domingo, 20 de junio de 2010

“Sabios” e “ignorantes”, o una peligrosa distinción para América Latina (4a. parte)

Última parte del artículo de Carmelo Polino del Centro de Estudios sobre Ciencia, Desarrollo y Educación Superior de Buenos Aires, Argentina.



La cultura científica debería entenderse entonces como la capacidad de la sociedad para incorporar la actividad científica en la agenda de los temas sociales, en la medida en que la misma sea funcional a los objetivos de la sociedad. Dicho de otro modo, en una correcta articulación que rescate los mejores valores intrínsecos del rumbo de la modernidad. Pensar la comunicación de la ciencia implica estar atentos a promover formas inteligentes, atractivas, que entusiasmen a la sociedad y le permitan
involucrarse en la definición, el seguimiento y la proyección del desarrollo científico y tecnológico local.

Una cultura científica entendida en estos términos, implicaría un verdadero proceso de maduración social y la puerta de entrada para que la ciencia forme parte de las preocupaciones o los discursos cotidianos. Cuando concebimos a la cultura científica como capacidad enciclopédica, reducimos considerablemente el horizonte de acción, y no parece que estamos haciendo un buen análisis de la ciencia y la tecnología insertas en contextos industriales, políticos y económicos cambiantes.

Lógicamente, esta perspectiva conduce a que adoptemos irreflexivamente un modelo de comunicación deficitario que, además de ideológico, no lleva a ningún lugar. Nos estamos perdiendo de vista los problemas más relevantes a atender. Antes que cambiar la mente del público, deberíamos cambiar las propias.

Fuente:
http://jcom.sissa.it/archive/03/03/F030303/jcom0303%282004%29F03_sp.pdf

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