viernes, 3 de mayo de 2013

El Proteoma Humano permitirá en 5 años adecuar el tratamiento a cada enfermo.

El Proyecto de Proteoma Humano permitirá en el plazo de cinco años diagnosticar de forma más precoz las enfermedades y adaptar el tratamiento farmacológico y las terapias a cada paciente gracias al hallazgo de nuevos biomarcadores de enfermedades.
 
Representaciones tridimensionales de proteínas (Foto: Fields/Stanley y Wikimedia Commons)


Estos biomarcadores serán útiles para los numerosos tipos de cáncer, así como para la diabetes o para el párkinson y el alzhéimer, entre otras enfermedades que son crónicas debido a que "no hay herramientas" para afrontarlas, según ha explicado el presidente de la Organización del Proteoma Humano (HUPO), Pierre Legrain.

Este inmunólogo y biólogo celular francés ha comparecido en conferencia de prensa en Bilbao, donde esta tarde pronunciará la conferencia "De las proteínas al ser humano: cómo el proyecto del proteoma humano puede inspirar a la investigación biológica". El Proyecto del Proteoma Humano comenzó en 2001, a partir de concretarse la secuencia del genoma humano, con el objetivo de identificar todas las proteínas codificadas por los cerca de 22.000 genes que contiene el genoma y determinar sus funciones.

De la caracterización de estas proteínas se puede llegar a monitorizar el estado de nuestro organismo, diagnosticar enfermedades y representar las dianas a las que dirigir nuevos fármacos. La primera aplicación de este proyecto es el hallazgo de nuevos biomarcadores -características bioquímicas que se pueden medir- de enfermedades, que en el plazo de cinco años permitirá diagnosticar o establecer nuevos terapias adecuadas a cada paciente.

En el caso del cáncer, estos biomarcadores se pueden utilizar para, después de una primera cirugía, conocer cuál es el tratamiento más adecuado para cada paciente, de tal manera que se ajusten los fármacos y los tiempos a cada uno. Esta posibilidad tendrá un "impacto importantísimo" en la salud del paciente debido a la dureza de la medicación contra el cáncer, según ha explicado Legrain.

También ha citado el párkinson o el alzhéimer, enfermedades consideradas crónicas, debido a la "falta de herramientas". El científico francés ha augurado que si se encuentran nuevos biomarcadores, se podrían adaptar las terapias, bien farmacológicas o de algún otro tipo.

A más largo plazo, dentro de diez o veinte años, el Proyecto de Proteoma Humano también podrá concretar una medicina más personalizada, en la que se incluirá la identificación de los efectos secundarios individuales de los fármacos. Ese proyecto tiene como objetivo, asimismo, la coordinación de diferentes áreas para llegar a un conocimiento común molecular que ayude a entender mejor la salud del ser humano y, si se consigue, en el plazo de 10-12 años se podrían llegar a curar enfermedades, según ha destacado Legrain.

La organización de este proyecto, precisamente, contribuye a este objetivo ya que, a diferencia del proyecto del genoma humano, se lleva a cabo en varios países a la vez.

Legrain ha afirmado que esta división por países supone "el punto fuerte" del proyecto en la actual situación de crisis económica, ya que algunos países no han acusado dicha crisis y siguen invirtiendo en investigación, por lo que "al compartir los resultados, se sigue avanzando".

Fuente:
www.madrimasd.org




jueves, 2 de mayo de 2013

Una "epidemia devastadora" de cáncer amenaza a América Latina.

Por Gabriela Torres
BBC Mundo Salud

 Persona enferma de cáncer


No importa si eres hombre o mujer. Si vives en América Latina, tienes un 60% más de probabilidad de morir de algún cáncer que si lo haces en Estados Unidos o Europa.

Esto se debe principalmente a las desigualdades económicas, la falta de políticas y campañas de prevención y los hábitos alimenticios y de salud que la región está adoptando.
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 Un grupo de expertos advierte que esta combinación de factores puede llevar a la región a caer en una "epidemia devastadora" de cáncer si no se toman medidas urgentes.

Según el informe, publicado este viernes en The Lancet Oncology, por cada 100.000 habitantes hay 163 casos de cáncer. Una cifra que es mucho menor a la registrada en EE.UU. o Europa. Pero el problema está en que el índice de mortalidad es casi el doble que la proporción en estos países desarrollados.

Los investigadores estiman que si no se hace algo pronto, para 2030 habrá 1,7 millones de casos de cáncer diagnosticados y que un millón de personas morirán al año por alguna forma de esta enfermedad.

"Lo que descubrimos es que a pesar de que muchos de los países están tomando la dirección correcta en la implementación de políticas que permitan a más gente tener acceso a atención sanitaria, cuando nos fijamos en el terreno, en el presupuesto destinado al control y cuidado de cáncer, nos dimos cuenta que es muy poco", le dijo a BBC Mundo Paul Goss, oncólogo y profesor de la Facultad de Medicina de Harvard.

Por su parte, Andreas Ullrich, de la Organización Mundial de la Salud, le dijo a BBC Mundo que los datos del informe son muy similares a lo que durante años vienen diciendo. "La mortalidad está aumentado debido a los cambios demográficos y al aumento de comportamientos riesgosos como el mayor consumo de tabaco, aumento de la obesidad y la inactividad física".

No obstante, Ullrich prefiere no hablar de "epidemia" sino de un aumento constante de la enfermedad en la región.


Desigualdad
De acuerdo con el informe, el 54% de la población latinoamericana tiene muy poco acceso o ningún acceso a atención sanitaria.

"También descubrimos que hay mucha diferencia entre lo que está pasando y lo que los legisladores esperan que ocurra", agregó. "Para la gran parte de la población, la implementación no es de ningún modo satisfactoria".

Por ejemplo, en Brasil, el 70% del dinero que se destina al cuidado y control de cáncer es para el 20% de la población.

Goss señaló que lo que más le llamó la atención es que cuando se trata de atención sanitaria, hay dos América Latina: una élite con acceso a los últimos avances en medicina, en este caso prevención, tratamiento y cuidados paliativos de cáncer, y la otra gran mayoría a la que sólo se le presta asistencia en la fase terminal de la enfermedad.

"Hay excelentes hospitales en Sao Paulo, Ciudad de México y muchas de las principales ciudades de la región, pero es gran parte de la población la que depende de un sistema nacional de salud", que en opinión del experto no prioriza en la prevención y tratamiento del cáncer.

Cuando se trata del presupuesto asignado en políticas sanitarias, en relación al PIB, la región destina mucho menos que Estados Unidos o Canadá.

Goss, quien también es jefe del estudio, informó que el año pasado EE.UU. hizo una contribución de su PIB para el control de cáncer de cada paciente ocho veces mayor que cualquier país latinoamericano.

"Yo creo que el problema en Latinoamérica es que la aproximación al control de cáncer no es la más sabia. Se destina muy poco dinero y la distribución de los recursos ni es igual para toda la población", agregó.

El especialista advirtió que gran parte del dinero que se destina a los cuidados de cáncer se está usando en la hospitalización de pacientes terminales, que es lo más costoso de la enfermedad. "Lo que deja poco dinero para la prevención".

Goss agrega que la idea no es dejar de lado a los pacientes terminales, sino crear clínicas y entrenar al personal para brindar esta asistencia durante la fase final de la enfermedad en los hogares. Esto a largo plazo no sólo significaría una reducción de gastos, pues la hospitalización es de lo más costoso, sino que brindaría un mejor ambiente a los pacientes para que estén a lado de sus seres queridos.


Diagnóstico
Una de las principales razones por el aumento sostenido de la mortalidad por cáncer es el diagnóstico tardío de tipos de esta enfermedad que son curables.

Al respecto, la doctora Felicia Knaul, profesora de la Facultad de Medicina de Harvard quien fue diagnosticada de cáncer de mama en México hace seis años y dirige una ONG en ese país para la concientización de la enfermedad, advierte que si no se hace algo pronto, "el panorama puede ser apocalíptico".

"Para dar una idea, hoy en día si se diagnostica a tiempo el cáncer de mama, el 70%-90% de las mujeres tienen probabilidad de sobrevivir. En la región, la enfermedad se diagnostica muy tarde, con lo que las probabilidades de sobrevivir bajan al 25%", le dijo a BBC Mundo.

"El 90% de os casos de niños con leucemia podrían curarse si se detecta a tiempo. En los países pobres, esta tendencia es inversa", agregó.

Uno de los factores más importantes por el que el diagnóstico es tardío en la región se debe -según el informe- a la falta de acceso sanitario de las poblaciones indígenas y rurales.

"Es un problema exacerbado por la escasa y muy poca equitativa inversión", reza el estudio.


La edad y hábitos
Los expertos consultados por BBC Mundo coinciden en que otro factor que agrava la situación en la región es el envejecimiento de la población. Se estima que para 2020, más de 100 millones de personas tendrán más de 60 años. A partir de esta edad es donde hay más incidencia de cáncer.

Si a esto se añade la adopción de hábitos de países desarrollados -más consumo de comida rápida con alto contenido calórico, menos ejercicios y más sedentarismo- los especialistas prevén un incremento de pacientes con cáncer.
Cigarro

Las campañas contra el tabaco también sirven para disminuir los casos de cáncer por el cigarro.

La obesidad está relacionada al cáncer de mama, mientras que el tabaco al de pulmón, entre otros.

Pero no todo es negativo. Cada vez más la región está adoptando medidas para invertir esta tendencia con campañas contra el tabaco en espacios públicos y de inmunización contra el Virus de Papiloma Humano, causante de cáncer cervical, y de hepatitis, causante de cáncer de hígado.

"Pero lo que queremos es que se expandan estas iniciativas de prevención", señaló Goss.

Por ejemplo, la OMS recomienda realizar citologías ginecológicas con regularidad para descartar cáncer cervical.

En general, la comisión que realizó el informe insiste en la necesidad de atacar estos problemas, porque de lo contrario, "sólo empeorará".

"(Si no se hace nada) de aquí a 20 años será absolutamente horrible y amenaza a la economía de los países y a la sociedad. Los casos de cáncer van a desangrar la economía", advirtió Goss.

Por su parte, Felicia Knaul advierte que si bien hoy en día el cáncer es una enfermedad de pobres y ricos, en el futuro -si no se hace algo- será una enfermedad de pobres.

Sin embargo, la doctora Knaul se muestra optimista. "Si estamos viendo opciones en la región. Colombia, Perú, República Dominicana, Brasil y Costa Rica tienen sistemas muy incluyentes y hay iniciativas de hermanamiento en Centroamérica".

Fuente:

miércoles, 1 de mayo de 2013

Consiguen asustar a "la mujer sin miedo".

Por Antonio Martínez Ron

  • La paciente SM posee una extraña afección de la amígdala que le impide sentir miedo.
  • Un grupo de investigadores ha conseguido asustarla después de años con un pequeño "truco".
Así funciona el circuito del miedo en nuestro cerebro  -Foto: Carlos Gámez

La paciente SM es una mujer de 44 años que sufre una rara afección genética conocida como enfermedad de Urbach-Wiethe. Este mal provoca un deterioro permanente en la amígdala, una región del cerebro conocida como el "centro del miedo" y sin la cual su vida se ha visto claramente alterada. Hasta tal punto que su caso se ha convertido en una referencia para los investigadores, que llevan una década realizando experimentos con ella. Entre otras experiencias que el resto de la humanidad considera horripilantes, le hacen ver películas de terror, le ponen delante de arañas y serpientes y hasta le han llevado a una casa "encantada". Pero ella ni siquiera parpadea.


Un grupo de investigadores de la Universidad de Iowa, encabezados por Justin Feinstein, ha decidido llevar más allá su estudio sobre la amígdala. Esta estructura cerebral en forma de nuez dispara la señal de alarma ante supuestas amenazas y ha tenido un papel evolutivo en nuestra supervivencia: ante la presencia de un peligro inminente, este núcleo activa la alarma y nos hace huir. Una de las señales que dispara esta señal es la presencia de concentraciones inusualmente altas de dióxido de carbono en sangre, un síntoma de posible asfixia, el mecanismo por el que nos despertamos sobresaltados, por ejemplo, si se nos queda un brazo dormido en pleno sueño.


Esta reacción se produce con cantidades de CO2 que no son letales, así que Feinstein y su equipo se preguntaron qué sucedería en estas circunstancias a los pacientes con la amígdala dañada. En el estudio, publicado en Nature NeuroScience, participaron la paciente SM y otros dos afectados por el mismo síndrome y doce controles sanos a los que se hizo inhalar un compuesto con un 25% de dióxido de carbono. Y el resultado fue el contrario del esperado: por primera vez, desde que era una niña, la paciente S.M. tuvo un ataque de pánico.

Los otros dos pacientes con daños en la amígdala también experimentaron un mayor nivel de miedo que los sujetos de control. En las entrevistas posteriores, tanto ellos como SM aseguraron haber sufrido un ataque de pánico al pensar que se iban a asfixiar con lo que inhalaban con la máscara. "Fue una completa sorpresa para nosotros", asegura Feinstein. "La hemos estudiado [a SM] durante mucho tiempo y nunca habíamos visto una reacción parecida".

El estudio demuestra, según Nature, que algunas de las respuestas más primarias de alerta se producen al margen de la amígdala y que no es, como se pensaba, esencial para todos estos procesos. La intención de Feinstein es documentar estas reacciones al margen de la amígdala con neuroimagen para comprenderlas mejor y saber qué regiones del cerebro participan.

lunes, 29 de abril de 2013

Curar contenidos, cuando lo que vale es el criterio.


Curar contenidos consiste en seleccionar información, clasificarla y mostrarla. Es lo mismo que se ha hecho en el mundo del arte, en los museos específicamente, donde el término “curar” (curar arte) lleva décadas siendo diferente al de los médicos. Hoy la curación de contenidos es muy popular y está al alcance de cualquier usuario de internet.

El museo es la referencia más vieja y más cercana sobre la curación: una señora de pelo corto y lentes (curadora) selecciona entre una gran cantidad de cuadros aquellos que considera son los más representativas de alguna idea, de algún concepto o de algún autor, luego los organiza de cierto modo en el museo y hace un lanzamiento de la nueva exposición donde se lleva los aplausos por mostrar unas obras que no pintó. El mérito por supuesto, está en el criterio para seleccionar, más que en la obra misma.
¿Qué puede ser más valioso: la curación o la producción de contenidos? Hay que partir de la idea de que una cosa no puede vivir sin la otra y tal vez eso sea las pone al mismo nivel. Al menos así es como sucede en internet. Podemos ver en dónde pierde valor la creación y dónde gana la curaduría. El fenómeno tiene que ver con la característica fundamental de la web 2.0: el usuario deja de ser receptor frente a la plataforma o frente al medio, para actuar sobre él y modificarlo.

Entonces, por qué disminuye el valor del contenido original. Si habláramos de oferta y demanda, tenemos sobreoferta de información en internet lo que no afecta a los contenidos como tal, pero sí a la capacidad de leerlos o de visualizarlos. Y si no se ve es como si no existiera. Hemos cerrado una etapa en que internet nos hizo autores con los blogs, con la publicación de comentarios en las noticias, con la publicación de posts en Facebook. Es un ciclo que agotó su novedad y al que sólo le resta mejorar lentamente. 

¿Y el valor de curar en qué radica? En que hace visible el contenido original y lo hace más valioso. Demuestra que para alguien esa información es importante. Y ahí comenzamos a aplaudirle a la gente por unos artículos que nunca escribió o por una música que nunca compuso o por un atuendo que no confeccionó. Por ejemplo, si a alguien le gusta el periodismo narrativo, ¿no le caería bien ver una colección de aquellas piezas que alguien como, digamos, García Márquez está leyendo? ¿Luego acceder desde internet y leerlo también? Por supuesto, la curaduría no se hace sola, depende del contenido original, de los autores, pero estamos en un punto en que el contenido de los autores depende del criterio de los editores para que sea visible, al menos en internet.

Posdata: tres ejemplos de plataformas que están en la curaduría de contenidos:
  • Pinterest: es una plataforma enteramente de curaduría a través de las fotos. Es casi como el museo digital de la ropa de moda.
  • Grooveshark: desde esta semana permite emitir (compartir con sus contactos) la música la música que el usuarios está escuchando como si tuviera su propia emisora.
  • Flipboard: desde hace un mes permite a los usuarios seleccionar el contenido de diferentes publicaciones y mostrarlo en sus propias revistas. Para los que trabajamos en temas de periodismo y comunicación puede ser el más útil. Hice el experimento y funciona bastante bien, una muestra es que ya se han creado más de medio millón de revistas personalizadas. Lo malo, sólo es visible en dispositivos móviles.
Fuente:

cronicaz.com.ar

jueves, 25 de abril de 2013

La vida ‘cumple’ 60 años.

La doble hélice de ADN descubierta por Watson y Crick en 1953 ha transformado radicalmente la investigación biomédica y ha impulsado la medicina personalizada.
Francis Crick (derecha) y James Watson posan en el laboratorio Cold Spring Harbor. / Cold Spring Harbor laboratory

Por Javier Sampedro.

“Nunca he visto a Francis Crick comportarse con modestia”. Esa fue la frase con que la pareja científica de Crick, James Watson, decidió arrancar La doble hélice, uno de los libros científicos más notables del siglo XX, y seguramente la obra de divulgación más rompedora de la —no muy larga— historia de la ciencia. La modestia, por cierto, tampoco ha sido nunca el fuerte de Watson, pero ¿quién puede ser humilde tras haber descubierto a los 25 años el secreto de la vida?

La doble hélice no es solo uno de los iconos más populares de la ciencia del siglo XX —quizá solo comparable a la ecuación de Einstein E=mc2—, sino que también ha ejercido sobre generaciones de biólogos un magnetismo que no da signos de caducar aun hoy, cuando se cumplen exactamente 60 años de la publicación del descubrimiento en Nature.

En ese periodo, el descubrimiento de Watson y Crick ha transformado radicalmente la investigación biomédica y la biología en su conjunto. Hasta el minuto anterior a la publicación de ese paper, la genética era una disciplina tan compleja y farragosa que ni el mejor especialista del mundo habría podido presumir de dominarla. Hoy se le puede enseñar a un niño en cinco minutos.

El proyecto genoma humano y todo el resto de la genómica son la consecuencia directa de aquel artículo que cambió por entero nuestra percepción de la vida en la Tierra y de nosotros mismos. Continentes previamente inexplorados de aplicaciones tecnológicas, desde la producción industrial de insulina y hormona del crecimiento hasta las modernas estrategias de búsqueda de nuevos fármacos antitumorales pasando por el diagnóstico personalizado del cáncer, arrancan de aquella publicación engañosamente tímida. No habrá muchos trozos de papel que hayan transformado el mundo de manera tan radical.

Las técnicas de análisis del ADN, y en particular el vertiginoso desarrollo y abaratamiento de los métodos de secuenciación (o lectura de los genes) han abierto también avenidas enteramente nuevas en disciplinas como la paleontología, que ha conocido en años recientes logros tan espectaculares como la reconstrucción del genoma del mamut, una especie extinta hace unos 10.000 años en las estepas siberianas, y del hombre de Neandertal, que desapareció en Europa hace 30.000 años; también la antropología o la medicina legal; y en el campo de la evolución, con verdaderos aludes de información genómica que están permitiendo a los científicos reconstruir el pasado del planeta y la deslumbrante historia del origen de la humanidad.

¿Qué ocurrió, entonces, hace 60 años?

A diferencia del irreverente, chispeante y procaz libro divulgativo de Watson, que es de 1968, el paper original del 25 de abril de 1953 constituye seguramente uno de los pináculos de la parquedad científica, incluso en comparación con otras obras de ese género gris y fatigoso, empezando a contar por su poco inspirador titular: “Una estructura para el ácido desoxirribonucleico”. Ni siquiera “La estructura del ácido desoxirribonucleico”. Tan solo una, una estructura, como quien dice una ocurrencia entre tantas otras posibles, como quien da a conocer con desgana una anécdota.

El ácido desoxirribonucleico, por cierto, es el ADN, el material del que están hechos nuestros genes. Las siglas no se llevaban mucho en la época, o no desde luego tanto como ahora. Tampoco es que desarrollar las siglas sea una gran ayuda en este caso, como puede verse.

Los historiadores de la ciencia se lo han pasado en grande con este paper, y por buenas razones. Por ejemplo, es escandalosamente breve: solo ocupa una página de aquel número 4.356 de la revista Nature, referencias bibliográficas incluidas (solo hay seis). Su única ilustración es de factura casera, literalmente: la dibujó a mano Odile Crick, la mujer de Francis, tras una somera descripción que le impartió este último en la salita de su casa de Cambridge.

Ese sencillo boceto de Odile, sin embargo, capta a la perfección los detalles estructurales esenciales de la doble hélice recién descubierta por Watson y Crick y en particular algunos de ellos que, aun hoy, se representan a menudo erróneamente en las ilustraciones populares y museísticas del ADN. Odile lo hizo mejor hace 60 años, como veremos enseguida.

Hélice no es más que el nombre matemático de un muelle, y la doble hélice consiste en dos muelles imbricados entre sí. Pero las dos cadenas no son paralelas, sino antiparalelas: si fueran dos serpientes, la cabeza de una pegaría con la cola de la otra. Sin la percepción de este hecho fundamental por Francis Crick, él y Watson no habrían llegado jamás a la forma correcta. Crick siempre consideró esta su gran contribución a la resolución de la estructura del ADN, y no es extraño que el dibujo de Odile deje bien claro este hecho con dos simples flechitas trazadas a mano.

Un hecho aún menos conocido es el resultado experimental en el que se basó esta capital intuición de Crick, que había sido obtenido poco antes por una tercera científica en discordia, la cristalógrafa de Londres Rosalind Franklin. El dato llegó a oídos de los dos científicos de Cambridge por un camino algo tortuoso, o al menos poco convencional: a través de las notas que Franklin había escrito para la memoria de su propia institución, el King’s College de Londres, que les fue facilitada a Watson y Crick por el jefe de Franklin, Maurice Wilkins.

También es verdad que ni Wilkins ni la propia Franklin habían otorgado la menor importancia a ese resultado; el dato de oro estaba sepultado entre varios estratos de jerga cristalográfica perfectamente inocua, y decía simplemente así: “grupo de simetría C1”. Hizo falta el genio de Crick para saltar de ahí a la percepción crucial de que el ADN estaba hecho de dos hélices antiparalelas. Solo así la doble hélice puede presentar esa simetría; en nuestro ejemplo de las dos serpientes, significa que da lo mismo mirarlas desde la cabeza de una (pegada a la cola de la otra) que desde la cola de la una (pegada a la cabeza de la otra).

Este episodio poco conocido se puede ver, junto con el resto de los acontecimientos que condujeron al mayor descubrimiento de la historia de la biología, en la dramatización Life Story, producida por la BBC en 1987. El aniversario de la publicación en Nature de la doble hélice podría ser una buena ocasión para estrenarlo en España 26 años después, aunque solo sea porque sale Jeff Goldblum haciendo de Watson, y una maravillosa Juliet Stevenson en el papel de Rosalind Franklin.

Lo más importante de la doble hélice, con todo, es lo que mantiene unida a una hélice con la otra, y esta fue la aportación crucial de Watson a toda esta historia. Ahí, en el exiguo espacio que los dos muelles antiparalelos dejan entre sí, es donde se apiñan todas esas letras (ctaccgata…) que ahora, con las noticias sobre los genomas apareciendo un día sí y otro no en la prensa mundial, se nos han hecho tan familiares como el alfabeto.

El nombre técnico de esas letras es bases, o nucleótidos, y son unas moléculas orgánicas muy simples que, en el ADN, solo vienen en cuatro sabores: adenina, guanina, timina y citosina, o A, G, T, C para abreviar. En la mañana de un sábado de febrero de 1953, Watson estaba jugando con las versiones en cartulina de esas cuatro fórmulas químicas cuando, de repente, se dio cuenta de que, en el interior de la doble hélice, la A solo podía aparearse con la T, y la G solo con la C.

Watson y Crick repararon de inmediato en que esas simples reglas de apareamiento —dictadas por la mera estructura química de las bases— bastaban para explicar de un plumazo la propiedad esencial de cualquier sistema vivo: su capacidad para sacar copias de sí mismo. Si la doble hélice se separa en sus dos hélices componentes, cada una puede reconstruir a la otra gracias a las reglas de apareamiento. La idea resultó enteramente correcta, y sobrevino la revolución.

La Academia sueca no estuvo especialmente rápida a la hora de reconocer el hallazgo, y el tiempo fue especialmente cruel con Rosalind Franklin, que murió de cáncer cuatro años antes de que su jefe, Maurice Wilkins, compartiera el premio Nobel de Medicina con Watson y Crick por el hallazgo del siglo al que tanto había contribuido.

Fuente:
sociedad.elpais.com

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