La cinematografía argentina ha sido mucho más pródiga respecto de este género, de lo que pudiera pensarse a priori.
Por Roberto Langella
Con mayor o menor suerte, con mayor o menor oportunismo y seriedad, el cine argentino ha aportado más de cien películas al género, una buena cantidad de ellas dignas de mencionar.
Con una larga trayectoria en distintos temas, que abarcan desde la
medicina a la informática, pasando por las energías renovables, sus
integrantes llevan adelante su trabajo con gran esfuerzo y en
condiciones complicadas.
En el GEII, Cristian Antiba está al frente de un grupo de estudiantes
de distintas carreras de la FCEIA, quienes con dedicación absoluta
concretan proyectos al mismo tiempo que aprenden y se nutren en un
espacio interdisciplinario. Sus proyectos involucran también a otras
facultades y llegan a formar interacciones fructíferas con estudiantes
secundarios.
El GEII trabaja con distintas cátedras de la FCEIA en base a un enfoque específico de la docencia.
Cristian Antiba: Además de lo que aparece en el texto
sobre el trabajo en el grupo (ver archivo adjunto “Educación,
experimental innovativa”), trabajamos con cátedras regulares. Ya hicimos
dispositivos para Física Experimental de la licenciatura, donde se
construyó un estroboscopio. Después se trabajó con Electromagnetismo de
cuarto año, para las clases del Dr. Riera donde se construyó un equipo
que todo el mundo había visto en el pizarrón pero no en la práctica.
Interaccionamos con Estructural con el Ing. Rubinstein. Hasta que se
jubiló el contacto fue permanente año tras año . Se construyeron equipos
y se dieron clases prácticas. También para Hidráulica (Recursos
Hídricos III), donde hacen un trabajo práctico con nosotros.
Todo eso a la facultad no le costó nada, ni siquiera cargos docentes.
Se hizo todo ad-honorem. Tampoco los recursos, ya que todo el desarrollo
que se hizo está autofinanciado por el GEII.
¿Cómo es la ubicación del GEII en la estructura de la facultad? CA: Pertenece a la Secretaría de C y T, nuestra directora es
la Dra. Sonia Concari. Los dos cargos docentes simples del GEII los
tengo yo. El decano nombró al Dr. Reinaldo Berti como director del
grupo. En la comisión también están el Ing. Oscar Sadosky de Brasil (el
primer director del reactor nuclear de la FCEIA) y el Prof. Guido Macky
quienes son nuestros consultores. También el primer director de este
grupo, que fue Danilo Gomez. Este grupo nació como el Grupo Caos y
después gracias a la Dra. Ing. Nora Pouey se convirtió en el Grupo de
Experimentación Innovativa e Instrumental.
¿Cuando nace el GEII? CA: En el 2000, cuando ingresa Danilo Gomez, quien fue el
primer director del grupo. Yo estaba desde el año 88 y me formé en
Física. El Dr. Lewis me contacta con Gomez y allí arranca todo.
¿Quiénes son los alumnos adscriptos que te acompañan? Paula Borrero: estoy en cuarto año de la Licenciatura en Cs.
de la Computación, y formo parte del grupo desde hace un año y medio. Mi
primer proyecto tuvo que ver con un proyecto en papanicolao.
Nicolás Caparrós: estoy haciendo tercer año de Ing. Mecánica. Ingresé
al GEII este año. Ya lo conocía pero esperé a tener más conocimientos
básicos de otras cosas. Ayudo en lo que falte en otros proyectos y me
involucro en todos ellos. Mi hermano mayor, Sebastián Caparrós, es
ingeniero industrial y participó de este grupo también.
Nicolás Carbone: curso el primer año de Ingeniería Electrónica y
pertenezco al GEII desde hace más de un año. Participé en el armado del
sonómetro que se puede ver en el Centro Cultural Roberto Fontanarrosa.
Este equipo se armó originalmente para la semana del sonido.
¿Cómo es el tema del sonómetro? CA: El Ing. Federico Miyara le encarga el GEII la construcción de este dispositivo.
Si no fuera por los adscriptos, sobre todo Nicolás Carbone, el proyecto
no hubiera sido posible. En cada proyecto son los adscriptos los que lo
llevan adelante y ellos son el grupo. Pueden incorporarse alumnos de
primero a quinto año sin problemas. Dentro del proyecto del papanicolao
robótico tenemos a dos médicos: Giulia Márquez y Nicolás Sauro. También
al Ing. Valderrey, todo dentro de un proyecto de vinculación. Todos
trabajan de manera gratuita y porque lo quieren hacer. Como dijo la Dra.
Pouey, hay que recordar la interdisciplinariedad del grupo. También
hemos trabajado con gente de Biotecnología en un proyecto que
lamentablemente no se concretó. Hace unos 4-5 años atrás se trabajó en
plásticos degradables. Presentamos soluciones que ahora tienen vigencia
por lo de las bolsas de supermercados. Nosotros propusimos hacer bolsas
de nylon biodegradables con el excremento humano en las aguas servidas.
Con esas bacterias obteníamos el plástico para las bolsas pero no
logramos financiación.
El enfoque de la docencia Además del intenso trabajo experimental, el GEII lleva
adelante una idea del trabajo docente que puede leerse en el archivo
adjunto (Educación Experimental Innovativa). El mismo se presentó como
póster en las Segundas Jornadas de Innovación en Educación, con la
autoria de C Antiba, D. Gomez y N. Pouey.
En base al cambio propuesto en el texto sobre educación, ¿cómo es el estado de ese cambio y cuál ha sido su recepción? CA: Hasta hace unos años se hacía como aparece en el
texto. Yo me basaba en la pizarra y discutíamos sobre distintos temas,
había que ir a clases primero. Actualmente estamos tratando de hacerlo a
medida que se van haciendo los proyectos. Dejamos que el estudiante se
maneje solo y si se equivoca, que se equivoque. Al cuerpo docente de la
facultad le encanta pero no tenemos el apoyo de cargos, lo cual es
desesperante.
¿Cuánta gente conforma el grupo?
CA: La composición cambia año tras año. El año pasado teníamos
muchos chicos de Ingeniería Electrónica, este año los adscriptos que
tenemos son los aquí presentes más Andres Miyara, Lucas Liendo y Nicolás
Montenegro. También tenemos graduados como los que te nombré. Además la
Física Ana Pioto y al Dr. Volmaro consultando por motores, lo que son
actividades de colaboración normal.
A nivel terciario también colaboramos con la gente del profesorado del Normal 1.
¿Tienen proyectos con escuelas secundarias?
CA: Con los chicos del secundario tenemos dos proyectos
financiados por la Secretaría de Extension de la FCEIA. El proyecto de
ritmo cardíaco y el de bomba de agua resonante a calor solar.
Ahora también estamos trabajando en el tema de crecimiento de
cristales. Fui a hacer una capacitación a la Facultad de Cs. Bioquímicas
y Farmacéuticas en este tema. Este año vamos a participar a nivel
nacional con la escuela San Francisquito del tema crecimiento de
cristales, dentro del Programa Voc.Ar del CONICET.
¿Sobre qué cuestiones te parece que hay que trabajar?
CA: Un problema de la universidad es que genera un filtro:
igualdad y semejanza al docente. El que no es así recibe un rechazo tan
intenso que hay estudiantes que no se lo bancan. Hay alumnos de alto
rendimiento que no pueden soportar las penurias que tendrían que pasar
para acceder al año siguiente. En la secundaria muchos chicos van
obligados pero en la universidad se supone que los chicos van porque les
gusta. Tendrían que ir a ser felices, a disfrutar y en una gran parte
de los casos van a sufrir al docente. Un docente bueno te enseña
cualquier cosa y el estudiante aprende lo que sea. Es todo un círculo
vicioso donde se van cansando, los más brillantes se van atrasando y
mucho terminan desertando.
¿Por qué ingresaron al GEII?
Paula Borrero: A mí me invitó otro adscripto. Desde el
principio me gustó poder trabajar en proyectos reales con gente de otras
carreras porque cada uno aporta su visión al proyecto y a la vez
aprendés cosas que en la facultad no aprendés porque son otras áreas.
Hasta ahora me gustó meterme en todos los proyectos un poco y la forma
de trabajar. En el proyecto de la escuela secundaria otro de los
adscriptos, Andres Miyara, hizo una parte del trabajo y después nos
complementamos. Yo hice un programa que te dejaba ver la parte
electrónica en computadoras. Él hizo la parte electrónica y yo hice la
visualización.
CA: Se trabajó así porque era imposible comprar las
pantallas táctiles y se truncaba el proyecto. Entonces por la genialidad
de Paula, la noche anterior solucionaron la parte de graficación.
Estábamos en el horno.
¿Sobre qué es el proyecto de la escuela secundaria?
CA: Un analizador y visualizador de ritmo cardíaco. Es para
que los dispensarios de la Argentina tengan a muy bajo costo un
dispositivo para una alerta temprana ante alguien que va con una
arritmia o ritmo acelerado y puedan derivarlo o no a un centro de máxima
complejidad. Este dispositivo que es carísimo lo hacen nuestros
adscriptos por muy bajo precio. Esto se les enseña a los chicos de la
secundaria, cuestiones de programación y otras cosas. Esto se hizo en la
escuela San Francisquito.
PB: Otra cosa importante es que a los profesores de la
secundaria se les generó el incentivo para enseñar otras cosas y nos
preguntaban cómo hacer para innovar. Qué libros de Física usar, cómo
mejorar. También trabajamos con estudiantes de medicina, ya recibidos.
Me gustó poder conocer gente de la Facultad de Cs. Médicas, interactuar
con ellos me incentivó a conocer más.
CA: Hay otro proyecto en la parte de salud. Son veinte
muestras de papanicolao a la vez las cuales se ejecutan robóticamente.
El equipo permite hacer el diagnóstico por imágenes, con dos tipos de
aumento las cuales se envían por celular. Competimos en TecnoTour el año pasado y fuimos una de las 28 universidades que ganaron.
¿Cómo entraron al grupo?
Nicolás Carbone: Entre por casualidad. Al principio del 2015
me acerqué a una chica y me comentó sobre el GEII. Asistí a la reunión,
me presentaron a otros integrantes y colaboré con el proyecto del
sonómetro. Me he quedado noches enteras armando circuitos, diseñando
partes de las etapas de potencia que tiene ese instrumento. Todo por una
vocación que tengo, me encanta experimentar y armar cosas. En casa
tengo un taller propio y de chico estoy metido con cosas de la
electrónica. También pude colaborar porque tengo algunos conocimientos
técnicos, me recibí como técnico electrónico.
Fui a Buenos Aires con el proyecto de la EcoVan, que ganó acá en
Rosario dentro del TecnoTour Estuvimos en las oficinas de Microsoft.
Había competidores de varias provincias y llegamos a esa instancia.
Nicolás Caparrós: Yo conocía al grupo por mi hermano,
quien también entró en tercer año de su carrera. Le preguntó a un
profesor dónde podía hacer algo manual y lo derivaron al GEII. Empecé la
facultad sabiendo que en algún momento quería venir. Decidí cerrar
primero el ciclo básico para tener los conocimientos teóricos necesarios
y este año decidí ingresar. Empecé a intentar hacer cosas en casa.
Sentía que quedás limitado a lo que te quiere enseñar el profesor. No
solo aprendo de otras áreas cosas nuevas que me enseñan los compañeros,
si no cosas de mi misma carrera que aún no ví.
¿Tienen actividades extracurriculares?
PB: Antes tenía muchas actividades. Por ejemplo estudié inglés
desde chica. También soy scout y me gusta la parte de voluntariado,
colaborar con la gente. Tomé cursos de base de datos y en Colón (Entre
Ríos) hacía escuela de doble turno. Mis padres tienen un periódico y
siempre había algo que hacer. Aprendí a revelar por ejemplo.
N. Carbone: Me recibí en la ex Escuela Téçnica Nº2
(Tucumán y Pueyrredon). Ahí estaba todo el día, doble escolaridad, pero
en mis ratos libres siempre me he quedado armando circuitos. Me gusta
mucho la parte de audio, la electroacústica y la electrónica orientada a
amplificadores de potencia, convertidores de corriente continua
alterna. Con mis ahorros he comprado algunos instrumentos que tengo en
un taller. Me gusta experimentar en mis ratos libres, es mi distracción,
es como un hobby y también aprendo cosas. Experimento en distintas
áreas siempre aplicando la electrónica.
En tercero de la secundaria hice un curso de programación en
microcontroladores PIC en el Politécnico. Después no mucho más por una
cuestión de tiempo. Entraba 7 de la mañana y salía 7 de la tarde. Me
dedico básicamente a la facultad.
N. Caparrós: Yo iba a un colegio humanístico doble
turno. Me quedaba poco tiempo y lo dedicaba a la música y a hacer
deporte. Hoy me queda menos tiempo. A veces trabajo en algún proyecto de
electrónica, simple. Cuando tengo tiempo música, y hago deportes todas
las semanas. Toco el bajo y la guitarra. Soy de Venado Tuerto.
CA: Durante la primaria estudié piano y cuando terminé séptimo grado me recibí de profesor de piano.
Mi tesis de maestría es sobre cómo acceden al conocimiento los
estudiantes con alto rendimiento académico. Y tiene que ver con lo que
hicieron de chiquitos y como lograron llegar a la universidad en lo que
les gustaba. Y hay mucha tarea en paralelo.
Proyectos en los que están trabajando Algunos de los proyectos generados desde el GEII incluyen:
1. Bomba de agua resonante
2. Sonómetro libre gigante
3. Dron zeppelín
4. Visualizador de ritmo cardíaco de muy bajo costo
Así lo dispuso una ley provincial. El test, llamado reflejo rojo
pupilar, permite detectar y resolver el 80 por ciento de esos casos.
La medida deberá ser implementada en todas las maternidades, tanto públicas como privadas.
El examen de reflejo rojo pupilar será obligatorio para los bebés
recién nacidos en toda la provincia, tanto en los efectores públicos
como privados. Se trata de un testeo que ya se lleva adelante en algunos
centros de salud y que no sólo previene enfermedades oftalmológicas
como cataratas congénitas, tumores, glaucomas y anomalías retinarias,
sino que además permite resolver el 80 por ciento de los casos de
ceguera infantil.
El proyecto había sido presentado originalmente en 2012 en la
Legislatura provincial y, tras un largo derrotero, fue aprobado en las
últimas semanas. Sólo resta su reglamentación para que a través del
Ministerio de Salud de la provincia se incorpore a todas las
maternidades santafesinas.
El principal motor e impulsor de la iniciativa desde hace años es el
oftalmólogo rosarino y titular de la cátedra en la Facultad de Ciencias
Médicas de la Universidad Nacional de Rosario (UNR), Alejo Vercesi, que
insiste desde hace años en que este examen "es clave para los
diagnósticos en recién nacidos". Más aún, consideró que "así como se
mide la temperatura, debe hacerse este chequeo ocular, y tendrían que
incorporarlo los médicos generalistas".
El diputado por la Coalición Cívica, Ariel Bermúdez, que impulsó la
propuesta desde la Cámara de Diputados, aclaró que "es un examen para
nada oneroso" e indicó que "el instrumento que se necesita para llevarlo
adelante es un oftalmoscopio, que tiene un costo que apenas supera los
mil pesos".
El examen
La prueba del rojo pupilar consiste en la iluminación de la pupila en
un ámbito oscuro con el haz de luz del oftalmoscopio para observar el
reflejo que devuelve la pupila.
Vercesi detalla que se trata de "una maniobra que indica los medios
transparentes del ojo y permite ver si el reflejo es normal o no", y
afirma que este test debe sumarse "al fondo de ojo, que ya se lleva
adelante como prueba de rutina".
Lo más importante es que este nuevo examen que se incorporará en las
maternidades santafesinas permite detectar tempranamente las afecciones
que provocan la ceguera infantil.
"El 80 por ciento de las cegueras infantiles en general son evitables,
el problema es que la única manera de determinarlas es a través de este
examen, que ahora recién se realiza a los 4 años", agregó.
Entre las afecciones de mayor incidencia, según detalló el
especialista, se cuentan "la catarata congénita, el retinoblastoma,
glaucomas, desprendimientos de retina y, en menor medida, la
toxoplasmosis congénita".
En ese punto, recalcó, es importante no sólo la prevención de estas
afecciones, sino sobre todo "la posibilidad de resolver el 80 por ciento
de los casos, cegueras que pueden abordarse con tratamientos más
simples y menos costosos, algo que se dificulta con la detección tardía y
cuando las enfermedades están más avanzadas".
Implementación
La normativa aprobada en la Legislatura, y que ahora debe ser
reglamentada por el Ejecutivo, establece la obligatoriedad de la
práctica en niños y niñas recién nacidos en la provincia, tanto en las
maternidades públicas como privadas.
Además, indica que el resultado no sólo debe ser comunicado a los
padres del recién nacido, sino paralelamente debe informarse al
Ministerio de Salud, quien debe organizar todos los datos en un
registro.
En este punto, Vercesi explicó la importancia de poder tener
estadísticas hasta ahora inexistentes. "Esto nos permitiría empezar a
saber qué porcentaje de nacidos vivos presenta alteración del reflejo
del rojo pupilar y a partir de allí, de cuáles son las enfermedades que
producen alteración en el reflejo y cuáles tienen mayor incidencia en la
provincia", destacó el oftalmólogo.
Un paso más
Paralelamente al impulso que el proyecto tuvo a nivel provincial,
Vercesi también llevó la iniciativa al Congreso de la Nación, donde ya
tiene media sanción del Senado de la Nación.
"Está a consideración de la comisión de Salud de la Cámara de
Diputados", indicó. Lo cierto es que de lograr su aprobación en la
cámara Baja, el examen entraría en vigencia para todo el país.
Biotecnóloga y artista plástica, Luciana Paoletti ensaya nuevas formas
de abordar el mundo de los microorganismos recurriendo a herramientas de
ambas disciplinas. Temporalidad y visibilidad como temas convocantes.
¿Cuál es tu tema de investigación científica? Ahora trabajo con la Dra. Claudia Banchio en biología celular y molecular de lipidos.
Estamos abordando un nuevo modelo de diferenciación neuronal y su
relación con la señalización lipídica. En otras palabras, la importancia
de los lípidos en la señalización neuronal.
¿Cuál es tu formación? Estudié Licenciatura en Biotecnología
en la Facultad de Cs. Bioquímicas y Farmacéuticas (Universidad Nacional
de Rosario, UNR). Cuando terminé la carrera hice el doctorado en el
área de microbiología con el Dr. Diego de Mendoza. Ahí es cuando
arranqué con lo de arte. No sé como surge, ya que no tengo antecedentes
familiares por el lado artístico. Mientras hacía el doctorado empecé a
estudiar Bellas Artes a la noche. Cuando estaba haciendo la tesina de
licenciatura (el último trabajo que se hace para la carrera de grado),
me dirigía el Dr. Hugo Gramajo. Su esposa es artista plástica, y
terminando la carrera comencé a ir a su taller a pintar. Ella es docente
de la Facultad de Humanidades y Artes
(FHumyAr, UNR) y hacían reuniones de trabajo cuando yo estaba en su
taller. Escuchando esas reuniones me decidí a estudiar Bellas Artes.
Ellos me llevaban a muestras que tenían de sus alumnos, lo cual me
encantó.
¿Cómo compatibilizabas ciencia y arte? Empecé a estudiar a la noche y durante el día yo tenía beca de
CONICET e iba al laboratorio. Y de ahí me iba a cursar. Mi carrera
científica siguió y fui cursando lo que podía de arte. No hacía todas
las materias, si no las que me interesaban. Cursé como cinco años así.
Hice todo mi doctorado yendo a la noche a la FHumyAr.
Cuando curso una materia de cuarto año que la sigue dictando Roberto
Echen, ahí es como que empecé a utilizar lo que yo hacía en el doctorado
con las bacterias, en microbiología, para la parte de arte. Comencé a
armar mis proyectos con eso. Y ahí dije “con esto sigo” y tuve que dejar
de cursar arte porque no podía hacer todo.
En Arte hacía talleres específicos que yo necesitaba mientras seguía
con mi doctorado. Así arranqué y me di cuenta de que lo que yo hacía en
ciencia lo tenía que usar en arte, que iba a ser mi herramienta y con
eso iba a trabajar.
¿Cómo fueron tus primeros proyectos? Lo primero que hice fue utilizar las bacterias. Primero
capturarlas de un montón de lugares, era como que siempre me quedaba con
lo invisible. Empecé a tener cantidad de bacterias que no sabía qué
eran, pero que me impactaban por el color, la textura o como crecían.
Estando en el laboratorio las podía congelar, aislar, obtener en
cantidad. Y las empecé a usar como pigmentos para dibujar.
Ahí arranqué. Obviamente tuve que montarme un taller aparte que era
como un laboratorio. Y seguí mezclando estas dos cosas. Aunque yo en
ciencia no trabajo más con bacterias, en arte es como que esa
herramienta la seguí utilizando. Sentía que tenía un gran poder ya que
podía trabajar con cosas que nadie veía, lo cual me resultaba muy
atractivo y seductor.
¿Cómo se usan las bacterias como pigmentos? Tengo distintos proyectos. Los proyectos hasta ahora nunca les
di un cierre y creo que eso tiene que ver con mi visión más científica.
Un tema nunca está cerrado, siempre se continúa y en arte es como que
mis proyectos son bastante abiertos.
Arranqué aislando bacterias, obtenía un paisaje y capturaba los
microorganismos de ese paisaje. Les tomaba fotografías a esos organismos
que formaban colonias a simple vista. Empecé a ver que había bacterias
que me gustaban por los colores, por cómo crecían. Hay muchísimos
colores diferentes. Entonces, usando técnicas de microbiología, aislaba
las bacterias que me interesaban y obtenía gran cantidad. Con esa gran
cantidad de bacterias veía cómo crecían, mezcladas o no y me armaba
bocetos. Trataba de respetar estos bocetos pero muchas veces lo que
crecía era totalmente distinto, ya que la pintura estaba viva. Entonces
en nuevos soportes con medios de cultivo para que crezcan las bacterias,
yo pintaba con estos cultivos bacterianos y con hongos.
Al principio no se ve nada. Los incubas a 30-37º C y a los días
empiezan a crecer los microorganismos haciéndose visible el dibujo,
generalmente cosas abstractas. Eso crece hasta un punto y luego va a
morir. En el momento en que consideraba que la imagen estaba lista,
realizaba la toma fotográfica y esto era la pintura.
Esas fotos las imprimí y hasta el día de hoy sigo buscando lo que más
me cierra. Porque no son fotos impresas en papel fotográfico, si no en
un papel de acuarela o en tela, porque juega con esto de ser pintura más
que fotografías.
¿Está también la idea de lo efímero? En este tipo de trabajos que surgen de estos proyectos donde
yo pinto y dibujo con las bacterias, el nombre de la obra resultante es
“Pintura número X”. Pero la foto no es nunca una pintura, es siempre una
fotografía, lo cual marca lo efímero de la pintura.
Una sola vez mostré los microorganismos en vivo, en un proyecto para una bienal Kosice.
Lo que había presentado en la convocatoria lo llamé estampados
biodinámicos, los cuales se generaban por el crecimiento de los
microorganismos en la tela. Yo los presentaba encapsulados en unos
marcos tipo caja con vidrio adelante. Fue la única vez que presenté las
bacterias en vivo en la obra. Después siempre fueron fotografías y una
vez video.
¿Qué proyectos tenés en estos momentos? Ahora estoy empezando a dibujar y me estoy corriendo un poco
de los microorganismos y yendo a los detalles invisibles de otras cosas
como las plantas. Pero esto es más reciente y todavía no lo mostré.
Siempre me impactó la imagen científica, y disfrutaba mucho de eso. Me
parecía que eso lo tenía que mostrar. Tengo fotos de mi doctorado que no
servían para nada y a mi me parecían tan atractivas visualmente y me
las guardaba porque en algún momento las iba a usar para algo. Por eso
terminé haciendo esto. En ciencia este tipo de imágenes no son arte.
Desde los primeros microscopistas, son resultados de investigaciones. ¿Y
por qué no son una obra de arte? Porque el científico no lo hizo con
ese fin. Yo pretendo hacer cosas similares pero con un fin artístico.
Entonces uso una metodología científica antigua o actual pero ya
buscando un fin artístico último.
¿Has participado en muchas muestras? En general, pocas muestras individuales y muchas colectivas.
Mientras pude y de a poquito. Siempre fui más lenta en la parte de arte
que en la de ciencia porque no tenía tiempo. De a poco fui creciendo.
¿Cuál es la reacción de la gente en las muestras? Obviamente la gente no te va a decir no me gusta. En general,
bien. Es como que a la gente le sorprende pensar que esos son bacterias y
le gusta poder ver un poco de esto que no ven a simple vista. En
realidad los pigmentos se vuelven visibles cuando crecen, pero nos
rodean porque generalmente son bacterias que están en el aire o en el
suelo. De todas formas nadie los podría usar como pigmentos porque ni
siquiera se ven. La gente se engancha con el juego de poder ver más de
lo que ven a simple vista.
¿Has participado en algún espacio donde puedan asistir alumnos secundarios? En general sí, porque alguna vez expuse en el Castagnino, en
el CEC. No sé si fueron con el colegio, pero sí asistieron chicos de
secundaria. Ahora en el Museo Gallardo con la gente de Comunicación
Institucional del CCT
se organizó una muestra con imágenes de resultados de distintas
instituciones del CONICET, lo cual me parece bárbaro porque lo puede ver
la gente que no es científica. Si no me parecía, como que esto que a mí
me encantaba sobre el poder ver cosas tan maravillosas quedaba reducido
a un grupo mínimo.
¿Hay trabajos tuyos en la muestra del Museo Gallardo? No hay imágenes mías. Yo las ayudé en la organización y en la
selección de las imágenes. Esto me parece bárbaro porque ahí se le
muestra a la gente lo que ve el científico al microscopio. La idea de la
muestra es que las imágenes están agrupadas pero no por temática, si no
por una cuestión visual. No hay contenido científico. De las imágenes
hay un título y un link armada para la muestra. Quien quiere saber más
puede ir a esa página y saber más sobre los grupos de investigación que
generaron las imágenes. Pienso que hay gente que de ver cosas, para mí
maravillosas, llega a que te interese la ciencia.
¿Como se relaciona tu trabajo con el bioarte? En realidad es distinto de lo que yo hago. En bioarte es un
artista plástico que arma un proyecto en el cual la ciencia está
involucrada de alguna manera. A veces son proyectos reales, otras veces
no. Y que convocan a un científico que les hace esa parte científica.
Lo mío es muy diferente. Empecé a ver por qué era diferente. Es como
que yo soy o juego a ser la artista que diseña el proyecto, pero también
soy la científica que lo lleva a cabo y el hecho de poder ser la
científica es como que me daba la posibilidad de alterar los protocolos
científicos en busca de una resultante artística, que no es lo que hace
un proyecto en bioarte. Me gustó ver que puedo jugar con esto de alterar
los protocolos y que eso es como una ventaja que me da el hecho de
poder hacer arte desde la ciencia. Estoy trabajando proyectos donde ya
muestro no tanto una obra final que es el dibujo o la foto, si no
jugando con este quehacer científico-artístico modificado. Estoy armando
proyectos donde le doy mucha importancia al protocolo, a cómo lo hago. Y
no solo terminar mostrando un dibujo si no una instalación de cómo yo
estoy extrayendo información de cosas que habitualmente las vemos y
punto. Mis próximas muestras van a estar más enfocadas al quehacer más
que a un producto final.
¿Hay otra gente trabajando en la temática en la Argentina? Tal cual lo hago yo, no conozco. Cuando empecé arte, recuerdo que en Pintura I, nos hicieron llevar algo y yo llevé unas placas de Petri
con bacterias. Era como que yo copiaba lo que crecía en la placa. Me
acuerdo que mi docente de ese momento me dijo que mire obras de Mauro
Machado, de acá de Rosario. Él trabajaba mucho con pigmentos orgánicos
que cambiaban el color con el tiempo. También trabajó aislando
microorganismos. De esas obras nunca llegué a ver fotos y no sé como
fueron las resultantes. Cuando me contaron sobre ese trabajo, me pareció
que era un trabajo más artesanal y menos científico. Pensé que había
alguien conocido que trabaja con bacterias, entonces las abandono. Las
retomé cuando llegué a cuarto año de la facultad, diciendo que son lo
mío.
Ví algunas obras y fotos, pero de la parte de pigmentos. Pero de la
parte de bacterias solo ví dibujos. Y son muy distintos a lo que yo veo.
¿En otros países hay gente trabajando en esta temática? Tal cual lo mío, no. Pero sí ves en Internet que hay muchos
congresos de ciencia que siempre tienen una parte artística donde
terminan utilizando bacterias para hacer cosas con ese enfoque. Pero
siempre son como anexo a congresos científicos o cuestiones científicas.
Después en arte, te encontrás con proyectos bioartísticos. Creo que en
Australia hay armado un laboratorio de arte en el medio de una facultad.
Todo el tiempo hacen residencias para gente que quiere trabajar con
proyectos artísticos y científicos. Pero son estos proyectos
bioartísticos. En estos proyectos la resultante en general, es tener
obras que podrían estar tranquilamente en un laboratorio y sin embargo
terminan mostrándose como una obra de arte. Pero no son meramente
pertenecientes al campo artístico. Siempre la resultante va más en un
laboratorio que en un museo. Esto es muy distinto a lo que hago yo. Yo
uso las técnicas del laboratorio pero hasta ahora los resultados
pertenecían estrictamente al campo del arte. Los otros proyectos son
super interesantes pero no es lo que a mí me atrae hacer.
¿Es común que gente de las ciencias experimentales se interese de esta manera por el arte? No son muchos, pero hay gente en la parte de ciencia a la que
le interesa el arte. En distintos rubros. Tal vez no les interesa con
ciencia hacer arte, pero que hacen cosas medio híbridas o que les
interesa el arte, me encontré con mucha gente. De hecho me los encuentro
en las muestras. Más de lo que yo esperaría.
Gente de ciencia que se dedique a arte utilizando ciencia, también hay.
Por ejemplo, conozco a alguien de Buenos Aires que es científico y hace
cosas de arte que también une las dos cosas de manera totalmente
diferente a lo que yo hago, pero muy interesante también. Cada vez
descubro más y creo que tiene que ver con esto de que estamos llenos de
imágenes que son maravillosas. Si tenés el minimo interés no podés no
verlo.
¿Y la gente del arte se acerca a la ciencia experimental? Veo que hay artistas que se interesan cuando se les cuenta
sobre el trabajo científico. Creo que lo que facilitaría el mostrar las
investigaciones científicas de otra manera, es buscar la interacción
entre el artista y el científico. Decirle a un artista, decirle “mirá,
yo descubrí esto. “¿Vos cómo lo mostrarías?” y que participe un artista
plástico. Para mí sería extremadamente enriquecedor. Que la gente
termine teniendo acceso a la información científica pero que se lo
muestre de otra manera.
A título personal
Licenciada en Biotecnología
Doctora en Cs. Biológicas – Universidad Nacional de Rosario
Investigadora Asistente del CONICET
Instituto de Biología Molecular y Celular de Rosario (UNR-CONICET)
Docente de Microbiología – Facultad de Cs. Bioquímicas y Farmacéuticas
Universidad Nacional de Rosario
Blog con trabajos: visible-in-visible.blogspot.com
Consultado por ESPACIO SeCyT, el Ing. Miyara, miembro del Consejo Asesor del Grupo de Experimentación Innovativa e Instrumental (GEII), destacó la labor del grupo para concretar un proyecto de larga data. El GEII depende de la Secretaría de Ciencia y Tecnología
de la Facultad de Cs. Exactas, Ingeniería y Agrimensura (Universidad
Nacional de Rosario) y sus integrantes desempeñan sus tareas en la
citada unidad académica.
“Mi agradecimiento público a Cristián Antiba que desde el GEII dirigió
el grupo de adscriptos que hicieron realidad un sueño de muchos años, el
disponer en un espacio público de Rosario de un sonómetro digital
gigante, de manera que los rosarinos podrán "pasar de la teoría a la
práctica" y relacionar esa palabrita tan vapuleada como mal entendida,
"decibel", con lo que se percibe auditivamente” destacó el
docente-investigador de la Facultad de Cs. Exactas, Ingeniería y
Agrimensura.
¿Dónde está ubicado el sonómetro?
El sonómetro está instalado en la fachada del Centro Cultural "Roberto Fontanarrosa"
(CCRF). Hasta donde sabemos, es el primero en el país, con excepción
del que hay en el MALBA de Buenos Aires, que más que un sonómetro es un
vúmetro, ya que sólo marca con una barra de luces, sin ninguna cifra. El
que se instaló en el CCRF tiene un indicador numérico legible desde 80 m
y sus dígitos cambian de color según el grado de riesgo que implica
cada nivel. Los niveles inocuos se muestran en verde, los de precaución
en amarillo y los que a largo plazo provocan daño auditivo, en rojo.
¿Quiénes más participaron del proyecto?
Debo agradecer a Reinaldo Welti, quien dirige el GEII, a Nora Pouey,
que fue siempre fuerza inspiradora y de contención ante las
dificultades, a Rafael Ielpi, director del Centro Cultural, que acogió
la idea de instalarlo allí, a Graciela Miraglia, también del CCRF, a
Daniela Mastrangelo y Bibiana Navarro de la Municipalidad y, por
supuesto a los adscriptos (alumnos de Ingeniería Electrónica) que
intervinieron en diferentes etapas del proyecto: Darío De Caneva,
Nicolás Carbone, Juan Ignacio Cornet, Juan Pablo Curuchet, Franco Di
Rosa, Luca Liendo, Andrés Pedro Miyara, Agustín Oyola, Emanuel San
Martín. Antes de su instalación definitiva se pudo apreciar en el hall
de Pellegrini, luego en el estacionamiento del polo científico del
Centro Universitario Rosario, donde se encuentra el GEII, y en el hall
del CCRF durante la realización de la Semana del Sonido.
¿Fuentes de financiamiento para concretar el proyecto?
Esto es difícil de responder con la respuesta convencional que se
esperaría. Se usó dinero de subsidios de proyectos de investigación PID,
de esos que llegan 2 años después de ejecutado el proyecto. Me refiero a
proyectos que si bien están vinculados porque tienen que ver con
cuestiones acústicas (por estar involucrados grupos que se dedican a la
acústica y el ruido), en realidad se trata de otros proyectos
diferentes. También hubo algunas donaciones y dinero propio de
integrantes del equipo. En algunos casos es dinero ahorrado, por ejemplo
a algunas actividades de investigación de campo se les asignan viáticos
que en su momento los investigadores donaron a un fondo común para
afrontar situaciones como ésta, en las que la oportunidad no da para
esperar una convocatoria en la cual encuadre lo que uno quiere lograr.
Después estuvo el trabajo ad honorem de los adscriptos, que si bien es
el subproducto de una actividad extracurricular de aprendizaje, no deja
de ser un aporte en fuerza laboral.
¿Hasta cuándo estará instalado en el CCRF?
En forma permanente. La idea es que quede allí. Se eligió la ubicación
por ser un lugar muy concurrido y donde se dan además multitud de
eventos culturales, sociales, cívicas y políticas, con diversidad de
paisajes sonoros. El otro día, por ejemplo, en la marcha "Ni una menos"
se estrenó en una manifestación popular muy sentida, donde por la gran
aglomeración de personas presentes en la convocatoria se pudo apreciar
que los niveles eran entre 10 y 15 decibeles superiores a los de un día
cualquiera, y cuando en dos o tres oportunidades sonaron bombas de
estruendo, la marca trepó momentáneamente por encima de los 90 dBA
Está la idea de diseñar e implementar otras versiones más pequeñas para
ubicar en lugares interiores con acceso de público (Facultades,
distritos de la Municipalidad, estaciones) e inclusive el GEII presentó
un proyecto Innovar para darle continuidad al proyecto.