Por Claudio Pairoba
La red de redes sigue avanzando y ya se ha convertido en “2.0”. Este término que hace hincapié en la mayor interacción entre todos los usuarios al mismo tiempo sigue dejando al descubierto las falencias que tenemos para comunicarnos. La tecnología avanza a pasos agigantados pero muchas veces a la sociedad no se le hace fácil seguirle el ritmo a la hora de aprovechar sus posibilidades al máximo.
Si nos referimos específicamente al campo de la ciencia y la educación las cosas no son muy distintas. No es raro ver entidades educativas de distintos niveles o centros de investigación con páginas desactualizadas en Internet, ofreciendo cursos que finalizaron hace 2 años atrás, incluyendo hipervínculos que no funcionan y otras cuestiones por el estilo.
Como me decía un amigo “crear el sitio es sencillo, mantenerlo es el tema”. Y pareciera que en muchos casos los creadores del sitio o los que han pedido su diseño, luego de haberlo visto en la pantalla salieron corriendo por las calles gritando con emoción “¡Ya estamos en la Internet!”. Para nunca más volver.
Correo electrónico y Facebook
Dos de las herramientas que siguen mostrando nuestras falencias e incertidumbres a la hora de comunicarnos son el e-mail y Facebook.
Las fallas en el manejo del correo electrónico vienen desde el inicio de la Internet y estuvieron entre las primeras en exponer nuestras debilidades a la hora de comunicarnos. Lamentablemente, las cosas parecen no haber cambiado demasiado: mensajes que no dicen nada en el “asunto”, correos que languidecen sin ser contestados por razones que no quedan claras generando malestares innecesarios (los cuales pueden terminar siendo un dolor de cabeza en temas laborales), textos interminables y redactados de manera complicada donde el receptor lee ansiosamente mientras aprieta el mouse para seguir bajando en la pantalla sin saber cuál es el objetivo del mensaje.
¿Cuántas personas dejan un aviso automático informando que no se encuentran en su trabajo y especificando a partir de qué fecha van a responder un mensaje?
Seguimos sin entender que el hecho de que remitente y destinatario no compartan tiempo y espacio al momento de intercambiar un mensaje no significa que el mismo puede quedar sin contestar. Excusas tales como “recibo muchos mensajes por día” y “no tengo tiempo” pueden sacarnos del paso en algunas ocasiones pero no van a servirnos siempre. Al dar una dirección de email, estamos tácitamente comprometiéndonos a que si nos escriben vamos a leer el mensaje y contestarlo en manera y tiempo apropiados. Las cuestiones problemáticas que pueden ser pasadas por alto en la comunicación meramente social tienen un peso importante cuando se trata de interacción laboral.
Con respecto a las redes sociales y tomando Facebook como ejemplo, seguimos comunicándonos sin comunicarnos. La idea de que tenemos amigos en vez de contactos contribuye a la nebulosa que no nos permite ver la línea que divide los comportamientos apropiados de los que no lo son. El problema es que, en algunos casos, esta línea no solo parece no existir sino que no sabemos dónde trazarla. ¿Con quién compartir información privada? ¿A quién aceptar entre nuestros “amigos”? El sistema nos obliga a poner en una misma bolsa a aquellos con quienes tenemos una relación cercana y simples conocidos. Gente que no hemos visto en años, de repente aparece pidiéndonos “amistad” sin siquiera incluir un mensaje de salutación. Y después de aceptarlos nunca más sabemos de ellos. El sistema no permite llegar al millón de amigos pero algunos parecen dispuestos a llegar a los 5.000 de cualquier forma.
Los límites entre lo privado y lo público están tan distorsionados en esta red social que el gobierno alemán propuso, en Septiembre de 2010, que los empleadores no puedan buscar empleados en Facebook y solo puedan hacerlo en sitios de interacción laboral tales como LinkedIn.
La cantidad de situaciones ambiguas que se generan sigue poniendo de manifiesto nuestro desconocimiento sobre cómo interactuar una vez que ingresamos al mundo FB.
Páginas y blogs
De igual manera, y ya en la era 2.0, es preferible no tener una página en Internet a tenerla desactualizada. La falta de mantenimiento da una imagen de desprolijidad y abandono que va en contra del sitio. De igual manera, no es raro encontrar páginas con notas escritas sin especificar la fecha en que están siendo publicadas, un error bastante común y fácilmente subsanable. Recuerde que una persona puede leer dentro de 3 meses lo que Ud. publica hoy. Para entonces, “esta tarde” puede haber perdido todo significado si el autor no se tomó el trabajo de poner la fecha de publicación.
Los blogs, aplicados al ámbito científico, se perfilan como una excelente herramienta para dar a conocer resultados, debatir artículos publicados y generar nuevos contactos y colaboraciones. Lamentablemente, esta útil herramienta todavía no ha tenido la atención que merece por gran parte de la comunidad de investigadores, algo que esperamos cambie en un futuro no muy lejano.
¿Y Ud. en qué grupo está?: ¿“Usuarios 2.0” o “Usuarios 0.2”?
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Saludos Claudio, excelente entrada para tratar una temática tan inetresante, me permito compartirlo con mis colegas y ene le blog Magnetismo Aplicado
ResponderEliminarMuchas gracias Noel por tu comentario y por difundir el artículo.
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