional (Argentina-Italia) de Investigaciones en Criobiología Clínica y Aplicada
(CAIC), cuatro jóvenes trabajan para desarrollar una nueva forma de
transportar órganos para trasplante. Lo que surgió como una consulta a
través de una red social derivó en un proyecto que abre un abanico de
interesantes posibilidades con aplicaciones específicas.
Magalí Mancini (MM) y Constanza Bacigalupi (CB) son dos estudiantes próximas a recibirse de la carrera de Diseño Industrial
(Universidad Nacional de Córdoba). Como proyecto final de tesis
trabajan en un dispositivo para transportar órganos. Su interés por
incorporar a su proyecto un sistema de enfriamiento de origen nacional
las llevó a contactarse con Matías Carnevale (MC), Licenciado en
Genética de la Universidad Nacional de Misiones, y con Leonardo Juan de
Paz (LJdeP), Licenciado en Biotecnología de la Universidad Nacional de
Rosario (UNR), ambos becarios del CAIC.
Detectando una necesidad
¿Cómo se conocieron?
MM: Nos conocimos en un congreso buscando temas para tesis. A
las dos nos interesaba el diseño industrial relacionado con el ámbito
médico. Queríamos hacer un proyecto que no quede solamente en la tesis
si no que vaya más allá. Que pueda ser después o nuestra fuente de
trabajo o un proyecto que se pueda producir.
CB: Llegamos a la temática de la preservación de
órganos leyendo e investigando temas en el ámbito médico. Leímos una
noticia de donación que se hizo en México y en la cual se había abierto
un contenedor. Esto nos alarmó y llamó nuestra atención. Por eso nos
interesó ver qué podemos aportar desde el diseño para solucionar la
problemática.
Parece rudimentario utilizar una conservadora.
MM: Es una conservadora común de picnic, familiar, con hielo y
pañales en la base para absorber las filtraciones y un rótulo de la
entidad competente. El órgano va dentro de una bolsa. Después del
accidente dijeron que el órgano no había sufrido daños y que el paciente
estaba bien.
¿Se usa el mismo método de preservación independientemente del órgano?
MC: Se usa el mismo método para todos, pero obviamente hay
órganos que son más sensibles. Este tipo de preservación se denomina
preservación estática. Bajan el metabolismo del órgano para que no sufra
demasiado daño por la falta de oxígeno hasta que están en condiciones
de implantarlo. Para todos los órganos se trabaja de la misma forma,
fundamentalmente grandes órganos abdominales y torácicos. Para las
córneas, por ejemplo, se trabaja con otra metodología de preservación.
O sea que el dispositivo sobre el cual Uds. están trabajando
sería para dejar de usar estas hieleras y también para mejorar las
condiciones de llegada del órgano.
MC: Nosotros vemos la necesidad, siendo que hay equipos
médicos o de laboratorio que son tan costosos. Nos parece ilógico no
invertir en un sistema de transporte adecuado. Había que desarrollar
algo. También tratar que el órgano sufra el menor daño posible ya que se
trata de la calidad de vida de una persona.
¿Qué pasa en los países del Primer Mundo?
MM: Por lo que vimos hay algo desarrollado, pero no siempre se
cumplen las normativas que hay que seguir. Por ejemplo, enfrían pero no
son autónomas o no se llega a la temperatura a la cual se tiene que
llegar. Nosotros lo que queríamos es buscar algo que reúna todas las
condiciones en un solo producto. Así llegamos a esta instancia.
¿Cómo se relaciona esto con la normotermia?
MC: La perfusión en normotermia es una técnica para el reacondicionamiento del órgano antes de implantarlo más que para preservar.
CB: No hay antecedentes directos de algo que resuelva
la problemática en particular. Otro aspecto fundamental desde el diseño
industrial específicamente, es el tema comunicacional de producto, de
que sea una conservadora para el uso médico. Que se regulen y respeten
las normativas vigentes, que se adapte para el personal interviniente de
los procuradores y que comunique que está llegando vida y no una lata
de cerveza.
MM: Es como que impactaba mucho tanto a los médicos
como a los familiares de transplantados con quienes hablamos. Nos decían
“yo vi llegar en una conservadora de picnic el órgano que era para mi
hija”. Esto era muy chocante.
MC: El equipo que estamos desarrollando ahora deja de
ser una conservadora. Es un sistema de enfriamiento controlado, algo
distinto. Estamos tratando de evitar el uso de hielo. Buscamos usar
placas eutécticas que es algo más higiénico. Es un sistema de
preservación estática del órgano, no una conservadora.
¿Que tipos de productos industriales se desarrollan en Córdoba?
CB: Hay una tendencia a hacer productos para la industria
agrícola o automotriz, quizás. No parece haber tanta influencia en el
campo médico y a nosotras nos interesó hacer este aporte. Los egresados
tienden a insertarse mucho en la industria agrícola.
MM: Con el tema de las impresiones 3D hay también como un auge de la aplicación médica.
Proyecto interdisciplinario Leonardo Juan de Paz es también técnico electrónico. Sumado a
su formación en biotecnología, esto le permite aportar un aspecto
importante a este proyecto que nació siendo interdisciplinario.
Es interesante el tema de la interdisciplinariedad planteada en este proyecto.
LJdP: La cooperación nació a través de las redes sociales.
Ellas estaban buscando algún tipo de asesoramiento sobre qué sistema de
frío usar y lo contactaron a Matías. Estuvimos viendo varias opciones
que ellas nos habían preguntado y se generó un intercambio desde hace
más de un año. Un par de meses atrás nos acercaron una propuesta
concreta sobre qué sistema tenían planteado usar, nosotros lo vimos, le
dimos nuestra opinión y como somos inquietos, el desafío nos motivó.
Decidimos ver si podíamos hacerlo nosotros, o sea la posibilidad de
ofrecer otra cosa.
MC: La idea era desarrollar algo mejorado a lo que
ellas tenían, que sea más aplicable y que nosotros lo podamos validar
con la experiencia que tenemos trabajando en preservación de órganos.
MM: Lo que nosotras teníamos era una opción de Francia
con un sistema de refrigeración patentado y probado que nos costaba un
precio muy alto. No conseguíamos respuesta de la Argentina para ver
quién nos podía asesorar con esto. Teníamos una parte, pero nos faltaba,
justamente, esto que estamos haciendo. Llegamos acá, tenemos esta otra
opción y por suerte se puede validar desde el punto de vista científico.
CB: Y el plus de poder fabricarlo en el país, con la
industria local. Esto es muy importante a nivel del diseño para que se
pueda ejecutar, producir y comercializar acá.
El apoyo del CAIC Edgardo Guibert (EG) es vice-director del CAIC y resaltó la
importancia de las distintas áreas del conocimiento que se ponen en
juego en este proyecto.
EG: Creo que este tipo de interacciones son útiles no
solo desde el punto de vista de la creatividad sino también por una
cuestión del lenguaje. Acá tenemos que estar hablando algo que
interprete una persona que sabe de diseño industrial, otra persona que
sabe algo de Fisiología y alguien que sabe de electrónica. Y todo eso
tiene que ser en un lenguaje donde se entiendan las tres partes y dé un
fruto. Y el fruto en este caso es solucionar un problema que está en una
caja negra sin ser resuelto. Esto es una primera aproximación de
conocimiento personal, ver qué es lo que se hace acá o lo que se hizo
allá y juntarlos. Después habrá que buscar alguna vía de vinculación
tecnológica de la UNR, el cual es un muy buen canal que está dando sus
resultados. Este sería un muy buen ejemplo de aplicación.
LJdeP: Les comentaba a las chicas la buena
predisposición que hay para todo lo que sea emprendimientos de base
tecnológica en la provincia de Santa Fe. Hay subsidios, préstamos para
proyectos. Al tener una idea que permita obtener un producto con un
valor agregado de conocimiento bastante importante están casi en el
lugar y el momento indicados para lanzarse. Esto es algo muy valioso
para evaluar. Todo el mundo está muy interesado en invertir en
tecnología.
MM: Tenemos un plan de negocios en el cual tenemos que
terminar de ajustar el tema de precios y demás. Justamente por este
sistema que no teníamos en el país y para el que se nos presentaba esta
opción del exterior. Pero sí tenemos pensado llevárselo a un inversor o
esta otra opción de conseguir fondos.
MC: El objetivo final de esto es netamente aplicado ya
que lo que ellas quieren es tratar que este sistema se aplique de
manera habitual en la clínica dentro del país lo cual está bueno.
EG: también hay que tener en cuenta que estamos
trabajando en algo que se va a aplicar en salud humana lo que implica
una reglamentación muy particular. O sea que los cuidados son mucho más
estrictos.
Hace dos años y medio que están trabajando en este proyecto. Una
iniciativa que nació de una consulta a través de las redes sociales
involucrando a gente joven con ganas de generar un producto necesario y
con una aplicación concreta.
No soy un divulgador”, se
apresura en aclarar Ballarini. “Soy un científico que sabe contar las
cosas que hace y lo hace desde el lado pasional que, por otra parte, es
como yo soy. Sé divulgar lo que hago en materia de ciencia. Y tengo mis
limitaciones”, reconoce.
PorAntonio Capriotti
Todo comenzó con su grupo reunido,
interrogándose; y tomando la decisión de comenzar a dar charlas para
pequeños grupos de docentes. A poco de andar cayeron en la cuenta de que
llegar a un universo mayor de docentes iba a demandarles mucho tiempo.
Optaron, entonces, por correr un riesgo haciendo una convocatoria
abierta; y para su sorpresa, se anotaron 800 docentes en tres días. “Nos
dimos cuenta de que existía un interés que habíamos subes-timado”,
afirma el investigador del Conicet. Y lo que fue un tímido intento se
transformó en una bola de nieve, llegando a realizar más de una docena
de jornadas multitudinarias.
Mañana, una de esas convocatorias se
realizará en Rosario y tendrá lugar en el Salón de Usos Múltiples de la
Facultad de Arquitectura, Planeamiento y Diseño de la UNR, de Riobamba
220 bis. Ballarini, que será uno de los dictantes, re-cuerda que “fue en
2008 cuan-do empezamos a hacer demostraciones en escuelas, tratando de
buscar cómo mejorar la estrategia de la enseñanza de las ciencias.
Estaba terminando el doctorado y tenía una pregunta que estaba vinculada
con una investigación, y a partir de los resulta-dos que obtuve me
pareció que la podía extrapolar al ambiente educativo e intentar hacer
una experiencia que les reportara a los estudiantes su aceptación de la
ciencia; a la vez que podría transformarse en un buen material para los
docentes, motivándolos a recurrir a métodos innovadores de enseñanza”.
Ballarini no puede ocultar su entusiasmo, y
lo expresa: “Allí descubrí dos cosas: que los docentes estaban muy
entusiasmado y que había un vacío en la educación Y tratamos de brindar
contenido científico a esa comunidad ya que no había nada”.
El grupo está por presentar un libro para
regalar, >Educando al cerebro I>. Tiene una web
(www.educandoalcerebro.com.ar); está en Facebook, “Educando al cerebro”,
sitio en el que cuentan con muchos seguidores. Llevan hechos algunos
videos. Fueron a Uru-guay. Y se han convertido en una ONG, mediante la
cual acaban de recibir un subsidio para hacer investigación. “En dos
años y medio hemos tenido un crecimiento increíble”, se enorgullece
Ballarini.
En los encuentros suelen recurrir a un
test que está basado en el comportamiento del cerebro cuando se requiere
apelar a los recuerdos; siguiendo el cual, diseñan un experimento en el
aula. Así lo explica Fabricio Ballarini: “Tomamos un protocolo de
aprendizaje cualquiera; puede ser que las personas apelen a un recuerdo o
mostramos un dibujo; a los chicos más chicos les contamos un cuento y
nosotros tratamos de modularlo, de mejorarlo para que ese re-cuerdo
quede fijado. Y vimos que las experiencias que están cercanas a
cuestiones que fue-ron sorprendentes y que asombran se recuerdan mucho
más. Por eso recurro al episodio de las Torres Gemelas o a un
nacimiento, u otro tipo de experiencia; y lo que obtuvimos fue que el
recuerdo, en esos casos, tiene más fuerza y, aparte, recordamos
cuestiones periféricas que su-cedieron cercanas al recuerdo principal y
que, de otra manera las hubiésemos olvidado”.
—¿Aplicar esta metodología es tan sorprendente como el intento que hicieron para contactarse con los medios?
—Esa fue una locura que salió bien. Fue
correr un riesgo. Fue una experiencia que se reveló como muy útil porque
nos dimos a conocer y porque pu-dimos hacer en vivo la experiencia, a
la vez que cada uno de los oyentes “experimentó en carne propia” nuestra
propuesta. Cada oyente se convirtió en un sujeto experimental de su
propia experiencia de aprendizaje. Los oyentes que lo entendieron no lo
van a olvidar jamás.
—Lo interesante es que se les abrieron las puertas a un público masivo…
—Sí. Les mandé un email. Me presenté como
becario del Conicet que estaba haciendo un trabajo de investigación, y
la gente de Vorterix, con Pergolini a la cabeza, entendió rápidamente;
él es un hombre muy informado en el tema de las ciencias y accedió a
hacer-lo en vivo. Por supuesto lo hablamos mucho, ajustamos los detalles
y nos largamos. Estuvo encantado de hacerlo. Generamos un vínculo a
par-tir de esa experiencia y nos abrió las puertas de la radio a tal
punto que su propio pro-grama tiene un micro de cien-cia grabado y
animado; y, de toda la programación de su radio que es de rock, el micro
de ciencia es el más visitado. Algunos han llegado a recibir 350.000
vistas, que es mucho más de las que obtiene un re-cital de rock.
Ballarini, el joven doctor en ciencias
biológicas e investigador del instituto de neurociencias del Conicet,
“científico utópico” –como él mismo se define– y autor del libro
>REC>, de editorial Sudamericana, cree firmemente que es el modo
de contarla a la ciencia la que puede hacerla más atractiva. “Esto fue
por la posibilidad de poder contar las cosas desde otro lado, a un buen
número de docentes re-unidos y poder hacerlo, al mismo tiempo, en un
medio masivo de comunicación”, sostiene.
—Recurrir a un experimento
siguiendo la metodología científica y realizarlo a través de medios
masivos, ¿puede agregar valor a la divulgación de la ciencia?
—Me encanta esa visión. Más, me gustaría
tener un programa en el que no solamente comunicáramos ciencia, sino
cómo hacer experimentos; porque es la manera indirecta de aprendizaje
efectivo. Yo vivo haciendo experimentos y puedo asegurar que es
fasci-nante el momento de llegar al final para poder ver el resultado.
Cuando me aproximo al resultado siento una mezcla de nerviosismo y
emoción enormes. Si somos capaces de contárselo a los chicos va a operar
como un imán.
La ciencia, como la política, es uno de
los productos de la cultura de un pueblo y se comportan como un tejido
de mutua influencia; a apropósito de esto, Ballarini hace mención a una
intervención suya en la radio cuando, al hablar de adicciones, se
comparaban drogas consideradas ilegales con el consumo de sustancias
tóxicas aceptadas socialmente, como el tabaco y el alcohol.
“De lo que estaba hablando era de nuestra
cultura, de cómo sustancias que son muy nocivas, al ser aceptadas por la
sociedad, pocos son los que reparan en su poder letal y en el deterioro
que ocasionan a la salud humana. Y allí, en ese mismo momento, me
pregunté para qué está la ciencia. La ciencia está para agregar
evidencia al conocimiento y favorecer la vida de las personas. Si la
humanidad no usa la ciencia para eso, ésta carece de todo valor. Por
eso, poder brindarles a las personas información sobre lo que la ciencia
produce, les abre la posibilidad de poder decidir de otra manera; es
decir, adquieren más libertad, Y de ahí surgió esa frase que quedó para
nosotros: «Más ciencia es más libertad»”, concluye Ballarini.
En el marco de las
múltiples actividades que se realizaron con motivo del Bicentenario de
la Revolución de Mayo, la Academia Nacional de Ciencias propuso y
concretó un ciclo de conferencias para debatir sobre la existencia de
una Ciencia Nacional.
El devenir de la Ciencia en la Argentina,
los puntos a favor y en contra de una ciencia nacional, su imagen en el
mundo, pasado, presente y futuro, la apropiación por parte de la
sociedad del conocimiento científico y la imagen que el ciudadano tiene
sobre el mismo, son algunos de los aspectos que se trataron en las
actividades realizadas.
Un grupo de investigadores trabaja en nuevas formas para producir
biocombustibles al mismo tiempo que busca soluciones para eliminar
contaminaciones del suelo. Su visión sobre ciencia básica y aplicada, y
el impacto de la docencia en su trabajo de investigación.
Busi, Gomez Casati y Pagani son bioquímicos egresados de la UNR. (Foto: C. Pairoba).
María Victoria Busi, María Ayelen Pagani y Diego Gomez Casati se
desempeñan en el ámbito del Centro de Estudios Fotosintéticos y
Bioquímicos (CEFOBI, UNR-CONICET). Trabajan en plantas, estudiando síntesis/degradación de hidratos de carbono, síntesis de grupos hierro-azufre
(Fe-S, importantes para el normal funcionamiento de algunas enzimas) y
detoxificación de suelos contaminados con metales pesados. Sus grupos de
investigación se apoyan mutuamente para llevar adelante proyectos de
investigación básica y aplicada.
¿Cuáles son sus proyectos de investigación?
María Victoria Busi: Durante mi postdoc
trabajé en metabolismo de almidón, estudiando una enzima específica.
Como desprendimiento del postdoc surge mi tema de investigación actual.
Es el estudio de unos módulos de unión a carbohidratos
en enzimas de plantas con aplicaciones biotecnológicas. Esto no implica
no hacer ciencia básica, lo que hacemos es clonarlos, purificarlos,
estudiarlos, caracterizarlos para ver cuáles son sus funciones.
Dependiendo de esto, ver alguna aplicación biotecnológica.
Trabajamos inicialmente en Arabidopsis thaliana
(planta modelo), con una enzima particular que sintetiza almidón. Luego
pasamos a otra enzima que degrada pared celular y después buscando
distintas áreas de vacancia pasamos a trabajar en algas. Estudiamos el
metabolismo de polisacáridos en plantas y algas.
María Ayelen Pagani: mi formación de origen a nivel doctoral fue en un tipo muy particular de metaloproteina, las cuales están presentes en todos los organismos eucariotas.
Profundicé en el metabolismo de algunos metales pesados o de transición
en levaduras. Cuando vuelvo a la Argentina para ingresar a CONICET y
como vine a trabajar al Centro de Estudios Fotosintéticos y Bioquímicos
(CEFOBI), trasladé mi interés por el metabolismo de metales en
organismos hacia las plantas.
Originalmente estuve trabajando un poco con metales tóxicos en soja y
girasol y ahora estamos profundizando en metales de interés como hierro
en plantas modelo para después tal vez extrapolarlo a plantas de interés
agronómico.
Las dos aplicaciones fundamentales de este estudio que es básico, son:
1. las cuestiones de salud alimentaria (metales nutrientes o tóxicos) y
2. aplicaciones en biorremediación.
Diego Gomez Casati: la otra línea del
laboratorio tiene que ver con Biología Molecular de plantas y
Biotecnología. Estudiamos básicamente las consecuencias de la disfunción
de una organela celular que es la mitocondria en plantas y qué consecuencias tiene esa disfunción sobre la expresión de genes a nivel nuclear.
La mitocondria está involucrada en una gran cantidad de procesos
importantes en la célula, plantas en este caso, como en el desarrollo,
la fotosíntesis, la germinación y la fecundación. Empezamos hae unos
años con un estudio más bien básico que fue caracterizar la síntesis de
moléculas inorgánicas (grupos hierro-azufre). Son importantes porque forman parte de numerosas moléculas, no solo dentro de la mitocondria, si no en el cloroplasto. Están en citoplasma también. Estas proteínas son las responsables de muchos procesos celulares como los que comenté recién.
El manejo de las funciones mitocondriales tiene aplicaciones en biotecnología de plantas como por ejemplo el hecho de lograr variedades macho estériles para en un futuro poder utilizarlo como estrategia para producir híbridos que son importantes a nivel comercial.
Los tres son Bioquímicos egresados de la Universidad Nacional
de Rosario. ¿Ven un corrimiento por lo cual hay cada vez menos
bioquímicos haciendo investigación y cada vez más biotecnólogos? ¿Y por
qué sería? MVB: Porque la biotecnología está de moda. Y
porque con esa carrera uno puede hacer un millón de cosas maravillosas. Y
con Bioquímica las opciones están más acotadas. Cuando nosotros éramos
estudiantes (nos recibimos a mediados de los 90) se decía que no había
mucho trabajo de bioquímico. Hoy lo que tenemos entendido es que
cualquier bioquímico que sale tiene trabajo y bastante bien remunerado.
Hay más biotecnólogos que no encuentran lugar. Me parece que para los
biotecnólogos hay menos salida que para los bioquímicos. Si no hacen una
carrera académica no hay mucha empresa de base tecnológica en la
Argentina.
¿Su trabajo está relacionado con el tema de biocombustibles?
MVB: Nosotros encontramos es una enzima de
síntesis del almidón conectada con estos módulos de unión a
carbohidratos que eran típicos de proteínas que degradan no que
sintetizan. Empezamos a buscar qué se podía hacer con estos módulos o en
que industria estaban aplicados. Todo lo que sea biocombustibles
de primera generación se basa en la fermentación del almidón. Como
trabajábamos en enzimas de almidón consideramos importante meternos en
biocombustibles de segunda generación. Esto implica la degradación de la
biomasa que no compite con el alimento. La pared celular vegetal está
compuesta por celulosa, la cual también es una concatenación de unidades
de glucosa (hidrato de carbono). Las enzimas que degradan celulosa
también tienen módulos de unión a carbohidratos.
Para biocombustibles intentamos dividirnos en dos enfoques separados:
uno es generar plantas transgénicas que tengan paredes celulares
modificadas para que ese pre tratamiento, que es lo más costoso tanto
ambiental como energéticamente para producir biocombustibles de segunda,
sea más económico. Por otro lado desarrollar enzimas recombinantes de
producción nacional y de desarrollo propio, para combustibles de primera
y de segunda.
Después, biocombustibles de tercera generación implicaría trabajar con
organismos genéticamente modificados y ahí se incorporan las algas.
Buscamos generar algas transgénicas para producir mayores niveles de
almidón que pueden ser extraídos más fácilmente con la ventaja de que
ocupan menos espacio. El alga se puede filtrar y es más económica.
¿Cómo es el estado actual del tema biocombustibles?
MVB: Una situación es Argentina y otra el
resto del mundo. En el resto del mundo se le da mucha importancia y hay
mucha inversión. Vino Susan Jenkins de Berkeley, donde tienen un
instituto financiado por la British Petroleum que le aporta un montón de
dinero para desarrollos propios de la BP y otros para actividades
académicas.
Brasil, uno de los productores mundiales en bioetanol de primera, está
incursionando en bioetanol de segunda con el blue starch, donde está
gente de Petrobrás con capitales privados y también extranjeros.
Europa tiene por lo menos tres plantas de biocombustibles de segunda.
En la Argentina hay un desarrollo total de biodiésel por el boom de la
soja y últimamente el desarrollo de una planta muy importante en la zona
de Villa María de productores de maíz para hacer bioetanol de primera
porque se encontraron con un excedente de toneladas de ese cereal. Hay
por lo menos un par de empresas locales que están en la producción de
enzimas. El país suscribe y cada año saca la ley para que los cortes en
nafta y gasoil incluyan un cierto porcentaje lo cual se va haciendo. La
Cámara Argentina de Biocombustibles tiene una presencia muy fuerte en
las decisiones.
De acuerdo a la literatura una de las complicaciones de la producción
de biodiésel es el gran volumen de glicerina que se va generando sin
encontrarle económicamente salida. La contaminación por glicerina es una
contra al evaluar la calidad del biodiésel.
DGC: En su momento, cuando las retenciones a
la soja estaban muy altas, convenía más vender el aceite y no hacer el
biocombustible y venderlo como tal. En muchos países se les da
importancia pero se los apoya desde un aspecto que acá es variable.
ES: ¿Hay financiamiento por parte de Yacimientos Petroliferos Fiscales?
MVB: Somos integrantes de un proyecto entre
CONICET e Y-TEC (YPF Tecnología): que ganó el Dr. Alberto Iglesias en
Santa Fe. Ese proyecto es específicamente para proteger los derrames de
pozos de petróleo o decontaminar pozos de petróleo (biorrefinería). Ahí
entramos con lo que serían algas genéticamente modificadas para poder
limitar algún derrame o contaminación. La parte de Santa Fe (Iglesias y
el Ing. Raul Comelli) se encargaría de producir, a partir de aceites,
una sustancia muy similar a un derivado del petróleo que se está usando y
sirve para embolsar el pozo y proteger del derrame.
MAP: La historia es así: para extraer
petróleo hay que hacer perforaciones, las cuales no siempre son
exitosas. De hecho las perforaciones que acaban siendo pozos productores
es una de 15 o 20. Para hacer la perforación hace falta introducir el
fluido de perforación, el cual es una emulsión oleosa altamente
contaminante. El que se usa actualmente es un derivado del petróleo.
Son recalcitrantes, permanecen en el terreno y es muy difícil que se
degraden. Son arrastrados por las corrientes de agua o permanecen
contaminando el suelo. No solo eso, esta emulsión también tiene un
componente acuoso que solubiliza los materiales de las rocasdonde estás
perforando. Entre esos materiales hay metales pesados, los cuales están
más biodisponibles en ese terreno y también son arrastrados por las
corrientes de agua que atraviesan esa zona. Entonces hay dos tipos de
contaminación: con hidrocarburos y con metales pesados.
Este proyecto trata de solucionar los dos aspectos. En Santa Fe, están
trabajando para encontrar un reemplazo para el elemento oleoso del
fluido de perforación con un compuesto menos recalcitrante a partir de
aceites de soja. Nosotros vamos a tomar más la parte de generar algas
genéticamente modificadas para tratar de absorber, recuperar o que estén
menos biodisponibles estos metales que se han solubilizado por el
proceso, usando distintas estrategias biotecnológicas.
Microalgas como organismos decontaminantes
MAP: Después tenemos otro proyecto un poco
más ambicioso, para el cual obtuvimos financiación del CONICET hace
poco. En este caso nos proponemos aprovechar por un lado organismos que
ya existen, que se han adaptado naturalmente a este tipo de
contaminación con metales pesados. Un ejemplo bastante llamativo es una
microalga que no es autóctona del sur de la Patagonia, pero que la ha
colonizado y que crece en algunos lugares donde se sabe que hay
contaminación con metales pesados (Golfo de San Julián y San Jorge,
donde hay vertidos de mineras). La idea es recuperar las algas,
crecerlas y ver si han mejorado naturalmente sus capacidades de absorber
metales pesados.
Por otro lado modificaríamos microalgas, siempre de forma
biotecnológica y apoyándonos en nuestras áreas de experiencia. Se sabe
que las paredes de las algas son naturalmente absorbedoras de metales,
entonces aplicando el área de Victoria donde modifican paredes
celulares, intentaríamos aumentar esa pared que fija metales.
Por el lado de la línea de investigación de Diego, en la mitocondria,
quisiéramos mejorar la resistencia de esos organismos para que puedan
crecer en un medio con alta cantidad de metales y absorberlos.
Y las proteínas que yo he estudiado toda la vida, naturalmente están
diseñadas para absorber metales. Entonces si aumentamos su cantidad en
los organismos, sabemos que el mismo va a poder hacer frente a los
metales, crecer y acumularlos.
Una de las cuestiones en las cuales se podrían aplicar estos
desarrollos, es en el tema de generar biomasa que pueda absorber
arsénico. El hidroarsenicismo
crónico es uno de los grandes problemas de la Argentina, sobre todo en
comunidades aisladas que se autoabastecen de napas que están
contaminadas. La idea a futuro es intentar generar algún material
bioabsorbente que pueda fijar arsénico o algún otro metal, pero con
énfasis en el primero.
El acuífero guaraní es el que está contaminado con arsénico. Esto viene
de épocas geológicas con materiales que cubrieron la tierra y buena
parte de la Argentina, desde el noroeste, en diagonal cruzando el país,
hasta nuestra zona. Todas las segundas napas están contaminadas.
¿Qué avances hay en tu tema, Diego?
Una de las cosas en que estamos avanzando es en la caracterización de
la función de genes y las proteínas que ellos codifican. La mayoría de
estos genes son nucleares pero tienen target hacia la mitocondria.
Muchos de estos genes están involucrados en la biogénesis de los grupos
inorgánicos hierro-azufre (Fe-S) que no están solos en la célula si no
unidos a proteínas y formando complejos porque si no son tóxicos.
Nosotros estamos avanzando en la caracterización de estos genes que
hacen los grupos Fe-S y que además luego los incorporan a proteínas. Por
ejemplo, tenemos plantas que a pesar de estar creciendo en alta
cantidad de hierro, creen que están creciendo en deficiencia, por lo
cual siguen tomando hierro. También vimos que otras variedades de
plantas, con alguna modificación de algunos de estos genes, son capaces
de crecer en suelos que son deficientes en hierro y en algunos otros
metales. Esto es un problema en los suelos en general y en la Argentina
en particular. Entonces se abre quizás otra puerta de aplicación de la
caracterización básica que estamos haciendo.
Se relaciona con el tema de metales que es el tema de experiencia de
Ayelén y, como hay algunas alteraciones del metabolismo de
carbohidratos, también se conecta con la experiencia de Victoria.
¿Cuál es su visión sobre la dicotomía entre ciencia básica y aplicada?
MVB: Para mí siempre es importante el “para
qué”. Es importantísimo desarrollar conocimientos, pero hay
circunstancias. Estos módulos de unión a carbohidratos se unen a
determinadas estructuras: ¿para qué? ¿Podemos lograr un almidón
diferente? Ciencia básica tiene que haber en un contexto. Y por aplicada
entiéndase una muy buena aplicación de la básica, no algo más liviano.
MAP: Da la sensación de que se pretende que
uno trabaje por objetivos, casi como en una empresa. Y eso no se puede
hacer en ciencia porque se terminan generando aplicaciones donde hay
poco desarrollo, y es muy poco lo que se aporta de conocimiento o de
capital intelectual. Generalmente esto lo dicen todos los países donde
se hace buena ciencia, las mejores aplicaciones han surgido de alguna
investigación básica.
DGC: Coincido con lo que dice Victoria.
Muchas veces lo veo haciendo un paralelismo con el deporte. ¿Vos querés
llegar a tener una medalla olímpica? Tenés que entrenar cuatro años. No
podés salir de tu casa e ir a ganar una medalla. Para lograr eso tenés
que tener un montón de trabajo que yo lo veo como la parte básica. Tenés
que hacer mucho trabajo para tener algo aplicado. Es imposible
levantarte un día y decir voy a tener algo aplicado. Uno no descubre
algo todos los días.
MVB: Creo que podemos afirmar que ambas deben
coexistir pero entendiendo como aplicada esa instancia superadora que
tomando distintas cosas de los básicos existentes pueden arrancar desde
otro punto.
DGC: Hay una anécdota sobre Leloir, contada
por Ranwell Caputo, quien recuerda que en aquellos años Leloir estaba
preocupado porque lo que estaba haciendo no aportaba nada al desarrollo
del país. Como por ejemplo podía ser en ese momento, un método para
lograr un mejor método para las conservas en lata. Con el tiempo se vio
que la escuela que hizo Leloir fue mucho más importante que la conserva
en lata. Hacer escuela implica formar gente, capacitarla y tener los
mejores científicos. Recordemos que Milstein ganó un premio Nobel y fue
discípulo de Stopani quien a su vez fue discípulo de Leloir.
A título personal
María Victoria Busi
Bioquímica – Universidad Nacional de Rosario
Doctora en Biología Molecular y Biotecnología - Universidad Nacional de San Martín
Investigadora Independiente del CONICET
CEFOBI (UNR-CONICET)
Facultad de Cs. Bioquímicas y Farmacéuticas
Profesora Adjunta Universidad Nacional de San Martín
Carrera: Licenciatura en Biotecnología y Doctorado Biología Molecular y Biotecnología
Área Biotecnología Vegetal
María Ayelen Pagani
Bioquímica – Universidad Nacional de Rosario
Doctora en Genética - Universidad de Barcelona
Investigadora Adjunta CONICET
CEFOBI (UNR-CONICET)
Diego Gomez Casati
Bioquímico - Universidad Nacional de Rosario
Doctor en Bioquímica - Universidad de Buenos Aires
Investigador Principal CONICET
Profesor Adjunto - Facultad de Cs. Bioquímicas y Farmacéuticas
Universidad Nacional de Rosario
Profesor Adjunto - Área Biotecnología Vegetal
Universidad Nacional de San Martin
Secretario de Posgrado – Facultad de Cs. Bioquímicas y Farmacéuticas