lunes, 8 de septiembre de 2014

José A. López Cerezo: "Existen incentivos para no divulgar la ciencia"

Después de la II Guerra Mundial, los dirigentes políticos tomaron nota de la importancia que tenía el conocimiento científico para el ejercicio pleno de la ciudadanía. De esa preocupación nacieron disciplinas como la ‘comprensión pública de la ciencia’, una de las áreas de trabajo de José Antonio López Cerezo. Catedrático de Filosofía de la Ciencia en la Universidad de Oviedo, este investigador indaga en las relaciones que se producen entre ciencia, tecnología y sociedad y reflexiona sobre qué es ser científicamente culto.



¿Qué significa ser científicamente culto?
Significa varias cosas dependiendo del autor. Una propuesta habitual es diferenciar tres tipos de alfabetización o cultura científica: una cultura científica cívica, que consiste en dar sentido a las noticias sobre ciencia y tecnología que aparecen en los medios para tener una opinión sobre dilemas éticos generados por el desarrollo biotecnológico o sobre las políticas públicas que impulsan investigaciones relacionadas con la defensa, la energía, etc.; una cultura científica práctica, que reflejaría los conocimientos científicos que necesita el ciudadano para tomar decisiones como consumidor o como usuario; y una cultura científica escolar, que aludiría a los conocimientos científicos que el ciudadano recibe durante la escolarización.
Por ejemplo, no todo el mundo sabe responder si el centro de la Tierra está o no muy caliente o si los antibióticos sirven para curar enfermedades víricas.

A partir de este esquema y enlazando con esa idea tan repetida de que la sociedad española, en comparación con otras europeas, es menos culta desde el punto de vista científico, ¿en cuál de las tres culturas científicas tendríamos más atraso?
Cuando se dice que la sociedad española no es científicamente culta se alude al ámbito escolar. Esto lo reflejan los barómetros de ciencia y tecnología de la UE, en los que se utilizan preguntas de la ciencia escolar para valorar el conocimiento de los europeos. Evidentemente es una comprensión bastante limitada de lo que es ser científicamente culto porque no incluye las otras dimensiones del concepto. Resultados parecidos arroja el proyecto PISA, en el que estamos mal situados en comparación a otros países europeos.
Pero no se promueven encuestas que recojan visiones más amplias de lo que significa ser científicamente culto. No hay información acerca del conocimiento metacientífico, que consiste en estar familiarizado con los dilemas éticos presentes en la investigación con células madre, o en conocer la relevancia que tienen los temas económicos en la orientación investigadora de la industria farmacéutica, o en tener consciencia de las amenazas ambientales que generan los residuos nucleares.

Todo eso tendría que ver la ‘cultura científica cívica’ del esquema que planteaba.
Exacto. No hay información que nos compare con otros ciudadanos europeos en este aspecto, ni tampoco acerca de nuestro nivel de cultura científica práctica, es decir, sobre los usos del conocimiento científico en la vida cotidiana (por ejemplo, al comprar en un supermercado o cuando decides exponerte o no a ciertas terapias médicas).

¿Por eso es tan difícil cuantificar la percepción social de la ciencia?
No es fácil. Las encuestas no suelen incluir cuestiones sobre dilemas éticos, asuntos políticos, económicos, etc., y si lo hacen es de forma bastante restringida. Además tienden a omitir lo relacionado con efectos negativos, riesgos o amenazas de la ciencia, abordando solo sus beneficios y potencialidades. Hay un cuidado exquisito en no plantear temas que se puedan ver como una crítica. Es una cuestión tabú y me parece que hace daño a la ciencia. La buena salud de la literatura, el teatro o el cine tiene que ver con el ejercicio de la crítica, pero no existe nada parecido en la ciencia.

Digamos que todo gira en torno a la ciencia como motor de desarrollo, omitiéndose lo demás...
Sí, parece que o estás favor de la ciencia de un modo incondicional o eres un crítico anticientífico. Y no es verdad, hay un espacio para la crítica que puede mejorar el sistema científico-tecnológico, al señalar cuestiones que tienen que ver con ciencia y política o ciencia y economía, o con los efectos ambientales negativos de ciertos desarrollos industriales de base tecnológica. Dar entrada a la crítica en la comunicación y en la enseñanza de la ciencia es importantísimo, eso sí, ha de ser una crítica a favor de la ciencia y no en forma de reacción anticientífica. La ciencia es parte de la sociedad; es lógico que también tenga efectos negativos, por eso hay que tener una mirada vigilante para identificarlos y corregirlos.

"La buena salud de la literatura, el teatro o el cine tiene que ver 

con el ejercicio de la crítica, pero no existe nada parecido en la ciencia"


La ciencia y la tecnología tienen además un valor social. ¿En qué se traduciría esa orientación social de las políticas de I+D?
Es una cuestión que tiene muchas perspectivas. Una sería la rendición social de cuentas. Creo que en nuestra sociedad a veces la confianza está sobrevalorada. Es importante porque contribuye a dar solidez al tejido social, pero no es bueno un exceso de confianza entre los agentes sociales porque necesitamos mecanismos de control y rendición de cuentas. Se dice: ‘hay que dar a la ciencia la confianza que merece’. Es cierto, pero eso no puede eximir a la ciencia de la rendición de cuentas que debe prestar a la sociedad, que es la que financia con sus impuestos la investigación pública.

¿Cómo se articularía esa rendición de cuentas?
Por ejemplo, en los proyectos de investigación de las convocatorias del plan nacional o de los planes regionales, el espacio que se da a la rendición pública de cuentas es nulo o mínimo. La rendición es entre colegas, pero no de cara a la sociedad. La comunicación social de resultados de una investigación es escasa, y sin embargo sí se valoran los artículos especializados en revistas punteras. Lógico, pero también habría que valorar que el investigador diga de modo accesible en qué se está gastando el dinero público y qué expectativas tiene de que esto revierta a medio o largo plazo en bien de la sociedad.

Esto conectaría con la divulgación de la ciencia, en el sentido de contar qué se está investigando con dinero público...
Sí, pero la divulgación no forma parte de la justificación que se pide a los investigadores que están recibiendo fondos públicos...

¿Una mayor rendición de cuentas de algún modo también contribuiría a mejorar la divulgación de la ciencia?
Cierto. Estoy completamente de acuerdo, porque habría un esfuerzo adicional por parte de los receptores de fondos públicos en el sistema de ciencia y tecnología, que tendrían más interés en llegar a los medios y dar a conocer los resultados de sus trabajos. La investigación que se produce en los organismos públicos y universidades apenas se conoce por el público, y se conoce poco por parte del sistema productivo. También hay barreras que separan a las empresas del sistema de producción de conocimiento.

Esa orientación social de la ciencia y la innovación consiste también en no ligarlas exclusivamente a las demandas del mercado y las empresas, sino dirigirlas para que redunden en beneficios para la sociedad.
Sí, eso es lo que llamo la orientación social de la I+D, que es muy importante. Este énfasis excesivo en la innovación, que hoy es una palabra talismán, me parece un poco preocupante. El sistema productivo no es la única clase de demanda de conocimiento que existe. Hay otros ámbitos que no se expresan en el mercado, bienes o servicios públicos como el sistema de salud, o el educativo o la protección del medioambiente a los que puede atender la inversión pública en ciencia y tecnología. Esto no se refleja luego en el PIB y sin embargo son servicios esenciales. Otro ejemplo: el sistema sanitario debe atender las enfermedades que generan una importante demanda para la industria farmacéutica, pero también las enfermedades raras, con las que no se va a enriquecer nadie pero que van a beneficiar a esos pacientes.

Ahora casi todo se valora en la medida en que tenga una vertiente práctica.
Eso es muy perjudicial para la investigación básica. Como ya vieron los padres de las actuales políticas científico-tecnológicas tras la II Guerra Mundial, no podemos diseñar el sistema de producción de conocimiento con respecto al sistema productivo, porque hay muchas líneas de investigación que son cheques en blanco. Si a Einstein le hubieran preguntado que para qué servirían sus extrañas ecuaciones, nadie hubiera puesto ninguna confianza monetaria o de otro tipo en ese trabajo.
Parte de la ciencia y de la investigación científica es el futuro abierto. No podemos plantear su financiación únicamente en función de la demanda del mercado. Hay muchas líneas que no se sabe adónde conducen; si no se las da una oportunidad, no recibiremos los frutos que pueden generar 10, 20 o 30 años después. Por eso ya en los años 40 y 50 se dijo que la financiación de la ciencia es también responsabilidad de los gobiernos.


"Los investigadores que están siendo desmotivados a la hora de divulgar por el actual sistema"


¿Crees que esa vertiente práctica y utilitarista afecta a la cultura en general, sea científica o no? Por ejemplo, las humanidades cada vez están más denostadas porque no se relacionan con aplicaciones o resultados inmediatos.
Claro. Con ese enfoque exclusivamente práctico, no se valora el papel de la crítica constructiva, esa mirada reflexiva... El problema es que los gobiernos asuman una mentalidad exclusivamente empresarial a la hora de promover la ciencia que se financia con fondos públicos, y que tiendan a convertir las políticas científicas en partes o capítulos de las políticas económicas. España, donde el Ministerio de Ciencia ha sido absorbido por el de Economía, es un ejemplo.

¿Cuáles serían los retos de la divulgación de la ciencia en nuestro país? ¿Está suficientemente valorada esta actividad?
No, no lo está desde muchos puntos de vista. Uno es el espacio que tiene en los medios de comunicación, todavía muy limitado. Esto lo ponen de manifiesto las encuestas bienales de la FECYT, en las que los españoles señalan que hay oportunidades desaprovechadas para divulgar más a través de los medios. Otra perspectiva es la de los investigadores, que están siendo desmotivados por el actual sistema.

¿No hay incentivos para divulgar?
Al revés, existen incentivos pero para no divulgar. Cuando preparo mi currículum para ser evaluado por mis pares, elimino todo lo relacionado con la divulgación. A quien se permite divulgar, como si fuera una especie de actividad recreativa, es a los investigadores que se supone que ya han demostrado todo. Para los que están en activo, estas actividades son más bien un demérito. La actual Ley de Ciencia recoge la divulgación como elemento a tener en cuenta en la promoción de los investigadores, pero, si no hay unos medios económicos que respalden eso, es solo un brindis al sol.

Fuente:

domingo, 7 de septiembre de 2014

Joan Rivers: 'Cuando muera, quiero que mi funeral sea un gigantesco espectáculo'

La divertida y extrovertida personalidad de Joan Rivers, quien fallecía este jueves a los 81 años tras complicaciones en una operación, llegaba hasta el punto de que la propia presentadora planeó exhaustivamente su funeral para que su única hija, Melissa (46), cumpliera todos sus deseos. 

En un extracto de su libro 'I Hate Everyone... Starting with Me' (Odio a todo el mundo... empezando por mí), Joan llevó a cabo el diseño del pomposo acto en el que quería que se convirtieran sus exequias, incluyendo la presencia de una inconsolable Meryl Streep y una auténtica lucha de medios de comunicación.

"Cuando muera (y, sí, Melissa, ese día llegará. Y, sí, Melissa, está todo a tu nombre), quiero que mi funeral sea un gigantesco espectáculo con luces, cámaras, acción... Quiero un catering, quiero fotógrafos y ¡quiero medios peleándose y montando un número! Quiero que sea lo más 'Hollywood' posible. No quiero ningún rabino divagando.Quiero a Meryl Streep llorando, en cinco acentos diferentes. No quiero un panegírico. Quiero que Bobby Vinton levante mi cabeza y cante 'Mr. Lonely'", describía.


La presentadora, cuya pasión por estar radiante y lucir sus mejores galas siempre fue más que evidente, deseaba asistir a su funeral con una apariencia aún mejor que la que tenía en vida y ser enterrada enfundada en un traje firmado por Valentino.
"Quiero estar impresionante, mejor que en vida. Quiero que me entierren con un vestido de noche de Valentino y quiero que Harry Winston [la firma de joyas] haga un epitafio. Y quiero que haya un ventilador para que mi pelo se mueva dentro del ataúd como el de Beyoncé", apuntaba.






El funeral de la presentadora se celebrará este fin de semana en Nueva York. Rivers descansará en Temple Emanu-El, Manhattan, según Us Weekly.


Investigación
Aunque aún no se conoce si cumplirá todos los requisitos de la presentadora, lo cierto es que Melissa Rivers tuvo la oportunidad de estar junto a su afamada madre hasta el último momento.
"Es una gran tristeza anunciar la muerte de mi madre, Joan Rivers. Falleció en paz a la 1:17 de la noche, rodeada de su familia y sus amigos más cercanos. Mi hijo Cooper (14) y yo agradecemos a los doctores, enfermeras y al personal del hospital Mount Sinai el magnífico cuidado que le han dado a mi madre en todo momento", declaraba Melissa en un comunicado a los medios.
Su muerte está siendo investigada por la Oficina Forense de Nueva York y expertos sanitarios estatales, según publica el New York Post. Aunque el forense ya ha finalizado la autopsia, deberá hacer más exámenes para determinar la causa de la muerte, según informa TMZ.
A pesar de que se encontraba en estado de coma inducido desde la semana pasada, la muerte de Joan Rivers conmocionaba al mundo de la televisión, como a Kelly Osbourne -compañera de la presentadora en el programa 'Fashion Police'- quien no tardó en rendir un sentido homenaje a su memoria en las redes sociales.
"Estoy totalmente desolada por la pérdida de mi querida Joan. No solamente era mi jefa, también fue y será para siempre mi profesora, terapeuta, amiga íntima, inspiración y la única abuela que he conocido", publicaba la cantante en su cuenta de Facebook.

Fuente:
www.elmundo.es

sábado, 6 de septiembre de 2014

Entrevista con Federico Armentano: la visión estadística del turismo

Un estudiante de la Licenciatura en Estadística de la Universidad Nacional de Rosario nos cuenta su experiencia como expositor en un congreso internacional llevado a cabo en los EE.UU.
Caterina Liberati (University of Milano-Bicocca), Imad Bou-Hamad (American University of Beirut) y Federico Armentano, luego de sus exposiciones.

Federico Armentano fue invitado a una exposición oral de su trabajo en elInternational Symposium on Business and Industrial Statistics (ISBIS) / Conference of the ASA Section on Statistical Learning and Data Mining*. El encuentro se desarrolló entre el 9 y el 11 de junio en el Centro de Convenciones de la ciudad de Durham (Carolina del Norte) y estuvo organizado por el Departamento de Ciencia Estadística de la Universidad de Duke, una de las más importantes del país del norte.

Federico es alumno de la Licenciatura en Estadística, carrera que se dicta en laFacultad de Cs. Económicas y Estadística de la Universidad Nacional de Rosario, y le quedan 3 materias para recibirse. “Estoy muy avanzado con mi tesina, la cual se centra en turismo. Un tema no muy trabajado en la Argentina”, nos cuenta.

“Soy miembro de ISBIS y tengo relación con ellos via correo electrónico. Me contactaron para ver qué estaba haciendo. Les comenté que estoy trabajando como becario del Consejo Interuniversitario Nacional (CIN), se interiorizaron más y les mandé algunos abstracts de mi trabajo y me preguntaron si me animaba a exponerlo allá” comenta Federico. “Lo consulté con mi directora, ella me dijo que le encantaba la idea. Por suerte salió todo muy lindo.”

ES: ¿Sobre qué tema expusiste?
En mi tema de tesis estoy trabajando en series de tiempo aplicadas al turismo. Son valores que se miden a través del tiempo. Yo había conseguido valores a través del tiempo sobre el ingreso de turistas en los aeropuertos Jorge Newbery y Ezeiza. Tenía valores mensuales de los últimos 4 años. Si consideramos que Ezeiza tiene más del 95% de todos los vuelos internacionales, era una buena medida representativa para el estudio del turismo y para lo que me interesaba. Comparando nuestras estimaciones con valores reales vimos que nuestros pronósticos eran muy cercanos con un error muy bajo.

ES: ¿Cuál es la importancia práctica de tu trabajo?
Hay ciudades que viven del turismo y necesitan saber el número de turistas que deberían esperar para poder planear sus compras de insumos, por ejemplo. El turismo mueve muchos millones. A través de nuestros modelos podemos darles precisión para que ellos puedan manejar mejor sus recursos.

ES: ¿Cuál es la importancia que tuvo este viaje para vos?
Este viaje fue una sorpresa para mí. Creo que en nuestra facultad, debe ser la primera vez o una de las primeras veces, que un estudiante participa como orador en un congreso internacional. Me sorprendí porque pensé que mi trabajo iba a estar atrasado respecto de los trabajos de otras universidades, como la de Harvard y otras muy conocidas que estaban presentes. Cuando dí la charla la audiencia estuvo muy atenta. Estaba presente el director de investigación de SAS, una empresa que se dedica al desarrollo de software estadístico, la tercera más grande de los EE.UU. y tercera o cuarta en el ranking de las mejores empresas para las cuales trabajar. Se acercó cuando terminé de dar la charla y me dijo que le había resultado muy interesante. Este y otros comentarios  me dieron la pauta de que mi trabajo les gustó.

ES: ¿Cómo fue la interacción con los otros asistentes?
Al finalizar la charla se me acercaron personas de distintos países e intercambiamos tarjetas ya que me dijeron que mi trabajo les había interesado. Fue muy entretenido. Fueron tres días de estar con gente que no hablaba español así que practiqué el inglés.

Toda la gente de la audiencia eran doctores o masters, no había ningún estudiante como orador. Ni siquiera los espectadores eran estudiantes. Fue una linda experiencia.

ES: ¿Cómo nace el contacto con el ISBIS?
Conocí a un chico que los había contactado y me pasó la página. Me dijo que me podía inscribir sin costo y así nació el contacto. Me enviaban información sobre congresos, cursos gratis por Internet. Cuando yo ya estaba con mi trabajo bastante avanzado, me sentí seguro y les mandé un resumen de una página comentándoles de qué se trataba. Les interesó, les mandé el trabajo completo en inglés y me dijeron que si yo no tenía problemas ya me incluían entre los expositores.

Cuando los contacté al principio, con solo enviarles mi certificado de alumno regular escaneado me dieron una membresía sin costo. Me envían publicaciones internacionales, revistas. Sería interesante generar un vínculo entre los estudiantes y este tipo de organizaciones porque veo que no se conoce mucho. Ellos te alientan a participar, hay becas y posibilidades de hacer doctorados.

ES: ¿Cómo fue la parte social del congreso?
Toda la gente muy amable, tuvimos una cena la penúltima noche del congreso. A esta altura ya había hecho muchos contactos y lo pasamos muy bien. Ahí conocí a una persona que trabaja como nexo para contactar estudiantes avanzados con empresas. Se te abren muchas oportunidades, van muchas personas que buscan gente que quiera investigar.

ES: Por lo que se ve del programa hubo mucha presencia de empresas privadas.
Sí, las empresas privadas participan en papers. Estaban IBM, SAS y otras empresas que tienen departamentos de investigación donde trabajan doctorandos que presentan papers. Había asistentes que habían ido para reclutar candidatos para las empresas.

ES: ¿Qué temas te parecieron los más candentes de los presentados en el congreso?
Si bien el congreso estaba enfocado a la parte de industrias y negocios, hubo muchos temas relacionados con investigación en medicina, sobre todo neurociencias. Hay partes del cuerpo que no pueden modelizarse desde una perspectiva matemática, entonces se tiene que trabajar con modelos de probabilidades. En medicina se trabaja mucho con modelos predictivos, porque hay tantas variables que uno no puede encontrar ecuaciones que arrojen una única resolución o que se puedan resolver dando una única respuesta.

ES: ¿Agradecimientos?
A mi directora, la Dra. María Teresa Blaconá, quien tiene unos antecedentes impresionantes. Se ha sentado conmigo muchas horas y con mucha paciencia para esta presentación. Hubiera sido imposible conseguir la beca del CIN o el viaje al exterior sin su apoyo.

También a la Secretaría de Bienestar Estudiantil de la UNR, a quienes llegué luego de consultar en la Secretaría de Ciencia y Tecnología de la UNR. A través de ellos pude obtener una beca que se ajustaba a lo que yo estaba buscando y me ayudó a realizar el viaje.

El interés de Federico por la estadística nació cuando era alumno de la Escuela Superior de Comercio. Una vez que terminó la secundaria comenzó a trabajar y llegó a independizarse económicamente. Pero su interés por estudiar pudo más y, con el apoyo de sus padres, comenzó sus estudios universitarios que está a punto de terminar. “Desde el inicio tuve una conexión especial con la carrera y después de leer para los exámenes me quedaba todo”, recuerda. “Hubo responsabilidad pero no sacrificio.”

Su espíritu emprendedor ha llevado a que Federico cree junto a un grupo de profesionales la empresa de consultoría Dharma

*Simposio Internacional sobre Estadísticas de Negocios e Industriales y Conferencia ASA sobre Aprendizaje de Estadística y Búsqueda de Datos.

miércoles, 3 de septiembre de 2014

Se crearon dos nuevos institutos de investigación en la Universidad Nacional de Rosario

Se suman a los ocho existentes en el Centro Científico Tecnológico Rosario (CCT) que depende del Conicet y de esta Universidad. 


El Dr. Roberto Rivarola y el Dr. Aldo Mottino dirigen el CCT.


Por Victoria Arrabal

Se trata del Instituto de Procesos Biotecnológicos y Químicos (IPROBYQ) y del Instituto de Inmunología Clínica y Experimental de Rosario (IDICER). El primero, que funciona en la Facultad de Ciencias Bioquímicas, se dedica a la investigación básica y al desarrollo de procesos en las áreas de tecnología química, fermentación industrial y aislamiento de macromoléculas.  Sus desarrollos buscan contribuir a la modernización y crecimiento económico del sector productivo a través de la transferencia de tecnología.


Por su parte, el IDICER, que  funciona en la Facultad de Ciencia Médicas,  lleva adelante investigaciones relacionadas a la inmunopatología de infecciones por microorganismos de vía intracelular, centrándose en la enfermedad de chagas y  la tuberculosis. Los estudios que realizan sus investigadores son tanto del ámbito de la ciencia básica, como aplicados en pacientes.


Estos nuevos institutos se suman a otros ocho que ya posee el CCT, dedicados a la producción de conocimientos en diferentes ramas de la ciencia y a la formación y perfeccionamiento de recursos humanos en el área de su competencia. Cada uno de ellos promueve la transferencia de conocimientos al sector productivo a través del desarrollo de tecnologías y la prestación de servicios de asesoramiento.


Según explicaron su director, Dr Roberto Rivarola y su vicedirector, Dr. Aldo Mottino, el CCT  tiene un plantel de 954 personas (347 investigadores, 469 becarios, 85 técnicos y profesionales y 42 administrativos) y posee un predio de cinco hectáreas ubicado en Ocampo y Esmeralda, donde está planeado que se concentren todos sus institutos.


Actualmente funcionan en este espacio: CIFASIS, IBR, IFIR, IRICE e ISHIR. Se encuentran en construcción las obras de IQUIR y se está licitando el edificio que compartirán IFISE y CEFOBI. Estos últimos tres institutos desarrollan sus actividades en la Facultad de Ciencias Bioquímicas y Farmacéuticas.

Qué se investiga
El Centro de Estudios Fotosintéticos y Bioquímicos (CEFOBI), fue creado en 1975 y se dedica a la investigación básica y aplicada en las áreas de la bioquímica, biología molecular, genética y fisiología vegetal. Sus proyectos de investigación abordan temáticas relacionadas a la respuesta de las plantas a distintos tipos de estrés y patógenos bacterianos y fúngicos, mejoramiento de frutos y cultivos, eficiencia fotosintética, reparación del daño al ADN, redes metabólicas y enzimas participantes, marcadores moleculares, entre otras.


El Centro Internacional Franco-Argentino de Ciencias de la Información y de Sistemas (CIFASIS), nació en el 2007 y fue creado por un convenio entre la Universidad de Aix-Marseille (Francia), la UNR y el CONICET. Sus proyectos de investigación están relacionados con la bioinformática, la ingeniería de software, el modelado y la simulación de sistemas, el aprendizaje automatizado y el procesamiento inteligente de la información, la hidroinformática, el procesamiento de señales e imágenes, los fundamentos de la lógica y la programación, la informática aplicada a la ingeniería de procesos y la optimización y control.


El Instituto de Biología Molecular y Celular de Rosario (IBR), que funciona desde1999, tiene como objetivos la generación de conocimiento en ciencias biológicas y el desarrollo biotecnológico, acorde a las necesidades del país y la región. Las áreas de investigación incluyen biología molecular de plantas, microbiología, biología estructural y biología del desarrollo. Los descubrimientos realizados en el IBR han dado lugar a patentes, productos en el mercado, convenios con empresas.


El Instituto de Física de Rosario (IFIR), constituído en  1980, está orientado a la realización de investigaciones y desarrollos en diversos temas vinculados a la física. Promueve las actividades científicas y tecnológicas tanto en temas de fundamentación con en las ciencias aplicadas y en las ingenierías relacionadas. Sus principales líneas de investigación están vinculadas con estudios teóricos y experimentales de la materia condensada, la metalurgia física, las colisiones atómicas  sus aplicaciones en radiobiología, la física óptica, la física del plasma, la teoría de campos, la energía solar, la cuántica relativista, la física biológica, la gravitación y astrofísica y la geofísica.


El Instituto de Fisiología Experimental (IFISE) creado en 1981, desarrolla investigaciones científicas en el campo de las ciencias médicas básicas especialmente relacionadas con el estudio de los fenómenos fisiológicos y sus alteraciones provocadas por agentes tóxicos o farmacológicos o por patologías experimentales. Entre sus principales temas de investigación se encuentran: el transporte de agua y xenobióticos en epitelios, la regulación de la regeneración hepática normal y en estado diabético, el análisis del proceso de carcinogénesis hepática y su modulación por citoquinas, el estudio de señales intracelulares en hepatopatías y su modificación con fines terpéuticos.


El Instituto de Química Rosario (IQUIR), que funciona desde 1981,  realiza investigaciones científicas y tecnológicas vinculadas con áreas de química básica, incluyendo orgánica, inorgánica y analítica. En el instituto se diseñan, sintetizan, analizan y caracterizan moléculas orgánicas, inorgánicas y organometálicas estudiándose sus características, propiedades y potencial utilidad. También se desarrollan nuevas metodologías analíticas y procesos químicos con fines aplicados, que permiten evaluar la composición y propiedades de sistemas complejos y desarrollar nuevas moléculas con actividad biológica o impacto tecnológico.


El Instituto Rosario de Investigaciones en Ciencias de la Educación (IRICE) data de 1977 y desarrolla investigaciones científicas relativas al campo educativo. Algunas de sus principales áreas de estudio son: el sistema educativo argentino, los procesos cognitivos, la educación intercultural, el aprendizaje en organizaciones, las estrategias pedagógicas y las nuevas tecnologías de información y comunicación. Realiza labores de investigación, preservación de información, trasnferencia y difusión en instituciones educacionales. Proporciona a la comunidad los servicios de biblioteca especializada y de difusión de experiencias innovadoras actuales e históricas.


El Instituto de Investigaciones Socio Históricas Regionales (ISHIR), creado en 2007, está conformado por tres centros ubicados en distintos puntos del país: el CEHIR de Neuquén, la UNHIR de San Salvador de Jujuy y el CESOR de Rosario. Los mismos son de doble dependencia por cuanto pertenecen al Conicet y a sus respectivas universidades nacionales. Los investigadores y becarios del ISHIR trabajan en temas vinculados a la historia, al entropología, la geografía y otras ciencias sociales en el marco de seis líneas de investigación que los articulan: configuraciones socio espaciales, prácticas asociativas, sociabilidades y formación de identidades, movimientos y conflictos sociales, los actores y sus experiencias sociopolíticas y culturales, historia de la educación e historia social de la justicia.


Fuente
www.unr.edu.ar

lunes, 1 de septiembre de 2014

La comunicación de la ciencia

Texto basado en una plática dada en el mes de marzo de 2013 a los alumnos del Diplomado en Divulgación de la Ciencia que ofrece la Dirección General de Divulgación de la Ciencia (DGDC) de la UNAM.



Por Luis Estrada. Revista Digital de la UNAM

Introducción
Aunque en los últimos años suele hablarse sólo de divulgación de la ciencia, se entiende que es una actividad inmersa en un proceso de comunicación que precisa estrategias diversificadas de acuerdo con el espacio y el público con el que se dialoga. Recuerdo la época en que laboré en el Centro Universitario de Comunicación de la Ciencia, antigua dependencia de la UNAM, antecedente de la actual Dirección General de Divulgación de la Ciencia. En ese entonces convenimos en distinguir tres actividades: la difusión, la divulgación y la comunicación. No sobra recordar que con la primera nombrábamos a la participación de conocimientos en los grupos dedicados a labores de ciencia, pensando que, al menos para fines prácticos, sus integrantes hablaban un lenguaje común. Las reuniones de las sociedades científicas emplean básicamente este tipo de interacción.


Con la segunda actividad, la divulgación de la ciencia, esperábamos llevar el conocimiento científico al público en general, pues suponíamos que éste podía no estar enterado de los temas a tratar, ya sea porque no había tenido la oportunidad de conocerlos o porque era necesario precisarlos, situarlos en un contexto apropiado o señalar sus consecuencias. En esta actividad siempre se supuso que el desconocimiento de un tema científico no se debía a alguna clase de incapacidad personal, pues mucho del público atendido eran niños y personal académico especializado en alguna disciplina diferente a la de los temas tratados. Las conferencias, las mesas redondas, los programas de cine y televisión, las exposiciones y salas de museos son algunos ejemplos de este tipo de actividad.


En el caso de la comunicación de la ciencia, lo esencial es el intercambio de conocimientos, el diálogo aclaratorio, la discusión de lo tratado, las sugerencias para su mejoría y la conversación profunda que ayude a la comprensión del conocimiento científico. Empleando el lenguaje ordinario diríamos que la comunicación de la ciencia es una acción “activa”, o en otras palabras un “ir y venir” de conocimientos, opiniones, críticas y aclaraciones. No sobra explicar que esta comunicación no requiere que todos sus participantes practiquen la misma disciplina o sean expertos en el tema tratado. Los seminarios, una actividad característica de los medios académicos, son el mejor ejemplo de una labor de comunicación de la ciencia.


Como podemos constatar, las condiciones actuales de nuestra universidad han reducido prácticamente las actividades mencionadas a una: la divulgación de la ciencia, la cual en muchas ocasiones se confunde con el periodismo científico. Siendo éste también una actividad importante en la propagación del conocimiento científico conviene precisar la distinción entre estas dos actividades. El periodismo científico busca mantener informado al público de lo que sucede en el mundo de la ciencia, y entre más pronto lo logre, mejor. Así podemos estar enterados de los nuevos descubrimientos y de sus autores, de la aparición de recientes productos derivados de la actividad de los laboratorios y de su eficacia o sus inconvenientes. Ejemplos de esta labor serían el anuncio del otorgamiento de un premio Nobel, de la aparición de un nuevo fármaco o la reseña de un acontecimiento, como un eclipse solar. Por otro lado, para la divulgación de la ciencia, llamar la atención sobre algún tema relevante de la misma, acometer un asunto es dar a conocer la sustancia y sentido de un resultado científico, entusiasmar por saber más acerca de una cuestión científica, inducir a buscar mayor información para entender mejor lo publicado, en fin, acercar al público al conocimiento científico para que, en alguna medida, se apropie de él. No sobra señalar que ambas actividades, periodismo y divulgación, tienen una frontera común y que son complementarias.

La comunicación de la ciencia.

 

La divulgación de la ciencia como una actividad de comunicación  

Reduciré lo siguiente a la labor de divulgación de la ciencia y comenzaré por repetir lo muy conocido de su realización. Es claro que ésta dependerá de la acertada selección del auditorio. Cómo y a quién dirigirse –a los niños, a los estudiantes de determinado nivel, a los profesores de escuelas elementales o al público general– es algo que hay que definir de antemano y con claridad. Cabe señalar aquí que hay que considerar también en este rubro si se dirige a un auditorio presente, como sería el caso de las conferencias, o a uno distante, ya sea espacial o temporalmente, como sucedería en el caso de un capítulo de un libro o de un programa radiofónico. Otro factor importante en una buena labor de divulgación es la definición clara del propósito de cada actividad, aunque éste no se haga público. Partiendo de que una actividad de divulgación de la ciencia tiene como finalidad dar a conocer este conocimiento, entonces la presentación de ella será muy diferente si se quieren exhibir objetos de laboratorio, mostrar experimentos, atraer jóvenes a estudiar una carrera científica, borrar la imagen de que la ciencia es aburrida o sólo para personas inteligentes, convencer de que, al contrario, se trata de algo útil, difundir los logros de la investigación que se realiza en una institución o simplemente el divertir al público mostrándole efectos inesperados.

No sobra señalar que ambas actividades, periodismo y divulgación, tienen una frontera común y que son complementarias.


El caso más notable de la importancia de este factor se presenta en los museos de ciencias en donde la claridad del objetivo de su labor es definitiva para su buen funcionamiento.


Hay mucho por decir acerca de qué hacer para lograr una buena labor de divulgación de la ciencia. Sin embargo, me referiré solamente a ésta como una actividad de comunicación, aunque no use ese término explícitamente. Así continuaré usando la palabra divulgación pues no quiero apartarme del modo usual de hablar, además de que hay que recordar que una buena divulgación está siempre respaldada por una vigorosa labor de comunicación de la ciencia. Lo primero es que esta divulgación es una tarea propia del quehacer de un medio dedicado al cultivo de la ciencia, como sería, en el caso de la universidad, el subsistema de la investigación científica, ya que para su buen funcionamiento requiere de la participación activa de los investigadores y profesores de ciencias.


Al reflexionar sobre la divulgación de la ciencia se llega inevitablemente al tema de la cultura científica. Es por esto que debo recordar que la cultura y la educación son temas inseparables ya que la primera es un resultado de la segunda y la educación se realiza de buena manera en un ambiente culturalmente propicio. Por ello, para hablar de cultura científica conviene aceptar que por ésta entendemos algo similar a lo que comprendemos al hablar de la cívica, la artística y otras “culturas” del hombre actual. Es evidente que la cultura científica, como otros asuntos educativos, tiene sus raíces en la escuela, aunque también es claro que no es ésta la única ni la mejor fuente del conocimiento científico. Las escuelas no pueden formar solas la cultura científica que necesita el ciudadano actual.


Es por tanto indispensable reforzar y complementar la labor de la educación en materia de ciencias, para lo cual debemos pedir ayuda a nuestros científicos avivándoles su responsabilidad social. Aunque algunos lo tomarían como una degradación, deberíamos convertir a muchos de nuestros investigadores, al menos por una buena temporada, en maestros. Es claro que esta conversión debería hacerse en forma ambiciosa, pues el problema a resolver no es de especialistas sino de formación humana. Necesitamos maestros de ciencias, maestros de maestros de ciencias, e investigadores de la educación en ciencias y de la cultura científica. 

Comunicación para una cultura científica
Con la divulgación de la ciencia se busca acrecentar la cultura científica. Cultura con todas sus letras, es decir, algo vivo, orgánico, usual, con lo que las personas vivan y convivan. Científica también en un sentido profundo, que implique no sólo conocimiento sino una participación de la vida y la actitud, de la pasión y la crítica que las prácticas científicas conllevan. Como bien sabemos, la ciencia no es monolítica ni constituye un sólo método o una sola forma de pensar; es, sobre todo, la búsqueda por diversas avenidas de conocimiento sobre el mundo natural, sobre nosotros y nuestro entorno físico. Ciertamente es un conocimiento útil o hermoso, intrigante, inquietante, efímero, cambiante, o todo eso a la vez. Pero si algo proporciona la ciencia, más bien lo que he llamado la cultura científica, más allá de ese conocimiento, es una actitud, un cúmulo de herramientas críticas de pensamiento, que sirven para muchas situaciones. No es poca cosa aprender a apreciar de veras la posibilidad de dudar con fundamento, de enfrentar la verdadera ignorancia y de observar detalladamente la naturaleza, con la humildad del que suele equivocarse y lo sabe, y así logra valorar y utilizar lo que le ha servido para aprender a cometer cada vez menos errores.


La mayoría de las personas sólo ven los beneficios materiales que la ciencia ha traído consigo, pero pocas veces ven y constatan que en la actividad que la genera hay lecciones que brindan una inmejorable formación; sobre todo en un mundo en el que las personas tienen cada vez más que decidir sobre tantas cosas que les afectan, con realismo, precisión y responsabilidad. La ciencia enseña a pensar crítica y libremente, y ésta es una de las tareas formativas de la educación. Por esto es de primera necesidad en una sociedad plural y democrática poner esta disciplina al alcance de todas las personas, aunque no vayan a ser científicos.


Es urgente tomar conciencia de lo importante e inaplazable que es para un país generar su propia cultura científica, su manera de apropiarse del conocimiento científico. La formación de personal especializado de primer nivel es por tanto una prioridad para hacer una buena labor de divulgación de la ciencia. Hay que proceder de manera análoga a la que usan los artistas y su público para apropiarse del arte universal y convertirlo desde su lugar de origen en un hecho particular y propio, sin quitarle por ello su amplia validez. Reitero: la cultura científica es indispensable en la educación a todos los niveles y en otros ambientes donde se difunden las artes y las humanidades, pues para construir una ciencia propia se necesita que se divulgue.

La comunicación de la ciencia.

Ciencia y comunidad 

¿Qué queremos de nuestra ciencia? ¿Los logros científicos y los desarrollos técnicos son siempre benéficos? ¿En el marco general de sus intereses reales, qué prioridad tienen los diferentes proyectos de investigación para las distintas sociedades? ¿El costo de la ciencia es siempre y en todo lugar una buena inversión? ¿Es ético gastar en sofisticado equipo de laboratorio cuando los recursos económicos no alcanzan para las vacunas ni la comida? ¿En qué campos nos estamos distinguiendo y por qué? Y finalmente, ¿quién debe, y quién no, participar en las deliberaciones para contestar todo esto? 

Ninguna ciencia va a ser mejor que la comunidad más amplia en la que está inmersa. Sólo donde haya educación y culturas científicas habrá provecho y sentido para ésta. La educación científica es anterior, no posterior al éxito de la ciencia. Como ciudadanos nos tocará asumir con mayor seriedad el entender y juzgar a las ciencias y sus vínculos con nuestra calidad de vida. Eso no lo podremos hacer si no establecemos y reforzamos una verdadera cultura científica, es decir, un ambiente de comprensión y aceptación, de crítica informada y respeto bien fundamentado, en el que no resulte esotérico estudiar, leer, platicar e interesarse por la ciencia.  

 

Lo expuesto no es ninguna novedad, lo he señalado en diversas ocasiones y repetido en otras tantas conferencias. Tampoco es una producción original mía. Es un relato de algunos logros del esfuerzo que un grupo de divulgadores, especialmente del Centro Universitario de Comunicación de la Ciencia, hicieron para encontrar el sentido de su labor. En sus primeras conclusiones el esfuerzo quedó plasmado en el documento titulado La comunicación de la ciencia como una labor académica, que fue presentado por el personal del Centro Universitario de Comunicación de la Ciencia al Consejo Técnico de la Investigación Científica de nuestra universidad a principios de 1988. 

 

Los divulgadores de la ciencia

Quien se enfrente a la genuina divulgación de la ciencia no sólo debe estar enterado del avance de la investigación científica, sino también comprender el significado de lo que ocurre: de dónde viene, a dónde se quiere ir y qué consecuencias se podrían tener. Todo esto a fin de poder integrarlo a la cultura personal. La divulgación de la ciencia apunta a capacitarnos para descubrir nuevas facetas del mundo que habitamos y relacionar constructivamente las perspectivas de las distintas disciplinas científicas.

La divulgación de la ciencia apunta a capacitarnos para descubrir nuevas facetas del mundo que habitamos y relacionar constructivamente las perspectivas de las distintas disciplinas científicas.







En síntesis, esta divulgación debe insertarnos en el esfuerzo que la humanidad ha multiplicado durante el siglo pasado para buscar un conocimiento objetivo del Universo, y hacernos conscientes de que ese conocimiento no nos excluye.


Por otra parte, la divulgación de la ciencia, como otras disciplinas modernas, es una labor especializada que hay que llevar a cabo. Hay que fundar y solidificar tradiciones propias de producción y consumo en torno a ella. En los países más desarrollados esto se ha hecho desde el siglo XIX, y de un modo a veces espectacular en el XX. Una buena divulgación en cada lugar, pese a transmitir o cuestionar a menudo los mismos conocimientos, está impresa también de su carácter local. Cada público, cada tradición cultural y cada idioma tiene matices y formas idiosincrásicas de percibir e interactuar con el entorno, que pueden y deben considerarse a la hora de construir puentes de comunicación. Calcar e importar técnicas es estéril e ineficaz.


La divulgación de la ciencia resultará efectiva siempre y cuando no constituya un pasatiempo marginal para los divulgadores, ni un simple agregado curricular para los científicos. Hay que enfrentarse a la solución de cuestiones concretas en cada caso. Se requieren trabajos específicos para asesorar, por ejemplo, a los maestros de primaria, secundaria o preparatoria en alguno de los temas que enseñen; para editar publicaciones científicas; para escribir el guión de una exposición o diseñar sus imágenes; para escribir distintos tipos de textos; para diseñar talleres para niños, adolescentes o adultos; para hacer un programa de radio o de televisión sobre algún tema científico, o simplemente para dar una charla sobre algún tema. La divulgación del conocimiento es un trabajo que debe tomarse con la seriedad no carente de sentido del humor con la que trabajan los científicos.


Los divulgadores de la ciencia no necesariamente deben tener un perfil similar entre ellos. A menudo, la variedad de talentos y habilidades hace que los grupos sean mucho más prolíficos y eficaces. Pero sí tienen todos que ser personas dedicadas seriamente a alguno de los aspectos de esta demandante labor. Reitero, una manera eficaz de efectuar una buena labor de divulgación es en la integración de grupos creativos de divulgadores capaces de responder a problemas locales y concretos; grupos que trabajen en museos, casas de la ciencia, revistas, radio, televisión, internet, parques o plazas públicos; grupos dispersos por todo el país, eficazmente intercomunicados y aprendiendo unos de otros, afín de que la ciencia se discuta, se difunda y se viva en todos los ámbitos y espacios disponibles.

La divulgación de la ciencia en México
El número de divulgadores en México ha crecido mucho. Hay un buen número de lugares de nuestra república en los que se realiza esta actividad y en los que se han constituido grupos para apoyar, organizar y efectuar esta labor, siendo el mejor ejemplo la Sociedad Mexicana para la Divulgación de la Ciencia y la Técnica (SOMEDyCYT). En la UNAM hay varios institutos y dependencias que cuentan ya con personal dedicado a esta tarea. Otro logro relevante es la creación y realización de programas de formación de divulgadores, como los estudios de posgrado dedicados al aprendizaje de esa disciplina que ha iniciado la UNAM, así como los diplomados que ofrecen varias instituciones educativas. Todo esto es muy estimulante.


Sin embargo, hay que reconocer que en la mayoría de los productos de divulgación que llegan al público el conocimiento científico mostrado es superficial y a veces anacrónico. Algo similar puede detectarse en los programas de formación de divulgadores, por lo que muchos de ellos deberían anunciarse como cursos de aprendizaje de técnicas y métodos para la divulgación de la ciencia. Cabe señalar que un asunto en el que se hace mucho énfasis en tales programas es enseñar a escribir bien a los alumnos. Creo que lo que sucede es que dichas actividades de formación se diseñan tomando en cuenta sólo el sentido literal de divulgación que mencioné al principio, en vez de basarse en el profundo sentido de la comunicación.

Conclusiones y propuestas
Quizá lo más importante sea pensar en el futuro de la divulgación de la ciencia en nuestro país, aunque dicho futuro no parezca halagüeño. De esto, lo primero que hay que apuntar es que muchas personas, aun del medio científico, desdeñan tal actividad con lo que propician que su desarrollo se inhiba. Independiente de ello, algunos divulgadores proponen remedios para lograr un mayor crecimiento y una mejoría en la labor que nos ocupa, aunque casi todas esas propuestas están centradas en la consecución de un buen apoyo económico. Esos divulgadores piensan que eso se lograría emulando los caminos seguidos por los investigadores científicos, ya sea buscando la creación de un Sistema Nacional de Divulgadores, ingeniándose para allegar dinero proveniente de instituciones u otros simpatizantes de la ciencia, vendiendo proyectos relacionados con esa tarea y algunas cosas más. Yo difiero de esos caminos, pues, aunque me es claro que para realizar una buena labor de divulgación se necesita dinero, y mucho, estimo que el problema está en otro lado. Como he insistido, la ciencia, y por tanto su comunicación, es una parte de la cultura y ésta se produce y se desarrolla con la educación, educación entendida por supuesto en todos sus aspectos y niveles, principalmente en el superior. Es obvio que esto dificulta más el desarrollo deseado de nuestra actividad, ya que en México no parece haber solución cercana a los problemas educativos.

Quiero recordarles que hay muchos ejemplos en los que la renovación, la creación y la innovación de una obra humana han sido producto de un sueño.







No hay que olvidar que vivimos en un país en el que no se valora el trabajo, por lo que para disponer de un salario razonable hay que buscar propinas, bonos o estímulos de alguna clase. También hay que tener presente que, en nuestro país, la autoridad no necesariamente se logra por tener conocimientos del campo que cubre el cargo a ocupar ni por alguna aptitud relacionada con tal puesto. En fin, estamos en un país en el que conceptos como democracia, solidaridad y excelencia académica han sido tergiversados, por lo que resulta muy difícil que se aprovechen las enseñanzas obtenidas del quehacer científico. El fuerte y prolongado esfuerzo para realizar una investigación es incomprendido y la belleza de lo descubierto de la naturaleza se pierde, ya que tiende a mostrarse con imágenes visuales contendientes con las empleadas en la televisión comercial.



Por otra parte, en nuestro país es cada vez más difícil saber qué sucede; cada día aumenta la desconfianza en la información y casi no hay credibilidad en lo que se difunde. Cuando se habla de conocimientos derivados del quehacer científico se encuentra algo parecido, y para ilustrarlo haré dos preguntas: ¿de veras creen que el desarrollo de la vida en la Tierra no fue programado?, ¿creen realmente que el Universo se expande? Noten que formulo mis preguntas esperando conocer creencias, pues difícilmente lo haría pidiendo pruebas, aunque éstas fueran leves y provisionales. Parece claro que, aunque la ciencia no provee verdades pero sí evidencias confiables para afirmar o negar algo, es necio ignorar sus enseñanzas. Es innegable entonces que, en esas condiciones, divulgar la ciencia es pedir peras al olmo. Sin embargo, no debemos cruzarnos de brazos.

La comunicación de la ciencia.

Quiero presentar algunas propuestas para seguir adelante en nuestra labor. Para esto, lo primero que hay que hacer es reconocer que se han formado buenos divulgadores y que no hay por qué desperdiciar ese valioso capital humano que hemos ganado. Después debemos encontrar cómo seguir aprovechando la generosidad de los apasionados del conocimiento científico que están haciendo divulgación. Mucho ayudaría unir esfuerzos trabajando en equipo y así aprovechar mejor el “trabajar por amor al arte” que mueve a muchos de los divulgadores actuales. También convendría buscar tiempo para generar espacios de reflexión acerca de los temas de mayor interés y relevancia que contribuyan a mantener al día a los divulgadores.


Todo esto servirá más allá de preservar viva nuestra labor, aunque siga pareciendo que se trata de una actividad clandestina. El mismo esfuerzo funcionaría para formar nuevos y buenos divulgadores. Pienso que estas propuestas son viables ya que están basadas en la gran libertad que todavía tenemos para trabajar; libertad que nos invita a hacer todo lo que a nuestro juicio haya que hacer, aunque sólo sea el sustento de un grupo que busca la superación cultural. Proposiciones como estas, y otras similares que surjan de esos grupos de trabajo, serían una semilla que esperamos germine algún día y haga que nuestro país cuente con una genuina labor de divulgación de la ciencia. Pero, ¿hay posibilidad real de tal germinación o sólo se trata de un sueño? No niego que mis propuestas sean sólo un sueño; empero, en tiempos aciagos un sueño no es sólo un alivio sino también un estímulo. Quiero recordarles que hay muchos ejemplos en los que la renovación, la creación y la innovación de una obra humana han sido producto de un sueño. fin


Bibliografía

TONDA, J., Sánchez Mora, A.M. Chávez, N. (Coord.) Antología de la divulgación de la ciencia en México. México: DGDC. UNAM.


BURGOS, Estrella. “La importancia de contar historias”. C+TEC. 2011, octubre, México [En línea] <http://revistacoecyt.com/>


ESTRADA, Luis. “La divulgación de la ciencia”. La divulgación de la ciencia y la tecnología, de la Serie Comunicación: educación y tecnología. México: Consejo del Sistema Nacional de Educación Tecnológica, Secretaría de Educación Pública, 1985.


SÁNCHEZ MORA, Ana María. Introducción a la comunicación escrita de la ciencia. México: Universidad Veracruzana, 2011.


ZAMARRÓN GARZA, Guadalupe. La divulgación de la ciencia en México: una aproximación. México: Serie de Cuadernos de Divulgación 1, Sociedad Mexicana para la Divulgación de la Ciencia y la Técnica (SOMEDICYT), 1994.


ESTRADA, Luis "La comunicación de la ciencia" Revista Digital Universitaria [en línea]. 1 de marzo de 2014, Vol. 15, No.3 [Consultada:]. Disponible en Internet: <http://www.revista.unam.mx/vol.15/num3/art18/index.html> ISSN: 1607-6079.

Artículo original en www.oei.es




























































domingo, 24 de agosto de 2014

Sutz: “El sistema de evaluación se ha convertido en algo más importante que la propia investigación”

Sin la asfixiante carga de los actuales sistemas de evaluación, los científicos iberoamericanos podrían trabajar en condiciones más saludables, más proclives a la expansión de sus capacidades, y obtener así mejores y más creativos resultados. 


Al menos eso es lo que piensa Judith Stutz, coordinadora académica de la Comisión Sectorial de Investigación Científica de la Universidad de la República del Uruguay (UDELAR), quien considera que la actual estructura de valoración académica obliga a los científicos a lidiar con estándares opresivos que les quitan tiempo, recursos y energía para cumplir de forma cabal con su verdadera tarea -investigar, nada menos-, y que además han generado una serie de hábitos negativos, algunos incluso fraudulentos, que hoy se cuentan por decenas en la práctica de la investigación.


Éste y otros temas –la subutilización de las capacidades innovadoras en los países de América Latina, los caminos que debe abrirse la ciencia en contextos de escasez y las herramientas que esa precariedad puede traer al quehacer de nuestros investigadores- son algunos de los puntos que la prestigiosa investigadora uruguaya tratará en la siguiente entrevista.


PREGUNTA: Una de las principales deficiencias de la ciencia y la tecnología en América Latina es la relación entre la investigación y las empresas. ¿A qué se debe esto?
RESPUESTA: Yo creo que el problema no es, estrictamente hablando, la falta de demanda de conoci-miento. Si vas a cualquier empresa, te van a decir que lo que más necesitan es maquinaria moderna y de calidad. El problema es la subutilización sistemática de nuestras propias capacidades. Hay un concepto de Robert Merton que se llama el “efecto Mateo” en la ciencia, por el versículo 13 de su Evangelio, que dice: “Al que más tiene más se le dará, y al que menos tiene, se le quitará incluso lo poco que tiene”. Cada vez que surge un proyecto complejo que se podría realizar en cualquiera de nuestros países y que sin embargo se hace afuera, estamos regalando oportunidades de aprendizaje. Lo poco que tenemos lo vamos perdiendo por falta de oportunidades para ponerlo en práctica. ¿Por qué las gerencias de nuestras empresas públicas eligen comprar afuera? ¿Y por qué, en cambio, la empresa pública de telecomunicaciones sueca en su momento decidió comprarle a Ericsson en vez de a Siemens, cuando esta segunda opción parecía más lógica y Ericsson era todavía una empresa naciente? La respuesta es simple. Los suecos sabían lo que estaban haciendo: abrir posibilidades de aprendizaje para la ciencia, la tecnología y la innovación nacional. Se trataba de un país pequeño que estaba buscando generar sus propias capacidades, algo que nosotros no hemos llegado a concretar y que entraña un problema de política.

No se puede echar la culpa a la estructura productiva: es la que tenemos. Lo importante es abrirnos oportunidades para avanzar; para eso tenemos que correr el riesgo de equivocarnos. ¿Se pueden abrir esas oportunidades? Claro que se puede. ¿Tenés apuro? Bueno, entonces compralo afuera, pero al mismo tiempo permití que lentamente seamos capaces de dejar de acudir exclusivamente al exterior para resolver nuestros problemas, en particular los más complejos. Hay que ser funcionales, no estoy hablando de cerrar las fronteras. Una cosa es considerar la compra como algo terminal y otra tomarla como una razón de urgencia y al mismo tiempo trabajar para ya no tengamos que recurrir a opciones de urgencia. Yo sí veo esto último como posible, pero también creo que desde el punto de vista ideológico ha permeado entre nosotros un discurso de “zapatero a sus zapatos”. Los países del Norte invierten un 3.5 por ciento del PBI en I+D, nosotros un 0.4: eso es “zapatero a sus zapatos”. Ellos investigan y nosotros compramos sus resultados. Así seguimos en el subdesarrollo, y si no cambiamos, así vamos a seguir por los siglos de los siglos.

P: ¿Cómo se observa esta situación desde el lado de los investigadores?
R: En Uruguay estamos impulsando, en la Universidad, la siguiente política: hay que evaluar cada cinco años y en ese período hay que demostrar que se trabajó integralmente en las tareas universitarias. En ese tiempo el investigador tiene que contar con un producto de calidad publicado, pero no se pondrá el énfasis en el número de papers. Lo que vamos a proponer es que haya un mix: si un investigador tiene sólo un artículo publicado, pero además hizo una asignatura de grado nueva, fundó una maestría o inició una tesis doctoral, eso también será tenido en cuenta. Nuestra idea se basa en que hay que dejar a los investigadores tranquilos, para que puedan trabajar en las mejores condiciones. Si un científico estuvo cinco años investigando, en los próximos cinco años cosechará los resultados.

Tenemos que empezar a confiar en la libido académica, como diría Bourdieu, en el gusto por lo que se hace, pero para eso los investigadores necesitan espacio. En el espectro científico hay vagos y “chantas”, pero otros muchos, la mayoría, trabajan de verdad. La excelencia asociada a productividad medida por número de papers como manera de seleccionar y premiar a investigadores da lugar a prácticas indeseables. Una de ellas es el “salame paper”: tengo un paper razonablemente estructurado y lo parto en diez para que rinda más. Está también la técnica cooperativista: un científico no tuvo nada que ver en una investigación determinada, pero sin embargo está entre los firmantes del paper que da cuenta de los resultados obtenidos. Un favor que luego se paga con otro favor en el paper siguiente. Y así. Las prácticas fraudulentas a las cuales ha llevado este sistema son conocidas en todo el ámbito científico y, por cierto, no ayudan a tener una mejor ciencia.

Un científico importante me dijo hace poco: “No entiendo qué pasa. Tengo cada vez menos estudiantes doctorales porque me dicen que soy muy exigente”. Éste es el tipo de problemas que vienen con el actual sistema de evaluación. Hay una búsqueda constante de alternativas que no lleven mucho tiempo, que no obliguen a leer mucho, etcétera. Y es lógico que no haya tiempo, si se evalúan períodos relativamente cortos de actuación y si los criterios son fundamentalmente cuantitativos. El sistema de evaluación se ha convertido en algo más importante que la propia investigación. Eso es lo que debemos corregir y de ahí viene nuestra propuesta, que ya ha sido aprobada por el Consejo Directivo Central de la Universidad en Uruguay, pero que todavía tiene por delante el trabajo de reglamentación.

P: ¿Qué significa investigar en condiciones de precariedad?
R: Significa llevar adelante el trabajo de investigación a partir de un escenario de escasez, algo a lo que los latinoamericanos estamos acostumbrados. En la medida en que podamos complementar eso con mejoras en nuestro quehacer científico, contaremos con una palanca que no se da en otras partes del mundo. Cuidado: no estoy haciendo un elogio de la miseria. Estoy diciendo que, ya que somos precarios, ya que tenemos que sobrevivir en condiciones de pobreza y ya que eso nos ha dado una heurística intelectual muy especial, entonces aprovechémosla. Lo que somos hoy es algo que no se puede cambiar; lo que seremos mañana, sí. Complementemos y apuntalemos nuestra coexistencia con la precariedad para que el mismo contexto se nos convierta en una herramienta. Hay un concepto indio maravilloso que se conoce como frugal innovation: “innovación frugal”. Este concepto dice que, a partir de la utilización de muchísimos menos recursos de todo tipo (monetarios, de materiales, etcétera), se pueden lograr los mismos resultados que por la vía ortodoxa. Es un concepto muy nuevo, del que me enteré en 2012 y al que enseguida equiparé con el trabajo que realizamos en la región. Estamos haciendo innovación frugal, una práctica que a partir de determinados factores (el cambio climático, por ejemplo) va a empezar a hacerse cada vez más necesaria. Y que puede ser una buena respuesta desde la cual trabajar para traer mejoras al trabajo de nuestros científicos.


Fuente

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