sábado, 15 de enero de 2011

Midiendo la fama

Por Claudio Pairoba

 

 

 

 

 

 

“La fama es peligrosa, su peso es ligero al principio, pero se hace cada vez mas pesado el soportarlo y difícil de descargar” decía Hesíodo y Georg Christoph Lichtenberg agregaba que “A la gloria de los más famosos se adscribe siempre algo de la miopía de los admiradores". Pero, ¿se puede medir la fama? Y si se puede, ¿cómo se hace? Según John Bohannon se puede y es más. Ya creó un Hall de la Fama para científicos.

La idea surgió a partir de la publicación, primero online (17/12/10) y luego impresa (14/01/11), del artículo “Quantitative Analysis of Culture Using Millions of Digitized Books” escrito por Jean-Baptiste Michel y un grupo de 13 colaboradores que incluye al equipo de Google Books. Los autores crearon una base de datos usando todos los libros publicados en Google Books (15 millones, un 12 % de todos los que se han publicado). Luego de un proceso de selección el porcentaje de libros usados para el trabajo se redujo a un 4 %. El grupo de datos finalmente creado fue puesto online para que cualquiera pueda buscar patrones de cambio cultural a través de la aparición y desaparición de frases y palabras a través del tiempo. El equipo acuñó la palabra “culturómica”, la cual hace referencia a la exploración cuantitativa de gran cantidad de datos de cultura digitalizada.

Esto dio pie para que John Bohannon se conectara con uno de los autores del trabajo cientifico antes mencionado, Adrian Veres de la Universidad de Harvard, para crear el Hall de la Fama para la Ciencia, basándose en los datos previamente acopiados por Michel y su equipo.

Lo nuevo
Hasta el momento la fama científica se basaba en la cantidad de artículos que un científico ha publicado en revistas con referato, el factor de impacto de las revistas en las cuales esos artículos fueron publicados y la cantidad de veces que otros científicos han citado esos artículos. Estos criterios miden la fama de un determinado investigador dentro de la comunidad científica. Pero Bohannon estaba interesado en encontrar un método que trascendiera esta comunidad y que permitiera medir la influencia cultural de un investigador a través de distintas sociedades y del tiempo.

De esta manera, la fama científica se mide en miliDarwins, la unidad que representa una milésima de la frecuencia anual con la cual Charles Darwin aparece en los libros desde 1839 hasta el año 2000. El único que supera a Charles Darwin, según esta clasificación, es Bertrand Russell con 1500 miliDarwins. Algunos de los nombres que aparecen en la lista incluyen a Niels Bohr  (289), Marie Curie  (189), James Clerk Maxwell  (92), Stephen Hawking  (88), Heinrich Hertz  (80), Francis Crick (67), Erwin Schrodinger  (48), Justus Von Liebig  (37), Barbara McClintock  (30), la dama oscura del ADN Rosalind Franklin  (26) y Dian Fossey  la zoóloga estadounidense asesinada e inmortalizada en la película “Gorilas en la niebla” (25).

¿Cómo ranquearon los científicos argentinos?  La lista incluye a Mario Bunge  (46), Ernesto Sábato  (16), Cesar Milstein  (7), Florentino Ameghino  (6), Bernardo Houssay  (4) y Luis Federico Leloir (1).

Los autores aclaran que el listado elaborado es un borrador que tiene errores de clasificación y muchos científicos famosos han sido excluidos por cuestiones técnicas. De todas formas, es interesante darse una vuelta y ver como clasifican nuestros científicos favoritos. La tabla incluye enlaces para poder conocer más sobre los investigadores que forman el ranking.

Fuente
www.sciencemag.org

jueves, 13 de enero de 2011

Experiencias del mundo: Irán

En una sala de acceso prohibido al público del Museo de Arte Contemporáneo de Irán se guardan las pinturas (cerca de 2.500) que sobrevivieron a la revolución que derrocó al Sha de Persia en 1979. Picasso, Monet, Magritte, Pollock, Warhol y Lichtenstein son algunos 
de los autores de las obras que ya nadie puede ver. Todas se encuentran colgadas en grupos sobre mampáras desplazables horizontalmente, como las estanterías de las bibliotecas.

Irán alberga a la comunidad judía más grande de Medio Oriente después de Israel. Existen 25 sinagogas adonde concurren los cerca de 25000 judíos iraníes que viven en este país. Las minorías religiosas enfrentaron tiempos duros después de la revolución pero algunos consideran que la situación ha mejorado.

En el Mar Caspio, al norte de Irán, se libra la Guerra del Caviar persiguiendo a los contrabandistas de este artículo de lujo para este país.
 
 Estos son algunos de los datos que se desprenden del programa "No le digan a mi madre", conducido por Diego Buñuel, quien visita distintos lugares del mundo para mostrar la vida en esos sitios.
El programa sobre Irán puede verse online cliqueando aquí.

martes, 11 de enero de 2011

La moda de las pulseras holográficas llega a Argentina

Por Daneel Olivaw


Para quienes no están al corriente con las modas pseudocientíficas fuera del país, el nombre Power Balance quizás les resulte extraño. Se trata, ni más ni menos, que unas pulseras de elastómero con un holograma incrustado. Existen distintas marcas pero todas son básicamente el mismo producto con distinto diseño o logo. Estas pulseras tuvieron mucho éxito en EE.UU., Europa y Australia (más sobre eso, abajo) y ahora se está vendiendo en Mercado Libre a precios de entre $40 y $150 y en la página de Power Balance Argentina a $150 con una advertencia que urge evitar “comprar falsificaciones” y invita a “dudar de cualquier producto que tenga un precio menor al sugerido”. Nosotros invitamos a dudar de cualquier producto, especialmente cuando se trata de un fraude tan obvio.
Según la web del distribuidor, “Power Balance es tecnología para mejorar la performance que utiliza hologramas programados con frecuencias que reaccionan positivamente con los campos energéticos del cuerpo incrementando el balance, resistencia y flexibilidad”. Sostiene que “Lo (sic) hologramas son concebidos para funcionar indefinidamente” y que “ayuda” a lograr “mejor balance y flexibilidad” y que “necesita estar en contacto con los campos energéticos naturales del cuerpo” para funcionar. Al mismo tiempo tienen una advertencia: “Power Balance no es un medicamento y no está comprobado científicamente -pero sí lo avalan deportistas a nivel mundial- y puede causar efectos positivos como no, dependiendo de cada persona".
Cómo se “programa” un holograma, y “frecuencia” de qué (¿sonido? ¿electromagnetismo?) está programado no dicen. Omiten mencionar de qué tipo de energía están compuestos los “campos energéticos naturales” y también está ausente cualquier explicación real del mecanismo detrás de su supuesto funcionamiento y cómo un holograma podría mejorar el “balance y flexibilidad” de una persona.
Proponen un test para demostrar su eficacia.
Ponte al lado de la persona del test, asegurándote que tiene los pies juntos y el cuerpo derecho. Debes poner tu puño dentro de la palma de su mano y aplicar una suave -y constante- presión hacia abajo, mientras el sujeto intenta resistir la fuerza manteniéndose erguido (con los pies juntos y el cuerpo derecho) hasta que pierda el equilibrio. Repite la prueba utilizando Power Balance.
Este procedimiento es un viejo truco usado en otra pseudociencia relacionada llamada “kinesiología aplicada”. Quien realiza el supuesto test primero empuja con ángulo apuntando ligeramente hacia afuera del centro de gravedad de la persona (A); cuando el sujeto se pone la pulsera, empuja ligeramente hacia el centro de gravedad (B). Es un truco extremadamente sencillo que cualquiera puede probar con su familia o amigos y tiene algunas variantes, todas basadas principalmente en el mismo principio. Skeptic Bros tiene explicaciones (en inglés) de muchas más y Richard Saunders de Australian Skeptics tiene un video que muestra cómo se hace.
Pero todo esto no significa, necesariamente, que no funcione o que sea un fraude. Pero en este caso, lo es.
  • El Independent Investigations Group realizó una investigación con doble ciego y control de placebo en el Center For Inquiry Los Ángeles en la que varios deportistas realizaban pruebas físicas usando la pulsera original o una a la que se le había quitado el holograma. Los resultados son claros y nada sorprendentes: “no hay un efecto estadísticamente significativo del brazalete Power Balance”.
  • El grupo australiano de defensa al consumidor Choice no sólo realizó un pequeño experimento similar con idénticos resultados (“No tiene un efecto discernible en balance o flexibilidad. Cualquier beneficio que uno siente al usarla es casi seguramente debido al efecto placebo”), sino que le otorgaron el premio Shonky Award con los que condecoran los productos o servicios más fraudulentos.
  • El Instituto Nacional del Consumo (parte del Ministerio de Sanidad) español advirtió que “Las pretendidas propiedades terapéuticas o potenciadoras que los fabricantes y comercializadores atribuyen a determinadas pulseras, incumplen lo establecido en la normativa que regula la publicidad y promoción comercial de los productos
  • La Australian Competition & Consumer Commision (ACCC) emitió un comunicado en el que ordenaron a la compañía a devolverle su dinero a todo comprador que se haya sentido estafado por su publicidad engañosa.
  • Finalmente, la propia empresa admitió (luego de la intervención de la ACCC) que “no hay evidencia científica creíble que sostenga nuestras afirmaciones y, por lo tanto, utilizamos conductas engañosas”
Por todo esto, las pulseras holográficas, sean de la marca que sean, son un timo, un fraude y un malgaste de dinero.



Fuente:
http://circuloesceptico.com.ar/2010/12/la-moda-de-las-pulseras-hologrficas-llega-a-argentina/#comments

domingo, 9 de enero de 2011

Consecuencias inesperadas

La controversia originada en torno al hallazgo de una bacteria capaz de desarrollarse usando arsénico ha reavivado el debate de otros temas igualmente importantes: el papel de los blogs en la ciencia, el sistema de revisión por pares y, la ya clásica discusión acerca de el libre acceso a la información científica. 

 

 

Por Claudio Pairoba

 

El 2 de Diciembre de 2010 la Administración Nacional del Espacio y la Aeronáutica de los EE.UU. (NASA) se vió obligada a dar una conferencia de prensa antes de lo previsto. Los rumores circulantes acerca del gran descubrimiento que la administración se disponía a anunciar habían tomado un giro particular. Todos esperaban que el gran descubrimiento se refiriera al hallazgo de vida extraterrestre.

Cuando el misterio finalmente se develó, la noticia no tenía nada que ver con lo imaginado. Por primera vez se encontraba que una bacteria del lago Mono en California, EE.UU., podía reemplazar fósforo por el tóxico arsénico, incorporándolo en sus moléculas más importantes. Si bien muchos se empeñaban en tratar de conectar el hallazgo con evidencias de vida alienígena (por razones no muy claras), dicho hallazgo no era menor aunque no hubiera hombrecitos verdes involucrados. La trascendencia del descubrimiento quedó reflejada en el hecho de ser publicada en una de las revistas científicas top: Science

La importancia de los involucrados (NASA, Science) hizo que muchos investigadores analizaran los datos publicados con gran entusiasmo. Y a algunos no les gustó mucho lo que encontraron. El lunes 6 de Diciembre la microbióloga Rosie Redfield de la Universidad de British Columbia en Vancouver, publicó en su blog un detallado análisis del trabajo en cuestión. Frases tales como “no presenta ninguna evidencia convincente de que el arsénico haya sido incorporado en el ADN (o en cualquier otra molécula biológica) o “No sé si los autores son malos científicos o si están respaldando de forma inescrupulosa la idea de la NASA de que “Hay vida en el espacio exterior!” eran indicativas de que los resultados no eran, al menos para algunos, tan claros como se esperaba.

El poder del blog

En otros tiempos, las críticas de esta naturaleza se manejaban a través de cartas a los editores de la revista científica donde se exponían las objeciones de los críticos de un determinado trabajo. La revista terminaba centralizando la discusión. Pero en los tiempos de la Internet, estas cuestiones han cambiado. Aunque muchos no quieran verlo todavía. Esto posibilitó que 4 días después del anuncio, ya hubiera una investigadora haciendo públicas sus objeciones. Los investigadores anunciaron que no iban a mezclarse en esta nueva forma de discutir resultados, o sea a través de blogs científicos. Instaban, por otra parte, a que sus colegas repitieran los experimentos en cuestión para que arribaran a sus propias conclusiones, las cuales deberían coincidir con las de los autores del trabajo. Dichas repeticiones pueden llevar varios meses. No queda clara en absoluto la razón por la cual se elige esperar ese tiempo para aclarar la situación en vez de utilizar la inmediata discusión a través de los canales que habilitan las nuevas tecnologías. Como alguien dijo, los autores han elegido hundir sus cabezas en las arenas digitales.

El sistema de revisión por pares

Lograr que un trabajo de investigación aparezca en una revista científica es un proceso arduo que puede durar varios meses. Luego de evaluar y recolectar los resultados experimentales obtenidos, hay que sentarse a escribir el paper o trabajo científico. El idioma en que esto se realiza, por lo general, es el inglés, ya que este es el lenguaje institucionalizado para el manejo de la información científica. Luego de varias revisiones de contenido e idiomáticas (es todo un tema la publicación en inglés cuando el mismo no es el idioma nativo de los investigadores), hay que elegir la revista a la cual se lo va a enviar. Esto dependerá del tema abordado y de lo novedoso de los hallazgos. Finalmente llega el gran día; el trabajo se envía al editor de la revista elegida quien designará a 2 o 3 revisores expertos en el tema a publicar los cuales tendrán a su cargo examinar el paper y decidir si el mismo es apto para aparecer en la revista seleccionada. Acto seguido el trabajo puede ser publicado directamente o luego de que los autores hagan algunos cambios o clarifiquen algunas cuestiones especificadas en el veredicto de los revisores (cuya identidad se mantiene en todo momento en el anonimato) o bien la contestación puede indicar que el trabajo no es apropiado para ser publicado en la revista elegida. Los autores deberán entonces decidir cual será la próxima revista a la cual enviarlo. La etapa de revisión descripta es lo que se conoce como “sistema de revisión por pares”, que es algo así como la democracia: no es perfecta pero es el mejor sistema disponible. Al no ser un sistema perfecto, su existencia ha sido cuestionada muchas veces y volvió a ser puesta en el tapete en el caso de la bacteria que se alimenta de arsénico. Si el trabajo publicado tiene tantos puntos oscuros, ¿cómo es posible que haya sido publicado y además en una de las revistas científicas más prestigiosas?

Tal vez la mejor forma de resumir la cuestión sea usando las palabras de un investigador de la Universidad Libre de Berlín, el Dr. Björn Brembs, quien escribió respecto a este episodio: “¿Cómo pueden pasar los revisión por pares los papers con fallas? Fácil: revisores extenuados, lo escuché en una conferencia y no lo leí de forma adecuada, las partes en su área de expertise estaban bien, etc., etc. La metodología con fallas que logra pasar la revisión por pares ocurre todo el tiempo, uno no puede prevenirlo. Pero se puede corregir, ese es el punto principal. La revisión por pares antes de publicar reduce las fallas, la revisión post-publicación las elimina. Ambas son requeridas y ayudan”.

Yo agregaría que el conocimiento científico siempre es pasible de ser revisado: nada está grabado en piedra. Ni siquiera lo que aparece en revistas científicas top.

El libre acceso a la información científica

Cuando un trabajo científico es aceptado para su publicación, los autores ceden a la editorial que publica la revista científica todos sus derechos. A cambio la revista les envía una cierta cantidad de copias impresas que los investigadores pueden entregar a aquellos que así lo pidan. En la actualidad y con las nuevas tecnologías de la información, cuando otro investigador o cualquier lector potencial desea leer el trabajo publicado puede enviarle un correo electrónico a uno de los autores pidiendo una copia electrónica del artículo que motiva su interés. La etiqueta científica impone que tales requerimientos siempre sean respondidos. Cuando he pedido copias electrónicas de trabajos científicos, los autores siempre, sin excepción, me las han enviado.

¿Pero que pasa cuando alguien quiere leer el artículo en cuestión sin pasar por el autor? El interesado va a tener que subscribirse a la publicación científica yendo a su sitio online. Si no le interesa pagar para poder acceder a la publicación durante uno o dos años, tiene la opción de bajar solo el artículo de su interés pagando una cierta cantidad de dinero, por ejemplo 30 dólares. El tema de tener que pagar a la editorial para acceder a un determinado artículo científico se ha vuelto objeto de grandes controversias durante la última década, en especial desde el advenimiento de la Internet que todo lo conecta y todo lo hace posible. Tal es así que un grupo de investigadores liderados por el ganador del premio Nobel Harold Varmus crearon la Biblioteca Pública de Ciencia (PLOS por sus siglas en inglés). ¿El objetivo? Publicar revistas científicas online cuyos artículos pasen el sistema de revisión por pares y que sean de libre acceso. En vista de esta nueva metodología, las editoriales tradicionales manifestaron que permitir el acceso automático y sin costo a sus publicaciones significaría una catástrofe económica. Se ha llegado, en algunos casos, a un arreglo intermedio donde muchas publicaciones permiten que sus artículos sean de libre acceso luego de 6 meses de publicados. Los gobiernos que subsidian la investigación han sido claves en lograr esta posición intermedia. El Welcome Trust de Inglaterra (organización que subsidia la investigación en ese país) requiere que los trabajos de investigación llevados a cabo con fondos del gobierno sean publicados en revistas que permitan el libre acceso a sus artículos luego de 6 meses de la fecha de publicación original.

ScienceLeaks

Mucha gente que leyó el blog de la Dra. Redfield comenzó a quejarse de que, por las razones arriba expuestas, no podían acceder al paper publicado en la revista Science para leerlo y sacar sus propias conclusiones. La revista decidió permitir el acceso al trabajo en cuestión a aquellas personas que se registraran en su sitio. A finales de Enero, de acuerdo a Redfield, la restricción de acceso volverá a regir. La combinación de paper bajo sospecha más acceso restringido a la información científica ha hecho que Redfield creara ScienceLeaks. Este es un blog del tipo “gente que busca artículos”, el cual permitirá conectar a aquel que busca un trabajo científico con aquel que sabe donde encontrarlo online. De todas formas, Redfield considera que la verdadera solución es lograr que los organismos que subsidian la investigación sean las que paguen por el libre acceso a los trabajos científicos en vez de los suscriptores.

Seguramente cuando se sentaron a escribir sobre la bacteria que se alimenta de arsénico los autores no imaginaron las consecuencias inesperadas que se estaban poniendo en movimiento. Y recordando las palabras de Carl Sagan “Hay muchas hipótesis en ciencia que son incorrectas. Eso está totalmente bien; ellas son la apertura para averiguar lo que es correcto. La ciencia es un proceso que se auto-corrige. Para ser aceptadas, las ideas nuevas deben sobrevivir a los estándares más rigurosos de evidencia y escrutinio.”

miércoles, 5 de enero de 2011

Fabricados para no durar

Por Susana Rodríguez



Baterías que se 'mueren' a los 18 meses de ser estrenadas, impresoras que se bloquean al llegar a un número determinado de impresiones, bombillas que se funden a las mil horas... ¿Por qué, pese a los avances tecnológicos, los productos de consumo duran cada vez menos?

La 2 de Televisión Española emite este domingo en prime time "Comprar, tirar, comprar" un documental que nos revela el secreto: obsolescencia programada, el motor de la economía moderna.

Rodado en Catalunya, Francia, Alemania, Estados Unidos y Ghana, Comprar, tirar, comprar, hace un recorrido por la historia de una práctica empresarial que consiste en la reducción deliberada de la vida de un producto para incrementar su consumo porque, como ya publicaba en 1928 una influyente revista de publicidad norteamericana, "un artículo que no se desgasta es una tragedia para los negocios".

El documental, dirigido por Cosima Dannoritzer y coproducido por Televisión Española, es el resultado de tres años de investigación, hace uso de imágenes de archivo poco conocidas; aporta pruebas documentales y muestra las desastrosas consecuencias medioambientales que se derivan de esta práctica. También presenta diversos ejemplos del espíritu de resistencia que está creciendo entre los consumidores y recoge el análisis y la opinión de economistas, diseñadores e intelectuales que proponen vías alternativas para salvar economía y medio ambiente.

Una bombilla en el origen de la obsolescencia programada
Edison puso a la venta su primera bombilla en 1881. Duraba 1500 horas. En 1911 un anuncio en prensa española destacaba las bondades de una marca de bombillas con una duración certificada de 2500 horas. Pero, tal y como se revela en el documental, en 1924 un cártel que agrupaba a los principales fabricantes de Europa y Estados Unidos pactó limitar la vida útil de las bombillas eléctricas a 1000 horas. Este cártel se llamó Phoebus y oficialmente nunca existió pero en Comprar, tirar, comprar se nos muestra el documento que supone el punto de partida de la obsolescencia programada, que se aplica hoy a productos electrónicos de última generación como impresoras o iPods y que se aplicó también en la industria textil con la consiguiente desaparición de las medias a prueba de carreras.

Consumidores rebeldes en la era de Internet
A través de la historia de la caducidad programada, el documental pinta también un fresco de la historia de la Economía de los últimos cien años y aporta un dato interesante: el cambio de actitud en los consumidores gracias al uso de las redes sociales e Internet. El caso de los hermanos Neistat, el del programador informático Vitaly Kiselev o el catalán Marcos López, dan buena cuenta de ello.

África, vertedero electrónico del primer mundo
Este usar y tirar constante tiene graves consecuencias ambientales. Tal y como vemos en este trabajo de investigación, países como Ghana se están convirtiendo en el basurero electrónico del primer mundo. Hasta allí llegan periódicamente cientos de contenedores cargados de residuos bajo la etiqueta de 'material de segunda mano' y el paraguas de una aportación para reducir la brecha digital y acaban ocupando el espacio de los ríos o los campos de juego de los niños.

Más allá de la denuncia, el documental trata de dar visibilidad a emprendedores que ponen en práctica nuevos modelos de negocio y escucha las alternativas propuestas por intelectuales como Serge Latouche, que habla de emprender la revolución del 'decrecimiento', la de la reducción del consumo y la producción para liberar tiempo y desarrollar otras forma de riqueza, como la amistad o el conocimiento, que no se agotan al usarlas.

Fuente:http://www.rtve.es/noticias/20110104/productos-consumo-duran-cada-vez-menos/392498.shtml

Virus Sincicial Respiratorio: convocan a participar en estudio para vacuna infantil

Un equipo de científicos en Rosario participa de un estudio internacional para desarrollar una vacuna pediátrica intranasal. El objetivo es ...