jueves, 26 de abril de 2012

La aparición de un cártel de citas.


Usada para definir actividades oscuras o ilegales, la palabra comienza a aparecer en el ámbito científico.

La metodología para confeccionar los índices de impacto de las revistas está en el tapete.

Por Phil Davis
Traducción por Claudio Pairoba

Desde un punto de vista económico, la autocita es la manera más fácil de estimular nuestras referencias. Todos los autores saben esto y citan sus propios artículos, sin importar cuan periférica sea su relación con el tema en cuestión. Los editores también saben esto, y a algunos los han atrapado coaccionando a los autores para que autociten a su revista científica. Otros editores han publicado “reviews” editoriales de los artículos publicados en sus propias revistas., enfocándose totalmente en artículos que han sido publicados en los últimos 2 años, la ventana de tiempo a partir de la cual se genera el factor de impacto.

Hay un precio que pagar por este comportamiento, especialmente cuando se hace en forma excesiva. Thomson Reuters, editores del Journal Citation Report (JCR, informe anual de citas de revistas), normalmente ponen en espera a aquellas revistas que tienen índices de citas excesivamente altos, de manera tal que ellos mueven el ranking de la revista entre otros títulos relacionados.

Hay otra táctica que es mucho más perniciosa y difícil de detectar. Es el cartel de citas.

En un ensayo de 1999 publicado por Science, “Scientifica Communication – A vanity Fair?”, George Franck nos advertía sobre la posibilidad de los carteles de citas – grupos de editores y revistas trabajando juntos para beneficio mutuo. Hasta el momento, este comportamiento no ha sido ampliamente documentado, sin embargo, cuando uno lo ve por primera vez, es sorprendente.

Cell Transplantation es una revista médica publicada por el Cognizant Communication Corporation de Putnam Valley, Nueva York. En los últimos años, su factor de impacto ha estado creciendo rápidamente. En el 2006, era 3482. En el 2010, se había duplicado a 6204.

Cuando uno se fija en cuáles son las revistas que Cell Transplantation cita, son dos las que se destacan notablemente: el Medical Science Monitor, and The Scientific World Journal. De acuerdo a JCR, ninguna de estas dos revistas habían citado a Cell Transplantation hasta 2010.

Después, en 2010, un artículo de revisión se publicó en el Medical Science Monitor citando 490 artículos, 445 de los cuales se referían a artículos publicados en Cell Transplantation. Todos los 445 trabajos hacían referencia a papers publicados en 2008 o 2009 – el período usado para obtener el factor de impacto 2010 para la revista. De las restantes 45 citas, 44 citaban al Medical Science Monitor, de nuevo haciendo referencia a artículos publicados en 2008 y 2009.

Tres de los cuatro autores de este trabajo ocupan puestos en el consejo editorial de Cell Transplantation. Dos son editores asociados, uno es el editor fundador. El cuarto es el CEO de una compañía de comunicación médica.

En el mismo año, 2010, dos de estos editores también publicaron un artículo de revisión en The Scientific World Journal citando 124 artículos, 96 de los cuales fueron publicados en Cell Transplantation en 2008 y 2009. De las restantes 28 citas, 26 hacían referencia a papers publicados en The Scientific World Journal en 2008 y 2009. Se empieza a ver un patrón. Así es como se ve: (ver foto adjunta).

Los dos artículos de revisión arriba descriptos contribuyeron con un total de 541 citas al cálculo del factor de impacto 2010 de Cell Transplantation. Eliminenlas y el factor de impacto de la revista cae de 6204 a 4082.

Los editores de Cell Transplantation han continuado con esta práctica durante todo el 2011, con dos reviews adicionales. El primero aparece en el Medical Science Monitor, con 87 citas de Cell Transplantation y 32 citas del Medical Science Monitor, todas de articulos publicados en 2009 y 2010. El segundo review aparece en The Scientific World Journal, y contiene 109 citas de Cell Transplantation y 29 citas de The Scientific World Journal, todas las cuales fueron publicadas en el mismo período ventana de 2 años del cual se obtendrá el factor de impacto 2011.

En 2011, los editores de Cell Transplantation también publicaron un artículo de revisión parecido en su propia revista, citando a una revista hermana más chica, Technology and Innovation, 25 veces – 24 de las cuales fueron publicadas en 2010. Las restantes citas hacen referencia a artículos de Cell Transplantation publicados en 2009 y 2010. El primer autor del artículo es el Editor en Jefe de Technology and Innovation, el último autor es coeditor de la revista.

Desde una posición estratégica, colocar artículos de autoreferencia en una revista amiga es una estrategia económica y efectiva si el objetivo es darle un empujón al propio factor de impacto . Por una tarifa de procesamiento del artículo de 1100 dólares (Medical Science Monitor), los editores pudieron de redireccionar 445 citas a su revista con el fin de contribuir al factor de impacto. Lo mejor de todo, esta clase de comportamiento es difícil de rastrear.

El JCR provee matrices de citas y “citados por” para todas las revistas que indexan, sin embargo, estos datos existen solo en su agregado y no están conectados con artículos específicos. Fue solo después de ver numeros grandes entre una larga lista de ceros que se me ocurrió que algo raro estaba pasando – eso y el dato de un científico preocupado. Identificar estos artículos requirió que yo hiciera una búsqueda especial de “citados por” en la Web of Science. Los datos están ahí, pero están lejos de ser transparentes.

La facilidad con la cual los miembros de un comité editorial fueron capaces de usar un cartel de revistas para influenciar el factor de impacto de su revista me preocupa sobremanera porque el costo de hacer eso es muy bajo, las ganancias son increíblemente altas, es difícil de detectar y la práctica puede facilitarse de manera muy sencilla por comité editoriales con miembros que se repiten o a través de acuerdos de cooperación entre ellos. Es más, los editores pueden proteger estos “reviews” de la revisión por pares si están rotulados como “material editorial”, como algunos lo están. Es la estrategia perfecta para trampear al sistema.

Por todas estas razones, estoy particularmente preocupado porque de todas las estrategias que todos los editores inescrupulosos usan para incrementar los rankings de sus revistas, la formación de carteles de citas es la que podría dañar a las citas como un indicador científico. Debido a la forma en que opera, tiene el potencial de crear una burbuja de citas muy, pero muy rápido. Si Ud. no está de acuerdo con la forma en que algunos editores están utilizando los carteles de citas, su forma de pensar puede cambiar en uno o dos años cuando su revista comience a quedar rezagada con respecto a sus competidores.

A diferencia de la autocitación, la cual es muy fácil de detectar, Thomson Reuters no tiene un algoritmo para detectar los carteles de citas, ni una política declarada para mantener a raya a este comportamiento turbio.

Una forma de detectar los artículos culpables sería examinar el porcentaje de referencias que contribuyen al factor de impacto y que están dirigidas a una sola revista. Desde el punto de vista computacional, esta puede ser la forma más sencilla. Determinar cuánta influencia es excesiva y bajo qué circunstancias serán los desafíos más importantes.

Los editores científicos necesitan discutir como manejar este tema. Si las normas disciplinarias y el decoro no pueden controlar este tipo de comportamiento, la amenaza de ser eliminado de las listas del JCR puede ser necesaria.

Fuente:
http://scholarlykitchen.sspnet.org/

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