Sus dueños litigan por los mitos que lo perjudican. Supuesto pasado nazi y presencia sobrenatural.
Por Vicky Guazzone
Se
fundó hace 80 años. Tenía generador eléctrico, criadero de chanchos y
peluquería. Sus huéspedes pasaban largas temporadas allí. [ Ver fotogalería ]
En los años ’30, la localidad de Miramar, en Córdoba, era un boom turístico. Atraídos por las propiedades curativas de la laguna de Mar Chiquita, los turistas arribaban por oleadas. Entre ellos, Máximo y Melitta Pahlke, alemanes que habían llegado a la Argentina en 1904, y que un verano conocieron Miramar buscando alivio para la psoriasis de ella.No solo encontraron una cura, sino además amigos con los que generaron la idea de crear la propia hostería. Esta floreció con tanto éxito que enseguida se pensó en la construcción de un hotel de mayor nivel. Así nacía el Gran Hotel Viena.
“Tenía generador eléctrico, criadero de chanchos, peluquería. Estaba diseñado para pasar largas temporadas”, evoca hoy el tercer Max Pahlke, nieto de los fundadores y actual dueño. Durante una década, funcionó a la perfección. Pero en 1945, luego de la Segunda Guerra Mundial, Perón le envió a Pahlke –entre otros alemanes en el país– un telegrama en el que se le pedía abandonar su puesto en Mannesmann, una compañía germana con sede en Argentina.En vista de esto, el matrimonio hizo las valijas y retornaron a Alemania. Aquí quedó su hijo mayor, médico, y el Gran Hotel Viena, cerrado pero a cargo de un casero.
Entre mitos. En Miramar bastó que se bajara la última persiana para que los relatos comenzaran. Que sus dueños eran nazis, y tras la guerra habían debido cerrarlo, que el casero también adhería al régimen de Hitler, que albergaban militares. “¡Llegué a escuchar que había un submarino en la laguna!”, exclama Max.
Los siguientes intentos por recuperar el brillo incluyeron la apertura por partes durante algunos veranos y la contratación de un administrador que terminó robándoles hasta la última cuchara. Y para 1977, la naturaleza completó la historia con una inundación que enterró al pueblo entero. El panorama posterior fue tan desolador que surgió una nueva leyenda: el Gran Hotel era ahora territorio de fantasmas.
Lo que sigue es casi tragicómico. “Diciendo hacerse cargo para cuidarlo, se creó una ‘Asociación de Amigos’, que lo explota como museo. Organizan visitas guiadas alimentando el mito de los fantasmas y acusando a mi familia de nazis”, relata Pahlke.
Frente a su protesta, la respuesta fue la indiferencia. Y el contraataque, legal. “El hotel está a nombre de la sociedad Wandorf Inversora S.A.. Es la que paga los impuestos, tiene los títulos e inició juicio contra la Municipalidad de Miramar”, explica Santiago Vera Barros, abogado de Pahlke.
Pahlke, empero, confía. Con las aguas ya bajas, el lugar vuelve a ser la maravilla natural digna de ser incluida entre los sitios “Ramsar”, la convención que protege los humedales alrededor del mundo. Las nuevas tendencias de turismo saludable lo posicionan como un lugar idóneo para un nuevo proyecto. Quizás a futuro, el Hotel Viena pueda coronarse con las 5 estrellas a las que siempre aspiró.
Wandorf Company S.A., titular del edificio y de los terrenos que ocupa el Gran Hotel Viena, inició acciónes judiciales contra la Municipalidad de la ciudad de Miramar, y crearon una página web con el objetivo de contar “la verdadera historia” del mítico hotel a orillas de la Laguna Mar Chiquita.
Fuente:
http://noticias.perfil.com