Usada para definir actividades oscuras o ilegales, la palabra comienza a aparecer en el ámbito científico.
Por Phil Davis
Traducción por Claudio Pairoba
Desde un punto de vista económico, la autocita es la manera más fácil
de estimular nuestras referencias. Todos los autores saben esto y citan
sus propios artículos, sin importar cuan periférica sea su relación con
el tema en cuestión. Los editores también saben esto, y a algunos los
han atrapado
coaccionando a los autores para que autociten a su revista científica. Otros editores han publicado
“reviews” editoriales
de los artículos publicados en sus propias revistas., enfocándose
totalmente en artículos que han sido publicados en los últimos 2 años,
la ventana de tiempo a partir de la cual se genera el factor de impacto.
Hay un precio que pagar por este comportamiento, especialmente cuando
se hace en forma excesiva. Thomson Reuters, editores del Journal
Citation Report (JCR, informe anual de citas de revistas), normalmente
ponen en espera
a aquellas revistas que tienen índices de citas excesivamente altos, de
manera tal que ellos mueven el ranking de la revista entre otros
títulos relacionados.
Hay otra táctica que es mucho más perniciosa y difícil de detectar. Es el cartel de citas.
En un ensayo de 1999 publicado por Science, “
Scientifica Communication – A vanity Fair?”,
George Franck nos advertía sobre la posibilidad de los carteles de
citas – grupos de editores y revistas trabajando juntos para beneficio
mutuo. Hasta el momento, este comportamiento no ha sido ampliamente
documentado, sin embargo, cuando uno lo ve por primera vez, es
sorprendente.
Cell Transplantation
es una revista médica publicada por el Cognizant Communication
Corporation de Putnam Valley, Nueva York. En los últimos años, su factor
de impacto ha estado creciendo rápidamente. En el 2006, era 3482. En el
2010, se había duplicado a 6204.
Cuando uno se fija en cuáles son las revistas que Cell Transplantation cita, son dos las que se destacan notablemente: el
Medical Science Monitor, and
The Scientific World Journal. De acuerdo a JCR, ninguna de estas dos revistas habían citado a Cell Transplantation hasta 2010.
Después, en 2010, un
artículo de revisión
se publicó en el Medical Science Monitor citando 490 artículos, 445 de
los cuales se referían a artículos publicados en Cell Transplantation.
Todos los 445 trabajos hacían referencia a papers publicados en 2008 o
2009 – el período usado para obtener el factor de impacto 2010 para la
revista. De las restantes 45 citas, 44 citaban al Medical Science
Monitor, de nuevo haciendo referencia a artículos publicados en 2008 y
2009.
Tres de los cuatro autores de este trabajo ocupan puestos en el
consejo editorial
de Cell Transplantation. Dos son editores asociados, uno es el editor
fundador. El cuarto es el CEO de una compañía de comunicación médica.
En el mismo año, 2010, dos de estos editores también publicaron un
artículo de revisión
en The Scientific World Journal citando 124 artículos, 96 de los cuales
fueron publicados en Cell Transplantation en 2008 y 2009. De las
restantes 28 citas, 26 hacían referencia a papers publicados en The
Scientific World Journal en 2008 y 2009. Se empieza a ver un patrón. Así
es como se ve: (ver foto adjunta).
Los dos artículos de revisión arriba descriptos contribuyeron con un
total de 541 citas al cálculo del factor de impacto 2010 de Cell
Transplantation. Eliminenlas y el factor de impacto de la revista cae de
6204 a 4082.
Los editores de Cell Transplantation han continuado con esta práctica durante todo el 2011, con dos reviews adicionales.
El primero
aparece en el Medical Science Monitor, con 87 citas de Cell
Transplantation y 32 citas del Medical Science Monitor, todas de
articulos publicados en 2009 y 2010.
El segundo review
aparece en The Scientific World Journal, y contiene 109 citas de Cell
Transplantation y 29 citas de The Scientific World Journal, todas las
cuales fueron publicadas en el mismo período ventana de 2 años del cual
se obtendrá el factor de impacto 2011.
En 2011, los editores de Cell Transplantation también publicaron un
artículo de revisión parecido en su propia revista, citando a una revista hermana más chica,
Technology and Innovation,
25 veces – 24 de las cuales fueron publicadas en 2010. Las restantes
citas hacen referencia a artículos de Cell Transplantation publicados en
2009 y 2010. El primer autor del artículo es el Editor en Jefe de
Technology and Innovation, el último autor es coeditor de la revista.
Desde una posición estratégica, colocar artículos de autoreferencia en
una revista amiga es una estrategia económica y efectiva si el objetivo
es darle un empujón al propio factor de impacto . Por una tarifa de
procesamiento del artículo de 1100 dólares (Medical Science Monitor),
los editores pudieron de redireccionar 445 citas a su revista con el fin
de contribuir al factor de impacto. Lo mejor de todo, esta clase de
comportamiento es difícil de rastrear.
El JCR provee matrices de citas y “citados por” para todas las revistas
que indexan, sin embargo, estos datos existen solo en su agregado y no
están conectados con artículos específicos. Fue solo después de ver
numeros grandes entre una larga lista de ceros que se me ocurrió que
algo raro estaba pasando – eso y el dato de un científico preocupado.
Identificar estos artículos requirió que yo hiciera una búsqueda
especial de “citados por” en la Web of Science. Los datos están ahí,
pero están lejos de ser transparentes.
La facilidad con la cual los miembros de un comité editorial fueron
capaces de usar un cartel de revistas para influenciar el factor de
impacto de su revista me preocupa sobremanera porque el costo de hacer
eso es muy bajo, las ganancias son increíblemente altas, es difícil de
detectar y la práctica puede facilitarse de manera muy sencilla por
comité editoriales con miembros que se repiten o a través de acuerdos de
cooperación entre ellos. Es más, los editores pueden proteger estos
“reviews” de la revisión por pares si están rotulados como “material
editorial”, como algunos lo están. Es la estrategia perfecta para
trampear al sistema.
Por todas estas razones, estoy particularmente preocupado porque de
todas las estrategias que todos los editores inescrupulosos usan para
incrementar los rankings de sus revistas, la formación de carteles de
citas es la que podría dañar a las citas como un indicador científico.
Debido a la forma en que opera, tiene el potencial de crear una burbuja
de citas muy, pero muy rápido. Si Ud. no está de acuerdo con la forma en
que algunos editores están utilizando los carteles de citas, su forma
de pensar puede cambiar en uno o dos años cuando su revista comience a
quedar rezagada con respecto a sus competidores.
A diferencia de la autocitación, la cual es muy fácil de detectar,
Thomson Reuters no tiene un algoritmo para detectar los carteles de
citas, ni una política declarada para mantener a raya a este
comportamiento turbio.
Una forma de detectar los artículos culpables sería examinar el
porcentaje de referencias que contribuyen al factor de impacto y que
están dirigidas a una sola revista. Desde el punto de vista
computacional, esta puede ser la forma más sencilla. Determinar cuánta
influencia es excesiva y bajo qué circunstancias serán los desafíos más
importantes.
Los editores científicos necesitan discutir como manejar este tema. Si
las normas disciplinarias y el decoro no pueden controlar este tipo de
comportamiento, la amenaza de ser eliminado de las listas del JCR puede
ser necesaria.
Fuente:
http://scholarlykitchen.sspnet.org/