La comunidad científica presiona para marcar los refrescos con alertas
sanitarias y gravarlos con impuestos elevados, como ocurre con el tabaco.
La industria azucarera, un gigante que produce unos inimaginables 170.000 millones de kilogramos de azúcar
cada año en el mundo, está en el punto de mira, como lo estuvieron hace
décadas las tabaqueras. Un grupo de científicos de EE UU pide que, como
en el caso de los cigarrillos, las bebidas azucaradas sean marcadas con
una advertencia sanitaria para desincentivar su consumo. Por ejemplo,
la lata típica, de 330 mililitros, de las marcas más consumidas de
bebida de cola contiene casi nueve cucharaditas de azúcar (35 gramos).
La Organización Mundial de la Salud relaciona las bebidas azucaradas con
la epidemia de sobrepeso y obesidad que afecta a unos 2.000 millones de
personas y ha hecho que las enfermedades cardiovasculares sean la
principal causa de muerte en el mundo.
Los investigadores, liderados por la epidemióloga Christina Roberto,
de la Universidad de Pensilvania, han demostrado por primera vez que la
colocación de advertencias sanitarias en las bebidas azucaradas reduce
sus ventas, un objetivo que persiguen, según han manifestado en
numerosas ocasiones, cardiólogos de todo el mundo. Los científicos
llevaron a cabo una encuesta digital a unas 2.400 personas, todas ellas
con al menos un hijo. A los consultados se les ofrecía una gama variada
de zumos y refrescos. La compra de bebidas azucaradas cayó 20 puntos
porcentuales (de un 60% a un 40%) cuando los envases mostraban una
alerta sanitaria, del tipo “ADVERTENCIA DE SEGURIDAD: Tomar bebidas
azucaradas contribuye a la obesidad, a la diabetes y a la caries
dental”, según el estudio, publicado en la revista Pediatrics.
Los estados de Nueva York y California ya han preparado cambios
legislativos para introducir estas alertas en los refrescos con azúcares
añadidos.
“Aunque mucha gente puede saber que Coca-Cola y Pepsi tienen muchos
azúcares añadidos, muchas personas no se dan cuenta de que otras bebidas
que pueden parecer saludables, como Gatorade o Powerade, también están
llenas de azúcar”, advierte Roberto.
La Agencia Española de Consumo, Seguridad
Alimentaria y Nutrición, dirigida hasta 2014 por una exejecutiva de
Coca-Cola, rechaza las advertencias sanitarias
Una portavoz del Ministerio de Sanidad afirma que “según la Agencia
Española de Consumo, Seguridad Alimentaria y Nutrición (AECOSAN), ese
tipo de advertencias por el momento no se contemplan” en España. Hasta
2014, la directora ejecutiva de la AECOSAN fue Ángela López de Sá y Fernández,
que trabajaba como directora de Asuntos Científicos y Normativos de
Coca-Cola Iberia hasta su polémico nombramiento por el Ministerio de
Sanidad. “Actualmente existe otro enfoque: acuerdos voluntarios y
consenso con diferentes sectores para una reducción global de azúcares
añadidos”, añade la portavoz del departamento de Alfonso Alonso.
La industria azucarera se resiste a perder su actual impunidad.
“Existe un amplio consenso científico a nivel internacional en torno al
hecho de que no existen alimentos buenos o malos, sino dietas
equilibradas o desequilibradas”, explica un argumentario enviado a este
diario por la Asociación de Bebidas Refrescantes. “Un etiquetado de este
tipo, calificando alimentos o bebidas, o los distintos nutrientes como
malos o buenos, per se, rompe este principio, discrimina a los
sectores productivos y no soluciona problemas de salud ni favorece
hábitos saludables”, añade.
El sector de las bebidas azucaradas está inmerso en un escándalo desde que el diario estadounidense The New York Times revelara en agosto
que Coca-Cola donó 1,5 millones de dólares para la creación del Global
Energy Balance Network, formado por un grupo de científicos que
intentaba devaluar el papel de las bebidas azucaradas en la epidemia
mundial de obesidad, atribuyéndola a la falta de ejercicio físico. El
proyecto se desmanteló tras conocerse la procedencia de su financiación.
Un etiquetado de advertencia "discrimina a los
sectores productivos y no soluciona problemas de salud", según la
Asociación de Bebidas Refrescantes.
Coca-Cola acabó admitiendo
que también había entregado tres millones de dólares a la Academia de
Pediatría de EE UU y 1,7 millones a la Academia de Nutrición y
Dietética. Ambas organizaciones anunciaron que cancelaban sus relaciones
con la multinacional tras la revelación. La jefa científica de
Coca-Cola, Rhona S. Applebaum, acusada de ayudar a organizar el Global
Energy Balance Network, comunicó su dimisión en octubre. “De momento, su
puesto no se va a ocupar porque se está revisando todo el enfoque sobre
obesidad y bienestar”, explica Leticia Iglesias, directora de
comunicación de The Coca-Cola Company en España.
“La industria del azúcar es como la del tabaco hace unas décadas”, opina el médico Javier Martín,
del hospital madrileño Severo Ochoa. El facultativo publicó hace dos
años un estudio que atribuía más de 25.000 muertes anuales en España al
exceso de peso. Un fallecimiento cada 20 minutos, por infartos, derrames
cerebrales, diabetes o algún tipo de cáncer vinculado al sobrepeso y la
obesidad, como el de mama, el de colon y el de hígado. Los autores del
trabajo, publicado en la revista Medicina Clínica,
señalaron directamente a las bebidas azucaradas y pidieron el fomento
del deporte. “Hay que lograr que las bebidas azucaradas sean menos
atractivas para los consumidores. Poner advertencias sanitarias no es
suficiente, habría que mejorar la educación en otros niveles, por
ejemplo quitando las máquinas expendedoras de los colegios”, señala
Martín.
En 2015, investigadores de la Universidad de Harvard y el Imperial
College de Londres, entre otras instituciones, calcularon que el consumo
de bebidas azucaradas provoca 133.000 muertes al año por diabetes, otras 45.000 por enfermedades cardiovasculares y 6.450 por diferentes tipos de cáncer.
El embajador estadounidense se reunió en 2013
con el presidente de la Generalitat para frenar un impuesto a las
bebidas azucaradas.
Martín aplaude el establecimiento de impuestos a las bebidas
azucaradas como medida de salud pública, como ya se ha hecho en países
como Finlandia, Hungría y Francia. México, el segundo país con más
obesos tras EE UU y uno de los mayores consumidores de Coca-Cola,
también aprobó en 2013 un impuesto del 10%
para las bebidas azucaradas. Las ventas cayeron un 6% el primer año. La
Asociación Médica Británica, que representa a 170.000 médicos de Reino
Unido, también defiende que “un impuesto del 20% en las bebidas
azucaradas es vital para frenar la obesidad”. El impuesto “debe ser de
al menos el 20% para tener un impacto en la obesidad y en las
enfermedades cardiovasculares”, coincide la Organización Mundial de la Salud (OMS).
En España, el Gobierno catalán renunció en 2013
a poner un impuesto antiobesidad a las bebidas azucaradas, tras las
presiones de la Embajada de EE UU. El embajador Alan D. Solomont llegó a reunirse
con el presidente de la Generalitat, Artur Mas, para comunicarle el
malestar de Coca-Cola y Pepsi con la medida y sugerirle que podrían caer
las inversiones estadounidenses en Cataluña. La portavoz del Ministerio
de Sanidad reconoce que tampoco está en la agenda un impuesto de este
tipo para el conjunto de España.
“Yo pondría una advertencia sanitaria en todas las bebidas
azucaradas, como la Coca-Cola, pero también en los donuts y las
chocolatinas, que tienen azúcar y además grasas”, propone Carlos Macaya,
presidente de la Fundación Española del Corazón. Macaya, jefe del
Servicio de Cardiología del Hospital Clínico San Carlos de Madrid, pide
“vigilar y controlar la relación de las asociaciones profesionales
científicas con Coca-Cola”. En España, por ejemplo, The Coca-Cola
Company ha participado en la elaboración del documento “Balance
energético en niños y adolescentes”, de la Asociación Española de
Pediatría.
Macaya cree que "los productores están concienciados, Coca-Cola, por
ejemplo, hizo hace tiempo una Coca-Cola Light e incluso una Coca-Cola
Zero", aunque reconoce que "ahora hay que ponerse las gafas para ver las
calorías marcadas en el envase". La Organización Mundial de la Salud
recomienda no consumir más de 12 cucharillas de azúcar al día y sugiere una ingesta ideal de seis, menos que las presentes en una sola lata de Coca-Cola.
Fuente
elpais.com
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