Graduada como bioquímica, Lelia Orsaria siguió un camino que la llevo a ser vinculadora tecnológica. El interés y la búsqueda de su vocación como motor para transitar nuevos caminos.
Por Claudio Pairoba*
Como estudiante avanzada de bioquímica en la Universidad Nacional del Litoral, Lelia Orsaria pensaba que trabajaría en un laboratorio clínico. Hasta que un cartelito colgado en una pared cambiaría su vida. La oportunidad de hacer investigación en un laboratorio rosarino comenzó un derrotero que la llevaría por distintas etapas de una rica formación. Comenzando a trabajar en genética de plantas en el Centro de Estudios Fotosintéticos y Bioquímicos (CEFOBI) en la década del 80, Lelia se preocupó por tener una buena formación y estar atenta a su vocación. Luego de doctorarse en el Instituto de Biología Molecular y Celular de Rosario (IBR) trabajando en bacterias de aplicación industrial, se fue formando en distintas áreas. Así llega al GTEC, programa del Ministerio de Ciencia y Tecnología de la Nación, destinado a formar vinculadores tecnológicos siendo la primera graduada en la Universidad Nacional del Litoral. Esta instancia terminó de marcar la vocación de Lelia, quien buscaba desempeñarse en la intersección entre ciencia y producción. Actualmente se desempeña en el IBR, espacio que siempre la acompañó en sus propuestas e intereses.