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lunes, 1 de septiembre de 2014

La comunicación de la ciencia

Texto basado en una plática dada en el mes de marzo de 2013 a los alumnos del Diplomado en Divulgación de la Ciencia que ofrece la Dirección General de Divulgación de la Ciencia (DGDC) de la UNAM.



Por Luis Estrada. Revista Digital de la UNAM

Introducción
Aunque en los últimos años suele hablarse sólo de divulgación de la ciencia, se entiende que es una actividad inmersa en un proceso de comunicación que precisa estrategias diversificadas de acuerdo con el espacio y el público con el que se dialoga. Recuerdo la época en que laboré en el Centro Universitario de Comunicación de la Ciencia, antigua dependencia de la UNAM, antecedente de la actual Dirección General de Divulgación de la Ciencia. En ese entonces convenimos en distinguir tres actividades: la difusión, la divulgación y la comunicación. No sobra recordar que con la primera nombrábamos a la participación de conocimientos en los grupos dedicados a labores de ciencia, pensando que, al menos para fines prácticos, sus integrantes hablaban un lenguaje común. Las reuniones de las sociedades científicas emplean básicamente este tipo de interacción.


Con la segunda actividad, la divulgación de la ciencia, esperábamos llevar el conocimiento científico al público en general, pues suponíamos que éste podía no estar enterado de los temas a tratar, ya sea porque no había tenido la oportunidad de conocerlos o porque era necesario precisarlos, situarlos en un contexto apropiado o señalar sus consecuencias. En esta actividad siempre se supuso que el desconocimiento de un tema científico no se debía a alguna clase de incapacidad personal, pues mucho del público atendido eran niños y personal académico especializado en alguna disciplina diferente a la de los temas tratados. Las conferencias, las mesas redondas, los programas de cine y televisión, las exposiciones y salas de museos son algunos ejemplos de este tipo de actividad.


En el caso de la comunicación de la ciencia, lo esencial es el intercambio de conocimientos, el diálogo aclaratorio, la discusión de lo tratado, las sugerencias para su mejoría y la conversación profunda que ayude a la comprensión del conocimiento científico. Empleando el lenguaje ordinario diríamos que la comunicación de la ciencia es una acción “activa”, o en otras palabras un “ir y venir” de conocimientos, opiniones, críticas y aclaraciones. No sobra explicar que esta comunicación no requiere que todos sus participantes practiquen la misma disciplina o sean expertos en el tema tratado. Los seminarios, una actividad característica de los medios académicos, son el mejor ejemplo de una labor de comunicación de la ciencia.


Como podemos constatar, las condiciones actuales de nuestra universidad han reducido prácticamente las actividades mencionadas a una: la divulgación de la ciencia, la cual en muchas ocasiones se confunde con el periodismo científico. Siendo éste también una actividad importante en la propagación del conocimiento científico conviene precisar la distinción entre estas dos actividades. El periodismo científico busca mantener informado al público de lo que sucede en el mundo de la ciencia, y entre más pronto lo logre, mejor. Así podemos estar enterados de los nuevos descubrimientos y de sus autores, de la aparición de recientes productos derivados de la actividad de los laboratorios y de su eficacia o sus inconvenientes. Ejemplos de esta labor serían el anuncio del otorgamiento de un premio Nobel, de la aparición de un nuevo fármaco o la reseña de un acontecimiento, como un eclipse solar. Por otro lado, para la divulgación de la ciencia, llamar la atención sobre algún tema relevante de la misma, acometer un asunto es dar a conocer la sustancia y sentido de un resultado científico, entusiasmar por saber más acerca de una cuestión científica, inducir a buscar mayor información para entender mejor lo publicado, en fin, acercar al público al conocimiento científico para que, en alguna medida, se apropie de él. No sobra señalar que ambas actividades, periodismo y divulgación, tienen una frontera común y que son complementarias.

La comunicación de la ciencia.

 

La divulgación de la ciencia como una actividad de comunicación  

Reduciré lo siguiente a la labor de divulgación de la ciencia y comenzaré por repetir lo muy conocido de su realización. Es claro que ésta dependerá de la acertada selección del auditorio. Cómo y a quién dirigirse –a los niños, a los estudiantes de determinado nivel, a los profesores de escuelas elementales o al público general– es algo que hay que definir de antemano y con claridad. Cabe señalar aquí que hay que considerar también en este rubro si se dirige a un auditorio presente, como sería el caso de las conferencias, o a uno distante, ya sea espacial o temporalmente, como sucedería en el caso de un capítulo de un libro o de un programa radiofónico. Otro factor importante en una buena labor de divulgación es la definición clara del propósito de cada actividad, aunque éste no se haga público. Partiendo de que una actividad de divulgación de la ciencia tiene como finalidad dar a conocer este conocimiento, entonces la presentación de ella será muy diferente si se quieren exhibir objetos de laboratorio, mostrar experimentos, atraer jóvenes a estudiar una carrera científica, borrar la imagen de que la ciencia es aburrida o sólo para personas inteligentes, convencer de que, al contrario, se trata de algo útil, difundir los logros de la investigación que se realiza en una institución o simplemente el divertir al público mostrándole efectos inesperados.

No sobra señalar que ambas actividades, periodismo y divulgación, tienen una frontera común y que son complementarias.


El caso más notable de la importancia de este factor se presenta en los museos de ciencias en donde la claridad del objetivo de su labor es definitiva para su buen funcionamiento.


Hay mucho por decir acerca de qué hacer para lograr una buena labor de divulgación de la ciencia. Sin embargo, me referiré solamente a ésta como una actividad de comunicación, aunque no use ese término explícitamente. Así continuaré usando la palabra divulgación pues no quiero apartarme del modo usual de hablar, además de que hay que recordar que una buena divulgación está siempre respaldada por una vigorosa labor de comunicación de la ciencia. Lo primero es que esta divulgación es una tarea propia del quehacer de un medio dedicado al cultivo de la ciencia, como sería, en el caso de la universidad, el subsistema de la investigación científica, ya que para su buen funcionamiento requiere de la participación activa de los investigadores y profesores de ciencias.


Al reflexionar sobre la divulgación de la ciencia se llega inevitablemente al tema de la cultura científica. Es por esto que debo recordar que la cultura y la educación son temas inseparables ya que la primera es un resultado de la segunda y la educación se realiza de buena manera en un ambiente culturalmente propicio. Por ello, para hablar de cultura científica conviene aceptar que por ésta entendemos algo similar a lo que comprendemos al hablar de la cívica, la artística y otras “culturas” del hombre actual. Es evidente que la cultura científica, como otros asuntos educativos, tiene sus raíces en la escuela, aunque también es claro que no es ésta la única ni la mejor fuente del conocimiento científico. Las escuelas no pueden formar solas la cultura científica que necesita el ciudadano actual.


Es por tanto indispensable reforzar y complementar la labor de la educación en materia de ciencias, para lo cual debemos pedir ayuda a nuestros científicos avivándoles su responsabilidad social. Aunque algunos lo tomarían como una degradación, deberíamos convertir a muchos de nuestros investigadores, al menos por una buena temporada, en maestros. Es claro que esta conversión debería hacerse en forma ambiciosa, pues el problema a resolver no es de especialistas sino de formación humana. Necesitamos maestros de ciencias, maestros de maestros de ciencias, e investigadores de la educación en ciencias y de la cultura científica. 

Comunicación para una cultura científica
Con la divulgación de la ciencia se busca acrecentar la cultura científica. Cultura con todas sus letras, es decir, algo vivo, orgánico, usual, con lo que las personas vivan y convivan. Científica también en un sentido profundo, que implique no sólo conocimiento sino una participación de la vida y la actitud, de la pasión y la crítica que las prácticas científicas conllevan. Como bien sabemos, la ciencia no es monolítica ni constituye un sólo método o una sola forma de pensar; es, sobre todo, la búsqueda por diversas avenidas de conocimiento sobre el mundo natural, sobre nosotros y nuestro entorno físico. Ciertamente es un conocimiento útil o hermoso, intrigante, inquietante, efímero, cambiante, o todo eso a la vez. Pero si algo proporciona la ciencia, más bien lo que he llamado la cultura científica, más allá de ese conocimiento, es una actitud, un cúmulo de herramientas críticas de pensamiento, que sirven para muchas situaciones. No es poca cosa aprender a apreciar de veras la posibilidad de dudar con fundamento, de enfrentar la verdadera ignorancia y de observar detalladamente la naturaleza, con la humildad del que suele equivocarse y lo sabe, y así logra valorar y utilizar lo que le ha servido para aprender a cometer cada vez menos errores.


La mayoría de las personas sólo ven los beneficios materiales que la ciencia ha traído consigo, pero pocas veces ven y constatan que en la actividad que la genera hay lecciones que brindan una inmejorable formación; sobre todo en un mundo en el que las personas tienen cada vez más que decidir sobre tantas cosas que les afectan, con realismo, precisión y responsabilidad. La ciencia enseña a pensar crítica y libremente, y ésta es una de las tareas formativas de la educación. Por esto es de primera necesidad en una sociedad plural y democrática poner esta disciplina al alcance de todas las personas, aunque no vayan a ser científicos.


Es urgente tomar conciencia de lo importante e inaplazable que es para un país generar su propia cultura científica, su manera de apropiarse del conocimiento científico. La formación de personal especializado de primer nivel es por tanto una prioridad para hacer una buena labor de divulgación de la ciencia. Hay que proceder de manera análoga a la que usan los artistas y su público para apropiarse del arte universal y convertirlo desde su lugar de origen en un hecho particular y propio, sin quitarle por ello su amplia validez. Reitero: la cultura científica es indispensable en la educación a todos los niveles y en otros ambientes donde se difunden las artes y las humanidades, pues para construir una ciencia propia se necesita que se divulgue.

La comunicación de la ciencia.

Ciencia y comunidad 

¿Qué queremos de nuestra ciencia? ¿Los logros científicos y los desarrollos técnicos son siempre benéficos? ¿En el marco general de sus intereses reales, qué prioridad tienen los diferentes proyectos de investigación para las distintas sociedades? ¿El costo de la ciencia es siempre y en todo lugar una buena inversión? ¿Es ético gastar en sofisticado equipo de laboratorio cuando los recursos económicos no alcanzan para las vacunas ni la comida? ¿En qué campos nos estamos distinguiendo y por qué? Y finalmente, ¿quién debe, y quién no, participar en las deliberaciones para contestar todo esto? 

Ninguna ciencia va a ser mejor que la comunidad más amplia en la que está inmersa. Sólo donde haya educación y culturas científicas habrá provecho y sentido para ésta. La educación científica es anterior, no posterior al éxito de la ciencia. Como ciudadanos nos tocará asumir con mayor seriedad el entender y juzgar a las ciencias y sus vínculos con nuestra calidad de vida. Eso no lo podremos hacer si no establecemos y reforzamos una verdadera cultura científica, es decir, un ambiente de comprensión y aceptación, de crítica informada y respeto bien fundamentado, en el que no resulte esotérico estudiar, leer, platicar e interesarse por la ciencia.  

 

Lo expuesto no es ninguna novedad, lo he señalado en diversas ocasiones y repetido en otras tantas conferencias. Tampoco es una producción original mía. Es un relato de algunos logros del esfuerzo que un grupo de divulgadores, especialmente del Centro Universitario de Comunicación de la Ciencia, hicieron para encontrar el sentido de su labor. En sus primeras conclusiones el esfuerzo quedó plasmado en el documento titulado La comunicación de la ciencia como una labor académica, que fue presentado por el personal del Centro Universitario de Comunicación de la Ciencia al Consejo Técnico de la Investigación Científica de nuestra universidad a principios de 1988. 

 

Los divulgadores de la ciencia

Quien se enfrente a la genuina divulgación de la ciencia no sólo debe estar enterado del avance de la investigación científica, sino también comprender el significado de lo que ocurre: de dónde viene, a dónde se quiere ir y qué consecuencias se podrían tener. Todo esto a fin de poder integrarlo a la cultura personal. La divulgación de la ciencia apunta a capacitarnos para descubrir nuevas facetas del mundo que habitamos y relacionar constructivamente las perspectivas de las distintas disciplinas científicas.

La divulgación de la ciencia apunta a capacitarnos para descubrir nuevas facetas del mundo que habitamos y relacionar constructivamente las perspectivas de las distintas disciplinas científicas.







En síntesis, esta divulgación debe insertarnos en el esfuerzo que la humanidad ha multiplicado durante el siglo pasado para buscar un conocimiento objetivo del Universo, y hacernos conscientes de que ese conocimiento no nos excluye.


Por otra parte, la divulgación de la ciencia, como otras disciplinas modernas, es una labor especializada que hay que llevar a cabo. Hay que fundar y solidificar tradiciones propias de producción y consumo en torno a ella. En los países más desarrollados esto se ha hecho desde el siglo XIX, y de un modo a veces espectacular en el XX. Una buena divulgación en cada lugar, pese a transmitir o cuestionar a menudo los mismos conocimientos, está impresa también de su carácter local. Cada público, cada tradición cultural y cada idioma tiene matices y formas idiosincrásicas de percibir e interactuar con el entorno, que pueden y deben considerarse a la hora de construir puentes de comunicación. Calcar e importar técnicas es estéril e ineficaz.


La divulgación de la ciencia resultará efectiva siempre y cuando no constituya un pasatiempo marginal para los divulgadores, ni un simple agregado curricular para los científicos. Hay que enfrentarse a la solución de cuestiones concretas en cada caso. Se requieren trabajos específicos para asesorar, por ejemplo, a los maestros de primaria, secundaria o preparatoria en alguno de los temas que enseñen; para editar publicaciones científicas; para escribir el guión de una exposición o diseñar sus imágenes; para escribir distintos tipos de textos; para diseñar talleres para niños, adolescentes o adultos; para hacer un programa de radio o de televisión sobre algún tema científico, o simplemente para dar una charla sobre algún tema. La divulgación del conocimiento es un trabajo que debe tomarse con la seriedad no carente de sentido del humor con la que trabajan los científicos.


Los divulgadores de la ciencia no necesariamente deben tener un perfil similar entre ellos. A menudo, la variedad de talentos y habilidades hace que los grupos sean mucho más prolíficos y eficaces. Pero sí tienen todos que ser personas dedicadas seriamente a alguno de los aspectos de esta demandante labor. Reitero, una manera eficaz de efectuar una buena labor de divulgación es en la integración de grupos creativos de divulgadores capaces de responder a problemas locales y concretos; grupos que trabajen en museos, casas de la ciencia, revistas, radio, televisión, internet, parques o plazas públicos; grupos dispersos por todo el país, eficazmente intercomunicados y aprendiendo unos de otros, afín de que la ciencia se discuta, se difunda y se viva en todos los ámbitos y espacios disponibles.

La divulgación de la ciencia en México
El número de divulgadores en México ha crecido mucho. Hay un buen número de lugares de nuestra república en los que se realiza esta actividad y en los que se han constituido grupos para apoyar, organizar y efectuar esta labor, siendo el mejor ejemplo la Sociedad Mexicana para la Divulgación de la Ciencia y la Técnica (SOMEDyCYT). En la UNAM hay varios institutos y dependencias que cuentan ya con personal dedicado a esta tarea. Otro logro relevante es la creación y realización de programas de formación de divulgadores, como los estudios de posgrado dedicados al aprendizaje de esa disciplina que ha iniciado la UNAM, así como los diplomados que ofrecen varias instituciones educativas. Todo esto es muy estimulante.


Sin embargo, hay que reconocer que en la mayoría de los productos de divulgación que llegan al público el conocimiento científico mostrado es superficial y a veces anacrónico. Algo similar puede detectarse en los programas de formación de divulgadores, por lo que muchos de ellos deberían anunciarse como cursos de aprendizaje de técnicas y métodos para la divulgación de la ciencia. Cabe señalar que un asunto en el que se hace mucho énfasis en tales programas es enseñar a escribir bien a los alumnos. Creo que lo que sucede es que dichas actividades de formación se diseñan tomando en cuenta sólo el sentido literal de divulgación que mencioné al principio, en vez de basarse en el profundo sentido de la comunicación.

Conclusiones y propuestas
Quizá lo más importante sea pensar en el futuro de la divulgación de la ciencia en nuestro país, aunque dicho futuro no parezca halagüeño. De esto, lo primero que hay que apuntar es que muchas personas, aun del medio científico, desdeñan tal actividad con lo que propician que su desarrollo se inhiba. Independiente de ello, algunos divulgadores proponen remedios para lograr un mayor crecimiento y una mejoría en la labor que nos ocupa, aunque casi todas esas propuestas están centradas en la consecución de un buen apoyo económico. Esos divulgadores piensan que eso se lograría emulando los caminos seguidos por los investigadores científicos, ya sea buscando la creación de un Sistema Nacional de Divulgadores, ingeniándose para allegar dinero proveniente de instituciones u otros simpatizantes de la ciencia, vendiendo proyectos relacionados con esa tarea y algunas cosas más. Yo difiero de esos caminos, pues, aunque me es claro que para realizar una buena labor de divulgación se necesita dinero, y mucho, estimo que el problema está en otro lado. Como he insistido, la ciencia, y por tanto su comunicación, es una parte de la cultura y ésta se produce y se desarrolla con la educación, educación entendida por supuesto en todos sus aspectos y niveles, principalmente en el superior. Es obvio que esto dificulta más el desarrollo deseado de nuestra actividad, ya que en México no parece haber solución cercana a los problemas educativos.

Quiero recordarles que hay muchos ejemplos en los que la renovación, la creación y la innovación de una obra humana han sido producto de un sueño.







No hay que olvidar que vivimos en un país en el que no se valora el trabajo, por lo que para disponer de un salario razonable hay que buscar propinas, bonos o estímulos de alguna clase. También hay que tener presente que, en nuestro país, la autoridad no necesariamente se logra por tener conocimientos del campo que cubre el cargo a ocupar ni por alguna aptitud relacionada con tal puesto. En fin, estamos en un país en el que conceptos como democracia, solidaridad y excelencia académica han sido tergiversados, por lo que resulta muy difícil que se aprovechen las enseñanzas obtenidas del quehacer científico. El fuerte y prolongado esfuerzo para realizar una investigación es incomprendido y la belleza de lo descubierto de la naturaleza se pierde, ya que tiende a mostrarse con imágenes visuales contendientes con las empleadas en la televisión comercial.



Por otra parte, en nuestro país es cada vez más difícil saber qué sucede; cada día aumenta la desconfianza en la información y casi no hay credibilidad en lo que se difunde. Cuando se habla de conocimientos derivados del quehacer científico se encuentra algo parecido, y para ilustrarlo haré dos preguntas: ¿de veras creen que el desarrollo de la vida en la Tierra no fue programado?, ¿creen realmente que el Universo se expande? Noten que formulo mis preguntas esperando conocer creencias, pues difícilmente lo haría pidiendo pruebas, aunque éstas fueran leves y provisionales. Parece claro que, aunque la ciencia no provee verdades pero sí evidencias confiables para afirmar o negar algo, es necio ignorar sus enseñanzas. Es innegable entonces que, en esas condiciones, divulgar la ciencia es pedir peras al olmo. Sin embargo, no debemos cruzarnos de brazos.

La comunicación de la ciencia.

Quiero presentar algunas propuestas para seguir adelante en nuestra labor. Para esto, lo primero que hay que hacer es reconocer que se han formado buenos divulgadores y que no hay por qué desperdiciar ese valioso capital humano que hemos ganado. Después debemos encontrar cómo seguir aprovechando la generosidad de los apasionados del conocimiento científico que están haciendo divulgación. Mucho ayudaría unir esfuerzos trabajando en equipo y así aprovechar mejor el “trabajar por amor al arte” que mueve a muchos de los divulgadores actuales. También convendría buscar tiempo para generar espacios de reflexión acerca de los temas de mayor interés y relevancia que contribuyan a mantener al día a los divulgadores.


Todo esto servirá más allá de preservar viva nuestra labor, aunque siga pareciendo que se trata de una actividad clandestina. El mismo esfuerzo funcionaría para formar nuevos y buenos divulgadores. Pienso que estas propuestas son viables ya que están basadas en la gran libertad que todavía tenemos para trabajar; libertad que nos invita a hacer todo lo que a nuestro juicio haya que hacer, aunque sólo sea el sustento de un grupo que busca la superación cultural. Proposiciones como estas, y otras similares que surjan de esos grupos de trabajo, serían una semilla que esperamos germine algún día y haga que nuestro país cuente con una genuina labor de divulgación de la ciencia. Pero, ¿hay posibilidad real de tal germinación o sólo se trata de un sueño? No niego que mis propuestas sean sólo un sueño; empero, en tiempos aciagos un sueño no es sólo un alivio sino también un estímulo. Quiero recordarles que hay muchos ejemplos en los que la renovación, la creación y la innovación de una obra humana han sido producto de un sueño. fin


Bibliografía

TONDA, J., Sánchez Mora, A.M. Chávez, N. (Coord.) Antología de la divulgación de la ciencia en México. México: DGDC. UNAM.


BURGOS, Estrella. “La importancia de contar historias”. C+TEC. 2011, octubre, México [En línea] <http://revistacoecyt.com/>


ESTRADA, Luis. “La divulgación de la ciencia”. La divulgación de la ciencia y la tecnología, de la Serie Comunicación: educación y tecnología. México: Consejo del Sistema Nacional de Educación Tecnológica, Secretaría de Educación Pública, 1985.


SÁNCHEZ MORA, Ana María. Introducción a la comunicación escrita de la ciencia. México: Universidad Veracruzana, 2011.


ZAMARRÓN GARZA, Guadalupe. La divulgación de la ciencia en México: una aproximación. México: Serie de Cuadernos de Divulgación 1, Sociedad Mexicana para la Divulgación de la Ciencia y la Técnica (SOMEDICYT), 1994.


ESTRADA, Luis "La comunicación de la ciencia" Revista Digital Universitaria [en línea]. 1 de marzo de 2014, Vol. 15, No.3 [Consultada:]. Disponible en Internet: <http://www.revista.unam.mx/vol.15/num3/art18/index.html> ISSN: 1607-6079.

Artículo original en www.oei.es




























































domingo, 13 de abril de 2014

Las vocaciones hacia la ciencia: 3 perspectivas de abordaje

Nelson Enrique Barrios Jara
IBERCIENCIA. Comunidad de Educadores para la Cultura Científica.

Gran parte de la generación de riqueza y crecimiento de una sociedad es explicada por las capacidades para crear conocimiento, generar investigación, apropiarse saberes y traducirlo en nuevas tecnologías que impulsen el mejoramiento de la productividad, el desarrollo social y la ciudadanía. Estos elementos han de formarse desde la educación escolar desde el desarrollo de vocaciones científicas y su importancia se plantea desde tres perspectivas: la ciencia- tecnología y la calidad de vida, la ciencia tecnología y el ejercicio de la ciudadanía, y la ciencia- tecnología como una perspectiva de realización profesional.




En cuanto al primero: la Ciencia - Tecnología y la calidad de vida, se resalta que la escuela es quizá el primer actor en tener una participación fundamental para la apropiación social del conocimiento (científico y tecnológico) y la formación de capacidades para acceder a la información relevante. Además de ello, la escuela juega un papel determinante para contextualizar información y ser utilizada en el desarrollo de problemas. Estos son aspectos fundamentales ya que la escuela utiliza planteamientos para utilizar la ciencia en busca de aprendizajes cuya meta es modificar y enriquecer la vida cotidiana. En este aspecto la construcción de conocimiento científico debe permitir contribuciones donde las personas puedan tomar decisiones para alimentarse mejor, para cuidarse mejor, para disfrutar mejor de la vida y para tomar mejores alternativas.

En este sentido el desarrollo de la Ciencia y la Tecnología en la escuela se encamina a brindar ejemplos, alternativas y soluciones básicas al mundo en el que viven los estudiantes. Los estudiantes elaboran proyectos que no solamente requieren de un conocimiento científico y tecnológico sino también del trabajo en equipo de grupos interdisciplinarios que buscan aportar a la calidad de vida en cuanto al mejoramiento del ambiente, la salud, la paz, la educación, la vivienda, al comercio, a la comunidad virtual entre muchos otros hechos que seguramente redunda en beneficio de la formación de mejores concepciones en la calidad de vida de los mismos estudiantes; un claro ejemplo de lo anterior es el estudio desde la escuela del uso de energías alternas no contaminantes, que actualmente se absorbe y se almacena en los paneles solares para ser utilizada en diferentes medios; en el transporte, en el hogar, en la industria, etc; lo que a su vez origina en la escuela la reflexión acerca del consumo y el cuidado del medio ambiente, el cuidado de los bosques y la conservación de los recursos naturales.

Así mismo se encuentra desde la escuela como a través de grupos de trabajo como robótica, astronomía y otros más se presenta el desarrollo de prototipos el estudio de nuevas tendencias como los nano robots, donde se analizan los aportes que se realizan desde estas fronteras del conocimiento para la preservación y protección de la vida humana en la desactivación de bombas, realización de trabajos mecánicos, o en el análisis de la energía nuclear, la conservación del medio ambiente, etc. De otra parte se puede encontrar relaciones en los sistemas de transporte por parte de los GPS quienes ubican mediante un proceso de posicionamiento global a vehículos y personas que puedan presentar alguna emergencia y mediante dichos elementos es posible ubicarlos y orientarlos. De igual manera se observa claramente como en la salud la ciencia es fundamental; las prótesis mioeléctricas de miembros superior e inferior se han convertido en una opción que recupera la movilidad de las personas que han perdido alguna extremidad, por otra parte la automatización y robótica que es aplicada en operaciones virtuales se ha convertido en una excelente opción de ser atendidos por especialistas de diversas áreas de la medicina, estos y otros tantos casos más hacen que sea una necesidad la Ciencia - Tecnología para mejorar la calidad de vida y una exigencia para el cultivo desde la escuela; es decir las vocaciones científicas son una necesidad.

La segunda perspectiva por la cual el cultivo de vocaciones científicas es vital en la escuela es porque es fundamental para el cultivo de habilidades en el ejercicio de la ciudadanía. En este aspecto la apropiación social del conocimiento científico también es útil para que los estudiantes se formen como ciudadanos y estén en la capacidad de optar y de decidir frente a situaciones de carácter público. El estudio de las ciencias genera capacidad de argumentación, la persona formada en ciencia analiza hechos, estudia hipótesis, va más allá de las explicaciones simples que dan los medios de comunicación; la formación en ciencias permite superar el nivel de explicaciones y a su vez lleva a cuestionar, preguntar, comprender y decidir frente a problemas de cualquier índole.

De otra parte; y confrontando los documentos con la realizada que vive mi país; Colombia se encuentra aportas de la solución a un conflicto armado y por lo cual le es urgente preparar el sistema educativo hacia el post conflicto mediante estrategias que desde la escuela promuevan el cultivo de habilidades en el ejercicio de la ciudadanía y en la sostenibilidad del mismo donde se busque como meta la consolidación de una sociedad más igualitaria y solidaria, se proponga el despliegue y rescate de valores fundamentales consagrados en la Constitución Política: la igualdad y la libertad. Desde esta postura la ciencia en la escuela es una necesidad para el avance de manera decisiva en términos de equidad, entendida ésta fundamentalmente como igualdad de oportunidades. Es decir con el desarrollo de la ciencia desde la escuela se alcanza una sociedad más igualitaria, no sólo en términos de la distribución del ingreso y los activos que los individuos obtienen con su trabajo, sino de los bienes y servicios públicos que ellos utilizan –o deberían utilizar– en su tiempo libre o tiempo futuro para el caso de los estudiantes.

Lo anterior se une al argumento en el cual la ciencia desde la escuela es un factor emancipador y constructor de hombres y mentes libres, en este caso el desarrollo científico puede constituirse en el ideario de la sociedad colombiana y su inicio debe hacerse desde épocas escolares no solamente como vehículo para el cultivo de conocimiento sino como elemento para forjar una cultura para la convivencia y el mantenimiento de la paz, este objetivo en el cual se busca una sociedad de ciudadanos libres y responsables, se plantea dentro del documento Plan Nacional de Desarrollo Científico, Tecnológico y de Innovación 2007-2019. Se espera que Colombia a dicha fecha haya consolidado acuerdos para el conflicto armado existente desde hace más de cincuenta años y presentará para dicha fecha indicadores de violencia similar a los de los países hoy desarrollados. Para esa fecha, todos los colombianos accederán plenamente a la justicia y contarán con los medios adecuados para participar más activamente en los asuntos públicos, sociales y científicos. Será un país tranquilo, donde la paz sea una realidad sentida por todos, será la única manera de asegurar las bases para una sociedad donde la libertad, la igualdad y la justicia sean no sólo derechos, sino responsabilidades que todos los ciudadanos asuman como propias. El logro de este objetivo se traza a partir de la profundización de un modelo democrático en el que los ciudadanos puedan argumentar, garantizar mecanismos de dialogo, conocimiento y justicia eficiente mediante los cuales se consolide una cultura ciudadana donde las personas posean capacidades científicas básicas.

Como tercer argumento que justifica la importancia de promoción de la ciencia- tecnología desde la escuela es la perspectiva de realización profesional. La ciencia- tecnología como una perspectiva de realización profesional o como oportunidad de proyecto de vida o de vocación científica es un aspecto clave que nace desde la escuela y se genera igualmente por la apropiación social del conocimiento científico en los estudiantes. En este caso el cultivo de habilidades científicas trae los atributos esenciales, los cuales son: búsqueda de la verdad y curiosidad insaciable. Este hecho desde la escuela parte desde el reconocimiento que debe hacerse sobre la existencia de investigaciones en ciencia y tecnología en nuestro medio; los estudiantes deben saber que en Colombia se hace ciencia: en bio-tecnología, en robótica, software, etc. Es importante que los estudiantes sepan que a pesar de las condiciones adversas que existen en el país en cuanto a lo precario de los presupuestos para investigación, la carencia de revistas científicas, los pocos incentivos y el desaparecimiento gradual de nuestros institutos oficiales de investigación; en el país se están haciendo cosas importantes en el ámbito de la ciencia y la tecnología mundial y con ello el inculcar y proyectar la formación en ciencia y tecnología como una perspectiva de realización personal posible, máxime cuando desde documentos como el Plan Nacional de Desarrollo Científico, Tecnológico y de Innovación 2007-2019 se busca el apoyo a talentos; Jóvenes investigadores e innovadores, talentos tempranos descubiertos en Programa Ondas, Pleyade. etc. Así mismo dicho documento enuncia entre las metas la urgente necesidad de elevar el número de investigadores por millón de habitantes ya que estos representan un escenario de ruptura, pues se espera aumentar 10 veces el número de investigadores al 2019, mientras que el crecimiento de la población colombiana, según el Dane, no superará el 20%, se espera contar con una masa crítica de investigadores que dependerá básicamente del aumento de profesionales en Ciencia y Tecnología.

Con los anteriores elementos se fijan la importancia del desarrollo y cultivo de vocaciones científicas desde la escuela basada en los tres aspectos: la ciencia y la calidad de vida, la ciencia y el ejercicio de la ciudadanía y la ciencia como una perspectiva de realización profesional.


Fuente
http://www.oei.es/divulgacioncientifica

martes, 8 de abril de 2014

El desafío de dar a conocer el silencioso trabajo científico

Por Antonio Capriotti


cienciadentro

La investigación científica no es más que una manifestación de la cultura en un momento histórico y, como tal, le corresponde a la sociedad tener injerencia en la misma. Ciencia ha sido una palabra con un peso específico, en el sentido del criterio de verdad que se encierra en ella misma. Por otro lado, se sabe que la ciencia es tal en la medida que puede ser refutada. Sin embargo, la sociedad necesita de certezas y exige que en algún momento se las pueda exhibir. La sociedad cree que la ciencia es la encargada de establecer el orden desde una verdad inamovible. Y necesita de esas certezas para seguir viviendo; sin embargo, las sociedades avanzan en la medida que puedan desarrollar un espíritu crítico. Dudar, refutar, cuestionar, poner entre paréntesis, suspender el juicio. Este necesario y saludable espíritu crítico se alcanzará si desde el aula de las escuelas primarias se comienza a ayudar a los más pequeños a incorporar esas herramientas de la crítica que les serán vitales para el desarrollo en sus vidas.

Es, también, o debería ser, la tarea de quien tiene la responsabilidad de hacer divulgación científica.

Claudio Pairoba es bioquímico y farmacéutico, egresado de la Facultad de Ciencias Bioquímicas y Farmacia de la UNR, donde además se doctoró antes de partir a los Estados Unidos para trabajar tres años haciendo trabajos de Investigación en maíz en la Universidad de Stanford. Luego, como le interesaba la cuestión social de la ciencia, completó una maestría en Análisis en Medios de Comunicación en una universidad de San Francisco, Estados Unidos. El tema del trabajo final de la maestría fue hacer un análisis de la dinámica entre medios de comunicación, ciencia y sociedad.


“Prefiero hablar de comunicación científica más que de divulgación científica”, sostiene Claudio Pairoba, y agrega: “Comunicación es más moderno, más genérico. Quienes nos dedicamos a la comunicación científica venimos de caminos diversos. A todos nos une el deseo de comunicar, y de plantearnos cómo hacemos para que la gente sepa que se está trabajando en algo que de alguna manera la involucra y cuyos resultados van a impactar sobre sus vidas. Por otra parte, es un desafío personal hacerlo interesante para que la gente lo entienda. Cada uno enfoca esta comunicación desde su posición en la vida. Además, quienes tomamos la responsabilidad de comunicar la ciencia, deberíamos ayudar a la gente a desarrollar un sano escepticismo.

—Usted se refirió a medios, ciencia y sociedad; ¿podría hacer una síntesis sobre la articulación entre ellos?
—Creo que estamos mucho mejor que hace diez años. Se habla mucho más de comunicación científica. Desde los organismos nacionales se le está prestando mucha más atención. Incluso hay más financiamiento a lo que tenga que ver con la comunicación de la ciencia y esto es positivo. Los grandes medios dedican más espacios y han incorporado a especialistas. En general, esos grandes medios sólo perseguían noticias con alto impacto, creando, muchas veces en la gente, la sensación de una ciencia mágica. No dedicaban espacios centrales. Abandonaban el tema antes de tiempo. Muchas veces creaban falsas expectativas sobre todo con temas que tuvieran que ver con posibles remedios a enfermedades que carecían de tratamientos eficaces. La gente que recibía esas informaciones carecía de una cultura científica que les hiciera comprender lo que en realidad pasaba. Tampoco se les informaba sobre el tiempo que exige la síntesis de una nueva molécula para llegar al mercado. No había una cultura que les ayudara a diferenciar la investigación básica de la investigación aplicada. Hoy todavía falta cultura científica en la gente, porque a la gente no le comentamos cómo funciona el sistema. Si bien estamos mucho mejor que hace unos años, todavía nos restan muchas cosas por hacer y justamente las nuevas tecnologías de la comunicación son claves ya que nos permiten independizarnos de la agenda fijada por los grandes medios de comunicación.

—¿Existe hoy una moda en esto de dedicarle espacio a la ciencia?
—Sí. Creo que hay una moda. Creo también que ésta es una época de reposicionamientos. Siempre teniendo en cuenta que los futuros cambios no van a hacernos volver al lugar de donde partimos de total desconocimiento.

—¿Cuándo y dónde empezó este nuevo enfoque?
—Creo que empezó en Estados Unidos. Ellos tienen un gran entrenamiento en movimientos sociales, en colectivos autoorganizados. La gente tomó rápida nota de que la investigación se financia con fondos públicos y eso les daba la posibilidad de saber a dónde iban esos fondos; y comenzaron a exigir ser puestos al día en el tema. En Argentina, el 80 por ciento de la investigación básica se hace en universidades e institutos públicos pero, sin embargo, todavía no tenemos como sociedad esa conciencia de exigir ser informados, desconociendo que es nuestro derecho como sociedad.

—Eso de parte de la sociedad; ¿a los científicos qué les cabe?
—Tienen que rever su rol. Han estado encerrados en sus laboratorios por mucho tiempo, publicando sus papers para sus pares. Se debe dar un paso más, creo, y traducir esos papers a un nivel que se haga entendible para el resto de la sociedad. El científico tiene que saber comunicar ciencia. Eso también es un cambio cultural.
Claudio Pairoba está a cargo del Área de la Comunicación de la Ciencia en la Secretaría de Ciencia y Técnica de la UNR. “Manejo todo lo que se publica en la página de la Secretaría”, explica a El Ciudadano, y agrega: “Hacemos anualmente una reunión de ciencia con el fin de dar a conocer todo lo que en ciencia se está trabajando. Estas reuniones generan un libro. Desde 2008 existen libros publicados y estoy subiéndolos a la página para que todos accedan al historial. Esto les sirve, además, a los investigadores para direccionar a las personas con las que se vinculen para que accedan a sus trabajos en un sitio de internet.

La investigación científica
Investigar es una tarea ardua. Y allí está, lenta y silenciosa, la investigación científica, tomándose sus tiempos. Se funda en la curiosidad por saber y en la necesidad académica de crear conocimiento nuevo y transmitirlo.
Del otro lado está el mercado con empresas y productos. Exigen innovación. Aspirana aumentar sus dividendos y ocupar nichos del mercado, renovar sus portfolios de productos, incrementar la rentabilidad de sus emprendimientos. Ambos sectores se reconocen. Y se necesitan.
Está el Estado. Estado nacional y provincial. La Nación y el Estado provincial han jerarquizado a la ciencia y a la tecnología al rango de ministerio, incrementaron sus presupuestos, repatriaron científicos, crearon puestos, invirtieron en la creación de edificios y laboratorios a los que equiparon convenientemente.
Cada día más, Rosario muestra un volumen de trabajos científicos y de gente dedicada a la investigación que sitúa a la UNR y a diversos institutos dedicados a la misma, en uno de los polos nacionales de mayor producción científica en los más variados temas.
Y está la sociedad civil con sus ciudadanos modernos que, aunque no hagan explícita su demanda de ciencia, necesitan acceso al conocimiento; sobre todo hoy al disponer de un verdadero arsenal de productos con tecnologías complejas.
El ciudadano medio consume, a través de esos productos y servicios, tecnologías que hunden sus raíces en los logros de la investigación básica. A pesar de eso, ciencia y tecnología no consiguen formar parte de su bagaje cultural. El ciudadano medio está condenado a un nuevo tipo de analfabetismo funcional. Y, por consiguiente, desconoce su derecho a ser informado.
No se puede esperar que una sociedad alejada culturalmente de la ciencia y la tecnología apueste decididamente por la investigación. Para cual es imprescindible la tarea de divulgación.

Belocopitow, el pionero
El doctor Enrique Belocopitow, discípulo del premio Nobel Luis Federico Leloir, realizó grandes aportes en la comprensión de la bioquímica del glucógeno y creía que “un país en el que el pueblo y las autoridades son conscientes de que el progreso del país depende de la aplicación y del conocimiento de la ciencia, es distinto de otro que considera que la ciencia es un adorno y no sirve para nada”.
Siempre bregó por sacar la ciencia de su ostracismo y llevarla al gran público. Este pionero de la divulgación científica, fallecido en enero de 2007, sostenía que los ciudadanos no sólo debían estar informados sobre la actividad científica sino que además debían estar al tanto de los debates que giraban en torno a la ciencia y para ello debían tener la capacidad de analizar críticamente la realidad.

Fuente:
www.elciudadanoweb.com

miércoles, 8 de enero de 2014

Convergencia entre ciencia y sociedad para la inclusión

La plataforma País Ciencia busca acercar la investigación científica a los colegios y barrios con el objetivo de despertar la vocación por la ciencia en los jóvenes. El proyecto, asociado al Conicet, es una experiencia de democratización del conocimiento.

El Dr. Claudio Fernandezc propulsor de una proyecto para descubrir y estimular vocaciones científicas (Imagen: Pablo Piovano).



 Por Leonardo Moledo
–Cuénteme ¿a qué se dedica?
–Soy doctor en Química biológica, dirijo el Laboratorio Max Planck de Biología Estructural, Química y Biofísica Molecular de Rosario. Soy director de la primera plataforma tecnológica de diseño y descubrimiento de fármacos en fase preclínica de Latinoamérica. Dirijo también un doctorado internacional organizado entre la Universidad Nacional de Rosario y la Universidad de Göttingen, en el área de la Biomedicina y Biociencias Moleculares. Göttingen es una ciudad alemana de 120 mil habitantes; su universidad tiene la impresionante cifra de 46 premios Nobel asociados. Allí fui jefe de grupo hasta el año 2005. El último Premio Nobel de Medicina es de la Universidad de Göttingen. Ellos son nuestros socios.

–¿Cuándo volvió usted al país?
–En 2004 y 2005, junto a otros argentinos, lideramos una línea de trabajo que dio lugar a significativos avances en el área de enfermedades neurodegenerativas, en particular la vinculada con el mal de Parkinson. Mi trabajo científico fue repatriado en el año 2006, a través de la adquisición del primer espectrómetro de resonancia magnética nuclear de alto campo para nuestro sistema científico, que fue el segundo equipo en su tipo en ser instalado en la región.

–Y además está trabajando en un plan de comunicación de la ciencia del Conicet.
–Estamos avanzando con un proyecto para la creación de una plataforma orientada a la socialización de la ciencia llamada País Ciencia. Su objetivo es generar igualdad de oportunidades y despertar vocaciones científicas. Es un proyecto que, asociado al Conicet y otros organismos nacionales, proyectará a nivel nacional una experiencia de comunicación pública de la ciencia y democratización del conocimiento nacida en el municipio santafesino de Granadero Baigorria, donde funciona el Centro de Estímulo al Desarrollo del Conocimiento (Cedec), que es el modelo. Los otros actores involucrados son la Universidad Nacional de Rosario, la Subsecretaría de Gestión de Políticas Universitarias del Ministerio de Educación de la Nación y el Ministerio de Planificación Federal de la Nación.

–¿Qué tiene pensado hacer? La inclusión de la ciencia tiene muchas corrientes... y hay cosas con las que nadie sabe qué hacer, por ejemplo: la matemática.
–Vamos a coordinar acciones entre escuelas, universidades, organismos de ciencia y tecnología, y el conjunto de la sociedad. Será una herramienta educativa, inclusiva, que se ocupará de promover la socialización del conocimiento, así como de fomentar la creación de una red de centros o nodos territoriales. Queremos generar instancias de reflexión en torno del conocimiento científico situado en su contexto territorial. Hasta ahora muchas de las acciones de comunicación pública de la ciencia se han generado en el marco de pensar la relación “ciencia y sociedad” bajo los parámetros de la hipótesis del déficit cognitivo. Mi postura es tratar de desmitificar el rol del científico y pensar el conocimiento como un bien social.

–Entiendo. Yo trato de hacer las entrevistas acá en un café para sacar al científico del laboratorio, porque el científico muchas veces cuando habla lo hace para sus colegas, entonces acá no tiene el código del laboratorio. La ciencia no es sólo ciencia, la ciencia es filosofía y es historia de la ciencia. Hay que saber de dónde venimos...
–Eso queremos con este programa, que los investigadores y comunicadores de la ciencia expliquen a la sociedad de manera amena. Comparto, es necesario poner en valor todo lo que se hace desde el año 2003 en ciencia y tecnología en nuestro país. La política de Estado de ciencia y tecnología es concreta y tiene un correlato social. Es necesario que se la valore porque no alcanza con que la defendamos los científicos desde el laboratorio. Se va a defender en tanto y en cuanto la gente sepa respecto del valor del conocimiento científico, sus impactos y beneficios. Para eso es fundamental comunicar, concientizar y ampliar la cultura científica de la gente.

–Yo dirigí ocho años el Planetario de la ciudad de Buenos Aires. Nuestra postura era: la ciencia es propiedad de todos. Pero cuando decíamos todos, decíamos todos. Por eso hicimos un planetario para ciegos, para sordos, hicimos cafés científicos, fuimos a las villas. La idea era: como es de todos, es también para los que no pueden venir.
–Ahí está la clave, en que nosotros como investigadores nos acerquemos. Esa es la génesis del proyecto. Queremos conversar sobre ciencia en todos los barrios y localidades. Ahí uno como investigador científico toma conciencia de la realidad. En la villa, al chico no le importa que le expliques el principio de Bernoulli. Quieren saber, por ejemplo, cómo se hacen las plantas de potabilización de agua. Allí se toma conciencia de para quién estás trabajando, porque la ciencia y la tecnología no se agota en una proteína en un tubo de ensayo. Sólo se realiza cuando es orientada a un fin colectivo y es apropiada por la gente.

–Entiendo. También es mucho lo que se consigue cuando se les muestra un telescopio, una bacteria con un microscopio...
–Nosotros escuchamos lo que nos piden los chicos y los docentes en las escuelas de las villas. Ellos quieren aprehender un conocimiento que impacte en su calidad de vida. Sin dudas representa una superación de la comunicación de la ciencia como colección de anécdotas o datos curiosos. Estamos pensando en proyectos que enseñan a desarrollar, por ejemplo, una planta potabilizadora de agua, o cómo hacer que la basura, que contiene un alto porcentaje de materia orgánica, pueda generar biogás o biocombustible. Una parte del programa que estamos desarrollando consiste en generar fondos semilla, lo necesario para que esa escuela pueda concretar un proyecto con investigadores del Conicet.

–¿Cuál estima que será el efecto de este plan? 
–Son múltiples, el chico de la villa va a tener una vivencia transformadora vinculada al conocimiento científico. Va a conocer que existen instituciones de ciencia y tecnología, conformadas por personas que trabajan de científicos. Y a los investigadores los invitamos a salir de su territorio habitual porque el laburo lo tienen que hacer en la villa
 
–¿Y usted qué les dice?  –Los invito a participar y que dejen atrás sus prejuicios. Les digo que hay que desacralizar la ciencia y hacer entender que la ciencia no es para genios. De nada sirve pasar seis meses dando conferencias en el exterior, si acá la gente no entiende el quehacer científico tecnológico. Para que la sociedad se interese, se informe, pregunte, entienda y valore, hay que educar incluso a los investigadores. Hay que invitarlos a salir del laboratorio, porque mayoritariamente salen formados en su disciplina y tienen cierta lejanía con la sociedad. El desafío es, como ha dicho la propia presidenta de la Nación, que en las universidades nacionales la matrícula sea en un gran porcentaje de hijos de trabajadores, y que se reciban. Para eso hay que generar una escuela de científicos con compromiso social.

–¿Ya tienen armado el programa de acciones? 
–Sí, el programa, además del componente de comunicación pública de la ciencia, tiene otro que son las pasantías científicas para que los estudiantes vengan a nuestros laboratorios de investigación científica u otros organismos públicos a hacer actividades, porque el problema que estamos teniendo es que, independientemente del estrato social, los jóvenes están desinformados y se pierden vocaciones. Nosotros perdemos muchas vocaciones en el último y anteúltimo año de la secundaria, porque los chicos no saben para dónde seguir. El programa pretende vehiculizar esas vocaciones. Hay que ir al encuentro de estos estudiantes, yo creo que eso es parte del rol del científico.

–¿Qué más piensan hacer? 
–Vamos a brindar cursos de capacitación para los docentes de escuelas secundarias, vamos a dar capacitación a investigadores para enseñarles a hacer comunicación pública de la ciencia. Vamos a generar contenido audiovisual, vamos a tener una plataforma web con módulos virtuales, con contenidos para que puedan ser utilizados en las escuelas por los chicos directamente, y vamos a tener un laboratorio móvil para poder llegar a los lugares más lejanos. Es un proyecto que ataca el problema de la brecha entre ciencia y sociedad en forma integral, y que además tiene actores que tienen que ver con la generación de política científica, generación de política educativa y el territorio. Tenemos muchas expectativas de poder replicar a nivel federal el éxito que este proyecto ha tenido en Santa Fe y Buenos Aires.

Fuente
www.pagina12.com.ar

miércoles, 11 de diciembre de 2013

Repositorios institucionales: nuevas maneras de manejar la información científica

Estos espacios permiten mostrar con mayor impacto los resultados de trabajos científicos y tener una idea más clara de las actividades de investigación de las universidades. Se abren nuevas posibilidades para su desarrollo a consecuencia de la ley de libre acceso a la información científica. 

 
 

 
El pasado 4 de noviembre, la Prof. Ing. Marisa De Giusti brindó una interesante charla en el ámbito del Consejo Interuniversitario Nacional sobre el tema de los repositorios institucionales. La misma siguió a la exposición del Dr. Alejandro Ceccato, Secretario de Articulación Científico Tecnológica (Ministerio de Ciencia, Tecnología e Innovación Productiva de la Nación), quien habló sobre la recientemente sancionada ley de libre acceso a la información científica (http://www.unr.edu.ar/noticia/7394/es-ley-el-acceso-libre-a-la-informacion-cientifica).
 
De Giusti es directora del Proyecto de Enlace de Bibliotecas (PrEBI)  y del SeDiCI (Servicio de Difusión de la Creación Intelectual), los cuales funcionan dentro del ámbito de la Universidad Nacional de La Plata (UNLP). Dado que el SeDiCI es el repositorio institucional de esta universidad, el cual se ocupa de mostrar la producción científica de sus investigadores, no es casualidad que esta segunda charla se diera a continuación de lo expuesto por el Dr. Ceccatto. La ley recientemente sancionada especifica que todos los trabajos de investigación realizados con financiamiento del Estado, deben ser accesibles para todos los interesados en consultarlos.
 
El tema no es menor, ya que ha planteado un enfrentamiento, con distintos matices, entre grupos de científicos y editoriales en los últimos años. En el sistema tradicional de publicación de artículos científicos los autores envían un trabajo a una revista científica, la cual, luego de una revisión por pares, decide si lo publica o no. En caso de publicarlo, los autores deben pagar (gastos, administrativos, de procesamiento, etc.) al mismo tiempo que ceden todos los derechos del trabajo a la editorial que publica la revista. Para entenderlo mejor, esto implica que los autores no pueden hacer nada con el trabajo que lograron publicar, ya sea distribuirlo por su cuenta o, en el caso de desearlo, subir el artículo en un blog o página de Internet de su propiedad.
 
¿Por qué un repositorio?
Durante su animada charla, la ingeniera expuso las bondades del sistema de repositorios, entre las cuales deben destacarse la mayor exposición que reciben los trabajos de investigación así como una mayor visibilidad de las actividades que se llevan a cabo dentro del ámbito académico específico (en este caso, la UNLP). Esto se logra a través del manejo de una serie de herramientas las cuales, aplicadas de manera estratégica, permiten encontrar la información a través de un mayor número de caminos así como tener acceso a una variedad de estadísticas, entre otras opciones de gran utilidad. Los repositorios muestran tanto los trabajos de investigación como las tesis doctorales y de maestría producidas en el ámbito de las universidades que los alojan.
 
El SeDiCI se posiciona cuarto entre los repositorios de América Latina y está entre los primeros 100 a nivel mundial, con un total de 30.000 recursos (entre trabajos originales y tesis doctorales y de maestría, entre otros).
 
La exposición de la Ing. De Giusti puede descargarse cliqueando aquí.
 
* Miembro de la Red Argentina de Periodismo Científico (RADPC).
 
Notas relacionadas
 
 
 
 
5. Ciencia, comunicación, ayuda y diplomacia

sábado, 7 de diciembre de 2013

A 40 años de la autopoiesis de Maturana, el concepto más revolucionario de la ciencia chilena a nivel mundial

El alcance de éste se estudia en medicina, educación, filosofía y psicología cognitiva. Maturana partió con la biología molecular, pasó al sistema nervioso y luego siguió con la biología del conocimiento y el lenguaje. Hoy, afirma que los humanos somos seres donde la biología y la cultura son "autopoiéticas". Durante los últimos 50 años el biólogo sistémico ha dedicado su tiempo a comprender el conocimiento y el entendimiento humano.


Por Hector Cossio
Hace más de 50 años, Humberto Maturana era un joven biólogo que comenzaba a hacer clases en el ex Instituto de Ciencias, hoy Facultad de Ciencias de la Universidad de Chile. Entonces tenía poco más de 30 años y ya lo obsesionaba intentar dar respuesta a preguntas imposibles, o imposibles para quienes no buscan afanosamente encontrar respuestas. En sus propias palabras recuerda: “Yo me creía capaz de responder todas las preguntas, pero hubo una que me hizo un alumno en 1960 que no supe responder”. En esa clase Maturana estaba hablando de los primeros seres vivos en el mundo y calculó que la vida había comenzado hacía 2.800 millones de años. Entonces el alumno preguntó: “¿Que comienza hace 2.800 millones de años, de modo que usted me dice ahora que los seres vivos comenzaron entonces?

Maturana se quedó en silencio, después de unos segundos respondió: “No lo sé, pero si usted vuelve a mi clase el próximo año le voy a proponer una respuesta”. Si el alumno volvió o no a la clase nadie lo recuerda, pero a partir de ese momento la búsqueda de la respuesta se convirtió en su tema. Se hizo biólogo sistémico, con su ex discípulo Francisco Varela formó una de las duplas científicas chilenas que más ha aportado al conocimiento mundial, escribió varios cientos de papers y ha dado miles de horas en charlas, clases y simposios. Los resultados de sus estudios se han aplicado a la biología, la medicina, la educación, la filosofía y la psicología cognitiva.

No obstante todo ello, hubo un solo concepto que dio el punto de partida. Un concepto que hoy cumple 40 años y por el cual este viernes el profesor Maturana será homenajeado en el marco de un seminario internacional organizado por el Instituto de Filosofía y Ciencias de la Complejidad (IFICC): la autopoiesis.


 Del Quijote a la autopoiesis 

Francisco Varela
Francisco Varela

Antes de intentar explicar la autopoiesis –que a modo de introducción sería necesario señalar que es un término que no ha conocido límites de aplicación–, habría que contar cómo fue que Maturana ya siendo un próspero científico progresista –a mediados de los 60– aceptó a un joven discípulo para crear junto a él el primer libro en que se habla de sistemas autopoiéticos, De máquinas y seres vivos.

“Francisco Varela fue alumno mío en el Instituto de Ciencias, enviado por un profesor de la Católica. Tenía 20 años y estaba estudiando medicina y yo lo entrevisté. Fue en el curso de una conversación larga. Yo no tenía preestablecido lo que iba a ser. La conversación fue sobre sus intereses. Tenía intereses filosóficos, pero estaba estudiando medicina, tenía intereses políticos. En algún momento, yo le pregunto: ‘¿Bueno, pero qué te interesa en la vida?’”

“Y él me dice: ´Quiero entender el psiquismo en el universo’”.

“‘Humm…, bien, bienvenido’ y lo acepté. ¿Y por qué lo hice? Yo creo porque me gustó la audacia de quien quiere estudiar el psiquismo en el universo”.

Con este estudiante, que rápidamente dejó la medicina, Maturana comenzó a madurar la respuesta sobre el origen de los seres vivos que casi 10 años antes le había hecho el otro estudiante. Sentía que ya tenía la respuesta, pero le faltaba el concepto. Como su especialidad es la biología sistémica, el biólogo aventuró su teoría en términos moleculares. “Los seres vivos son sistemas de dinámicas cíclicas, cerradas en sí mismas, como redes de autoproducción de los componentes moleculares que las constituyen”. En palabras simples, sería algo así como que los seres vivos se hacen a sí mismos, se autoproducen, que el resultado de estos sistemas cíclicos de producción molecular es el mismo ser vivo. Hoy, es probable que esto no constituya novedad, pero hace 40 años fue toda una revolución, porque se propuso dejar de pensar en la función de los órganos (la preocupación científica de esos días) para concentrarse en el resultado del proceso molecular. Esta aventura, originalmente biológica, alcanzó ribetes entonces insospechados, que llevó al biólogo a otro mundo, para nada menos complejo: el conocimiento, el entendimiento humano.

Mientras Varela pensaba que era necesario formalizar la teoría, es decir, darle validez mediante un razonamiento matemático, a Maturana se le cruza este conocimiento con lo que ya había empezado a ver en el sistema nervioso, que también eran procesos cerrados internos. Y se le viene una nueva gran pregunta. Y si el sistema nervioso es un sistema cíclico de producción molecular que se autoproduce, ¿qué pasa con la percepción?, ¿son los elementos externos los percibidos o es la experiencia, lo que le pasa a uno, lo que le da el sentido?

Mientras, el concepto que finalmente terminó por definir el proceso nació de una conversación anecdótica con un literato, Juan de Dios Bulnes. “Él me contó que su tesis había sido sobre el dilema del Quijote, que era si debía dedicarse a la producción (poiesis) de cuentos de caballería o a la praxis, la caballería misma. Ésa es la palabra que yo necesito, me dije,  ’poiesis’, porque lo seres vivos se producen a sí mismos. ¡Autopoiesis! Y así creé una palabra griega legítima”.

La biología del conocer
¿Si los seres vivos son sistemas cíclicos cerrados que se autoproducen y el sistema nervioso lo es asimismo también, qué es lo que nos hace entender las cosas, qué hace que la gente pueda convivir, si la percepción no depende tanto de lo que está afuera sino de lo que ocurre en nuestro interior? Para dar una respuesta a esta pregunta, que aún siendo lógica deja abierta muchas más interrogantes, Maturana recurre a un ejemplo sencillo para explicar la percepción, y cómo todo finalmente se arma en el lenguaje.  Nuestros ojos, explica, nuestra retina, no percibe la misma composición espectral de los colores. Está claro que frente a un color, que podría ser verde, no todos vemos la misma composición, pero todos lo llamamos igual. Entonces el color no se capta en la retina, se da en la experiencia, en la palabra.

“Todos ven verde, pero todos no ven el mismo verde. No sabemos lo que ven, eso es lo que no sabemos, pero todos le ponen el mismo nombre y si le ponen el mismo nombre quiere decir que ven lo mismo, porque resulta que el nombre no es lo que está allá, sino lo que le pasa a uno, entonces yo pude demostrar que la actividad en la retina se correlaciona con el nombre del color, no con la composición espectral del color”.

Esta función que se da en el lenguaje no responde a un conjunto de símbolos codificados mediante un consenso. Para Maturana lo fundamental es la acción del lenguaje y la interacción, es decir, la convivencia que se da en los seres humanos en el lenguaje. Y como se trata de una acción, no de un conjunto simbólico, el biólogo prefiere hablar de lenguajear.

ximena-humberto

La Matríztica y la biología cultural
De acuerdo a la lógica maturaniana, la convivencia que se da en el lenguaje entre los seres humanos es la clave para entender cómo la experiencia es la que nos va dirigiendo en la vida, según cada circunstancia. Para entender esta nueva conceptualización, el profesor acuñó el concepto de “deriva natural”, que se une a la evolución de la especies. Para el pensador, el vivir en convivencia y el conocer están siempre a la deriva, al igual que el navegante de un velero que ha perdido el motor de la nave, las velas y los remos y se encuentra a merced de las corrientes. “Los organismos realizan su vivir en la tangente que va apareciendo momento a momento en el deslizarse en un entorno sin que ellos sepan para dónde van”. La sobrevivencia en el ejemplo, entonces, tiene que ver con las decisiones que se toman sobre la base de las experiencias. De modo que si está a la deriva, pero conoce la dirección y velocidad que toman las corrientes, podría calcular la hora y el destino.

Esas experiencias, bajo la misma lógica, están determinadas por la emoción. En este punto el conocimiento se vuelve también autopoiético, y aunque si bien la autopoiesis define un concepto de producción molecular, también sirve para identificar que los seres humanos, en tanto personas, vale decir, individualidades que se relacionan a través del lenguaje y que conviven en la deriva natural, constituyen un todo compuesto de biología con cultura.

Hablar de que los seres humanos somos biológicos y culturales parece una obviedad tremenda, por eso es que Maturana elimina el “y”, y sostiene que las personas somos seres “biológicosculturales” indivisibles, así como la biología y la química es bioquímica.

Esta reflexión es el fundamento de la Matríztica, el instituto que el doctor Maturana ha levantado junto a Ximena Dávila, también discípula, para investigar la matriz biológico-cultural de la existencia humana. La propuesta del instituto es explicar las experiencias desde las experiencias, como un hacer propio del modo de vivir humano (cultura) en un fluir en el entrelazamiento del lenguajear y el emocionar (conversar), que es donde sucede todo lo humano.

Fuente:
www.elmostrador.cl

sábado, 2 de noviembre de 2013

Errores básicos para esta temporada


Una intención. Una campaña. Un desastre.
“Queremos dar vuelta los clichés y mostrar a las mujeres y las chicas que la ciencia no se trata de hombres viejos en guardapolvos blancos” - Geoghegan Quinn



A esta altura uno esperaría que en Europa tuvieran las cosas un poco más claras. Sin dudas, en el viejo continente se ha gestado la cultura occidental en la cual estamos inmersos hasta el día de hoy. A pesar de ello, cuando llegamos al tema de la comunicación científica no todo está dicho. En este proceso del cambio comunicacional que transitamos, todo está en efervescencia y en constante cambio. Prueba de ello es que hasta en la cuna de la cultura occidental cometen errores. Errores tan básicos como el de una persona sin formación ni criterio en el campo de la comunicación.

Así fue que en 2012 la Comisión Europea para la Ciencia, Innovación e Investigación decidió que sería buena idea crear una campaña para atraer más mujeres a la ciencia. Pero, ¿qué tipo de mujer elegir para representar a las científicas? ¿Científicas jóvenes que recién se inician con todas sus ganas y entusiasmo? ¿Científicas de mediana edad, con mayores responsabilidades y un conocimiento más profundo de las alegrías y sinsabores del quehacer científico? ¿Científicas a punto de retirarse o ya retiradas (si es que alguna vez pueden dejar la actividad que tanto aman), con mayor experiencia, y una historia de vida personal rica y profundamente entrelazada con su vida científica? Ninguna de las anteriores.





Los creadores decidieron que lo más apropiado sería contratar modelos jóvenes, lindas, dicharacheras. Siempre es interesante pensar lo que primó en ese segundo fatídico en que se tomó la decisión. ¿Alguien pensó en el gasto de recursos y tiempo? ¿En el mensaje que se enviaba a las mujeres que se intentaba atraer? ¿En la mueca de disgusto en la cara de las científicas cuando miraran el corto?

Tuve la oportunidad de mostrar este video en una charla que dí recientemente. Los estudiantes secundarios de la concurrencia, con su lógica inexperiencia en el campo comunicacional, se dieron cuenta de los problemas con lo que acababan de ver: sexismo, estereotipo, superficialidad. ¿Cómo es posible que una agencia europea no lo viera? La respuesta puede estar en los tiempos que nos tocan atravesar, cuando no sabemos cómo es lo nuevo porque se forma y transforma permanentemente ante nuestros sentidos. Pero si de algo podemos estar seguros es que lo viejo ya no sirve. Y hay veces en que elegimos hacer algo que no sirve pero es “seguro y conocido” antes de arriesgarnos a acercarnos al tema desde un lugar diferente.

La respuesta no se hizo esperar. Un grupo de estudiantes de doctorado en psicología y neurociencias filmaron una parodia del video original. Ahora las científicas se transformaron en modelos, dándole un giro a la historia, y dejando aún más al descubierto la poca creatividad de la polémica campaña. Con mucho sentido del humor, las científicas marcaron su territorio y dejaron en claro que trabajar en un laboratorio haciendo investigación no es estereotipado ni superficial. Y lo que es más importante, las científicas con su gracia y desparpajo mostraron su inteligencia. Una inteligencia que va más allá de la mera cuestión intelectual. Esa inteligencia que las hace más atrayentes porque demuestra su capacidad para manejarse en situaciones que podrían sacarlas de su eje, y hacerlo con elegancia. 



Las declaraciones de Geoghegan-Quinn, Comisionada para la Ciencia, Innovación e Investigación en Europa quedaron en el olvido (ver leyenda de la foto). La campana fue retirada rápidamente, en vista de las reacciones generadas. Pero ya era tarde, y las copias del corto se viralizaron en Internet. 

Esta situación que descoloca porque se presenta cuando uno piensa que las cosas están más claras en aquellos lugares que han estado históricamente a la vanguardia, me recuerda las tristemente célebres declaraciones del presidente de la Universidad de Harvard. En 2005 Lawrence Summers expresó durante una conferencia privada que los hombres superan a las mujeres en matemáticas y ciencias debido a diferencias biológicas, dado que la discriminación ya no es un obstáculo para la carrera de las mujeres en el ámbito académico. Uno esperaría que estos episodios no tuvieran por protagonista a la autoridad máxima de uno de los bastiones de excelencia académica. Más allá del exabrupto, el comentario de Summers volvió a poner en el tapete el tema del rol de la mujer en la ciencia. El comentario, junto con otras razones, motivó la renuncia de Summers como presidente de la universidad del estado de Massachusetts.

Son tiempos de avances, retrocesos e incertidumbre. Rescatemos, entonces, todas las posibilidades comunicacionales que nos ofrece la época que vivimos, evitando atarnos a lo familiar y repetido hasta el hartazgo. Ejerzamos nuestro derecho y nuestra responsabilidad para mostrar a la ciencia desde miradas nuevas y cambiantes, aceptando que no hay recetas y que, más allá de algunas herramientas, debemos ir creando escenarios para cada situación que se nos presenta. Es época de creatividad y la pileta está llena de agua fresca. Saltemos.

Material relacionado para leer.

martes, 22 de octubre de 2013

COPUCI 2013: Aplicando las herramientas estratégicas para la comunicación


El 13 de septiembre participé junto con mi amiga y companera de la Especialización en Comunicación Ambiental/Maestría en Comunicación Estratégica, la odontóloga Ana María Alessio, del III Congreso sobre Comunicación Pública de la Ciencia, que se realizó en la Facultad de Ca. Política y RR.II, de la Universidad Nacional de Rosario.

La oportunidad nos permitió mostrar nuestro enfoque metodológico para aplicar las herramientas adquiridas durante el cursado del posgrado arriba mencionado.

También conocer a otros interesados en mejorar la comunicación de la ciencia, con un enriquecedor intercambio de experiencias obtenidas en distintos ámbitos.

Les dejo el trabajo que presentamos con Ana María.

martes, 8 de octubre de 2013

Encuentro de docentes, alumnos y científicos, puente entre la ciencia y la sociedad

La charla, organizada por La Capital entre otras instituciones, es la antesala de una reunión entre estudiantes e investigadores del Conicet que se hará el 23 de octubre en el teatro El Círculo.



El biólogo Marino Luis Cappozzo, durante la charla de esta tarde. (Foto: H. Rio)

Un centenar de docentes, directivos y alumnos de escuelas privadas y públicas de Rosario, Granadero Baigorria, Funes y Capitán Bermúdez colmaron esta tarde el auditorio del Diario La Capital para escuchar a prestigiosos científicos del Conicet que ofrecieron una charla con el objetivo de acercar cada vez más la ciencia a la gente y demostrar de una manera simple y didáctica como la matemática, la física, la biología están presentes en la vida cotidiana.

Los expertos Claudio Pairoba, de la Universidad Nacional de Rosario, y el reconocido biólogo Luis Capozzo expusieron sobre distintos aspectos de la ciencia, derribando muros y mitos acerca de la figura del investigador y de la tarea en los laboratorios. La apertura estuvo a cargo de Claudio Fernández, del Instituto de Biología Molecular y Celular de Rosario.

La reunión fue la antesala de un encuentro que se hará el 23 de octubre en el Teatro El Círculo de Rosario con casi mil alumnos que disfrutarán de una charla cara a cara con algunos de los más destacados investigadores del país.

Se trata de las primeras acciones del ciclo "Ciencia, ¿qué me contás?" organizado por La Capital, Conicet, Universidad Nacional de Rosario, Centro de Estímulo al Desarrollo del Conocimiento de Granadero Baigorria y Ministerio de Educación de la Nación junto a la Red Argentina de Periodismo Científico, Siglo XXI Editores y teatro El Círculo.

Para la charla del 23 ya han confirmado su presencia casi mil alumnos de escuelas privadas y públicas de la zona. El ciclo continuará todos los años y ya tiene una programación prevista hasta el 2016. El ciclo, que se lanza desde Rosario se repetirá en distintos lugares del país.

En la reunión del 23 de octubre en El Círculo se pondrá el eje en el deporte y de qué manera la química, la física, en definitiva, la ciencia, colabora o participa en las actividades deportivas.

El objetivo de "Ciencia, ¿qué me contás?" es acercar la ciencia a los chicos, demostrarles a través de ejemplos prácticos y simples que la ciencia no es algo inalcanzable ni extraño, darles a conocer las carreras afines a la ciencia y la tecnología que pueden seguir después de terminar la secundaria, y despojar de mitos la figura del científico.

Prestigiosos investigadores de nuestro país como los ya citados más Diego Golombek y Valeria Edelsztein serán los encargados de transmitir estos conceptos a través de estas charlas dinámicas. A lo largo del ciclo se sumarán otros expertos.

Las escuelas que participen recibirán además material didáctico para las clases y libros para sus bibliotecas. Todas las actividades son sin cargo para los colegios.

Fuente:
www.lacapital.com.ar

El Concejo Municipal distingue a docente de la UNR

Se trata de Teresita Terán quien fue declarada Ciudadana Distinguida. Por Claudio Pairoba * En una ceremonia presidida por la concejala An...